Paco, mi tío postizo 8 (y final)

Fin de la historia con algo de voayeur y sorpresa

Capítulo 8

-No quiero hacerte daño.

-Ni yo quiero que me duela. ¿No te pone?

-Me pone mucho, lo raro es que te ponga a ti. Con Alba sólo le funciona cuando está muy excitada. -¿Por qué no me sorprendió que Alba ya lo hubiera probado?

-Quiero probarlo todo, y mejor contigo ¿no?

-Por mi bien, pero no hoy, que ya me tengo que marchar. -Me dio un cachete en cada nalga, como marcando el terreno y se levantó sin dejar de mirar mi trasero, que removí haciéndome la traviesa, él sonrió.

Empecé las clases y por diferencia de horarios, nos veíamos poco. Seguimos con los masajes, pero me los hacía por la noche en presencia de Alba mientras veíamos una serie, leía un libro o hablábamos.

Se convirtió en costumbre que cuando le tocaba a Alba lavar los platos y yo no salía por ahí, fuera un poco más allá del hombro cuando creía que no miraba. Pasaba la mano por el costado y llegaba al pecho o metía la mano por debajo del pantalón. Si había suficiente fregada, lograba que me corriera metiendo los dedos por la pernera del pantalón y enredando por ahí. Esto nos calentaba a los dos, luego se follaba a Alba y yo me tenía que apañar sola. No me molestaba, lo veía como una especie de pago. Una se busca mil y una escusas para no sentirse mal.

Después de unos meses pensé que estaba abusando, el hombro apenas me molestaba. Así que en la cena dije que ya no era necesario.

-¿Con lo bien que te sienta? Tú sabrás. -Era Alba la que hablaba. Me sienta mejor otra cosa…

-Ya, pero el hombro casi no me duele.

-Casi.

-Sólo cuando hago una mala postura. He ido nadando poco a poco para ver si está curado del todo y no me molesta. El reumatólogo me dijo que tenía que ir recuperando toda la movilidad con ejercicio.

-Si “casi” no te duele, es que no está curado del todo.

-Alba, que no pasa nada, que ya es mayor y sabe cuidarse, si nada mejor que yo.

-Eso ha sido de siempre. Tú, que te enteras ahora, tonto. -A los dos nos sorprendió esta respuesta, a Paco porque parecía ser el último en enterarse de verdad y a mí por darme cuenta de hasta que punto me tenía calada Alba.

-Bueno, lo que queráis, pero si no se lo haces a ella, me lo haces a mí. -Y allí mismo se quitó el jersey y el sujetador. Los dos nos quedamos mirando como se masajeaba las tetas. Sin hacernos mucho caso se tumbó en el sofá donde me tumbaba yo.

-¿Qué esperas? Venga, que quiero poner la lavadora y no llego.

-No pasa nada, hoy la pongo yo.

-Ah, gracias, de debo una. –Y yo a ti muchas…

Al pasar al lado de Paco cuando me iba para la cocina, me sujetó con una mano mientras con la otra hacía el gesto de silencio con el índice tapando la boca. Me hizo gestos para que me situara en la penumbra de un rincón.

-¿Empiezas ya? -Se quejaba Alba boca abajo

-Estoy poniéndome aceite.

Empezó suave, como conmigo. Después de unos minutos me hizo señas con la cabeza para que me acercara un poco, para mejorar la vista. Entonces empezó a hacer lo mismo, pasaba la mano por el lateral para llegar a las tetas. Más grandes que las mías, Alba tenía que girarse un poco para que pudiera llegar a un lado u otro.

-Mmmmm, cuidado que está Ana. -Gemía Alba por lo bajini

-Está en la cocina, desde aquí veo si viene. -Decía él.

Pasó a los glúteos. Bajó un poco el pantalón que llevaba.

-¿viene? -Decía ella sin resistirse.

-No

Le sobaba el culo. No sé exactamente por qué lo hacía delante de mí, pero me ponía muy caliente eso de ver como la acariciaba. Bajó el pantalón y el tanga por debajo de las nalgas. Dio un respingo.

-No, no, que no va a dar tiempo y me vas a dejar muy mal.

-Ya veras como sí. -Y metía los dedos entre sus piernas.

-Uuuff -Callaba Alba. De repente le dio un cachete en la nalga. ¡plaf!

-No, no, ahora noooooh, que nos va a oír...

-Creo que se ha metido al baño, lo mismo se va a hacer un dedo.

-Callaaaah -No tenía que tardar mucho. Otro cachete con un gemido por respuesta. Me hizo un gesto con la cabeza que no entendí. Miraba la nalga ¡Quería que le diera un cachete yo! Negué con la cabeza. Estaba muy caliente, notaba los pezones duros bajo la camiseta, pero hacerle eso a Alba me parecía demasiado.

Antes de que me decidiera, Alba empezó a gemir y resoplar tapándose con el cojín y levantando el culo. Se estaba corriendo. Me fui a la cocina por si se daba la vuelta y para poner la lavadora de verdad. Aún tuve tiempo de oír.

-Como le hagas esto, va a querer masajes todos los días.

-Porque no me dejarás. –Como desafiando

-¿Yo? Es Ana la que tiene que dejar, y te dejaría, si es que no te enteras de nada, cariño. –Paco, que se quedó tan perplejo como yo, me lanzó una mirada fugaz a la que no supe responder.

-Esta noche más –Dijo por fin, y volvió a darle un cachete

-Ssssht, que nos va a oír…

Esa noche “hubo más”. Yo me tuve que conformar con mis manos.

Durante un tiempo estuve dándole vueltas a lo que había pasado. El primer pensamiento fue que no me esperaba eso de él. Una cosa es engañar a Alba y otra hacerle esto, dejar que la mire de esta manera. Y lo de querer que le golpee la nalga, un exceso. Nada que ver con dejarme mirar desde la puerta ¿Se estaba volviendo un estúpido y engreído machote que tiene “dos hembras”? De esto tenía muchas dudas. Aunque por boomer tenga algún gesto así de la misma costumbre, no llega a ese punto. Sería que estaba muy caliente y le gustaba eso de que estuviéramos las dos. Lo último que quiero es hacerle daño a Alba, que se ha portado tan bien conmigo, y a él le pasa lo mismo, eso sí que lo sé.  Tendría que investigar un poco más. ¿Y lo que había dicho Alba? Esta mujer es increíble, está claro que sabe más de mí que yo. O no tanto… al menos él sabe disimular.

Por otra parte, lo mal que me había puesto de ver la escena, pero que muy caliente y empapada. ¿el morbo de si me pillaba Alba? Eso no podía ser, por lo que digo antes de hacerle daño. ¿o sí? ¿me ponía tan caliente mirar así? ¿Por ella en concreto o por la escena? En según qué situaciones, aún me asalta la imagen de su culo levantándose mientras se corría. Me hice más de un dedo pensando en ese rato. Aún hoy recurro a ese pensamiento cuando se dan esas situaciones.

Sería muy tedioso contar el tiempo que estuvimos así, aprovechando las ausencias de Alba por sus horarios raros o cuando iba a visitarlo al despacho y entrábamos un cuarto de acceso restringido. Ahí fue dónde probé por primera vez lo de que él estuviera sentado en una silla y yo encima. Os recomiendo probarlo, sobre todo a vosotras.

Sonia acabó su año de erasmus, volvió y acabó la carrera al año siguiente. Estuvo unos meses trabajando desde aquí, decidiendo si se quedaba o volvía, pues le ofrecieron quedarse en la empresa en la que empezó. Con ella en casa se hizo muy difícil cualquier encuentro y los que hubo fueron en aquel cuarto que acondicionó más o menos, pero para mi autoestima fue un catalizador. Luisa y ella se conocieron y no fue necesario explicar nada porque congeniaron enseguida y Luisa no se interesó mucho en saber nada más. Con ellas a mi lado me divertí muchísimo y acabé de soltarme del todo. Al final decidió volver a Praga y de paso hacer el master allí, para desgracia de Alba, que no lo llevó muy bien. Sobre todo cuando quiso volver y llegó el virus, que le tocó pasarlo allí, supuestamente sola. En realidad había empezado a tontear con un chico también español de la misma residencia y compartían algo más que recetas de cocina…

Para los curiosos y alguna curiosa, Sonia es la versión mejorada de Alba, un poco más alta, ojos marrones preciosos, mucha mata de pelo castaño y con todo en su sitio, sin barriguilla. Alba es más guapa de cara, eso creo que lo sabemos todas las que las conocemos, pero a los miles de seguidores que tiene en IG no parece importarles… Hablando de IG, en alguna foto que puso de las dos y de las tres, los babosos le pedían más fotos con su hermana mayor… Y en las que salía Luisa, más con la del escote… Incluso alguno le pedía más fotos mías, o que nos etiquetara “para poder seguir a la del culo”. Esto sube mucho la moral. No los babosos o soeces, esos dan asquito. De todas maneras, ni a Luisa ni a mi nos van tantos seguidores.

Volveré al siguiente evento importante de mi historia, que esa es la suya.

La relación con Luisa estaba consolidada en todos los aspectos. Cuando ya le quedaba poco para acabar la carrera me pasó lo siguiente. Un día estando en un bar tranquilo, hablábamos y bebíamos a partes iguales.

-Bueno, bueno, bueno, hay que ver, ¿quién te ha visto y quién te ve?  ¿qué te ha pasado? Llevas un tiempo desconocida, desde luego que Sonia te revitalizó, pero ¿En qué quedó el noviete platónico? Hace mucho que no me cuentas nada de él, como me dijiste que ya no ibas con los de antes… -agradecí que no me lo preguntara delante de Sonia, eso sí que hubiera sido difícil.

-Así es, sí. Algún avance…

-¡Toma ya! ¿y qué tal, hasta dónde habéis llegado? ¿Se la has chupado o algo?

-No seas tan preguntona, que no he cambiado tanto.

-Bueno, me alegro por ti y brindo por el gilipollas que por fin se ha decidido -Bebimos- Pero deja un huequito para mí, anda, que llevo meses a palo seco, le hiciste más caso a Sonia cuando estaba.

-Claro, estás todo el tiempo trabajando…, pero espera, ¿Te estás insinuando? ¿Así? Tú también has cambiado entonces ¿eh?, antes no me lo hubieras dicho de esta manera. -Lo hacía como si le estuviera regañando, pero nos reíamos demasiado para poder ir en serio.

-Si quieres me echo encima de ti ahora mismo. O vamos a tu piso, que después de estos años, aún no sé ni dónde vives. -Dejó de insistir en esto hace tiempo, ahora lo decía en broma.

-Vamos al tuyo y usamos lo que tienes en el cajón…

-¿En el cajón? ¡Aaaah!, ¡mira mi niña! Que ya no tiene miedo. Brindemos por eso también. -Bebimos una vez más- ¿Cómo fue? Romántico como en las películas, -Junto las palmas de las manos, se las acercó a la cara y pestañeó deprisa- rudo como en el porno… -se daba puñetazos en la palma de la otra mano con gesto duro, haciendo “uf, uf”con la boca- ¿cómo? -Me estaba riendo a carcajadas, llevábamos mucho alcohol en el cuerpo.

-Esas cosas no se cuentan. -Me hice la misteriosa entornando los ojos.- Al menos aquí, delante de todos…

-Uy, uy, uy, que me voy a poner celosa -Volvió a golpear la palma con el puño de la otra mano. - Anda, vamos a mi piso, que si seguimos aquí llegaremos gateando.

Cuando estuvimos en el piso, nada más cerrar su cuarto, se echó sobre mí. Tomo mi sorpresa como un rechazo.

-¿Ya no me quieres ni un poquito?

-¿Cómo dices?

-Claro, ahora que él te da lo que quieres ya no me necesitas -A Luisa le había sentado la bebida peor que a mí y le dio llorona.

-No digas tonterías, vamos, enséñame esas tetas que tienes. -Tiraba del jersey. -Aquí la insegura soy yo ¿recuerdas?

-No me apetece. -Esto sí que era una sorpresa.

-¿Tan mal vas?... Me voy a quedar a dormir contigo -Aunque esto pasaba pocas veces, no era raro. Además, ya era tarde.

-Sólo si lo haces por que quieres y no por que voy por borracha.

-¿Pero tú eres tonta o qué? ¿A qué viene eso? Ni que fuera la primera vez.

-La primera vez en mucho tiempo, cuatro meses. -La bebida hablaba por ella. Intentó quitarse el pantalón y casi se cae, tuve que sujetarla. Nos dio la risa, mejor eso que ponerse en plan llorón.

-Sssshhh, que vas a despertar a tus compañeras.

-Shhh -Se llevaba el dedo a los labios, pero no bajaba la voz, lo cual me provocaba más risas.

-Ven que te ayude, que si no, no acabamos nunca.

La desvestí entre risas y la acosté en la cama. Antes de hacerlo yo, mandé un mensaje a Alba y otro a Paco avisando que me quedaba a dormir allí. Alba marcó enviado, pero no recibido, Paco contestó con un escueto pero significativo mensaje:

“Disfruta lo que puedas” y el emoticono de dos mujeres y un corazón

Sonreí y lo borré por si lo veía quien no debía.

Aprovechando lo fuerte que iba la calefacción, me quité la ropa y acosté en tanga para no arrugar la ropa y pensando en lo que podría venir por la mañana…

Al despertar vi que me estaba mirando.

-Buenos días.

-Buenos días.

-Parecemos enamoradas, aquí despertando juntas, en una cama de 90.

-¿Y te importa? –No sé por qué dije algo así. Dudó un poco antes de contestar.

-Sí y no, esto se acaba, en cuando lea el TFG tendré que irme a trabajar a mi casa. -La familia de Luisa tiene una empresa grande relacionada con nuestra titulación y ella está metida en eso desde el principio.

-¿y?

-No me gustaría perder nuestra relación.

-¿Y por qué la vas a perder?

-Por la distancia, ya sabes.

-Tampoco estaremos tan lejos, mis padres viven más cerca.

-¿Te vienes a trabajar con nosotros cuando acabes? Eres buena y con el ciclo que ya tienes, encajas más que yo incluso.

-Hostia, esto es casi como pedirme el matrimonio. -Sonreía por que sabía que lo decía en serio

-El matrimonio no, pero algo más sí. -Esta afirmación era un poco rara. Me incorporé, me entraron dudas por esa respuesta.

-Espera, vamos a aclarar esto. ¿Me estás ofreciendo trabajo o me estás pidiendo algo más?

-De momento trabajo, pero no descarto algo más en el futuro. Si quieres, por supuesto.

Podéis entender que la sorpresa fue muy gorda. Se dio cuenta de mi asombro

-Es mejor que quede claro. Va por separado. El trabajo es independiente de lo otro. No es un chantaje ni nada, me importas mucho para hacerte eso.

-Me estás asustando.

-No, por favor, no tenía que haber mezclado las cosas. -Negó con la cabeza- Te ofrezco trabajo cuando acabes. Lo demás, ya se irá viendo, tienes tiempo.

-Pero no soy lesbiana. Solo contigo. –Y el culo de Alba…

-Es que te pido que vengas conmigo, no con todas las demás -Sonrió.- Muchas gracias por haberme elegido. ¿Importa si soy lesbiana o no? No lo creo, abierta de mente, diría yo. Está difícil encontrar a alguien como tú, pero en tío, y tampoco voy a limitarme si es una chica la que me gusta.

-Joder, que cosas me dices. -Mi cabeza bullía con mil dudas, lo que menos quería era hacerle daño a ella también. Vale, mientras Alba no se enterara no habría daño, pero a mí por dentro me afecta.

-Olvídalo, no tenía que haberlo dicho.

-No, no, como tú dices, mejor hablarlo. Me pillas en un momento raro de mi vida. -Me acuesto con un tío que podría ser mi padre, y que hasta hace nada, tú también querías follártelo.

-Es por el noviete ¿no? Pues sigue con él si quieres, y te lo traes a trabajar si cuadra en la empresa. Olvida lo otro. -Hizo un gesto como de apartar una mosca, de quitarle importancia

-No lo puedo olvidar, sería injusto contigo. ¿Me dejas que lo piense? Tanto lo del trabajo como lo otro.

-Por supuesto, claro que sí.

Hubo un silencio muy incómodo, y yo que pensaba montármelo con ella cuando se le hubiera pasado la mona…

-Creo que me voy a marchar. Así no puedo concentrarme en sexo.

-Tenía que haberme esperado entonces…

-Uf, es que… compréndeme…

-Sí, sí, perdona otra vez.

-No lo digas más veces. Tampoco has hecho nada malo.

-Si te pierdo, sí.

-Joder, que no me vas a perder, pero deja de decirme esas cosas ahora, que lo estás arreglando.

-Me callo, me callo. ¿Un beso de despedida? -Ya estaba vestida para irme.

-No es una despedida. Al menos no muy larga. -Le di el beso, con lengua y todo, pero me fui con la cabeza echa un lío.

Después de esta conversación me pareció que evitaba estar a solas conmigo. Me perturbó bastante. Trabajar con ellos era casi un chollo, a falta de saber las condiciones, claro. Aunque no podían ser malas por lo que había contado. Lo otro es lo que me tenía preocupada. Le conté a la familia la propuesta laboral.

-Oye, a mi me parece una buena oportunidad. -Alba siempre positiva.

-Sí, es una multinacional ¿dices que te la ha hecho Luisa? -Preguntaba Paco, la respuesta la di mirándolo a los ojos y entendió que había algo más, no dijo nada delante de Alba.

-Sí, es importante y con mucha proyección.

-¿Y dónde está el problema?

-No sé, me pilla por sorpresa.

-Si te ha visto trabajar, ha visto que eres buena.

-Gracias. La empresa no está cerca de aquí… -Miraba a Paco cuando decía esto.

-Hoy las distancias ya no son iguales, hay autovía, AVE, aunque haya que pasar por Madrid… y está cerca de tu casa -Respondía.

-Esta también es su casa ¿eh? –Alba no puede dejar de decir cosas así. Es hasta duro escucharla.

-Lo has entendido de sobra -Decía él.

-Ya, ya, pero que no crea que la estamos echando.

-¿Pero cómo lo voy a creer, si lo que pasa es que no dejas que me vaya? -Quería que dejara de decir esas cosas y rebajar un poco mi tensión.

-¿Yo? ¿y por qué iba a hacer eso? -Los dos la miramos inclinando la cabeza, en plan, “¿lo dices en serio?” – A lo mejor un poco, pero por tu bien. -Ni ella se lo creía.

-Despotismo ilustrado, que lo llaman, todo para el pueblo, pero sin el pueblo. -Nos reímos de la ocurrencia de Paco-

-Bueno, ¿y qué vas pensando? ¿Más que sí o más que no?

-De momento el sí -Miraba a Paco, que no me quitaba la vista de encima.

-Es una oportunidad muy buena. -Me sentí decepcionada pero también aliviada. -Tienes por lo menos un semestre para decidir. Y siempre puedes volver aquí, a tu casa. -Al decir esto sí que miró a Alba, que sonrió y le apretó la mano.

-Habrá que preguntarle a Sonia lo que opinaría de que ocupe su cuarto. -Esto lo dije por decir, ya había hablado con ella antes a través del whatsapp, ya lo habíamos compartido sin mucho problema, más allá del espacio y no estorbar mucho mientras trabajaba con el PC. Por el trabajo estuvo más ilusionada que yo. Por lo otro, que también se lo conté, tenía más dudas. “A mí me pareció muy buena gente, aunque eso tienes que verlo tú, por mucho que te haya dicho que no tiene que ver, va a ser duro hasta que compruebes si es cierto que no le importa tu rechazo… si la rechazas.” Había alzado las manos cuando dijo esto.

-Seguro que no le importa. A saber si vuelve a estas alturas. -Esto preocupaba a Alba, aunque yo sabía lo del amigo, me había pedido que no lo dijera para no preocuparla más, por si aquello no funcionaba o funcionaba y se quedaba allí. Y el trabajo le iba bien.

-Pues tiramos un tabique y hacemos una habitación para la chiquilla, mujer. -Era imposible hacer eso, pero le sacó otra sonrisa.

-Bueno, quedémonos con que tienes por lo menos un semestre para decidir.

En un desayuno que nos quedamos solos, hablamos del tema.

-¿Hay algo más, no? -No quiso tocarme. Sin este tema en la cabeza seguramente habríamos follado, pero no estábamos de humor.

-Sí. Me ha pedido que sea su pareja.

-¿Su pareja de pareja, pareja?

-Sí, pareja.

-Joer con Luisa… Eso es que ¿ya os lo habéis montado o algo?

-Sí… y más de una vez. -Me daba algo de vergüenza contárselo.

-Claro, por una vez no te va a hacer una propuesta así. Vaya, aunque no me acaba de sorprender. –De repente algo se le pasó por la cabeza- Dijiste una vez que era como Sonia, ¿Con ella también…? Que no me importa, pero por saber…

-No, no, la amistad de Sonia es muy diferente, es como mi hermana –Ya os digo que no soy lesbiana, si acaso “abierta de mente”, que dice Luisa.

-No es que te haya importado mucho eso de “ser como…”. –Sonreía, pero noté cierto alivio- ¿Y qué le has dicho?- ¿había un tono suplicante en su voz?

-No le he dicho nada. Tengo muchas dudas.

Golpeaba la palma de la mano con la cucharilla, no puede pensar sin movimiento. Soltó un suspiro de resignación.

-Esto tenía que llegar, lo sabíamos los dos, toma tu decisión sin tener en cuenta… lo que tenemos. -Aguantó la respiración.

-¿Sabíamos que tenía que llegar? -Volvía a sentirme decepcionada y aliviada. Es raro.

-Sí, Ana, lo nuestro se tiene que acabar algún día. Eres una chica joven y guapa que encontrará pareja y lo dejaremos, no pasa nada, que sea chico o chica da igual.

-¿No pasa nada…? ¿Tú crees? -Se me escapó una lágrima. Fue involuntario. Lo que decía era verdad.

-Ana, lo nuestro es estimulante, fantástico y muchas cosas más, pero no puede ser eterno. -Me abrazó. Era un abrazo de padre consolando a su niña. Soy de lágrima fácil, así que lloré.

Estando así, conmigo llorando y abrazados, la puerta de la calle se abrió y apareció a toda prisa Alba que nos miró con tanta sorpresa como nosotros a ella.

-¿Qué pasa? -Preguntó enseguida al verme llorar. Paco encogió los hombros. Noté que el corazón se le aceleraba y los músculos se tensaban, pero el gesto fue el que ella esperaba. -No me cogías el teléfono y he tenido que venir ¿qué te pasa?

-Es que lo he dejado en el cuarto y no lo he oído. -No mentía. Alba me abrazó también, sin sospechar.

-Decidme lo que pasa, no me asustéis.

-Es por lo del trabajo -Me limité a decir, estuvimos abrazados unos segundos más.

-¿Por el trabajo te pones así? -encogí los hombros.

-¿Y tú por qué has venido? -Aún estaba alterado, por suerte Alba lo achacó a otra cosa y no al hecho de que podía habernos pillado en faena.

-Se me ha olvidado el libro de claves de (no sé qué dijo) y he vuelto por él. Te llamaba para que me las trajeras en la moto.

-Si quieres te acerco y llegas más rápido.

-No, no, quédate con Ana, que te necesita más que yo. -Se me rompió el corazón todavía más. Que Alba no dejara de decir este tipo de cosas me resultaba muy incómodo, añadía razones a la verdad de que lo nuestro tenía que acabar. La abracé a ella, se sorprendió un poco- ¿Quieres que me quede yo? Llamo y…

-No hace falta, gracias, ya se me pasa. Es que… no sé…

-¿No habíamos acabado ya con los “no sés”…? -Me dijo Alba mientras me apretaba más.

-Nunca se irán del todo. -Esto es así.

-Entonces… ¿me quedo?

-No, no, vete. Si es una tontería, aún me queda tiempo para decidir… -Lo decía separándome de ella y limpiándome las lágrimas.

-Pues sí, y si la chica es franca con la oferta, tal vez te tenga en cuenta incluso un tiempo después de que acabes.

-Lo más seguro, sí.

-Me sabe mal, pero es que me están esperando…

-Vete, ya me quedo yo. Además, creo que tiene clase y le vendrá bien acudir para despejarse. Si no acabas, no hay oferta. ¿Verdad? -Poco importaba la clase, pero ayudaba.

-¿Sí? ¿Ana?

-Sí, sí, vete, no te preocupes. Voy a vestirme y me voy.

-Bueno, pues nada. Voy por eso. -Lo recogió y se fue con prisas.

-Te acerco a ti, si quieres.

-Vale -De repente quise estirar el tiempo que me quedaba con él, y eso que eran meses. Fue un error.

No sé si es que bajó la guardia o que él también quería estar conmigo, pero me llevó prácticamente a la puerta de la escuela y al quitarme el casco, alguien me reconoció.

-¿Ana? -Era Luisa.

Paco aún no se había quitado el suyo y la escuchó. De un tirón me lo quitó de las manos, lo metió al baúl y salió acelerando sin mirar atrás.

-Hola.

-Hola ¿Quién es ese? ¿el noviete?

-Eeeh, sí. Ese es.

-Que prisa tenía... ¿esa moto no es una…?

-No sé nada de motos, todas me parecen iguales. -Y sigo sin saber…

-Pues si él sabe, acabarás sabiendo, son así de pesados. -Lo decía una chica que iba con ella, nos reímos, aproveché para ponerme a hablar de ese tópico, esperando que la cosa no pasará de ahí. Eso pensé.

Concentrarme en los estudios ayudó a olvidarme de todo. Aunque con la presión de sacar buenas notas para no decepcionar a Luisa.

-Relájate, no tienes que demostrarme nada, te contrataremos igual -me dijo una vez que nos reunimos, pocos días antes de que ella presentara su TFG.

-No sé si es mejor que me digas eso, la verdad -Es que soy así, si confían en mí, siento que tengo que hacerme digna de esa confianza.

-Vale, pues no te lo digo, estudia más o no te contratamos -Dijo entonces frunciendo el ceño y poniendo voz de mandona. Sonreímos.

-Bueno, ¿y tú qué tal? Te veo tranquila.

-Verte nerviosa a ti hace que ponga a la defensiva y trate de calmarte, pero por dentro…

-Gracias, pero ahora tienes que dedicarte a ti.

-Entonces me pondré nerviosa.

-¿Quieres leérmelo a mí para controlar el tiempo y todo eso?

-No, ya no más, paso, estoy haaarta de leerlo… -dudó- pero quizá sí puedas hacer algo por mí… -Acercó su cara a la mía esperando mi reacción. Su respiración tan cerca me alteró. Desde mucho antes de aquella borrachera no estaba con ella de ese modo y entonces no hicimos nada. Comprendí que lo echaba de menos.

-Seguro que puedo ayudarte. -la abracé y nos dimos un beso.

De la mano nos fuimos a su piso y allí nos desnudamos la una a la otra. No supe cuánto la echaba de menos hasta que nos pusimos de rodillas en la cama y empezamos a acariciamos mutuamente. Primero por el pecho, con la punta de los dedos, jugando con los pezones. Después por la barriguilla, poco tiempo aquí y por fin en el sexo de cada una. Me estremecí cuando las yemas de sus dedos pasaron por encima de mis labios, ya húmedos de lo caliente que estaba. Jugó un poco con ellos, pronto los separó para meter un dedo nada más. Usando mis propios jugos para lubricarlo, lo llevo al clítoris, mojándolo también. Lo destapó un poco y empezó a moverlo haciendo primero poca presión y luego más de manera intermitente. Nos tuvimos que apoyar en el hombro de la otra para no perder el equilibrio cuando llegamos al orgasmo casi al mismo tiempo.

Nos tumbamos. Rebusqué en el cajón y saqué el consolador de su bolsita. Después de limpiarlo con las toallitas que estaban allí también, lo chupé un poco porque sé que le gusta verme así y me lo llevé a mi coñito sin dejar de mirarla, como ella había hecho conmigo en su día. Entró sin dificultad. No es lo mismo que una polla, pero se siente muy bien. Lo moví en todas direcciones, pero tuve que contenerme porque no quería dedicarme a mí, así que lo saqué bien mojado y me fui por ella. Mientras le besaba los pezones lo pasé por la vulva, como avisando de lo que venía. Y sin pensar demasiado, lo coloqué en la entrada y lo fui metiendo. Se me hizo raro penetrar a otra chica, pero verlo me puso todavía más caliente y creo que fue entonces cuando asocié ideas y se me ocurrió algo malvado. Dedique mi lengua a su botoncito mientras metía y sacaba el consolador. Se había depilado en algún momento, fue más agradable y pensé que debería hacerlo yo también. Me chupé el meñique y se lo metí por el ano.

-Uf. -siempre lo hago demasiado rápido, pero no parece importarle.

-Sí, hazlo… muévelo… mueve el del culito, por favor, por favooor.

Se corrió entre temblores sin dejar de penetrarla por los dos sitios. Aflojé la presión en clítoris, pero apenas retiré nada. Conté hasta cinco y volví a empezar, el segundo orgasmo fue más intenso.

-Uuuuuuuuf -Me quitó la mano de un manotazo y ella misma movió el consolador apretándome la cabeza para que no dejara de lamer. A los segundos de acabar. Lo sacó y vino hacía mí.

-Ese noviete tuyo te enseña muchas cosas ¿o lo has aprendido sola?

-No me puedo quejar.

-A ver si puedo igualarlo. -Separé las piernas. Ya estaba a tope de “calor”. Mis labios brillaban esperando cualquier cosa que pudiera venir. Lo notó y fue al grano. No sé si es que quería comprobar algo, pero separó los labios con una mano y con la otra metió un buen cacho de golpe.

-Uuuuf –me agarré a las sábanas.

-Perdón, me pone muy caliente verte empalada. –Dicho esto, se dedicó a comerme el garbancito. Colocó los dedos de la mano de tal manera que al empujar hacían presión contra los labios, esa presión en los labios hizo que me estremeciera, y es que, que me empujen con ella dentro es de lo que más me pone, uf.

-Así, aprieta, aprieta, no sueltes, no sueltes, aprieta… déjalo ahí, empujaaaah… -Si hubiera querido meter el puño, hubiera entrado sin problemas. Le sujeté la mano para que no la retirara mientras acababa de correrme.

Descansamos un momento.

-Así que te gusta verme empalada… pero si sólo me has visto así hoy…

-Es igual, me ha puesto muy cachonda verte de esa manera.

-A mi me ha pasado lo mismo contigo.

-Lo repetimos ahora mismo si quieres, pero lo dices por algo más ¿A que sí? -Ya me conocía.

-Se me ha ocurrido una cosa que te puede gustar.

-Uy que pinta tiene esto. ¡Que ya estoy muy caliente! ¿De qué hablas?

-¿Te gustaría hacer un trio? Con un chico.

-¿Con un chico? ¿Quién? ¿Tu noviete? Sí, seguro, me gustó su espalda y sus brazos marcados -Pues sí que se había fijado…

-Sí, con él. Dentro de poco es su cumpleaños, tú podrías ser su regalo y él el tuyo por acabar la carrera.

-Pero ¿y no te importa que me lo folle? ¿Delante de ti? ¿Y qué dice él?

-Para él será una sorpresa, pero no creo que le importe, estoy segura de que le gustas…rás… gustarás, que le gustarás -Por poco- Para ti también será sorpresa, ya verás.

-Un trio, madre mía, como estás… desde que te conocí hasta ahora, no hay quién te reconozca. –Al decir esto se puso pensativa- Esto no es que me estás comprando para que te contrate ¿eh? Ya te dije que eso no importa. -Se puso suspicaz.

-No, no, lo digo en serio. De hecho, lo más seguro es que lo dejemos después. -Tuve que contenerme para no volver a llorar.

-¿Dejarlo? Pero si te ha sentado muy bien tenerlo. Estás que te sales ¿no has notado que hasta ligas más? Vale, no te los tiras, pero al menos ya no los asustas ¿Es una especie de prueba de esas de película porno que sabes que va a fallar?

-No, no, no sé ni qué es eso -cortita que era una- que va, es otra cosa. No me pidas que te lo cuente, si aceptas, lo vas a entender tú sola. Aunque te pido que pase lo que pase, no cuentes nada a nadie, nunca.

-¿Eso es todo? ¿Por qué te preocupa tanto? ¿Es por ti, por mí… o por él?

De repente caí en la cuenta de los problemas que podría traerle a él que se supiera algo así. Por Alba y por follarse a una alumna… Dejando aparte lo de que yo también estuviera allí.

-Tienes razón, es una mala idea.

-Espera, espera, no he dicho que sea mala idea ¿acaso no te fías de mí? ¿Quién es, que en cuanto lo he nombrado te has echado atrás? ¿Algún político, famoso…? -Lo decía a lo tonto para no cambiar de tema.

-Da igual, no importa.

-No es bueno que empecemos una relación con secretos ¿no te parece?

-No sé cómo tomarme esto, ya tenemos una relación, y aunque seas buena gente, una chica maravillosa y te quiera a mi modo, en este momento no estoy preparada para llegar más lejos con nadie. -Me salió solo.

Silencio.

-Por favor, di algo. -Le había hecho daño.

-¿Y qué voy a decir? Ya te había dejado claro que no estabas obligada a nada. Me ha salido así, pero no me refería a ese tipo de relación que has pensado.

-Te lo agradezco, y aunque no trabajemos juntas, no quiero que dejemos lo que tenemos.

-Seguramente me precipité al pedirte algo así. Tienes una relación y me meto por medio, eso no está bien. -A mí me lo vas a decir…

-La relación tal y como la tengo se va a acabar, no es por eso. De hecho, tu relación es anterior -o muy parecido-

-¿Por qué estás tan segura de que lo vas a dejar? No me cuadra eso de que me propongas un trio con él y luego rompas.

-Es complicado, lo hubieras entendido si lo hubiéramos hecho.

-¿No lo vamos a hacer? ¿Acaso ganaría algo contándolo? No quiero salir en las revistas del corazón ni que me persigan los paparazis.

-No tiene nada que ver con eso. Pero es arriesgado.

-Solo se me ocurre que esté casado entonces. La moto no era la de un chavalín y él tampoco lo parecía… -Fue un error que me acompañara.

No dije nada.

  • Así que es eso. La insegura se ha liado con un hombre casado… -Ahora lo decía entre divertida y sorprendida.

-Por favor, no digas nada. Lo vamos a dejar ya. –Me entró pavor.

-¿Y por qué lo voy a decir? Entiendo que tengas miedo de que se entere su mujer, pero ¿qué gano con eso, enemistarme contigo? ¿Hacer infeliz a otra persona? A lo mejor ella se la pega con otro u otra.

-No lo creo… es complicado. –Me estaba arrepintiendo mucho de haberlo propuesto, sólo de pensar en Alba…

-Pongámonos en lo malo. Ahora ya lo sé, así que puedo seguirte y enterarme de quién es, o cualquier cosa por el estilo…

-No, por favor, no hagas eso, por favor –Me asusté una barbaridad. Había metido la pata. Instintivamente me tapé con la sábana y me levanté alejándome de ella.

-Pues sí que tienes miedo… ¿me crees capaz de algo así? ¿A mí, que en todo este tiempo no sé ni dónde vives, ni me he interesado en conocerlo? Bueno, interés tenía, pero como no salía de ti, no te he dicho nada. ¿Me ves capaz?

Parecía arrepentida, no se lo tomaba tan en serio como yo. Lo que decía era cierto. Aún así seguía pensando que había metido la pata. No supe interpretar si lo estaba diciendo ofendida, divertida, o qué.

-Perdona por todo, no quiero hacerte daño, pero no tenía que haberlo dicho. Ha sido una locura que me ha pasado por estar tan excitada.

-Si ninguna de las dos quiere hacer daño a la otra, y las dos nos excitamos viendo a la otra disfrutar, no veo dónde está el problema. Piénsalo al menos. Aunque sea con Sonia, que está bien buena. -Habían bromeado sobre montárselo juntas en persona, pero Sonia no se decidió.

-Vale, lo pensaré. –En realidad quería salir de allí y acabar la conversación. De la manera más estúpida me había metido en un lío.

-No te vayas así, dándome la razón como a las tontas. Olvidamos que lo has dicho y ya está. No se hace daño a las personas que se aprecia y a ti te aprecio mucho. Es la segunda vez que te vas así, deprisa y corriendo. Y no quiero que a la tercera te vayas y no vuelvas.

-Esta vez he sido yo la que ha empezado, estamos empate. Vamos a intentar que no haya una tercera, será más fácil para las dos.

El beso de despedida fue rápido, apenas un pico.

Esto afectó mucho a su estado de ánimo y temí que se estropeara la presentación del TFG, pero no, una nota muy acorde a sus capacidades. Sin que ella lo supiera, la esperé en la puerta y cuando salió se llevó una sorpresa. Estaba muy nerviosa hasta que la hicieron entrar para decirle la calificación. Cuando se la dijeron y salió, fue evidente que se estaba conteniendo para no abrazarme delante de todo el mundo. Al menos no como le hubiera gustado, porque la abracé yo.

-Enhorabuena, ingeniera.

-Gracias. Estoy muy nerviosa.

-Se nota, se nota ¿Tienes que hacer algo aquí o ya podemos ir a celebrarlo?

-Creo que no, pero es muy pronto, antes tengo que llorar.

-¿Tú llorando? No me lo creo.

-Yo tampoco, pero da igual, estoy muy nerviosa y digo tonterías.

Salieron los jurados, algunas la felicitaron y ella se lo agradeció. Por fin logré sacarla de allí, como si no se lo creyera del todo.

Lo celebramos en su casa de la manera que estáis pensando.

Tumbadas desnudas en la cama, mirando al techo.

-¿Esto es que hemos hecho las paces?

-¿Habíamos discutido? –Una manera de decir que sí.

-No exactamente, pero me siento culpable.

-¿Culpable por qué?

-Primero porque te propongo algo así al mismo tiempo que te digo que trabajes con nosotros, y segundo porque me propones un trio y yo me pongo a preguntar tonterías, en vez de pensar en ti y en como me gusta verte disfrutar.

-Es normal que estés interesada en saber a quién te vas a follar.

-Y te va follar a ti, o eso o no hay trato, si no nos aguanta a las dos, no vale la pena.

-Claro que lo aguanta, y si está excitado y le das un poco de tiempo, hasta tres.

-Vale, lo veremos.

-Ya verás como sí… -Un momento. ¿qué había dicho?

-Lo veremos… -empezó a sonreír.

-Espera, espera, no me líes -Tenía que sonreír también.

-¿Yo? Yo no te liado, has sido tú sola la que lo ha dicho “ya verás como sí” -Ahora se reía descaradamente y me contagié.

-No sé si lo voy a convencer. -Se me estaba pasando por la cabeza, quería hacer las paces con ella.

-¿No le gustan con tetas? -Se las agarró con las dos manos y las meneó- ¿Le gustan más las tuyas? -Me las agarró y las sobó con suavidad. Gemí.

-Le gustan con tetas -Te las ha mirado más de una vez- Y sin ellas. -Miré como me las acariciaba.

-Eso está bien. Lo veremos.

-…

-Vale, vale. Te entiendo, no puedes asegurar nada y además es un hombre casado, tranquila, que no te voy a pedir nada que no quieras hacer. ¿Hacemos las paces entonces?

-Eso me parece muy bien, estaba muy preocupada por como estábamos últimamente.

-Perfecto… Y deja de pensar mal de esto -Les dio un apretón a mis tetas- Que las tienes perfectas.

Mientras cenábamos volvió a ponerse seria.

-Se acabó. Ahora a hacerse productiva y a trabajar.

-¿Cuánto empiezas?

-Estoy trabajando desde siempre, por eso me ha costado tanto acabar. Ahora podré firmar proyectos y “mierdas de esas de ingeniero”. -Esto lo decía un conocido nuestro del que nos burlamos alguna vez, nos reímos bastante recordándolo. Aún lo hacemos. Espero que no sea lector de relatos…

-¿Y cuándo te vas?

-El piso lo tengo pagado hasta fin de mes, pero en cuanto acabe de hacer los papeles aquí.

-Me va a costar no tenerte a mi lado.

-Ya te queda poco, y tienes a tu noviete. ¿puedo seguir llamándolo así?

-Claro, pero eso se acaba, ya te lo dije. -no era cómodo hablar de ese tema.

-Ya, bueno, otro vendrá. Desde que tienes la autoestima alta estás que te sales con los chicos, Lo tienes que haber notado. Yo decía ¿y está por qué no se enrolla con nadie? Y es que ya tenías el chichi satisfecho. ¿muy satisfecho?

-Muy satisfecho… -¿Cómo conseguía que dijera cosas así?

La charla estuvo entretenida. Hacer las paces es algo que queríamos los dos y a mi me quitó mucho estrés de encima.

Luisa se fue y me dediqué a los estudios. Los encuentros con Paco se hicieron más espaciados, pero también más intensos. Es como si ya no me viera tan delicada. Y es que habían pasado casi cuatro años desde la primera vez que lo hicimos.

Coincidió el día de lectura de mi TFG con que Alba había conseguido librar unos días y se fue a Praga a ver a Sonia por que ya no aguantaba sin tocarla tanto tiempo. A través del vídeo me dieron todo tipo de ánimos. Sospecho que Paco se quedó porque Alba se lo pidió, por aquello de no dejarme sola “en un momento tan importante”.

Y llegó el día. Me sentía preparada, le había prohibido que fuera porque leer el TFG era, en mis pensamientos, el punto de inflexión, la cuesta abajo para irme y acabar “lo que teníamos”.

Cuando salí, la que estaba esperando era Luisa. A mí no me importó que hubiera gente y la abracé con ganas. Besarla más allá de un pico quizá era demasiado.

-¿Qué haces aquí?

-Estar contigo, como estuviste tú conmigo. ¿o qué te creías, que me había ido para no volver? Tengo que cuidar de mis futuribles -Se refería al trabajo, seguía interesada en mí.

Hablamos mucho, nos llamaron la atención por que estábamos molestando a otro tribunal… Por fin salió el mío, me hicieron pasar para decirme que muy bien, que la máxima nota y que había estado muy suelta. Luisa no se sorprendió lo más mínimo.

-¿Ves? Ese noviete te hace mucho bien. Estás que te sales.

El comentario me recordó cierta cosa. Que a su vez me hizo recordar que Paco estaba sólo en casa, esperando noticias mías. Mandé un guasap a todos diciendo que estaba aprobada. Me felicitaron. Alba y Sonia con una vídeollamada. Me hicieron llorar, les dije que Luisa estaba conmigo y la metí también en la cámara.

-Muy guapa -Decía Alba, que aún no la conocía.

-Sí, muy guapa, no me extraña que la quieras tanto, ahora celebrarlo como sabéis… -confirmaba Sonia. Alba no pareció enterarse de lo que quería decir.

-Gracias -decía ella, un tanto azorada.

Habían comprado incluso uno de esas cosas que explotan y lo llenan todo de confeti, como si fuera año nuevo. Me hicieron llorar de nuevo. Pero quise olvidarme de ellas en cuanto colgué.

-¿Has venido en coche? -Le dije a ella.

-Sí, claro ¿por qué lo dices?

-Vamos a mi casa.

-¿A tu casa? ¿estás segura?

-Claro que sí, vamos, que ya es hora de que la conozcas. -Creo que se puso nerviosa y todo.

Aparcó y subimos al ascensor.

-¿Esto es lo que creo que es? -Decía.

-Puede ser…

-Pero no sabías que venía, entonces…

-¿Entonces…?

-¿Está él ahí?

-Espero que sí. ¿te quieres echar atrás? -

-¿Qué? ¿Estás loca? No me lo puedo perder, tengo que conocer al que te hizo cambiar tanto. Pero no sabe que vas acompañada, ¿se lo tomará bien?

-¿Con estas tetas? ¿tú que crees? -Se las cogí con ambas manos, se sobresaltó un poco, pero le gustó.

Llegamos al piso. Abrí la puerta.

-Ya estoy en casa -Dije al aire, a ella le hice el gesto de callar. Pasamos a la cocina, él acudió enseguida, salía de la ducha e iba en calzoncillos, no era nada especial, suele ir así por casa cuando puede. Al verse, los dos se llevaron una buena sorpresa.

-¿Luisa? ¿Qué haces aquí?

-¿Paco? Yo podía decir lo mismo. ¿Qué hace él aquí?

-Bueno, esta es mi casa.

-¿Tú casa? -Señalaba a Paco y me señala a mí. Era arriesgado, pero me estaba divirtiendo.

-Sí, es su casa. He vivido aquí todo el tiempo. -Luisa no salía del asombro, aunque prefería asombrarse con el cuerpo de Paco.

-Alba diría que también es tu casa -A él se le estaba pasando el susto e intentaba aparentar normalidad. -Voy a ponerme algo.

-No hace falta -Dijimos las dos a la vez. Sonreímos y él puso cara de no saber lo qué pasa.

-¿Este es tu noviete…? -Me preguntó por lo bajo dándole la espalda.

-Sí. Este es.

-Joder, con razón lo mantenías en secreto, que fuerte ¿desde cuándo…?

-Os he querido dar una sorpresa a los dos para celebrar que ya soy ingeniera también. -No quería que Luisa dijera nada comprometedor. Aún no las tenía todas conmigo.

-Sí, una sorpresa. Me dijo Ana que ya estabas totalmente incorporada en la empresa familiar. -Disimulando e intentando favorecerme, pero moviéndose.

-Sí, así es, trabajando aquí y allí. He aprovechado un viaje para ver a Ana.

-¿Quieres ponerte cómoda Luisa? Dame la chaqueta. -El escote de Luisa no pasó inadvertido a Paco, que volvió a decir…

-Voy a ponerme algo. -Sonreí. ¿A qué hombre hetero no le gustan esas tetas?

Mientras estaba en el cuarto, Luisa me miraba muy asombrada, como sin saber qué decir.

-¿Te lo has montado con él? ¿De verdad? ¿No era un conocido de tu padre?

-Es casi mi tío, así lo dicen ellos.

-¿Tu padre está igual? -Esta pregunta me confirmó que se estaba recuperando de la sorpresa.

-Ya te gustaría a ti… -Le di un golpecito en la nariz- entonces ¿Lo dejamos o seguimos con el plan?

-¿Y perderme la posibilidad de hacérmelo con él? Si ya estoy mojada, tú sigue, sigue.

En este momento volvía vestido del todo.

-No hacía falta que te vistieras, estás en tu casa. -Esto que dijo Luisa le hizo sonreír.

-Veo que no has cambiado nada.

-En esto nada de nada. -Lo miraba de arriba abajo, divertida.

-Me dijo Ana que le ofrecías trabajo, ¿Sigue en pie? -Ajeno al envite.

-Claro que sí. Y ahora con más razón -Volvía a mirarlo. Le di con el codo, pero suave.

-¿Nos sentamos?

-Sí, aquí en los sofás. -Dije

-¿Habéis hablado de las condiciones del trabajo? -Lo preguntaba en serio. A su manera me estaba defendiendo. Tenía que desviar su atención. Luisa le mantuvo el pulso.

-Todavía no, es algo serio para hablarlo en un momento tan importante.

-Sí, aprobar el TFG es importante, y más con esa nota. -Me miró, con ojos de orgullo ¿de tío?-Cualquier empresa querría tenerla.

-Y pagarle bien, si es eso lo que preguntas, además de tener 30 días de vacaciones, fiestas locales, seguro en regla, control médico todos los años y esas cosas.

A Paco le pareció una buena respuesta, pero siguió el interrogatorio.

-¿Viajaría mucho?

-Eso está por ver, si es necesaria en aquella planta o para poner en marcha otras. Trabajaría conmigo.

-Eso es un aliciente, desde luego -Me parece que le miró las tetas. A ella también, porque enderezó la espalda para que las viera mejor- ¿En calidad de compañera o de jefa?

-De jefa ella, seguramente, ¿no has notado que es mejor que yo? -Cuando dijo esto, me agarró por la cintura y me juntó a ella. -Paco no supo interpretar bien el gesto, estaba muy preocupado en dejarme bien. Eché de menos a Alba, ella sabe hacer estas cosas. Y no creo que le importara tanto como se nos marcaban los pezones a las dos…

-¿De jefa? ¿Nada más entrar y siendo tú la hija del jefe? -También me lo pregunté.

-Ahora es más de los hermanos, mi padre casi se ha retirado, pero sí, ¿por qué no? Si lo hace mejor que yo, es lo justo.

-Justo, pero no típico. No es lo normal.

-Empezará con un contrato de prueba, como todas, yo la conozco, pero mis hermanos no, y quiero que los convenza como a mí, que lo hará. -Me dio un pico sin que yo me opusiera. Paco parpadeó, no esperaba algo así. -¿Alguna pregunta más? ¿Quieres saber dónde vivirá, si se viene conmigo? -Esta pregunta nos pilló a los dos por sorpresa.

-Estaría bien, sí.

-Primero pensé en mi casa, conmigo, nos lo pasaríamos muy bien… -dejó la palabra en el aire y me lanzó una mirada pícara- pero por lo visto ella prefiere otra cosa de momento. Así que había pensado en un piso que tiene la empresa de cuando venían a dar cursos los técnicos de otros países. Ahora somos nosotros los que vamos y apenas le damos uso.

Nos dejó a los dos un poco pasmados.

-¿A cargo de la empresa?

-Claro, si ya está pagado y no creo que lo destroce mucho. Está en una finca vieja pero restaurada y muy cerca de la fábrica y de mi casa. Podrás visitarnos cuando quieras. -Puso una mano en su rodilla y le guiñó un ojo.

-No cambias ¿eh? -Por fin sonreía. No apartó la mano.

-¿Te molesta?

-Ahora que ya no eres alumna, no. -Esta afirmación me dio más de confianza, así que me atreví a decir:

-Y antes tampoco, que te lo pasabas muy bien con sus ocurrencias.

Carraspeó un poco.

-No, bueno, eso era…

-Ya sabemos lo que era, tranquilo -Le dije sentándome a su lado y poniendo mi mano en la otra rodilla mientras le guiñaba el ojo como había hecho ella. Se puso un poco colorado y se levantó. Nos reímos un poco.

-¿Quieres tomar algo? ¿Un café? ¿y tú, Ana? -Nueva mirada al escote desde arriba.

-Vale, uno corto, por favor.

-Voy a ayudarte. -Fuimos los dos a la cocina

-Como vaya en serio, vaya chollo de traba… -antes de que acabara la frase le di un morreo aplastándolo contra la pared. No se amilanó y me lo devolvió cogiéndome por el cuello.

-¿Y esto?

-Estoy feliz, y me apetece. -Lo miraba con ojos de lujuria

-Pero, que está ahí Luisa.

-No me importa, y a ti tampoco. -Lo volví a besar metiendo la pierna entre las suyas, ya empezaba a notarse algo dura.

-A mi sí, por favor -Lo decía, pero no se iba.

-Bueno, de momento está bien. Hagamos el café. -Me separé y suspiró.

-Parece un chollo ¿verdad? -Creo que esto lo dijo para no pensar en otra cosa…

-Ya os lo dije, el trabajo está muy bien.

-Y ella sigue interesada en ti. Te ha dado un pico ahí, como si nada.

-¿Te molesta eso? -Mientras hablaba iba preparando los cafés.

-¿A mí? qué va, eso es cosa tuya.

-¿Y te gusta?

-¿Cómo?

-Que si te gusta ver como nos damos un pico.

-¿Quieres una respuesta estándar o la verdad? -Sonreía sin saber el alcance de lo que suponía eso para mis planes.

-No hace falta que me respondas, espera que lo compruebe. -Llevé la mano a su paquete, que aún estaba a medias- Desde luego no te disgusta, ¿verdad? -Le di unos meneos.

-¿Pero qué…?

-Es que estoy muy contenta, perdona. Una no se gradúa todos los días. -Cogí los cafés y me fui de vuelta al sofá del salón. Él tardó un poco en regresar y cuando lo hizo me pareció que la erección era más grande.

-Corto para mi chica, con sacarina para él y descafeinado con azúcar para mí.

-Gracias. Uf, está muy caliente ¿no crees? -Dijo Luisa mirándolo de manera descarada. Sonrió y se sonrojó a partes iguales.

-No he encontrado nada para comer con el café.

-Contigo cerca siempre hay algo para comer, descuida -Luisa no cambiará nunca. Le provocó otra sonrisa, y venía bien que estuviera contento.

-Hablando de comer ¿quieres quedarte aquí a comer? -Le pregunté, Paco miró un poco contrariado, quizá se esperaba otra cosa a solas conmigo…

-Lo que me digas, no tengo planes, bueno, pensaba celebrarlo de otra manera… -Me miró, esto de sentirse así de deseada está muy bien.-  pero lo de aquí pinta mejor ¿A ti te importa que coma con vosotros? -Le miró a él con ojitos. Carraspeó un poco antes de contestar.

-No, no, que va, siempre se puede hacer pasta con verdura. Creo que tenemos berenjena y calabacín…

-Eso, eso, calabacín, me encanta… -Volvió a sonreír y se levantó.

-Voy a ver si también hay champiñones.

-Te acompaño.

-Hay que ver como es esta Luisa, no cambia.

Volví a morrearlo, no me rechazó, me agarró del culo con las dos manos.

-Como estás ¿eh? -Le dije, frotando mi pierna en su entrepierna. Su erección ya era completa.- Te pone mucho tener esas tetas en casa ¿verdad?

-¿Tú también?

-Atrévete a decir que no te pone tener ese escote al alcance la mano -Lo decía sin dejar de sobarme.

-Está muy bien, pero…

-¿Pero? Dime que no te la follarías ahora mismo. -Le bajé la bragueta e introduje la mano, me la sujetó, pero no la apartó.

-Espera ¿Qué quieres decir?

-¿Quieres montártelo con ella? Es el regalo que no pude darte en tu cumpleaños. Era inútil forcejear con él, así que volví a besarlo para despistarlo, y logré agarrársela. Estaba dura del todo. Me sujetó, pero no me apartó.

-¿Pero cómo dices eso? Ni que fueras su dueña. A ver si estropeamos lo del trabajo. -Esto me hizo soltar una risotada. Que torpe es para estas cosas.

-¿Te la quieres follar o no?

-Joder, dicho así…

-Vamos, nadie se va a enterar y será sólo una vez. Lo nuestro se acaba, hazme ese favor. -Aflojó un poco y pude menear la mano arriba y abajo, soltó un gemido y volvió a apretar. Luisa oyó ese gemido y preguntó, de manera inocente, aunque con un tono que supe descifrar.

-¿Estáis bien?

-Estamos preparando la comida -dije yo moviendo la mano lo poco que podía.

-¿Me estás diciendo lo que parece que me estás diciendo?

-Te estoy diciendo que me gustaría ver cómo te la follas, y de paso que me folles a mí. -Volví a besarlo. Noté el respingo que dio la polla cuando escuchó esto. Aún no las tenía todas conmigo, pero lo que es su miembro, tenía bien clarito lo que quería…

-Es arriesgado -Dijo cuando se separó. Aflojó la mano y aproveché de nuevo.

-Confío en ella y sólo será una vez, salvo que nos guste y quieras repetir.

-¿Cómo que…? -Por cómo aflojaba la mano, era obvio que ya estaba decidido.

-Lo nuestro se tiene que acabar, lo sé, pero podemos dejarlo a lo grande… -Me soltó del todo.

-Vale, pero ¿podemos ir un poco más despacio? Me has pillado por sorpresa. -Sonreí sin dejar de meneársela.

-No parece que a tu compañero le importe tanta novedad. -Me refería a la polla.

-¿Y cómo se lo vas a plantear a ella? -Ahora noté los ojos de deseo.

-Ella está deseando pillar cacho -Dijo Luisa que estaba en el quicio de la puerta.

Quiso retirarse, un apuro de último momento, pero lo tenía bien cogido. Ella se acercó y despacio, como haciéndose de rogar, le dio un beso en los labios. Estos dos se tenían ganas, Paco la cogió por el cuello con una mano y por la cintura con la otra. Lo solté para que pudieran hacer lo que quisieran. Al principio se limitaron a besarse con mucha lengua. Luego se animó la cosa cuando él llevó una mano al culo y otra al pecho izquierdo. Cerró los ojos como diciendo “por fin”. Luisa llevó la mano a la hebilla del pantalón y la desabrochó junto con el botón. Un movimiento de cadera y un tirón suave y la prenda cayó al suelo. La polla ya la había sacado yo y estaba fuera, esperando. La acarició de arriba abajo y en círculos, como calibrando. No quería quedarme mirando, así que me acerqué por detrás y comencé a desabrochar los botones de la blusa de Luisa. Se la quité e hice lo mismo con el sujetador. Quise ver la cara que ponía él al verlas libres: deseo, se le hizo la boca agua y no tardó en agacharse para llevarse un pezón a los labios mientras la sujetaba para que no se fuera. Luisa sonrió un momento y se estremeció arqueando la espalda, soltó la polla. Me costó más desabrochar el pantalón ajustado que llevaba, pero moviendo su trasero pronto estuvo en el suelo, quedando con un tanga de encaje a juego con el sostén. Seguro que iba así por mí.

Me situé entonces detrás de Paco para quitarle los calzoncillos, meneándola mientras la metía dentro para que la prenda bajara sin problemas. Después me quité la camiseta que llevaba yo y la que llevaba él, que apenas soltó a Luisa más que ese instante, pasando la boca de un pezón a otro, lamiendo, chupando… Ella estaba en la gloria, lo apretaba contra su pecho, cualquiera diría que podría correrse sólo con eso. No fue necesario, Paco bajó una de sus manos a su sexo e hizo los movimientos que tan bien sabe hacer. Me agaché para mirar, era una oportunidad para aprender su manejo de dedos.

Primero pasó toda la mano por los labios, encharcando la mano de lo húmeda que ella estaba.  Después uso los dedos para separar los labios y casi enseguida meter el dedo medio. Con el dedo dentro, hizo presión contra el clítoris y Luisa empezó a gemir. Metió dos dedos sin dejar de hacer presión, pronto los sacó para dedicarlos al botoncito. No tardó mucho en correrse.

-aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah -Tuvo que sujetarla con su brazo libre para que no cayera cuando tuvo el primer orgasmo del día. Cuando se recuperó un poco volvió a besarlo con ansia. Era evidente que ella también le tenía ganas a él.

Yo seguía atenta a los movimientos de sus dedos, pero el hecho de estar ahí de rodillas situaba mi cara muy cerca de su miembro. Fue la calentura del momento, imagino, porque lo agarré y me lo llevé a la boca, recordé que salía de la ducha cuando llegamos y no me importaron los fluidos que ya estaban saliendo, preparado para meterla dónde fuera. Esto le sorprendió bastante o le hice daño, porque dejó lo que estaba haciendo y llevó su mano a mi cabeza para separarla. Lo miré pidiendo perdón, sin dejar de lamerla de arriba abajo. Esto sí que le gustó y en vez de apartarme me acarició el pelo. Me miraba sorprendido, no era algo que hiciéramos muy a menudo y no tenía mucha práctica. Luisa se recompuso y me dijo.

-Chica, si tú no te la metes, que me la meta a mí que no me aguanto.

Dicho y hecho, mientras ella se acababa de quitar el tanga, le di un par de meneos más y la solté, limpiándome las babas con el antebrazo. Levantó una pierna con agilidad, la cogió con la mano apuntando a su coño y poniéndose de puntillas con el otro pie, se dejó caer poco a poco, hasta que entró del todo. Vi como se miraban unos segundos ¿Tanto tiempo habían esperado este momento? Me sentí un poco celosa, pero era todo tan caliente que no hice caso. Paco sujetó la pierna que ella había levantado y comenzó el movimiento. Estaban disfrutando los dos, pero Luisa apenas se cortaba:

-Joder, sí, sí -Decía. Se apretaba contra él, con las tetas aplastadas entre los dos. Y dejando poco juego para mí, que sólo tenía mis dedos. Seguía de rodillas, así que no me perdía nada de lo que estaba pasando. De hecho, me di cuenta de que en esa postura antes se cansaría la pierna de Luisa, que se correría Paco. Y así fue.

-Joder, me queda poco, pero es que me duele la pierna. -Fue como un mensaje para él que con un rápido movimiento le cogió esa pierna con el brazo libre y se la colgó de frente. La apoyó contra la pared y le dio fuertes embestidas. Ella lo abrazó cruzando los brazos por su espalda sin parar de decir.

-Ahora sí, ahora sí… ahora síiiiii… -Le arañó la espalda y quizá por eso él llegó al clímax en ese momento. Echó la cabeza hacía atrás y empujando con fuerza, soltó toda la leche dentro.

-Tranquila -le dije- tiene hecha la vasectomía -por la cara que estaba poniendo, no le importó lo más mínimo.

-Sí, perdona por no avisar… -dijo entre jadeos. Salió de ella sin soltarla, por si se caía, pues parecía en estado catatónico, cayendo al suelo un buen montón de semen y fluidos.

-Vamos a la cama -Dije. Estaba muy caliente y aunque había acabado por mi misma, necesitaba más, mucho más.

La llevó en brazos hasta allí y ella se dejó hacer. Noté que las sábanas eran las viejas que poníamos para poder ensuciarlas y lavarlas una y otra vez sin dejar rastros. Confirmó que me estaba esperando y me puse muy contenta. Más de lo que estaba, quiero decir…

Nada más dejarla en la cama, me lancé a por él, besándolo con ganas. Dirigió las manos a mi culo, que le apasiona.

Me levantó y me puso al lado de ella. Se colocó encima y entre mis piernas, pero sólo para que no las cerrara, cosa que no iba a hacer. Lamió mis pezones, apretaba mis pechos a veces con fuerza, pero no me importaba, apenas me dolía y ver como habían follado me había puesto muy perra. Después fue pasando la lengua por la tripilla hasta el ombligo, para mi sorpresa continuó hasta llegar al clítoris que estaba completamente encharcado.

Si con los dedos lo hace bien, con la lengua hizo algo cercano a la magia. O es que estaba muy caliente, que todo puede ser. Sus dedos separaron los labios, juntó las puntas y empujó con los cinco. Esto me encanta, y con un escalofrió por la espalda noté como me iba tanto por la vagina como con el garbancito.

Apenas me dio un respiro, abandonó la postura para volver a besarme. Luisa se había despertado y se unió a él. Me besaban por la cara, por el cuello haciéndome cosquillas, se besaban entre ellos… hasta que noté algo por la vulva. Estaba empalmado otra vez y se restregaba, abrí mucho las piernas, sin necesidad, porque con su saliva y mis flujos, por allí habría entrado hasta el extintor… eso hizo, de un solo golpe la clavó del todo. Yo le clavé a él mis uñas en sus brazos. No hubo la delicadeza de otras veces. Se había corrido hace poco, pero estaba bien caliente y se notaba en sus empujones. Luisa miraba algo sorprendida por su pronta recuperación.

Me leyó el pensamiento y, sacándola apenas un momento, con un hábil movimiento me colocó encima de él y quedó la espera para que hiciera lo que tanto me gusta. Que es cabalgarlo.

En esta postura tarda en correrse y yo lo hago varias veces. Luisa alucinaba conmigo y mis movimientos, sin dejar de tocarse.

-Ponte aquí -le dijo Paco palmeando el sitio. Ella obedeció sin rechistar, una vez allí, él metió la mano entre sus piernas y usó su pericia. Tuvo que apoyarse en mi para no caer de gusto.

Así, conmigo cabalgándolo, nosotras besándonos, y él con los dedos metidos en su sexo, nos corrimos ella y yo. Paré un poco para respirar. En esta postura las rodillas se cansan bastante.

-¿Puedo probar? -Dijo entonces ella. Temblando como estaba, no me importó cambiarle el sitio. La ayudé con el movimiento. Mientras ella abría los labios, yo dirigí la polla al centro y ella se dejó caer poco a poco conteniendo la respiración. Esta vista me hizo desearla más y no pude evitar agarrarle las tetas desde atrás, pegándome a su espalda. Sonrió con sorpresa.

-¿A ti también te gustan?

-A mi me encantan. -Y las sobé mientras apretaba un poco los pezones. Ella había empezado a moverse y le gustó. La solté y me dirigí hacia la cabeza de Paco, que nos miraba a las dos con un deseo que no le había visto antes.

-Espera un momento -Dijo entonces ella, que intuyó lo que iba a hacer. Se agachó dejando las tetas colgando y los pezones cerca de su boca. Antes de que él pudiera hacer nada se dejó caer aplastando su cara entre las dos, como si quisiera ahogarlo. El las cogió con fuerza y se golpeó los carrillos con ellas. Lamiéndola por todo el pecho. Parecía como si no tuviera otro deseo que ese.

Cuando Luisa se cansó y se incorporó, la sustituí poniendo una rodilla a cada lado de su cabeza para que pudiera acceder a la vulva y adónde quisiera. Comprendió enseguida y me agarró el culo con las manos, pronto sentí como su lengua entraba y se paseaba por la vagina. Luisa se movía frenéticamente con los ojos cerrados.

-Tú sí que sabes, que bueno está esto, joder…

Mientras, tuve que apoyarme en la pared para no desmoronarme, con el trabajo que me estaba haciendo. Metía los dedos como podía y con ellos empapados, acariciaba cerca del ano hasta que metió un dedo, me dieron escalofríos, y aumentaron cuando metió otro más. Me corrí como una fuente. Casi al mismo tiempo que Luisa que se apretaba contra él. Dejándose caer, vio lo que estaba pasando.

-Yo también quiero probar eso.

-Te esperaaas -le dije, no quería parar en este momento. Sabía que dentro de poco venía uno más y así fue, metió otro más, haciéndome, ahora sí, algo de daño. Pero soportable todavía.

Paco seguía con su tremenda erección y sin correrse, para sorpresa de Luisa.

-Te lo dije -Le confirmé- Cabalgaaalo de nuevo si quieres, que no lograras nadaaaaa.

Esto pareció tomarlo como un reto y empezó a cabalgarlo de nuevo, pero esta vez arriba abajo y echándose para atrás.

Yo me corrí de nuevo con esos dedos dentro. Retiró los dedos despacio para no hacerme daño y me retiré de encima para dejarlo respirar. Por sorpresa cogió los brazos de Luisa y la apartó.

-Espera, que quiero hacer una cosa antes de correrme.

-¿Qué, qué? -Decía Luisa que se puso a mi lado a darme besos.

Sin decir nada y con prisas, sacó un condón de la mesita y se lo puso. Nos dejó descolocadas.

-¿ahora haces eso? -Pregunté.

-Ahora o nunca -respondió y me volteó para ponerme a cuatro patas, comprendí lo que iba a pasar.

-Despacio -dije entonces.

Me la metió primero en el coño, para que el condón se mojara, dio unas cuantas embestidas, pero despacio. Y es que Luisa lo había dejado a punto de correrse y no quería hacerlo ahí. La sacó y apuntó a mi ano.

-Vaya, esto no me lo pierdo -Dijo Luisa y se acomodó para verlo mejor y para separarme las nalgas.

Empujó un poco y me gustó, no tan diferente a los dedos. Pero estaba tan húmedo que enseguida entró el glande. Solté un gritito entre dolor y placer. Se quedó quieto un momento.

-Un momento -dijo entonces Luisa, que se fue corriendo al comedor. En apenas unos segundos volvió con un botecito.

-Es lubricante, para “mi amigo”, mierda, se me ha olvidado traerlo también, luego voy por él. -Echó un chorro en la polla. Esto lo agradecí cuando empujó un poco más. De hecho, apenas noté diferencia respecto a lo que estaba metido antes. Cuando llegó la parte ancha del pene las sensaciones se incrementaron y por instinto me llevé la mano a mi campanita.

-Eso es cosa mía -Dijo Luisa, que había ido a por “el amigo” y reptando colocó su cabeza debajo mi vulva y dejó la suya al alcance de mi boca.

Paco empezó a moverse despacio, a cada empujón el dolor iba cediendo. Pronto se movía como si estuviera dándole al coño. Es un placer muy distinto al normal. La idea de Luisa era meterme el amigo al mismo tiempo, pero se lo quité para metérselo a ella y una vez dentro ya no quiso saber nada de eso.

La cama empezó a moverse alocadamente, comprendí a él le faltaba poco por como eran de bestias sus movimientos, sin dejar de gustarme, se me saltaban las lágrimas. Por fin me agarró fuerte de las caderas y con un gran empujón lo soltó todo dentro, soltando un gemido poco habitual en él. Sabiendo que a mí me quedaba poco, cuando esto pasaba, Luisa se concentró en mi botón y me corrí de nuevo como no lo había hecho nunca, porque nunca me habían follado el culo. Esto provocó que perdiera el ritmo de lamidas, pero no le importó.

-¿Me puedes dar a mi eso también? -Dijo cuando todo se calmó un poco.

Paco retiró la polla despacio, se quitó el condón le hizo un nudo y lo tiró al suelo

-Que no se nos olvide -dijo, todavía jadeando. Se dejó caer en la cama. Los tres lo hicimos conmigo en medio.

-Esto es muy loco -Comentó Luisa después de unos minutos.

-¿No te ha gustado?

-¿Qué si me ha gustado? ¿Bromeas? No sabes la de pajas que me he hecho a la salud de este, y ahora me ha follado dos veces. Y tú estabas conmigo…. Sí, me ha gustado, Ana, me ha gustado mucho.

-Me alegro, es un regalo por tu graduación. Y por tu cumpleaños -Él permanecía callado, como ajeno a la conversación- Algo tardío, pero bueno.

-Llámalo como quieras, pero ha estado de puta madre. -Se incorporó para darme un beso de tornillo. La abracé y la hice caer sobre mí y que rodara para que quedara entre él y yo. Se incorporó lo justo para ver como nos besábamos. Vernos así le provocó una erección de nuevo. No se la veía, pero lo supe cuando Luisa exclamó.

-¡Y aquí la tenemos otra vez! -Cuando se la metía entre las piernas mientras le sobaba las tetas con delicadeza- Te quiero Ana, te quiero, no mentías, aquí está por tercera vez.

No sé si fue porque la había dejado a punto o por se mojó enseguida, pero se la metió sin esperar. Lo hizo de lado, despacio, sin soltarle la teta, casi como con amor. No supe si sentirme celosa, cuando hace esto conmigo es para que me sienta más querida que deseada. Así debió interpretarlo ella, que se dejó hacer.

Y mirándolos cogí el consolador amigo y me alivié también. Hubo mucho amor, o a mi me lo pareció, en esos momentos finales.

Cuando dimos la sesión por finalizada me sentí distinta, como un “hasta aquí hemos llegado”. Y aunque después de ese día aún tuvimos y tenemos algún encuentro, fue el punto final a “lo que teníamos” Paco y yo.

Luisa es fiel y no ha contado nada a nadie, que yo sepa. Fantasea con repetirlo a veces, pero pienso que es una etapa cerrada y que será raro que lo volvamos a hacerlo. Aunque ¿quién sabe? Seguro que Paco está dispuesto.


Lamento haber tardado tanto en publicarlo, pero el trabajo manda. Además he querido acabarlo del todo para que se entiendan mejor algunas cosas distantes en el tiempo.

Se agradecen comentarios y valoraciones.