Paco, mi tío postizo 5

Paco toma la iniciativa, aunque sea por error.

Capítulo 5 -

Ya no lo pensé demasiado y me quedé dormida. Pero por la mañana todo me vino de golpe. ¿por eso estaba la puerta abierta? ¿para que pudiera mirar? Por un lado, me alegraba que esto fuera tan bien, por otro me daba miedo, ¿y si estuviera enfadado por quedarme mirando?

Para no salir afuera me hice la remolona en la cama dándole vueltas al asunto. Estos pensamientos me llevaron al “plas plas plas…”, noté que me calentaba y fue cuando me levanté.

Me cambié de camiseta y me puse una que no dejaba huecos por los lados, incluso pensé en ponerme el sujetador, pero hacía calor y no lo hice. Me dirigí primero al baño y después a la cocina. Allí se encontraba Alba escuchando música de su época y bailando. Llevaba una blusa larga y holgada que le tapaba justo el culo, cada vez que levantaba el brazo se le veía la nalga. Tampoco llevaba sostén.

-Ah, hola amor, ¿Qué tal has dormido? ¿Te he despertado con la música? Lo siento -Se notaba su buen humor. Se apresuró a bajar la música porque estaba un poco alta.

-No, no, no me has despertado. He dormido bien, para el calor que hace.

-¿Verdad? ¿por qué no te pones más fresca? ¿no te da calor esa camiseta? Pues ponte un bikini o algo, a mi me da igual y a Paco igual o mejor. –Nos reímos. Esta Alba… - ¿sabes qué? Que yo también me voy a poner en bikini. Y se quitó la blusa allí mismo, quedándose en tetas y tanga. – Hala, luego voy por él. – nos reímos las dos sin poder evitarlo. -¿no te animas? Paco ha salido a por el pan y “dar una vuelta”, ha dicho, creo que algo le ronda la cabeza.

Glup, ¿qué podría ser?

-Venga, anímate, que tienes un cuerpo muy bonito, enseña ese culo que tienes. -Desde luego que estaba de buen humor.

-¿Cómo dices?

-El culo, que tienes un culo muy bonito ¿no te lo ha dicho nadie? -Lo decía como si no lo creyera. Menuda inyección de moral. Seguro que mi cara estaba sonriendo.

-No acabé de creerlo.

-¿Cómo que no? Venga, enséñamelo. –Se puso a tirar del pantalón en broma, como queriendo bajarlo.

-Vale, vale, ya lo hago yo ¿te importa que vaya al cuarto a ponérmelo? –Dije esto entre risas

-¿Después de estos meses aún estás así? –Poniendo los brazos en jarras como si estuviera enfadada, pero enseguida sonrió- Claro que sí, tonta. –Me encanta esta familia.

Fui al cuarto y busqué algún bikini para ponerme. Como vine en invierno, no había traído ninguno, así que sólo tenía el que me había traído mi madre en uno de sus viajes de visita: poco excitante… pero menos es nada.

-Vaya –dijo Alba cuando entré en la cocina. Ella se había puesto un bikini fosforito y tan normalito como el mío, la parte de arriba se sujetaba con un nudo por atrás del cuello- Este te lo ha traído tu madre ¿no? Es tan “de madre” como el mío.- Nos reímos. El día no había empezado mal después de todo.

Cuando estábamos fregando el desayuno le llegó un mensaje a Alba, era Paco. Hizo un gesto que no supe interpretar y le contestó.

-Bueno, el hombre de la casa no viene todavía, se ha juntado con unos amigotes y se va a almorzar. No sabe si llegará a comer.

Esto me alivió un poco, retrasaba el momento de enfrentarme a él.

-Pues vamos a divertirnos, mañana de chicas, me cogió del brazo ¿quieres que salgamos al balcón a tomar el sol? –A mí no me gusta tomar el sol, pero no quería desanimarla, así que acepté.

El balcón no era muy ancho pero era largo. Según me contó, Alba y Sonia tomaban el sol allí por la mañana, que era cuando el ángulo lo permitía, la sombra llegaba cuando ya apretaba demasiado, “ideal”, dijo.

Sacó unas toallas y protector solar de un armario y preguntó.

-¿Me pones protector en la espalda, por favor? Luego te lo pongo yo a ti

-Claro. –Cuando estaba repartiendo la crema por la espalda echa la mano atrás y estirando los lazos se quita la parte arriba. – Y al que no le guste, que no mire. –Pues bien.

Cuando acabé se dio la vuelta para darme a mi por la espalda. Tenía los pezones muy bonitos.

-Ponte, que voy. -Me di la vuelta.- ¿no te atreves tú? Aquí te van a ver muy pocos.

-No sé, me da algo de apuro.

-Pero si estamos en un sexto, como no sean los de arriba de aquella finca, no te ve nadie, así no te quedan marcas.- No quería estropear el momento, así que me quité la parte de arriba. A mí las marcas ni fu ni fa. Cuando me di la vuelta algo avergonzada las miró con descaro.

-Vaya, qué tetas más bonitas tienes y seguro que duras, bendita juventud, a mí se me caen, es una suerte tenerlas así como las tuyas, tienen la medida justa, no se caen y seguro que no sudas por abajo, te las cambio -Sonrió y se secó esa parte con la toalla. No supe que decir, entre avergonzada y agradecida. No me parecieron tan caídas.

-Gracias. -balbuceé.

Nos tumbamos y dejamos pasar el tiempo. Ella se colocó en la parte que más duraba el sol, cosa que agradecí por que al rato yo ya no podía con él. En ese lado estaba el armario y se ponía crema de vez en cuando. Si levantaba la cabeza podía ver toda la zona interior de los muslos, sí que estaban depilados. También veía como le caían las tetas hacia los lados cuando estaba boca arriba. ¿sería verdad que no quería tener tanto pecho?

No se estaba mal a la sombra y con el airecillo me quedé medio dormida. Al despertar y girarme para desentumecer los músculos vi que Paco estaba sentado dentro de la casa, mirándonos con una sonrisa en la cara. Mi sitio era el que quedaba más cerca de la puerta, de manera instintiva me tapé el pecho y él hizo una mueca en plan “¿en serio te tapas ahora?”.

Tenía razón, así que aparté el brazo y me quedé de medio lado para que lo viera todo. Negó con la cabeza, se levantó e hizo ruido.

-Ya estoy en casa. -dijo, como si acabara de llegar.

Alba se incorporó y miró el reloj.

-Hola cariño, ¿cómo te ha ido con el almuerzo? Uy qué hora es, se nos ha hecho algo tarde. ¿no tienes hambre Ana? –Antes de que pudiera girarse ya me había tapado.

En una situación un poco cómica, se levantó y se tapó con la toalla.

-¿Te da vergüenza que te tapas? -Preguntó él

-Es por las consecuencias, tonto. -Señaló el pantalón y se río, él no hizo nada por ocultar el bulto.

-Es que no es normal un recibimiento así.

-Sonia no te da el mismo recibimiento, ¿verdad, pillín?  –Y haciendo un gesto para esquivarlo en la puerta, se fue hacía la cocina.

Nos miramos, yo aún tapada con la toalla, sin saber muy bien qué hacer, algo asustada por si me echaba la bronca por lo de anoche.

-Creí que no te gustaba el sol –Encogí los hombros.- Estás muy guapa –Dijo al final, y se fue sin esperar respuesta. Me pareció que con algo de pesadumbre.

En la comida Alba y yo acaparamos la conversación en parte porque él no estaba muy hablador, apenas probó la comida. Alba, que lo conocía mejor, se lo dijo.

-Te vas pocas veces de almuerzo, pero cuando vas, vienes contento y sin hambre. -No lo decía de mal humor, más bien al revés.

-A ver, contento, contento, tampoco. Alegre si acaso. –Y al dejar el vaso golpeó el plato sin querer, hizo gesto de “uy perdón” y nos reímos todas.

Después de fregar, Alba, que se había puesto el bikini para comer, se fue a dormir la siesta y yo me fui a mi cuarto, un poco evitando el que nos quedáramos a solas. Hacía mucho calor, así que dejé la puerta abierta a ver si así llegaba algo del aire acondicionado del salón. Me puse cómoda con el pantalón y la camiseta holgados, cogí unos apuntes y me tumbé en la cama, tenía mucho trabajo atrasado.

Concentrada como estaba no me di cuenta de que Paco había estado mirando desde la puerta.

-¿por qué me haces esto? -dijo de pronto.

-¿eh? –Me había sorprendido, entró en el cuarto, entornó la puerta y se sentó en la cama, poniendo una mano la pierna izquierda, muy cerca del culo.

-¿Por qué me provocas?

-Yo no…

-¿No? Lo de hace días, lo de anoche, ahora te pones lo mismo, dejas las tetas colgando y la puerta abierta…

-Anoche… -Acercó la mano a la entrepierna, metiéndola por debajo del pantalón, muy cerca de todo. Me callé en el acto.

-Esta será la última vez, no sé lo que puede pasar si sigues así y no me gustaría estropear la relación que tengo con vuestra familia.

Dicho esto, sacó la mano, me bajó el pantalón y el tanga de un tirón y me dio un apretón en el culo. Esto era nuevo, pero me gustó, seguí callada. Metió la mano derecha entre las piernas, las ahuequé para que llegara mejor. Se entretuvo con el dedo gordo jugando con los labios, no quiso llegar al clítoris. Como pudo, metió la mano izquierda por debajo para tocarme las tetas. Cuando notó como estaban de duros los pezones sonrió y retiró el brazo. Puso la mano sobre el culo y noté que jugaba con los dedos gordos por los labios. Por fin llegó al clítoris, la postura no era la más cómoda pero lograba el objetivo, que era ponerme caliente. Metió algún dedo, luego otro, y a medida que me acariciaba metió otro más. Por la postura sólo podía ser el meñique el que me estaba dando placer. Apretó un poco los dedos, dolía algo, pero sabía mejor, así que no me quejé. Cuando quise darme cuenta estaba moviendo el cuerpo como lo hacía Alba ayer, empujando para que entraran más todos los dedos que tuviera. Este recuerdo y el de su “seis” fue el remate: me corrí.

Nos íbamos conociendo y sabía que la cosa no acababa allí, así que mi excitación no disminuyó ni un poco. Sacó todos los dedos, respiré un poco, metió dedos de la otra mano y cuando colocó de nuevo la mano derecha y empezó a acariciar el ano, supe lo que iba a pasar. Lejos de asustarme, me dejé llevar. Poco después del segundo orgasmo, introdujo el dedo gordo, supuse que era el gordo por como tenía el brazo situado y en pocos minutos me corrí de nuevo, mucho mejor con el dedo ahí.

Sacó todo lo que había metido, acercó su cara a la mía, aún boca abajo, retiró el pelo de cara y me dijo.

-Por favor, o no sé qué va a pasar.

Me sobó la nalga y se marchó una vez más, dejándome satisfechas, pero muy confundida.


Voy contando momentos (capítulos) más o menos clave de la relación. El orden es cronológico, pero el tiempo entre ellos no siempre lo recuerdo con exactitud. Como decía en el primero, no fue sencillo llegar adonde estamos.

Se agradecen comentarios.