Paco, mi tío postizo 4
Alba se lo pasa muy bien mientras la miro a escondidas.
Capítulo 4
Mi moral estaba alta. Me estaba convenciendo de que “no estaba tan mal” gracias a Paco y a Luisa. Pero seguía sin ligar y me obsesionaba. Sin querer, Luisa casi descubre lo que me pasaba. Es obvio que nuestra relación había pasado a otro nivel, así que ahora teníamos confianza para hablar casi de todo. La conversación fue más o menos así.
-¿En serio no eres lesbiana? Es que a veces veo que con los chicos tienes un comportamiento algo raro, como si los quisieras apartar.
-¿Cómo? Por qué lo dices. -En serio me interesaba su opinión.
-No sé, el otro día por ejemplo aquel chaval alto, estaba prendado de ti y tú le dabas largas. Me preguntó si tenías novio… -dudó- espera ¿no tendrás noviete por ahí, en el pueblo o donde sea y por eso te cortas? –de inmediato pensé en Paco, no era mi novio, claro, pero sí pensaba mucho en él. Ese instante de dudas lo pescó Susana al vuelo.
-Es un amor platónico, -separando los brazos, como si hubiera hecho un descubrimiento importante- en plan, te gusta alguien y no se decide o no lo sabe. -agaché la cabeza e intenté negarlo.
-¡Es eso! Caray, chica, ya se puede merecer el tío la espera, por qué es un tío ¿no? - Asentí un poco y la cabrona me pilló. No importaba si era chico o chica, con ese gesto confirmaba que “algo había”
-Aja, ves lo que te digo, eso explica muchas cosas. -Ahora se reía- Tienes que relajarte un poco, si está en el pueblo no se va a enterar. Disfruta y quítate de encima ese complejo que parece que tienes. Me abrazó y me dio un beso rápido en los labios. – Yo te ayudaré, con el platónico y con los de carne y hueso. -Nos reímos las dos.
La ayuda de Luisa consistió en buscarme chicos altos y mazaos que parecían interesados en mí.
-Luisa, es que estos sólo quieren follar.
-Joder ¿y tú no? -y se echó a reír.
-Visto así… -nos reímos de nuevo. Pero la verdad es que me sentía un poco presionada y nada segura de ese tipo de “acuerdo”.
-¿Y cómo va con el otro?
-Igual.
-¿Pero él lo sabe?
-Creo que sí. –Claro que lo sabe…
-¿Y no le gusta el culazo que tienes? –Me dio un cachete en la nalga.
-Ooye. –Pero no me importaba. Nos reímos.
-¿Le gusta o no?
-Sí, me parece que sí. –Eso había dicho.
-Me parece, creo… si no me cuentas más cosas, poco te voy a poder ayudar.
Encogí los hombros. Tampoco podía contarle mucho, porque lo de haber tenido sus dedos dentro de mis dos agujeros era algo que prefería guardarme.
-Bueno, a lo mejor es que no se ha fijado lo suficiente en ti, tú enséñaselo como quien no quiere la cosa, a ver qué pasa.
-Anda ya ¿cómo voy a hacer eso?
-Algo que se te cae, tú que te agachas… -Hizo la postura cuando pasaba un par de chicos que le dijeron un piropo.
-Ya te gustaría a ti, estoy con ella. –Me abrazó y me besó en los labios, le seguí la corriente aún cuando ya se habían ido los chicos.
-Joder, Ana, lo que se está perdiendo el gilipollas del tío ese.
Sonreí.
En algún festivo que no recuerdo, ya cerca del final de curso, ella se fue con su familia y yo me quedé por que tenía un montón de trabajos atrasados, además la mía, que había estado hacía poco de visita, aprovechaba estos días para hacer un viaje más largo, creo que a Córdoba. Alba y Paco no se fueron a ningún sitio porque ella estaba de guardia o algo así.
El jueves por la noche estábamos viendo la tele los tres, Alba se había quedado dormida con la cabeza en las piernas de Paco. Una escena de la película me recordó lo que había hablado con Luisa: provócale. Y eso hice. Para dormir uso un viejo pantalón muy corto y muy holgado que dejaba ver la mitad del culo y una camiseta de tirantes de hombre que me quedaba también muy holgada, sin sujetador. Si tuviera las tetas más grandes asomarían por los lados. Pero no las tenía, así que tenía que inventar algo. Simulé que se me caían unas palomitas del bol y me puse a cuatro patas para recogerlas. Él no podía ayudarme o Alba se despertaría, y no queríamos eso… la camiseta se quedó colgando con el efecto deseado. Noté que Paco miraba por debajo del brazo para ver las tetas. Vi que arqueaba las cejas en un reflejo de la mesa. Ahora que había captado su atención, me di la vuelta para que me viera el culo. Entonces se me ocurrió otra cosa, algo soez, pero efectiva: me rasqué. Retiré el pantalón casi del todo para rascarme por abajo. Y, ya que estaba, hice como que me sacaba el tanga del culo. Lo hice sin prisas y volví la cabeza. Estaba mirando, sonreí y seguí a lo mío. Cuando acabé me senté de tal manera que la teta derecha “se escapó” y no hice nada por meterla dentro. Miró la teta y me miró a mí, sonreí. Hizo un gesto como diciendo “¿qué pretendes?” por respuesta le mire la entrepierna. Meneo la cabeza y se tapó con la mano, no podía hacer más sin despertar a Alba. Volvimos a la película. De vez en cuando miraba mi teta, no estaba segura de si el paquete seguía abultado o no. De repente Alba se removió, con un movimiento rápido metí la teta en su sitio. Estaba medio dormida y al auparse para ponerse cómoda se dio cuenta pues lo tocó con la cara.
-Uy ¿y esto? -se refería a lo empalmado que estaba.
-Estabas aquí, tan cerca… -Disimuló él encogiendo los hombros y acariciándole un pecho.
A Alba le gustó, hasta que se percató de que yo seguía allí y le retiró la mano enseguida.
-Paco, para… Anda, me voy a la cama, que aquí me va a doler el cuello… Si quieres vienes -le dijo mirando al paquete.
-Claro, ves primero, no tardo, y no te quedes dormida. -Le dio un cachete en el culo. Alba se marchó con una sonrisa en la boca.
-Hasta mañana, cariño. -me dijo.
-Hasta mañana.
En cuanto se oyó la puerta del baño Paco poco menos que saltó sobre mí.
-¿qué pretendes, Ana? ¿No te ha quedado claro que sí que me pones caliente? ¿o te quieres aprovechar de alguna manera? -el tono me asustó.
-No quería…, perdona…, yo… -agaché la cabeza.
-Bueno, pues disfruta desde la puerta como la otra noche, que te lo has ganado -se incorporó, se dio un meneo a la erección y se fue detrás de Alba.
Tuvo que emplearse a fondo por que sus gemidos se escucharon por toda la casa durante mucho rato. Me excitaba bastante escucharla y saber que lo había provocado yo. A mitad de “sesión”, cuando ya me estaba tocando por debajo de los pantalones, me acerqué a escuchar mejor. Para mi asombro la puerta estaba entreabierta. Lo justo para ver cómo Alba estaba boca abajo y Paco le hacía cosas. Ella se movía acompasando sus movimientos con los de la mano de él. Tenía cuatro dedos dentro y ella empujaba para que entraran más, el gordo acariciando el ano y con la otra mano le acariciaba el clítoris. Mi suerte es que ella miraba para el otro lado. Pude ver como la teta izquierda desbordaba por el costado. En un momento dado ella volvió la cabeza, me aparté enseguida, pero estaba en otras cosas y no me vio, en realidad lo que hizo fue hundir la cara en la almohada para tapar los gemidos porque se estaba corriendo.
-Siempre haces lo mismo, seis y no me la metes, por favor, que es tarde y Ana está en casa. -Otra vez seis… vaya.
Paco le hizo caso, sin que ella se diera la vuelta, se puso encima. Pude ver como sus brazos lo aguantaban mientras la penetraba poco a poco.
-Síii, por fin, síii. -Decía Alba. Si pretendía que no la oyera, no lo estaba consiguiendo. Empezó el baile. Paco se movía despacio al principio. No veía la mejor parte, así que en un acto de imprudencia, empujé un poco la puerta para tener más ángulo. La puerta hizo un ruido imperceptible que a mi me pareció como darle patadas a un tambor. Estaban a lo suyo, con los ruidos de la cama no se enteraron. De repente Paco paró, creí que me había descubierto…
-¿Qué haces? Sigue, por favor -Decía Alba y era ella la que movía el culo arriba abajo, lo hacía con tanta fuerza que conseguía mover el cuerpo de Paco mientras aguantaba su peso marcando los músculos de los brazos. Menudo culo.
Yo estaba fatal. Si hubiera podido meterme los dedos más allá de la falange lo hubiera hecho, y varios.
Paco volvió a la carga con fuertes empujones.
-Sí, así, ahoraaa… -Alba volvía a correrse. Como si no le importara, Paco se separó y pude verle la polla, me pareció normal, algo más ancha quizá. Nada de actor porno. Hizo que Alba se girara mirando hacia el otro lado, me pareció que llevaba el coño depilado, le cogió la pierna que quedaba arriba, puso las suyas a ambos lados de la otra y la penetró sin contemplaciones. Plas plas plas. Muy duro. Ese sonido me ponía muy mal y tuve que reprimir los suspiros cuando me corrí.
-Joder, sí, dale, daaaaale -En poco tiempo Alba se corrió otra vez, Paco siguió dándole un rato más, ella se agarraba a las sábanas. Alba empujaba tan fuerte como él, sobre todo cuando se corrió de nuevo. No sé si Paco estaba esperando ese momento, pero arqueó la espalda y con una embestida más se corrió dentro de ella. Aún dio un par de empujones más. Cuando los dos se habían calmado, retiró la polla ya morcillona. Parte del semen cayó en la pierna de Alba.
-Si vuelve Sonia vamos a tener que hacer una habitación para que Ana no se vaya, porque desde que está ella me tienes más que contenta. –Otra referencia a mí.
Paco giro la cabeza despacio y me miró a los ojos, con lujuria o con enfado, no supe distinguir bien porque me retiré enseguida a mi cuarto. Aún tuve que hacerme un par de dedos más.