Paco: el secreto de las gemelas

Paco descubre el verdadero amor de sus tías gemelas... él les dará lo que les faltan.

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Pasaron tres semanas cuando la situación familiar de Leticia se estabilizó. Al final la hija de su último marido se iría a vivir con su padre, mientras que Manolo, hijastro de Leticia se quedó a vivir con ella. Poco a poco vimos como la relación entre ellos pasaba de ser filiar a convertirse en un seudo incesto, ya que en realidad él no era hijo natural de ella, aunque legalmente lo era pues aún no estaba divorciada. Él tenía veintidós años y tenía la presencia de todo un hombre. Leticia había encontrado un hombre que la protegiera y le diera todo el amor que necesitaba.

Yo seguía disfrutando de mis mujeres, de mi amada madre a la que tenía todas las noches y algunos días en que quedábamos solos. Mi abuela era de locura. Pasaba mucho tiempo sin tener sexo y cuando ya no podía más me buscaba para que la satisficiera, teniendo que hacer gran esfuerzo para dejarla contenta pues a sus cincuentitantos años era muy fogosa y a veces creí no estar a la altura de sus deseos.

Con Yolanda no tenía sexo desde la primera vez que los hicimos los tres juntos. Casi siempre estaba fuera de casa, con su novio y pocas oportunidades de amarla tenía. Pero en los últimos días estaba diferente, tenía el ánimo caído y no salía apenas. Seguramente tenía problemas con su novio.

Laura y Paula eran las niñas traviesas de la familia. Casi todos los fines de semana se iban de marcha y poco paraban por casa. Pero una cosa me extrañaba en ellas, nunca aparecieron con novios por casa.

Recuerdo el día que fui al instituto a la hora de siempre, pero resultó que los profesores hacían huelga para reclamar subidas salariales y me marché a casa. Llegué temprano y la casa estaba vacía, salvo Laura y Paula que aún dormían, serían sobre las diez y media de la mañana, pues ese día las dos tenían libre al ser fiesta local en el pueblo donde estaba la empresa en la que trabajaban.

Entre sin hacer ruido y dejé las cosas en la cocina. Estaba viendo que podía desayunar y escuché que las dos hablaban. Ya se habían despertado y caminé por el pasillo para saludarlas. Me gustaba verlas recién levantadas pues usaban pocas ropas para dormir y era todo un deleite ver sus hermosos cuerpos. Me iba acercando y cada vez escuchaba mejor su conversación.

-¡Anda cariño, aprovechemos que estamos solas! – Decía Laura. – ¡Probemos el juguete nuevo que compré!

-¡Ojalá una de las dos tuviera una cosa así! – Contestó Paula. - ¡Déjame que empiece yo!

Frené mi paso y caminé sin hacer ruido para ver que era lo que habían comprado. La puerta estaba abierta y me asomé con mucho cuidado. Allí estaba Paula de rodillas en la cama. Llevaba puesta una camiseta solamente y debajo una polla negra de goma cogida con un cinturón a su cuerpo.

-¡Cariño, chúpamela! – Le dijo a su hermana. – ¡Prepárala para que te la meta hasta el fondo!

Laura estaba boca abajo con la cabeza justo delante de la polla. También llevaba una pequeña camiseta pero aún llevaba unas diminutas bragas. Con una mano empezó a acariciar aquel atributo masculino.

-¿Lo habremos comprado demasiado grande? – Preguntó Laura.

-La compré más o menos del tamaño que tiene tu sobrino Paco. Ojalá pudiéramos compararla algún día con la suya. Raquel se lo tira todos los días y es difícil cogerlo libre.

Sabían lo nuestro, que mi madre y yo follábamos… y además ellas también querían participar. Pero, ¿por qué hacían ese numero?

-Paula, siempre estaremos juntas y ningún hombre nos separará. – Laura se puso de rodillas frente a su hermana y se pegó a ella metiendo aquel pene de goma entre sus piernas para que rozara su coño.

-Si alguna consigue un hombre tendrá que compartirlo con la otra, nada nos separará. – Las dos empezaron a besarse y aquella imagen me excitó.

Sin darme cuenta tropecé con una mesita que había delante de mí. Las dos botaron del susto y se levantaron de la cama para salir al pasillo.

-¿Qué haces aquí? – Preguntó Paula sin darse cuenta que tenía puesto aquel artilugio. Miré hacia él y ella se puso colorada. - ¡No mires eso que no te importa! – Corrió y se metió en la habitación.

Le expliqué a Laura lo que había ocurrido y lo comprendió. Entonces me comentó que desde muy pequeñas eran algo así como novias, todo lo hacían juntas… hasta el sexo. Compartían los hombres que conocían y con los que tenían sexo. Algunas veces hacían tríos con algún hombre y otras, cuando las dos tenían pareja, hacían los cuatro el amor, intercambiando a los hombres y follándolos a la vez. Aquello me pareció muy excitante y mi polla se empezó a poner dura.

-Sabemos que follas con tu madre y por nuestra parte no hay problemas. – Dijo Laura. – Pero la verdad es que muchas veces quisiéramos tener lo que Raquel, a nuestro hombre junto a nosotras para poder tener sexo cuando lo necesitemos.

-¿Y por qué no habéis comentado nunca lo vuestro con las demás? – Le pregunté.

-Tal vez no le guste a nuestra madre eso de que tengamos relaciones homosexuales. – Habló Paula que había salido de la habitación con unas bragas puestas y sin el consolador. - ¡Seguro que le parecerá mal que dos hermanas hagan eso! ¡Verás el día que tu abuela se entere de lo que hacéis tú y tu madre! ¡Será un drama seguro! - Empecé a reír y las dos me miraron sin saber que pasaba.

Empecé a contarle todo lo que había ocurrido con sus hermanas y su madre. Las dos no se podían creer todo lo que contaba.

-¡Tanto hemos escondido lo nuestro que no hemos visto lo que ocurría a nuestro alrededor! – Dijo Laura.

-¡Así que todas las mujeres han probado a nuestro sobrinito menos nosotras! – Dijo Paula divertida. – ¡Tendremos que coger número para tenerlo en nuestra cama!

-¡Y por qué no aprovechamos ahora que estamos solos los tres! – Laura tenía un brillo en los ojos que nunca había visto y que me excitaba. - ¡Dale un beso a tu tía!

Me pasó los brazos por los hombros y yo la agarré por la cintura. Su boca se acercó a la mía, empezamos a besarnos.

-¡Dejadme un poco! – Paula se unió.

Laura dejó mi boca y Paula ocupó su lugar. Después se besaron entre ellas. Cada una me agarró de una mano y me llevaron a su cama. Entre las dos me dejaron totalmente desnudo, mi polla ya estaba erecta y preparada para darles placer.

-¡Mira que buen ojo tiene tu hermana! – Paula colocó la polla de goma junto a la mía. - ¡Son casi idénticas!

-¡Pues disfrutemos de ella! – Laura se puso de cuclillas delante de mí y empezó a acariciar mi polla.

Paula estaba junto a mí y me besaba. Sentía su lengua en mi boca y la de su hermana empezaba a lamer mi glande. Le quité la camiseta y dejé al aire sus tetas. Agarré una con una mano y empecé a mamar su pezón.

-¡Mama sobrinito, chupa a tu tía Paula!

-Baja y ayúdame con esta polla tan grande. – Dijo Laura.

Paula tiró de mí para que me tumbara en la cama. Estaba totalmente desnudo y con mi polla erecta esperándolas. Las dos se desnudaron por completo y se subieron en la cama. Desnudas eran totalmente iguales. Era como follar con la misma mujer el doble.

Atacaron con sus bocas mi polla, cada una por un lado. Sus lenguas recorrían toda la longitud, desde los huevos hasta la punta del glande. Se turnaban en tragar mi polla, dándome mucho placer con las succiones que hacían en mi glande, y provocándome espasmos de placer.

Una de las dos abrió sus piernas y colocó su coño en mi boca. No dijo nada, mi lengua empezó a lamer su raja buscando su clítoris. Gimoteaba y se retorcía con las caricias que le daba. La otra seguía mamando mi polla. Los flujos de aquella gemela entraban en mi boca y la saboreaba.

-¡Qué bueno, sigue Paco, sigue que ya me corro! – Reconocí a Paula que empezaba a gemir de placer y mi boca se inundó de sus flujos. - ¡Necesito tu polla dentro de mí!

Laura sacó la polla de su boca y esperó que su hermana bajara hasta que su coño estaba encima. Se sentó pero no se metió la polla. Se movía y mi polla estaba entre los labios de su coño de forma que mi glande se apretaba contra su clítoris y le daba placer. Sentía como mi sexo se mojaba y unos minutos después volvía a tener otro orgasmo. Era preciosa cada vez que tenía uno. Ahora levantó un poco el culo y su hermana dirigió la polla a su entrada. Se sentó y le entró entera sin ninguna dificultad. Comenzaba a moverse para que la polla entrara y saliera de su vagina.

Laura se colocó sobre mi boca para que yo le diera con mi boca el mismo placer que le había dado a su hermana. Así comencé a lamer su raja. Comprobé que los dos coños tenían el mismo sabor cuando empezaron a brotar sus flujos. Las dos gemían de placer.

Paula empezó a tener otro orgasmo y se agitaba frenéticamente sobre mí. Laura también obtuvo su premio. Yo disfrutaba de la visión de aquellas dos gemelas que gemían y gritaban de placer.

-¡Quiero tu polla dentro de mí! – Dijo Laura levantándose y colocándose a cuatro patas en la cama. – ¡Ven y fóllame! – Puso su culo totalmente en pompa esperándome.

Paula se retiró y se tumbó a descansar. Me coloqué de rodillas detrás de Laura. Allí estaba aquel redondo culo, con su raja mojada y esperándome para que le clavara toma mi polla. La agarré con una mano y acerqué mi glande a su entrada. La froté de arriba abajo y ella gruñía para que se la metiera. Noté su entrada en la punta del glande, agarré con una mano su cadera y tiré de ella a la vez que empujé mi polla. El glande separó sus labios e iba entrando y separando las paredes de su vagina. Mi polla estaba mojada con los flujos de las dos y entraba sin ningún problema.

Paula se colocó la polla de goma y abrió sus piernas delante de su hermana. Mientras mi polla la penetraba desde atrás, Laura se tragaba la polla de goma. La estuvimos follando un rato hasta que empezó a tener un orgasmo. No paré de follarla fuerte hasta que ella me lo pidió.

Entonces la coloqué boca arriba, abrí sus piernas y le pedí a Paula que la penetrara con su polla. Se besaban y acariciaban mientras follaban. El culo de Paula subía y bajaba y me coloqué detrás de ella para empezar a besarlo y mordisquearlo. Me coloqué sobre ella y mi polla entró en su coño. Yo follaba a Paula y esta a Laura. Nos movíamos y las dos pollas entraban en ellas dándoles placer.

Después de un rato, nos paramos y me hicieron poner boca arriba. Laura se colocó la polla de goma y se sentó sobre la mía dándome la espalda, Paula se sentó sobre ella metiéndose la de goma hasta el fondo. Volvíamos a follar y las dos gozaban. Estaba muy excitado viendo a mis dos tías follarme. Quería correrme.

-¡Me voy a correr! – Dije desesperado.

Las dos se levantaron y empezaron a darme con la mano para que me corriera. Paula volvió a mamar y se turnaban hasta que vieron como mi cara cambiaba cuando mi semen estaba a punto de salir. Las vi abrir sus bocas junto a mi polla y empecé a lanzar chorros de leche que ellas fueron recogiendo para tragarlo. Al final sus caras estaban llenas de mi semen y se pasaban las lenguas una a la otra para limpiarse. Estuvimos unos buenos ratos abrazados en la cama disfrutando de caricias y de nuestros cuerpos.

Después los tres nos duchamos juntos. Era delicioso tener aquellos dos cuerpos para echarles jabón y acariciar sus suaves pieles. Nos besábamos y mi polla de nuevo estaba lista para otra sesión, pero ya era tarde y no querían que nos pillaran en plena faena, pero las dos se arrodillaron en la ducha y me regalaron una buena mamada hasta que mi semen volvió a cubrir sus caras.