Paco: del problema al orgullo de su madre.
Paco tiene otra experiencia placentera con su madre... ¿Cuál será?
Por la tarde, una vez habían acabado todas las mujeres en sus trabajos y sabiendo yo lo que sabía de los pensamientos de mi madre sobre la experiencia que tuvimos en el dormitorio el día anterior, mi mente no dejaba de dar vuelta para lograr excitar a mi madre y conseguir mi "deseo irrefrenable" por ella. Así, ya que la noche era calurosa, decidimos cenar en el patio de nuestra casa. Durante toda la tarde me había puesto un bañador muy ajustado para que mi polla quedara bien marcada.
El día anterior el tamaño de mi polla lo veía como un problema y ahora, después de saber la opinión de mi madre, aquello no era si no una bendición. Así que después de recoger la mesa y estando sentados en el patio, nadie se acostaba pues era imposible dormir con aquel calor, me levanté dispuesto a refrescar el ambiente.
Allí estaba mi abuela, mi madre y mis tías Laura y Paula. Estas dos últimas tenían puesto unos pantalones muy cortos que marcaban gratamente sus culos. Mi polla estaba contenta con la visión de mis tías gemelas y por la idea de que mi madre se sentía atraída por mí.
-¡Qué calor hace! - Comentó mi abuela.
-¡Pues a refrescarse! - Dije yo y lancé agua con la manguera para las cuatro que se levantaron como pudieron para guarecerse.
Paula no se movió, se tumbó hacia atrás y se dejó mojar. La puse chorreando en un momento y mi polla tuvo otro motivo para alegrase. Su camiseta mojada se pegó a su cuerpo y podía ver perfectamente sus pezones oscuros.
-¡Dios que maravilla! - Exclamaba mientra yo la mojaba.
-¡Yo también quiero! - Laura se sentó en su silla de plástico y espero su turno de agua, que por supuesto primero mojó su camiseta.
-¡Para ya Paco! - Exclamó mi madre. - ¡Eres un asqueroso al mojar a tus tías para verle las tetas! - Me sentí un poco cortado, pero disfrutaba de aquella visión.
-¡Deja al chiquillo! - Dijo Paula. - ¡Ya tiene edad para saber como es una mujer! ¡Seguro que se una paja esta noche a nuestra salud!
-¡Siempre has sido una guarra! - Dijo mi madre ruborizada al pensar que el día anterior fue ella la guarra que me la hizo. Se giró para irse y yo la mojé por detrás a ella. - ¡Para pervertido! ¡Qué quieres ver las tetas de tu madre!
-¡Sí! - Contesté retándola a que se diera la vuelta. - ¡Vamos cobarde!
Yo estaba cerca de ella y se giró y me quitó la manguera para echarse el agua por la camiseta. Fue ver sus pezones negro y mi polla se puso dura. Temblaba por dentro al ver a mi madre y si no hubieran estado allí el resto de la familia, me hubiera lanzado contra ella y la hubiera besado. Entonces dirigió el chorro hacia mí y me mojó por todos lados.
Mis tías reían y cuchicheaban detrás nuestra. Agarré la manguera que tenía mi madre y dirigí el chorro hacia ella, mojándola más. Nos fuimos acercando hasta que nuestros cuerpos estaban juntos y el agua corría entre nosotros, mis ojos clavados en los suyos, sin separar nuestra vista, deseando que todo el mundo desapareciera y fundirnos en un incestuoso beso... Mi madre se separó y me estiró del filo del bañador para después meter la punta de la manguera y que el chorro de agua fría me diera directamente en la polla. Aquello hizo que se tranquilizara y perdiera algo de volumen bajo mi bañador.
-¡Dios Paula, qué fresquita estoy ahora! - Dijo Laura.
-¡Sí, pero que caliente ha estado hace un momento! ¿Verdad? - Contestó Paula.
-¡Eres un asqueroso! - Me dijo mi madre mientras nos sentábamos en la mesa. - ¡Has aprovechado para vernos las tetas a todas!
-Pero si os la he visto muchas veces... - Dije yo.
-Sí sobrinito, pero yo nunca antes te había visto tan "alegre" por vérnoslas... - Dijo insinuante Paula. - ¡O es qué tenías una pistola en el bañador!
En ese momento me sentí muy avergonzado pues era verdad todo lo que mis tía decían, en verdad lo había hecho para excitarme con los cuerpos de ellas y mostrar mi erección que tanto le gustaba a mi madre.
-¡Anda, que nos ha salido tímido! - Dijo Laura. - ¡Quién pudiera cogerte! ¡Joven, bien dotado y tímido! ¡Eso me vuelve loca! ¡Dame un besito sobrinito!
-¡Déjame! - Refunfuñé y en realidad me hubiera comido aquella boca que se me ofrecía.
Las tres empezaron a gastarme bromas y a mofarse de mí hasta que habló mi tía Paula.
-¡Bueno sobrino! Tú nos has visto las tetas y nosotras no te hemos visto nada... ¡Anda, enseñanos tu cosita!
-¡Anda, ya que eres tan hombre para mojarnos y ver nuestros cuerpos! ¡Anda, a ver si eres capaz de hacer lo que dice tu tía! - Apostillo mi madre con más mala idea que ganas de ver mi pene.
Mi tía Laura no dijo nada, movió la cabeza y se levantó la camiseta para dejar libre sus hermosas tetas. Paula hizo lo mismo y todos miramos a mi madre. Dudó un poco, pero agarró el filo de la camiseta y me mostró sus redondas y preciosas tetas. Yo recorría con la vista cada teta. Paula y Laura las tenían iguales, algo más pequeñas que las de mi madre pero con una aureola mas oscura y pequeña... pero las tres tenían los pezones erectos por el agua y aquello me pudo.
Bajé mi mano y llegué hasta mi bañador. Lo agarré y, sin apartar la vista de las tetas y sintiendo como mi polla crecía, me lo bajé y quedó a la vista de las tres en una medio erección.
-¡Dios sobrino, eso tenías ahí guardado! - Comentó Paula.
-¡Por favor, eso lo tienes que compartir con todas las mujeres! ¡Qué maravilla! - Añadió Laura.
-¡Ya os comenté que había crecido mucho! - Mi madre me miró con una sonrisa preciosa. - ¡Anda pervertido, guarda eso que estas dos son capaces de hacer cualquier barbaridad!
-¡Sí, sí! - Dijo Laura quitándose la ropa para entrar en la casa. - ¡Si no fuera tu hijo seguro que esta noche escucharíamos música en vuestra habitación!
Me quedé para el último y contemplé como cada una se desnudaba por completo y se pasaban la toalla para irse secando. ¡Qué tres cuerpos! Lo que no se imaginaba Laura es que si yo no hubiera sido su sobrino, esa noche les hubiera hecho lo que mi poca experiencia me hubiera dictado. Pero ver a mi madre desnuda me encendió y me desnudé para entrar en casa con mi polla erecta.
-¡Anda hijo, entra en el cuarto de baño y desahógate que le vas a saltar un ojo a alguien con eso! - Bromeó Paula.
-¡Si necesitas ayuda... ! - Laura estaba excitada y se notaba.
-¡Callarse ya que soy los tres unos asquerosos! - Ordenó mi madre. - Tú, sécate y vete a la habitación... y ustedes iros ya a dormir a la vuestra.
-Creo que esta noche soñaremos con nuestro sobrino "el crecidito"... - Se burló Paula de mi madre.
Entramos cada uno en nuestra habitación. Yo sólo llevaba la toalla y recordé lo que mi madre había escrito en su diario sobre mi polla, así que solté la toalla en la cama y me quedé desnudo con mi polla medio erecta. Me tumbé y mi miembro estaba creciendo al pensar en ella. Mi madre estaba de espalda a mí y se colocó las bragas que había utilizado por la mañana para masturbarme. Pensé en el esperma que deposité allí y que ahora, si no las hubiera lavado, estaría tocando su coño. Me excité más y mi polla creció un poco más.
Mi madre se colocó la camiseta que usaba como pijama y se volvió. "Pero... pero qué haces así" me dijo al verme tumbado con el miembro dispuesto a todo.
-Mamá, ahora es inútil que me ponga los calzoncillos, se me saldrá con el tamaño que tiene. - Los dos susurrábamos para que no nos pudieran escuchar. - Mami... - Le dije dispuesto a todo. - ¿Puedo masturbarme delante tuya?
-¡Estás loco! - Dijo con un grito apagado para no llamar la atención. - ¡Lo de ayer fue una locura, no se volverá a repetir!
-¡No, no! Sólo necesito masturbarme para desahogar esta presión... - Le dije.
-¡Estás loco! - Refunfuñó. - ¡Haz lo que quieras, pero no manches nada!
Empecé a acariciarme la polla y me senté en el filo de la cama mirando hacia ella. Estaba de costado y podía ver su figura, su redondo y hermoso culo. Se movió y giró la cabeza hacia mi lado, sin duda para ver lo que estaba haciendo.
-Mami. - Le dije y ella me contestó con un gruñido. - ¿Tú no te masturbas?
-¿A qué viene eso? - Dijo levantándose y apoyándose en sus codos.
-Bueno, me dijiste ayer que mi pene no esta malo, y que algunas mujeres querrían tenerlo... y hoy he visto como se han puesto las titas... pero tú que hace mucho tiempo que no estás con un hombre... ¿No necesitas desahogarte a solas?
-¡Hijo, es muy difícil hablar contigo mientras te haces eso! - Ella no apartaba la mirada de mi erecta polla y yo seguía sabiendo que a ella le gustaba.
-¿Por qué no me acompañas y nos masturbamos a la vez? - Los ojos de mi madre se abrieron de par en par al escucharme. - ¡Vamos, si te gusta lo que ves, aprovecha y desahógate tú también!
Los dos estábamos bajo la tenue luz que emitía el televisor. La puerta estaba cerrada para no molestar con el televisor. Yo abrí bien las piernas para que mi erección excitara a mi madre y después de unos segundos todo hizo efecto.
-Hijo, por lo que más quieras nunca se debe de enterar nadie de esto... - Mi madre se sentó en el filo de su cama, justo enfrente de mí y abrió sus piernas.
Pude notar que sus bragas mostraban una ligera mancha, sin duda por los flujos que su vagina había lanzado al sentirse excitada con la visión de mi polla erecta. Se las quitó y ante mí apareció su hermoso y húmedo coño.
-Mira hijo, esto es el sexo de una mujer... - Se separó sus labios y pude ver su brillante interior en el que se reflejaba la luz de la habitación. - Aquí es donde los hombres meten sus penes y hacen gozar a las mujeres, pero cuidado que si no tomas precauciones la mujer quedará embarazada.
Sentía que me iba a correr al ver el coño de mi madre totalmente abierto.
-Y esto es el clítoris... - Colocó el dedo sobre él y lo empezó. - Aquí es donde debéis tocarnos para que nos excitemos y lancemos flujos que faciliten la penetración. Podéis tocar con la mano o con la lengua... a la mayoría de las mujeres les gusta más con la lengua.
La cara de mi madre se transformó. Estaba bellísima, como siempre la había visto, pero cuando sus dedos empezaron a masturbarla, su cara era la de una diosa. Aquello no lo había imaginado en ninguna mis mejores pajas. Yo me tocaba mi polla para mantenerla dura y grande, cómo a mi adorable madre le gustaba y con cuya imagen se estaba masturbando delante de mí. Sus ojos se cerraba y volvían a abrir para ver la imagen de mi polla de nuevo. Ahora dos dedos entraban en su húmeda cueva. Necesitaba hacer aquello y en unos minutos empezó a retorcerse y a cerrar las piernas sin sacar la mano de su coño. Delante de mí y con un movimiento brusco, las abrió de par en par y de su coño salió un gran chorro de líquido que cayó en mi mano y mi polla. Se tapaba la boca para no chillar y se tumbó en la cama para acabar.
-¡Hijo... Esto que... has visto... es el orgasmo de una mujer! - Dijo para explicarme lo que le ocurría, casi sin aliento y sintiendo aún espasmos de placer.
-¡Pues me ha encantado verte así mamá! - Le comenté y agité más mi polla. Los flujos que mi madre me había lanzado desprendía un olor que me excitó más aun y mi mano se deslizaba sobre mi polla con toda facilidad. - ¡Creo que voy a tener uno ahora mismo, mamá!
Ella me miró a los ojo y sabía que mi semen iba a salir ya. Se arrodilló delante de mí y esperó a que mi polla disparase su preciado líquido sobre ella. Y así fue. Me tensé y lancé un chorro que cayó sobre su cara y su pelo. Y involuntariamente solté mi polla pues estaba en éxtasis y ella la agarró y continuó masturbándome, haciendo que mi polla soltara toda la carga que guardaba. La miré y estaba sobre ella con la boca abierta, esperando y recibiendo mi semen. Eso me llevó al cielo y sentí como la lengua de mi madre lamía los restos de semen. Mi madre permaneció de rodillas con la cabeza apoyada en mi muslo, parecía que estaba llorando.
-¡Mamá! - La llamé. - ¿Qué te pasa?
-Soy una pervertida... - Dijo entre sollozos. - No merezco vivir y estoy pervirtiendo a mi hijo.
-¡No mamá! - Le dije y casi grité. - Los dos estamos solos y tenemos que darnos todo el amor posible... aunque la gente lo llame incesto... Mamá. ¡Te quiero!
Levanté la cara de mi madre y limpié las lagrimas. Me incliné y la besé en los labios suavemente.
-¡Nadie se enterará de esto y nos amaremos en secreto!
-¡Sí hijo, yo también te quiero! - Sonrió un poco y nos dimos otro beso. - Échate junto a mi en mi cama.
Mi madre se echó de lado y yo me eché junto a ella, la abracé y ella agarró mi mano en su vientre. En mi polla podía sentir su culo desnudo. Besé su nuca y nos dormimos esa noche. Ya quedaba poco para conseguir mi "irrefrenable deseo de hacer el amor con mi madre".