Pablo, el Hetero

Un joven gay cae rendido ante los encantes de un hetero buenorro, Pablo...

17:00

Me miro en el espejo (por decimoctava vez): veo a un chico de 18 años, de 1,75 metros, de tez pálida y pelo castaño claro como mis ojos. De complexión media, algo nervioso. Me pongo desodorante y me decido a salir del apartamento. He quedado con Pablo para estudiar.

17:25

Llego empapado por la lluvia a casa de Pablo, un chico de mi clase con el que he cogido cierta confianza estos primeros días de curso. Pablo es un chaval de cuento: rubio, ojos azules, cuerpazo espectacular, hetero orgulloso y sobra mencionar lo que le cuelga de entre las piernas. Realmente no he tenido ocasión de verlo (aún) pero eso es lo que cuentan todas las chicas con las que se ha acostado, que le idolatran más allá de guardarle rencor.

Después de peinarme minuciosamente mirando mi reflejo en la pantalla del teléfono me dispongo a llamar al timbre.

Pasan apenas unos 5 segundos y aparece él detrás de la puerta taza en mano: lleva una bonita camiseta azul pero en lugar de eso, no puedo evitar fijarme en el bulto que se ciñe en sus boxers; afortunadamente él no se percata.

-Pablo: Hola tío! Pasa que está diluviando, mis padres no llegarán hasta tarde. - Yo obedezco con una sonrisa nerviosa. Entramos en el recibidor y ahora puedo observar con claridad ese culo respingón (un regalo de dios).

-Pablo: Joder, estas empapado… Ven, que te voy a dar algo. -Durante unos instantes cientos de fantasías eróticas se apoderan de mi cabeza malinterpretando el mensaje; me muerdo el labio inferior inconscientemente.

Una vez arriba me conduce hasta su habitación. Abre una cajonera del armario y me entrega una camiseta y unos pantalones cortos de pijama.

-Pablo: Toma, ponte esto, así estarás mas cómodo. Me los puedes traer mañana, tranquilo.

  • Gracias. -Replico asustado.

Torpemente empiezo a desnudarme ante su mirada impasible. El hecho de que me mire  mientras me cambio me desconcierta y me pone a la vez. Primero me saco los zapatos con los mismos pies y los dejo a un lado. Seguidamente me desabrocho el cinturón intentando no mirarle. A continuación me saco los tejanos dejándolos bruscamente en el suelo.

-Pablo: El streptease se empieza a poner interesante. -Suelta indiferente.

Por un momento tengo serias dudas sobre que contestar. De poco me da un ataque al corazón. Finalmente me decanto por esbozar una amplia sonrisa dejando ver mis hoyuelos.

Me pongo con la máxima rapidez los pantalones y me giro para sacarme la camiseta.

-Pablo: ¿Porque te giras, tío? Anda dejame ver, no seas vergonzoso

Me giro lentamente lleno de inseguridad.

-Pablo: ¡Wow! No sabía que ibas al gimansio. - Antes de poder contestarle negativamente extiende el brazo derecho y me acaricia el vientre suavemente.

En ese momento me quedo paralizado. Estoy casi desnudo y tengo al tío mas bueno del  instituto delante mio acariciándome. En un mismo momento tengo miles de ideas revoloteando en mi cabeza, entre ellas se encuentra la de besarle.

Antes de poder decidirme se da media vuelta y me suelta:

  • Vamos, acaba de vestirte. Que el examen de Filosofía es mañana y aún no te sabes nada.

Después de procesar en mi cerebro todo lo ocurrido me apresuro a vestirme y bajo las escaleras hasta la cocina: donde me espera con el libro ya abierto.

Durante al menos veinte minutos permanecemos en silencio: él estudia, yo hago ver que estudio mientras mis ojos hacen pequeñas escapadas hacia sus labios carnosos, perfectos, mientras imagino y fantaseo con su sabor.

18:00

Pablo se levanta de la silla y de repente apoya su mano en mi hombro.

-Pablo: ¡Bua, que hambre! ¿Qué quieres comer? - Si tu supieras… Pienso.

-Yo: No lo sé, lo que tu quieras. - Respondo en tono bajo y tembloroso.

-Pablo: ¡Si fuera por mi me comerías el rabo! Tío hace una semana que no me la chupan. - Suelta mientras se agarra el paquete entre risas.

En ese mismo instante siento la necesidad fisiológica de arrodillarme y bajarle los bóxeres, pero me abstengo. Río, ya que es lo único que se me ocurre.

Puedo notar una gran erección en su bóxer; acto seguido se mete una mano dentro mientras sujeta con la otra y se saca un pedazo de rabo parecido a un pepino: debe de medir unos 23 centímetros y unos 4 o 5 centímetros de grosor.

-Pablo: ¡Venga, ya tienes merienda para un mes chaval!

Tras oír sus palabras no puedo resistirme y me levanto de la silla. Tembloroso, me arrodillo mientras con una mano puedo notar el calor de su polla.

-Pablo: Lo sabía desde el momento en que te vi. - Dice esbozando una leve sonrisa de satisfacción.

Sin ni pensarlo me la meto toda en la boca, con ciertas dificultades; el gime de placer. Ahora sin manos empiezo a mamársela en un vaivén incontrolable. En a penas un minuto me ha llenado la boca de líquido pre-seminal del que, como si de oro se tratase, no desperdicio ni gota. No puedo evitar tampoco el palpar su glorioso culo, ahora libre, cosa que a el no parece importarle.

Bruscamente, me coge de la camiseta y me empuja hacia el sofá, tumbándome. Antes de yo poder levantarme, se sube al sofá y poniendo un pie en cada lado de mi cara se agacha disponiéndose a follarme la boca.

Obviamente no me puedo negar a tal placer, abro la boca mientras el agarra su enorme rabo apuntando hacia mi garganta. En un rápido movimiento me lo mete lo más al fondo que puede, mi garganta responde con una arcada que lejos de preocuparle le incita a volver a intentarlo.

Finalmente logro aguantar mis impulsos y disfruto de su enorme pene recorriendo mi tráquea una y otra vez mientras el pone una cara de placer que nunca antes había visto. Cada vez me embiste con más y mas fuerza produciéndome un placer indescriptible.

-Pablo: ¿Quieres que me corra dentro, eh putita?

Antes de poder negar con la cabeza, un mar de lefa caliente me inunda la boca. Uno, dos, tres, hasta cuatro chorrazos llego a contar antes de escupirlo todo en el fregadero.

-Pablo: ¡Joder, tenia los huevos a punto de reventar! La chupas muy bien… A partir de ahora te dejarás hacer lo que yo diga cuando yo diga si no quieres que nadie se entere que eres maricón ¿si? -Dice amenazante.

Yo asiento con indignación.

-Pablo: Así me gusta. Como me entere de que se lo dices a alguien te mato. Aunque no creo que lo hagas si quieres seguir disfrutando de mi pollón… - Me dice con total seguridad.

Me jodía reconocerlo, pero tenía razón. De todos modos, no tenia la intención de contar eso nunca, ni tenía a quien contárselo.

-Pablo: ¡Ahora pirate! Y el Lunes te quiero depilado para poder petarte bien el ojete… ¡Vas a disfrutar como una perra!

23:00

Después de la mejor paja de mi vida y tres horas estirado en la cama, los remordimientos por lo que había hecho y por lo que consecuentemente tendría que repetir me remordían por dentro. Pero a la vez había disfrutado del mejor “sexo” (si así  se le puede llamar) de mi vida y no tendría ningún problema en repetirlo en caliente.

El resto del curso me esperaban los mejores polvos de mi vida a manos de un hetero buenorro. Esa noche no pude dormir pensando en lo que sentiría cuando me pentrase.