Pa morbo, Pancorbo. Parte II.
Ahora Lorena nos cuenta cómo le fue a ella con Beni. Sexo en el monte con final... ¿feliz?
Pa’ morbo, Pancorbo. Parte II.
Autor: Lorena.
mariolorena40historias@gmail.com
Ya os ha contado Mario en la primera parte cómo fue el recibimiento que nos hicieron Beni e Inés en Pancorbo. Lo del vídeo de la mamada fue impresionante, hizo que llegara con las bragas empapadas a nuestra cita.
Aunque nos habíamos intercambiado fotos y vídeos, el momento de verse cara a cara es muy importante para saber si puede haber química o no. Y en este caso fue todo como la seda ya que congeniamos muy bien desde el primer momento. Parecía como si nos conociéramos de hace tiempo.
Reconozco que mi corazón latía acelerado, nervioso por lo que pudiera pasar.
Al principio fuimos caminando los cuatro casi en paralelo. No pude evitar fijarme en Beni, en su forma de moverse, de hablar, de gestualizar… Me pareció muy atractivo. Y claro, me venía a la cabeza su miembro, que solo unos minutos antes había estado entrando y saliendo de la boca de la mujer que caminaba a su lado. Y claro, también me fijé en los labios carnosos de Inés y pensé en todo el placer que nos podrían dar a Mario y a mí.
Pues eso, que comencé la ruta súper cachonda.
Cuando se estrechó el camino Inés y yo nos pusimos delante y comenzamos a charlar mientras íbamos ascendiendo. Me dijo que estaban muy ilusionados con nosotros y que estaban muy contentos de haber podido quedar.
Me ha impresionado lo de la mamada – comenté a Inés – Me ponen mucho tus labios. ¿Qué más habéis hecho?
Yo estaba dispuesta a todo, pero Beni ha preferido esperar. Supongo que querrá cogerte con todas sus fuerzas – me contestó riendo y agradecida.
¡Qué miedo! O sea, que te has quedado con ganas…
Estoy como un volcán a punto de explotar – me dijo mientras me acariciaba el culo.
Entre risas llegamos a un cruce de caminos y ahí esperamos a nuestros hombres.
Cuando llegaron, Inés cogió del brazo a mi marido y comenzaron a andar. Beni y yo seguimos detrás de ellos pero a un ritmo menor. Además, Beni se paraba de vez en cuando mientras hablábamos. Estaba claro que quería que nos distanciáramos de ellos.
Al llegar al alto nos paramos a contemplar el entorno. De verdad, merece la pena subir hasta ahí para disfrutar de las vistas.
Vimos como Mario e Inés entraron a las ruinas de la fortaleza pero nosotros nos quedamos un poco más mirando al infinito sintiendo la suave brisa fresca acariciando nuestras caras.
Estaba disfrutando de las vistas cuando Beni se colocó tras de mi y me agarró por la cintura con sus grandes manos. Apoyó su cabeza junto a la mía y me susurró al oído: “te deseo”.
En ese momento me entró un escalofrío por todo el cuerpo, especialmente en mis partes íntimas, y mi corazón se aceleró.
Beni me giró hacia él, nos miramos un momento y nos besamos. Al principio fueron pequeños picos, como pellizcando nuestros labios, pero en seguida comenzamos a besarnos con ganas, dejando que nuestras lenguas jugaran una con la otra. Yo en ese momento ya estaba que me derretía.
Enseguida Beni comenzó a acariciar mi cuerpo. Primero bajó una de sus manos para acariciar mi culo. Ahí se recreó un rato hasta que subió a acariciar uno de mis pechos. Me costaba respirar con normalidad. Estaba súper excitada. Entonces yo también comencé a acariciarle. Primero el pecho, luego su paquete. Aunque le tocaba por encima del pantalón notaba perfectamente lo excitado que estaba.
Beni no tardó en meter su mano en mi entrepierna. Los dos nos estuvimos sobando durante un buen rato mientras nos besábamos con ganas. De repente era como si estuviéramos en otro mundo, los dos solos.
Un ruido nos hizo volver a la realidad. Un grupo de jóvenes estaba llegando a la fortaleza desde el otro lado del monte. No nos vieron pero aprovechamos la parada para colocarnos detrás de unos arbustos, junto a unas rocas.
Estar en sitios donde nos pueden ver me pone nerviosa y no me deja disfrutar como debiera, pero ese día no me afectó para nada, estaba súper excitada. No podía desaprovechar el cuerpazo que tenía delante.
Con decisión desabroché el pantalón de mi amante y salió como un resorte su pollón. Me quedé embobada mirando sus formas, su gran tamaño… me arrodillé y me la metí en la boca.
Beni gimió de placer y se dispuso a disfrutar de mi mamada. Mientras recorría con mi lengua el capullo o mientras me la tragaba hasta donde mi garganta lo permitía, me acordaba de la felación que hizo Inés a esta misma polla justo antes de que llegáramos. El visualizar en mi cerebro ese vídeo a la vez que chupaba me puso a mil.
No pude evitar comenzar a tocarme. Era impresionante cómo estaba de húmeda. Mientras seguía con la mamada aceleré el frotamiento sobre mi clítoris hasta que mis piernas empezaron a temblar. Me corrí ahí, en mitad del campo, con mi norteño deseado.
Beni me levantó y me besó con ganas. Sin decir nada intentó bajarme el pantalón pero no pudo hacerlo. Me separé un poco para sentarme en una de las rocas. Me descalcé y me quité las mallas.
Beni seguía con los pantalones por los tobillos y se acercó a mí andando de forma graciosa mientras se ponía el condón.
Según estaba sentada en la roca no tuve nada más que abrir un poco las piernas para facilitar a Beni que entrara dentro de mí. Y así lo hizo.
Al principio Beni se recreó metiendo y sacando su miembro despacio. Lo introducía hasta el fondo, lentamente, y lo volvía a sacar casi por completo. Y así varias veces mientras miraba nuestros sexos embobado. Al rato levantó la mirada y se dejó caer sobre mí. Volvió a besarme lentamente, al ritmo del movimiento de su cadera, lento.
¡¡Qué pasada besar a ese hombretón tan buenorro en mitad del monte mientras te tiene empotrada contra unas rocas!!
Poco a poco fue acelerando. No paraba de besarme mientras me penetraba una y otra vez. Intenté cogerle del culo mientras me follaba pero al no estar en una posición muy estable no pude hacerlo. Bastante hacía con mantenerme en equilibro sobre esas rocas mientras mi amante me daba duro.
Entonces Beni paró de golpe, se separó de mí y me puso de pie. Volvimos a besarnos. Disfruté mucho de sus besos, fueron deliciosos, solo de recordar su lengua jugueteando con la mía me pongo cachonda.
Me giró y me inclinó para que me apoyara en las rocas. En seguida apuntó su polla por detrás metiéndola con facilidad. Me agarró firmemente por las caderas y empezó a bombear.
En esa posición sí pude soltar una de mis manos que fue directamente a acariciar mi clítoris. Puffff, qué pasada!!!!! No pude evitar comenzar a gemir de placer. Al oírme Beni se contagió y también dejó salir gemidos por su boca mientras seguía penetrándome a buen ritmo.
Los dos dejamos que nuestros gemidos fluyeran y fluyeran hasta que no pude más y me derretí en un nuevo orgasmo. Guauuuu, increíble!!!! Al notar que me corría Beni me dio tres o cuatro embestidas fuertes y se corrió casi a la vez que yo.
Los dos nos apoyamos en las rocas para recuperarnos del ejercicio justo cuando oímos que un nuevo grupo se acercaba por el camino.
Ocultos por unos matorrales nos pusimos a observar a los que subían a la fortaleza. También vimos a Mario e Inés que se besaban apoyados en una barandilla. Nos miramos divertidos y comenzamos a vestirnos.
Al intentar ponerme el pantalón, no sé cómo, me desequilibré y caí hacia un lado. Instintivamente eché un pie para evitar la caída con la mala suerte de que lo metí en un agujero y me torcí el tobillo.
Beni comenzó a reírse al verme caída en el suelo con el culo al aire hasta que se dio cuenta de que me había hecho bastante daño.
Pasé de estar en el séptimo cielo a maldecir mi mala suerte.
Como pude me vestí y ayudado por Beni salimos al encuentro de Mario e Inés. De ahí al hospital.
Por suerte no fue gran cosa y pude recuperarme en pocos días. Eso sí, fue lo suficiente como para estropear un día que prometía mucho mucho sexo.