Otro punto de vista de nuestro primer trío

En esta oportunidad, mi esposo es quien relata nuestra experiencia sobre nuestro primer trío con su amigo. Si bien se trató de una confabulación, descubrí lo excitante que es, estar con dos hombres a la vez.

A continuación, volvemos a relatar nuestro primer trío; pero, descripto por mi esposo.

Yo lo relate en “Reencuentro de amigos” https://www.todorelatos.com/relato/153190/ ; ahora le paso el teclado a él, Ricardo, mi esposo.

La idea del trío me surgió un día de esos, que nos pasábamos todo el día en la cama, cogiendo.

En una oportunidad, comenzamos a contarnos situaciones osadas en el sexo; y, cuando mencioné el trío que había experimentado con un compañero de la facultad y su novia, Liliana, mi esposa, me contó que ella, casi accede una vez.

Cabe señalar que nos conocimos alrededor de los casi cuarenta años, y nos casamos en segundas nupcias.

No repetiré el relato de ella; ya que lo hizo en “Casi”: https://www.todorelatos.com/relato/149222/

Desde ese día, me rondó en la cabeza, casi hasta la obsesión, de compartirla con otro hombre; pero, Liliana se negaba constantemente.

Después de un par de años, habíamos incorporado un vibrador a nuestra intimidad, simulando tener un trío; o sea, le metía el vibrador en la vagina y yo la cogía por su ano. Había otro vibrador que tenía sopapa; así que, ella se lo cogía en cuatro patas, mientras me la chupaba.

La cuestión que yo observaba que lo disfrutaba mucho; por lo que, volví a la carga con la idea; pero, ella seguía negándose; hasta que un día, con algunas copas de más, mientras lo hacíamos; conseguí que me confesara, cuál sería la situación en la que accedería.

En medio de la calentura, me dijo:

Yo: Por un instante, imagínate que accedes a estar con dos hombres ¿cómo sería esa situación?

Liliana: Seguramente, después de unas cuantas copas, y accidentalmente.

Yo: No te entiendo ¿cómo accidentalmente?

Liliana: Claro, nada predeterminado; o sea, una situación en donde una cosa lleva a la otra.

Yo: Creo entenderte; pero ¿sería con dos extraños?

Liliana: Por supuesto que no, vos debes estar involucrado.

Yo: Ok; pero no logro imaginarme una situación accidental

Liliana: No sé cómo explicarlo. ¿Te acuerdas cuando íbamos a las fiestas del Club Náutico?

Yo: Claro que las recuerdo

Liliana: Se tomaba mucho y sospechábamos de algunos intercambios de parejas. ¡Qué manera de bailar! ¿te acuerdas?

Yo: Sí, claro que sí; había varias situaciones sospechosas; pero, ¿cuál sería el accidente?

Liliana: En el grupo había más hombres que mujeres; así que, imagínate que alguno nos hubiera invitado a su velero, a terminar la noche con bebida blanca; entonces, vos caliente, metiéndome mano; y, que cosa llevara a otra.

Yo: Ahora sí entiendo.

En ese momento, cuando conversábamos, estábamos cogiendo; y recuerdo que, al escucharla describiendo la situación “accidental”, la inundé con una cantidad de leche inusual.

A partir de ese día, comencé a diseñar una “situación accidental”; pero, nuestras salidas eran ir a cenar; a veces ver un espectáculo y terminar en un hotel para parejas. Era muy difícil que se diera ese tipo de situaciones.

Después de unas semanas, me encontré con un amigo de toda la vida, Edy. Mientras bebíamos unas cervezas, me atreví a confesarle que quería compartir a mi mujer, con otro hombre. Él abrió los ojos como el dos de oro y se quedó mudo.

Luego, le conté los detalles de la conversación con mi esposa y la idea de crear una situación accidental, le pregunté:

Yo: ¿te prenderías?

Cabe aclarar que Edy está casado, hace más años que nosotros; pero, sé que ha observado a Liliana con deseo, más de una oportunidad.

Edy: ¿Yo? ¿Por qué yo?

Yo: ¿No te cogerías a Liliana?

Edy: ¡Por supuesto! Uy, perdón por mi euforia.

Yo: Sé que la has mirado con ganas; así que, ahorrémonos aclaraciones.

Edy: Pero ¿ella querrá?

Yo: Te vuelvo a repetir, debe ser una situación accidental ¿no entendiste lo que te conté?

Edy: Sí, perdón, te entendí; pero, me tomas de sorpresa y no se me ocurre nada. Jamás se me pasó por la mente seducirla, es tu esposa ¡Hermano!

Yo: Bueno, pensemos en algo.

Luego de un par de días, Edy me llamó para saber cómo andaba; lo cual, me causó gracia; estaba seguro que me llamaba, para ver si se me había ocurrido algo. Era evidente, que deseaba cogerse a mi mujer; así que, lo invité a tomar una cerveza después de la oficina.

Cuando nos encontramos en el bar, después de hablar algunas pavadas sobre los partidos de futbol, del fin de semana, le pregunté:

Yo: ¿Pensaste en algo?

Edy: Para nada, no la conozco como para pergeñar algo.

Yo: ¿Qué te parece si te invito a cenar a casa?

Edy: ¿y piensas con eso que ya está?

Yo: No, para nada; pero, es el lugar en donde podremos crear alguna situación. ¿qué te parece?

Edy: Si tú lo dices. ¿y luego qué?

Yo: Mejor te caes de sorpresa, y yo te invito a cenar.

Edy: ¿Por qué el cambio de idea?

Yo: De esta manera, podré provocarla y ponerla cachonda durante la tarde, previo a la cena.

Edy: Pero, no me va a maldecir por caer así.

Yo: Probablemente; pero, debemos inventar un imponderable, para justificar tu llegada sin aviso. Piensa en algo.

Edy: No se me ocurre nada.

Yo: ¿Qué pasa? ¿No te quieres coger a mi mujer?

Edy: ¡Por supuesto! Uy, perdón. No quería decirlo tan efusivamente.

Yo: Entonces, ¡Piensa!

Edy: ¿Si expreso que mi mujer me dejó por otro?

Yo: ¿Por qué funcionaría eso?

Edy: Las mujeres tienen instinto maternal, y quizás me entienda porque me presenté de sorpresa.

Yo: Viéndolo así, podría funcionar. Ok, quedamos así, te espero el próximo sábado, a la hora de la cena.

Con el correr de los días, mi ansiedad crecía, y para calmarla, le enviaba mensajes de WhatsApp a mi esposa, prometiéndole el mejor sexo de su vida para el sábado. Ella me calificaba de chiquilín; ya que, era nuestro día de desenfreno, desde hacía varios años.

Además, los mensajes de WhatsApp de Edy, comentando lo nervioso que estaba, y yo soportando, entre su pesimismo de que iba a salir mal, y su entusiasmo por la noche que pasaríamos.

Cuando llegó el sábado, sentía que ambas cabezas, me iban a explotar. La que tengo sobre los hombros, porque había repasado una y otra vez, la dialéctica que debía darse antes, durante y luego de la cena. La cabeza que llevo entre las piernas, estaba a punto de estallar, por las imágenes en mi mente, de tenerla entre Edy y yo, penetrándola por detrás y por delante.

Así que después de desayunar, me dediqué a los quehaceres hogareños, comenzando por cortar el césped.

A media mañana, Liliana salía hacia el supermercado; pero, al verme en el jardín, vino directamente hacia mí.

Liliana: ¿Qué organizamos para nuestra noche?

Yo: Pensaba quedarnos en casa, pedir delivery para la cena, y luego nos vamos a pasar la noche a un hotel ¿qué te parece?

Liliana: Me parece bárbaro; entonces hago compras para mañana y algunas cosas que me faltan en la casa. ¡Hasta luego!

Nos dimos un beso y la veo alejarse hacia el auto.

Al querer retomar mis tareas de jardinería, noto que me explotan los huevos, ya no aguantaba más; así que, me metí en el garaje y me masturbé hasta descargar lo acumulado.

Cerca del mediodía, yacía en el sofá del living, saboreando una cerveza; cuando Liliana entró con bolsas en ambas manos.

Liliana: ¡Qué lindo te quedó el jardín! Mira lo que me compré.

Y retira de una de las bolsas, un vestido negro con breteles finitos, y cuando me la imaginaba luciéndolo, me interrumpe.

Liliana: Lo estrenaré esta noche.

Yo: ¿lo usarás con medias y tacos?

Liliana: Por supuesto, como te gusta a vos.

Después de almorzar, me recosté en la cama para dormir un rato; pero, no lo logré, por pensar en lo que podía suceder por la noche.

Con la caída del sol, siento la lluvia del baño; deduciendo que mi esposa comenzaba por darse una ducha y a prepararse.

Al salir envuelta en una toalla, me pregunta:

Liliana: ¿Qué pediremos para cenar?

Yo: Ya me fijo

Así que tomé mi móvil, para ver las opciones; pero, de reojo observo como ella se coloca una tanga negra y se calza el vestido, observándose frente al espejo.

Liliana: ¿Cómo me queda?

Yo: ¡Espectacular!

Ella continúa colocándose las medias negras de liga siliconada, y finalmente se sube a sus finos tacos.

Liliana: ¿Necesitas el baño? Porque comenzaré a maquillarme.

Yo: Iba a ducharme, después de elegir la cena ¿lo haces por mí?

Liliana: ¿De qué tienes ganas?

Me levanto de la cama, rumbo al baño y le respondo:

Yo: No puedo pensar en ello.

Liliana: ¡Ufa! ¿Te parece una trucha ahumada con ensalada?

Cuando paso al lado de ella, le susurro al oído.

Yo: ¡Perfecto! ¿Usarás los juguetes motivacionales?

Liliana: Ja. Ja. Ja ¿Cuál?

Yo: Ambos. ¡Iré por todos tus agujeros esta noche!

Cabe aclarar que los juguetes motivacionales son un dildo para el ano; ya que, lo tiene muy cerrado, y un vibrador con forma de huevo, color rosa, que se introduce en la cavidad vaginal, y realiza vibraciones, comandadas a remoto desde una aplicación en el teléfono móvil, eso la humedece y la pone a full.

Después de la ducha, vuelvo a la cama y saco una foto con mi móvil, de ellas maquillándose frente al espejo, parada en punta de pies e inclinada hacia adelante, para acercarse a la iluminación, lo que provocaba parar su cola, y la parte trasera de su vestido se levantada, mostrando el borde de sus medias. Casi una foto de estudio. Y se la envío a Edy.

Él me contesta de inmediato:

Edy: No te imaginas como estoy, espero tu señal para llegar.

Yo: Ok 👍

Le pregunto a mi esposa:

Yo: ¿Pediste el delivery de la cena?

Liliana: Sí, está todo listo, en una hora lo traen. Voy a bajar a preparar la mesa.

Yo: Ok, enseguida bajo y te ayudo.

Termino de cambiarme y desde mi teléfono, pruebo la App del vibrador, hasta que escucho un grito desde la planta baja.

Liliana: ¡Basta! Te dije que esperaras hasta estar sentados y cenando. Así no puedo hacer nada.

Yo: ¡Perdón! Sólo era una prueba.

Al bajar, ayudo a mi esposa a terminar de arreglar la mesa. Ella tomó velas decorativas y un arreglo floral, evidentemente esperaba una cena muy romántica.

Yo aprovechaba cuando ella pasaba cerca, para meterle alguna mano; la cual, esquivaba con gracia.

De repente, escuchamos el timbre de la puerta, y salgo a recibir el pedido de la cena.

Al rato, estábamos sentados uno frente al otro, disfrutando de la trucha ahumada y de una copa de vino blanco espumante, cuando le guiño el ojo y ella me sonríe; así que, tomo mi móvil para echar andar la App.

Liliana: Ponlo despacio, por favor.

Al rato, me agacho para observar por debajo de la mesa, y ella ya estaba retorciendo sus piernas, señal que se estaba excitando; así que, mando la señal a Edy y aprovecho a mencionarle:

Yo: Llevamos los juguetes al hotel ¿verdad?

Liliana: Dale, hoy creo que tendremos sexo toda la noche.

De repente, suena el timbre de calle y nos miramos sorprendidos.

Yo: Debe ser el pibe del delivery, que se olvidó algo.

Y voy hacia la puerta.

Al regreso, veo la cara de espanto de mi esposa, al ver que venía acompañado de Edy.

Yo: Pasa y siéntate.

Edy: ¡Uy! Creo que vine en mal momento. Veo que van a tener una cena romántica.

Yo: Sí, pero cuéntanos que te pasó.

Edy: Mi mujer me dejó; pero, se los cuento otro día.

Yo: No, siéntate y toma una copa de vino, la debes estar pasando terrible. No te importa Lili ¿verdad?

Liliana: Por favor, ¡qué terrible! Siéntate.

Ella me mira fijo, y señalando con los ojos a mi teléfono, para que desconecte la App; podía sentir que sus rodillas se rozaban de goce; pero, yo me hago el distraído, como que no entendía lo que me quería decir.

Yo: ¿Cuándo pasó? ¿Por qué Edy? Se los veía felices últimamente.

Edy hace un fondo blanco de la copa e intenta ponerse melodramático.

Edy: No sé qué pasó, pensé que estábamos bien; pero, me dejó una nota y luego un mensaje de WhatsApp, diciéndome que la perdonara, que había conocido otro hombre.

Liliana: ¡Oh!

Escucho un gemido simulado de Liliana, y de repente, se levanta y me manotea el teléfono, cerrando la App.

Liliana: Perdón Ricardo; pero esto es grave, mejor silenciamos tu celular.

Yo: Tienes razón. ¿Así de repente Edy? ¿No estaban teniendo sexo?

Liliana: Por favor Ricardo, ¿qué pregunta es esa?

Él se toma una segunda copa de vino, haciendo nuevamente, fondo blanco y expresando su placer.

Edy: No te preocupes Liliana, tenemos confianza. Es verdad, últimamente estaba muy abocado al trabajo y no estábamos disfrutando de nuestra intimidad.

Yo: ¡Qué cagada hermano! ¿Cómo descuidaste a tu mujer?

Edy: No me di cuenta amigo.

De repente, Liliana se levanta y antes que se retire de la mesa, me incorporo y le pregunto:

Yo: ¿Qué precisas?

Liliana: Iba a traer más vino.

Me acerco a ella y me susurra al oído:

Liliana: Voy al baño y traigo más vino.

Sabía que deseaba quitarse los vibradores, entendí que le molestaran y que estaría pensando que la noche estaba perdida; así que, le pido que vuelva a sentarse.

Yo: No te molestes, yo lo busco; mientras tanto, consuela a nuestro amigo.

Liliana no sabía qué hacer, y de la galera le dice:

Liliana: Busca la manera de hablar con ella, no creo que tire por la borda tantos años de matrimonio; quizás es una aventura para hacerte reaccionar.

Edy: Quisiera tener las fuerzas para hacerlo; pero, el solo pensar que debe estar revolcándose con otro…

Liliana: ¿No la perdonarías?

Edy: No sé, ponte en mi lugar.

Regreso a la mesa con más vino y lleno las copas. Ni bien termino, Edy nuevamente la vacía de un sorbo; y pensé, este se va emborrachar y estropear el plan.

Yo: no bebas tanto Edy, que no vas a solucionar nada. ¿No quieres comer algo mejor?

Edy: No tengo apetito.

Yo: Ven, recuéstate en el sofá y descansa, has tenido un día terrible.

Así que, lo tomo del brazo y me lo llevo a la sala de estar, susurrándole al oído:

Yo: ¿Quieres ponerte en pedo y arruinarlo?

Edy: ¡No! Para nada.

Yo: Siéntate en el sofá y hazte el dormido.

Lo acomodo y le enciendo el televisor; y a continuación regreso a la mesa, mirando a Liliana y encogiéndome de hombros, le digo:

Yo: ¡Pobre Edy!

Liliana: Sí, se lo ve fatal.

Yo: Comamos que ya debe estar todo frío.

Mientras cenábamos, traté de retomar nuestra anterior conversación.

Yo: Vamos a dejarlo dormir en el sofá ¿Te parece?

Liliana: Ok; pero, tengo que sacarme los juguetes de encima.

Yo: No, espera. Sigamos con nuestro plan.

Liliana: ¿Te volviste loco?

Yo: ¿Por qué? Seguramente Edy va a dormir hasta mañana o ¿quieres que lo eche?

Liliana: No. Cómo se te ocurre, después de lo que le pasó.

Mientras conversábamos como iba a continuar la noche, volví a encender la App; y ella esbozó una sonrisa.

Al culminar con el postre, nos dimos cuenta que habíamos bebido demasiado; ya que, al levantarnos de la mesa, para recoger los trastos, experimentábamos una inestabilidad al intentarlo.

Yo: Lili, dejemos la mesa como está, mañana recogeremos todo y limpiaremos, total es domingo.

Liliana: Ok, será mejor así.

La tomo del brazo y le digo:

Yo: Veamos cómo se encuentra nuestro invitado sorpresa.

Así que nos dirigimos hacia la sala de estar.

Al llegar, mi esposa exclamó:

Liliana: ¡Qué le pusiste en la TV!

Yo sonrío y le respondo:

Yo: Que tiene de malo un poco de pornografía; de cualquier manera, ni bien se sentó, quedó profundamente dormido; así que, no ha visto nada.

Parados ambos al lado del sofá, verificamos que Edy estaba despatarrado y simulando dormir profundamente. En el televisor estaba pasando un video sobre un trío, compuesto por una mujer y dos hombres, según lo acordado con Edy.

Yo: ¿Nos sentamos un rato? Luego subimos a la habitación.

Liliana: Pero si Edy se despierta.

Silencio el televisor y la tomo del brazo para sentarla en el sofá. Tiene cuatro plazas el sofá; Edy estaba en un extremo, enfrente a la TV; luego, siento a mi esposa en el medio, dejando una plaza libre, entre ella y Edy; y yo, me ubico en el otro extremo del sofá.

Observo que sus piernas se frotaban, seguramente por la acción del vibrador; así que, le paso mi brazo derecho por encima del hombro, y la mano izquierda la apoyo sobre su muslo izquierdo, acariciándolo.

Mientras observábamos de costado, el desarrollo del trío en la TV, intento subir mi mano, por debajo de su falda; pero, ella me lo impide, reteniendo el ruedo del vestido. Deseaba verificar cuán húmeda estaba.

Al rato, luego del escarceo, logró llegar a su entrepierna, comprobando que su tanga estaba empapada. Le beso de costado la mejilla, y ella gira su cabeza para besarnos profundamente. Aprovecho su defensa baja, para introducirle un dedo en su vagina, haciendo a un costado la antena del vibrador; por lo que ella, arquea su espalda por el placer.

A continuación, sacando mi brazo apoyado sobre sus hombros, para tomarle su mano izquierda y dirigirla a mi prominente bulto.

Ella se desprende de mi boca y gira su cabeza hacia Edy, para verificar que siguiera durmiendo.

Evidentemente, estaba sintiendo una especial adrenalina; así que, saco mi dedo de su vagina, y tomo la antena colita del vibrador, con mis dos dedos, para extraerlo. Se escuchó un leve sonido, como de sopapa; por lo que ella, volvió a observar a Edy.

Le susurro al oído:

Yo: Sácala, por favor.

Liliana: Aquí no, vayamos arriba.

Yo: No seas mala, esto me recalienta.

Entonces, ambos seguimos viendo el trío en la TV, y ella comenzó a bajarme el cierre de mi bragueta; pero, estoy seguro que de reojo, observaba a Edy. Cuando lo logró, introdujo su mano y tomándome la verga, con dificultad me la sacó.

Yo: Ahora, chúpamela, por favor.

Liliana: No ¡Acá ni loca!

Yo retomo la masturbación, introduciéndole dos dedos vertiginosamente; por lo que ella, gime de forma reprimida.

Vuelve a observar a Edy, y a continuación, me mira con expresión de deseo, reclinándose para comenzar su experimentado fellatio.

Por la dificultad de esa posición, retiro mis dedos de su vagina y dirijo mi mano, por encima de ella, hacia su cola, levantándole la falda, quedando su vestido a la altura de su cintura. Luego, le bajo la tanga hasta donde pude, para volver a introducirle mis dedos; por accidente, rozo el botón del dildo, que tenía introducido en su ano.

Siento su frenética mamada y su dificultad para respirar, mezclado con sus gemidos casi silenciosos. Así que, por encima de ella, le guiño el ojo a Edy, que venía observando la escena; pero, principalmente concentrado en la parte trasera de mi esposa. Me imaginé que él tenía la postal de su cola, obstaculizada por mi brazo y mis dedos en su vagina.

Obedeciendo, Edy se baja los pantalones y sus calzoncillos, sin hacer ruido.

Me sorprende su poderosa herramienta, y debo confesar que, por un momento, sentí cierto arrepentimiento por este plan; pero no podía parar, sentía a mi esposa deseosa por una penetración, disfrutaba de su deliciosa mamada y veía a Edy aproximándose, decidido a poseerla.

Edy se acerca a nosotros silenciosamente, colocándose detrás de mi esposa; él necesita agacharse, para quedar posicionado; y me mira esperando mi señal.

Pienso por última vez en mi incipiente arrepentimiento, trago saliva; pero, siento a mi mujer, como su pelvis se bambolea hacia atrás y hacia delante, acompañando mis dedos. Vuelvo a mirar a Edy, que sostiene la tremenda verga con su mano, apuntando a la vagina de mi esposa a escasos centímetros.

A pesar de parecerme una eternidad, en realidad de trataba de algunos segundos, cuando cierro mis ojos, en señal de vía libre para Edy. Casi no me da tiempo de retirar mis dedos; de hecho, me rozó con su miembro.

Con dificultad Edy introduce su glande y Liliana deja de mamarme, para mirarme fijo a los ojos, con una expresión atónita. Luego, gira su cabeza, mirando sobre sus hombros, para descubrir lo que estaba sucediendo. Por milisegundos descubre la humanidad de Edy, detrás de ella; y vuelve a mirarme fijo a los ojos.

Creo que la mezcla del alcohol, las imágenes del trío en la TV y la excitación, le quitan a ella, la capacidad de reacción; pero, me mira como diciéndome: “¿qué pergeñaste?”.

Al minuto, observo que entreabre su boca, y me imagino que es producto de la verga de Edy, abriéndose camino, en la vagina de mi esposa. Así que, llevó mi mano a su nuca, para insinuar que continúe con su mamada.

Al comienzo se resiste, sin abandonar su mirada fija en mis ojos; pero, de repente cierra sus ojos y se deja llevar por el peso de mi mano, para retomar su mamada.

El plan estaba resultando; ahí estábamos los tres, comenzando una noche lujuriosa.

Liliana me abandona, dejándome de chupar, para liberar sus gemidos; esta vez, sin reprimirlos; y por momentos, sonaban hasta estruendosos.

No era para menos, Edy ya la tomaba de sus caderas, con su pierna izquierda sobre el sofá, en una posición cómoda, llevándola hacia sí, para penetrarla con toda su longitud de carne.

Quería imaginarme el goce de Liliana, al sentir una verga más grande que la mía.

Ella continúa con su fellatio; pero, con notorias dificultades de respiración, que le impedían gemir libremente.

Así, estuvimos un rato, hasta que ella estalló en un orgasmo, gimiendo profundo; entonces, le susurro al oído si ahora quería subir. Ella asintió con la cabeza; así que, nos incorporamos, la tomé de la mano y nos dirigimos hacia la habitación. Me di cuenta que iba con la cabeza hacia abajo, y no se atrevía mirarlo a Edy; probablemente sentía algo de vergüenza aún.

Al llegar, me paro frente a ella, tomándola de las mejillas, besándola y diciéndole:

Yo: ¿Todo bien mi amor? Vamos a disfrutar de este momento.

Ella asiente con la cabeza, y la sigo besando profundamente, mientras le corro los breteles del vestido, deslizándolos por sus hombros; hasta que caen por su propio peso. Su vestido negro, que, si bien era de una tela liviana sedosa, por acción de la gravedad, cae hasta sus pies, quedando al desnudo su hermosa figura, protegida sólo por sus medias de liga y su tanga desacomodada anteriormente.

Hasta ese instante, mis manos estaban sobre sus mejillas; pero, decido bajar mi mano derecha hacia su entrepierna, comprobando su humedad; y ella, reaccionando a mi tacto; pero, dejándome jugar.

Edy, que estaba parado detrás de ella, expectante; le guiño un ojo, como dando permiso de avanzar; entonces él, estiró sus brazos, para posar sus manos sobre los pechos de Liliana, que, al sentirlas, suspiró.

Así, estuvimos un rato, acariciándola y recorriendo con nuestras manos, su contorneada figura, intentando que se relajara, pero que también se excitara.

Acto seguido, la tomé de la parte superior de sus brazos, para dirigirla y sentarla en el borde de la cama. Ella no se resistió; de hecho, levantó suavemente sus tacos, para no tropezar con su vestido, que yacía a sus pies.

Una vez sentada, yo jugué con sus pezones; mientras que, Edy y yo, nos despojábamos de la ropa, quedando desnudos y parados frente a ella.

Liliana nos observó, mirándonos a los ojos, de forma alternada.

Me acerqué un poco más, para que mi verga quedara cerca de su boca; luego, Edy me imitó.

Mi esposa me tomó el mástil con una mano, y mirándome fijo a los ojos, comenzó a besarme el glande; mientras que Edy, se agachó para tomarle la mano libre, y dirigirla hacia su miembro.

Liliana nos mamó por un rato, como sólo ella sabe hacerlo.

Después, la volví a tomar de la parte superior de sus brazos, para recostarla de espaldas en la cama, y le separé las piernas, zambulléndome en su entrepierna con mi cabeza, para practicarle un cunnilingus amoroso.

Mientras tanto, Edy se subió a la cama y se acomodó, para que mi esposa se la siga mamando.

A esta altura, se la escuchaba a ella, gemir libremente.

Al rato, le pedí a Edy que se recostara de espaldas, y a Liliana que se lo montara. Ambos obedecieron, como si fueran niños “boy scout”. Yo me quedo observándolos, principalmente a mi esposa, que comenzaba a cabalgar, ya despojada de pudor y entregándose al placer; si bien, intentaba ubicarme con la mirada; pero, se lo dificultaba por estar detrás, a su espalda.

La escena me excitó de tal manera, que tomé el botón del dildo, que aún estaba alojado en su ano. Al retirarlo, ella suspiró aliviada y observo la apertura de su agujero; que, sin pensarlo, me lanzo con mi lanza, para penetrarla.

Ella esgrime un grito sordo, y ya se le dificulta cabalgar como una jineta de saltos; ya que, el peso de mi cuerpo, yacía sobre su espalda; y mis dos manos, masajeaban sus pechos.

Liliana ya no estaba erguida, sino casi apoyada sobre el pecho de Edy; así que él, la besaba con desenfreno. Ahora, ambos éramos los encargados de hacer el trabajo, de entrar y salir de sus agujeros inferiores.

Era tanto el deseo y la excitación acumulada, por concretar ese momento, que no tardamos mucho tiempo en explotar. Fue tan increíble sentir que, en una fracción de segundos, los tres experimentábamos profundos orgasmos. Edy y yo, la inundamos casi a la par, y Liliana, a continuación, tenía su segundo orgasmo de la noche, evidenciado por gemidos ahogados; y luego, estallando en una risa liberadora.

Al escucharla reír, pensé que estaría pensando porque había dejado pasar tanto tiempo de concretar un trío, porque se había resistido tanto; en fin, seguro que se lo preguntaré al día siguiente o en la próxima oportunidad, cuando hablemos de lo ocurrido esta noche.

Deshicimos la posición, quedando los tres de espaldas sobre la cama; pero, cada uno sabía, que la calentura no se había calmado.

Sin habernos puesto de acuerdo, Edy y yo, tomamos cada uno, una mano de ella y la dirigimos a nuestros semi flácidos miembros. Entonces, Liliana comenzó a masturbarnos, recuperando rápidamente la erección.

Sabiendo que la verga de Edy era más grande que la mía, asumo que no intercambiaríamos de agujero; así que le indico a él:

Yo: Edy, recuéstate sobre tu lado.

Él obedece, y se gira, quedando recostado sobre su brazo izquierdo, y continúo:

Yo: Amor, cógelo de costado.

Y ayudo a mi esposa a girarse. Ambos con sus manos, dirigen la verga de Edy, para introducirla en la vagina. Liliana pasa una pierna por encima de la de Edy, para mejorar la apertura de sus piernas, comenzando a coger nuevamente.

Cuando ellos logran un ritmo acompasado, yo me acomodo por detrás de Liliana, y suavemente vuelvo a metérsela en su ano.

En esta oportunidad, estuvimos un rato más prolongado; disfrutando de la doble penetración, ya sin los nervios del debut. Edy y yo la besábamos y acariciábamos como podíamos; y ella, respondía de forma alternada, sin preocuparse por hacerlo de forma democrática.

Esta vez, no acabamos al unísono; por lo que, al no desaparecer la erección, Edy y yo, seguimos entrándole y saliendo, con movimientos en círculos, sacándola por completo y estocándola frenéticamente; lo que le arrancó varios orgasmos a Liliana; de hecho, uno de ellos, fue tipo ametralladora, que los manifestó de forma desenfrenada.

Después de casi media hora, yo acababa muy poco semen y me salgo exhausto, yaciendo de espaldas en la cama.

Pero Edy, parecía inagotable; por lo que, al enterarse de que yo estaba fuera de juego, sin sacarla, giró con ella encima, para quedar de espaldas y darle libertad a Liliana.

Yo me quedé observándola, como ella aprovechaba con su vagina, recorrería toda la longitud de esa formidable verga. Lograron estar otro buen rato así; y yo, le contabilicé a Liliana, un par de orgasmos más, hasta que gimió Edy, dando señal de su acabada.

Edy: ¡Dios! ¡Qué pedazo de mujer tienes hermano!

Liliana empapada de sudor, se desmonta, para caer de espaldas, totalmente satisfecha.

Yo me reclino y me acerco para besarla, mirándola de forma cómplice; observando las manchas blanquecinas sobre sus medias negras, en las partes internas de sus muslos. Ella me responde el beso, sonriéndome.

Edy y yo, intentamos seguir con nuestras caricias; pero, ella tenía la piel muy sensible y no lo resistía.

A los minutos, ella se queda dormida, y con los primeros rayos de sol del amanecer, Edy me dice:

Edy: ¡Estuvo increíble esto!

Yo: Sí, yo tenía dudas que sería así.

Edy: ¿Crees que lo volveremos hacer?

Yo: No lo sé; pero, sería mejor que nos dejes a solas, cuando ella despierte.

Edy: Si, si, ya me visto; pero, quería decirle a ella…

Yo: No te preocupes, yo se lo expresará.

Así que Edy, con una expresión de felicidad y satisfacción, que no podía disimular, se vistió y se retiró.

Yo me quedo observándola, como el resplandor del sol, la iba recorriendo centímetro a centímetro, hasta que el cansancio me gana, y quedo dormido.