Otro accidente

Cuando nos conocimos no se hizo el silencio, no escuché mi corazón, no pasó un ángel, ni sonaron campanas. Cuando nos conocimos lo único que sentí fue el impacto de mi cabeza contra el asfalto.

Cuando nos conocimos no se hizo el silencio, no escuché mi corazón, no pasó un ángel, ni sonaron campanas. Cuando nos conocimos lo único que sentí fue el impacto de mi cabeza contra el asfalto.

Julia, antes

Cuando salí a la calle hacía un frío espantoso. Ya era de noche, no demasiado tarde, pero el sol ya había desaparecido. Envolví mi bufanda al cuello, me cubrí la boca y comencé a caminar. Ignacio me había pedido que al menos está noche llegara temprano. Trabajo en una galería de arte y las mejores cosas comienzan a suceder al finalizar la tarde. Nunca llego a tiempo para la cena.

Miré la hora nuevamente. Si me apuraba podría pasar a ver a un artista que llevo meses intentando convencer para que exponga su trabajo en la galería. Vacilé un rato. Si lo hacía seguramente no llegaría temprano como le había prometido a Ignacio. Pero es que tampoco quería llegar demasiado temprano.

Con Ignacio llevamos cinco años casados. Nos conocimos en unas vacaciones cuando coincidimos en una excursión de rafting. Era un río caudaloso y la expedición estaba destinada a un grupo avanzado. A mitad del recorrido perdimos el control del bote, la fuerza del agua hizo que se nos diera vuelta y todos salimos despedidos. La mayoría fue arrastrada corriente abajo, en cambio yo quedé atrapada en un remolino. Ignacio fue quien me rescató y me sacó del río.

Cada vez que contamos la anécdota a todos les parece maravillosa y romántica. Pero yo no soy Kate Winslet, ni Ignacio, Leonardo DiCaprio. Así que lo que parecía una historia de amor eterno, terminó por convertirse en una vida plagada de aburridas rutinas, pocas cosas en común y horarios a contramano. Ignacio es ingeniero, yo licenciada en arte. Pocas son las cosas que compartimos y pocas son mis ganas de querer compartirlas.

Concluí que lo mejor sería abandonar mis intenciones de visitar aquel artista e intentar llegar temprano a casa como lo había prometido. Después de todo, Ignacio estaba intentado recuperar lo que alguna vez tuvimos, en cambio yo estaba siendo egoísta y no hacía ningún esfuerzo. No era justo dejarlo plantado con la cena.

Tan abstraída estaba en mis pensamientos que no noté que el semáforo estaba en rojo para cruzar la avenida. No me detuve y a mitad de la calle sólo alcance a ver unas luces que venían hacia mí, escuché un agudo chirrido de neumáticos resbalando sobre el asfalto y luego todo se apago. Esta noche tampoco llegaría temprano...

Ana, después

  • Nombre y apellido completo? – preguntó el agente de policía
  • Ana Eskarne Hernandorena… - contesté abrumada

Todo había pasado en un segundo! Accioné los frenos apenas la vi, pero fue imposible evitar el impacto. Mi auto alcanzó su cuerpo haciéndolo volar sobre el parabrisas y luego rebotar dando finalmente su cabeza contra el asfalto.

Desesperadamente busqué acudir en su auxilio desabrochando mi cinturón de seguridad y luchando con el airbag que se había activado. Cuando vi su cuerpo tendido en medio del asfalto pensé que estaba muerta.

La gente no tardó en agolparse. Un hombre decía que ya había llamado a la ambulancia y mantenía despejada el área. Otro se percató de mi presencia y me preguntó si me encontraba bien. Yo no podía dejar de observar la sangre que brotaba de su cabeza:

  • La maté… - dije horrorizada tomándome la frente.
  • Está viva…, solo hay que esperar que la ambulancia no demore demasiado…
  • respondió tranquilizándome.

Llegaron dos patrulleros que se encargaron de controlar todo y de inmediato la ambulancia. Uno de los agentes me apartó del lugar y comenzó a tomarme los datos de rutina. Cuando vi que la ambulancia salía con la sirena encendida y a toda velocidad, pregunté:

  • Dónde la llevan?
  • Al hospital Fernández – me respondió
  • Tengo que ir…- dije preocupada
  • Ahora no va a poder ser, primero la va a revisar un paramédico para estar seguros que usted está bien y seguramente nos tendrá que acompañar a la seccional– me contestó

Pase por toda una serie de trámites. Verificaron que yo conducía según las normas. Me tomaron declaración y me dijeron que en principio me abrían una caratula por lesiones culposas hasta que se determinara fehacientemente como habían sido los hechos. Si se comprobaba que la victima efectivamente había sido imprudente y que la velocidad que yo llevaba estaba dentro de lo permitido, quedaba entonces liberada de cualquier responsabilidad. De todas maneras podía irme a mi casa pues hasta el momento la ley no exigía que se me retuviera allí.

Llamé a Luis, mi novio, que vino de inmediato con Gerardo, un abogado amigo. Me acosaron a preguntas, cómo estaba yo, cómo había pasado todo, qué había firmado, qué no

  • Necesito saber cómo está esa chica Luis, por favor! Llevame el hospital! – le rogué harta de preguntas.
  • No es conveniente que vayas – acotó Gerardo de inmediato – seguro ya estará la familia con ella y lo más probable es que te culpen de lo sucedido
  • Por dios Gerardo! No sé si está viva o muerta! Necesito saber algo! – dije indignada
  • Deja que yo me ocupo, voy al hospital, hablo con los médicos y te llamo – me sugirió
  • Te acompaño! Espero afuera! – se me ocurrió
  • Ana! Vamos a casa mejor, … esperamos que Gerardo nos llame…- intervino Luis

Después de mucho discutir terminamos con Luis en el auto esperando fuera del hospital que Gerardo averiguara algo. Me pareció una eternidad! Cuando regresó me contó que estaba en terapia intensiva, que tenía un par de costillas fracturadas y un traumatismo de cráneo importante. Estaba en coma, fuera de peligro, pero en coma.

  • Esta alguien con ella? – pregunté
  • El marido y creo que una hermana…, están bien, el tipo parece tranquilo, obviamente está preocupado pero no parece que vaya a perder la calma…- dijo Gerardo
  • Podré subir? Qué opinas? – pregunté buscando aprobación
  • Mejor no Anita, esperá a mañana

Nos fuimos a casa. Luis se quedó conmigo a pasar la noche. Apenas pude dormir. Me preocupaba tremendamente como estaría ella. Sabía que no era mi culpa pero no podía sacarme la imagen de su cuerpo dando contra el parabrisas y luego su cabeza en un charco de sangre.

Al día siguiente lo primero que hice fue ir al hospital. Encontré al marido sentado en el pasillo. Su cara lo decía todo. Estaba ojeroso, demacrado, seguramente había pasado la noche en vela al lado de ella. Me acerqué nerviosa buscando las palabras apropiadas para presentarme.

  • Hola, soy Ana, yo conducía el auto… - dije

El se apuró a incorporarse y me saludo educadamente. Por suerte era un hombre amable y muy razonable. Entendía cómo habían sucedido las cosas y me contó que lo único que esperaba era que ella recuperara la conciencia y saliera de esto sin secuelas.

Desde aquel momento comencé a ir todos los días al hospital. A veces estaba él, Ignacio y otras su hermana, Cecilia. Me quedaba haciéndoles compañía. Hablábamos siempre de Julia y sin darme cuenta fue conociendo casi todo de ella. Lo más extraño es que en el transcurso de casi un mes, jamás había entrado a la sala y no conocía su rostro, pero era ya casi alguien completamente familiar para mí.

  • No queres pasar conmigo un ratito, así la vez…- me sugirió Cecilia, su hermana

Accedí y cuando entré me impresionó un poco todos los aparatos que la rodeaban. Un tubo entraba por su boca, su rostro estaba pálido, ojeroso, se notaba que había adelgazado bastante. Me acerqué y atiné a tomar su mano. Cecilia por su parte le acomodaba el cabello, las almohadas y no paraba de hablarle como si ella la escuchara.

  • Voy por hielo. Le hace bien pasarle un hielo por los labios. Ya vuelvo! – me dijo dejándome sola en la habitación

Me quedé observando su cara. Parecía dormida. Tenía una nariz perfecta, sus ojos cerrados hacían suponer que eran grandes y con una mirada expresiva, en la frente se dibujaba una pequeña cicatriz de algún otro accidente seguramente menos importante. Casi sin darme cuenta, sostenía su mano entre la mía y la acariciaba suavemente. Rogaba a dios que se despertara de una vez.

  • Cuándo vas a despertar? –dije en voz alta- al menos para putearme por no esquivarte a tiempo!

Cuando acabé de decir aquello sentí una leve presión de su mano contra la mía.

  • Se movió!! – exclamé entusiasmada observando a Cecilia que acababa de entrar.

Dejó caer el hielo que traía y se acercó de inmediato. Vio lo mismo que yo. Los dedos de Julia casi imperceptiblemente presionaban mi mano. No tardaron en venir las enfermeras y un médico. A los pocos minutos yo quedé fuera de la escena, esperando en el pasillo.

Llegó Ignacio corriendo, agitado. Me abrazó feliz. Se quedó conmigo ansioso, esperando que lo dejaran pasar. No se demoró demasiado Cecilia en salir y ponernos al tanto. Volvieron a entrar con Ignacio. Julia había despertado.

Julia, después de después

No sabía dónde estaba, sólo sentía un dolor agudo en mi cabeza. No podía abrir los ojos, algo me molestaba en la garganta, mis oídos escuchaban todo como si tuviera mi cabeza sumergida bajo agua. Se escuchaba un ruido como si fuera un fuelle por donde entraba y salía aire y que se repetía de manera constante, como siguiendo un ritmo. De pronto alcanzo a escuchar una voz, apenas distingo, "cuándo vas a despertar?". Alguien está tomando mi mano. Quiero sujetarme con fuerza! Pero me cuesta demasiado. No sé porque presiento que no me va a soltar, eso me tranquiliza. Sea quien sea, le agradezco tanto que no lo haga!

No puedo creer que haya estado un mes en coma! Siento como si solo hubiesen pasado unas horas desde que vi venir el auto y el momento que desperté en el hospital. Cuando vi el rostro de mi hermana, no entendía nada pero fue como devolverme la calma.

  • Sentí tu mano y era como que me costaba un esfuerzo enorme sujetarme! – le contaba a Cecilia
  • No era mi mano, era Anita la que estaba con vos en ese momento…- me corrigió
  • Quién es Anita? – pregunté sorprendida, pensando que tal vez había perdido algo de memoria.
  • La persona que conducía el auto que te atropelló- me dijo
  • Y que hacía acá? – interrogué más sorprendida aún
  • Vino todos los días, no sabes lo preocupada que estaba! Es una chica divina, pobrecita, tenía una culpa bárbara! – dijo Cecilia
  • Pobre! Le arruine la noche! Sinceramente no sé que me pasó, me acuerdo que crucé y fue todo rapidísimo! Tengo como un flashback! Escucho el auto, veo el semáforo, vuelvo a mirar y de pronto…! Chau! Cerré transmisión!- dije sonriendo sin todavía creer todo lo que había pasado.

Pasé un tiempo más internada. Iba sintiéndome cada vez mejor. Ignacio y Cecilia me fueron contando todo lo que pasó en ese mes. La constante en cada uno de los relatos de ambos era la famosa Ana o "Anita" como le decía mi hermana. Una especie de indescriptible sensación de malestar comencé a sentir asociado a cualquier comentario que la nombrara. Era como una persona intachable, perfecta, buena…! Descubrí que tenía celos de Ignacio. Cuando él la nombraba me fastidiaba bastante. Después de todo no volvió a aparecerse desde que yo salí del coma. Era obvio que lo único que pretendía era asegurarse que yo no le hiciera un juicio.

  • Te traje unos papeles que tenes que firmar – me dijo Ignacio
  • Qué es? – pregunté
  • Nada importante. Simple rutina por el tema del accidente- me respondió alcanzándomelos

Me puse a ojearlos. Eran formularios de la compañía de seguros, papeles de mi seguro médico, leyendo a vuelo de pájaro encuentro el nombre de "Anita"

  • Ana  Eskarne Hernandorena! Cómo puede alguien llamarse  Eskarne!! Eso no es un nombre! – dije como burlándome
  • Es vasco y significa Mercedes…- dijo una voz desde la puerta de la habitación

Quería que la tierra me tragara! O entrar en coma de nuevo! Ana estaba parada frente a mí sonriendo como sintiendo vergüenza ajena. Me estaba comportando como una idiota y encima ella aparece como testigo!

  • Discúlpame! Fue muy grosero de mi parte! – se me ocurrió decir mordiéndome los labios
  • No pasa nada! Estoy acostumbrada!- dijo buscando distender la situación- es un placer verte despierta!
  • Gracias! –dije- realmente tengo que agradecerte tu preocupación, mi marido y mi hermana me dijeron que no faltaste un solo día mientras estuve en coma
  • Es lo menos que podía hacer! – dijo dejando entrever su sentimiento de culpa

Conversamos un rato más. Era una mujer muy agradable. Estimé que tendría más o menos mi edad, no más de 35. Me sentía una estúpida por haber pensado mal de ella. Me contó que después de que salí del coma no se animaba a venir porque sentía que ese era un momento para que yo estuviera con mi familia. Después de pensarlo aquel día resolvió pasar a saludarme. Me había traído un obsequió. A medida que ella hablaba y hacia cosas, más imbécil me sentía yo. Ana era como lo decía mi hermana: "una chica divina".

Se despidió dándome un abrazo.

  • No sabes cuánto me alegro que todo esto haya pasado ya! – dijo feliz
  • Igualmente espero que no desaparezcas! – dije sin pensarlo- te invito a cenar a casa a penas pueda cocinar!
  • Ok! Te tomo la palabra! – me contestó con una sonrisa

Cuando se marchó, Cecilia tomó el perfume que me había regalado Ana.

  • A ver cuál es? … Miracle de Lancôme…- dijo abriéndolo para olerlo- mmm… es riquísimo!
  • Si ya sé que es riquísimo… por eso me siento una mierda! me fui al carajo con lo que hice! Ella me viene a ver, me trae un regalo y yo tengo que hacer semejante comentario estúpido sobre su nombre??!!! –agregué recriminándome a mi misma mi comportamiento
  • Vos te crees que se acuerda de eso! Ya pasó! Anita es divina! No creo que le quede algún rencor! – aseguró mi hermana

No sé por qué me preocupaba tanto pero no quería que ella se llevara una mala impresión de mí. En cuanto esté mejor, voy a hacerle una cena que la va a dejar con la boca abierta!

Ana

Se la veía mucho mejor. Tenía razón sus ojos son grandes y expresivos. Le habrá gustado el perfume? … seguro, sino de última lo puede cambiar!

Es raro esto, que ella esté despierta. Ahora es como que extraño salir todos los días para el hospital. Parece una chica simpática. Se quería matar cuando se dio cuenta que la había escuchado burlarse de mi bendito segundo nombre vasco! La entiendo, es una tentación hacer cualquier comentario al respecto!...  Eskarne!!... no entiendo por qué mi madre no lo dejó en Mercedes y listo!

  • Mañana queres que te retire el auto del taller? – me pregunto Luis sacándome de mis pensamientos
  • Eh?... ah! Si, si – conteste
  • Fuiste al hospital hoy? –
  • Sí, por fin nos conocimos del todo, o sea, ella despierta digo…- respondí
  • Y? qué tal te cayó?- me preguntó intrigado
  • Simpatiquísima! Charlamos un ratito no más… pero parece una persona agradable. Prometió invitarme a cenar cuando apenas esté mejor…-le comenté entusiasmada
  • Y yo? No puedo ir a cenar? Es para vos sola?- pregunto Luis haciéndose el tonto mientras me abrazaba por la cintura
  • Sí! Es para mí sola! Yo fui la que la atropelló! Vos no tenes nada que ver!- contesté en broma

Esa noche salimos a cenar con unos amigos. Cuando regresamos a casa Luis se mostraba sumamente cariñoso. Era evidente que pretendía quedarse a dormir y tener sexo aquella noche. Yo me sentía particularmente excitada y lo dejé hacer.

Terminamos desnudos en la cama. Me monté sobre su cuerpo y penetrándome con su miembro comencé a balancear mis caderas buscando alcanzar el orgasmo. Cerré los ojos y se me apareció la imagen del rostro de Julia, en la cama de hospital con los ojos cerrados, su cicatriz en la frente….

La imagen me perturbó. Comencé a agitarme más violentamente sobre Luis y apoyé mis manos sobre su pecho cubierto de vellos. No me podía sacar de la cabeza a Julia, recordé cuando acaricié su mano, era suave, tibia

Procurando que Luis no notara mi turbación salí de encima de él y lo obligué a ponerse sobre mí. El continuó su faena de macho excitado. Yo no pude evitar pensar en Julia, di rienda suelta a mis sentimientos, fantasee que era ella la que estaba sobre mí, que su cuerpo era completamente suave, como su mano, como sus caricias. La imagine desnuda, mi excitación crecía junto con mi imaginación. Mi sexo vibraba ante la fantasía de verme desnuda con Julia, haciendo el amor. Exploté en un orgasmo increíble!

Luis acabo satisfecho, convencido de ser el responsable de mi placer. Después de conectarme nuevamente a la realidad, no podía creer lo que había hecho. Nunca me había pasado nada con una mujer, jamás me había sentido atraída, no entendía como de pronto había pasado directamente a esto! A conseguir un orgasmo fantaseando con el cuerpo de Julia!

Julia

Cuando por fin regresé a mi casa, una de las primeras cosas que hice fue pensar el día en que invitaría a cenar a Ana. Elegí lo que cocinaría, que vino compraría. Quería cuidar cada detalle.

  • Te parece bien invitar a Ana el viernes? – le consulté a Ignacio
  • Si, está bárbaro. Pero invitala con el novio también! – contestó

Una corriente fría me recorrió el cuerpo. No sabía que tenía novio! Tampoco se me había ocurrido pensarlo. La idea me molestó.

  • Tiene novio? No sabía… es una pareja de mucho tiempo? – pregunté haciéndome la distraída
  • Ni idea! Lo único que sé es que tiene novio porque cuando iba a verte, la pasaba a buscar él la mayoría de las veces…- me comentó
  • Y lo conociste? – pregunté interesada en que me contara cómo era, si era guapo, un idiota o qué
  • Nunca lo vi. Le avisaba al celular que la estaba esperando abajo…- respondió Ignacio

Me sentí una tonta. De pronto descubrí que Ana me interesaba de una manera especial. Me había gustado ella cuando la vi en el hospital por primera y única vez. Desde entonces no había dejado de pensar en todos los días que fue a verme. Me gustaba pensar que había estado a mi lado, sujetando mi mano, hablándome, esperando que yo despierte.

No era la primera vez que me sentía atraída por una mujer. Ya me había pasado con una escultura que había conocido hace unos años por mi trabajo. Por aquel entonces supuse que tenía que ver con ella particularmente, pues era una persona extravagante y enigmática. Mi atracción aquella vez fue puramente sexual y nunca pasó nada entre nosotras.

Ahora con Ana es sentimiento volvía a aparecer, pero más intenso y preocupante. Sólo la había visto una vez y de pronto quería colmarla de atenciones! Necesitaba volver a verla!

Me sentí frustrada al saber que tenía novio. Pero no podía dar marcha atrás en mi invitación.

  • El viernes te parece bien? –le pregunte al teléfono
  • Genial! –respondió ella
  • Decile a tu novio también…- agregué por compromiso
  • Le digo, gracias. Allí estaremos!

Corté esperando que algún percance la obligara a posponer la cena. Qué estupidez! Julia, tenes que madurar! Me dije para mis adentros.