Otro accidente 2

Una demora que van a saber disculpar o al menos eso espero...

ANA

  • Debe ser una experiencia extrañísima haber estado en coma – comenté en la mesa donde estábamos los cuatro
  • No tanto –respondió Julia tranquila- es como si hubiese pasado un día entero durmiendo
  • Y no le vino nada mal! –agregó en broma Ignacio su marido- últimamente trabajaba demasiado… la obligaste a tomarse un mes de descanso!

La broma me incomodó. En realidad no dejaba de sentirme culpable aunque hubiese sido un accidente donde no tuve responsabilidad alguna. No quise que se notara y deje escapar un comentario que luego de pensarlo me pareció desubicado e inentendible para todos.

  • De haber sabido que necesitabas descansar te hubiera propuesto otra cosa!

Por suerte ella no pareció percatarse demasiado de mis palabras.

  • No creo que haya sido por mi trabajo que terminé sobre el parabrisas de tu auto- agregó Julia con gesto serio mientras tomaba su copa para dar un largo sorbo.

Reconocí en su mirada cierta inquietud. El comentario no estaba dirigido a mí obviamente. Lo había arrojado sobre la mesa como un reproche a su marido sin dudas. No podía imaginarme cuál sería el conflicto entre ambos, pero de pronto un clima de tensión nos alcanzó a todos.

  • Los accidentes ocurren todo el tiempo! – agregó mi novio como para cortar el ambiente

Ignacio aprovecho para salir del paso y continuar hablando de lo común que son los accidentes en su trabajo.

Cuando terminamos de cenar y mientras tomábamos un café, Ignacio y Luis parecían grandes amigos hablando de todo un poco. En cambio con Julia no conseguía un dialogo mayor a cinco palabras seguidas. Ella se mostraba amable pero a mí eso me resultaba sumamente frustrante. Sentí que aquella invitación sólo era una cuestión de formalidad y compromiso por algo que desafortunadamente nos había unido.

Me sentía ridícula cuando recordaba que me había excitado con ella aquella noche que hice el amor con Luis. Y peor aún cuando sabía que había dado millones de vueltas antes de decidirme qué ponerme para ir a la cena! Era como si me hubiese preparado para impresionarla y descubría ahora que no tenía el mínimo efecto sobre ella.

Antes de marcharnos la ayude con la cocina. No podía evitar mirarla esperando alguna señal que me dijera que aquella invitación era algo más que una simple cortesía.

JULIA

Me sentía enfadada conmigo misma. De pronto aquella cena que tanto entusiasmo me había provocado se había convertido en una pésima idea! Ana era una completa desconocida para mí. Era innegable que había sentido una atracción profunda aquella primera vez que la vi, pero sin dudas me había dejado llevar por mis fantasías y verla ahora como la persona real que era, acompañada de su novio, maravillosamente vestida, me llevaba a concluir que era inaudito pensar que podría existir algo entre nosotras.

Como siempre la víctima de mis enojos termina siendo Ignacio! No pude evitar atacarlo durante la cena con comentarios irónicos que me hacían ver como una idiota delante de Ana y Luis. Era como si él tuviera la culpa de mi insatisfacción.

Despejé mi mente de mis sueños absurdos y procuré mantenerme dentro de los límites de la cortesía. La verdad, es que notaba que Ana se estaba aburriendo soberanamente y que seguro no veía la hora de irse. Se ofreció a ayudarme con los platos.

  • Dónde guardas esto? –me dijo señalando los restos de la cena

Me dirigí a buscar un recipiente. Ella estaba parada justo frente a la puerta de la alacena donde yo los guardaba. Apenas se corrió para darme lugar. Con su cuerpo demasiado próximo al mío sentí que mis latidos se aceleraban más de la cuenta. La fuente de plástico que intentaba tomar se me escurrió torpemente. Como haciendo malabares para que no cayera al piso terminamos las dos alcanzándola en el aire.

Sus dedos rozaron los míos aferrados a ese estúpido recipiente. Sin disimulo Ana acarició mi mano y acercó su rostro a mi cuello.

  • Llevas puesto el perfume que te regalé… -dijo con voz suave

Un brutal estremecimiento me recorrió el cuerpo. Por un segundo creí que iba a besarme. Entré en pánico y sólo atine a separarme de inmediato.

  • Si… es muy rico… - dije nerviosa y buscando ocuparme de otra cosa

Ella continuó con lo que estaba haciendo y cambió de tema para empezar a contarme que al día siguiente, aunque fuese sábado debía trabajar. Tenía una tienda de libros y los sábados por la mañana parecían ser los días de mayor venta.

Sin conseguir quitarme la inquietud que aquel incidente me había provocado, sentí un enorme alivio cuando por fin se despidieron y se marcharon de casa.

ANA

Cuando salimos de la casa de Julia, me sentía aturdida. No esperaba animarme a hacer lo que había hecho con ella en la cocina. Su piel tan cercana y una caricia sobre sus manos que no disfracé. Estuve a un paso de besarla y el terror me invadió cuando la noté evitarme.

Le pedí a Luis que esa noche no se quedara en casa a dormir conmigo, al día siguiente debía trabajar y me sentía cansada. No puso objeción. Aquello era una de las cosas que me gustaban de mi relación con él. Vivíamos en casas separadas y respetábamos nuestros espacios.

Por la mañana fui más temprano de lo habitual a la librería. Quería mantener mi cabeza ocupada y gracias al cielo, tenía varias cosas por hacer. Parecía ser un día hermoso, el invierno estaba acabando y el sol entraba por los ventanales dándole calidez al ambiente. Estaba al teléfono cuando escuché la campanilla de la puerta anunciándome que algún cliente acababa de entrar.

Apenas terminé mi llamada me dirigí al salón de ventas y descubrí que se trataba de Julia.

  • Hola! Que sorpresa! – dije nerviosa
  • Hola! Andaba por acá cerca y pensé en saludarte… -dijo mientras se quitaba los anteojos de sol y observaba el local con curiosidad
  • Bueno! Este es mi pequeño imperio! – le dije refiriéndome a mi negocio
  • Es muy agradable… me gusta mucho leer… creo que sería verdaderamente feliz trabajando en un lugar como este! – opinó sonriendo

Su comentario me reconfortó. Me sentía un poco torpe sin saber muy bien de qué hablar, no quería que se marchara muy rápido y buscaba encontrar algún tema de conversación que fuera a su entender interesante.

  • Tengo una sección de arte… - me apuré a decir sabiendo que ella se dedicaba a eso- no es una gran colección, pero lo que tengo creo es muy bueno… seguro vos entendes más que yo del tema!

Se acerco a los estantes donde estaban los libros que yo le mencionaba. Los observó detenidamente y con un gesto de aprecio acarició suavemente las portadas.

  • Sin dudas son buenos ejemplares- comentó satisfecha
  • No creas que estoy intentando venderte alguno! – le dije sonriendo, pues la situación de pronto me pareció así

Ella me devolvió la sonrisa y continuó ojeando los libros hasta que en un momento se detuvo. Su rostro revelaba cierta inquietud, como decidiendo algo en su mente.

  • Ana, yo… realmente me quería disculpar por lo de anoche – dijo finalmente mirándome a los ojos por un segundo

Se me hizo un nudo en el estómago. Ella vacilaba y pensé que iría a sacar el tema de lo que nos había sucedido en la cocina. O mejor dicho, pensé que iba a referirse a mi actitud para con ella en la cocina! Sin alcanzar a preguntar nada, ella continuó hablando.

  • Creo que los puse en una situación incómoda más de una vez con mis comentarios hacia Ignacio… no era mi intención… además ustedes no tenían por qué presenciar nuestros problemas

El alma me volvió al cuerpo! Ella buscaba sólo disculparse por un par de situaciones donde se dejaba entrever cierto malestar entre ambos.

  • No tenes por qué disculparte… no pasó nada grave… la pasamos bien igual…
  • dije buscando despreocuparla
  • Quizá es cierto lo que decis… pero seguramente no fue por mí… fui una pésima anfitriona! – dijo reprochándose a sí misma
  • Podes compensar lo de anoche… podríamos almorzar juntas hoy si te parece? – le propuse mirando la hora y descubriendo que ya era casi el mediodía
  • Me encantaría! – respondió entusiasmada

Me apuré a cerrar el negocio y nos fuimos a un restaurante cercano. Casi sin proponérnoslo comenzamos a conversar de todo un poco, naturalmente y como si nos conociéramos de toda la vida. Me gustaba cuando se sonreía. Tenía una manera muy dulce de hablar y un tono de voz que cautivaba, haciendo que fuera imposible no prestarle atención.

Estudié cada gesto suyo, cada ademán que hacía. Noté que tenía por costumbre llevar su mano a la frente y rozarse suavemente con la punta de sus dedos aquella pequeña cicatriz que descubrí que tenía cuando estaba en coma. Lo hacía cada vez que empezaba a hablar de algo que parecía serio o cuando reflexionaba sobre algún tema en particular.

Después de almorzar nos fuimos a caminar un poco, sin rumbo fijo. Me resultaba muy grata su compañía y sin darnos cuenta las horas pasaron veloces.

  • Tendría que volver a casa! Mirá la hora que se nos hizo! – me dijo asombrada
  • Tenes razón! No me di cuenta! Como se nos pasó la hora! – agregué – andas en auto? Queres que te lleve? – le pregunté
  • Si, ando en el auto… no te preocupes! – dijo mientras buscaba preocupada las llaves en su cartera
  • Qué pasa? – le pregunté
  • Creo que olvidé mis llaves en tu negocio…- contestó mientras seguía revolviendo sin hallarlas.

Efectivamente las había dejado sobre los estantes cuando se entretuvo mirando los libros. Volvimos por ellas. El lugar estaba en penumbras pues ya comenzaba a caer el sol. No alcancé a encender las luces cuando la escuché decirme que las había encontrado. Me acerqué donde estaba ella.

  • Pues bien que fue aquí y no en el restaurante – dije sonriendo

Nos quedamos en silencio.

  • La pasé muy bien hoy… - dijo casi en tono de confesión
  • "La pasamos" muy bien… - enfatice yo haciéndole saber que no era la única que lo sentía así.

Volvimos a quedar mudas. Mis ojos no dejaban de mirarla sintiéndome fascinada por su presencia. No podía dejar de hacerlo aunque mi cuerpo temblaba como una hoja. Solo quería dar un paso más que parecía llevarme la vida el esfuerzo! Ella por su parte esquivó mi mirada y jugaba inquieta con sus llaves entre sus manos, hasta que estas cayeron al suelo.

Ambas no apuramos a recogerlas y mi mano quedó sobre la suya. Ella se quedó inmóvil, sin rechazar el contacto. Me atreví a acariciarla. Mi corazón parecía salírseme del pecho. No resistí la tentación y llevé mi mano temblorosa hasta la cicatriz de su frente. Apenas la descubrí con la yema de mis dedos y luego recorrí el relieve de su ceja, bajando por su mejilla. Su respiración me revelaba que estaba tan nerviosa como yo.

Sin hacerme esperar más, Julia acerco sus labios a los míos. Una emoción indescriptible me fue invadiendo el cuerpo. Era el beso más deseado y hermoso que había dado en mi vida. Su boca era suave, dueña de todo un universo de sensaciones que sentía crecer en cada parte de mi ser. Apenas mis manos sujetaban su cintura, temerosa de descubrir que algún contacto mayor con su cuerpo pudiera dejarme atrapada para siempre a su lado.

Nos separamos sin saber qué decir, llenas de deseo y temerosas por lo que acabábamos de descubrir. Sin decir una palabra, Julia acomodó su abrigo de prisa y la vi salir como un rayo dejándome en soledad, llena de preguntas, dudas y miedos.

JULIA

No sé cómo me atreví a hacerlo. No sé de dónde me salió el valor para besarla. Por un instante no pude pensar, no puede hacer nada para detenerme. Por un segundo sólo quise abandonarme a sentir. Y la sentí… y sus labios arrasaron conmigo, me llenaron de miedo. Esto no podía estar pasándome!

  • Dónde estabas? Estuve llamándote todo el día! – preguntó Ignacio indignado

La verdad era que había ignorado su llamado la primera vez mientras estaba con Ana y luego había apagado el celular. Qué podía explicarle? Que durante aquellas horas había elegido estar con ella? Qué por unas horas me olvidé de todo y de todos? Qué después de tanto tiempo por fin me había sentido feliz?

  • No me di cuenta… deje el celular en el auto… perdóname… - me excusé casi sin querer decir más
  • Julia, no consigo entender que está pasando! Yo sé que últimamente estuve quizá demasiado confiado creyendo que las cosas estaban bien así como estaban… y ahora que me doy cuenta que no es así, me paso buscando la manera de recuperar lo que tuvimos, pero siento que estoy solo en esto

Aquella noche nos detuvimos a hablar de los que nos pasaba. Le dimos vueltas al asunto hasta que me convencí que valía la pena intentarlo de nuevo. Escondí en lo más profundo de mí lo que me había pasado con Ana aquella tarde. Me expliqué a mí misma que sólo había sido una válvula de escape. Un pasatiempo para compensar lo aburrida e insatisfecha que me sentía en mi matrimonio.

Los días que siguieron me creí a salvo. Ignacio volvía a estar presente en mi vida. Lo que habíamos hablado demostraba tener resultados. Compartíamos más tiempo juntos, el se interesaba por mi trabajo, mis cosas, estaba atento y cariñoso. No volví a saber de Ana y por algún tiempo la creí historia pasada, aunque su recuerdo de vez en vez me asaltaba sin motivos y no podía evitar sentir que me estremecía. Pero estaba segura que aquella distancia era lo mejor para las dos.

Después de casi dos meses y luego de trabajar muy duro había conseguido que un reconocido artista plástico expusiera en la galería de arte. La presentación iba a ser en tres días, para festejar mi éxito quedamos con Ignacio que pasaría por mí luego del trabajo para ir a cenar afuera.

Me propuso ir a un bodegón como los que solíamos frecuentar cuando éramos novios. La idea me pareció atractiva y al cabo de una hora estábamos cenando y brindando alegremente.

  • Hoy me encontré con Luis. Te envió saludos – comentó en medio de la cena
  • Qué Luis? – pregunté sin entender de quien me hablaba
  • Luis! El novio de Ana! – respondió haciéndome reaccionar

Una corriente fría me recorrió la espalda. Disimulando mi perturbación le pregunte casi desinteresadamente:

  • Ah! Si? Dónde?
  • En la embajada de Costa Rica… te acordas que tiene una editorial?, bueno..parece que andaba intentando conseguir publicar un autor de allá…- me explicó

Ignacio estaba desde hace un tiempo, atrás de un contrato por una obra vial en la península de Nicoya. Me pareció ridícula la casualidad .

  • Si, recuerdo… y como estaba? – pregunté esperando que me diera noticias de Ana en realidad
  • Bien!... me preguntó como andabas… le avisé de tu exposición, me prometió que irían– comentó entusiasmado
  • Qué te entusiasma tanto? Ana? –pregunté sarcásticamente
  • Epa! Qué son esos? Celos quizás? – preguntó regodeándose

No eran celos. Era Ana y todo lo que ella significaba. Lo que menos esperaba era volverla a ver.

No discutimos mucho sobre el asunto. Ignacio se quedo conforme pensando que mi mal humor se debía que estaba celosa de Ana. Pero para mí la noticia era un balde de agua fría. No podía imaginar cómo iba a ser para estar cara a cara con ella después de lo que había pasado.

Recordé aquel beso y todas las horas que habíamos compartidos. Recordé el sentimiento de felicidad, de paz, de seguridad. Sólo un día en mi vida! Sólo el recuerdo de un escaso y mínimo día de mi vida me llenaba de nostalgia como si aquello hubiera durado años!

ANA

Apenas llegué a la casa de Luis me comentó que se había encontrado con Ignacio. De inmediato me propuso que ir a una exposición que organizaba Julia. La propuesta me parecía terrible pero imposible de rechazar. Como negarme si no había pasado un día en que no pensara en llamarla.

El destino se había puesto caprichoso con nosotras. Una ridícula casualidad había hecho que Luis e Ignacio se encontraran y una decisión imposible de evadir se me imponía. Podía excusarme, inventar que tenía algo más interesante para hacer aquel viernes… pero no era lo que realmente quería. Me moría de ganas de volverla a ver y aunque aquella tarde me hubiese besado para arrepentirse luego, no me importaba. Allí estaría yo, cobardemente enamorada y esperando verla para convencerme que ella no era para mí.

Llegó el viernes y yo volvía a repetir lo que alguna vez ya había hecho. Pasaba de un vestido a otro sin decidirme que ponerme. Necesitaba verme bien, quizá para seducirla o quizá para demostrarle que aquel beso no había significado nada para mí, que me encontraba de maravillas!

  • Por dios mujer! Cuanto más vas a demorar? La exposición es hoy, no mañana! – exclamó Luis aburrido desde el linvig
  • Ya estoy, ya estoy – dije saliendo de mi habitación calzándome los zapatos que había elegido a último momento
  • Bueno! Valió la pena la espera! Estas hermosa! – dijo Luis al verme
  • De verdad? – pregunté insegura

Cuando llegamos la galería era un mundo de gente. Eso me tranquilizó, después de todo podría pasar desapercibida y tal vez ni siquiera me cruzaría con ella. No pasó demasiado tiempo para que Luis encontrara algún conocido. Me presentó a un fotógrafo amigo y su mujer. No me concentré demasiado en la conversación que tenían y buscaba disimuladamente ver a Julia en algún sitio.

La vi en un extremo del salón principal rodeada de un grupo de gente y con su marido rodeándole la cintura con su brazo. Al parecer sostenían una charla animada. Me quedé contemplando su sonrisa. Recordé sus labios sobre los míos. De pronto su mirada se cruzó con la mía. Sentí como si me hubiesen descubierto espiando algo que no debía. Bajé la mirada de inmediato y quise volver a la conversación que Luis tenía con su amigo.

No demoró demasiado Ignacio en descubrirnos entre la gente y se acercó con Julia a saludarnos.

  • Qué bueno que vinieron! – exclamo Ignacio apenas estuvo al lado nuestro

Me abrazó afectuosamente pues de alguna manera yo era alguien importante en su vida. Había estado a su lado en el hospital todos los días mientras duró el coma de Julia. En cambio con ella solo nos saludamos con un beso en la mejilla fingiendo estar felices de vernos después de tanto tiempo.

Luis e Ignacio se pusieron a conversar de inmediato. Yo me quedé con ella sin saber que preguntar, ni de qué hablar.

  • Cómo van tus cosas? – me preguntó casi por obligación
  • Todo bien, el negocio marcha bien por suerte! – respondí sintiéndome un poco tonta por mostrarme tan vulnerable
  • Qué bien, me alegro…. –alcanzó a decir antes que reclamaran su presencia en otro lugar – me disculpas? –dijo antes de alejarse nuevamente.

Respiré aliviada cuando se retiró. No toleraba demasiado tenerla tan cerca y menos en estas circunstancias. Me sumé a la charla de Luis e Ignacio.

  • Con suerte yo creo que en unos meses estaremos viviendo en el Caribe! – dijo Ignacio
  • Cómo? Se van del país? – pregunté sorprendida
  • Si todo sale bien, sí – me contestó

Me enteré así que Ignacio había conseguido un contrato como ingeniero en Costa Rica. Hacía tiempo que esperaba una oportunidad así y obviamente no dudó en aceptarla apenas apareció. Me esforcé por mostrarme feliz por la noticia que me daba, pero dentro de mí sentía como si el mundo se estuviera viniendo abajo. Soporté un poco más la conversación y tuve necesidad de estar unos minutos sola. Me disculpé y busqué los baños.

JULIA

No podía negar que verla me había puesto muy feliz. Volvía a atraparme con su mirada. Era imposible no sentirme atraída por ella. Todos estos meses lo único que había hecho era ocultar lo que Ana me hacía sentir. No podía explicarme cómo había sido que ella había entrado en mi vida.

Después de pensarlo un poco me di cuenta que en realidad era yo quien había entrado en su vida. Fui yo la que se cruzó bajo las ruedas de su auto. Fui yo la que la invitó a cenar. Fui yo la que buscó sus labios aquella tarde

Apenas la tuve cerca me sentí completamente tonta, sin poder siquiera mostrarle lo mucho que me gustaba verla allí. Sentí envidia de Ignacio que sin tener nada que ocultar la había abrazado con tanto afecto. Quise tanto poder hacer lo mismo!

Deseaba enormemente encontrar la oportunidad de estar con ella a solas, quería pedirle perdón por haberme marchado de la manera en que lo hice, perdón por no tener el coraje de llamarla luego, perdón por haber intentado hacer de cuenta que no existía.

En cuanto la vi ir al baño seguí sus pasos. La hallé aferrada con una de sus manos a la mesada y con la otra sujetándose la frente con expresión de agobio. Me acerqué preocupada

  • Estas bien? – le pregunté
  • Cómo?!… Sí, sí… es sólo un dolor de cabeza – me dijo ella sorprendida de mi presencia e intentando recuperar su semblante

Entraron un par de mujeres más. Ambas las miramos entendiendo que aquel no era un lugar apropiado para quedarnos.

  • Acompañame a mi oficina, creo que tengo unas aspirinas – le propuse enseguida

Ella accedió y me siguió en silencio por el corredor. Entramos, cerré la puerta y fui derecho a los cajones de mi escritorio buscando las estúpidas aspirinas.

  • No te preocupes –me dijo- en realidad no me duele la cabeza, no es eso

Me quedé inmóvil, mirándola y esperando que dijera algo más.

  • No me hagas caso! Volvamos al salón…- agregó desanimada
  • Ana… yo… -dije vacilando

Ahora era ella la que me miraba esperando que yo dijera algo más. Entonces continué

  • No quiero que volvamos al salón… necesito que hablemos
  • No creo que sea el momento… -agregó
  • Entonces no hablemos ahora! No digamos nada! Pero quedate un minuto más! Sólo un minuto…- dije deseando que no se fuera y acercándome a ella
  • Julia esto es una locura!... –exclamo resignada
  • No quiero que te vayas ahora…-alcance a decir antes de comenzar a besarla

Su boca se abrió buscando la mía. Mis dedos se entremezclaron en su cabello, procurando que no se alejara de mí. Eran sus labios tan tiernos y suaves. Sentí sus manos abrazar mi espalda y recorrerme con sus dedos. Mi cuerpo temblaba de deseo y excitación. Nuestras lenguas se encontraron y comenzamos a acariciarnos con dulzura. Era hermoso y a la vez desgarrador lo que estaba sucediendo. Quería que el mundo desapareciera y quedarme sólo con ella. Regalarle todas mis caricias, colmarla de besos.

Pero no estábamos solas. Había todo un mundo esperándonos detrás de esa puerta y entonces nos detuvimos. Agitadas, temblorosas, buscando contenernos.

  • Te esperé todo este tiempo…- me dijo revelando tristeza
  • No quiero que tengas que esperarme más, no quiero que sufras. Me porté como una idiota, nunca tendría que haberme ido, me haces tanta falta…-le dije buscando compensarla y confesándole lo que sentía
  • Tenemos que volver al salón…-me dijo resignada mientras volvía a besarme suavemente en los labios
  • Quiero verte mañana…- le dije deseosa de encontrarme con ella la antes posible
  • Sabes dónde encontrarme- me dijo haciendo referencia a su tienda de libros

Nos separamos con desgano y volvimos al salón. No dejamos de buscarnos con la mirada el tiempo que duró la exposición. Cómplices y deseando que las horas pasaran rápidamente. Cuando se despidieron con Luis sentí que se me partía el alma al pensar que pasarían la noche juntos.

ANA

Por la mañana sentía que me devoraba la ansiedad. Llegué temprano al negocio y no hacía más que estar pendiente de la puerta. Mis nervios se redoblaron cuando recibí su mensaje de texto: "estoy en camino". El corazón me latía a mil por horas.

Cuando ella llegó yo estaba con un cliente, un hombre mayor que no conseguía decidirse cual libro llevar. La vi entrar con una sonrisa en los labios y saludó como si fuera un cliente más. Se puso a recorrer los estantes, simulando interés. Procuré alentar al hombre en su decisión para que se marchara pronto. Cuando concretó su compra lo acompañé hasta la puerta y apenas la atravesó, di una vuelta de llave y puse el cartel de "cerrado".

  • Te puedo ayudar en algo? – le dije mientras me acercaba por detrás

Ella se giró suavemente y tomándome de la mano dijo:

  • Creí que estaba cerrado
  • Depende para qué…- le dije robándole un beso
  • Creo que para lo que ando buscando no es necesario que esté abierto – agregó abrazando mi cintura y devolviéndome el beso

Nos fuimos a la trastienda, haciendo bromas sobre el hombrecito indeciso que acababa de marcharse. Preparé dos tazas de café mientras ella se acomodaba en un sillón. Me senté frente a ella en un taburete que tenía por ahí. Hablamos de cosas sin importancia regalándonos pequeños besos entre tema y tema.

  • Estuve echa una idiota hasta que llegaste! Me devoraron los niervos!- le confesé ahora más relajada
  • Tenías miedo que no viniera?- me preguntó intrigada
  • No, al contrario! estaba segura que ibas a venir. Pero tenía miedo de no saber cómo tratarte cuando estuvieras aquí. Pero ya ves! Creo que me relaje! – le dije alcanzando sus labios con los míos

Ella besaba tan bien! Me encantaban sus besos. Nunca en mi vida me hubiera imaginado que desearía tanto los labios de una mujer!

  • Yo en cambio sigo sin poder relajarme! Salí temblando de casa y sigo temblando como una hoja! – me dijo sonriendo y sonrojándose un poco
  • No se te notó cuando llegaste – le dije acariciando su rostro
  • Y ahora sí se me nota? – preguntó
  • Tanto o menos que mí! – le respondí mostrándole mi mano que temblaba

Sin quitarme los ojos de encima, tomó mi mano y la llevó a su pecho. Sentí su corazón que latía con fuerza, palpitando bajo mi mano temerosa. Tragué saliva y muerta de miedo comencé a desnudar su torso. No sabía que tan bien podía hacerlo, pero deseaba hacerlo.

Me quedé observando sus pechos desnudos y desnude los míos para ella. Sentí la tibia palma de su mano posarse sobre mis pezones. La maravilla de su piel acariciando mi cuerpo me embriagó y solté un suspiro mientras cerraba mis ojos abandonándome el placer que comenzaba a darme. Sus labios se acercaron a mi cuello y lentamente fue bajando con su lengua hasta llegar a mis pechos.

Su lengua era tan hábil allí como lo era en mi boca. Me devoró hasta dejarme los pezones erectos y ansiando que prosiguiera. No dejamos de besarnos y tratarnos con dulzura. Fuimos quitándonos la ropa que nos quedaba hasta que por fin quedamos desnudas por completo.

Mis manos no paraban de recorrer su cuerpo que descubría tan suave y excitante. Terminamos tendidas en el sillón, abrazadas, con nuestras piernas entrelazadas y sin dejar de besarnos. Nuestras vaginas buscaban alivio rozándolas en cada uno de nuestros muslos. Me sentía completamente húmeda y por un segundo creí que iba a tener un orgasmo.

Lo contuve para comenzar a incorporarme y delirando de deseo busqué encontrar su vagina con la mía. Mi cuerpo comenzó a agitarse encontrando el ritmo con el suyo. Un delicioso balanceo hizo que nuestros clítoris comenzaran a rozarse entre sí. Su orgasmo estaba a punto de llegar y busque desesperadamente alcanzar el mío. Sus caderas iniciaron un ritmo descompasado y sentí que un primer espasmo comenzaba a recorrerla. Presione mi vagina contra la suya y una corriente de placer también comenzó a recorrerme el cuerpo. No paramos de frotarnos buscando prolongar nuestros orgasmos.

Fuimos desacelerando el ritmo, pero mi excitación no parecía agotarse. Me retiré de encima de su cuerpo para elevar sus piernas y llevarlas contra su pecho. Quería llenarla de placer, su cuerpo parecía enloquecerme. Su vagina se me presentó ante mis ojos como un preciado tesoro. Sin demora mis labios se posaron en ella y la comencé a besar. Mi boca descubría el sabor de su sexo mezclado con el mío. Mi lengua la recorría en toda su extensión muerta de amor y de deseo.

Escuchaba sus gemidos y eso me hacía perder más aún el control. Quería sentir su orgasmo en mi boca, devorármelo, hacerme dueña de su placer. Su clítoris congestionado rebotaba en mi lengua ansiosa. Una y otra vez lo lamía, lo chupaba, lo besaba, lo mordía suavemente.

Julia sujetaba sus piernas permitiéndome hacer. Hasta que una de sus manos me sujeto la nuca contra su sexo que rendido me regalo el más sabroso y excitante orgasmo que yo tanto quería.

Nos quedamos abrazadas, desnudas en el sillón. Busqué su cicatriz en la frente y volvía a jugar con mis dedos en su relieve.

  • Qué te pasó aquí? – le pregunté
  • Un accidente tonto cuando era muy chica – me contestó
  • Sos propensas a los accidentes! – dije sonriendo
  • Un poco… sí, aunque el último que tuve no estuvo nada mal! – dijo bromeando
  • Quizá exagerado pero con buenos resultados! – afirmé para besarla de nuevo

Cuando nos quedamos en silencio recordé la noticia que me había dado Ignacio. No había querido pensar en ello y menos ahora que nos habíamos reencontrado. Pero no podía pasarlo por alto.

  • Te vas del país? – le pregunte sin más
  • Ya lo sabes…- dijo incorporándose y tomando un poco de distancia
  • No me lo ibas a decir? – le pregunté preocupada
  • Claro que sí! Pero no era el momento…- me respondió
  • Cuándo pensabas hacerlo? Cuando estuvieras en Costa Rica y por mail?- le pregunte no pudiendo evitar mi enojo
  • Sabes que no es así! Te lo iba a decir… Ana no creo que el irme del país sea el problema! Me parece que tenemos otros más importantes y que no creo que vayamos a resolver!- me respondió enojándose ella esta vez y buscando su ropa
  • Que cada una tiene su pareja son los problemas que no vamos a resolver? Yo por vos estoy dispuesta a muchas cosas pero creo que ahora veo las cosas más claras… y no creo estar tan segura de eso… – dije mostrándome suspicaz
  • Qué es lo que ves claro? – me interrogó
  • Que esta era una buena oportunidad de sacarte las ganas! Total no hay mucho más por hacer!... en unos meses te vas y problema resuelto! – la increpé de manera hiriente

Julia se detuvo y respirando profundo se acercó a mi nuevamente.

  • Ana en mi vida he sentido nada más fuerte que lo que siento por vos! No quiero irme a ningún lugar que me lleve lejos de vos… esto es difícil para las dos… y yo te necesito conmigo, no en contra de mí

Me estaba hablando con total sinceridad y me arrepentí de haber sido tan dura con ella.

  • No quiero que te vayas… - dije al borde de las lágrimas
  • Yo tampoco quiero irme…. y de alguna manera esto lo vamos a resolver juntas – me dijo buscando tranquilizarme

Se quedó un rato conmigo. Volvimos a recuperar el humor y jugamos a olvidarnos por el momento de todo el caos que se avecinaba. Se fue regalándome un beso de esos que tanto me gustan. Me quedé acomodando un poco el desorden que hicimos.

Busqué mi cartera y bajé la persiana del negocio. De camino a casa recordaba las palabras de Julia: de alguna manera lo vamos a resolver juntas. Me preguntaba de qué manera.

PD: http://www.youtube.com/watch?v=oc4Pm6UjYX0