Otra visita inesperada (2ª parte)
Continúa la instrucción
OTRA VISITA INESPERADA (2ª PARTE)
JUEVES
Por la mañana me despertaron Carmen y Aurora saltando sobre la cama y llamándome gandul por estar a las 10 durmiendo todavía.
--Te hemos preparado el desayuno, Raúl; baja a comerte unas tostadas y un buen café, ¿o prefieres que te lo subamos a la cama?
--¿O a lo mejor quieres comer otra cosita, tío?, decía Aurora con gesto pícaro.
--Va, ahora bajo, en cuanto me dé una ducha.
--¿Podemos verte duchar…?
--No, que sé lo que queréis, que os habéis obsesionado conmigo y sois muy mala compañía, ja, ja, ja… Bajad, que enseguida estoy…
En diez minutos estaba sentado delante de las desnudas amigas, que ya ni se molestaban en poner el pijama.
--Tío, queremos que nos enseñes una cosa… Queremos que nos enseñes a masturbarnos… Queremos saber qué es un orgasmo…
El café salió disparado de mi boca ensuciando la mesa y llegando a los armarios y muebles de la cocina, además de salpicar a las adolescentes por todo el cuerpo.
--Ja, ja, ja…, reían las cabronas. –Ahora nos tendremos que duchar, ja, ja, ja… ¿Quieres ver cómo nos duchamos, Raúl? Ven, métete con nosotras en la ducha y nos vas explicando lo que queremos saber, porfa…
¡Qué cabronas, las niñas! Mientras decían eso se restregaban el café por los pechos y el cuerpo y se daban besos sin cesar.
--Me tenéis un poco harto ya, ¿sabéis? Estáis jugando conmigo y eso no está bien. Si alguien se entera de lo que estáis haciendo me puedo meter en un lío muy gordo. Creo que sería mejor que os llevara a casa de mi hermano.
--No, por favor, tío. Te lo pedimos de verdad. Queremos que nos enseñes a conocer nuestro cuerpo y descubrir nuestra sexualidad. Ya ves que nos besamos y nos tocamos mucho, pero nos gustan los chicos y queremos que el día que estemos con uno saber actuar y estar a la altura de lo que esperan de una chica. Y sí, queremos poder explicarles lo que nos gusta y que nos den placer a nosotras. Ya te hemos pajeado y mamado la polla y ahora es cuestión de coger práctica, pero nosotras no hemos tenido nunca un orgasmo y queremos sentirlo también.
La seriedad de las palabras de las chicas me convenció, así que las mandé a la ducha y después a mi habitación, pues disponía de la cama más grande. Me hice con dos pequeños espejos y las esperé mientras la cabeza se me llenaba de pensamientos contradictorios.
Cuando aparecieron desnudas las hice subir a la cama y les di un espejo a cada una.
--Vamos a ver qué sabéis hacer. Supongo que os habéis tocado alguna vez. Enseñadme cómo lo hacéis…
Apoyadas en las almohadas comenzaron a tocar torpemente sus rajitas, introduciendo un dedo como quien comprueba la temperatura de una sopa, con miedo. La vagina de Carmen apenas se veía, oculta bajo la barriguita, mientras la de Aurora lucía sonrosada, con los labios mayores abultados cubriendo el clítoris. Al parecer, ni siquiera conocían sus partes íntimas.
--Bueno, dejadlo y vamos a empezar por conocer las partes de la vagina, pues me da que estáis un poco verdes aunque hayáis estudiado en el cole. Tomad el espejo y miraos el coñito en él, a ver si distinguís todas las partes del mismo.
Abrieron las piernas y se colocaron en la posición indicada y les fui señalando las diferentes partes. Carmen apenas se lo veía, de manera que se lo sujeté para que se ayudara de ambas manos.
--Bien, estos son los labios mayores… Ahora, separadlos un poco…Esto, los labios menores, y este botoncito que se descubre aquí es el clítoris… El agujerito es la uretra, por donde sale el pis… Y esto es el himen, la membrana que sella vuestra virginidad, que da paso a la vagina… En el interior de la vagina está el punto G, aunque no todas las mujeres han podido localizarlo, y es la zona que más placer causa, aunque no la única, pues las mujeres tenéis más zonas erógenas y varían de unas a otras: las tetas, el cuello, las orejas, el pubis, la boca y los labios… cada mujer es un mundo, y hay algunas que se excitan solamente en la vagina y otras que no experimentan placer alguno, y sin embargo se corren con un buen masaje en los pechos y pezones… ¿Habéis entendido que hay muchas formas de disfrutar?
--Sí, tío, gracias… Ahora, enséñanos tú a darnos placer…
--Vale, mojaos un dedito y llevadlo al coñito… eso es… separad los labios y subid y bajad por ellos hasta encontrar el clítoris… tenéis que lubricar bien la zona para que sea más placentero… Conforme os vayáis tocando vuestra vagina irá soltando jugos que os lubricarán también…
--Raúl, yo no me lo veo bien y no me lo encuentro…
Tomé la mano de Carmen y la puse en la dirección correcta para llevarla al botoncito sonrosado que sobresalía de su capuchón. En el momento que lo tocó se sobresaltó y dio un respingo, para volver a la carga al momento. Aurora ya había cogido un ritmo constante y de su interior comenzaba a salir un poco de flujo en el que mojaba el dedo para continuar la paja. Yo estaba cachondo perdido, pero me mantuve en mi pose profesoral para dejar que las niñas disfrutasen su momento. Los gemidos de ambas se mezclaban al tiempo que sus cuerpos se agitaban sobre el lecho. De forma sorprendente fue Carmen la primera en correrse, dando un grito gutural que sacó a mi sobrina de su concentración para observar a su amiga con la boca abierta sin poder respirar. Aurora la abrazó y besó los labios con dulzura mientras todavía se estremecía por el orgasmo.
--¡Joder, joder, joder…! ¡Qué pasada, tía…! Creía que me moría del gusto que me ha dado, pensaba que me meaba encima… Raúl, eres el mejor maestro del mundo.
--La verdad es que yo no me he corrido aún, dijo Aurora. –Estaba teniendo mucho placer pero no me he corrido. ¿Me pasa algo, tío?
--No, cariño, es que todas las mujeres no sois iguales. De hecho, me ha sorprendido que Carmen haya tenido un orgasmo en tres minutos. No suele ser tan rápido, pero cada mujer sois un mundo diferente. Si quieres, continua mientras te miramos…
Mi sobrina retomó la tarea y enseguida volvieron a salir fluidos de la virgen vagina. Con los ojos cerrados se tocaba el clítoris con un dedo mientras la otra mano masajeaba los pezones duros como diamantes. En unos minutos comenzó a agitarse y estalló en un orgasmo brutal, el primero de su corta vida, gimiendo y boqueando por falta de aire.
Carmen la tomó entre los brazos y así permanecieron unos minutos dando tiempo a recuperar el aliento mientras yo me retiraba y les dejaba intimidad. Las muchachas habían tenido juntas el primer orgasmo de sus vidas y merecían sentirse unidas.
Sentado en el sofá del salón las oí bajar y se colocaron desnudas ante mí de rodillas cogidas de la mano. Estaban radiantes de felicidad.
--¿Siempre es así, tío? Ha sido lo más grande que me ha pasado en mi vida… en nuestras vidas… Pensaba que la cabeza me estallaba de las cosas que sentía...
--Pues unas veces será así y otras no, ya lo veréis. Hoy solo os habéis tocado el clítoris. Cuando tengáis relaciones completas serán diferentes las sensaciones, sobre todo cuando experimentéis con el punto G si tenéis la suerte de hallarlo… o de que vuestras parejas lo encuentren. Y será diferente también el sexo oral, tanto si es de un hombre como si es de una mujer. Ya experimentaréis por vuestra cuenta más adelante. De todas formas, me alegro de haberos ayudado en esta primera vez, pero ya sabéis que esto ha de ser absolutamente secreto.
--Por supuesto, Raúl, esto no lo sabrá nadie nunca. Pero, ¿no nos vas a enseñar más cosas? ¿A besarnos…? ¿A acariciarnos…? ¿Sexo oral…? ¿Sexo anal…? Y queremos aprender a dar placer a los chicos practicando contigo. Te lo mereces por ser tan bueno…
Estas palabras fueron acompañadas por unas manos acariciando mis desnudas piernas subiendo hasta colarse por las perneras del pantalón corto bajo el que mi pene estaba duro como una barra de hierro.
Al unísono llegaron a mi paquete y lo sobaron sobre el calzoncillo. Sacaron las manos y en un pispás me despojaron de todo lo que les impedía ver mi pene majestuoso y lo comenzaron a acariciar con las manitas desnudas. Un vaivén cadencioso a dos manos me estaba proporcionando un inmenso placer, acrecentado por la visión de las ninfas acariciándose mutuamente. Aceleraron el masaje y les avisé de mi inminente corrida, para lo cual se dispusieron a recibir mi leche en sus cuerpos. Un estallido en mi cabeza me indicó la llegada del orgasmo y un chorro de semen brotó como la blanca espuma de un barril de cerveza, cubriendo las caras y los pechos de las niñas. Cuando terminé recogieron los restos de mi polla y se embadurnaron con ellos, esparciendo por todo el cuerpo la corrida que con tanto cariño me habían causado.
No podía ni moverme del sofá. Las chicas fueron a darse una ducha y yo me quedé dormido más de una hora, siendo despertado por unos gritos que venían del piso de arriba. Asustado, subí corriendo las escaleras y sin llamar a la puerta entré en el cuarto de las chicas.
--¿Qué pasa…? ¿Qué ocurre…?
Tumbada en la cama con las piernas abiertas, Aurora se agitaba al compás del masaje que Carmen le daba en el clítoris. ¡Estaba teniendo una sucesión de orgasmos provocados por su joven amiga…! ¡Qué pronto habían aprendido a darse placer!
Al verme entrar detuvieron su juego y me sonrieron.
--¡Jo, tío, esto es una pasada…! ¡Me ha hecho correrme tres veces…! ¡Y solo con un dedo…!
--Nos tienes que enseñar más cosas, Raúl…, decía Carmen.
--Por ahora creo que ya habéis tenido bastante sexo, y yo también… Voy a preparar la comida y ya hablaremos…
Fui a mi dormitorio a vestirme, pues aún no me había puesto ropa después de la paja que me habían hecho las chicas, y me metí en la cocina mientras la pareja que me estaba volviendo loco disfrutaban del sol y el agua en el jardín.
Tras la comida y la siesta les propuse salir a tomar un refresco. Era una excusa para no estar encerrado con ellas en la casa y librarme del acoso a que me veía sometido. El paseo se alargó y las invité a cenar una pizza, y mientras dábamos cuenta de la cena sonó el teléfono de Carmen.
--¡Hola, papi…!
--…
--Sí, estoy muy bien, sí…
--…
--Cenando pizza… Con Aurora y Raúl, sí… ¿Con quién, si no…?
--…
--Es muy amable… Nos enseña juegos… De manos… Cada día uno… Sí, nos comemos todo lo que nos pone delante…
--…
--Sí… le daré las gracias de tu parte… Un besito a mamá, también… Adiós…
Las caras de las niñas durante la conversación no podían ser más expresivas y provocadoras. Afortunadamente estábamos solos en la pizzería y el camarero no se percató del juego de las dos amigas, pero de nuevo me pusieron cardiaco. No sé si podría resistir tres días más con esas zorritas alrededor.
VIERNES
Salí a correr temprano para quemar calorías y, de paso, evitar durante un tiempo el acoso de mi sobrina y su amiga. Cuando regresé no se habían levantado aún, así que me fui a dar unos largos a la piscina. En ello estaba cuando aparecieron sin darme cuenta y me saltaron encima, empujándome y haciéndome tragar agua. Me zafé de ellas y les devolví las aguadillas valiéndome de mi fuerza superior. Las agarraba de los hombros y las hundía hasta que se escurrían. En un momento me atacaron a la vez por delante y por detrás y me hicieron caer, aprovechando la ocasión para quitarme el bañador en un rápido movimiento y apretando sus cuerpos contra mí, haciéndome sentir sus pechitos contra mi cuerpo y provocando la consiguiente erección.
Se posicionaron frente a mí y con sus manos debajo del agua empezaron a pajearme. Me abrazaron y comenzaron a besar mi cara sensualmente, muy cerca de mis labios.
--Tío, enséñanos a besar…
--Pero si estáis todo el día besándoos…
--No, Raúl. Queremos besos de verdad, que nos pongan cachondas…
--Es que no sé si me voy a acordar cómo se besa a una mujer…
--Seguro que sí, tío… porfa…
--Deberíamos entrar en casa. No nos ve nadie, pero no quiero que alguien nos sorprenda por casualidad…
Salimos todos desnudos de la piscina y nos encaminamos a la casa sin que las chicas dejasen mi polla en paz. Subimos a mi dormitorio y nos secamos unos a otros, siendo la primera vez que tocaba a mi sobrina y su amiga. Se colgaron de mi cuello y dieron comienzo a la nueva tortura que eran sus caricias. Carmen fue la primera en besarme impetuosamente, torpe en sus movimientos, con los labios cerrados. Le hice abrirlos e introduje la punta de la lengua hasta contactar con la suya, iniciando un baile en el interior de su boca. Mientras, Aurora nos masturbaba a ambos. Yo notaba la excitación de Carmen porque se quedaba sin aire cada vez que mi sobrina la llevaba al éxtasis. Por mi parte, acariciaba el regordete cuerpo y los incipientes pechos de la amiga, contribuyendo a su placer. Enseguida fue mejorando la calidad de los besos de Carmen, y coincidiendo con el orgasmo proporcionado por Aurora, ésta reclamó su turno de aprendizaje. Se ve que al observarnos había aprendido bastante, pues desde el inicio los movimientos de su lengua fueron realmente excitantes. Yo acariciaba su cuerpo y acerqué mi mano a su virgen coñito, pasando un dedo por la empapada rajita, causándole un orgasmo instantáneo que la hizo derrumbarse en la cama donde aún no se había recuperado Carmen del suyo anterior.
--Vaya, parece que lo habéis pasado bien… Pues os voy a regalar una lección más, si queréis… Os voy a comer el coñito y así veis cómo se puede gozar del sexo oral, ¿de acuerdo?
--¡Oh, sí, Raúl, sería fantástico…!
--No perdáis detalle porque así les podréis decir a vuestras parejas cómo os gusta que os lo hagan. Y podéis practicar entre vosotras.
Tumbé a mi sobrina y, con Carmen atenta, empecé besando sus labios y fui bajando por su cuello y pechitos con los pezones durísimos al tiempo que con un dedo en su vagina lubricaba toda la zona del clítoris, mi próximo objetivo. Abrí sus piernas y mi boca tomó posesión del virgen coño, lamiendo de arriba abajo, besando el interior de sus muslos y el monte de venus cubierto por la pelusilla rubia. Los flujos se escurrían por el exterior hasta el ano y aproveché para darle unos lametazos que no esperaba a juzgar por el respingo que dio. Volví a buscar el clítoris y le di unos mordisquitos que la hicieron estremecer. Los gemidos que salían de sus labios me tenían más cachondo que nunca y Carmen se percató de ello, tomando mi polla en su mano y pajeando sin perder de vista mis acciones sobre Aurora. Finalmente le llegó el orgasmo, largo, brutal, con espasmos en piernas y cuerpo, hasta adoptar una posición fetal que abracé, cubriéndola de besos y echándole una sábana por encima pues se había dormido. Entre tanto, Carmen se había metido mi polla en la boca y me estaba haciendo una soberbia mamada, impropia de alguien que solo había hecho una en su vida. El ritmo de la boca y la mano subiendo y bajando me conducía a una inevitable corrida que su boca no quiso perderse, haciendo un esfuerzo por acogerla entera, aunque parte del semen se escurrió de sus labios hasta caer en sus pechos infantiles. Me mostró el interior de su boca y en un momento desapareció mi leche en su garganta, recogiendo los restos con los deditos y limpiando mi pene con los labios.
--¡Qué rico sabes, Raúl! No me importaría desayunar tu leche todos los días… ¿Vas a hacer que me corra yo ahora…?
--Seguro que sí, te lo debo por lo que acabas de hacer. Túmbate, que te voy a llevar al paraíso…
Dicho y hecho, inicié el juego con besos en los que pude probar el sabor de mi corrida y un largo recorrido por todo su cuerpo llenándolo de saliva. Su oculto coñito se abrió para mí y enseguida mi lengua dio cuenta de los líquidos que lubricaban toda la zona. Con el dedo masajeé su botoncito y empezó a gemir intensamente. Lanzado como estaba, metí un dedo en su coñito suavemente con un movimiento de metisaca que la llevaba al cielo. Con toda la zona húmeda por sus jugos la hice colocar a cuatro patas y contemplé desde atrás su vagina y ano y no pude evitar la tentación de besarlo y de introducir la punta de la lengua para dar paso después a un dedo convenientemente lubricado anteriormente en su vagina. Dio un respingo pero no protestó por la intromisión. Volvió su cabeza para mirar cómo maniobraba en su retaguardia y me animó a seguir con la invasión de su recto, lo que hice con gran placer ante el evidente gusto que le estaba proporcionando. La tumbé de nuevo de espaldas sin sacar el dedo de su interior y ataqué de nuevo su clítoris hasta que le llegó el orgasmo deseado. Los gritos despertaron a Aurora, que se sorprendió al ver dónde se hallaba mi dedo índice, y que inmediatamente se lanzó a besar a su amiga, poniendo así en práctica la lección aprendida un rato antes. Las contemplé desde los pies de la cama con una nueva erección, pero me retiré para dejarlas gozar a sus anchas. Las estaba convirtiendo en unas zorritas ansiosas de placer, así que les dejaría mi dormitorio a su disposición para que experimentasen por su cuenta en el mundo del sexo.
Tuve que subir a buscarlas a la hora de comer y las encontré abrazadas como un koala a su árbol, con los labios unidos en un beso interminable, como una pareja de novios. Durante la comida se acariciaban sin recato y en cuanto terminaron se encerraron de nuevo en mi habitación.
La siesta fue interrumpida por la llamada de mi sobrina desde Berlín. Aurora no le cogía el teléfono y quería informarse de todo. La tranquilicé y le dije que estaba en la piscina, aunque estaba seguro de que no era así porque no se escuchaba ningún ruido. Me dijo que les habían cambiado el viaje de vuelta y que llegarían el domingo por la noche, así que tendría que cargar con las niñas hasta el lunes, al menos. Después de todo lo ocurrido en estos tres días ya no me importaba que se quedaran el tiempo que hiciera falta. A fin de cuentas yo estaba disfrutando tanto como ellas de su periodo de aprendizaje.
Durante la cena les informé de la llamada de Marta y se pusieron muy contentas por poder quedarse un día más conmigo. Me saltaron al cuello y empezaron a acariciar mi pene con delicadeza.
--Tío, me ha dicho Carmen que esta mañana te has corrido en su boca. ¿Puedo hacerte yo una mamada…?
--Os estáis volviendo unas viciosillas, chicas… Adelante, haced lo que os plazca conmigo.
Sin dejarme mover de la silla se arrodilló y me despojó del pantalón y el bóxer y dio inicio a la maniobra para endurecer mi polla. Carmen se hizo a un lado, observando atentamente los movimientos de Aurora. Unos tímidos besos en el glande fueron seguidos de unos lametazos furiosos al tronco enhiesto que deseaba introducir en la sexy boquita de mi sobrina, aunque iba a dejar que ella llevara toda la iniciativa. No demoró en ello, y la cabeza del pene se enterró en la húmeda cavidad donde fue acogida por una lengua juguetona que la rodeaba en círculos. La excitación era increíble. El metisaca al que me sometía era como si estuviera follando, y no tardé en correrme. La avisé por si no quería que lo hiciera en su boca, pero aumentó la intensidad de las chupadas y exploté enviando al fondo de su garganta varios chorros de leche caliente que me mostró antes de compartirlos con Carmen en una sucesión de besos.
Quedé derrengado en la silla observando a las chiquillas cómo compartían mi corrida al tiempo que se masturbaban mutuamente. A duras penas llegué al sofá y me quedé dormido. Al despertar de madrugada y dirigirme a mi dormitorio las encontré abrazadas una vez más, así que ocupé una de sus camas para descansar.
SÁBADO
Desperté sin oír ruidos en la casa, por lo que supuse que las niñas seguían durmiendo. Preparé café y zumo y cuando me disponía a desayunar las vi entrar con dos bolsas de compra en las manos.
--Dormilón, hemos ido a comprar dulces para el desayuno y un par de cositas para comer y pasar un buen día, ja, ja, ja…, se reían acompasadas.
--Haz sitio para estos manjares… A ver… bollos, magdalenas, bizcochos, chocolates y… ahora viene lo mejor…
¡¡¡Una caja de condones!!!
No creía lo que veía. ¿Para qué los querían?
--No te vamos a obligar a hacer lo que no quieras, tío, pero queremos que nos desvirgues en estos dos días que nos quedan contigo.
--Pero, pero, pero…
Las palabras no acudían a mis labios. Una cosa era que les hubiera dejado masturbarme y otra follarme a dos chicas. Todas las alarmas morales se me dispararon y se lo hice saber.
--A ver, chicas, es que sois dos niñas todavía… Que sí, que acabáis de descubrir lo bueno que es el sexo, pero es muy pronto para llegar hasta el final, creo yo… No me parece bien esto que me pedís. Me alegra que experimentéis entre vosotras y conmigo, pero esto es excesivo. Pienso que tenéis que esperar a encontrar alguien adecuado para vosotras. La virginidad es una cosa que solo se pierde una vez, y preferiría que lo hicierais más adelante, con gente de vuestro entorno y vuestra generación.
Mis palabras les causaron una enorme tristeza que se vio reflejada en un incontenible llanto de las dos muchachas. Gruesos lagrimones corrían a la par por sus rostros. Las acogí entre mis brazos para confortarlas y les sequé los ojos con un pañuelo. Se calmaron poco a poco y me abrazaron con fuerza.
--Raúl, sabemos que somos muy jóvenes, pero lo que nos has hecho experimentar estos días ha sido impresionante y por eso hemos pensado que el final lógico era que nos follases. Pensábamos que te gustaría hacerlo.
--Por supuesto que me gustaría. Hay una cosa que se llama moral que me impide hacerlo. Además, Aurora es sobrina mía, y habéis sido confiadas a mí para que os cuide, no para que os pervierta.
--Es que te has portado tan bien con nosotras que estamos convencidas de que no nos ibas a hacer ningún daño. Has sido tan bueno y gentil con cada cosa que nos has enseñado que es una forma de expresarte nuestro agradecimiento. ¿Prefieres que nos coja cualquier tipo por ahí una noche de borrachera y no nos enteremos de nada? Sabemos que serás cuidadoso y solo buscarás enseñarnos a ser felices y disfrutar.
--Me alegro de que penséis eso de mí, pero os repito que sois muy jóvenes para iniciaros en el sexo. Podemos seguir jugando y puedo enseñaros más cosas, pero lo que me pedís es muy fuerte. Esperad a crecer un poquito. Vuestros cuerpos no están preparados para todo. Con dieciséis o dieciocho seréis más maduras y seguro que entonces lo disfrutaréis mucho más. Yo me ofrezco para ser vuestro mentor en todo lo que queráis saber, y será un honor para mí que esperéis hasta entonces. Tal vez en ese tiempo conozcáis alguien a quien merezca la pena entregar vuestra virginidad. La verdad es que me habéis hecho rejuvenecer estos días y he hecho cosas que no imaginaba desde hacía muchos años. Os quiero mucho, chicas, y espero que entendáis mi posición.
--Gracias, tío, muchas gracias por todo lo que has hecho por nosotras. Eres la mejor persona que hemos conocido en la vida. ¿En serio que si esperamos un par de años estarás aquí para nosotras? ¿Y podremos jugar mientras tanto como ahora?
--Os convertiré en dos zorritas si lo deseáis. No habrá ninguna chica que pueda competir con vosotras en darle placer a los hombres… o a las mujeres. Ahora, a desayunar estas cositas que habéis traído, y luego ya veremos qué hacemos…
Dimos buena cuenta de las viandas y a continuación las chicas se fueron a la piscina mientras yo recogía la cocina y preparaba la comida. Mi cabeza daba vueltas a la proposición de Aurora y Carmen, y aunque resultaba tentador desvirgar a las niñas, mi mente me decía que era mala idea. Nunca se sabe cómo se van a desarrollar los acontecimientos futuros y qué puede pasar por las cabecitas de dos adolescentes que no paran de publicar en las redes sociales aspectos diarios de su vida.
Si estaban dispuestas a esperar unos años yo lo haría también. Mientras tanto les daría unas lecciones teóricas y prácticas de cómo obtener y proporcionar el máximo placer posible con sus parejas.
Después de comer y hacer la siesta las llamé a mi habitación para hacerles partícipes de mi idea, hecho que acogieron con grandes muestras de alegría, lanzándose encima de mí y llenándome de besos y abrazos.
--Cuéntanos qué quieres que hagamos, Raúl. Seremos alumnas aplicadas.
--Pues empezaremos por descubrir todas las partes erógenas de vuestros cuerpos. Acariciaos una a la otra e id descubriendo qué os gusta, qué os da placer… Así… besad los pechos… las orejas… el interior de los muslos… los pies… los labios… hasta llegar al objetivo final…
Sentado a los pies de la cama las observaba disfrutar de su sexualidad al tiempo que les daba consejos de cómo variar las posturas, la velocidad e intensidad de las caricias con el objetivo de llegar al orgasmo. Aprendieron rápidamente y pronto los gemidos llenaron la habitación. Finalmente, Aurora tomó la iniciativa y se colocó entre los muslos de Carmen, dando inicio a la comida de su primer coño. Con la lengua recorrió toda la rajita hasta llegar al clítoris hinchado de su pelirroja amiga, lamiéndolo con la punta e introduciéndolo entre sus labios. Los gemidos de Carmen me estaban produciendo tal excitación que abandoné mi postura neutral y me acerqué a acariciar el culito en pompa de mi sobrina, que, de rodillas, me dejaba ver su coñito chorreante y el agujerito del culo, ambos vírgenes. Los fluidos que se escurrían por sus muslos me incitaron a beberlos y ya no me pude detener. Lamí sus sabrosos jugos y continué hasta la rajita de donde procedían, causando en mi sobrina un instantáneo orgasmo que la hizo abandonar sus tareas para con su amiga. Volvió el rostro y me sonrió, pidiendo que continuase las caricias mientras ella misma reanudaba la suya en el coñito de Carmen. Me apliqué a la faena y chupé su clítoris al tiempo que introducía un dedo en su vagina lubricada. El agujerito de su ano me miraba tentador y le di una lamida que provocó un respingo en su cuerpo. No me detuve y seguí insistiendo con la punta de la lengua con la intención de traspasar la barrera de su esfínter. Ella apretaba con fuerza, pero con ayuda de los jugos que lubricaban su coño pude introducir la punta de una dedo en su virgen anito, dejando caer a continuación saliva para no entorpecer la penetración. Poco a poco avanzaba mi dedo en su interior mientras sus gemidos aumentaban en intensidad, así como los de Carmen, sometida a una comida de coño magistral. Tomando ejemplo de mi acción, Aurora dirigió su boca al ano de su amiga y comenzó a lubricarlo con su saliva. Como yo, metió un dedo en la vagina y, bien lubricado, comenzó la tarea de traspasar el esfínter de su amiga. Carmen no gemía, aullaba de placer. Yo ahora mantenía un dedo en el coño y otro en el ano de mi sobrina, dando un movimiento de metisaca simultáneo, arrancando de sus labios una sucesión de gemidos entremezclados de palabras sin sentido, hasta hacerla explotar en un orgasmo brutal que me apretaba ambos dedos en su interior como una ventosa. Se derrumbó sobre el vientre de Carmen moviendo los dedos todavía dentro de sus cavidades hasta provocarla su propio orgasmo.
Di por concluida mi tarea y las cubrí con una sábana, dejando la habitación en penumbra. Feliz por el desarrollo de los acontecimientos, ni siquiera fui consciente de la tremenda excitación de mi polla, así que me hice una buena paja en su honor y me fui a preparar la cena, tarea inútil, por otra parte, pues las chicas se durmieron y no quise despertarlas, dejándolas en mi dormitorio.
DOMINGO
Último día de estancia de las chicas en casa y estaba nervioso y triste por su marcha. Realmente estas dos adolescentes me habían hecho sentir joven otra vez. Esperaba que mis enseñanzas las ayudase en sus vidas. Que fueran capaces de asimilar que el sexo forma parte de nuestras vidas y que hay que disfrutarlo de modo responsable y desinhibido.
Se levantaron tarde, con el desayuno preparado en la mesa de la cocina mientras yo corría por los alrededores de la casa. Al volver las hallé en la piscina jugando con sus cuerpos desnudos y enseguida se lanzaron sobre mí, cubriéndome de besos y quitándose la palabra una a la otra.
--Raúl, eso de ayer fue fantástico. Nos dejaste muertas.
--Gracias, gracias, gracias…, decía mi sobrina acompañando cada palabra con un beso en mis mejillas. –Es una pena que hoy sea el último día, pero queremos que nos prometas que nos esperarás para desvirgarnos el día que creas que estamos preparadas.
--Por supuesto. Ya os lo dije ayer. Creced y madurad, y el día que veáis que estáis preparadas para el gran paso, aquí estaré para darlo juntos. Con respecto a lo de ayer, no lo había planeado. El sexo anal es difícil y no a todo el mundo le gusta. Hay quien lo ve sucio o doloroso, por eso siempre es necesario lubricar bien la zona y mantenerla limpia, y usar protección. Tened en cuenta que un dedo no es como una polla, ya lo habéis podido observar. Usad protección siempre, lo hagáis por donde lo hagáis y con quien quiera que lo hagáis, ¿vale? Y siempre con mucha lubricación, no olvidéis que es una zona sin lubricación natural, ¿vale, chicas?
--Así lo haremos. Lo del culito fue genial, de verdad, a las dos nos gustó muchísimo, y pensamos aplicarlo a nuestros juegos. A partir de ahora tendremos que jugar solitas, pero creo que alguna vez te haremos una visita si quieres. Por cierto, ¿crees que somos lesbianas?
--Pues no sé. Veo que os queréis mucho y que disfrutáis del sexo juntas, pero también veo que os gusta hacerlo conmigo y que os gustan los chicos, así que más bien veo que podríais ser bisexuales, eso si os gustan otras mujeres también. Si no, simplemente sois dos chicas que quieren gozar del sexo sin cortapisas. Y me alegro mucho de haberos ayudado a descubrir este nuevo mundo de diversión.
--Raúl, ¿podremos despedirnos hoy con una sesión de jueguecitos? Queremos darte las gracias por todo con una fiesta por todo lo alto. Te vamos a dejar la polla seca, ja, ja, ja… Por cierto, vemos que ya la tienes en buena forma, eso es porque te ha gustado nuestra propuesta, ja, ja, ja…
--Vamos, tío, acércate que no te vamos a comer… o sí, ja, ja, ja…
--No, que voy todo sudado. Me doy una ducha rápida y os espero dentro si queréis.
Mientras me duchaba se me ocurrió que podía darles una último regalo a las chicas, una experiencia próxima a la penetración sin llegar a consumar. Cuando salí de la ducha me esperaban desnudas sobre mi cama, calentándose con besos y caricias. Se incorporaron y me sonrieron, invitándome a unirme a ellas. Pronto tomaron mi polla erecta y la cubrieron de besos y lametones. Las hice parar y bajé a la cocina a por los condones que habían comprado el día anterior, y con ellos en la mano les comuniqué mi idea de “casi follar” que había tenido. El plan era acariciar con mi polla sus húmedos coñitos hasta hacerlas correrse.
La idea les entusiasmó, tal vez con la esperanza de que me calentase y las acabase penetrando, pero tenía la firma voluntad de no hacerlo y nos pusimos manos a la obra. Las niñas ya estaban muy calientes y mi polla también, de manera que aprovechamos la ocasión para practicar cómo colocar un condón de forma adecuada, añadiendo algún toque sexy a la tarea, como miradas y comentarios picantes a modo de prolegómenos. Las dos niñas se aplicaron y enseguida aprendieron varias técnicas para hacerlo incluso con la boca.
Finalizado el aprendizaje, Aurora y Carmen se tumbaron mostrando sus coños abiertos ante mí rezumantes de jugos. Con mi boca alterné para darles unos lametazos y provocarles un primer orgasmo que las dejó listas para el último acto de mis enseñanzas. Me decidí por comenzar con la pelirroja y dirigí mi duro pene a su rajita ayudado por mi mano, rozando suavemente su vulva chorreante y el clítoris hinchado por la excitación. Sus jadeos y gemidos fueron acrecentados por los besos que Aurora daba a sus pechitos coronados por los pezones endurecidos. Mi glande jugaba en la entrada de su vagina abriéndola un poquito. Carmen lo notaba y acercaba sus caderas intentando que la penetrase completamente, pero yo lo impedía retirando mi polla y dando golpecitos en su botoncito, hecho que la enloquecía. Cuando tuvo su segundo orgasmo me aparté y repetí la operación con Aurora. Mi sobrina no se había perdido detalle de los momentos previos y con una excitación máxima me pedía más y más, besando mi boca e intentando vencer mi voluntad de mantenerlas vírgenes, cosa que no consiguió. La hice alcanzar el clímax y se quedó en estado de ausencia total. Me tumbé con ellas y abrazados despertamos a la mañana siguiente.
LUNES
Notaba los lengüetazos en mi polla, y en mi ensoñación las dejé continuar fingiendo que seguía dormido. Iba a ser el día de nuestra despedida, así que las dejaría disfrutar de un último placer a mi costa. Entreabrí los ojos y pude ver cómo Carmen tragaba mi mástil mientras Aurora le comía de tal forma el coño a su amiga que tenía que parar en su mamada por el placer que experimentaba. Cuando alcanzó su orgasmo se retiró y Aurora tomó el relevo succionando hasta hacerme correr en su boca. No dejó escapar ni una gota y se acercó a su desmadejada amiga para despertarla y compartir con ella mi leche. Sus bocas se juntaron y degustaron mi corrida entre risas.
Fue el último acto de una semana llena de alegría y excitación. En unas horas, mi sobrina Marta las recogería y acabarían esos momentos que ni en mis mejores sueños habría podido imaginar. Espero que cumplan su promesa de mantener el secreto de lo ocurrido, y ahora solo me queda esperar a que crezcan y, tal vez en unos años, volver a disfrutar de sus cuerpos adolescentes si ellas siguen dispuestas a que sea yo a quien entreguen su virginidad.