Otra Vida: Segundo Capítulo

Papá y el pasante de servicio social. Comencé a bajar y subir mi mano encima de mi polla. Estaba muy caliente. Quería ver. La única manera de verlo era atravesando la puerta y no estaba seguro de que eso fuese una buena idea. Aunque consideré hacerlo. ¿Qué iba a hacer? ¿Unirme a ellos? Era mi padre.

La semana escolar fue muy tranquila. Tenía gimnasia los lunes, miércoles y viernes, ahora ya llevaba ropa extra para las duchas. Jared y yo esperamos los tres días a que las duchas estuviesen vacías para poder entrar.

Diego había pasado martes y miércoles en mi casa. Teníamos un trabajo de tarea, y decidimos hacerlo juntos para que no pareciera tanto trabajo. Tuve que enviarle un mensaje de texto a mi papá diciéndole que llevaría a alguien a casa, para que usara algo de ropa.

El martes, cuando Diego y yo entramos a casa, papá estaba en la cocina, llevaba puesto un short de mezclilla que le llegaba a las rodillas y una playera blanca. Saludó a Diego y éste lo saludó a él. Subimos a mi habitación y estuvimos encerrados toda la tarde terminando el trabajo.

Diego era muy divertido, de verdad la pasaba muy bien con él. Minerva y él no eran muy cercanos, así que no me esforcé en hacer que nos lleváramos bien los tres. Hablaba con Minerva en clase y me la topaba a veces en el almuerzo.

-¿Te gusta Jared?- preguntó con una sonrisa maliciosa. Negué con la cabeza sonriendo. Había visto al tipo dos días solamente, si sentía algo por él, era sólo algo erótico y nada más. Estuvo diciendo que Jared no tenía muy buena reputación en el colegio. Pero no me cuadraba, porque al parecer,  tenía el concepto de ser un mujeriego. Entonces Jared no era gay.

El miércoles, después de las duchas me encontré a Diego y volvimos a casa. Jared me encaminó hasta Diego y se saludaron amablemente. Volví a textearle a papá diciéndole que Diego volvería a pasar la tarde en casa. Cuando entramos, papá estaba recostado en el sofá. Llevaba un pantalón deportivo, y ninguna camisa. Diego lo saludó y papá respondió levantando la mano.

Cuando Diego se marchó de mi casa, me di cuenta de que papá no estaba en la sala. Intenté no hacer mucho alboroto, seguramente habría salido o estaría dormido.

Saqué mi celular de mi pantalón y llamé a Minerva. Le pregunté si asistiría a la fiesta del viernes, Jared parecía entusiasmado y Diego también, pensé que sería buena idea ir. Minerva dijo que asistiría. Como era también su último año, aseguró que no quería perderse de ninguna fiesta. Le propuse vernos en la fiesta, porque aunque de algún modo sí lo deseaba, no quería estar a solas con Jared mucho tiempo. La cosa podía ponerse incómoda y odiaba no saber qué decir para evitarlo.

Me senté en la cocina después de haber hablado con Minerva. Escuché unos quejidos. Me di cuenta de que venían desde la habitación de mi papá. El morbo me invadió. Seguramente se estaba masturbando, o al menos eso pensé. Me levanté con cuidado de la silla del comedor y caminé hasta el pasillo. Su habitación estaba hasta el final.

Caminé hasta allá. Me paré detrás de su puerta y escuché quejidos, sólo que esta vez eran más silenciosos. Como si intentasen reprimirlos. Papá estaba con alguien más, podía escuchar cómo golpeaban el culo de alguien. Le daba nalgadas. Sonaban fuerte. Eso me puso muy caliente. Sin darme cuenta, ya tenía una erección bien formada debajo de mi pantalón. No sabía si era buena idea pero estaba considerando masturbarme detrás de la puerta.

-Métemela duro- escuché decir. No era mi papá, pero definitivamente era la voz de otro hombre. Me saqué la polla en la puerta de mi padre. Supuse que ninguno iba a salir a mitad de la follada. No iban a atraparme ahí. Escuchaba a papá decirle cosas. Le preguntaba si le gustaba y si quería que le diera más fuerte. El otro respondía que sí, estaba jadeando. Escuchaba cómo se movía la cama de papá.

Comencé a bajar y subir mi mano encima de mi polla. Estaba muy caliente. Quería ver. La única manera de verlo era atravesando la puerta y no estaba seguro de que eso fuese una buena idea. Aunque consideré hacerlo. ¿Qué iba a hacer? ¿Unirme a ellos? Era mi padre el que estaba ahí. Seguí masturbándome. Cada vez se preocupaban menos por ser silenciosos. Escuchaba cómo tronaba el culo del otro tipo con la pelvis de mi padre. Podía imaginarlo, el tipo en cuatro patas encima de la cama y papá dándole duro por el culo.

Estaba a punto de venirme. Sabía que el morbo estaba haciendo que me viniera muy rápido, era mi padre. Papá estaba follando a otro hombre. Escuché los jadeos cada vez más fuertes.

-Me voy a venir- dijo mi padre con la voz entrecortada.

-Vente adentro- le respondió el otro.

Eso me puso más caliente de lo que estaba. Escuché cómo lo follaba con más fuerza, y luego como los dos soltaban un gemido al mismo tiempo. Papá se estaba viniendo dentro de él. Sentí el chorro de semen llenarme la mano y corrí a mi habitación. Cuando la calentura se me había bajado, sentí algo de miedo por ser descubierto. Entré al baño y me limpié rápido. Esperaba no haber hecho mucho ruido.

Después de limpiarme y de quitarme lo agitado. Bajé hasta la cocina. Serví un plato con cereal y leche y me senté a esperar a que salieran de la habitación de papá. Cuando lo hicieron, me sorprendí de ver a semejante hombre en mi casa. No era muy grande, tendría unos 24 o 25 cuando mucho. Era muy fornido, podía asegurar que se mataba en el gimnasio. Papá y él salieron de la habitación con unas carpetas en las manos.

-Gracias, señor Salazar- dijo el muchacho. Papá sonrió respondiendo que descuidara. El muchacho me miró sonriendo y después de saludarme con la mano, se marchó.

-¿Quién es ese? – pregunté pretendiendo no haber escuchado nada.

-Es un pasante. Está haciendo el servicio social en nuestra empresa. Ocupaba que le firmara unos papeles.

-Oh, supongo que sólo podías usar la pluma que está amarrada en tu escritorio y por eso estaban en tu habitación –dije sarcásticamente.

-Hacía calor, le dije que pasara a mi habitación porque estaba más fresco ahí. ¿Eso vas a cenar? – preguntó cambiando el tema. Yo asentí. - ¿Hay algo que quieras decir?

-No.

Papá me miró entrecerrando los ojos como si sospechara algo y luego se volvió al refrigerador. Sacó comida fría que habíamos guardado y la calentó para comerla. No hablamos mucho esa noche. Después de cenar se marchó a su habitación y yo también.

El viernes por la mañana, estuve tratando de adelantar trabajos en clase, así no tendría que hacer tareas el fin de semana. Jared me buscó a la hora de gimnasia. Fuimos juntos a la clase y repetimos lo mismo del primer día.

-La próxima semana son las selecciones para el equipo de fútbol, ¿no te interesa? – preguntó.

-No lo sé, estuve en el equipo de béisbol en mi otra escuela. Lo disfrutaba mucho hasta que era final de semestre y todos los trabajos pendientes se me venían encima.

-Aquí es diferente. El fútbol es importante para todos, incluso para los profesores, así que los que están en el equipo, tienen ciertos beneficios a la hora de entregar trabajos, sobre todo los trabajos finales.

-Siendo así, creo que lo consideraré – comenté. Era bueno en los deportes. Jugando béisbol era como un pez en el agua, en atletismo había ganado una medalla, pero nunca había estado en un equipo de fútbol, supuse que no tendría por qué ser tan difícil. Además, Jared también iba a hacer la prueba para entrar al equipo.

Después de terminar los ejercicios, fuimos a las duchas. Nos desvestimos y nos bañamos mientras conversábamos sobre la fiesta de esa noche. Dijo que las fiestas se ponían muy bien. Había buena música, alcohol, y si lo deseaba, podía conseguir un poco de drogas también. Abrí los ojos muy sorprendido y él soltó una carcajada.

-A mí no me va eso, pero si tú lo deseas, tienes la opción.

-Paso – dije entre risas.

Terminamos de ducharnos y nos cambiamos. Apenas había pasado una semana, pero ducharme con Jared a un lado ya me parecía algo ordinario. Salimos de los vestidores, no miré a Diego en la entrada. Revisé mi celular y miré un mensaje de él explicando que debía marcharse a casa. Eso le gustó a Jared, porque cuando le dije, se ofreció a caminar conmigo a casa. Le expliqué dónde vivía y dijo que él no vivía muy lejos de ahí.

-Me dijeron que eras un mujeriego – dije mientras caminábamos a casa.

-Sí, dicen muchas cosas de mí. Una vez inventaron un rumor de que me reunía con mis amigos en un parque a sacrificar gallinas.

-¿Y lo hacías? – pregunté sorprendido.

-Claro que no – soltó una carcajada. – La gente de aquí está loca. La verdad no tengo mucho tiempo aquí, pero sé que no encajo. Como te dije el primer día, eso fue lo que me hizo pensar que podríamos ser amigos. Después de todo, ahora tú eres el chico nuevo.

Llegamos a mi casa. Jared estaba despidiéndose. Le pregunté si quería pasar un rato y dijo que sí. Le pedí que me siguiera. Abrí la puerta de la entrada. Pasamos y miramos a papá saliendo de su habitación en bóxer. Había olvidado decirle. Jared levantó la mano saludándolo. Papá sonrió y se acercó a nosotros.

-Tú no eres Diego – dijo intentando sonar gracioso. Jared sonrió.

-No, soy Jared – se estrecharon la mano.

-Papá, ¿podrías…? – le hice una seña a su desnudez.

-No me molesta – dijo Jared -, en casa ando así todo el día. Vivo con mis hermanos. Sólo usamos ropa cuando uno de ellos lleva a alguna novia. Si es que se les puede llamar así – dijo apenado.

-¿Y tú tienes novia? – preguntó papá.

-No – respondió Jared.

-Qué raro, eres muy guapo – no podía creerlo. Me puse rojo. Papá se dio cuenta e hizo una broma al respecto. Jared soltó una carcajada también. Le pedí a Jared que me acompañara a mi habitación. Papá se encaminó a la sala y se dejó caer en un sofá con las piernas abiertas. Las palabras de Jared parecían haberle dado una extrema confianza.

-Tu papá es muy joven – dijo Jared cuando entramos a mi habitación.

-Sí, quizás demasiado – dije riéndome. Dejé mis cosas en el suelo y Jared hizo lo mismo. Me recosté en la cama y Jared se recostó a un lado. Parecíamos viejos amigos.

Comenzó a explicarme el porqué de los rumores. Al parecer una chica de último año, en el semestre pasado, había intentado liarse con él, pero él la rechazó diciéndole que ya salía con alguien más. La muchacha en venganza, había dicho a todo el colegio que Jared estaba con ella mientras salía con alguien más, misma razón por la que supuestamente ella lo había rechazado a él.

-Es una niñería- dije molesto.

-Lo sé, y algo tonto, yo le hubiera dicho a todos que el chico nuevo era gay, así además de molestarme por ser el chico nuevo, también iban a molestarme por ser marica.

-Bueno, quizás si le hubieras dicho que te gustaban los chicos, te habría dejado en paz y hubieran sido amigos.

-Bueno, igual no le mentí. Sí estaba saliendo con alguien más – dijo en un tono más serio.

-¿Y ya no? – pregunté curioso.

-No lo sé. – Eso me hizo sentir mal -, bueno, es obvio que ya no hay nada. Tenía un novio en mi otra ciudad. Pensamos que sería genial tener una relación a larga distancia, pero ya sabes cómo es todo eso. Un día me habló diciendo que quería estar conmigo… sexualmente, llamamos un par de veces para masturbarnos juntos, pero con las semanas se volvió aburrido. Vino el mes pasado a la ciudad a decirme que no estaba seguro de que funcionaría. Dijo que en el gimnasio al que asistía había chicos muy guapos, y que al no tenerme cerca, le era muy fácil sentir atracción por ellos. No pude culparlo por ello, así que decidimos darnos un tiempo…

-¿Cuánto tiempo? – pregunté inocentemente.

-No lo sé. Nadie lo sabe en realidad, Alex. Es algo que hacen las parejas para suavizar las cosas. Así el rompimiento es más lento y menos doloroso.

-Oh. ¿Estás bien?

-Claro. No es el fin del mundo. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes novio en la ciudad de dónde viniste?

-No. Tuve uno a principios del año pasado, pero creo que sólo éramos amigos y ya. Íbamos juntos al cine, salíamos a jugar, teníamos sexo, y podíamos pasar días sin hablar, y luego era otra vez lo mismo. Nada serio en realidad.

-¿Tu papá sabe que eres gay?

-Supongo. Tenía un poster de Britney en mi antigua habitación.

-Ah, claro que sabe – soltamos una carcajada.

Nos miramos. Ninguno estaba diciendo nada. Pensé en contarle lo que había pasado con papá y su pasante del servicio social, pero no lo consideré oportuno. Si Jared y yo no hubiésemos compartido clases, seguramente me hubiera lanzado encima de él en ese momento. Pero no sabía cómo reaccionaría, y tener que verlo en la escuela, iba a ser muy incómodo.

Jared se marchó por la tarde a su casa. Nos habíamos divertido mucho platicando. Pasaría por mí en la noche. Busqué algo decente que ponerme. Opté por algo casual que no pareciera muy desesperado. Una camisa de mezclilla y unos jeans negros.

Salí de mi habitación y miré a papá llamando por teléfono. Seguía en bóxer. Me hacía mucha gracia ya verlo así. Me preguntaba qué tanta ropa tendría en su closet si nunca la usaba realmente. Colgó el teléfono y me sonrió. Papá era muy cariñoso. Nunca me había molestado, pero ahora me incomodaba un poco. Me senté en el sofá para ponerme los tenis y él se sentó a un lado de mí. Puso su mano en mi pierna y comenzó a contarme de lo que había hecho en el trabajo. Estaba molesto con esa persona con la que había hablado por teléfono, no entendía mucho, salvo que habían hecho una transacción errónea y ahora podía perder un dinero.

-¿A dónde vas tan arreglado? – preguntó sacudiéndome el cabello.

-Hay una fiesta del instituto. Jared, Diego y Minerva irán. Pensé que era buena idea asistir. Ahora creo que hubiera sido buena idea pedirte permiso.

-Sí. No hubiera estado mal que me tomaras en cuenta. Pero qué va, ¿vas a beber? – preguntó preocupado.

-No… no lo sé. Prometo moderarme en caso de que lo haga.

-¿Llevas dinero suficiente para un taxi?

-Sí, no he gastado nada de lo que me diste para el mes.

-Bueno, igual, toma – se levantó del sofá. Caminó hasta el mueble donde estaba la televisión y tomó dinero. Me lo entregó y sonrió – cualquier cosa, no dudes en llamarme.

-Jared pasará por mí y me traerá de vuelta a casa. No tendré que gastar tampoco hoy en taxi. No te preocupes.

-Sólo guarda el dinero por si ocurre una emergencia. ¿Llevas condones? – esa pregunta me puso muy incómodo.

-No – respondí.

-Qué mal estás – dijo levantándose, fue a su habitación y volvió con un par de condones. Eran condones saborizados. Solté una risita y me pidió que los guardara -, uno nunca sabe cuándo le va a meter la polla a otra persona – que dijera persona y no mujer, me hizo sentir cómodo de nuevo.

-Supongo – dije recordando cómo le metía la polla mi papá a su pasante de servicio social. Recibí un mensaje de texto. Era de Jared. Estaba afuera de mi casa esperando. – Ya me iré. ¿Tengo algún límite de hora para volver? – pregunté incrédulo.

-Sólo contrólate, Alex. ¿Está bien?

-Claro. Te amo, papá – dije dándole un beso en la mejilla.

-Te amo también, y aprovechando que te vas – se levantó del sofá y se quitó el bóxer quedándose totalmente desnudo -, así está mejor.

Negué con reprobación, mientras sonreía. Le volví a dar otro beso en la mejilla y salí de mi casa. Jared estaba en un auto blanco. Bajó el cristal y me pidió que subiera.

NUEVAMENTE LES AGRADEZCO POR HABER LLEGADO AL FINAL DEL CAPÍTULO. AGRADEZCO TAMBIÉN A LOS QUE SE TOMARON EL TIEMPO DE ESCRIBIRME UN COMENTARIO Y ENVIARLO A MI CORREO ELECTRÓNICO. LO DEJO DE NUEVO ALEXSALAZARTR@GMAIL.COM E IGUAL SI PUDIERAN DEJAR SU COMENTARIO AQUÍ, LO AGRADECERÍA MUCHO PARA SABER SI LES ESTÁ GUSTANDO EL RUMBO QUE ESTÁ TOMANDO LA HISTORIA.

UN SALUDO.

ALEX