Otra vida 4: Después de la fiesta
Estaba quedándome dormido cuando sentí cómo Daniel se movía acostándose boca abajo. Yo también estaba boca abajo con un brazo sobre el pecho de Jared. Sentí el brazo de Daniel pasar por mi espalda y eso me excitó un poco. Preferí fingir que seguía durmiendo. Después sentí su pierna sobre mi pierna y poco a poco acercó su polla hasta quedar rozando mi cadera.
Salí de la casa. Miré a Jared en un auto estacionado afuera. Me acerqué y me subí en el asiento del copiloto. Dos muchachos iban atrás, uno se llamaba Santiago y el otro Daniel. Al parecer eran novios y amigos de Jared.
—¿Todo bien? — preguntó.
—Sí. Todo bien.
Saludé a los dos muchachos. Se portaron muy amables y eran graciosos. Santiago no dejó de hablar en todo el camino, y si dejaba de hablar, era porque estaba ocupado besando a Daniel. Según Jared, la fiesta no quedaba muy lejos, pero yo sentí que pasó una eternidad hasta que pudimos llegar.
Pensé que sería en una especie de salón de fiestas, pero no, era en una casa, una casa enorme. Había luces por todas partes y la música llegaba a todos los rincones de la casa.
Saqué mi teléfono celular una vez que llegamos y llamé a Minerva. No respondió, pero dos minutos después recibí un mensaje de ella.
Estoy adentro. No puedo responder porque no escucho nada. Cuando entres a la casa, camina a tu izquierda, estamos hasta el fondo.
Le dije a Jared dónde estaba Minerva. Sonrió, puso sus manos sobre mis hombros y caminamos hasta la casa. Santiago y Daniel nos siguieron. Minerva estaba con otros muchachos y muchachas, pero ya no me molesté en aprender sus nombres. Con Daniel y Santiago sería suficiente.
—¿Dónde está Diego? — preguntó Jared.
—No lo sé. Dijo que llegaría temprano y no responde su celular — dije algo preocupado.
Santiago dijo que iría por bebidas. Jared se ofreció a acompañarlo y yo me quedé con Daniel y Minerva. Daniel era pelirrojo, alto y un poco fornido. Empezó a hablar de lo mucho que podríamos divertirnos esa noche. Comenzó a señalar ciertos grupos de persona, explicando qué hacía cada uno. Dijo quiénes eran las muchachas que iban sólo a ver con quién se acostaban, los hombres que terminaban peleándose, los alcohólicos.
—¿Y tú? — le pregunté.
—Yo nada. Santiago me cuida.
—Ya veo.
Jared y Santiago volvieron. Jared me entregó un vaso con una bebida algo rara, y Santiago le entregó otra a Daniel. Olía como a Jamaica y alcohol. Sabía bien, a pesar del olor.
—¿Bebes usualmente? — preguntó Santiago.
—No — respondí sonriendo.
—Entonces llévatela con calma, esas cosas no saben mal, pero se te suben muy rápido a la cabeza. ¿No es así, Daniel? — miró a su novio y este sonrió.
Minerva dijo que no se quería quedar ahí sentada toda la noche. Otras muchachas se levantaron con ella, yo también me puse de pie, y Jared y Santiago. Al parecer Daniel no bailaba mucho, pero lo convencimos. La música era muy buena, no era difícil moverse.
La estaba pasando muy bien, pero no dejaba de pensar en Diego, me preocupaba que le hubiese ocurrido algo de camino a la fiesta. Volví a llamarle mientras bailábamos y no respondió. Jared me miró preocupado y me dijo que seguramente llegaría en cualquier momento.
Jared se paró frente a mí y comenzó a bailar conmigo. Minerva y los demás comenzaron a gritar burlándose de nosotros. Le seguí la corriente a Jared y me dejé llevar. Puse las manos en sus nalgas y él sonrió. Todos gritaban entre risas. Seguimos bailando.
—Se me hizo tarde — dijo Diego que acababa de llegar con nosotros. Le empezó a contar a Jared y a los demás que había tenido un problema con el auto. No quería sentirme paranoico, pero sentía que Diego estaba evitando posar su mirada en mí. Pensé que quizás había dicho algo mal, o le había molestado algo, pero no podía recordar qué había hecho en esos días.
—Lo bueno es que viniste — le dije amablemente. Asintió sonriendo y luego fue a sentarse con los pocos que se habían quedado en la mesa.
Estuvimos bailando un buen rato. Jared me dijo dónde estaban las bebidas, así podíamos turnarnos para ir por ellas. Daniel y yo fuimos después de Santiago y Jared, y así durante toda la noche.
Me había tomado unos seis vasos. Santiago me miraba con reprobación. Yo ya no podía dejar de sonreír. Jared puso una mano mi cabello y me echaba aire con la otra. Lo miré sonriendo y puse mis labios sobre los suyos. Todos se quedaron en silencio, y luego comenzaron a decirnos comentarios burlescos.
—¿Estás borracho? — preguntó Jared entre risas.
—Probablemente.
—¿Está mal si me aprovecho y te sigo besando? — preguntó.
—Probablemente. — Me acerqué más a él y comenzamos a besarnos. Pensé que los demás se molestarían pero no. Daniel y Santiago comenzaron a besarse también. Jared besaba muy bien, sentía su lengua entrar en mi boca, y me gustaba mucho cómo lamía mis labios también.
Sentí sus manos sobre mis piernas y eso me calentó mucho. Me hice a un lado y le pedí que me acompañara al baño. Daniel también quiso ir, caminamos hasta allá y nos dimos cuenta de que había una fila enorme afuera del baño.
—Maldito alcohol — dijo Daniel.
—Deberías de parar de beber — me dijo Jared.
—Estoy bien. No te preocupes. Minerva es la que me preocupa.
—Siempre se pone así — explicó Daniel.
Minerva había estado bebiendo mucho. Pusieron una canción que le gustaba mucho y se paró encima de una mesa a bailar. No me molestaba para nada, pero me sentía un poco responsable. Aunque Jared luego me explicó que no tenía por qué tomarme esa responsabilidad si ella siempre se había comportado de esa manera.
No quise darle vueltas al asunto, mi vejiga iba a explotar.
—Tendremos que recurrir a la prehistoria — dijo Daniel. Nos hizo señas y nos pidió que lo siguiéramos. Caminamos entre los pasillos de la casa hasta llegar al patio trasero. Había varios árboles. Se encogió de hombros, caminamos a un árbol y nos sacamos las pollas, ahí mismo. No me sorprendía ver a Jared, porque lo veía en gimnasia, pero me sorprendió ver a Daniel. Tenía una buena polla, y eso que aún no tenía una erección formada.
Terminamos y volvimos con nuestros amigos. Alguien dijo que había empezado a llover. Ya eran las tres de la mañana. Jared me preguntó que si quería marcharme. Respondí que no me importaba quedarme y tampoco me importaba irme.
—Creo que deberíamos irnos — dijo Daniel —, no creo que deje de llover y más tarde no podremos irnos.
—Está bien — dijo Jared.
Nos despedimos de Minerva y sus amigos. Diego también se despidió de nosotros y nuevamente sentí que me evadía. Estaba un poco borracho y ya comenzaba a fastidiarme.
—¿Pasa algo? — le pregunté curioso.
—No, ¿por qué? — parecía nervioso.
—Te siento raro.
—Estás loco. No pasa nada. Tengan cuidado de regreso a casa.
Salimos de la casa. Buscamos el auto de Jared y caminamos hasta allá. Nos subimos y comenzó a llover más fuerte.
—Te llevaré primero a ti, porque eres el que vive más cerca — me explicó. Asentí y los demás estuvieron de acuerdo. Daniel y Santiago iban abrazados en la parte trasera.
Era difícil conducir hasta, la lluvia estaba cayendo muy fuerte, y el viento no ayudaba mucho tampoco, porque los árboles se movían mucho. Llegamos a mi casa, y nos estacionamos afuera. Mandé un mensaje a mi papá pero tardó en responder.
—Pueden quedarse aquí en mi casa hasta que deje de llover — les dije amablemente. Daniel y Santiago asintieron.
— ¿Estás seguro de que no hay problema? — preguntó Jared.
—Papá no responde, pero no creo que le moleste. Él duerme en la parte de abajo, y yo en la de arriba, sólo no hagamos mucho ruido.
Nos bajamos del auto y corrimos adentro de la casa intentando no mojarnos mucho. Abrí la puerta y entramos a la casa. Nos sacudimos el agua y miré a papá dormido en la sala. Llevaba un bóxer puesto. Pensé en despertarlo, pero no tenía sentido. Miré que se despertó y se sobresaltó por vernos ahí.
—Le dije a Jared que podían pasar la noche aquí. Al menos hasta que pase la tormenta. No parece seguro que conduzca hasta su casa. ¿No lo crees?
—Claro, no se preocupen — dijo papá. — Iré a la cama. ¿Diego no fue con ustedes? — preguntó curioso. Negamos con la cabeza y luego se marchó a su habitación. Les pedí a mis amigos que subieran a mi habitación.
—Tu papá está bien rico — dijo Santiago. Los cuatro nos reímos mucho. Daniel le dio un codazo fingiendo estar molesto. — No te molestes, de todas maneras no creo tener oportunidad con él — Daniel lo miró aún más molesto y lo soltó. Santiago lo abrazó pero Daniel no cedió.
—Mi cama es King Size, creo que cabemos todos, pero si no es así, hay un sofá, si alguien quiere usarlo.
Entramos a mi habitación. Me quité la camisa que estaba empapada. Les dije que podían quitarse la ropa si querían y les prestaba algo.
—Sólo una toalla estaría bien — dijo Daniel.
Les presté una toalla. Se quitaron todo los tres, estaban en bóxer igual que yo. Llevé toda la ropa húmeda al cuarto de lavado y la metí en la secadora. Cuando volví, Daniel y Santiago estaban acostados en mi cama. Jared me miró sonriendo y me pidió que me acostara también. Daniel y Santiago se juntaron más, le pedí a Jared que se recostara a mi lado y así lo hizo.
Era la escena más excitante que había experimentado en toda mi vida, estaba acostado con tres muchachos semidesnudos. Santiago era el más alto de todos, y llevaba un calzón blanco que no dejaba mucho a la imaginación. El cuerpo de Daniel me daba mucho morbo porque era pelirrojo. Y a Jared le tenía muchas ganas desde el momento en el que lo conocí.
Había sábanas en mi cama. Daniel y Santiago usaron una y Jared y yo otra.
Estaba quedándome dormido cuando sentí cómo Daniel se movía acostándose boca abajo. Yo también estaba boca abajo con un brazo sobre el pecho de Jared. Sentí el brazo de Daniel pasar por mi espalda y eso me excitó un poco. Preferí fingir que seguía durmiendo. Después sentí su pierna sobre mi pierna y poco a poco acercó su polla hasta quedar rozando mi cadera. Pensé que quizás estaba dormido, y me estaba confundiendo con Santiago. No quise hacer algo imprudente como despertarme y decirle algo.
Seguí intentando dormir, pero Daniel comenzó a moverse. Estaba rozando su polla con mi cuerpo como si estuviese follándome. Pensé que lo mejor sería moverme. Me giré boca arriba y él también se movió. Intenté dormirme nuevamente, pero Daniel volvió a moverse, puso su mano sobre mi pecho y luego la bajó hasta mi polla, que en ese momento ya tenía una erección bien formada.
Como supuestamente yo estaba dormido y él también, dejé que hiciera lo que quería hacer. Metió la mano debajo de mi ropa interior y comenzó a tocar mi polla, sobándola poco a poco, y moviendo la mano de arriba abajo.
En ese momento comencé a sentirme incómodo, si Santiago se despertaba, seguramente iba a molestarse mucho si veía a su novio masturbándome. Miré a Jared y me sorprendí al ver que estaba despierto. Me miró a los ojos y yo me puse colorado. Pensé que iba a marcharse en ese momento.
Tenía su mano sobre su polla. Estaba tocándose mientras nos miraba. Me acerqué a él y comencé a besarlo. Se giró hacia mí y me besó también. Daniel se sentó y me quitó mi ropa interior. Se agachó y metió mi polla en su boca. Jared dejó de besarme y puso la mano sobre la cabeza de Daniel para que se metiera mi polla completa en su boca. Yo estaba gozando mucho.
Santiago seguía dormido. Jared se levantó de la cama y caminó hasta la orilla donde estaba Santiago. Se subió sobre él y comenzó a besarlo. Daniel se giró para verlo y sonrió, pero Santiago no despertaba.
Jared se deshizo de su ropa interior y le quitó a Daniel el suyo. Se subió a la cama y se puso sobre nosotros. Ver a Daniel y a Jared besarse me calentó muchísimo.
El movimiento despertó a Santiago y nos miró unos segundos tratando de entender lo que estaba pasando. Me acerqué a él y bajé hasta su polla. La saqué de su calzón y me la metí en la boca. Al principio se resistió pero luego dejó que hiciera lo que yo quisiera.
Daniel le estaba chupando la polla a Jared, me moví hasta ellos y le agarré el culo a Daniel. Pensé que alguno se quejaría pero no. Puse mi lengua en la entrada de su ano y comenzó a soltar unos quejidos. Santiago se movió y le metió la polla en la boca a Jared.
No podía creer lo que estaba pasando.
Le estuve lamiendo el culo a Daniel un buen rato. Metí un dedo dentro de su culo y soltó un quejido más fuerte.
Había sacado las cosas de mi pantalón y las había puesto en la mesita de noche. Tomé un condón y me lo puse. Los tres me miraron, eso me preocupó un poco.
— ¿Me la vas a meter? — preguntó Daniel.
—¿No? — pregunté nervioso.
—¿Está bien? — le preguntó a Santiago. Santiago se encogió de hombros y yo lo tomé como un sí. Caminé hasta el culo de Daniel y comencé a meterle mi polla. Lo hice lentamente, tenía las pollas de Santiago y Jared en su boca, así que no podía decir nada.
Jared y Santiago se dijeron algo. No pude entenderlo, pero se movieron de ahí. Jared se puso en cuatro patas sobre la cama y Santiago comenzó a lamerle el culo. Jared y Daniel comenzaron a besarse y eso me hizo calentarme más. Comencé a moverme más fuerte y Daniel se quejaba cada vez más.
Santiago se puso un condón y le metió la polla en el culo a Jared. Jared le pidió que esperara un momento porque le estaba doliendo mucho. Era de esperarse, Santiago tenía una polla muy grande. Seguí metiéndole la polla a Daniel, le tomé la polla con mi mano y comencé a masturbarlo.
Santiago estaba masturbando a Jared. Le tomé la cintura a Daniel y empecé a darle lo más fuerte que podía. Estaba muy caliente. Unos minutos antes tenía frío, pero para ese momento ya estábamos sudando los cuatro.
Jared le pidió a Santiago que se recostara, y Jared se subió sobre él. Estaba cabalgándolo. Santiago soltaba un suspiro tras otro. Entre más caliente estaba, más fuerte le metía la polla a Daniel.
Lo recosté boca arriba y puse sus piernas sobre mis hombros para poder verlo. Me bajé hasta su rostro y comencé a besarlo.
—Me voy a venir — dijo Santiago. Comencé a darle más fuerte a Daniel y a masturbarlo también. Saqué mi polla de su culo. Me subí sobre él, me quité el condón y le metí la polla en la boca. Comencé a chuparle a él su polla y a masturbarlo al mismo tiempo. Estábamos haciendo un 69 muy rico. Jared estaba masturbándose.
Santiago comenzó a quejarse y a soltar gritos ahogados. Se estaba viniendo dentro del culo de Jared. Jared también comenzó a venirse. Sentí su semen en mi espalda. Daniel me apretó el culo y saqué su polla de mi boca. Se vino y me cayó en la cara. Cerré los ojos rápido y sentí como me manchaba todo.
Yo ya me iba a venir, le pedí a Daniel que me soltara para poder venirme, pero no sacó mi polla de su boca, así que terminé dentro de ella. Fueron varios chorros, pero Daniel no dejó escapar nada.
Nos acostamos los cuatro sobre la cama tratando de recobrar el aliento.
Nadie decía nada.
— ¿Qué hicimos? — preguntó Santiago levantándose de la cama.
—Tranquilo, ven — le dijo Daniel. Santiago hizo un puchero. Daniel le tomó la mano y lo recostó sobre él. — Somos amigos. No pasa nada, la pasaste bien ¿no?
—Espero que sí — dijo Jared —, me cogiste bien rico.
—Hey, es mi novio — dijo Daniel soltándole un golpe a Jared. Nos reímos todos.
—Lo siento, pensé que ya lo habían hecho antes — confesé.
—No — respondió Daniel —, pero no pasa nada. Estuvo bien, y no se repetirá al menos que todos queramos — volteó a ver a Santiago y le dio un beso en los labios.
—No puedo creer que te tragaras el semen de Alex — dijo Santiago.
—Estaba muy caliente — admitió. — Cuando quieras me trago los tuyos, mi amor — se agachó hasta la polla de Santiago y comenzó a chupársela.
—Ya, no hace falta, tenemos que dormir — dijo Santiago. Jared me miró sonriendo y me abrazó. Lo abracé también y nos quedamos dormidos los cuatro.
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