Otra vez en el local liberal
Mi mujer se corre repetidas veces en un local liberal
Mi mujer no había quedado del todo satisfecha en nuestra última visita al local liberal que frecuentamos (podéis leer otras aventuras nuestras a través del perfil de autor) por lo que no me extrañó que el fin de semana siguiente me plantease volver. Así que siete días después allí estábamos de vuelta, esta vez llegamos de los primeros, poco después de que abriesen. Como en esta ocasión no habíamos quedado con nadie, nos sentamos a tomar una copa y ver el panorama. Si la semana previa aquello estaba de bote en bote esa noche había pocas personas y no parecía haber nadie que atrajese suficientemente a mi esposa. Incluso mientras fui al aseo sucedió que un hombre se acercó a R y se presentó, pero mi mujer amablemente le rechazó porque no era su tipo. Aquello no mejoraba y cansados de esperar decidimos montarnos la fiesta por nuestra cuenta, que también tiene su morbo follar con tu pareja en un local liberal. Así que fuimos a los vestuarios a dejar allí nuestra ropa, coger las toallas y las chanclas y dirigirnos al jacuzzi.
- Tienes una mujer muy hermosa.
Me di la vuelta y vi a un hombre desnudo un poco borracho que se dirigía a mí. Yo ya estaba únicamente con la toalla y R seguía desvistiéndose y llevaba únicamente unas breves braguitas.
- Gracias – le respondí.
No hubo tiempo para más porque su pareja se acercó rápidamente y se lo llevó de allí. Mientras se alejaba me acerqué a mi esposa por detrás y le acaricié los pezones. Los tenía durísimos.
¿Te ha gustado lo que te ha dicho?
Sí – me respondió con un gemido al sentir cómo le apretaba los pezones.
La respuesta de R me dio que pensar. No dejaba de ser una anécdota pero lo cierto es que lo lógico hubiese sido que mi mujer, una feminista convencida, se hubiese sentido ofendida, no porque alabase su belleza, sino porque dos hombres acabásemos hablando sobre ella en su presencia sin que nuestro interlocutor se hubiese dirigido a ella, sino a mí, como si fuese de mi propiedad. Pero bueno, estas son las típicas cosas que suceden en estos ambientes, que hay quien entiende que las mujeres son propiedad de los hombres y que somos nosotros quienes las arrastramos a estos locales y las compartimos contra su voluntad. Desde luego no es nuestro caso.
Nos metimos en el jacuzzi y nos pusimos en una esquina, en él había ocho hombres y una pareja. La pareja estaba enrrollándose con uno de los tíos. La escena era excitante. Mi mujer empezó a acariciarme bajo el agua y acabó rodeándome la polla y masturbándola alcanzando rápidamente una buena erección. Por mi parte yo penetré su coño con mis dedos. Así estuvimos un buen rato, disfrutando del calor del jacuzzi y dándonos placer mutuamente. De repente por mi lado un hombre empezó a acariciar mi pierna, no sé si buscando la de mi mujer o queriendo algo más de mí. Casi a la vez por el lado de mi mujer otro hombre la acarició ligeramente pero ella no lo animó y él no se atrevió a más. Puesto que ninguno de los dos hombres nos interesaba y mi mujer ya estaba muy caliente me invitó a que subiéramos al reservado solos.
Arriba no había nadie y empezamos a tocarnos y acariciarnos. Se echó boca arriba y me pidió que en esa postura le penetrase la boca. Así lo hice dando inicio a una excitante mamada. Al cabo de un rato y ya muy cachonda cambiamos de postura, ella se montó encima de mí y empezó a cabalgarme. Estaba muy húmeda. En esa posición se corrió por primera vez. Cuando se recuperó vimos que seguíamos solos en el reservado. R se levantó y me dijo que la acompañase. La seguí y me llevó hasta la barandilla del reservado. Desde allí se veía todo el local por debajo de nosotros. Mi mujer se apoyó en la madera ofreciéndome su culo.
- Venga, fóllame así – me invitó.
Inclinada como estaba apoyada en la barandilla me coloqué detrás de ella y enfilé mi dura polla hacia su coño. En esa postura la penetré fuerte y me dejé llevar. El alto ritmo que imprimí desde el primer momento disparó su excitación a nuevas alturas. Rápidamente alcanzó un nuevo orgasmo que intentó silenciar pero no lo consiguió del todo. Yo no bajé el ritmo. Cualquiera que levantase la vista desde la parte de abajo del local podía verla siendo penetrada por detrás y con sus pechos bailando.
Coloca tus tetas por encima de la barandilla – le dije mientras seguía follándola.
No, me da vergüenza – me respondió aguantando mis embates por detrás. Me hizo gracia la respuesta. Allí estábamos, follando en un local donde cualquiera podía vernos y R decía que le daba vergüenza que le viesen las tetas desde abajo, como si no se las hubiesen visto en el jacuzzi o en todas las anteriores ocasiones en que había follado conmigo o con otros en el local. Se me ocurrió una maldad.
Seguro que a J (uno de los sementales que se la había follado en ese mismo local) no le dirías que no – le repliqué –, seguro que si él te lo pidiese sí sacarías tus tetas por encima de la barandilla, ¿verdad?
¡Sí!, ¡sí!, ¡si él me lo pidiese lo haría! - me contestó totalmente descontrolada mientras se corría de nuevo en un orgasmo fortísimo.
Tras correrse R se apartó y se agachó de espaldas a la barandilla y empezó a chuparme la polla. La notaba salidísima con una mirada de lujuria mientras que yo pensaba que nunca había sentido mi polla tan grande y tan dura. Me la chupó un buen rato.
- Buff, estoy cansada – me dijo tras sacar mi pene de su boca.
La eché en el suelo boca arriba y le clavé mi polla hasta el fondo.
- De eso nada. Todavía no me he corrido – le contesté.
Mis palabras la excitaron de nuevo y seguimos follando. Volvió a correrse.
- Cuando te corras quiero que lo hagas en mi cara – me pidió.
No duré mucho más y cumpliendo con su petición me corrí abundamente en su rostro. Tras limpiarse descansamos un rato. Un par de parejas subieron y tuvieron sexo delante de nosotros. Acabamos volviendo a bajar y nos sentamos en la zona privada. Todavía teníamos ganas de seguir la noche así que miramos entre los hombres disponibles alguno adecuado para mi mujer. Finalmente ella acabó viendo uno de su gusto. Entramos en el jacuzzi e hicimos contacto con él invitándolo a subir al reservado. Aceptó rápidamente. En el jacuzzi quedaron cuatro tíos que se estaban follando por turnos a una mujer. En el reservado me fijé un poco más en el hombre que había escogido mi esposa. Era joven, de alrededor de treinta y pocos, atractivo de cara, de cuerpo bien y con una polla notable.
Mi mujer no esperó mucho. Rápidamente se puso de rodillas y empezó a comerle los huevos y tras ponerle un preservativo la polla. Pero por mucho empeño que le pusiese el pene no acababa de endurecerse del todo. R acabó volviéndose hacia mí para mamármela pero yo sabía que lo que en realidad quería era seguir con aquel nuevo amante, así que le dije que mejor volviese con él. Él se echó en el suelo y ella le montó pero seguía sin conseguir una erección aceptable. Nosotros no lo sabíamos en ese momento pero más tarde nos confesaría que ya había tenido relaciones sexuales esa noche y tardaba en recuperar.
Era lo que le faltaba a R tras la experiencia de la semana anterior, otro tío al que no se le levantaba. Así que mientras mi mujer intentaba con sus manos y boca ponérsela dura yo me acerqué a ella por detrás y le penetré el coño a cuatro patas. La mantuve un buen rato en esa postura hasta que ella se corrió. Entonces me aparté. Ella se echó a un lado para descansar pero su amante tomó la iniciativa y le comió el coño. Ella se corrió dos veces a gritos en esa postura por el sexo oral que estaba recibiendo. Luego el hombre pasó a masturbarla con sus dedos y otras dos veces ella gritó de placer al alcanzar el orgasmo. R quiso devolverle el favor pero era imposible, aquella polla no se acababa de poner dura y lo dejamos. Él se marchó y ya solos de nuevo volví a follármela con ella cabalgándome. Se corrió otra vez y a continuación lo hice yo derramándome en su boca. A petición mía dejó salir parte de mi semen y se embadurnó las tetas con él para mi excitación. Estaba dispuesta a irse a casa así, con todo mi semen por su cuerpo pero al final le dije que era mejor que se duchase Los dos nos metimos en las duchas, nos vestimos y nos marchamos. Fue otra gran noche aunque de nuevo mi mujer se quedó sin follar en condiciones con otro tío.