Otra vez en Acapulco (1)

Todo caé por su propio peso.

Otra vez en Acapulco I.

Hola a los lectores de todorelatos. Primero que nada quisiera solicitar a lo anfitriones de la página que quiten la fotografía del relato intitulado "Mi amiga Sandra", nada tiene que ver, además quiero decir que el relato "Gocé más que él" no es mío, independientemente de si es bueno o es malo, no es mío. Por favor, hagan algo, gracias. Bueno, tengo algo que contarles:

El 19 de diciembre pasado salimos de viaje, tomaríamos unas vacaciones de un poco más de quince días por las playas del Pacífico. Viajamos por carretera con otras dos parejas. El viaje lo iniciamos en la ciudad de México, primera escala: el Puerto de Acapulco, dónde sólo nos quedamos una noche, puesto que nuestro objetivo era disfrutar de las playas de la bahía de Huatulco, en el estado de Oaxaca por lo menos una semana y hacer el viaje por escalas, para disfrutar con comodidad y sin cansarse demasiado con jornadas largas en el auto. Al otro día salimos muy temprano y acampamos en la playa de un pueblito costero, donde estuvimos dos noches, después de ahí nos desplazamos a Puerto Escondido otras dos noches y por fin llegamos a la Bahía de Huatulco. Durante todo el viaje, comimos muy rico, muchísimos mariscos, que por cierto me fascinan, langosta, camarones, conchas, etc. Salimos a bailar alguna vez solo Alberto y yo y otras en compañía de las otras parejas. Siempre que salíamos de noche mi atuendo consistía en un vestido ligero y mis sandalias, sin sostén y sin tanga. Alberto me cachondeaba todo el tiempo y me cogía al regresar al hotel, me cogió también en la playa varias veces en la noche y una en pleno día en una hermosa playa llamada San Agustín.

Otras veces me hacía llegar con sus dedos en algún antro y yo me dejaba y gozaba de todo lo que me hacia. Todo fluyó tranquilo hasta regresar de nuevo a Puerto Escondido, ya de regreso. Ahí, una noche que salimos a bailar sólo los dos, conocimos a una pareja que también es de la Ciudad de México. Alberto y yo regresábamos a nuestra mesa de bailar una tanda de ritmos tropicales y al sentarnos, en la mesa contigua el hombre de la pareja alzó su vaso y brindo con nosotros. Alberto le devolvió el gesto y ellos se acercaron a nuestra mesa y se presentaron. Así supe que Antonio tenía 45 años y Maura 35, que eran casados. Antonio es un hombre de complexión regular, de estatura media, moreno, de ojos claros y Maura una morena clara un poco menos alta que yo, como de 1.60, con buenas caderas y unos pechos atractivos, los dos muy bronceados, pues al igual que nosotros llevaban más de una semana por las playas. Maura vestía como yo, un vestido de tela delgada, de tirantes y unas sandalias altas, también, después lo constaté, no llevaba tanga aunque realmente se notaba a simple vista ya que su vestido era muy ajustado al cuerpo. Nos preguntaron si podían sentarse con nosotros y Alberto asintió. Inmediatamente fluyó una energía, motivada por la desenvoltura de Tony y la simpatía de su esposa. Bailamos cada quien con su pareja, hasta que Tony le preguntó a Alberto si le permitía bailar conmigo, Alberto como es su costumbre, le contestó en tono cortés, que quien decidía era yo, Tony me alargó la mano y yo se la tomé y salimos a bailar. Afortunadamente la música era lenta, porqué sabrán que no soy muy buena bailadora, sólo me acomodo bien con Alberto, también en eso me acomodo bien con él, en todo me acomodo bien con él. Tony me rodeó la cintura al principio con una mano y me llevo cadenciosamente, es un buen bailarín. Sentí sus dos manos en la cintura, me apretó hacia su cuerpo y sentí su virilidad y me gustó estar bailando con él de esa manera. Al terminar de bailar nos acercamos a la mesa, dónde Maura y Alberto platicaban animadamente. Nos unimos a la plática, parecíamos viejos amigos, y en un momento Tony nos dijo que lo que los había motivado a contactarnos era la suposición de ser una pareja liberal, sobre todo por como nos comportábamos y como yo iba vestida. De manera muy natural Tony nos dijo que a ellos les gustaba el intercambio de parejas, agregando: espero que eso no les incomode. Alberto le contestó, con su natural sentido del humor, diciendo que así lo habíamos entendido, tanto por la manera en que se presentaron y la forma en que se desenvolvían, como por la sonrisa mía al regresar de bailar y todos reímos. Brindamos por el agradable encuentro de dos parejas a las que les gusta gozar de una sexualidad abierta, al buen entendedor, pocas palabras.

Hablamos de varios temas, lo que también me gustó, y entre ellos el de las fantasías. Tony me preguntó que cual era la mía. Nunca había pensado en una fantasía en concreto ya que tengo varias, o si se quiere ninguna, pero en ese momento le conteste que me gustaría estar en una cama, abrazando, besando y acariciando a otra mujer, rodeadas de varios hombres y que nos cogieran a las dos sin que supiéramos quien nos lo estaba haciendo, sin separarnos y sin dejar de disfrutarnos la una a la otra. Maura interrumpió diciendo que la suya era estar con cuatro o cinco hombres en un gang bang ( entiendo que es eufemismo de hipercogida) y que le hicieran de todo al mismo tiempo. Ellos opinaron que en realidad éramos unas golosas y nosotras asentimos riendo divertidas. Yo tenía curiosidad por saber que decían Tony y Alberto acerca del tema, pero muy habilidosamente se salieron por la tangente, comentando que con las nuestras bastaban.

Cuando empezaron a tocar canciones lentas ya con más confianza, salimos a bailar yo con Tony y Alberto con Maura, así que se iniciaba el intercambio de parejas. Ahí Tony me dijo que como el 3 de Enero era el cumpleaños de Maura y además sabiendo cuál era la fantasía de su mujer, le había preparado una sorpresa en Acapulco. Yo de sólo oír sus palabras y la emoción con la que me contaba todos los detalles me excite, sentí mi cuerpo caliente y le empecé a acariciar el hombro y el cuello, el respondió, tomándome la cintura con las dos manos y pegando mi cuerpo al suyo. También estaba excitado, sentí su verga dura y me le apreté con fuerza. Bajo su mano, de manera sutil me acarició las nalgas y me dijo que él tenía razón, ya que estaba casi seguro de que no traía ropa interior. Me estremecí con su plática y las caricias y recargué mi cabeza en su hombro, dejándome llevar por la música, la sensualidad, mi calentura y su manera de ser. Varias veces me acaricio las nalgas y antes de que termináramos de bailar me pregunto que si estaríamos dispuestos a ir con ellos a su hotel, le dije que tendríamos que preguntarles a Alberto y Maura. Al terminar la melodía ellos también se dirigían a la mesa y como los vi , me pareció que por ellos encantados, también se la estaban pasando muy a gusto.

Tony le propuso a Alberto terminar la noche en su habitación, este aceptó y salimos casi inmediatamente. Al subir al auto Maura me pidió que la dejara ir adelante, yo acepte sin ningún problema, a pesar de los celos que me dan que Alberto este con otra mujer, ya que en verdad quería estar con Tony, sabía que Alberto me lo permitiría, había sentido su verga y por la sensación la adivinaba dura, como me encantan. Tony me abrió la puerta trasera del auto y yo me desplacé hasta el lado contrario, el vestido se me subió, dejando al aire mis piernas y mis muslos, casi dejó al descubierto el higuito, traté de bajarlo, pero Tony me lo impidió con un gesto suave pero decidido que me encantó, a propósito me arrinconé hasta la puerta y subí una pierna, hasta tocar con la rodilla el respaldo del asiento, dejándole ver mi coño desnudo y brillante. Después de indicarle a Alberto nuestro destino, me acarició los muslos suavemente hasta que me tocó los labios mojados ya por mi excitación, levanté las nalgas un poco para que me tocara con comodidad y yo sintiera el placer de sus caricias. En la parte delantera, Maura acariciaba a Alberto sobre el pantalón y me volteaba a ver mojándose los labios. Sentí como dos dedos de Tony se habrían paso, acariciándome el coño como un experto, después de algunas caricias enérgicas sentí como me venía el placer, en un orgasmo delicioso. Tony se acercó a mí al mismo tiempo que me abarcaba y apretaba todo mi pubis empapado con la palma de la mano, lo que me pareció exquisito y me besó de manera tierna, me abrazó y me acaricio las nalgas y los senos, todo muy suavemente. Yo también lo abracé, disfrutando lo que me había hecho sentir y lo agradable de sus caricias.

Llegamos a su hotel, por el rumbo de Zicatela y pasamos directamente a una cabaña que tenían rentada. Yo busqué la cintura de Alberto y lo abracé, todavía con las piernas temblando y los muslos mojados. Le dije a mi Alberto que se portará bien con Maura, ya que Tony se estaba portando muy bien conmigo. El sonrió, diciéndome que conmigo todos se portaban bien y nos reímos. Tony sacó una botella de tinto y nos sirvió en unos vasos deshechables, puso un disco en su equipo portátil, una música lenta y cadenciosa envolvió el ambiente, Maura se movía cachondamente y me sentí contagiada, las dos empezamos a mirarnos con complicidad, sonriendo y disfrutando el momento. Tony me saco a bailar, mientras Alberto tomaba la mano de Maura. Pegamos nuestros cuerpos e inmediatamente me acarició las nalgas, yo alcé la cara buscando sus ojos con mis ojos y sus labios con los míos, lo bese con muchas ganas, estaba calientísima, un hilillo bajaba por mis muslos, Tony me tenía fascinada, tenía unas horas de conocerlo y ya me había hecho venir. Me besaba y me acariciaba cada vez con más fuerza, me subió el vestido y me acaricio las nalgas directamente, mientras se movía con cadencia, tallándome su dura verga. Tony no dejaba de bailar y me acariciaba todo el cuerpo: las nalgas, las piernas, la espalda, los senos, realmente me estaba llevando a tope en mi calentura. Me abrazaba desde atrás, tallándome su verga en las nalgas y acariciándome los pechos, me besaba en el cuello y bajaba la mano a mi chorreante higuito.

Me giró en dirección de Maura y Alberto que se acariciaban con mucha calentura, lo cual debo confesarlo, me da un poco de celos. Maura estaba ya desnuda, con las piernas abiertas y mi marido la masturbaba. Ver a mi marido metiéndole los dedos en el coño a Maura, mientras le acariciaba las nalgas y a ella gimiendo, me puso todavía más caliente, a pesar de los celos. Tony los llamó y ellos se acercaron. Alberto puso por delante a Maura y tomándola de las nalgas me la ofreció. Tony me sacó el vestido y me ofreció a Maura, las dos nos besamos y abrazamos, sentí el aliento caliente de Maura y su boca jugosa. Alberto y Tony se alejaron de nosotras, Maura me acariciaba la espalda y las nalgas y yo le metí los dedos en su coño que también estaba depilado y jugoso. Se los metí como Alberto lo hace conmigo y se vino casi inmediatamente de una manera escandalosa. Maura me abrazó con fuerza y me besó en los labios con mucha pasión, mientras yo le seguía acariciando el mojado coño con suavidad. Me jaló hacia la cama y ahí disfrutó de mí y me hizo disfrutar de diferentes formas, al igual que su marido era una experta en dar y recibir placer. Primero me besó y acarició por todo el cuerpo, con suavidad me chupó los pezones y bajo a besarme el coño de una manera deliciosa, me jalaba los labios con sus labios delicadamente, me acariciaba suavemente con su lengua, desde el ano hasta mi clítoris, me puso en cuatro y me beso las nalgas y el culito, me lamía como una perra a otra perra, mientras me metía su lengua en el culo me froté el botoncito y me vine por primera vez con ella.

Nos olvidamos de los hombres por unos momentos. Hicimos o más bien me hizo de todo y yo me abandoné en sus manos y en su boca. Me metió los dedos y me volvió a hacer llegar, me tallé con su coño haciendo la tijera, me chupó el botoncito hasta hacerme venir nuevamente. Me hizo gozar mucho, hasta que nuestros maridos nos sacaron del idilio sumándose a la fiesta, sentí el cuerpo desnudo de Tony por detrás, su verga dura tallándose desde mi espalda hasta mis nalgas, después su lengua bajando desde mi nuca hasta mi culo. Me acaricio los pliegues con su lengua y me abandone, de nuevo, me metió su lengua, mientras me acariciaba el coño y me metía los dedos con fuerza y rapidez, me volví a venir. Me pidió que me pusiera en cuatro, mientras se ponía un condón, le paré las nalgas y el me puso la punta en el coño y me metió su verga lentamente, una verga dura y gruesa, una verga sabrosa, deliciosa, que esa noche me dio mucho placer. Se puso boca arriba e hizo que lo cabalgara, primero dándole la espalda para que me acariciara las nalgas mientras me metía su gruesa verga, después de frente mientras me chupaba los pezones. Me acostó boca arriba y me abrió las piernas tanto que al día siguiente aún me sentía adolorida y me dio duro y fuerte y mucho, hasta que sentí que se venía, Tony se salió de mí, se quito el condón y masturbándose me baño el vientre y los pechos con su semen. Yo lo abracé y lo besé satisfecha, mientras le acariciaba y le apretaba su gruesa verga que, como dije, tanto placer me dio. Alberto y Maura siguieron cogiendo todavía un rato más, hasta que los dos llegaron a su placer, Tony me abrazaba y me daba de beber de su vaso. Alberto y Maura se nos unieron, brindamos por el encuentro una vez más, coincidimos todos que habíamos tenido suerte de conocernos y de lo bien que nos la habíamos pasado, nos besamos Tony y yo, Alberto y Maura y al final Maura y yo. Me puse mi vestido y le pedí a Tony que bailáramos la última melodía, nos seguimos besando y me dijo que había sido muy placentero estar conmigo, yo le acaricie la verga y le dije que a mi también me había gustado mucho estar con ellos. Alberto se vistió y Tony sólo se puso el pantalón, conversamos un poco más, terminamos nuestras bebidas y nos despedimos. Antes de salir nos pidieron los datos del hotel en que nos alojábamos. Así terminó la noche con ellos.

Se preguntarán que porque el relato se titula "Otra vez en Acapulco", si la experiencia sucedió en Puerto Escondido. Sucede que esta es la primera parte, lo verdaderamente excitante sucedió en Acapulco unos días después. Es decir hay continuación.

Diana. Enero de 2006.