Otra vez Diana

Después de algún tiempo, vuelvo a ponerme en contacto con los lectores.

OTRA VEZ DIANA.

Como se que muchas personas que lean esto no tienen idea de mí y otras que han leído mis anteriores relatos tal vez no me recuerden, les diré que me llamo Diana, que soy una mujer casada con un marido al que adoro, ambos alrededor de los cuarentas. Creo que estoy de buen ver y me conservo, gracias a que hago ejercicio todos los días. Vivimos en la ciudad de México, nos gusta disfrutar la vida en todos los sentidos, en especial los placeres sensuales. A mi en lo particular me fascina estar con dos hombres, aunque también me atraen otras posibilidades, a mi marido le gusta verme gozar y a mi me encanta que el me permita todo y que en ocasiones hasta el mismo planea nuestros encuentros. Lo que les narro a continuación es una de nuestras últimas experiencias, espero que les guste:

Cuando termine de vestirme, esta vez de manera discreta, llamé a Alberto mi marido, le dije que estaba lista y él me contesto que todo estaba bien, todo está correcto reiteró, así que te esperamos. Yo estaba nerviosa, tenía una esporádica relación vía correo electrónico con José Juan y había acordado con él la posibilidad de conocernos personalmente. Tenía como un año del primer contacto, a partir de la lectura de algunos de mis relatos, Juan José manifestaba su interés en ellos y en conocernos. Me decía que le gustaban mucho y que me le hacía una mujer interesante. Intercambiamos mensajes y creo que incluso en algún correo me envío una foto, a la que sinceramente no preste mucha atención. Guardé sus correos porque me gusto su manera de escribir y su manera de expresarse, me pareció una persona interesante. Un día releí los correos almacenados y le mandé un mensaje, otra vez intercambiamos algunas ideas y quedamos en conocernos. Se lo planteé a Alberto y quedamos en que el lo contactaría, conseguí los teléfonos de José Juan y Alberto le habló, quedaron un viernes en un restaurante de Insurgentes Sur, por el rumbo de Altavista.

Salí de la casa y tomé un taxi, hacia el restaurante, estaba nerviosa y sentía cierta excitación, algunas dudas sobre si me agradaría, aunque el hecho de que Alberto me dijera que todo estaba correcto me tranquilizaba a ese respecto, tambièn sobre si yo le parecería atractiva, el tenía cierta idea de mí por los relatos, pero una cosa son las palabras y otra la realidad. Afortunadamente el trayecto fue corto y en menos de quince minutos, estaba caminando hasta la mesa que ocupaban, al verme, Alberto se levantó, seguido de José Juan y nos presentó. Después de los saludos iniciales y llamar al mesero para pedirme un tequila, mi nerviosismo fue desapareciendo. Gracias a la agradable plática, a la coincidencia en algunos temas y también al efecto del tequila, me relaje y me sentí muy a gusto. José Juan resultó ser un tipo simpático, de modales correctos, buen conversador, físicamente no estaba mal, pero lo más importante es que se sentía confianza con él. Parecía que nos conocíamos de tiempo atrás. Conversamos de diferentes temas, cenamos unos bocadillos deliciosos y después de algunos comentarios sobre mis relatos y algún halago de parte de Juan José, surgió el tema del objetivo de nuestro encuentro, podríamos llevar las cosas a la intimidad en otra ocasión, pero al parecer todos nos sentíamos muy a gusto y con ganas de llevar las cosas hacía el placer, yo, en lo particular, tenía ganas de que la reunión continuara en otra parte. Muy gentilmente Juan José se levantó a los servicios para dejarnos solos, Alberto me preguntó que cómo me sentía, le dije que bien y con ganas de seguir adelante, el sólo sonrió, mientras me acariciaba la pierna bajo la falda hasta sentir mi tanga ya mojada, constatando lo excitada que estaba. Al regresar José Juan acordamos seguir en otro lugar más adecuado, ya que él por supuesto, estaba también deseoso de continuar.

En el camino mi nerviosismo y excitación inicial retornaron más intensos, sentía mi coño mojado, estaba excitada y deseosa de que todo saliera bien. Me preguntaba que como se iniciarían las cosas, quién tomaría la iniciativa, etc., todo esto aún sabiendo que Alberto se maneja muy bien en esos momentos. Cinco minutos después de entrar a la habitación del hotel y después de que Alberto ordenara unas bebidas, el nerviosismo se esfumó. José Juan me abrazaba mientras nos besábamos con deseo, bajó sus manos para acariciarme las nalgas, me apretó contra él y sentí su verga, yo me moví para disfrutarla. Alberto nos miraba a un par de metros y yo, emocionada y húmeda me abandoné al placer, disfrutaba de las caricias y de la mirada de Alberto, le encanta verme gozar y a mi también me encanta que me vea.

Poco después, sentí las manos de Alberto acariciándome desde los hombros hasta las nalgas y las de José Juan tocándome los pechos mientras nos seguíamos besando. Alberto me quito la falda mientras José Juan me desabotonaba la blusa y me quitaba el sostén. Recuerdo que me dijo que tenía curiosidad por mis senos, ya que nunca hablo de ellos en mis relatos, me los acarició y me apretó los pezones, yo disfrutaba las caricias de las cuatro manos sobre mi piel desnuda, me acariciaban mis senos, mis piernas y mis nalgas. Bajé mi mano para buscar la verga de José Juan sobre el pantalón y me encanto que la tuviera dura, la sentí gruesa y apetecible, era otra duda que tenía y que ahora gratamente disipaba Me recosté sobre la cama con las piernas abajo, Juan José me las abrió, hizo a un lado mi pequeña tanga y se fue directo sobre mi húmedo coñito, recibí la caricia de su boca con un gusto tremendo, me metía su lengua y me acariciaba mi botoncito, me levantó las piernas, me separo las nalgas y me acarició el ano con su boca, es algo que me encanta y hace que me caliente aún más, me siguió besando el coñito y excitando el clítoris hasta que me vine por primera vez. Me quite la tanga y me tendí en la cama mientras ellos se desnudaban. Ahí vi por primera vez la verga de José Juan, de tamaño medio, gruesa y lo mejor, muy dura, se recostó sobre mí y después de unos besos y caricias me la metió de un solo golpe, sentí que me llenaba me abandoné a sus envites, me encantó el ritmo y la dureza y me volví a venir. Mientras Alberto me acariciaba y me decía las cosas que me enervan.

Hicimos un descanso, para tomar de nuestras bebidas y José Juan volvió a tomarme, Alberto se apartó un poco para observarnos, me monté sobre Juan José y me clave su verga y sentí otra vez esa dureza que me encantaba, mientras el me acariciaba las nalgas y los senos, gocé como nunca y me vine a mares. Me recosté sobre él para besarlo y descansar un poco, el me siguió acariciando y me puso bocabajo, me acariciaba y besaba las nalgas, de pronto sentí su verga en la entrada de mi culito, instintivamente lo apreté, ya que aunque lo he gozado, que me la metan por atrás no es algo que me guste mucho, en ese momento sentí que Alberto se acercaba y me ponía su verga frente a mí, se la empecé a besar y me relaje un poco, José Juan me la empezó a clavar muy lentamente, yo sentí que el deseaba mucho encularme y posteriormente lo confirmé, ya que Alberto me dijo que cuando José Juan ya me la había metido me decía que esa era una de sus fantasías, yo sinceramente no lo escuche, pues estaba asimilando la contradicción entre el temor de sentir su verga en mi culo y el placer que me proporcionaba, así como también el tener la verga de Alberto frente a mí. A partir de ese momento, empecé a disfrutar las dos vergas que se me ofrecían, ¡como me encanta tener dos al mismo tiempo! Dos vergas para mi sola, dos vergas que me cojían al mismo tiempo, una por el culo y otra por la boca, las dos durísimas, hasta que sentí que Alberto se venía y me regalaba su delicioso semen. José Juan me la sacó, se quito el condón y se puso delante de mí, le besé la verga que me había dado tanto placer, se la acaricié con mucha pasión, me encantó tenerla entre mis labios, se la mamé con deleite, ya la había disfrutado por mi coño y mi culo y ahora lo hacia con mi boca, se la estuve mamando primero lentamente y después con movimientos enérgicos hasta que no aguanto más y me dijo que se iba a venir, la saque de mi boca y se la seguí acariciando con las manos hasta que estallo frente a mis ojos, dejando pringosas mis manos con sus jugos.

Después de esos momentos tan intensos me refugié en los brazos de Alberto que me abrazó amorosamente. Los tres nos recompusimos, tomamos otros tragos y comentamos que la velada había sido estupenda, todos estábamos satisfechos y contentos. Conversamos un poco, nos vestimos y salimos del hotel, Dejamos a José Juan dónde había aparcado su automóvil y nos despedimos afectuosamente. José Juan me dio un beso húmedo y propuso que nos volviéramos a ver, situación que no se ha realizado, ya que nosotros tuvimos que hacer un largo viaje y nuestro regreso coincidió con el hecho de que el también tuvo que salir al extranjero.

Después de dejarlo, llegamos a nuestra casa, y tan pronto atravesamos la puerta, abracé a mi Alberto, el acariciaba mis nalgas y me preguntaba como la había pasado, yo me volví a prender de recordar las situaciones tan placenteras que había vivido momentos antes, le decía que me había gustado mucho coger con José Juan, que me gusto mucho su verga gruesa, que me encanto que estuviera durísima todo el tiempo y que además me lo había hecho riquísimo, pero que ahora quería que él me la metiera, que quería gozar su verga que tanto me encanta y que para esos momentos estaba ya muy dura. Quería demostrarle lo mucho que agradezco me permita gozar tanto, la suerte que tengo de que él goce con mi gozo, quería demostrarle lo mucho que lo quiero. Nos fuimos a la recámara y ahí me la metió en muchas posiciones, haciendo venir a su putita varias veces, con su verga, con sus manos y con su boca, como si tuviera mucho tiempo que no lo hiciera.