Otra vez con el amigo de mis padres
Aprovechamos el momento para seguir con nuestra relación a escondidas
De nuevo escribo porque sé que el contarlo me hace sentir mejor y como la vez anterior me sirvió de mucho, vuelvo a recurrir a relataros otra experiencia.
Mi nombre es Ainhoa, llevo tiempo saliendo con un amigo de mis padres que se llama Ángel, el cual está casado con María que es también amiga de mis padres.
Como os dije, suelen quedar varias parejas para cenar los fines de semana, y nada ha cambiado, seguimos viéndonos solamente cuando vienen a cenar a casa de mis padres, no tenemos más contacto.
Como otras veces, salimos a dar una vuelta todos por el pueblo antes de ir a casa a cenar, yo me puse un vestido rojo, que me llegaba hasta las rodillas, un sujetador y un tanga negro, además de unas medias de color carne y unos zapatos con un poco de tacón.
Fuimos de bar en bar, y tanto Ángel como yo aprovechábamos la más mínima ocasión para rozarnos, él me rozaba con sus manos las tetas, sobaba mi culo, con sus dedos acariciaba mi coño por encima del vestido, al igual que yo le tocaba su enorme pene por encima del pantalón, tanto con mi mano como rozándole con mi culo, el calentón que teníamos era cada vez mayor.
Estábamos en uno de esos bares llenos de gente, después de tanto tocarnos, podía observar como la polla de Ángel se marcaba claramente en su pantalón, y yo estaba deseando disponer de ella.
Con el tiempo he aprendido a convivir con el morbo de estar junto a su mujer y hacer de todo con el miedo de que nos pueda pillar, y cada vez me gusta más y sé que a él también, así que esta vez no iba a ser diferente.
Ángel me hizo una señal con la cabeza indicando la dirección de los baños, yo esbocé una sonrisa y asentí con la cabeza, me imaginaba lo que iba a ocurrir y me puse totalmente cachonda, mi coño empezó a empaparse y mis pezones se pusieron tiesos al instante.
Nos costó pero llegamos por fin a la puerta del baño, Ángel miró dentro, había un joven meando en un urinario de los que hay en las paredes, cuando salió aprovechamos a entrar, dentro se podían ver dos puertas, una al lado de la otra y dos meaderos en la pared, nos metimos directamente a uno de ellos y nos empezamos a besar con pasión.
Sus manos apretaban mis pechos con fuerza, mientras que la mía rozaba su pene arriba y abajo con fervor.
El metió su mano por debajo de mi vestido y ya estaba acariciando mi coño por encima de las medias, notaba como sus dedos apretaban mi clítoris produciéndome placer.
Me agache como pude, no tenía mucho sitio, le desabroché el pantalón y le saque su dura polla, sin perder ni un segundo me la metí en la boca y comencé a chupársela.
Con mi mano le masturbaba con rapidez, mientras que mi lengua recorría desde la punta hasta sus huevos una y otra vez.
Me la metía y sacaba de la boca a mi antojo sin dejar de masturbarle, él me miraba fijamente y me acariciaba el pelo.
Yo seguía a lo mío, chupaba y lamía como si me fuera la vida en ello, noté como su mano me apretaba la cabeza hacia él, cada vez con más fuerza, yo seguía, cada vez con más rapidez me la metía y sacaba de mi boca mientras que mi mano le masturbaba.
Noté como su semen chocó con fuerza contra las paredes de mi boca, yo seguía y cada vez notaba como mi boca se llenaba mas y más.
Cuando por fin acabó, escupí todo el semen de mi boca en el baño, volví a limpiarle la polla con mi lengua, recorriéndola entera de arriba abajo.
Ángel se vistió y abrió la puerta para mirar si había alguien, todo estaba despejado, salimos como si nada, él se fue hacia donde estaban todos y yo esperé un ratito hasta llegar con ellos.
Todo fue rápido y excitante y lo mejor que nadie sospecha nada.