Otra puta follada

Un bakala muy activo acaba follandose a un chico muy pasivo en presencia de un mirón sin escrúpulos.

Me gusta el sexo. Me gusta sentir un rabo abriendo mi culo, y sentir manos fuertes apretándome mientras noto los primeros indicios de dolor. Y la forma más fácil que he encontrado para conseguir esto es a través del Chat.

Un par de frases sumisas me llevaron a él. Tras una breve conversación en la que estableció todo lo que quería hacer y cómo lo quería hacer (sexo a la carta, prácticamente) quedamos en la Casa de Campo (Ya he escrito dos relatos contando mis peripecias alli, ¡búscalos!) para que me tratara como merecía.

Las instrucciones fueron claras: "Sigue andando por el camino hasta que me veas meterme en los matorrales, quítate los pantalones y abrete. Te encularé, y no diremos una sola palabra". Y eso hice. Le seguí hasta un recodo del camino, se metió entre los matorrales y se quedó a un lado esperando a que me desvistiera. Yo, nervioso, me bajé los pantalones y empecé a tocarme el culo. El se sacó su polla y comenzó a masturbarse. Al ver que yo me masturbaba mientras miraba (mejor dicho, babeaba) su polla, me preguntó si quería chupársela. Siguiendo las instrucciones de no hablar, me agaché y se la metí en la boca.

Comenzó a agarrarme la cabeza mientras marcaba el ritmo. Yo empecé a disfrutar como una puta, y quise demostrárselo, así que levanté los ojos para mirarle mientras me metía su pedazo de carne en la boca. Tras pegarme dos veces en la cara, me tapó los ojos y siguió embistiéndome la boca, más fuerte si cabe. Durante cinco minutos no veía nada, solamente tenía su polla en mi boca, y todos mis sentidos estaban agudizándose. Estaba semidesnudo en la Casa de Campo, con la polla a punto de reventar… y mi polla también. Un tio desconocido me la estaba clavando en la boca, y tenía pinta de ser sólo el principio.

El tío era cañero. Desde sus pintas, propias de un bakala, hasta su forma de tratarme como una puta… todo me hacía indicar que había planeado una follada muy especial, que ni yo ni mi culo ibamos a olvidar.

Cuando se cansó de metérmela por la boca, comenzó a pasarla por mi cara, mientras me ponía a cien. "Te gusta mi polla, eh…" "eres una puta muy viciosa", "tu boca solo sirve para darme placer, zorra…"

En ese momento oí algo de ruido detrás. Quise girarme, pero el tio me pegó en la cara y me agarró la cabeza para que siguiera chupando. Estaba arrodillado en el campo, con una polla en mi cara, sodomizado por un tio del que no sabía nada, y con el culo al aire, y muy abierto a esas alturas. Si los ruidos que había oído correspondían a algún mirón, sin duda estaría viendo un coñito muy humedecido.

Al cabo de los minutos, y tras reírse repetidas veces de mi cara de puta viciosa, me agarró de los hombros y me apoyó contra el tronco de un árbol. Sujetó mi cuerpo con una mano, y con la otra comenzó a abrirme mis piernas y a manosear mi cuerpo.

Me sentía una mercancía, estaba tocando mi culo con desgana, casi más interesado en descubrir todos los rincones de mi cuerpo, que en preocuparse de mis deseos.

Me forzó a poner las piernas abiertas, lo que hizo que mis huevos quedaran a la vista, colgando. Empezó a darme golpes en mi polla, diciendo que eso no servía para nada, que para qué quería rabo teniendo ese coñito… mi degradación había llegado a su punto máximo; ya era su hembra.

Acarició mi raja con desinterés, y apretó el agujero con su dedo gordo. Ni siquiera se molestó en ver si acertaba al meterlo, sino que apretó hasta que el dedo penetrara en alguna parte, lo que provocó que me doliera.

Evidentemente, solté un pequeño grito, pero que él aprovechó para pegarme fuerte en el culo. "No quiero que abras la boca para decir nada", me dijo mientras volvía a meter el dedo. Le pregunté si podía, al menos, gemir, ya que me encantaba.

Y esta vez fueron dos bofetadas en las nalgas. Muy fuertes, tuvieron que oirse más que mi voz. "Te he dicho que no hables, sólo sirves para follar". Me quedó claro mi lugar. Aguanté en silencio, y me esforcé por darle placer. Abrí mi agujero para que pudiera entrar mejor sus dedos, y levanté el culito para que lo viera mejor.

Al dedo gordo, le siguieron más dedos. Al tercero ya empecé a perder la cuenta. Estaba muy ocupado pensando en no emitir ningún ruido, pero, sobretodo, en sujetarme en alguna parte. No estaba nada preocupado por mi integridad física, y sus golpes para penetrarme con los dedos me estaban desestabilizando. A cada embiste, mi cuerpo se echaba para adelante y perdía un poco el equilibrio.

Y ahí oí otra vez el ruido. Unas pisadas en las hierbas, o unos matorrales secos… Aprovechando la situación, y que esta vez no me estaba sujetando la cabeza, me giré para mirarle con cara de zorra, y, de paso, observar a nuestro alrededor.

Allí estaba, con la polla fuera. Un mirón, algo mayor, y fondón. Se estaba masturbando sin ningun disimulo a pocos metros de nosotros. Cuando le miré, no apartó la mirada, por lo que el tío estaba buscando jugar. No pude mirarle mucho más tiempo, por miedo a que el bakala se diera cuenta y me pegara otra vez, pero el pensar que estábamos siendo el espectáculo de alguien me hizo esforzarme más (si cabía) en darle placer a mi nuevo macho.

Mientras tanto, mi culo dilatado estaba sirviendo como entretenimiento para el que me iba a penetrar. Con una mano me metía dedos en el culo, y con la otra, me manoseaba las nalgas con fuerza. Incluso de vez en cuando me daba un pequeño cachete. No decía nada, ni siquiera se reía ya, pero su respiración me hacía ver que estaba concentrado, y que le estaba gustando. O quizás eran ya suposiciones mías, más propias de una perra entregada que de un chico normal.

Con el paso de los minutos notaba que se acercaba más y más a mi cuerpo. Sentía que se estaba echando sobre mí, y de vez en cuando notaba su polla contra mi muslo. Empecé a notar su aliento contra mi cuello. Cada vez respiraba más fuerte, con más ganas… Comenzó a tocarme la espalda. No fue delicado, más bien intentaba cubrir todo mi cuerpo con su mano, sobarme sin piedad. Al subir por la espalda, comenzó a acariciarme el pelo, y lo agarró con fuerza, haciéndome girarla con rapidez hacia arriba.

Se acercó aún más a mi oreja y me dijo "grita ahora, puta", y me la clavó de un golpe.

Y vaya si grité. Primero, porque acabé golpeado contra el tronco del árbol, y después, porque la metió sin piedad, de golpe, y tuvo que forzar mi agujero para hacerlo. Eso sí, entró toda, marcándome para siempre como su puta, como su hembra dominada. Mi coño era suyo desde ese preciso momento.

Estuvo follándome con fuerza durante varios minutos. Me agarraba del pelo, me cogía del cuello, y me humillaba de todas las formas que se le ocurría. Me dijo insultos que empinaban mi polla y humedecían mi culito, me reducía a un agujero, a algo que servía para darle placer.

Y ciertamente no era nada más. Y estaba totalmente entregado. No estaba emitiendo ningún ruido, pero todo mi cuerpo me rogaba que gimiera de placer todo lo alto que pudiera.

Cada poro de mi cuerpo me recordaba que me gustaban las pollas, y que estaba disfrutando con esa. Y él, sin compasión, metiendola sin cuidado, esforzándose en obtener el máximo placer de mí.

Yo estaba entregado a él. Cuando quería que abriera mis piernas, simplemente me dejaba llevar por sus manos abriéndome. Cuando quería empalarme desde abajo, simplemente no forzaba mis caderas ante sus duros gestos. Por eso, cuando me cogió prácticamente en sus brazos para cambiarme de postura, no protesté. Por miedo a que me pegara otra vez, y porque ya estaba adaptado a sentirme su objeto sexual.

Me colocó frente al arbol que escondía a nuestro mirón. Había parado de masturbarse, pero su polla se erguía grande y gorda hacia arriba, apuntándome.

Mira, puta, ahí tienes a tu próximo cliente.

[silencio]

Lleva toda la follada ahí, observándote, y luego te va a follar, te guste o no.

[silencio]

Eres mi zorra, voy a pedirle dinero para que te folle, ¿estás de acuerdo?

[silencio; sabía que si hablaba me iba a pegar]

He dicho que si estás de acuerdo, zorra de mierda.

Sí, amo, véndeme a ese.

Y me pegó. Una grande y sonora bofetada en mi nalga derecha, que me hizo perder el equilibrio. Me intenté apoyar en el árbol, pero al estar ensartado en la polla de mi macho, pude sostenerme. Y se empezó a reir, otra vez. Ésta vez acompañado por mi mirón, que salió de detrás del árbol y los matorrales para acercarse a nosotros, mientras se acariciaba la polla.

El macho bakala seguía penetrándome, con fuerza, mientras abría mis nalgas con sus dos manos. A la vez, notaba los ojos del mirón clavados en mi culo, viendo como una polla entraba y salía rápidamente, y como yo estaba totalmente entregado a ello.

Pero pronto dejé de notar su mirada… porque noté sus manos. Una mano suave acariciando mi espalda, como si de un caballo se tratara, desde mi cabeza hasta el culo, con suavidad; un ritmo mecánico. Con la otra mano, por lo que pude ver desde mi postura, se estaba masturbando la polla. Y no la tenía nada mal. Obviamente, no era tan grande como la del tío que me estaba penetrando ( por cierto, ¿cómo se llamaría? ), pero seguro que había dado placer a muchos tíos con ella.

Cuatro manos sobre mi cuerpo, cuatro ojos centrados en la polla que entraba en mi culo… sin duda, ya había perdido mi condición de persona con pensamiento. Ya era sólo un agujero.

Al rato, no recuerdo cuánto, la penetración me hizo perder el control del tiempo, noté que el macho bakala me estaba clavando sus uñas en mis nalgas. El mete y saca comenzó a ser más rápido, y su polla empezaba a contraerse.

Las buenas pasivas sabemos qué significa eso, por lo que apreté mi ano para facilitar su eyaculación (por supuesto, dentro del condón). Cuatro embestidas más fuertes y espaciadas me indicaron que estaba corriéndose. Un suave movimiento de caderas posterior, un balanceo hacia dentro y hacia fuera, me señalaron que aquello estaba acabando.

Sacó su polla, se quitó el condón, se limpió con un pañuelo, y se fue.

Sin más.

Y allí me dejó con el maduro mirón. Metió un par de dedos en el agujero, e hizo un comentario acerca de la dilatación de mi culito. Se puso un condón y me la metió. De un golpe, claro, no tuvo ningún problema en hacerlo. Apenas lo noté, de hecho.

Yo ya estaba anulado. No me esforcé en darle placer, sencillamente no tenía ganas de nada ya. Solamente quería sentirme realizado y asegurarme de que me usara bien.

Se corrió rápido, ya que llevaba casi una hora masturbándose frente a nosotros. Se quitó el condón y se corrió encima de mis nalgas, esparciendo bien el semen por todo mi culo.

Me dio un par de azotes en la cara, y se fue.

Pensé que todo había acabado, que ya había terminado mi función allí. Miré mi polla, estaba erecta a más no poder. Pensé en masturbarme, pero sabía que no era a lo que había ido.

Guardé mi empalmada como pude, me limpié algo las nalgas (me gustaba ir con el semen de mis machos en el culo), y salí de allí.

Una puta más había sido follada en la Casa de Campo. Bueno, una zorra, que no cobré dinero.