Otra noche sin ti
Los jadeos de mis labios son palabras que no existen, y que añoran, y desean, y se mueren de frío, buscando un cuerpo que ya no está.
He perdido las palomas de viento
que anidaban en mis yemas requemadas,
deshojando este vacío de suspiros y aleteos.
Cinco dedos dibujan tu recuerdo
en el ingrávido estremecimiento de tu ausencia,
y me apuñalo una y otra vez
con un por qué sin respuestas ni contemplaciones.
Tal vez no haya huecos en mi piel desnuda
que me puedan contestar con tus palabras,
pero sigo buscando en ellos
hasta la última letra que dejaste.
Sin embargo,
el carmín gris de la franca soledad
está lleno de aromas que envilecen cada sombra,
emborronando sin decorar
este cuerpo lleno de memorias inabarcables como peces inquietos
que se niegan a olvidarte.
Los jadeos de mis labios son palabras que no existen
y que añoran,
y desean,
y se mueren de frío
buscando un cuerpo que ya no está.
Me derramo entre las horas inenarrables de la noche,
rodeado del cadáver de los verbos
que una vez quise escribir sobre tu piel,
antes de que todo fuera
negra ausencia y soledad,
y mis manos no hallasen más contorno
que mi propia silueta.
Tal vez en otro espacio
pintes tú tus soledades con tus dedos,
mientras yo pinto las mías
y sean las dos dos soledades
que sueñan con ángeles de luz
condenados a encontrarse.
Y también tal vez, al cerrar los ojos,
nos unamos, yo y tú, en la distancia,
más unidos de lo que nunca
logramos estar sinceramente
en el incierto mentir de las caricias.