Otra noche de fiesta

Salida con final feliz con una pareja de amigos

Ya en otros relatos habeis conocido nuestros juegos con esta pareja de amigos: Juan y Cristina. Pero de cualquier forma no nos importa repetir con ellos las veces que haga falta pues a mi mujer, Mari, le encanta la tremenda polla de él, y a mi me entusiasma como la chupa ella.

Pues como siempre salimos un sabado noche con ellos, para como es habitual tomar unas cervezas y unas tapitas mientras mantenemos una conversación distendida y que, como es habitual, siempre va tomando un color cada vez más sexual.

Tras aumentar la dosis de alcochol en nuestro organismo, ya se podía adivinar que las mentes, iban pensando en los cuerpos de ellas y viceversa.

Con el fin de animar un poco más el ambiente y dar un poco de morbo, el cual nos encanta a los cuatro más que nada, propuse hacer un juego, en donde uno elige un número del uno al cuatro, sin que lo sepan los demás. Cada uno elige un número y el que acierta el propuesto tiene el poder de mandar a quien quiera lo que desee, guardando siempre la compostura pública, naturalmente.

El primero en proponer el número fui yo y el primero en acertarlo fue Juan, como es habitual pues es muy afortunado. Este ordenó a Mari, aprovechando que sus prendas eran una minifalda, muy mini, y una camisa casi transparente con una chaqueta a juego con la falda, que deseaba que esta se quedara sin ninguna prenda interior. Mari, muy servil, se encaminó al servicio y al poco volvió, abriendo la chaqueta mientras se aproximaba a nosotros y. mostrando así, como se transparentaban perfectamente sus pezones a través de la camisa, marcandose duros por la excitación. Aquello ya provocó los primeros síntomas de erección en mi amigo y en mí mismo.

A continuación le correspondía el turno de poner un número a Mari. Todos dijimos uno pero ninguno acertamos, así que por exclusión el número correcto le correspondió a ella misma.

Mi mujer ordenó a Cristina que, al igual que ella, debía desprenderse de su ropa interior para estar en igualdad de condiciones, pero con la diferencia de que debía de ser ella la que se la quitase y así dar fe de que había cumplido la petición.

Cristina aceptó la orden y ambas se dirigieron a los servicios. Poco rato después regresaron con una sonrisa extraña en sus rostros. Le preguntamos que a qué se debía aquella extraña expresión, a lo que ellas contestaron que, suponiendo que nosotros mereciamos tener constancia de que se había llevado a cabo la orden, habían grabado con el móvil lo sucedido en el servicio. Nos dieron el teléfono para que visionaramos la grabación. En ella se podía ver como Cristina era ayudada por Mari a quitarse la ropa interior mientras a su vez se besaban y tocaban mutuamente. Aquello nos terminó de poner totalmente calientes a Juan y a mí, como demostraba el bulto de nuestras pollas bajo el pantalón.

Procedimos nuevamente con el juego de los números, siendo yo el afortunado que en esta ocasión acertó el correcto. Ordené a Cristina que me la chupara en el servicio mientras yo, como prueba de ello, grababa el acto y así mostrarselo a nuestras parejas. Efectivamente entramos los dos en el servicio de señoras. Nuestra amiga se puso de cuclillas y desabrochó mi cinturón y después el pantalón permitiendo que mi polla quedara al aire. La tomó con una de sus manos y se la introdujo en la boca. Comenzó a chuparla de esa forma tan característica que lo hacía mientras a la vez acariciaba mis huevos, mientras yo la grababa con el teléfono. El placer que sentía era indescriptible, de tal manera que tuve que detenerla al poco pues iba a conseguir que me corriera.

Salimos del servicio y nos dirigimos a la mesa donde nuestras parejas nos esperaban. Les mostramos el video quedando todos satisfechos por la misión cumplida.

Viendo que ya los animos estaban demasiado calientes para juegos, propuse a los demás el irnos a su casa y continuar allí, pero ya sin jueguecitos ni nada. La propuesta fue aprobada por lo que nos dirigimos al coche de Juan.

Por el camino se me ocurrió una idea. Les expliqué que ya que el coche tiene los critales tintados y no se ve nada desde fuera, podríamos hacer algo en el trayecto para que la excitación no decayera, y que esto podría ser el que las dos chicas se desprendieran dentro del vehículo de la poca ropa que les quedaba e hicieran el trayecto totalmente desnudas. Ellas parecían un poco reacias a hacerlo, pero estaban tan cachondas que al final se impuso la idea.

Al llegar pasaron las dos chicas a la parte trasera del vehículo, mientras Juan y yo fumabamos un cigarro fuera del vehículo, dandoles así tiempo a que hicieran  lo propuesto. Cuando terminamos de fumar pasamos a nuestos respectivos asientos. Enseguida miramos a parte trasera del coche y contemplamos a nuestras dos chicas totalmente desnudas. ¡Estaban espectaculares! Haciendo caso omiso de nuestra llegada, ellas estaban besandose apasionadamente, mientras sus manos acariciaban el cuerpo ajeno.

Mari hizo que Cristina se retrepase en el asiento abriendo sus piernas. Comenzó a lamer y chupar los pezones de nuestra amiga, mientras una de sus manos se abría camino en su coño, metiendo uno de sus dedos en el, moviendolo de forma que la estaba masturbando. Bajó poco a poco su cabeza hasta meterla entre sus piernas, para chupar y lamerle el coño, lo que hizo que los gemidos de placer fueran poco a poco incrementandose.

Nosotros desde los asientos de delante contemplabamos todo aquello alucinados. Pedí a Juan que se pusiera en marcha en dirección a su casa pues así nosotros tambien podriamos participar en todo aquello, lo cual hizo inmediatamente.

Cristina llegó al orgasmo como se podía apreciar por sus intensos gemidos. Ya con el coche en marcha, ahora fue el turno de mi mujer. Adoptó la posición que antes tenía Cristina, y esta, a su vez, comenzó a hacerle todo lo que antes le había hecho a ella. Instantes después era Mari la que retorcía su cuerpo en un intenso orgasmo, mientras atrapaba la cabeza de su amiga contra su sexo, para evitar que parase en lo que le estaba haciendo y, así, prolongar el máximo tiempo posible el placer de su corrida.

Llegamos a un semaforo y, aprovechando que Juan detuvo el vehículo, yo salí de este y me colé en la parte de atrás del coche. Las dos chicas se lanzaron sobre mí como lobas, comenzando a desabrochar mi camisa y mi pantalón respectivamente, hasta conseguir que, al igual que ellas, quedara totalmente desnudo. Cristina se apropió de mi polla, como yo tanto deseaba, y Mari me besaba frenéticamente, mientras yo la tocaba.

Mi mujer quiso compartir con su amiga mi polla, que ya se ofrecía totalmente tiesa, comenzando una mamada entre ambas, que se turnaban entre mi polla y mis huevos, transportandome a un mundo de placer sin igual.

De pronto Cristina apartó a mi mujer de mi miembro, a la vez que se subía sobre este, dandome la espalda. Se la metió en su coño y comenzó a follarme, con el cuerpo inclinado hacia delante de manera que su cabeza quedaba junto a la del conductor. Empezó a decirle todo tipo de guarradas a su marido, refiriendose a que me estaba follando, que le estaba dando un placer indescriptible, etc. Mientras Mari me ofrecía sus tetas que yo chupaba con gran placer para ambos, mientras una de mis manos jugaba con su coño.

Sin darnos cuenta habíamos llegado a la casa de nuestros amigos. Juan, tras meter el coche en el patio de su casa, salió inmediatamente del coche y fue a la parte trasera de él. Abrió la puerta del lado en el que se encontraba mi mujer, a la cual comenzó a comer el chocho y el culo.

Cristina se giró, sin sacar mi polla de dentro de su coño, quedando ahora cara a cara conmigo. Continuó follandome mientras mi boca ahora, comía sus tetas.

Por el rabillo del ojo veía como Mari, ahora, estaba chupando la polla de Juan, esa que tanto le gusta, a la vez que pellizcaba sus huevos. Juan la tuvo que detener pues lo iba a hacer que se corriera. Hizo que se pusiera de pie junto al coche, y le inclinó la cabeza hacia delante para que así quedara totalmente ofrecido el coño de Mari a su polla que en seguida penetró en el ya muy mojado coño de mi mujer. Esta aprovechó esta postura para mientras Juan la estaba follando, besarme a mi o chupar las tetas de Cristina que caian a la altura justa y muy proximas una a la otra, facilitandole así la labor.

Tran un ratito así propuse pasar a la casa donde estariamos más cómodos. Mi petición fue aceptada y pasamos, ya todos desnudos, al interior de la vivienda, donde sin demora fuimos al salón buscando el lugar apropiado para continuar la fiesta.

Al llegar me tumbé en la alfonbra y, sin necesidad de pedirle nada, Cristina de nuevo se subió sobre mi para continuar follándome. Juan aproximó su polla a la boca de su mujer para que la chupara mientras me cabalgaba. Mi mujer acercó también la suya de modo que se turnaban chupando la polla de este.

  • Y ahora toca hacer dobletes, comentó Juan.

De este modo, tras deshacerse de las bocas de las chicas, se puso detras de Cristina, a la que inclinó hacia delante de modo que su culo se ofrecía claramente a la polla de este. La puso en la entrada y despacio y lubricando con saliva fue introduciendo su miembro en el culo de su mujer. Cuando ya había penetrado un par de centimetros comenzó un movimiento de vaiven, de modo que a la hora de entrar, la polla de Juan cada vez lo hacía un poco más, hasta conseguir tras varios intentos que esta penetrara por entero dentro del culo de su mujer, mientras mi polla estaba totalmente dentro del coño de esta. Los movimientos de entrada y salida de Juan, hacian que el cuerpo de Cristina se moviera y de ese modo, se aprovechaba para follarme a mi a la vez.

Mari no se perdía detalle de toda aquella operación mientras acariciaba sus tetas con una mano y el coño con la otra.

Unos minutos despues fue ella misma, Mari, la que pidió que ahora era su turno, que ahora le tocaba a ella, con lo que se recompuso toda aquella distribución, pasando ella a ocupar el sitio que antes ocupaba Cristina, la cual a su vez se tumbó junto a mi, poniendo su coño a la altura de mi cabeza de manera que Mari, que se encontraba inclinada hacia delante, podia chupar su coño a la vez que nosotros dos la estabamos penetrando.

Permanecimos unos minutos en esa posición consiguiendo un par de orgasmos de ella, hasta que Juan dijo que quería correrse en el culo de mi mujer. Yo le dije que no había problema, que lo hiciera, a lo que Mari pareció encantada. Juan no se hizo de tardar y descargó su semen dentro de su culo, mientras ella comentaba que la sentía caliente, que le encantaba.

Todo aquello hizo que yo me excitara de sobremanera, y sintiera unas tremendas ganar de correrme. Aguanté como pude hasta que Juan se relajó de su orgasmo, para que ahora pasara a ser mi turno. Pedí a Cristina correme en su boca, a lo que ella se mostró encantada. Fuí descabalgado por los cuerpos que tenía encima y mi amiga pasó a ocuparse del trabajo solicitado, el cual fue corto, pues yo estaba que ya no podía aguantar más, por lo que tuve un orgasmo terrible que me provocó hasta convulsiones en el cuerpo del gran placer que me produjo.

Llené la boca de Cristina con mi leche, la cual se desbordaba de ella. Mari que permaneció bien atenta no podía permitir que todo aquello se perdiera por lo que fue hasta su amiga y comenzó a lamer su cara, atrapando los restos de mi leche que se escapaban de su boca, hasta que comenzaron un apasionado beso en donde los restos de mi corrida que aun quedaban en la boca de nuestra amiga fueron compartidos con la boca de mi mujer, escapando ahora si, parte de mi leche de sus bocas cayendo sobre el pecho de Cristina que, entre ella y Mari, con sus manos fueron untando sobre toda la superficie de sus tetas sin dejar en ningún  momento de besarse.

Esa noche no acabó ahí, pues tras darnos un baño en la piscina, desnudos naturalmente, y tras un pequeño descanso la movida continuó, pero ya os la relataré en otro momento.