Otra Madre Puta (2)

Amor Filial-Voyeur. Después de tantos correos recibidos felicitandome, continua la historia de Ricardo, el cual observa como su madre se lo monta con cualquiera sin ningun rollo.Gracias a todos!!! Y recuerden votarlo si les gusta.

Estimados amigos, como lo han pedido, aquí les mando la continuación de la historia de Ricardo. Y recuerden que si quieren que intercambiemos relatos similares, vividos con nuestras madres, envienme un e-mail.


Hola Gustavo,

¿Qué tal va todo por allá? Espero que todo te vaya bien. Acá en Zaragoza ya ha empezado el verano y estos días está haciendo mucho sol y un calor espantoso aunque yo no me quejo ya que para mí esta es la mejor época del año. ¿Que por qué? Por varias razones.

En primer lugar, cuando llega el verano, con este sol y calor, mi madre se pega casi todo el día tomando el sol en el jardín, lo que me proporciona muchas ocasiones para contemplarla en pelotas, pues ella suele tomar el sol completamente desnuda o, todo lo más, con un minúsculo tanga que apenas le tapa la concha, lo cual casi resulta más excitante que verla desnuda. Y no te creas que le importa que algunos vecinos puedan verla desnuda, que va. Yo creo que eso incluso le excita.

Como comprenderás después de pegarme el día contemplándole la concha, el culo y las tetas yo me quedo en un estado de calentura constante y no paro de pajearme a su salud.

En segundo lugar, tengo comprobado que cuando llegan a estas fechas a mi madre le aumentan las ganas de chingar, con lo que aumentan también mis posibilidades de pillarla cogiendo con otros hombres. De momento aún no la he pillado todavía pero sé que no tardará mucho, pues es incapaz de pasar mucho tiempo sin una buena sesión de joda y es ahora, en verano cuando tiene más oportunidades para engañar a mi padre ya que suele ir mucho a las piscinas y allí conoce a muchos hombres. Y cuando vamos a la playa no veas, allí es que no para. Una vez vi a mi madre en la playa cogiendo con dos hombres a la vez y siendo doblemente penetrada por el culo y por la concha y gozó como una loca. Ya te contaré eso en otra ocasión.

Además, al tener yo vacaciones también dispongo de más tiempo libre para espiarla y seguirla aquí en la ciudad. Mientras estamos aquí, mi madre suele frecuentar las barras americanas. Aquí en Zaragoza hay varias y es ahora, en verano cuando funcionan a pleno rendimiento. Sé, por otros años, que mi madre frecuenta este tipo de locales pues allí es fácil encontrar a hombres con ganas de cogerse a una buena zorra. Más de una vez he seguido a mi madre hasta uno de esos locales y he podido ver como actúa. Espero que este verano también se repita.

En cuanto la descubra haciendo algo te lo contaré.

Y en cuanto a tí ¿qué tal con tu madre? ¿has vuelto a pillarla de joda con algún otro hombre? Me gustó mucho en tu historia cuando contaste como tu tío la cogió por el culo ¿le gusta mucho que la cojan por el culo? A mi madre le encanta que le revienten el culo con una buena pija, cuéntame si a la tuya le pasa igual y cuáles son las cosas que más le gusta hacer. Otra cosa que a mi madre le encanta es hacer mamadas, ya te dije que en el otro piso donde vivíamos la llamaban "Tere la mamona".

También me gustaría que me contaras otras cosas como cuál es el acto sexual más excitante o más obsceno que la has visto realizar o con cuantos hombres la has visto chingar a la vez. También cuéntame si has tenido alguna otra experiencia como esa que me contaste en que pudiste meterle mano a tu madre mientras dormía. Yo no he hecho nada parecido pero te confieso que mi madre me vuelve loco y sí que suelo espiarla a escondidas mientras se ducha pues me excita mucho verla bajo el agua de la ducha y frotándose todo el jabón por las tetas y la concha. A veces hasta me pajeo allí mismo casi delante de ella. Otra cosa que me excita mucho es ver su ropa interior, ya que alguna prendas suyas como bragas o tangas me traen a la memoria las sesiones de joda en que la he visto vestida con esas prendas (cuando las lleva, pues muchas veces mi madre suele ir vestida sin bragas ni nada debajo). Cuentame si ha ti te pasa algo parecido.

Si te interesa a ti también saber cualquier cosa sobre mi madre o sobre mí, pregúntamela que no tardaré en contestarte. Espero que te guste la historia que te mando hoy sobre mi madre. También sucedió de verdad, hace unos años, cuando vivíamos en nuestra anterior casa. En cuanto pueda te seguiré contando otras ocasiones en que he pillado a mi madre en plena chingada ¡han sido tantas!

Saludos,

Ricardo

P.D.: Recuerda que mi nuevo e-mail es:

argos_jan@hotmail.com

Hola Gustavo. Ya habrás podido comprobar por lo leído hasta ahora que, tal como te dije, mi madre es una gran puta. Yo jamás hubiera pensado que pudiera gustarle tanto la pija y la joda pero ambas cosas le vuelven loca. Supongo que el hecho de que mi padre no pudiera chingarla como es debido explican en parte sus ansias de pija pero supongo que hay otras mujeres a las que sus maridos no las chingan y no por ello se acuestan con el primero que pueden.

Además no es que mi madre sólo se acostara con el ex-jefe de mi padre y con quienes él traía a casa sino es que si entretanto también se le ponía algún otro hombre a tiro también se lo chingaba. Era incansable, nunca tenía suficiente pija y a veces tenía incluso cuando no quería.

Ya te conté que en el edificio donde vivíamos las otras vecinas llamaban a mi madre "la mamona". No me costó mucho enterarme del por qué. Al parecer alguna de aquellas vecinas la había pillado un día haciéndole una mamada al portero de nuestro piso.

La verdad es que me quedé sorprendido ¡mi madre y el portero! No sabía que podía haber visto mi madre en él. Por lo menos, los otros tíos con lo que mi madre se acostaba eran ricos o bien jóvenes y con una buena pija, así que no me lo explicaba.

El portero de nuestro piso era un tipo que se llamaba Benón. Era bastante mayor que mi madre, con el pelo canoso cortado a cepillo y era un tipo basto y sin educación. Fumaba como un carretero y siempre lo podías encontrar en la portería leyendo alguna novela barata del oeste u hojeando alguna revista pornográfica. Más de una vez lo pillé pajeándose por debajo del mostrador de la portería.

En suma, era un tipo bastante desagradable y estaba casado con una mujer que era espantosamente fea. Si era cierto que el tipo se chingaba a mi madre desde luego era un buen cambio y se lo debía estar pasando bien.

Yo me decidí a comprobar si lo que había oído sobre mi madre y el portero era cierto pero pasé bastante tiempo sin poder averiguar nada. Mi madre seguía viéndose con el ex–jefe de mi padre en nuestro piso pero con el portero nada. Al fin, un día, descubrí lo que pasaba. Mi madre no se veía con el portero en nuestro piso sino en otro sitio: en el garaje del edificio. Lo descubrí porque noté que muchas noches a la hora en que el portero sacaba la basura, mi madre salía diciendo que se había olvidado bajar algo u otra cosa y no regresaba hasta pasados unos diez minutos, cuarto de hora. A veces ponía como excusa que se había encontrado con una vecina y había estado un rato hablando y otras que había estado en el piso de al lado, etc.

Una vez que descubrí lo que pasaba no me resultó difícil descubrir donde se citaban. Cuando el portero recogía la basura pasaba primero por un cuarto grande que hay en el garaje donde estaban las calderas y donde además de algunas herramientas, se guardaban lo contenedores y los grandes cubos para poner la basura. Entonces los sacaba, los ponía en el montacargas e iba piso por piso recogiendo la basura. Pero, por lo visto, antes de empezar a hacer todo eso se tomaba un rato para chingar a mi madre.

Como ya sabía dónde se citaban y a qué hora, pues la basura se sacaba cada noche aproximadamente a la misma hora, hacia las diez y media, fue fácil espiarlos, bastaba con regresar más tarde a casa y entrar por el garaje en vez de por la puerta principal.

El día en que por fin los pude espiar estaba yo oculto en el garaje y vi que Benón estaba esperando delante de la puerta del cuarto de calderas. Al rato bajó el ascensor y salió mi madre. Benón la agarró con muy malos modos y casi a la fuerza la metió en el cuarto.

No cerraron la puerta y yo me metí detrás de ellos. Ellos se habían ido hasta la pared del fondo y yo me escondí tras un contenedor de basura que apestaba, pero me daba igual, quería verlo todo.

Benón había arrinconado a mi madre contra la pared del fondo y le había bajado los pantalones y las bragas hasta los tobillos. La besaba en la boca con frenesí y le debía estar metiendo la lengua hasta las amígdalas. También le había subido el jersey hasta los hombros y en ese momento le agarraba o más bien le estrujaba las tetas con las dos manos y se las chupaba y mordía. También le metía la mano entre las piernas y le apretaba la concha. Mi madre se dejaba hacer todas aquellas cosas a pesar de que la trataba casi con brutalidad.

Entonces Benón se abrió la cremallera del mono de trabajo y se sacó la pija fuera y obligó a mi madre a arrodillarse delante de él al tiempo que le decía: "Venga, puta, ahora chúpamela, hazme una buena mamada. Venga métetela en la boca y chúpamela que ya tardas, hazme un buen trabajito, anda."

Mi madre abrió la boca y se metió toda su pija dentro. He de decir que Benón, a pesar de ser mayor estaba bastante bien dotado, tenía una buena pija. Mi madre empezó a chupársela de arriba abajo manteniendo sus labios apretados alrededor de la pija. Le estaba haciendo una mamada de las que hacen época. Mi madre le chupaba la pija con gran ardor y dedicación y Benón estaba en la gloria: "¡Eso es! ¡Eso es! ¡Aaaahhh! ¡Qué bien la chupas, so puta! ¡Sigue así, sigue así!".

Mi madre aceleró el ritmo de sus chupadas, arriba y abajo de la pija, cada vez más deprisa y al poco el Benón le echó toda la guasca en la boca. Mi madre se trago su guasca y luego limpió la cara con un kleenex y entonces se levantó e hizo ademán de marcharse pero Benón la retuvo agarrándola por un brazo. "¡Adónde te crees que vas! ¡Aún no he terminado contigo, so puta! ¡Ahora quiero follarte!". Mi madre estaba nerviosa y le dijo: "¡No! ¡No hay tiempo! Si no subo en seguida sospechará algo". "¿Ah, sí? –le contestó Benón con sorna- Pues si no dejas que te folle ahora mismo entonces sí que sabrá algo, ¡sabrá lo puta que es su mujercita y lo de todos esos tíos que no paran de entrar en su casa! Venga, seguro que a una tía tan puta como tú no le costará mucho volvérmela a poner dura".

Así que esa era la razón por la cual mi madre cogía con el Benón. El muy cabrón le estaba haciendo chantaje. No era raro que se hubiera enterado pues al ser el portero debía estar al tanto de todas las idas y venidas de hombres al piso de mi madre cuando mi padre no estaba. Bien, pues si quería que mi madre le hiciera un buen "trabajito" a cambio de su silencio, lo había conseguido. Se notaba que a la puta de mi madre le convenía tenerlo contento porque no protestó más y le obedeció sin rechistar.

Benón tenía razón, a mi madre no le costó volvérsela a poner dura, se notaba que tenía prisa porque se la chupaba y frotaba con la mano con verdadero interés y, al poco, la pija de Benón volvió a estar en condiciones.

Entonces fue mi propia madre la que se volvió de cara a la pared y se apoyó en ella ofreciéndole su concha y su culo para que se los chingara, apresurándole. "Vamos, vamos –le decía- si eso es lo que quieres métemela ya, date prisa, fóllame, vamos".

Benón se dirigió hacia ella con su pija en la mano con tranquilidad. "Calma, calma –le dijo- las cosas o se hacen bien o no se hacen y yo te quiero follar bien follada. Quiero disfrutarlo a tope y quiero que tú también disfrutes, putita".

Entonces la agarró por las caderas y le metió su pija dentro de la concha y mi madre exhaló un gemido de placer. Benón empezó a chingársela poco a poco, metiéndole y sacándole su pija de la concha con lentitud, como si quisiera saborear cada una de las metidas. A mi madre aquello la exasperaba porque estaba nerviosa por volver a casa cuanto antes así que le gritaba: "¡Vamos! ¿A qué esperas? ¡Arréame con fuerza, cabrón! Dame con fuerza ¿es que no eres hombre o qué? ¿no querías follarme? ¡Pues fóllame, cabrón! ¡Fóllame toda, vamos!".

Aquello dio resultado porque Benón se picó y le dijo: "¿Con que eso es lo que quieres eh, puta? ¡Ahora vas a ver si soy hombre o no, zorra!" y empezó a penetrarla con fuerza a lo bestia.

Mi madre empezó a animarle con sus gritos pues quería que Benón se corriera lo antes posible, aunque tal vez también gozase, pues ya te he dicho que Benón tenía una buena pija y aquellas metidas le tenían que estar dando gusto por fuerza. Además ya te he dicho también en alguna ocasión que, por lo que yo había podido ver, a mi madre le gustaba que la chingasen duro, fuerte.

Mi madre gritaba: "¡Muy bien! ¡Muy bien! ¡Así, cariño, así! ¡Dame fuerte, dame fuerte! ¡Métemela toda dentro! ¡No pares, no pares! ¡Sigue, sigue!"

Al parecer sus gritos daban resultado porque Benón no paraba de chingarla cada vez más rápido y con más fuerza. Resoplaba y jadeaba, y ese esfuerzo unido al calor que hacía en el cuarto de calderas hacía que sudase copiosamente.

"¡Qué puta eres! –le decía- ¡Te gusta, eh! ¡No tienes bastante con esos hombres que van a tu casa, eh! ¿Necesitas más pija? ¡Pues toma! ¡Toma!". Hubo un momento en que Benón se paró a tomar aliento pero mi madre le dijo: "¿Qué haces? ¡No te pares ahora! ¡No me dejes así! ¡Haz que me corra, vamos! ¡Sigue metiéndomela! ¡Quiero sentir tu pija!" y entonces Benón volvía a reanudar la chingada con más fuerza que antes, y mi madre venga a gritar "¡Oh, sí! ¡Oh, sí! ¡Sigue, macho mío, sigue!"

¡Será puta!, pensé. Desde luego había que reconocer que mi madre sabía como exprimirle la pija a un tío, se notaba que la muy guarra tenía mucha experiencia chingando.

Estaba claro que Benón no iba a poder seguir aguantando aquel ritmo durante mucho tiempo y al poco rato empezó a gritar de gusto soltando toda su guasca dentro de mi madre por segunda vez sólo que ahora dentro de su concha en vez de en su boca. Mi madre también gemía dejando a las claras que también estaba disfrutando aunque fuera a su pesar. Yo también me corrí y solté una abundante lechada en un rincón del suelo.

Benón le sacó la pija de dentro de la concha. Su tranca ya había perdido toda su rigidez y pendía fláccida entre sus piernas. Mi madre permaneció unos segundos apoyada con la pared con su concha todavía goteando leche. Benón se subió la cremallera y le dijo: "Muy bien, puta. Esta vez te has superado, parece que ya vas aprendiendo... Ya sabía yo que acabarías gozando. Bueno, ya sabes, si no quieres que tu maridito se entere de lo puta que eres, más te vale seguir portándote tan bien como hoy ¿me has entendido?".

Mi madre le dijo que sí, que no se preocupara, y entonces se volvió a colocar bien la ropa y se marchó. Yo subí a casa poco después que ella y su comportamiento parecía perfectamente normal. Mi padre no había sospechado nada pero, mientras veía como se movía por la casa, yo sabía que aún conservaba la leche de Benón dentro de su concha y eso me excitaba mucho. Tanto, que fui al baño y me hice otra paja.

Mi madre siguió "portándose bien" con Benon (por la cuenta que le traía) y, gracias a su chantaje, nuestro portero estuvo disfrutando de mi madre durante todo el tiempo que vivimos allí (ahora vivimos en otra casa). Supongo que para ella no supuso mucha diferencia dejarse chingar por un tipo más o menos. Total, ya se la habían chingado tantos hombres.

Yo ya me había acostumbrado hacía tiempo a la idea de que mi madre era una auténtica zorra y el hecho de que Benón se la estuviese cogiendo sólo suponía que tendría más oportunidades para verla chingar, con lo que por mí encantado. Oportunidades no me faltaron pues Benón era un auténtico salido. Ya te he dicho que su mujer era espantosamente fea y que él se pegaba muchos días leyendo revistas pornográficas. Y cuando estaba tan excitado que ya no podía más, esa noche hacía bajar a mi madre al garaje y cogía con ella a gusto. Yo no sabía cómo hacían para citarse pero me bastaba con ver que mi madre se ausentaba para saber a donde iba. Entonces, disimuladamente, yo también bajaba al garaje, aunque no lo hacía por el ascensor, pues me habrían descubierto fácilmente sino que bajaba hasta la puerta principal, salía a la calle y una vez allí, entraba por la entrada de los coches y de allí iba hasta el cuarto de calderas.

La segunda vez que los vi chingar, acababa de hacer la ruta que acabo de describirte corriendo y cuando me metí silenciosamente en el cuarto de calderas ya estaban metidos en faena. La escena se parecía a la que había presenciado el otro día. Mi madre estaba con el jersey subido y con las tetas fuera y con los pantalones y las bragas bajados. Cuando llegué estaba arrodillada delante de él haciéndole una mamada, pero esta vez no dejó que Benón se corriera sino que antes de eso se incorporó y volvió a apoyarse de cara a la pared.

Benón se la metió en la concha y empezó a arrearla con fuerza, pero al poco le sacó la pija y le dijo: "Hoy me apetece darte por el culo". Mi madre le dijo:"Haz lo que quieras pero date prisa y ten cuidado, que no estoy lubricada".

Benón dirigió su pija a la entrada del culo de mi madre diciendo:"Hacia tiempo que no me follaba un buen culo... Mi mujer no me deja ¿sabes? Pero sabía que una puta tú no se negaría, seguro que hasta te gusta...".

Y no se equivocaba. A mi madre le vuelve loca el sexo anal. Le encanta que le revienten el culo con una buena pija.

Benón le empezó a meter la pija por el culo, empujando con fuerza. Mi madre resoplaba y jadeaba y de vez en cuando se quejaba. "¡Cuidado, que me haces daño! –le decía- ten más cuidado, más despacio, más despacio... así... así..."

Le costó un poco metérsela toda dentro del culo porque, como ya he dicho, Benón tenía una pija muy gorda y mi madre estaba sin lubricación pero al final lo consiguieron.

"Ya está, ya la tienes toda denro del culo, so puta –le dijo Benón- ¿Ves como no ha sido tan difícil?". Empezó a chingarse el culo de mi madre con lentitud, como si quisiera disfrutar al máximo de cada metida. "¡Joder, qué bueno está esto! –decía- No sabes cuanto tiempo hacía que soñaba con metértela por el culo. Tanto tiempo dándote aires de gran señora y teniendo que decir: "Buenos días, señora Ibars", que si "Señora Ibars" por aquí, que si "Señora Ibars" por allá... ¡¡¡Pues ahora a la "Señora" le estoy dando yo por el culo!!! ¡Y tan ricamente!" y empezó a reírse mientras seguía enculando a mi madre sin parar.

Mi madre no decía nada pues bastante tenía con aguantar aquel pedazo de tranca metida en todo su culo. Además, Benón pronto dejó aquel ritmo suave y empezó a darla por el culo cada vez más rápido, con más fuerza. Mi madre emitía algún quejido de vez en cuando y Benón le decía:" ¡No te quejes, so puta, que tienes el culo que parece un bebedero de patos! ¡A saber cuántos han metido sus pijas aquí dentro! ¡Así que aprovéchate y goza, cacho puta, goza! ¡Venga, quiero oír como gozas mientras te doy por el culo!". Y mi madre empezó a entremezclar gemidos entre sus cada vez más espaciados quejidos. Al cabo de un rato ya sólo gemía pues su culo debía haberse acostumbrado a la penetración de aquella cacho pija.

Yo me la estaba machacando sin parar mirando como aquel cabrón enculaba a mi madre a lo bestía. Le clavaba su pija una y otra vez manteniéndola contra la pared mientras mi madre no paraba de gemir cada vez más fuerte a medida que se iba animando.

Finalmente Benón se corrió dentro del culo de mi madre soltando un grito de triunfo. Me imagino que el muy cabrón debía sentirse orgulloso. No todos los días un vulgar portero tiene la oportunidad de chingase por el culo. a una de las inquilinas para quienes trabaja.

He de decir que yo había resistido mucho menos que Benón y que había soltado mi carga de leche sobre el suelo del cuarto bastante antes de que terminara él.

Benón le sacó la pija del culo y le dijo mientras se reía: "¡Joder, te he dejado el agujero del culo más abierto que el tunel del tren!". Era cierto. Mi madre tenía el agujero del culo todo abierto y colorado y aún rezumaba con la leche que le había echado el Benón. Al verla así, con el culo expuesto de una forma tan obscena ante mí, la pija se me volvió a poner dura como una piedra y supe que en cuanto volviera a casa tendría que volver a pajearme.

En fin. Encuentros como ese presencié muchos. El Benón tenía a mi madre en sus manos y mientras vivimos en aquel edificio se la chingó todas las veces que quiso y por donde quiso y a mi madre no le quedó más remedio que doblegarse y obedecer. Yo sé que ella no soportaba a Benón y que lo consideraba un tipo repugnante y odioso pero se dejó chingar por él a cambio de su silencio. Por supuesto, a pesar de que no soportara a Benón, ello no impidió que a veces gozara con su gran pija pues mi madre puede evitar gozar cuando tiene una pija dentro, lo tengo comprobado.

Por supuesto, Benón cumplió con su parte y jamás le dijo nada a mi padre así que mi madre pudo seguir haciendo la puta a espaldas de mi padre y aceptando generosos regalos y propinas a cambio de buenas sesiones de joda con su ex–jefe y sus amigos.

Así que ya ves, mi madre es tan puta que hasta el portero se la ha chingado por el culo, y mi padre todavía sin saberlo.

Ahora voy a contarte lo de la primera vez que pillé a mi madre chingando en un local público. Esto pasó como un año después de lo que te he ido contando hasta ahora, durante el verano. Un día por la tarde mi madre cogió un gran bolso y salió de casa diciendo que tenía hora con el médico. Mi padre se ofreció a llevarla pero entonces ella le dijo que no, que se iba pronto porque también quería irse de tiendas a ver si se compraba algo. Yo sospeché que mi madre se tramaba algo porque su excusa para que no la acompañara mi padre me sonó un poco forzada y porque, por lo que yo sabía, aunque llevaba ya bastante tiempo trabajando como puta profesional (en mi próximo mensaje te contaré eso), llevaba algún tiempo sin disfrutar de una buena chingada y ella es incapaz de pasar mucho tiempo sin catar pija, así que poco después de que saliera yo también la seguí.

No me sorprendí al comprobar que de médico nada. Al rato de seguirla vi como se dirigía a un conocido bar de alterne de aquí (de hecho es una barra americana) llamado Crazy Horse. Aún sigue funcionando hoy aunque en aquel entonces había mucho más puterío. Es un bar muy frecuentado por mujeres maduras con ganas de pija y por jóvenes que están haciendo el servicio militar. Zaragoza es una importante región militar de España, hay varios cuarteles y por eso esta ciudad suele estar muy frecuentada por jóvenes de todo el país que están prestando su servicio militar y que, al estar lejos de su hogar y de sus novias suelen estar con muchas ganas de chingar y por eso es normal verlos acudir a ese tipo de bares en busca de mujeres fáciles a quienes meterles la pija. Estos bares suelen estar también muy frecuentados por damas maduras insatisfechas en sus matrimonios o simplemente con ganas de joda, como mi madre, así que cuando vi que entraba allí ya me supuse que iba a pasar algo.

Entré un rato después de ella aprovechando que entraban un grupo de jóvenes para que así no me viera. Me senté en un rincón oscuro desde donde podía controlar todo el local. Empecé a buscar a mi madre y al principio no la reconocí porque se había cambiado de ropa. Cuando había salido de casa iba con un vestido normal y corriente, largo pero debía llevar otro debajo o en el bolso y se habría cambiado en el baño. Como era una hora temprana de la tarde el bar no estaba muy frecuentado y así pude observarla bien.

Se había quitado las gafas y se había maquillado mucho. Se había puesto una blusa blanca ajustada que se le transparentaba, y como se había quitado el sujetador se le veían y se le marcaban los pezones con toda claridad. También llevaba una falda muy corta de esas de lycra elástica muy ajustadas que se le pegaba al culo como una segunda piel, marcándoselo bien y dejando ver que no llevaba bragas pues no se le marcaban por debajo de la falda. Estaba casi irreconocible, de infarto. Parecía una auténtica puta profesional y los hombres que allí había se la comían con los ojos.

Al poco de estar en la barra ya se le habían acercado dos jóvenes vestidos de militar que la invitaron a unas copas y empezaron a flirtear con ella. Uno de ellos la sacó a bailar agarrados y más que bailar el tío se dedicó a sobarla a conciencia. Había que ver como mi madre se refrotaba contra él y él bajaba las manos por su espalda y le magreaba el culo a placer con las dos manos. Después del baile volvieron a la barra y allí el chico con el que había bailado pasó al ataque. Vi como se besaban en la boca metiéndose sus lenguas y el chico aprovechaba mientras se besaban para tocarle las tetas por encima de la blusa. Con aquellos toqueteos los pezones de mi madre se pusieron duros y aumentaron enormemente de tamaño, casi parecían que le fueran a atravesar la blusa. Además, antes de tocarle los pezones, el chico se mojaba los dedos en la copa que estaba bebiendo, que debía estar fría de manera que los pezones de mi madre se ponían aún más tensos y al mojarse la blusa se le transparentaba de manera que era casi como si no llevara nada y toda la gente del local que andaba cerca podía verle las tetas y los pezones sin ningún problema.

El otro chico al principio solo miraba pero también quiso participar y le metió la mano a mi madre por debajo de la falda entre sus piernas y la mantuvo allí un buen rato moviéndola levemente arriba y abajo. Aquello me confirmó que no llevaba bragas pues la muy puta abrió un poco más sus piernas y dejó que el chico siguiera metiendo su mano ahí abajo y al poco estaba removiéndose encima del asiento.

Después de haberla magreado a fondo el chico que la besaba agarró a mi madre y haciendo una seña a su compañero para que los siguiera se dirigieron al servicio de caballeros.

Yo esperé un poco y después fui y entreabrí un poco la puerta de los servicios de caballeros. Sólo vi al segundo de los chicos, que estaba recostado contra la pared del fondo fumándose un cigarro, así que entré. La puerta del váter que estaba al lado del chico fumando estaba cerrada pero desde detrás salían los sonidos inconfundibles de una buena chingada, con gritos y gemidos bastante sonoros, sobre todo por parte de mi madre.

Yo disimulé y me metí en la cabina de al lado. Estaba muy excitado no sólo porque al lado mío se estuvieran chingando a mi madre sino porque no me cabía duda de que el otro chico estaba esperando para chingársela también él.

Mi madre y el primer soldado llevaban ya un buen rato chingando en el váter de al lado y entonces el otro empezó a aporrearle la puerta gritando: "Manuel, joder, acaba ya que yo también tengo ganas!" y el otro le respondió: "¡Pues hazte una paja, cabrón que yo tengo para rato!" y el otro siguió aporreando la puerta hasta que mi madre le dijo entre gemidos: "Tranquilo, chico... no te preocupes... que hay para todos...", y entonces el que aporreaba se calmó y decidió esperar.

En cuanto el primero hubo gozado durante un buen rato de mi madre, el segundo entró y se la chingó también. Y realmente debía de tener ganas porque mi madre empezó a gritar de gusto y le decía: "¡Calma, calma , chico, que me vas a destrozar!" y el otro le contestó:"¡Sí, te voy a destrozar, pero de gusto so puta!" y a juzgar por los gritos de mi madre era verdad.

Lo más obsceno era que mientras todo eso pasaba, seguían entrando hombres en el baño, para aliviar sus vejigas o para limpiarse las manos y ellos también oían lo que estaba pasando en el baño, pues mi madre gritaba como una loca. Al parecer no le importaba que todo el bar se enterase de lo puta que era.

¡Y todo el mundo en casa pensando que se había ido al médico! Quién iba a sospechar que en realidad se encontraba dentro de un váter siendo cogida por dos tíos.

Yo me estuve allí dentro hasta que acabó de chingársela el segundo chico y lo escuché todo y hasta me hice dos buenas pajas. No podía verlo pero lo oía y entonces me los imaginaba: el chico sentado encima de la taza y mi madre sentada encima, metiéndose la pija dentro y cabalgando sobre su pija sin parar. Fue muy excitante, casi más que si lo hubiera visto.

Este chico también tardó lo suyo, pues se la chingó dos veces y las dos casi seguidas. Cuando terminaron, los tres salieron del baño y yo miré por una rendija de la puerta. Vi como mi madre se dirigía hacia el espejo y se volvía a pintar los labios, pues llevaba todo el carmín corrido, señal de que había hecho unas cuantas chupadas. Lo dos chicos esperaron a que acabara de arreglarse y después salieron los tres juntos del baño.

Yo todavía esperé un buen rato allí metido. Luego salí del baño con precaución para que mi madre no me descubriera pero miré y no la vi. Al parecer ya se había ido y los soldados tampoco estaban. Antes de irme le pregunté al de la barra si conocía a esa mujer rubia que estaba con los dos soldados y me dijo que solía ir mucho por allí. Me aseguró que si quería cogérmela no me costaría mucho pues era una calentorra de cuidado, que siempre estaba con hombres diferentes.

Regresé a casa pero mi madre aún tardó varias horas en regresar. Supongo que se habría ido a continuar la chingada con aquellos chicos en otro sitio. Cuando volvió más tarde mi madre ya estaba otra vez cambiada de ropa y diciendo que el médico la había encontrado muy bien. Yo me reí por dentro pensando que desde luego le habían hecho una exploración bien a fondo.

Desde entonces sé que mi madre suele frecuentar mucho ese tipo de locales, sobre todo durante el verano, que es cuando más activos están, y todavía acude a ellos hoy en día.

No te equivocas, yo al menos sí que me vuelvo loco viendo como goza mi madre mientras se la cogen sin ningún miramiento. A mi también me pasa que cada vez que leo una historia tuya es como encontrar un alma gemela. No sabes las ganas que tenía de poder contarle lo de mi madre a alguien sin que me tomaran por loco. Es que lo de mi madre es muy gordo. yo pensaba que tías tan putas no existían ¡¡¡y resulta que mi madre era una de ellas!!!

Además estaba el problema de que si se lo contaba a alguien pensaba que no me creerían, pues cuando mi madre va de normal, esto es, cuando no va buscando pija o sale a putear en los bares su aspecto es, en todo, el de la típica ama de casa, un poco maruja y, sobre todo, de cara a los demás muy, muy decente. Ya te dije que cuando va a los bares suele llevarse su ropa "de puta" en un gran bolso y cambiarse en los servicios o en algún otro sitio.

Además, de cara a los demás aparenta ser una puritana que no duda en criticar duramente, la pornografía y el sexo y nadie podía sospechar que en realidad era una putorra que se volvía loca por sentir una buena pija en su boca, su concha o en su culo. Sólo yo y algunos pocos, como Benón, el portero, descubrimos su "doble vida" (exceptuando a los muchos tíos que se la han chingado, claro). Y como, por lo general, mi madre suele ser muy cuidadosa porque le conviene seguir casada con un tipo como mi padre, muchas personas, sobre todo en mi familia, la creen una mujer decente. Por eso sabía que si le contaba a alguien que mi madre era una puta, que me gustaba ver a mi madre chingando y que me mataba a pajas espiándola o pensando en ella me tomarían por loco.

Durante mucho tiempo me guardé todo eso para mí pensando que mi experiencia era algo único, por eso ya pudes imaginarme qué grata sorpresa tuve al encontrarme con tu carta y ver que no era el único al que le había ocurrido algo parecido. Por fin puedo deshagogarme y contarle todo a alguien.

Y para que veas en cuánto valoro nuestra amistad (pues ya te considero como un buen amigo) te voy a contar algo que hasta ahora núnca jamás le había contado a nadie ni pensaba hacerlo. Como ya sabrás somos tres hermanos, yo, que soy el mayor, una hermana, y luego mi hermano pequeño, que tiene 24 años. Pues bien, mi hermano pequeño no es hijo de mi padre, aunque él no lo sabe.

A mí al menos no me caben dudas de mi paternidad pues siempre me he parecido mucho a mi padre, pero mi hermano no se le parece y además, tiene los ojos azules, cuando todos los tenemos marrones.

La respuesta es ésta: al parecer, hace veinticinco años (por lo visto mi madre ya era entonces tan puta como ahora), durante unas vacaciones de verano mi madre conoció en la playa a un alemán llamado Heinz. Él también estaba casado pero al parecer eso no fue obstáculo para mi madre, que se volvió loca por probar su pija, pues se trataba de un tipo bien parecido y bien dotado. Se debieron pegar todo aquel verano chingando y el resultado fue que ahora tengo un hermano rubio y de ojos azules.

Todo esto lo sé porque años después, cuando yo ya sabía que mi madre era una puta (pero aún no sabía nada de lo de mi hermano), se volvieron a encontrar durante un verano en la playa y tuvieron un fogoso reencuentro. Era una playa con un rincón donde se podía prácticar el nudismo, al que por lo visto Heinz y su mujer Ingrid también eran muy aficionados. Allí pude comprobar que el tal Heinz era un tipo todavía bastante atractivo y con un buen rabo, lo cual explicaba que mi madre se hubiese vueto loca por él años antes. Después de una buena sesión de joda con Heinz, mi madre le contó lo de mi hermano, pues él tampoco sabía nada ya que no se habían vuelto a ver desde entonces, y fue cuando yo lo escuché todo. Mi madre le dijo a Heinz que sólo quería que lo supiera y que no se preocupara porque mi padre no sospechaba nada y creía que era hijo suyo.

Mi madre y Heinz se pegaron aquel verano chingando como locos, supongo que por aquello de los viejos tiempos. Ya te contaré la historia con todo detalle en otra ocasión.

Después de que naciera mi hermano mi madre se hizo un ligamiento de trompas para no volver a tener otro "accidente" como aquel y así poder seguir chingando con total libertad.

Así que esa es la historia. Ni mi padre ni mi hermano saben nada ¡y menudo si se enteraran, no quiero ni pensarlo! Ahora sólo lo sabemos cuatro personas: mi madre, Heinz, yo y ahora tú.

El haberte contado esto creo que supone una gran muestra de confianza por mi parte pero, después de lo que nos hemos estado contando y de lo que tú has tenido a bien confiarme acerca de tu madre, creo que te la mereces. Además he pensado que si ya te estoy contando todo lo demás, alguna de esas cosas ya bastante fuertes, ¿por qué no contártelo todo?

Como ves, cuando afirmo que mi madre es una gran PUTA, es porque tengo motivos más que sobrados para hacerlo ¿no crees?

Pero a mí, al igual que a tí no me importa que mi madre sea una puta. Si a ella le gusta la pija y que la chinguen allá ella, a mí con tal de poder seguir viéndola y disfrutando haciendome pajas a su salud, como si se la quieren coger todos los tíos de la ciudad. Supongo que tú opinarás lo mismo respecto de tu madre ¿no?

Y hablando de tu madre, ya te dije que me gustó mucho tu testimonio acerca de la fiesta en el boliche. ¡¡Qué puta!! Y por lo visto, los tíos que trabajan con tu madre ya saben de buena tinta lo puta que es. A juzgar por la prisa que se dieron en meterle mano y lo rápido que consiguió chingársela el profesor de gimnasia era evidente que ya debían haber estado de joda con tu madre antes. No me extrañaría que con lo puta que es ya se la hubieran chingado todo el personal masculino del colegio en el que trabaja, desde el conserje al director ¿no lo has pensado?.

También me gustó mucho tu nuevo testimonio acerca de tú madre y tu tío ¿vaya potencia sexual tiene el cabrón, no? Ya me gustaría a mí estar en tan buena forma a su edad y poder seguir chingándome a guarras como tu madre. El caso es que no sé por qué pero la imagen de un tipo tan viejo verde y caduco como debeser tu tió, chingándose a una buena guarra de carnes prietas como debe ser tu madre me pone especialmente cachondo. He de confesarte que tus testimonios me calientan bastante y que ya no me pajeo sólo pensando en mi madre, sino que tu madre Claudia ya forma parte también de mis fantasías y me pajeo bastante pensando en ella. Aunque no la conozco personalmente, me has contado ya tantas cosas de ella que es como si la conociera y no paro de imaginarme esas tetorras suyas y ese hermoso culazo que tiene. Me imagino que poder meter la picha entre sus nalgas como tú hiciste aquella noche, debe ser un placer inimaginable. La de pajas que me he hecho imaginándome que ponía mi pija en ese lugar.

Dime si a tí también te pasa igual, ¿también te pajeas pensando en mi madre? Espero que sí. Si es así te prometo que en cuanto pueda te mandaré por correo una foto suya para que te la menees a su salud al igual que hago yo casi a diario y para que tengas una imagen en la que pensar cuando derrames la leche de tus pajas.

En fin, eso es todo por ahora. Ahí te mando un nuevo testimonio en el que te cuento, tal y como te anuncié, como fue que mi madre se hizo puta profesional y alguna experiencia caliente que tuvo con alguno de sus clientes. Se trata de una experiencia relacionada con el sado-maso, pues cuando mi madre se hizo puta profesional tenía varios clientes que eran aficionados a ese tipo de prácticas y ella acabó aficionándose también aunque en su vertiente más suave, nada de sado-maso duro o violento. Cuando la hayas leido me gustaría que me contaras si tu madre también a tenido alguna experiencia de tipo sado-maso parecida o si sabes si le va el rollo ese de la sumisión y sentirse dominada por un buen macho.

Nada más. Espero ansioso más testimonios tuyos.

Un fuerte abrazo para tí y mis más calientes pensamientos para tu madre Claudia.

Ricardo

argos_jan@hotmail.com

Hola, Gustavo. Aquí te sigo contando más cosas acerca de mi madre. En mi otro mensaje ya te conté como el portero de mi piso le hacía chantaje para poder chingársela y como ella no tuvo más remedio que acceder a sus deseos. Gracias a ello pudo seguir haciendo de puta a espaldas de mi padre y cogiendo con el viejo, el ex –jefe de mi padre. Sin embargo, al pasar el tiempo, el viejo fue espaciando cada vez más sus visitas y al final un día le dijo a mi madre que ya no iba a visitarla más, al parecer se había cansado de ella, se la había cogido tantas veces y por tantas partes que ya no le suponía ningún aliciente. Además le dijo que había encontrado otra puta, más joven y menos exigente. A mi madre la noticia le sentó muy mal. Le suplicó que no la dejara y, al ver que sus súplicas no obtenían resultado le amenazó con contarlo todo a su mujer. Él la empezó a gritar y amenazar y le dijo que ni se le ocurriera, que si se atrevía a hacerlo se vengaría pero bien y que además él si quería también podía contar muchas cosas. Mi madre se dio cuenta de que no tenía nada que hacer y no dijo nada. Entonces el viejo se largó de casa dando un portazo y no volvió más.

Yo, iluso de mí, pensé que aquello sería el final de todo y que mi madre volvería a la vida normal de siempre. Y durante un tiempo así fue, y yo dejé de espiarla y me concentré en mis estudios. Hasta que un día volví a encontrar más sobres con dinero en sus bolsos. Y al pasar el tiempo, cada vez le encontraba más sobres llenos de dinero en sus bolsos, aunque a veces también los guardaba en fajos sujetos con una goma elástica. Pero si ya no cogía con el viejo dueño de la fábrica ¿cómo era posible? Ya te dije que a mi madre le gusta mucho el dinero y poderse comprar cosas caras y debí suponer que no se resignaría a aceptar su nueva situación.

Volví a espiarla y a ocultarme en casa algunos días y ahora cada día la visitaban varios hombres en nuestra propia casa. Así no me costó mucho averiguar la verdad: al comprobar lo fácil que era ganar dinero dejándose coger por otros hombres había decidido aprovechar la situación y poner un anuncio de contactos en el periódico. Así podía gozar de toda la pija que necesitaba y de paso seguir ganando dinero. En cuanto supe que había puesto un anuncio me compré varios periódicos y lo empecé a buscar ansiosamente. Al fin lo encontré. Se había puesto un nombre falso pero reconocí que era su anuncio porque estaba el teléfono de nuestra casa (ahora vivimos en otra). Aparecía en un periódico de aquí que se llama "El Heraldo de Aragón". El anuncio decía:

" Loli . Madurita viciosa y complaciente, bien conservada. Servicio completo, especialista en francés y anal. Discreción e higiene garantizadas. Casa particular. Llamadas y servicios de 9 a13h. 279927."

Ahora sí que mi madre era toda una puta. Ya no es que fuera sólo la amante de un viejo rico, ni que fuera chantajeada. Ahora estaba a disposición de cualquiera que quisiera

chingarla tan sólo a cambio de un poco de dinero. Ahora recibía hombres en casa casi a diario que gozaban de ella cuanto querían y por donde querían, aunque como mi madre había puesto en el anuncio que era especialista en sexo anal, eso era normalmente lo que los clientes más le pedían: le pagaban para poder chingarla por el culo.

Tampoco es que tuviese una cantidad enorme de clientes pues debido al horario de trabajo de mi padre y a nuestro horario escolar, mi madre sólo podía recibir clientes en casa por las mañanas y a esas horas no hay muchos hombres disponibles. Y en temporada de vacaciones que es cuando más hubiesen podido acudir, entonces no podía recibir porque o bien mi padre o nosotros estábamos en casa. Por eso cuando llegaban las vacaciones retiraba su anuncio del periódico, y cuando pasaban las vacaciones lo volvía a poner. Además, como había puesto un nombre falso, si llamaba algún cliente a deshoras y mi padre cogía el teléfono, como preguntaban por Loli mi padre no sospechaba nada, sólo que se habían equivocado de número.

De todas formas a pesar de todos esos inconvenientes aún así tenía una cantidad lo bastante grande de clientes como para ganarse un buen dinero y así seguir con el tren de vida que a ella le gustaba y te puedo asegurar que se la chingaron una buena cantidad de hombres. Le chingaron tanto el culo que hoy día lo tiene tan abierto que se lo pueden chingar sin necesidad de lubricantes ni nada.

Además ahora tenía que aceptar todo tipo de clientes que pagaban para chingársela. De vez en cuando le venía algún tipo joven que estaba bien y tenía un buen rabo y entonces mi madre gozaba a tope. Pero muchas veces lo que venían a chingarla eran tipos de mediana edad, barrigudos y calvos y también muchos viejos caducos que pensaban que aquella era una buena manera de gastarse su pensión, cogiéndose a una buena zorra que les hiciera todas aquellas cosas que no les hacían sus mujeres.

Había algunos clientes, sobre todo señores muy mayores, que la pagaban sólo por verla masturbarse mientras ellos se sentaban en un rincón mirándola y tocándose la pija hasta que se corrían. Para complacer a este tipo de clientes mi madre se compró una completa gama de consoladores (que aún guarda) y escenificaba un numerito metiéndose esos enormes consoladores por la concha o el culo.

También tenía muchos clientes con fantasías de tipo sadomasoquista y aunque mi madre al principio no estaba muy metida en eso, al ver que muchos de ellos estaban dispuestos a pagarle mucho mas de lo que pedía normalmente empezó poco a poco a aceptar servicios de ese tipo y creo que le acabaron gustando bastante. Además, pronto se dio cuenta de que si quería ganar dinero de verdad no tenía más remedio que aceptar ese tipo de servicios, pues era lo que más se solicitaba. Aunque se trataba siempre de un sadomasoquismo muy suave, casi más fingido que real.

Para complacer a ese tipo de clientes mi mamá se tuvo que comprar diversas prendas y artículos sado, de esos de cuero como tangas ajustados de cuero que estaban abiertos por la zona de la concha, sujetadores de cuero que tenían aberturas para las tetas, unos apliques con flecos que se colocaban en los pezones, medias, tacones de aguja, máscaras, mordazas, unas muñequeras para aprisionar manos y tobillos, fustas, etc. Te aseguro que ver a mi madre vestida con algo de aquello era algo que me ponía la pija a mil.

Recuerdo especialmente a un tipo. Era un cliente habitual de mi madre, un tipo de unos cincuenta años, delgado, calvo y con gafas, con pinta de oficinista. Este tipo tenía fantasías de tipo sado-masoquista y mi madre aceptó complacerle en sus fantasías a cambio de un poco más de dinero, aunque creo que a ella también le iba un poco el rollo ese. Aquel tipo pagaba por ver a una puta sumisa suplicando que la chingaran. A ese tipo le gustaba azotarla en el culo con la fusta que ella tenía pero no era nada tan grave que pudiera dejar marcas o señales que mi padre pudiera luego ver. Se trataba más bien de escenitas del tipo "Has sido mala y mereces un castigo" y entonces el tipo aquel la azotaba un poco y luego se la chingaba mientras mi madre le seguía el juego. Te voy a contar una de aquellas escenas que yo presencié.

Cuando este tipo llegó mi madre ya le recibió vestida con zapatos de tacón, una tanga de cuero que tenía una raja en la zona de la concha y unos sujetadores de cuero con aberturas para sacar las tetas fuera. Tan pronto como el tipo entró empezaron a representar la escena. Yo ya la había visto varias veces y casi siempre transcurría de manera similar.

Mi madre empezó saludándole con un beso como si fuese su mujer y le dijo: "Hola cariño, no sabes lo ansiosa que te estaba esperando". Él la apartó de sí diciendo: "¡Calla zorra! ¡No eres más que una puta!". Mi madre le respondió diciendo: "¿Por qué me dices eso cariño? Yo siempre te he sido fiel" y él le contestó:" ¡No me mientas puta! Sé que has estado follando con montones de hombres a mis espaldas. ¡Confiesa puta! ¿cuántas pijas te han metido hoy, eh?" Mi madre hizo como que se echaba a llorar arrepentida y le dijo: "Sí, es cierto, soy una puta, no lo puedo evitar. Por favor cariño no me abandones ¡Perdóname!". Él le dijo adoptando la postura de un marido ofendido:"No te preocupes, no te abandonaré pero te has portado mal. Has sido una chica muy mala y mereces un castigo". Mi madre fingió alegría diciendo: "¡Oh, sí! ¡Castígame! ¿te prometo que no lo volveré a hacer!".

Entonces se fueron hacia la cocina, donde mi madre tenía el resto de las cosas para continuar su representación. Mi madre se inclinó sobre la mesa de la cocina y entonces el tipo aquel le ató los brazos a las patas delanteras de la mesa con unas tiras acabadas en muñequeras y luego le ató también las piernas a las otras patas con otras tiras iguales. Luego la amordazó con una mordaza de esas que llevan una bola.

Naturalmente todo era un juego. Yo había examinado esas muñequeras en cuanto tuve oportunidad y había descubierto que se cerraban sólo con un poco de velcro en los bordes de manera que mi madre podía soltarse con facilidad tan sólo haciendo un poco de fuerza si ella sentía que el juego se desmandaba o iba demasiado lejos. Claro que yo jamás vi que eso llegara a suceder nunca, creo que ella disfrutaba tanto del juego como sus clientes.

Entonces, una vez que mi madre estuvo atada y amordazada, el tío agarró la fusta que mi madre había dejado allí encima y empezó a azotarle el culo con ella. No eran golpes demasiado fuertes pero puedo asegurarte que tampoco eran suaves, pues más de una vez le hacían soltar un respingo y al final de la sesión mi madre acababa con las nalgas todas coloradas. Recuerdo que después de muchas de esas sesiones mi madre se aplicaba en el culo una pomada y unas bolsitas de hielo para bajar la leve hinchazón del culo. Mi madre compraba la pomada y guardaba varias de esas bolsitas exclusivamente para esa función.

El tío empezó a azotarle el culo con la fusta. La fusta era una vara larga flexible que acababa en una tira de cuero doblada y que al golpear contra el culo de mi madre restallaba con un ¡PLAS!. El tío la azotaba a la vez que le decía cosas como: "¡Esta por ser tan puta!" ¡PLAS! y aparecía la primera marca roja en el culo de mi madre."¡Esta por mamona! ¡PLAS! y aparecía una segunda marca. "¡Esta por guarra!" ¡PLAS! "¡esta por zorra!" ¡PLAS! "¡esta por todos los tíos que te han follado el coño!" ¡PLAS! "¡esta otra por todos los que te han dado por el culo!" ¡PLAS!, y así seguía sin parar hasta que mi madre tenía el culo todo colorado, sin un asomo de piel blanca.

Entonces el tío arrojó la fusta a un lado y le quitó la mordaza a mi madre. "¿Has tenido bastante, puta?", le preguntó. Mi madre le respondió: "Sí, me lo merecía ¿me perdonas ahora, cariño?". El tío le dijo: "Sí, te perdono, y para que veas que te perdono de verdad voy a darte eso que tanto te gusta, voy a darte polla". Y mi madre fingió alegría y exclamó: "¡Oh, si, cariño! ¡Dame tu polla! ¡Dame tu polla, vamos!".

El tipo se colocó detrás de ella y agarrándola por las caderas le metió su pija dentro de la concha y empezó a chingársela con fuerza mientras mi madre gritaba de gusto para complacerle: "¡Oh, sí, cariño! ¡Fóllame! ¡Fóllame fuerte! ¡Soy toda tuya! ¡Méteme toda tu polla dentro!". El tío estaba encantado al oír a mi madre y le decía: "¡Te gusta, eh! ¡Te gusta esto!¡Sigues siendo una puta!" y mi madre le contestaba: "¡Sí! ¡Soy una puta! ¡pero ahora soy tu puta! ¡Fóllame, fóllame como a una puta, cariño, vamos!". Y así seguían durante un buen rato. Unas veces el tipo no aguantaba más y se corría echándole toda la guasca dentro de la concha pero otras veces lograba contenerse y entonces le sacaba la pija de la concha y se la metía por el culo. Esta fue una de esas veces.

Después de estar un rato gozándola por la concha le sacó la pija de dentro y la enfiló hacia su colorado culo. Le abrió las nalgas con las manos y empezó a introducirle su picha por el culo. Mi madre todavía siguiendo con el juego exclamó: "¡Ay! ¿Qué haces cariño? ¿Qué me haces?". El otro le contestó: "¡Voy a darte por culo! ¡Sé que te gusta! ¿Cuántos hombres te han dado por culo? ¡Confiesa puta!". Mi madre le contestaba: "¡Muchos! ¡Han sido muchos, pero tu eres el mejor! ¡Tú eres el mejor, de verdad cariño! ¡Nadie me folla el culo como tú! ¡Sigue cariño, sigue!".

Y el tío, animado por los gritos de mi madre le chingaba el culo con fuerza. A mi madre le entraba bien y no me extraña, aquel tipo era el tercer cliente del día y el tercero que le taladraba el culo. Aquella era la tercera vez que veía como se chingaban a mi madre y ya casi me dolía la pija de tanto hacerme pajas, pero como te he dicho, para mí no había nada tan excitante como ver a mi madre representando uno de sus números sado-maso, así que no es extraño que se pusiera la pija dura otra vez y volviera a pajearme.

El tipo estuvo penetrándola por el culo un buen rato. Mientras seguía jodiéndola volvió a agarrar la fusta y la azuzaba con ella como si fuera una yegua. "¡Arre, arre! –le decía- ¡Mira como te monto, puta! ¡Relincha, puta, relincha!" y mi madre emitía unos jadeos a medio camino entre relincho y gemido de placer.

Al poco el tío soltó un berrido y comenzó a echarle toda su guasca dentro del culo. Se estuvo un rato quieto sobre el cuerpo de mi madre y entonces le sacó su ya arrugada pija de dentro del culo.

Mi madre se soltó las correas ella misma y se fue un momento al baño a limpiarse. Cuando volvió el tipo ya se había arreglado ya y estaba muy compuesto. Volvía a parecer un vulgar oficinista. Seguro que en el trabajo y en su casa era una persona de lo más normal y nadie sospecharía el tipo de fantasías que tenía y que practicaba con mi madre.

En cuanto se hubo arreglado bien el tipo le pagó religiosamente a mi madre. Ella pareció satisfecha y le preguntó a él si había quedado contento y él le contestó que sí. "¿Hasta la semana que viene pues? ¿el mismo día a la misma hora?" le preguntó mi madre. El le contestó que sí. Ahora que habían terminado él parecía un poco cortado, como si estuviese avergonzado de lo que había hecho. Contestaba con monosílabos y casi no la miraba a la cara. Es curioso pero había muchos clientes que se comportaban así después de haberle echado una buena joda a mi madre. Probablemente se sentían culpables por engañar a sus esposas yéndose de putas, pero el caso es que volvían siempre al cabo de un tiempo a chingarse otra vez de nuevo a mi madre.

En cuanto el cliente se hubo ido mi madre se encerró en el baño. Yo ya sabía lo que iba a hacer iba a limpiarse bien por dentro. Tenía una pera de esas que se utilizan para hacer enemas y la utilizaba para limpiarse la concha y el culo por dentro. Te puedes imaginar que después de que hubiera recibido a cuatro o ciento clientes y después de que todos le hubieran descargado su guasca en el culo, éste le quedaba como un bebedero de patos y tenía que limpiárselo bastante a fondo.

Yo aproveché ese intervalo para irme silenciosamente de casa. Sabía que mi madre aún tenía un cliente más pero yo ya no podía más. Además tenía una clase a la que no podía faltar así que me fui.

Experiencias como esas he vivido muchas y es que no te imaginas la cantidad de tipos que hay a las que les va el rollo ese del sado, y si no me crees echa un vistazo a las secciones de contactos de cualquier periódico o revista. Mi madre tenía muchos clientes a los que le iban esas cosas y le pagaban mucho dinero por poder satisfacer sus caprichos. Mi madre aceptaba esos servicios con tal de que no fuesen nada excesivamente duro o violento pero, por ejemplo, no tenía inconveniente, si el cliente pagaba bien, en dejarse hacer cosas como azotes, lluvia dorada o enemas. Si quieres que te cuente alguna de esas cosas que hizo con más detalle dímelo.

Por cierto, el cabrón de Benón, nuestro portero, se enteró de que mi madre estaba recibiendo a su clientela en casa y, ya no contento con chingársela siempre que podía, la amenazó con denunciarla ante la comunidad de vecinos si no le pagaba con una parte de sus ganancias, y mi madre no tuvo más remedio que aceptar pero no tuvo problemas pues tenía bastantes clientes y ganaba bastante dinero, casi más que cuando actuaba como amante ocasional del ex–jefe de mi padre. Ahora tenía toda la pija que necesitaba y encima la pagaban por ello.

Te voy a contar ahora lo de mi madre con el alemán. Ocurrió mientras estábamos veraneando en la playa. En aquel entonces veraneábamos en una urbanización de chalets adosados en Tarragona cerca de una playa llamada playa de la Sabinosa. A mi madre le gustaba veranear allí porque era una playa normal pero también tenía un rincón de la playa donde estaba permitido practicar el nudismo y ya te imaginarás que ese era el motivo principal por el que le gustaba a mi madre aquel lugar.

A ella le encanta ponerse en bola y enseñarle sus tetas y su concha a cuantos puede. Además en aquellas playas el ambientes es mucho más "liberal" y "relajado" que en las playas normales y por eso le era más fácil encontrar ocasiones de practicar la joda con muchos hombres. A mi padre no le hacía gracia ir a aquel tipo de sitios, pues a él no le gusta practicar el nudismo y por eso íbamos a una playa mixta y mientras los demás nos quedábamos en la sección "normal" de la playa, dejaba que ella se fuera a tomar el sol a la parte nudista. Él pensaba que lo único que le interesaba a mi madre era tomar el sol, no pensaba que pudiera tener otros motivos.

Mis hermanos eran aún relativamente pequeños y no se daban cuenta de que aquella fuera una playa diferente a las demás, pero yo sí que lo sabía y, en cuanto podía, me escapaba a la parte nudista para espiar a mi madre y para mirar al reto de las mujeres.

Hoy en día creo que la playa está más compartimentada y que han hecho construcciones para delimitar más claramente ambas secciones de la playa, por lo menos eso me han dicho, ya que hace años que no hemos vuelto ahí, pero en aquel entonces las dos partes no estaban tan separadas, tan sólo había una especie de "zona de nadie" señalada por unos letreros, y se podía pasar tranquilamente de la una a la otra, incluso podías estar en bañador si querías, en cambio no se permitía que ningún nudista pasase a la sección "normal" de la playa para no ofender al resto de los turistas que se incomodaban ante la vista de los desnudos.

A mí me encantaba veranear en aquel tipo de playas pues así tenía oportunidad de ver a mi madre desnuda todos los días. A veces me llevaba unos prismáticos para poder mirar con todo detalle su concha peluda, sus tetas de grandes pezones y su culo. Con los prismáticos podía verle hasta los pelos de la concha y me la cascaba en un rincón mientras la miraba de arriba abajo. Me encantaba verla frotarse el bronceador por todo el cuerpo, sobre todo ver como se lo frotaba por las tetas hasta que se le ponían los pezones todos duros. Muchos tipos de la playa se la miraban como con ganas de cogerla y algunos moscones se le acercaban para ligar con ella.

Mi madre coqueteaba con ellos y les dejaba que le untaran el bronceador por todo el cuerpo. Ellos se ponían ciegos de tocarla las tetas y el culo y a veces la cosas iba más alla y entonces se iban a algún rincón oculto para disfrutar de una buena chingada.

Un día de los que la seguí vi como mi madre se acercó corriendo hacia un tipo que había visto en la playa y se abrazó a él. Yo no estaba tan cerca como para oír lo que decían pero parecía como si se conociesen de antes, mi madre parecía muy contenta ya que no paraba de abrazarse a él y hasta se besaban en la boca. El tipo no paraba de acariciar a mi madre, sobre todo tocándole el culo y ella se dejaba.

El tipo era un hombre rubio alto, con barba también rubia. Parecía atractivo y tenía un cuerpo en buena forma aunque tenía la piel toda colorada de quemada por el sol, como es típico de los extranjeros de piel muy blanca. No debían llevar mucho tiempo en aquella playa pues la zona del bañador aún la tenía blanca. Eso hacía que sus genitales resaltaran mucho y pude darme cuenta de que estaba muy bien dotado, tenía una picha larga, de esas morcillonas que cuelgan entra las piernas y que atraía las miradas de varias mujeres de la playa.

Entonces el le pasó la mano sobre los hombros y la llevó hasta donde estaba tumbada una mujer tomando el sol. Se trataba de una mujer rubia, también muy colorada. Cuando se levantó pude ver que era alta y macizorra, de grandes caderas y un buen culo, aunque tenía las tetas bastante pequeñas. Tenía un coño abundante de pelo, como el de mi madre. También mi madre pareció reconocerla y se saludaron muy efusivamente.

Poco después vi como los tres se vestían y se dirigían hacia la sección normal de la playa.

Yo me adelanté a ellos, y volví hasta donde estaba mi padre, debajo de una sombrilla, y mis hermanos, que estaban jugando. Al rato apareció mi madre acompañada por los dos desconocidos. "¡Antonio! –dijo mi madre- ¡Mira quiénes están aquí! ¡No te lo vas a creer! ¡Son Heinz e Ingrid! ¿Te acuerdas de ellos?". "¡Claro que me acuerdo!", dijo mi padre levantándose para saludarlos, aunque en realidad no parecía muy contento de verlos.

Más tarde, cuando supe toda la historia de mi madre y el alemán me pregunté si mi padre habría sospechado algo aquel otro verano. La verdad es que daba la impresión de sentirse celoso de la atención que mi madre les dedicaba. También quizás se sintiera un poco disminuido, pues mientras él estaba un poco gordo y era bastante calvo, el tal Heinz, que era de su misma edad, como ya he dicho, continuaba siendo. Ahora que lo tenía más de cerca pude ver que era bastante guapo de cara, con ojos azules. Se notaba que debía haber veraneado varias veces en España pues hablaba muy bien nuestro idioma, aunque con bastante acento.

Su mujer Ingrid también era muy guapa, un poco hombruna o andrógina de cara quizás, también de ojos azules, y también muy bien conservada, vamos que a pesar de que tuviera las tetas pequeñas estaba como para echarle un buen polvo.

Mi familia y ellos estuvieron un rato hablando y entonces me enteré de que eran alemanes, que habían conocido a mis padres bastantes años antes, durante un veraneo en un camping en el que habían tenido sus remolques uno al lado del otro, que se habían escrito por un tiempo pero que después habían perdido el contacto. Yo no me acordaba de ellos porque cuando todo eso pasó yo era aún bastante pequeño.

El caso es que estuvieron hablando durante un buen rato y luego quedaron por la noche para ir a cenar a un chiringuito cercano de la playa.

Esa noche fuimos todos al chiringuito. Íbamos vestidos de verano, con ropa ligera, pero bien arreglados. Sobre todo mi madre iba muy guapa. Llegamos allí casi al mismo tiempo que Heinz y su mujer. Ella iba con un vestido blanco largo muy ligero y el con una camisa fina y unos pantalones blancos cortos.

Hizo muy buena noche y cenamos muy bien. El chiringuito era un lugar muy agradable, una construcción de madera, con una especie de porches de madera con techados de paja que daban al mar y allí estaban las mesas donde se cenaba.

Durante toda la cena me fijé en que mi madre se comía al tal Heinz con los ojos y él también se daba cuenta. Yo me preguntaba cuánto tardaría en explotar la situación. De postres nos sirvieron unas enormes copas de helado con una bengalita encendida. Mis hermanos estaban encantados.

Después de los postres se pusieron a hablar recordando aquel otro verano. Yo, cada vez más impaciente me puse a caminar por la playa. Entonces, como si se hubieran puesto de antemano de acuerdo, mi madre se levantó y se excusó diciendo que tenía que ir al baño. Al cabo de un par de minutos Heinz dijo que también iba al baño. Yo que me estaba haciendo el despistado por la playa pero que en realidad no los perdía de vista, en cuanto vi que Heinz se dirigía hacia la parte trasera del chiringuito me dirigí corriendo hacia allí.

En seguida los oí. Se habían ocultado detrás de una valla de cañas que separaba la zona trasera del chiringuito donde estaba la salida de la cocina y los cubos de la basura. El sonido de la música de la parte principal llegaba bastante amortiguado hasta allí. Me acerqué a la valla y espié entre las cañas. Podía verlos y oírlos con total claridad.

"Menos mal que has venido, ya no aguantaba más –dijo mi madre- Desde que te vi esta mañana no he podido pensar más que en ti. Necesito tu polla, vamos rápido, dámela". El le dijo: "Sí, pero ¿tú marido...?". Mi madre le dijo con desespero en la voz mientras le acariciaba la polla por encima del pantalón: "No te preocupes por mi marido. Eres el único hombre que he querido en mi vida y ahora ¡necesito tu polla!". Heinz se rió y le dijo con su marcado acento: "Veo que no has cambiado. Sigues siendo tan puta como antes. Toma aquí tienes...". Se bajó la bragueta y se sacó la pija fuera. Mi madre se arrodilló y empezó a acariciársela. "Dios... –dijo- no me acordaba de que fuera tan grande...". Sí –dijo él riéndose- pero antes podías tragártela entera ¿y ahora?". "Ahora verás", le contestó mi madre y empezó a engullirse aquella polla hasta tragársela entera.

Mi madre empezó a chupársela con ganas, como si hiciera tiempo que no se hubiera comido una pija (cosa falsa, porque desde que estábamos en la playa se la había chupado a más de uno). El alemán suspiraba de gusto y le susurraba unas palabras que no entendí, supongo que la estaría llamando zorra y puta en alemán. Como te he dicho otras veces, siempre me ha excitado mucho ver como mi madre se chupa una pija, pero si encima se trataba de una tan grande como la de Heinz, mi excitación era mucho mayor. Mientras miraba a través de las cañas con una mano no paraba de pajearme mirando como la puta de mi madre chupaba la pija del alemán.

Mi madre tenía que hacer verdaderos esfuerzos para tragársela toda entera pero la muy puta lo conseguía a pesar de le debía llegar hasta la garganta. Aquella polla le obligaba a abrir la boca al máximo y a hacer uso de toda su habilidad como mamapijas.

A través de las cañas veía como mi madre se tragaba enterita aquella gran pija una y otra vez, metiéndosela y sacándosela de la boca sin parar el ritmo hasta que heinz se corrió. Mi madre se tragó toda su guasca con frenesí como si la leche del alemán fuera el mejor de los manjares.

Cuando acabó, el alemán se guardó la pija y se subió la bragueta mientras mi madre se incorporaba y se limpiaba los restos de semen. "Venga, volvamos", dijo Heinz. Mi madre le dijo: "Sí, pero aún no hemos terminado te necesito dentro de mí. Quiero sentir tu polla en mi coño, en mi culo, por donde tu quieras. Desde que sé que estas aquí no puedo pensar en otra cosa". El alemán se rió y mientras con una mano le sujetaba la cara por la barbilla le dijo: "No te preocupes. Ven a buscarme mañana a la playa y te daré toda la polla que quieras". Entonces volvieron con los demás.

Por supuesto, al día siguiente no me perdí el espectáculo. Seguí a mi madre a una distancia prudencial. Ella se dirigió a la zona nudista y allí encontró a Heinz que estaba en el mismo lugar que el día anterior. Esta vez no estaba su mujer. Heinz agarró a mi madre de la mano y juntos echaron a andar hasta el final de la playa. Siguieron andando hasta llegar una zona donde ya no había nadie. Esos terrenos estaban ya propiamente fuera de lo que era el terreno de la playa. Entonces llegaron a una caleta que estaba protegida por unos espolones de roca y se fueron a la zona de detrás de las rocas. A mi el sitio me iba genial, porque las mismas rocas que les servían de protección a ellos me lo servían a mí y podía espiarles con total facilidad.

En cuanto llegaron, extendieron sus toallas en el suelo y entonces se tumbaron en ellas y empezaron a acariciarse y a besarse. Heinz le agarraba las tetas a mi madre con las manos y se las estrujaba y chupaba. Entonces, después de un rato de estar sobándose y besándose, Heinz se tumbó boca arriba en la toalla con su pija ya tiesa apuntando hacia el cielo. Mi madre se arrodilló y empezó a chuparle la pija. Se la chupaba con las mismas ganas que el día anterior.

Como estaba situada de espaldas a Heinz, mientras se la chupaba éste aprovechaba para tocarle el culo y la concha. Le debía estar metiendo los dedos dentro porque mi madre movía sus caderas, como si le diese mucho gusto lo que le estaba haciendo por ahí y a ratos se sacaba su pija de la boca y decía: "¡Oh, sí...! ¡Oh, sí...!" y después seguía chupándole la pija.

Después de estar un rato chupándole la pija, se volvió de cara hacia él y abriéndose de piernas se sentó sobre su pija y empezó a introducírsela dentro de la concha. En cuanto la tuvo toda dentro, él la agarró del culo y mi madre empezó a botar y culear metiéndose la pija una y otra vez.

Como he dicho, Heinz tenía una pija muy grande y se notaba porque en cuanto mi madre la tuvo toda dentro empezó a gritar demostrando que aquel cacho rabo le estaba dando un gustazo enorme. A la muy puta le gustan cuanto más grandes mejor.

Mi madre no paraba de culear subiendo y bajando el culo y cada vez que lo hacía se clavaba la pija de Heinz hasta el fondo. Heinz la agarraba del culo amasándoselo con las manos, pero a ratos también la agarraba de las tetas y de los pezones, pellizcándoselos y estirándoselos.

Mi madre seguía culeando cada vez más deprisa. Yo estaba muy cachondo de ver aquella pija tan grande deslizándose dentro y fuera una y otra vez de la raja de mi madre. No me extraña que gozara la muy puta. Mi madre no paraba de gritar de gusto y Heinz no paraba de gritarle cosas en alemán. No se lo que significaban pero no parecía algo muy fino.

Yo creía que mi pija iba a reventar. Me encantaba ver a mi madre metiéndose la pija de Heinz, toda dentro. Parecía una puta desenfrenada. Con los botes que pegaba las tetas le subían arriba y abajo y las carnes del culo se le estremecían. Entonces Heinz pegó un grito y mi madre redujo el ritmo de sus culadas poco a poco hasta pararse por completo. Entonces se sacó la polla de dentro y se la volvió a meter en la boca para limpiarle con la lengua sus últimas gotas de leche.

Yo pensé que ya habían terminado pero que va. No era tan fácil dejar a mi madre satisfecha. Se tumbaron y empezaron a besarse y a acariciarse otra vez y no pasó mucho tiempo hasta que Heinz volvió a tener su pija totalmente dura. Entonces mi madre le dijo: "Ahora te quiero en mi culo, Heinz. Quiero que me la metas en mi culo".

Heinz agarró el bote de bronceador y se echó un poco en la mano para lubricar a mi madre pero ella le dijo: "No. No hace falta. Venga, métemela en el culo ya". "¿Estás segura? –le dijo él- Mira que la tengo muy grande. Te haré daño". "No te preocupes –le tranquilizó mi madre- métemela en el culo, vamos...".

Heinz tumbó a mi madre de lado, se colocó detrás de ella y le levantó una pierna para dejarle el culo bien abierto. Entonces dirigió su pija hacia la entrada del culo de mi madre y empezó a metérsela dentro.

Mi madre empezó a suspirar pero aguantaba bien la metida. Se notaba que gracias a su trabajo de puta tenía el culo muy dado de sí. Heinz también se dio cuenta y pareció gratamente sorprendido. "Vaya –dijo- has estado practicando todos estos años, ¿eh puta?". Por toda respuesta mi madre le dijo: "¿Te gusta mi culo Heinz? Pues es todo tuyo, todo tuyo...".

Desde luego no hacía falta que mi madre se lo dijera pues el tal Heinz la chingaba por el culo sin ningún miramiento y mi madre parecía estar disfrutando más que nunca. Nunca la había visto tan gozosa con una pija metida en el culo y mira que a ella le gusta. Heinz la agarraba por una pierna levantándosela bien alto para abrirle bien el culo al máximo, mientras que con el otro brazo la sujetaba por delante agarrándola de una teta, sobándosela y estrujándosela. Entonces Heinz fue acelerando el ritmo de sus metidas y, sin sacársela del culo, volteó a mi madre y la puso boca abajo, mientras él, colocado encima sobre la espalda de mi madre continuaba chingándola el culo a lo bestia. La agarraba por los hombros y entonces se impulsaba hacia adelante para clavarle su pija bien adentro del culo. A cada embestida mi madre levantaba la cabeza y soltaba un grito de gusto

Mi madre clavaba sus manos con fuerza en la arena y no paraba de murmurar: "¡Oh, Heinz! ¡Oh, Heinz!" mientras el seguía con sus metidas. Calculo que el tal Heinz debía medir un metro ochenta u ochenta y cinco y que debía pesar unos noventa y cinco kilos y todo ese peso estaba perchado contra el culo de mi madre, clavándola contra la arena con cada embestida. Heinz aceleraba cada vez más aquel movimiento de vaivén moviendo su dura pija cada vez más rápido dentro y fuera del ano de mi madre.

Al cabo de unos minutos de llevar aquel duro bombeo se salió del culo de mi madre y volviéndola a voltear boca arriba y empezó a lanzar descarga tras descarga de leche sobre la cara de mi madre.

Se descarga fue proporcional al tamaño de su pija y dejó la cara de mi madre totalmente cubierta de guasca.. Mi madre se relamió y luego se froto su leche por la cara como si fuera una crema bronceadora. Luego se lamía sus dedos pringosos de semen.

Heinz se tumbó a su lado y mi madre se recostó contra el acariciándole la pija, que ahora estaba totalmente laxa, aunque conservaba su buen tamaño. Entonces se relajaron y empezaron a hablar de ellos y de lo que habían hecho esos años. Mi madre no le contó que estaba trabajando como puta. Le dijo que mi padre se había vuelto impotente y que como él ya no la chingaba se había acostado con otros hombres "algunas veces" porque ella no podía vivir sin sentir "de vez en cuando" una buena pija.

¿Algunas veces? ¿De vez en cuando? Me reí para mis adentros ¡Será puta! ¡Pero si se la había chingado hasta el portero de nuestro piso! y ahora que trabajaba de puta el que no se la chingaba es porque no quería.

También le dijo a Heinz que nunca le había olvidado y que muchas veces pensaba en él. Fue entonces cuando le dijo lo de mi hermano. Heinz se lo tomó con mucha calma. Le preguntó si estaba segura y mi madre le contestó que sí. Entonces Heinz le preguntó si quería que hiciese algo al respecto y mi madre le contestó que no, que las cosas ya estaban bien como estaban, que mi padre no sospechaba nada y que sólo se lo había dicho porque creía que tenía derecho a saberlo.

Yo estaba anonadado, ¡no me lo podía creer! Mi hermano y yo no teníamos el mismo padre, no éramos hermanos sino hermanastros. Naturalmente eso no cambió en nada mis sentimientos hacia mi hermano si acaso, me hizo más consciente que nunca de lo puta que era mi madre y decidí guardar siempre el secreto, pues si mi padre o mi hermano llegasen a enterarse alguna vez sería un desastre para nuestra familia. Y así guardé el secreto hasta que decidí contártelo a ti.

Después de aquello, mi madre y Heinz se pegaron un baño en el mar y cuando salieron volvieron a chingar. Al parecer Heinz no sólo tenía una pija grande sin que también tenía una gran resistencia pues se chingó a mi madre otras dos veces antes de quedar satisfecho y de que decidieran volver a la playa con el resto de la gente.

Durante todo aquel verano, mi madre y Heinz se lo pegaron chingando sin parar. Mi padre nunca sospechó nada y, en cuanto a la mujer de Heinz, creo que sí lo sabía pero que no le importaba. Por lo visto, las alemanas eran mucho más liberales que las españolas.

En lo que respecta a Heinz, no hubo nada en su actitud que pudiera hacer sospechar a mi padre lo de mi hermano. Sí que lo trataba un poco más cariñosamente pero nada que se saliera de lo normal y a veces me fijé en que más de una vez Heinz se quedaba mirando a mi hermano con atención pero sólo yo me di cuenta y no creo que nadie viera en aquello nada extraño.

Como te he dicho, aquel verano Heinz se chingó a mi madre todas las veces que quiso y más y por todos sus agujeros y yo las vi todas y me hice muchas pajas. Heinz se fue de vuelta a su país un poco antes de que nosotros dejáramos la playa y desde entonces no lo hemos vuelto a ver. Mi madre mantuvo el contacto un tiempo a través de cartas, pero luego se debieron cambiar de dirección y ya no volvimos a saber de ellos. A mi madre no le supo muy bien pero no le preocupó mucho pues tenía todas las pijas que quería para consolarse.

Así que ya ves. Por eso no me ha molestado nunca que me llamen cosas como "hijo de puta" o "hijo de la gran puta", pues son literalmente ciertas: mi madre es una gran puta, pero a mi no me importa en lo más mínimo.

Aquí voy a contarte otro testimonio acerca de mi madre. Ocurrió no mucho después de los que te estoy contando ahora, es decir mientras seguía trabajando de puta profesional pero no tiene nada que ver con eso. Seguramente habrás pensado que al trabajar de puta mi madre tendría suficiente pija como para hartarse. Pues no. Es decir, si que tenía mucha pija, pero nunca estaba harta y si no mira lo que pasó un día de esos:

Era un fin de semana, no recuerdo que día exactamente pero sí que era cerca de julio porque se aproximaban las vacaciones y hacía calor. Cuando se acercaba la fecha de las vacaciones la empresa donde trabajaba mi padre ahora organizaba unas "capeas para los empleados. Las "capeas" consistían en unas excursiones que hacíamos hasta un pueblo cerca de Zaragoza que tenía en sus afueras una pequeña plaza de toros, de esas de pueblo, en alquiler. La plaza estaba en terreno campestre, había cerca unos merenderos para visitantes con largas mesas de piedra y unas parrillas y hornos de piedra para cocinar carne a la brasa. La empresa organizaba comidas allí para divertir a los empleados y allí iban todos acompañados de sus familias a pasar el día. También se alquilaba la plaza y se sacaban unas vaquillas para que los empleados pudieran torear con ellas, todo por cuenta de la empresa.

Este era el primer año que mi padre estaba en la empresa y consideró necesario que fuéramos. Mi madre no quería ir pues consideraba que no era apropiado que se mezclara con el resto de empleados en esa clase de eventos si quería llegar alto en la empresa. Ya te he dicho, no sé si recuerdas, que mi padre había entrado a trabajar en otra empresa. Trabajaba más o menos de lo mismo, en el departamento de ventas y exportación, lo que le seguía obligando a viajar mucho a ya estar mucho fuera de casa, pero ahora estaba en un puesto más bajo y menos remunerado que el que tenía en la anterior empresa.

Aquello era lo que exasperaba a mi madre y una de las razones que la habían llevado a meterse a puta para poder tener todo el dinero que ella quería (la otra razón es su gusto por la pija). A pesar de que como puta le iba bastante bien y estaba ganando bastante dinero no por ello dejaba de presionar a mi padre para que fuera más ambicioso, que hiciera más coba a los jefes y que hiciera todo lo posible por ascender y entre eso no estaba el confraternizar con los empleados más bajos de la empresa. Mi padre a pesar de no estar en un puesto muy alto si que tenía unos cuantos empleados a su cargo y mi madre no quería que se mezclara con ellos en aquel tipo de acontecimientos sino que se codeara con los jefazos. El tema provocaba muchas discusiones entre los dos y aquello de la capea fue el máximo. Mi madre no quería que fuera y él le dijo que no sólo iba a ir sino que íbamos a ir todos. Mi madre se puso echa una fiera, dijo que no, que ella no tenía que mezclarse con esa chusma, que qué iban a pensar, etc pero mi padre la obligo a ir.

Así que fuimos todos pero mi madre fue a disgusto y con un cabreo de agárrate y no te menees. Llegamos y el resto de la gente ya estaba allí, pues había ido con un autobús de la empresa. Mi padre también hubiera querido ir en el autobús, pero a eso sí que mi madre se negó en redondo, así que fuimos con nuestro coche.

En cuanto llegamos mi padre empezó a presentarle a mi madre a los demás empleados que trabajaban con él. Mi madre respondía a sus saludos pero con frialdad y cierta distancia. Entre los empleados de mi padre había dos que trabajaban directamente con él en el mismo departamento y que estaban bajo su supervisión. Uno se llamaba Fernando y el otro Juan. Los dos habían ido solos, Juan porque no estaba casado (debía tener treinta y tantos) y Fernando porque su mujer no había podido ir. En cuanto saludaron a mi madre noté que se la comían con los ojos, se notaba que la estaban desnudando con la mirada y se hubieran muerto de ganas por cogerla. Mi padre no se dio cuenta de nada pero mi madre sí.

La cosa empezó muy mal, pues durante la comida mi padre empezó a beber más de la cuenta. Hacía mucho sol y calor, y el vino y la sangría se subían rápidamente a la cabeza. Mi padre empezó a beber más de la cuenta y empezó a comportarse de una forma que mi madre consideró "poco digna para su posición". No paraba de reprenderle pero mi padre no hacía caso y seguía.

Al fin mi madre se cabreó tanto que decidió ignorarle y empezó a beber también. Entonces empezó a coquetear con Fernando y Juan, que se habían sentado, supongo que intencionadamente, al lado suyo. Supongo que se puso a coquetear con ellos para molestar a mi padre y para que éste se concentrara en ella y entonces dejara de beber y de hacer el ridículo, pero no dio resultado, no siquiera le hizo caso lo cual cabreó aún más a mi madre e hizo que coqueteara aún más con los dos hombres llegando incluso a provocarles.

Pero lo peor para mi madre estaba aún por llegar. Fue cuando, después de la comida, empezó la capea, es decir, la corrida con las vaquillas. Mi padre salto al ruedo sin que mi madre pudiera impedirlo y allí pasó lo que tenía que pasar: mi padre, que había bebido bastante y no estaba muy bien de coordinación fue volteado por una vaquilla a las primeras de cambio. No se hizo nada pero se rompió los pantalones. A pesar de ello no quiso salir sino que permaneció obstinadamente en el pequeño ruedo. Mi madre, que tampoco había dejado de beber durante todo el incidente no aguantó más y se levantó para irse de allí y, al hacerlo, se tambaleó un poco. Fernando y Juan que habían vuelto a sentarse al lado de ella se levantaron los dos en el acto y la sujetaron. Mi madre los apartó de sí y dijo que tenía que irse a hacer pis.

Aquello estaba en pleno campo y no había baños así que quien quería hacer sus necesidades no tenía más remedio que alejarse un poco entre los árboles y arbustos y hacerlo al aire libre. Mi madre se dirigió hacia la arboleda y poco después la siguieron Fernando y Juan. Yo me olí lo que iba a pasar y también les seguí.

Me cerque con cuidado y vi que mi madre estaba entre los árboles orinando en cuclillas y que Fernando y Juan se hallaban cerca mirándola.

Cuando mi madre acabó de mear sacó un pañuelo de papel de su bolso y empezó a secarse la concha. Entonces los vio.

"¿Qué hacéis ahí mirando?" les dijo. Tenía la voz tomada por el alcohol. "Venid aquí –les dijo- ¿qué pasa? ¿es que no quereis follaros a la mujer de vuestro jefe? Mirad lo que tengo para vosotros" y se levantó del todo la falda del vestido dejándoles ver completamente su concha.

No hizo falta decir más. Los dos hombres se abalanzaron sobre ella y cuando llegaron junto a ella la levantaron y, mientras uno la sobaba por debajo de la falda el otro le abría la blusa y le sacaba las tetas fuera sobándoselas. La agarraban entre los dos sin parar de sobarla y le buscaban la boca besándola y metiéndole la lengua dentro.

Mi madre se soltó de ellos y les dijo: "Venga, chicos. Sacaos la polla. Vais a ver como la chupa la mujer de vuestro jefe.

Los dos hombres se miraron riéndose como no pudiendo dar crédito a su buena suerte y entonces se abrieron los pantalones bajándoselos junto con los calzoncillos hasta la rodilla y sacándose sus pijas fuera.

Mi madre se arrodilló entre ellos y comenzó a chuparles sus pijas. Iba alternando entre uno y otro. Se metía la de uno en la boca mientras con la mano continuaba acariciando la pija del otro y, después de un rato, se sacaba la pija de la boca y empezaba a chupársela al otro hombre.

Los dos hombres estaban encantados, no paraban de gemir. Cuando mi madre se la estaba chupando a Juan, Fernando le dijo a este: "La muy puta la chupa bien ¿eh?". "Es una mamona del copón –le contestó el otro- lo hace de maravilla. Ahhhh...". Fernando la agarró de la cabeza y le dijo: "Venga, ahora me toca a mí. Trágate la polla, vamos". Mi madre le obedeció.

Juan se echó a reir. "¿Qué te pasa?", le preguntó Fernando. "Nada, –le contestó el otro- que estaba pensando que su marido es un hijo de puta en el trabajo y ahora resulta que su mujer también es una puta". "¡Es cierto!" dijo Fernando y se empezó a reír también.

Juan le dijo: "Vega, ahora cómete mi polla un rato más, anda rica". Mi madre se saco la polla de Fernando de la boca y se metió la de Juan. No decía nada, sólo chupaba y tragaba pija.

Entonces, después de estar un rato chupándosela a los dos se tumbó en el suelo con la falda toda subida y dijo: "Adelante ¿quién va ser el primero en joder con la mujer de vuestro jefe?". "¡Yo! –dijo Fernando- que para eso soy el mayor" y se echó en el suelo entre las piernas de mi madre y le metió la pija dentro. En cuanto le hubo metido la pija dentro mi madre empezó a retorcerse y a gemir: "Ahhh sí... –decía- eso es, méteme toda tu picha dentro. Fóllame, vamos fóllame".

Yo estaba detrás de ellos así que solo veía las piernas abiertas de mi madre y el culo de Fernando subiendo y bajando mientras le clavaba su pija dentro. Mi madre no paraba de gemir. Mientras tanto Juan seguía acariciándose la pija para mantenerla dura y animaba a su compañero. "¡Eso es! –le decía-¡Fóllatela bien, vamos! ¡Métesela hasta el fondo!". Mi madre no paraba de decir: "Ay, sí... ay, sí... sigue, sigue... no pares.... métemela toda....".

Al rato Fernando dejó de culearla y se levantó. Ya tenía la pija fláccida. No podía verlo bien desde donde yo estaba pero seguro que mi madre tenía su concha llena de su leche. Entonces mi madre se puso a cuatro patas y le dijo a Juan: "Venga, ahora tú métemela por el culo. Así podréis decir a vuestros compañeros que os habéis follado a la mujer de vuestro jefe por todos sus agujeros". Juan pareció sorprendido pero mi madre le animó diciendo: "¿A qué esperas? ¡Encúlame, venga! ¡Encúlame!". "¡Eso! –dijo Fernando- ¡Fóllale el culo a esta puta!".

Juan le metió la pija en el culo a mi madre y apenas la tuvo metida ahí dentro ella empezó a gritar de gusto: "Aaayyy... uuufff.. ¡Así! ¡Sí, sí...! ¡Dame por culo! ¡Dale por culo a la mujer de tu jefe!". Juan empezó a chingársela rápido por el culo pero mi madre gritaba tan fuerte que le dijo: "¡No grites tanto, so puta, qué se va a enterar el cornudo de tu marido!". Mi madre le respondió: "¿Y qué? ¡Mejor! ¡Qué se entere! ¡Así sabrá como hay que follarse a una mujer!".

Yo nunca había visto tan cabreada a mi madre. Estaba tan cabreada que me imagino que aquel día si que no le hubiera importado que mi padre la descubriera jodiendo con los dos hombres aunque sólo fuera para vengarse de la vergüenza que le había hecho pasar. Afortunadamente estaban lo bastante alejados y con el jaleo de la capea en la plaza, nadie se enteró de nada.

Juan estaba encantado de poder chingarse a mi mamá por el culo pues no paraba de culearla por ahí con ganas mientras le decía: "Esto está genial... sí... está muy bien... es fantástico... qué gusto... follarte por el culo... mira Fernando, mira como disfruta la muy puta mientras la doy por culo... qué pena que el cornudo de su marido no vea esto... me gustaría que viera como disfruta la puta de su mujercita mientras le rompo el culo ¿verdad Fernando?". "Oh, sí –le contestó Fernando- está gozando como una auténtica zorra".

Yo no veía la cara de mi madre pues estaba situado detrás de ellos, por lo que sólo veía al tal Juan arrodillado detrás de ella y chingándole el culo con movimientos rápidos de pelvis, pero a pesar de que no la veía no me cabía duda de que lo que decía Fernando era verdad y que estaba gozando como una loca..

Después de estar un buen rato culeándola por detrás Juan dijo:"¡Ostias, me viene, me viene! ¡aaaaggghhh! ¡Toma mi leche en el culo, guarra!" y se corrió.

Cuando hubieron terminado se levantaron y se subieron los pantalones mientras mi madre sacaba unos pañuelos de papel del bolso y se limpiaba los restos de leche que tenía en la concha y el culo.

Después volvieron a la capea por separado. Mi padre ya estaba más calmado y le preguntó a mi madre que dónde había estado, que la había estabdo buscando durante mucho rato y mi madre le respondió enfadada que se había ido a dar una vuelta para no ver más el ridículo que había estado haciendo en la plaza. Cuando mi madre le dijo esto mi padre ya no volvió a decir nada.

Cuando se acabó la fiesta en la plaza todo el mundo empezó a recoger y a montarse en los autobuses. Nosotros nos montamos en nuestro coche y nos fuimos. Afortunadamente, para entonces a mi padre ya se le había bajado bastante el alcohol que había bebido.

Me imagino que los dos empleados que se habían chingado a mi madre comentarían con sus compañeros lo puta que era pero si se corrió la voz por la empresa mi padre no se enteró o no se quiso dar por enterado, no lo sé. Eso sí, te puedo asegurar que mi madre no volvió a faltar a ninguna capea y aunque ahora era mi padre el que no quería ir pues más tarde le contaron el ridículo que había hecho, ahora era mi madre la que, como venganza la obligaba a ir y, por descontado, cada vez que íbamos, siempre encontraba algún momento para que se la chingase Fernando o Juan o algún otro empleado. Al final creo que se la debió chingar todo el departamento de mi padre. Así se vengó ella de todo el mal rato que la había hecho pasar aquel día, dejando que todos los tipos de su oficina se la chingaran por la cara.

Estoy muy excitado, pues contaré como volví a pillar a mi madre garchando ¡con el hijo de la vecina! Ha sido muy excitante pues el chaval sólo tiene diecinueve años. ¿Cómo ha ocurrido? Te cuento:

Hace unos días te conté en uno de mis mensajes que ahora en verano mi madre se pega todo el día tomando el sol en el jardín prácticamente desnuda e incluso algunos días totalmente en bola. Pues bien, el viernes pasado, mientras estaba espiando a mi madre desde una de las habitaciones de la casa (el jardín quedaba debajo de la ventana), se me ocurrió volver un poco la vista y ¿qué vi? Pues nada menos que el hijo de la vecina estaba agazapado en el balcón también observando a mi madre desnuda.

El chico en cuestión se llama Alberto, tiene diecinueve años recién cumplidos, es bien parecido, alto, aunque lleva el pelo un poco largo y muy deportista, por lo que está en buena forma física, pero lo que más me llamó la atención en aquel momento fue la enorme pija que estaba sosteniendo entre sus manos, frotándosela arriba y abajo en una descomunal paja.

¡Se estaba pajeando mirando a mi madre! Aquello me excitó mucho. Desde donde estaba el chaval tenía una buena vista de mi madre pues ahora vivimos en una urbanización de chaléts adosados de tres plantas. La casa de Alberto es la que está pegada a la nuestra y como su habitación queda en la tercera planta y dispone de balcón, desde allí arriba gozaba de una perfecta vista de mi madre tomando el sol abajo en el jardín.

La verdad es que me excitó mucho el ver como Alberto se pajeaba a la salud de mi madre. La pija se le había puesto muy gorda y se la estaba cascando con auténtico frenesí hasta que se corrió soltando un auténtico torrente de leche.

Al día siguiente la escena se repitió. Mi madre salió a tomar el sol y yo que estaba pendiente vi como al poco Alberto salía a su balcón y comenzaba a pajearse mirando a mi madre. Todo transcurrió como en el día anterior solo que esta vez al correrse el pobre Alberto no pudo contener un grito de gusto y mi madre lo descubrió. Miro hacia arriba y tapándose mientras se incorporaba dijo: "¿Alberto? ¿Eres tú Alberto?". Alberto se levantó muy azorado intentando disimular. "Sí... hola... yo.. acabo de salir y..." dijo. Pero por mucho que intentase disimular todavía resultaba muy evidente el bulto que formaba su pija en los pantalones de deporte, pues aún no se había acabado de destrempar y la mancha de leche que destacaba claramente en dichos pantalones de color azul oscuro. Hasta mi madre podría verlo desde ahí abajo. Yo vi que mi madre parecía interesada y, como a estas alturas ya la conozco bien, noté que también estaba muy excitada. Trató de quitarle importancia a la situación empezando una conversación intrascendente con Alberto y volvió a destaparse las tetas dejándolas otra vez a la vista. Ante aquello, la pija de Alberto volvió a hincharse otra vez con lo que el pobre chaval no tuvo más remedio que despedirse apresuradamente y volverse a meter en su casa. Supongo que iría directamente a hacerse otra paja.

Yo sabía que mi madre ya le había echado el ojo a Alberto y que no tardaría mucho en intentar algo. Mi hermano estaba fuera pasando el fin de semana en la playa con unos amigos y no volvía hasta la noche, y yo sabía que al día siguiente mi padre se iba con mi hermana y unos parientes a pasar el día a un sitio cerca de Jaca. Yo, por mi parte, había quedado con un amigo para ir al cine, así que mi madre iba a estar sola en casa. Me olí que ese día iba a pasar algo así que llamé a mi amigo y le dije que no podía ir al cine, pero no dije nada en casa para que mi madre siguiera pensando que tenía planes.

Al día siguiente, es decir, ayer domingo, mi padre y mi hermana se fueron al punto de la mañana a reunirse con nuestros parientes en Jaca. Poco después de comer me despedí de mi madre diciendo que me iba ya al cine. Di un portazo pero no salí de casa, me quedé dentro y me escondí en el garaje, que tiene una puerta que comunica con el interior de casa, al lado del recibidor.

No tuve que esperar mucho. Al poco oí como mi madre cogía el teléfono y llamaba a Alberto y le pedía que pasara un momento a casa. Al minuto llegó Alberto. Mi madre le hizo pasar y oí como subían escaleras arriba. Esperé un poco y salí con cuidado. De pronto apareció nuestro pero y temí que me descubriera pero lo metí en el garaje sin hacer ruido. Entonces subí yo también. Oí voces procedentes del dormitorio de mis padres.

Subí con cuidado y me oculté tendido en el rellano de la escalera. Como la puerta del dormitorio estaba abierta podía verlo todo a través del hueco de la escalera. Mi madre y Alberto estaban sentados en el borde de la cama.

"No seas tímido –le estaba diciendo mi madre- Ayer vi lo que estabas haciendo y no tienes por qué avergonzarte. A tu edad es natural que tengas ganas... Vi como me mirabas las tetas ¿te gustan mis tetas?". "Mucho", le contestó él. "¿Te gustaría tocármelas?" le preguntó mi madre. El dijo: "Sí, me gustaría mucho". "¡Pues aquí tienes!" dijo mi madre y se abrió la bata ofreciéndole sus tetas para que se las manoseara todo lo que quisiera.

Alberto comenzó a tocarle las tetas con agresividad, parecía haber perdido ya toda su timidez. Se las sobaba y magreaba con dureza mientras mi madre cerraba los ojos y gemía. "Oh... me las estás destrozando. Pero sigue, sigue... ¿estas caliente ya? ¿Te duele tu polla? Di, ¿te duele?". "Sí", dijo él. "Pobrecito mío –dijo mi madre- Habrá que hacer algo para remediar eso..."

La pija de él ya estaba a plena potencia y a juzgar por el bulto que formaba parecía querer escapar por sí sola del pequeño pantalón de deporte. Mi madre puso a Alberto de pie frente a ella sentada en la cama y le bajó los pantalones de deporte, palpó la pija sobre la tela de los calzoncillos y luego la sacó permitiendo que se desplegara frente a su cara en toda su extensión.

Mi madre le acarició la pija, pasándosela por las mejillas en toda su longitud. Entonces la agarró con las manos y le preguntó a Alberto: "Dime ¿te la ha mamado alguna vez?". "No", contestó Alberto. "¿Quieres que te la mame yo?" volvió a preguntarle mi madre. "Sí", contestó él y se arrimó colocándole la pija delante como deseando que pusiera ya su boca sobre su tieso tarugo. Entonces mi madre acercó sus labios y se la metió entera en la boca. Después empezó a recorrerla con sus labios de arriba abajo en toda su longitud, lentamente, como degustándola.

Alberto gemía y suspiraba. Mi madre le preguntaba "¿Te gusta? ¿te gusta como te la mamo?" y Alberto le respondía "Sí, sigue, sigue... no pares, por favor" y mi madre seguía con la mamada. No llevaba mucho tiempo con aquello cuando Alberto se corrió. Mi madre pareció sorprendida por la rapidez con que se había producido la descarga pero no apartó la boca y se tragó toda la guasca.

"Caramba -le dijo mi madre- has sido muy rápido". Alberto parecía avergonzado pero mi madre le dijo: "No te preocupes, que esto tiene remedio" y entonces empezó a chupársela otra vez hasta que volvió a ponérsela dura, lo que no tardó mucho.

Entonces mi madre le dijo: "¿Has follado ya alguna otra vez?" Alberto reconoció con vergüenza que no, que aún era virgen. Mi madre le dijo: "Bueno, no te preocupes, yo te enseñaré. Te enseñaré a gozar con mi coño".

En un abrir y cerrar de ojos mi madre se acabó de quitar la bata quedándose totalmente desnuda sobre la cama, con las piernas abiertas y la concha también abierta de par en par. "Mira –le dijo a Alberto- Mira mi coño. Lo tengo todo mojado. Está deseando que lo folles. ¿Qué? ¿Qué te parece? ¿Quieres follarme?". "¡Sí! ¡Sí, quiero follarte! ¡Quiero metértela toda en el coño!" exclamó Alberto echándose sobre ella y empezando a morderle las tetas. Me asomé un poco más y pude ver como mi madre le cogía la pija por debajo y la conducía hacia su raja caliente. "¡Empuja! –le gritó- ¡Folla, Alberto, folla!".

Se notaba que era su primera vez y que el chaval estaba que ya no podía más. Toda la pujanza de su pija entró violentamente en la raja de mi madre, hasta el fondo, y empezó a entrar y salir de su concha con precipitación. Parecía un toro con su mango entrando y saliendo en su concha. Joder, ¡Cómo achuchaba el condenado! ¿se la debía estar metiendo hasta los huevos!.

"¿Te gusta, cielo? ¿Te gusta mi coño?" le preguntaba mi madre mientras no paraba de gemir. "¡Sí, me gusta! ¡Me gusta! -exclamó el con voz ahogada- ¡Qué gusto me dá!". "¡Sigue empujando! ¡Sigue jodiéndome, Alberto!" decía mi madre.

Como se había corrido hacía poco ahora el chaval aguantó bastante más para alegría y goce de mi madre. Mi madre estaba gozando como una auténtica puta pues no todos los días tenía la oportunidad de chingarse una pija tan joven y dura como la de Alberto. Además el chico se estaba desahogando con ganas pues se trataba de su primera chingada y la culeaba como si le fuera la vida en ello.

Sentí una oleada de celos y también de envidia ¡cabrón con suerte! Allí estaba el muy cabrón, con sólo diecinueve años y chingándose a mi madre a lo grande y ella gozando como si nunca le hubieran metido una buena pija. A pesar de mis celos y envidia debo reconocer que también estaba muy excitado por la escena.

Después de un buen rato de estarla culeando a lo bestia, Alberto lanzó un ronquido ahogado y empezó a correrse y ¡Vaya corrida, tío! Su vergajo parecía una catarata de leche que empezó a desbordar por el coño de mi madre. Parecía como si su pija fuese un manantial. Mi madre lo apretó contra sus muslos, levantó el culo y se corrió dando gemidos de gusto. Entonces él se la sacó de dentro. De su pija aún salían unas gotas blancas por la punta de su capullo, y siguió soltando leche durante unos segundos.

"¿Qué? ¿Te ha gustado, Alberto?" le preguntó mi madre. "¡Ha sido fantástico!" le contestó él. "Pues si quieres, puedes follarme todas las veces que quieras. Aún tienes mucho que aprender y si quieres yo puedo enseñarte todas esas cosas. ¿Quieres?", le dijo mi madre. "¡Sí! ¡Sí quiero!" le dijo él. "Bueno –dijo mi madre- pero tendremos que tener mucho cuidado pues si se descubriera se armaría un gran follón. A mi marido no le haría ninguna gracia y creo que a tus padres tampoco, así que tendremos que tener mucho, pero que mucho cuidado ¿lo entiendes verdad?". Alberto le dijo que sí, que lo entendía y que no se preocupara, que no se lo diría a nadie y que tendría mucho cuidado. "Bien –le dijo a mi madre- Entonces vuélvete a tu casa no sea que tu madre sospeche algo. Y no te preocupes que ya te llamaré.

Corrí a esconderme antes de que Alberto me descubriera. Bajé corriendo las escaleras y volví a meterme en el garaje hasta que oí que Alberto se iba y entonces me hice una paja recordando todo lo que acababa de ver.

¡¡Y eso ocurrió sólo ayer!!

Voy a seguir contando lo de la puta de mi madre con Alberto, el hijo de la vecina. El lío entre los dos marcha que no veas. Ya los he pillado garchando dos veces pues el pobre Alberto está loco con mi madre y desde que se la cogió la primera vez estaba ansioso por volvérsela a meter. Mi madre estaba igualmente ansiosa por probar su pija pero no tuvieron suerte pues aquella semana estuvo todo el mundo en casa y no encontraban ocasión para chingar otra vez. Al fin vi como mi madre cogía a Alberto en un aparte y le decía algo. No alcancé a oír lo que decía pero no me importó pues sabía que si no le perdía ojo a mi madre no me perdería lo que pasara.

Ese mismo día, el jueves, por la tarde vi por el balcón como mi madre salía de casa y Alberto salía de la suya y juntos se iban hacía un descampado que hay cerca de nuestra casa. Yo esperé un rato y les seguí a prudente distancia. Tuve que ser muy cauto pues a menudo se volvían para ver si les seguían. Se adentraron en el descampado y vi como subían por un terraplén y luego desaparecían por el otro lado. Cuando llegué allí me asome y ví que estaban justo debajo mío al otro lado del terraplén. Alberto ya se había bajado los pantalones y mi madre ya estaba chupándole la pija.

Alberto estaba con los ojos semicerrados y no paraba de suspirar de gusto por la chupada que la mamona de mi madre le estaba propinando y no era para menos, pues si hay algo que mi madre sabe hacer de maravilla es chupar pollas. Muchas veces he pensado que si cocinara igual de bien que chupa una pija, otro gallo nos cantaría.

El caso es que mi madre se la estaba comiendo a base de bien y entonces se la sacó de la boca y le dijo a Alberto: "Vamos. No tenemos mucho tiempo... venga, fóllame..." y se puso a cuatro patas sobre el suelo y se subió la falda hasta la cintura. No llevaba bragas así que cuando se subió la falda dejó su culo y su raja al descubierto.

Cuando vio aquello Alberto se puso frenético pero estaba muy nervioso y no paraba de mirar a todos lados por temor a que le descubrieran. "Vamos tonto, no te preocupes -.le animó mi madre- ¿a qué esperas? ¿no querías follarme? Pues vamos, que no tengo todo el día... méteme la polla que estoy cachonda...".

Aquello decidió a Alberto que se colocó detrás de ella y le metió la pija dentro y la empezó a chingar con rapidez. Mi madre empezó a gemir de gusto diciéndole: "Ay, sí... así mi vida, así... sigue, sigue..." y él, que estaba como ido la chingaba cada vez más rápido. Estaban chingando como conejos.

Yo me saqué la pija y comencé a hacerme una paja allí mismo viendo los achuchones que le propinaba Alberto a mi madre. Se notaba que el pobre debía estar muy salido y con necesidad de desahogarse, pues estaba como ido y a la puta de mi madre aquello le encantaba pues decía: "Así, Alberto, así... fuerte, fuerte...".

Al poco Alberto soltó un "¡Aaaaggghhh!" y vi como se corría echando una abundante lechada en el coño de mi madre.

En cuanto vi que habían terminado corrí a ocultarme pues estábamos en un descampado y si salían demasiado pronto me verían. Corrí sin hacer ruido y me metí debajo del terraplén más cercano y desde allí vi como al poco mi madre y Alberto salían de donde habían estado ocultos. Mi madre iba alisándose la falda y sacudiéndose la tierra que le había quedado en las rodillas. Luego vi como s separaban y cada uno se dirigían hacia su casa.

Yo me quedé allí un rato más para acabar de hacerme la paja que no había tenido tiempo de terminar y en cuanto me hube corrido abundantemente a la salud de mi madre regresé a mi casa yo también. Mi madre estaba allí. Aún no se había cambiado y me excitaba un montón el saber que debajo de la falda no llevaba bragas y que seguramente aún tendría la leche de Alberto chorreándole por el coño.

Ahora Alberto se chinga a mi madre con regularidad pues cuando no pueden hacerlo en casa se van al descampado y allí chingan como descosidos sin importarles que alguien pueda descubrirles, pero supongo que eso tal vez les da más morbo y a mi madre la pone más cachonda. Yo los he vuelto a ver más veces y ahora te contaré como Alberto se chingó por primera vez a mi madre por el culo, que es como a ella más le gusta.

Este lunes pasado pudieron citarse en casa pues todos estaban fuera. Yo dije también que me iba pero me quedé escondido dentro del garaje como la otra vez esperando a que Alberto llegara. No tardó mucho y, al poco de oír como se subían para el dormitorio yo les seguí.

Me asomé por el hueco de la escalera y vi que mi madre ya estaba desnuda y que le había bajado los pantalones cortos y los calzoncillos a Alberto y que tenía su pija ya tiesa agarrada entre las manos y que se la masajeaba arriba y abajo haciéndole una paja. Entonces cuando mi madre debió considerar que él ya la tenía lo suficientemente dura le dijo: "Bueno, ¿qué quieres hacer ahora? ¿quieres que te haga una buena mamada o prefieres empezar a follar?".

Alberto parecía como dudoso y avergonzado. "Bueno, –dijo tímidamente- estaba pensando en que quizá... si tú no estás en contra... podríamos..." y se atrancó poniéndose colorado como un tomate.

"¿Qué? –le apremió mi madre- vamos dilo, no te preocupes que no me escandalizaré. Aunque no te lo creas he hecho de casi todo... vamos, ¿de qué se trata? ¿lluvia dorada, spanking, un poco de sado? Vamos, dilo, querido, ya lo he hecho casi todo...".

El pareció muy sorprendido por sus palabras, como si no pudiese creer lo puta que era mi madre. Claro que él no sabía como yo que como mi madre había trabajado de puta había pocas cosas que no hubiese probado ya.

El caso es que aquellas palabras le animaron y mientras sacudía la cabeza negando dijo: "No, no, nada de eso. –tragó saliva- Me estaba preguntando si... bueno, si podríamos practicar el sexo anal... lo vi en una revista y...".

Mi madre se echó a reír. "¿Eso era todo? –le dijo- ¿quieres darme por culo?". El asintió. "¡Pues claro que puedes darme por el culo, cariño! –le dijo mi madre- Ya lo he probado antes ¿sabes? Muchas veces. Y me encanta que me den por el culo ¡ siempre me gusta recibir una buena enculada!". Entonces mi madre se puso a cuatro patas sobre la cama con el culo mirando hacia él y le dijo: "¡Vamos cariño! ¡Métemela en el culo!".

Alberto se agitó nervioso. Tenía la polla totalmente dura y erecta. "Pero... ¿no te haré daño?" preguntó. "Tú no te preocupes y métemela" le animó mi madre. "No estoy seguro de saber lo que tengo que hacer..." dijo Alberto mientras se acercaba al trasero de mi madre con su pija en ristre.

Mi madre se giró y alargó la mano hacia atrás agarrándole la pija y colocándosela en la entrada de su culo. "Es muy fácil, ya lo verás –le dijo- Tú sólo fóllame el culo como me follas el coño. ¡Simplemente mete tu polla y empuja!".

Alberto le hizo caso y empujó con su polla metiéndosela toda dentro del culo de un solo golpe. Mi madre soltó un gemido de gusto. Alberto se agarró de las caderas de mi madre y juntó sus caderas contra las nalgas de mi madre metiéndole su pija hasta el fondo del culo. Mi madre gemía, respirando por la nariz y frunciendo los labios mientras soportaba la presión de la pija en su culo.

"¡Ya está!, –dijo él como sorprendido- ¡tengo mi polla en tu culo!". "¿Te gusta?" le preguntó mi madre. "¡Sí!", contestó él. "Bueno, pues ahora fóllamelo ¡dame por culo Alberto! ¡dame con fuerza!".

Él empezó a bombearla por el culo frenéticamente, embistiendo una y otra vez contra el culo de mi madre. Sus bombeos eran rápidos y fuertes y mi madre se estremecía y gritaba de gusto. Su pija se deslizaba dentro y fuera del culo de mi madre como un pistón a plena potencia y ella la gozaba, ya lo creo que la gozaba. "¡Cómo disfruta la muy puta! –pensé- ¡Cómo le gusta que la enculen!" y a mí también me encanta ver como se la meten a mi madre por el culo.

Alberto siguió metiéndole su dura polla, moviéndola más y más rápido dentro y fuera del ano de mi madre. Era una de esas locas y rápidas sesiones de "jódeme –el-culo" a las que mi madre era tan aficionada y que yo tantas veces había presenciado con numerosos hombres, y siempre disfrutaba como una loca.

Después de unos minutos de estarla bombeando así, Alberto empezó a gritar mientras se corría y mi madre gritó también. Seguro que se estaban corriendo al mismo tiempo. Alberto empezó a correrse dentro del culo de mi madre, pero luego, como si no aguantara más se salió de su culo y empezó a lanzar descarga tras descarga de leche sobre la espalda de mi madre. Salía despedida con tanta fuerza que algunos chorros le llegaron hasta el pelo y puso la colcha de la cama toda perdida. Lo sé porque mi madre tuvo luego que echarla a lavar.

Por fin Alberto se quedó como exhausto mientras su leche goteaba por el culo y la espalda de mi madre. "¿Qué? –le preguntó ella- ¿te ha gustado? ¿has quedado satisfecho?". Alberto le dijo que sí y le dio las gracias por haberle dejado chingarle el culo. Mi madre le preguntó si querría repetirlo alguna otra ve y Alberto le contesto que por supuesto. Entonces mi madre le dijo que podía follarla el culo todas las veces que quisiera y que cuantas más veces mejor pues a ella era como más le gustaba, por el culo.

Después de eso descansaron un rato y después volvieron a chingar una vez más pero esta vez de forma normal, por la concha y después de eso Alberto se vistió y se volvió para su casa.

Yo volví a meterme en el garaje, me hice un par de pajas y después salí de casa silenciosamente mientras mi madre se estaba duchando.

La puta de mi madre se la pasa garchando sin parar casi todos los días con mi vecinno Alberto. La mayoría de las veces se van al descampado de al lado de casa y allí se desahogan cogiendo como conejos. Yo estoy disfrutando como un loco con todo esto. A pesar de que ya se lo puta que es mi madre nunca deja de sorprenderme.

Yo me paso los días en una excitación constante y esperando que Alberto se la vuelva a coger y no suelo tener que esperar mucho para verlo.

Además, desde que mi madre le enseñó las delicias del sexo anal ahora él se la coge por el culo siempre que puede y a mi madre eso le encanta y a mi también. Me gusta ver como se enculan a mi madre y me encanta oír como gime de gusto la muy puta mientras se la meten por detrás, y el hecho de que se lo hagan al aire libre le da un morbo especial.

El otro día, por ejemplo. Habían salido a chingar al descampado, en su sitio habitual, debajo de aquel terraplén del que te hablé. Mi madre se había abierto la blusa y se había sacado las tetas para que Alberto se las toqueteara y se las chupara a placer.

A Alberto le volvían loco las tetas de mi madre, era algo que ya había podido comprobar otras veces. Se abalanzó sobre ellas como desesperado y empezó a estrujárselas y amasárselas con frenesí. Luego se las cogía con las manos y se las metía todo lo posible dentro de la boca metiéndole unos monumentales chupones. Primero en una teta y luego en la otra. Mi madre se reía y gozaba la chupada de tetas que le propinaba Alberto y pude ver que cuando Alberto se sacó las tetas de la boca mi madre tenía los pezones totalmente rígidos y duros, apuntándole hacia fuera como si quisieran salírsele. Al ver como gozaba mi madre con aquello no pude por menos que reírme ya que la muy puta no deja ni siquiera que mi padre se las toque, pues cuando lo intenta le dice que tiene los pechos y los pezones muy sensibles y que cuando se las tocan le hacen daño ¡y el cornudo de mi padre se lo cree! ¡Si supiera la de hombres que le han comido las tetas a su mujercita! ¡Ja, ja!

Aquella comida de tetas puso muy caliente a Alberto de manera que cuando mi madre le sacó la pija fuera y empezó a hacerle una mamada, Alberto estaba ya muy excitado. De hecho, ya tenía la pija totalmente dura cuando mi madre se la sacó del pantalón y empezó a propinarle unas monumentales chupadas pero, al poco, Alberto tuvo que decirle a mi madre que parara de chupársela pues si no lo hacía se iba a correr muy pronto, en su boca y él no quería echársela ahí, le dijo que estaba reservando su leche para echársela en el culo, donde a ella le gusta.

Cuando le oyó decir eso, a mi madre le brilló la mirada ante la posibilidad de recibir una buena follada anal y paró de mamársela en el acto. "Eres un pillo, Alberto. –le dijo- Pero nada, nada... si eso es lo que quieres..." y se puso a cuatro patas sobre el suelo con el culo mirando hacia él ¡La muy zorra!¡Cómo si a ella no le gustase!

Alberto se colocó detrás de ella y le metió su pija dentro del culo de un golpe y entonces empezó a chingarle el culo fuerte, sin contemplaciones, pues después de varias folladas ya sabía que así es como a ella le gusta.

El caso es que él ya llevaba un rato chingándole el culo como un loco cuando al poco se oyó un ruido cerca. Yo me sobresalté y levanté un poco la cabeza para ver quien era. Se trataba de un hombre que había sacado a pasear al perro por el descampado. Estaba bastante lejos, pero le había quitado la correa al perro para que corriera libremente y se entretenía lanzándole palos y piedras a lo lejos para que el perro fuera corriendo a recogerlas. El ruido que habíamos oído era el del palo, que había caído cerca de donde estaba mi madre con Alberto y el ruido que había hecho el perro al ir corriendo a recogerlo.

Ellos a pesar de estar absortos en la chingada también habían oído el ruido pero, a diferencia de mí, no sabían lo que era. Mi madre fue la que más se sobresaltó y quiso incorporarse pero Alberto no la dejó y la mantuvo sujeta al suelo colocándole un brazo sobre su espalda mientras seguía chingándola por el culo sin parar.

"¿Pero qué haces? –le dijo mi madre nerviosa- ¿es que no has oído? ¡Para! ¡Qué viene gente!". Pero Alberto no la hizo caso y siguió chingándola. "¡No me jodas! –le espetó- ¡Ahora no puedo parar! ¡Estoy casi a punto!".

"¿Estás loco? –le dijo mi madre- ¡Nos van a descubrir!". "¡Me importa un huevo! –volvió a decirle él muy sofocado mientras seguía manteniéndola sujeta- Te repito... que estoy casi a punto... eres una calientapollas... no puedes dejarme con la polla así... tengo que correrme en tu culo...".

Mi madre trató de volver a incorporarse pero él se echó con todo su peso sobre su espalda manteniéndola sujeta y siguió bombeándole el culo sin parar. "¡Quédate quieta! –le dijo- Cuanto más colabores, antes acabaremos".

Debo reconocer que la situación era muy excitante. El hombre aún estaba lo bastante lejos pero ellos no lo sabían, pues los ruidos que oían eran los del perro corriendo de aquí para allá. De todos modos, cada vez que arrojaba el palo, el hombre avanzaba varios metros y si mi madre y Alberto no se daban prisa en terminar su polvo entonces sí que acabaría descubriéndolos.

Mi madre dejó de resistirse y aceptó que Alberto siguiera bombeándola el culo a placer a pesar de los ruidos. Además empezó a mover el culo adelante y atrás colaborando ella también en la follada para que Alberto se corriera más deprisa. "¡Vamos, vamos! –le apremiaba- Date prisa cabrón, métemela más deprisa, venga. Dame tu leche Alberto, vamos, córrete en mi culo".

Afortunadamente, Alberto tenía razón, su pija estaba a punto. "Ya voy, puta, ya voy. Cómo me pones...–decía Alberto cada vez más sofocado- ¡Me viene! ¡Me viene! ¡Toma! ¡Toma yaaaaaghh!". El pobre Alberto soltó su carga de leche dentro del culo de mi madre tal como él quería.

Terminaron justo a tiempo, pues el hombre y su perro estaban sólo a unos metros. De todos modos aún les sobró algo de tiempo. Por un momento me hubiese gustado ver qué hubiese pasado si los hubiesen descubierto. Me hubiese gustado ver la cara de aquel hombre al descubrir a mi madre en bolas y siendo cogida por el culo en medio del descampado. Mi madre se incorporó y se bajó la falda rápidamente y se abrochó la blusa tapándose las tetas y Alberto se guardó la pija y se subió los pantalones. Después salieron del terraplén, ella primero y él un rato después, tratando de aparentar indiferencia. El hombre los miró un momento pero no pareció sospechar lo que habían estado haciendo.

Yo permanecí escondido unos minutos más, los suficientes para acabar de hacerme la paja que había empezado cuando miraba a mi madre y Alberto. El hombre ya había pasado de largo y no me había visto así que no había problema. Fue una paja muy rica y, al igual que Alberto, yo también solté una buena descarga de leche a la salud de mi madre.

Fue una situación de lo más excitante y morbosa y también se lo debió parecer a ella pues ¿Crees que a pesar de lo ocurrido han dejado de joder en el mismo sitio? ¡Qué va! La muy puta sigue acudiendo allí como perra en celo a recibir su buena ración de chingada por delante o por detrás.

Ahora te voy a contar algo que ocurrió cuando nos mudamos a nuestra nueva casa.

Hace unos cuantos años nos mudamos a una nueva casa en un barrio de las afueras. Fue una decisión arriesgada porque aunque mi padre tenía nuevo trabajo, nuestra economía nunca volvió a ser tan boyante como antes y, aunque mi madre tenía mucho dinero ahorrado de lo que había ganado trabajando de puta, se lo guardaba todo para ella. Por cierto, que para cuando nos mudamos a esta nueva casa mi madre dejó de trabajar de puta. Quitó su anuncio del periódico y sólo siguió manteniendo contacto con algunos de sus antiguos clientes más adinerados pero ahora se reunía con ellos sólo de vez en cuando y en habitaciones de motel.

Sin embargo mi madre seguía siendo tan puta como siempre y como muestra está lo que pasó al poco de mudarnos a nuestra nueva casa. Me imagino que ya sabes lo que suele pasar con las casas nuevas: casi nunca estas conforme con el acabado y entonces empiezan las reformas. Esto pasó en nuestra casa donde además de arreglar ciertas chapuzas realizadas durante la construcción, queríamos construir una buhardilla, que iba a ser mi habitación. Para ello contratamos a un par de albañiles. Los albañiles se pasaban la mayor parte del día en nuestra casa porque las obras de la buhardilla resultaron ser más complicadas de lo esperado y, presumiblemente mucho más costosas de lo esperado.

El tema provocaba numerosas discusiones en casa entre mi padre y mi madre, que era la que se había empeñado en hacer cuanto antes la buhardilla, mientras que mi padre hubiera preferido esperar un poco más, a que hubiéramos ahorrado un poco más de dinero. Mi madre le aseguraba a mi padre que no se preocupase, que los albañiles ya nos harían algún descuento. Lo que él no sospechaba era como iba mi madre a conseguir aquel "descuento", aunque yo me lo imaginaba.

Las obras eran en verano y por eso mi madre se pasaba la mayor parte del día en bikini, ya que tomaba mucho el sol en el jardín. De los dos obreros uno se iba al mediodía a comer a su casa pero el otro, que era moreno y con bigote, se traía el almuerzo y se quedaba a comer en las obras de la buhardilla. No pude dejar de observar las miradas que este albañil le dirigía a mi madre cuando se cruzaba con ella, en bikini, por la casa. Si las miradas fuesen pollas, mi madre ya se hubiese podido dar por jodida . Mi madre también debió notar las miradas del albañil y decidió sacar provecho de ellas. Aprovechaba cualquier oportunidad para exhibirse delante del albañil y coqueteaba con el descaradamente. Por ejemplo, todos los mediodías subía a donde estaban las obras a ofrecerle una cerveza o algo de beber al albañil, pues el calor que hacía en la obra era sofocante.

Uno de esos mediodías, mi padre estaba durmiendo la siesta, mis hermanos se habían ido, como casi todos los días, a la piscina y yo estaba también durmiendo la siesta en el cuarto de mi hermano. No lograba dormirme por el calor y en una de estas oí claramente un gemido ahogado procedente del piso de arriba y seguido por la voz cuchicheante de mi madre que decía "Calla, que nos van a oír".

Me despejé inmediatamente. Me quité las chanclas y subí cuidadosamente los escalones de madera, pues crujían si pisabas con fuerza, que conducían a las obras de la buhardilla. Me asomé cuidadosamente por la abertura que estaba al nivel del suelo y lo que vi me dejó atónito.

El albañil y mi madre estaban en la pared opuesta a mi. El albañil estaba de pie apoyado contra la pared. Se había abierto el mono y se lo había bajado hasta las pantorrillas y también se había bajado los calzoncillos. Mi madre estaba arrodillada delante de él, con su polla en la boca, haciéndole una mamada. Estaba en bikini pero se había quedado en top-less, con las tetas al aire, a la vista del albañil.

Como estaban de perfil a mí, podía verlo todo con todo detalle. Ellos estaban tan absortos en lo suyo que no repararon en mí. El tío tenía la boca abierta y los ojos mirando al techo mientras ponía una cara de goce absoluto. No me extraña porque mi madre le estaba haciendo una mamada de las que hacen época. Tampoco ella reparó en mí, pues estaba totalmente concentrada y dedicada a su "tarea". Mi madre se la tragaba toda, acompañando la mamada con movimientos de la mano. A ratos paraba y le pasaba la lengua por la punta del capullo, o le lamía la pija de arriba abajo. También vi como se metía sus huevos en la boca, le estaba haciendo un trabajo completo, vamos.

El albañil no paraba de gemir y de decirle ocasionalmente cosas como "Chupa, mamona, chupa" y otras cosas por el estilo. Mi madre no decía nada, sólo emitía sonidos de "Mmmm... mmmm...". Él le decía: "¡Qué bien lo haces puta! Sigue, sigue..." Entonces él gimió más audiblemente y se corrió. Y por lo que vi, mi madre se tragó toda su guasca sin rechistar, o por lo menos parte de ella, ya que parte se derramó sobre el suelo de la obra.

Entonces mi madre le dijo: "Venga, que aún tenemos tiempo". El tipo se tumbó sobre el suelo que estaba lleno del polvo de la obra y mi madre se inclinó sobre él y le empezó a toquetear y chupar la pija. Tuvieron que esperar un rato hasta que al tío se le puso otra vez en funciones, y como mi madre estaba trabajándole la pija agachada con el culo vuelto hacia él, él aprovechó para sobarle el culo y la concha a mi madre y de esa manera calentarla aún más. Le debía estar metiendo los dedos en la concha pues mi madre se removía y gemía audiblemente mientras seguía trabajándole la pija para volvérsela a poner dura.

Cuando al albañil se le volvió a parar de nuevo (no tardó mucho), mi madre se apartó y entonces pude verle la pija con toda claridad ¡era enorme! Debía tener sus buenos veintimuchos centímetros. Por un momento sentí mucha envidia de él, sobre todo cuando mi madre se sentó a horcajadas encima de el y se metió la pija toda dentro y empezó a mover sus caderas adelante y atrás cada vez más deprisa.

Yo estaba detrás de ellos y veía como ella se movía sobre la pija de adelante a atrás sin parar, metiéndose la pija del albañil toda dentro, hasta los huevos. El albañil la agarraba del culo y la animaba diciéndole: "¡Eso es! ¡Más deprisa, puta, más deprisa!". Mi madre le obedecía y aceleraba el ritmo de sus movimientos, cosa que también le causaba un gran placer, pues también empezó a gemir agitadamente aunque en voz baja. Mientras no paraba de moverse cada vez más deprisa, mi madre le agarró las manos al albañil y las colocó sobre sus pechos diciéndole con urgencia: "Tócame las tetas... tócame las tetas..." y todo ello moviendo sus caderas a un ritmo que parecía que estaba cabalgando a todo galope. Sólo de ver aquello me vine sobre la escalera de madera como un loco. Tuve que limpiar mi guasca a toda prisa con un pañuelo pues poco después que yo se vino también el albañil dentro de mi madre.

Se quedaron un rato quietos en aquella postura, mi madre encima de él, respirando agitadamente y el con las manos todavía agarrando sus tetas. Entonces los dos se levantaron. Mi madre se limpió su coño chorreante con un trapo del albañil y se volvió a poner el bikini y el se subió la cremallera del mono de trabajo.

Entonces, cuando mi madre le dijo lo que esperaba de él a cambio de sus favores sexuales, él le dijo que estaba de acuerdo pero que si quería un buen descuento tendría que dejar que la chingara siempre que tuviera ganas y hacer todo lo que él quisiese. Mi madre le respondió que estaba dispuesta a todo.

Desde entonces mi madre subía todas las tardes que podía a reunirse con el albañil y yo que me hacía siempre el dormido. Incluso aprendí un truco: mi madre siempre se asomaba al cuarto donde yo estaba para comprobar si yo dormía la siesta, pues le preocupaba que yo pudiese despertarme y sorprenderlos. De mi padre no se preocupaba porque tenía el sueño profundo y pesado y dormía en la bodega, tres pisos más abajo así que era casi imposible que pudiera oírles a no ser que hicieran mucho ruido y mis hermanos estaban siempre en la piscina. Entonces se me ocurrió una idea. Un día me hice el dormido con los auriculares de la radio puestos. Mi madre entró y me dijo algo. Al ver que yo no contestaba daba por supuesto que me había dormido con la música alta así que creyó que no podría oírles. Eso la envalentonó, así que subía más a menudo a ver al albañil y ya no tenían tanto cuidado al hablar o al hacer ruido. Desde entonces repetí el truco de los auriculares todos los días. En cuanto mi madre se iba yo me quitaba los auriculares e iba a espiarlos.

Te puedo asegurar que mi madre se ganó merecidamente el descuento porque gracias al puterío de ella, las obras se prolongaron durante mucho tiempo y aquella no fue la única vez en que mi madre se dejó chingar por el albañil. Durante aquel verano el albañil se la chingó a base de bien, por todos sus agujeros. Tuvo tiempo de sobra para follársela bien follada pues rara era la semana en la que mi madre no subía alguna vez a recibir una buena ración de polla. Durante aquella época yo casi me maté a pajas, y aún me las sigo haciendo cuando lo recuerdo. Por supuesto, el albañil se la chingó también por el culo como pude comprobar unos días después.

Ese día en concreto vi como mi madre se bajaba las bragas del bikini, se puso cara a la pared y se inclinó, separando las piernas. El tío la agarró por las caderas y empezó a chingársela con movimientos rápidos mientras mi madre exhalaba gemidos de "Ahh... ahhh... ahhh...aaahhhh... fóllame... fóllame...". Estaba claro que le gustaba como la follaba el albañil. Se notaba que mi madre es de las que les gusta que las chinguen duro pues cada vez que él se paraba un poco o disminuía el ritmo de sus metidas mi madre se volvía y le decía ansiosamente en voz baja: "No pares, no pares... sigue, sigue... fóllame toda, vamos" y el volvía a reanudar la chingada aún con más fuerza que antes.

Entonces, después de unos minutos de chingarla sin parar, él le sacó la polla del coño y la dirigió hacia la entrada de su culo. Mi madre se agitó y se removió y le dijo: "Oh, sí... métemela en el culo, vamos". ¿Quieres que te la meta por el culo, puta?" le preguntó él. "Sí, dame por culo, venga, pero date prisa" le apremió mi madre.

Entonces le separó las nalgas con las manos y le escupió en su ano, y después le introdujo los dedos varias veces. Entonces le apoyó la polla en la entrada de su culo y empezó a empujar. Mi madre soltó un gemido. Él siguió empujando y entonces le dijo "Ya está... ya la tienes toda dentro" y empezó a darla por culo, con un suave movimiento de vaivén como si se regodeara en la chingada. "¿Qué? ¿Te gusta?" le preguntó. No alcancé a oír la respuesta de mi madre aunque vi como asentía con la cabeza y el fulano aquel empezó a darla por culo con más caña. La agarró por las caderas bien apalancada y empezó a darle al mete-saca, mete-saca chingándose el culo de mi madre a un ritmo endiablado. "¡Qué bien te entra, puta! –e decía ¡qué bien te entra!"

Pensé en lo suave que debía tener el culo mi madre después de tantas chingadas como le habían dado por ahí y mi pija se me paró como nunca. Estaba tan excitado que empecé a hacerme una paja allí mismo, mientras miraba como la guarra de mi madre tomaba por el culo sin parar. Pensé en que era como estar en un peep-show protagonizado por mi propia madre y aquel pensamiento añadió más morbo a la situación.

¡Y mi padre durmiendo a pierna suelta sin sospechar que dos pisos más arriba le estaban rompiendo el culo a su mujer! Aunque a esas alturas ya poco importaba. Hay ceces en que pienso que media ciudad ha debido follarle el culo a mi madre.

El tío la enculaba con fiereza, metiéndole toda su polla dentro del culo, agarrándola fuertemente por las caderas mientras emitía unos jadeos ahogados, como ido. Mi madre sólo se estremecía y se agitaba mientras ese instrumento le taladraba el culo. Era tal la fuerza con que la enculaba que hasta mí llegaban los ruidos de "Plaf... plaf... plaf..." que hacia él cada vez que su bajo vientre y sus cojones golpeaban contra las nalgas de mi madre. Las tetas de mi madre se bamboleaban adelante y atrás como los badajos de una campana al ritmo de los pollazos del albañil.

Desde donde yo estaba vi como mi madre ponía una cara como con los ojos en blanco mientras se llevaba un puño a la boca y se lo mordía, seguramente para contener sus gritos mientras se corría de gusto. Durante el tiempo que duró aquella enculada volví a ver como mi madre repetía el gesto tres veces más, es decir, que a buen seguro debió de tener cuatro corridas como mínimo y no me extraña puesto que, como ya te he dicho, el albañil tenía una verga enorme. Le debía estar dejando el culo bien abierto.

Después el tío disminuyó el ritmo de sus metidas y lo que hacía era darle espaciados golpes de polla. La agarraba y ¡raca! le sacudía un pollazo, esperaba unos segundos y ¡raca! otro pollazo. Se la debía estar metiendo hasta los mismísimos huevos. A cada golpe de polla mi madre exhalaba un leve quejido pero el albañil estaba como en la inopia dale que te pego, chingándose su culo a base de bien, metiéndosela hasta lo huevos. La estaba dejando bien empalada, pero mi madre gozaba y dejaba que aquel tío siguiera chingándole el culo su gusto. Y a cada golpe de polla mi madre exhalaba un leve gemido de placer. A veces ella volvía la cabeza hacia él y asentía como para decirle que le gustaba aquella forma de ser enculada o al menos eso es lo que parecía entender él pues seguía dale que te pego, pollazo va, pollazo viene, sin parar, dándola por culo cada vez con más fuerza.

Entonces, al poco rato él volvió a acelerar el ritmo de sus metidas, como antes. Empezó de nuevo a chingarle el culo con unos bombeos rápidos y fuertes, y mientras la chingaba el tío no paraba de llamarla cosas como puta y zorra en voz baja. Y a juzgar por los gemidos que mi madre ya no lograba contener estaba claro que le gustaba mucho más aquella forma de ser enculada, a lo duro, con fuerza.

El tío la chingaba el culo cada vez con más con fuerza mientras mi madre exhalaba jadeos ahogados de "Ahh... ahhh... ahhh...aaahhhh..." y mientras la enculaba el tío le decía en voz baja: "¡Toma!... ¡Toma!... ¡Toma!..." y al tiempo le pegaba cachetes en las nalgas, como azuzándola. Al poco dijo: "¡Ya me viene! ¡me viene! ¡me voy a correr en tu cara, puta!" y entonces le sacó la polla del culo a mi madre y la hizo poner de rodillas delante de su polla con la cara mirando hacia arriba y exhalando un "Aaahhhhh..." se corrió en la cara de mi madre. En ese mismo momento me corrí yo también pues esa ha sido siempre una de mis fantasías: que mi madre me la chupara y después poder correrme en su cara y cubrírsela con mi guasca, justo como estaba haciendo el albañil en ese momento

Mi madre siguió arrodillada durante un rato con su guasca corriéndole por la cara y después se levantó y se limpió la leche de la cara con un trapo que cogió del suelo y se subió las bragas del bikini. Entonces le dijo al albañil: "Bueno, no te quejarás, ha sido una buena enculada ¿no? así que a ver si me lo agradeces como es debido... ya me entiendes, ¿eh?" "No te preocupes -le respondió él- mientras tú sigas portándote tan bien como hoy no habrá problema."

Y ya lo creo que mi madre se "portó bien". La última semana de obras el otro albañil le comunicó a mi padre que habían decidido hacerle una sustancial rebaja en el precio total de la obra. Mi padre se puso muy contento porque al terminar las obras los albañiles le hicieron un buen descuento en el precio total. Lo que él ignoraba es que uno de ellos ya se había cobrado aquel dinero "en especie". Seguro que si hubiera sabido la cantidad de polvos que le habían echado mi madre a cambio de aquel descuento no se hubiera puesto tan contento.

Mi madre también se puso muy contenta. De todos modos aunque mi madre ya había obtenido lo que quería, la muy guarra siguió mostrándose "agradecida" con el albañil hasta que terminaron las obras. De hecho, mi madre siguió manteniendo relaciones con el albañil durante un buen tiempo y siempre que hay que hacer alguna obra o apaño en casa siempre lo llama y de paso aprovecha para recibir una buena chingada.

A la puta de mi madre ahora se la está follando un amigo mio. Te cuento. Este amigo se llama Carlos y es de mi misma edad y nos conocimos en la universidad. hemos compartido muchas cosas juntos, muchas juergas y alguna vez hasta nos hemos ido de putas juntos, pues tambien es un salido en cuanto al sexo.

Pues bien, un dia que habiamos salido de juerga y estabamos un poco bebidos y haciendonos confidencias me dijo que la semana de antes habia ido a buscarme a casa y que yo no estaba pero que mi madre le hizo pasar para tomar unas bebidas. Y entonces me dijo con mucha cautela que mi madre se le habia insinuado. Como comprenderás a mi aquello no me extrañó en absoluto. "¡Qué zorra! -pensé- con tal de probar una polla no se detiene ni ante los amigos de sus hijos". Yo le pregunté si se la habia follado y él sobresaltándose me respondio que no, que no se atrevió porque era mi madre y todo eso. Entonces a mi no se que me dio, a lo mejor es por el alcohol que habia bebido pero decidí contárselo todo. Le dije que mi madre era una zorra y que no paraba de ponerle los cuernos a mi padre con otros hombres. Era la primera persona, aparte de ti a quien se lo contaba pero el caso es que una vez que hube empezado no pude parar. Se lo conté todo: que la habia espiado algunas veces mientras la follaban, lo mucho que le gusta que se la metan por el culo, etc., etc. hasta le dije que me escribia por Internet con alguien y que se lo habia contado (pero no le conte nada acerca de tu madre ni le dije tu nombre).

Mi amigo escuchaba asombrado todo lo que yo le decia pero una vez que me hubo escuchado me confeso a su vez que mas de una vez se habia masturbado pensando en ella, que siempre le había excitado y que ahora, al saber lo puta que era aun le excitaba más. me dijo que siempre le habia parecido que "tenía cara de chupapollas" (no se si tu opinaras lo mismo) y yo le conteste que desde luego lo era, una auténtica chupapollas.

Al dia siguiente fuimos a mi casa. Mi madre no estaba y yo aproveche para enseñarle las fotos de mi madre desnuda. Al verlas, mi amigo se puso como una moto. "¡Joder, tio! -me dijo- tu madre está aun mas buena de lo que yo pensaba, mira que par de tetorras tiene la muy puta!!!". Yo le dije que si quería una copia podia sacarsela por la impresora pues las tenia escaneadas en el ordenador y el me dijo que si asi que se las saqué. Volvimos a hablar de lo puta que era y yo le conte algunas veces mas de las que la habia visto follar con otros hombres. El caso es que, aquella tarde nos excitamos tanto que acabamos haciendonos cada uno unas buenas pajas alli mismo en mi cuarto, yo mientras miraba unas fotos guarras de internet y Carlos mientras miraba las de mi madre. El ver como mi amigo se pajeaba frenéticamente mientrs no dejaba de mirar las fotos de mi madre y murmuraba: "Tere... oh, Tere..." contribuyó a excitarme aún más. Luego le tuve que sacar unas nuevas copias pues las primeras que le di las dejó todas manchadas de semen al correrse encima de ellas. Entonces le dije a mi amigo, que si quería follarse a mi madre que a mi no me importaba, que si volvia a insinuarselo, que aceptase sus invitaciones. "¿Seguro que no te importa?" me preguntó. Yo le dije que no, que total, ya se la habían follado tantos tíos que por lo menos esperaba que también pudiese disfrutarla un buen amigo mío. "Ya veras lo bien que folla la muy guarra -le dije- disfrutaras como nunca". Incluso trazamos un plan. Yo sabia que dos dias despues mi padre trabajaba fuera y que mi madre estaria sola en casa. Yo le dije a mi amigo que yo me iria para que ella se quedase sola y que entonces él fuera a mi casa haciendo como que iba a buscarme y que si entonces mi madre se le insinuaba, él aprovecharía la oportunidad. Le dije que si iba hacia las 11 de la mañana seguro que la encontraba sola y que yo me habría marchado bastante antes (lo que no le dije es que luego pensaba volver y esconderme como habia hecho otras tantas veces para espiarlos).

El día convenido hice como tantas otras veces. Cuando los demas se hubieron ido yo le dije a mi madre que también me iba y di un portazo, pero me quedé dentro y luego me escondí en el garaje a esperar. A las 11 de la mañana, puntual como un reloj llegó mi amigo. Mi madre fue a abrir y el le dijo que venia a buscarme. Mi madre le dijo que yo me abia ido y le dijo que si quería pasar a tomar algo. Mi amigo aceptó y oi como subian al salón. Yo esperé un rato y luego subí sigilosamente para ver que hacian. Estaban los dos en el salon, con unas bebidas encima de la mesa y charlando animadamente. Despues de varios minutos de charla intrascendente mi madre pasó al ataque. Le empezó a decir a mi amigo que había que ver lo guapo que se había puesto, le preguntó que si iba al gimnasio y le dijo que seguro que las chicas se volverían locas por él. Mi amigo aprovechó la oportunidad y le dijo a mi madre, que si, que tenía exito con las chicas pero que prefería las ujeres más experimentadas... así como ella. Mi madre fingio sonrojase y empezó a decir que que cosas tenía, que si ella era muy mayor, etc., etc. y entonces mi amigo empezó a echarle piropos, diciendole que no, que no era muy mayor, que tenía muy buen cuerpo. Mi madre le dijo: "¿De veras te parece que tengo un buen cuerpo? Seguro que lo dices por halagarme. Si me vieras sin estas ropas y sin arreglar seguro que no pensabas lo mismo...". Mi amigo le aseguró que no y entonces como avergonzado y en tono de confidencia le dijo que algunas veces hasta se habia masturbado pensando en ella y en sus tetas. "Espero no haberla ofendido" agregó.

"Oh, no -contestó mi madre- al contrario, me halaga. Así que te has masturbado pensando en mis tetas... pero seguro que si las vieras de verdad te decepcionarían...". Mi amigo volvió a asegurarle que no y entonces mi madre le dijo: "¿te gustaría verlas?". Mi amigo le dijo que sí, que por supuesto y entonces mi madre se levantó y se desabrochó la blusa y se la quitó, y luego se quitó el sujetador quedandose con las tetas al aire delante de él. Entonces volvió a sentarse al lado suyo y le dijo: "¿Qué? ¿Qué te parecen? ¿Son como te las habías imaginado?". "¡Oh, no! -dijo mi amigo, al que ya se le iban los ojos- ¡Son mucho mejores!". "Puedes tocarlas si quieres" le dijo mi madre. Dicho y hecho. Mi amigo empezó a sobarle las tetas a mi madre a placer. Se las cogía con la mano y las estrujaba, le pellizcaba los pezones. Ella se dejaba hacer y mientras tanto le acariciaba la polla por encima del pantalón vaquero.

Entonces, al cabo de un rato, mi madre se bajó del sofá y se arrodilló delante suyo. Le abrió el botón del pantalón y la bragueta y con la ayuda de él, que se incorporó un poco le bajo los pantalones hasta las rodillas. Entonces le sacó la polla fuera de los calzoncillos. mi amigo estaba ya totalmente trempado. "¡Vaya! -dijo mi madre- ¡Estás muy desarrollado!" (era verdad, mi amigo la tiene bastante grande, mas que yo por lo que me da un poco de envidia cuando nos vamos por ahí de vicio). Entonces mi madre empezó a chupársela. Mi amigo estaba en el séptimo cielo. No paraba de gemir y suspirar. Mi madre tragaba polla casi sin respirar. En un momento mi madre se la sacó de la boca y le dijo: "¿Te lo habían hecho alguna vez? ¿te la chupan tus amiguitas?". "Sii... pero tu lo haces mejor que ellas, vamos, sigue, sigue...", le dijo Carlos. Mi madre le sonrió y siguió chupándosela.

Entonces despues de un rato Carlos se incorporó e hizo también levantarse a mi madre. le bajo la falda de un tirón hasta el suelo y lego le bajó las bragas. Entonces la hizo sentarse donde estaba él en el sofá con las piernas abiertas y empezó a comerle el coño. Le abría bien el coño con los dedos y se lo chupaba. No veas como gemía la muy puta. "¡Ooooohhhh...! -gemía- Sigue, sigue asi cielo, lo haces muy bien... ¿te gusta mi conejito? es todo tuyo, todo tuyo... OOooohhhhhh... Aaahhhhhhh...!". Ahora mi amigo estaba metiendole los dedos dentro del coño y se los metía y sacaba cada vez más deprisa mientras mi madre noparaba de retorcerse encima del sofá hasta que ell dijo: "Basta, basta... no aguanto más...". Y entonces se levanto y agarrándolo de la mano se dirigieron hacia la puerta. casi me pillan, pero me dio tiempo de apartarme y bajar un poco por la escalera. Si hubieran mirado un poco hacia abajo me hubieran visto pero estaba tan en lo suyo que ni se dieron cuenta.

Mi madre llevó a Carlos hacia su dormitorio. Yo fui detrás de ellos. En cuanto llegaron al dormitorio Carlos puso a mi madre a cuatro patas sobre la cama. Luego el se subió detrás de ella y empezó a follársela así, a lo perro. Mi madre no paraba de gemir como una puta. se agarraba a la cabecera de la cama mientras Carlos no paraba de embestirla por detrás. Lo que hacia la cosa aún más excitante es que, y no te lo había comentado hasta ahora, la cama de mis padres forma todo un mueble junto con los armarios de los lados y los de encima de la cama, como si fuera un puente, y toda la zona de la cabecera está ocupada por un gran espejo así que mi madre podía ver como Carlos se la estaba chingando por detrás y el podía ver la cara de gusto de mi madre mientras el le clavaba la polla. Mi madre no paraba de gemir: "¡Ooooohhhh.... aaaahhhh aaaahhhhh...!". Carlos le decía: "¿Te gusta, eh puta? ¡te gusta como te follo! ¿Qué pensaría tu hijo si te viera ahora, eh? ¡Si viera como la puta de su madre se folla a su mejor amigo!" y continuaba follandosela así por detrás.

Entonces mi madre le dijo: "¡Por el culo! ¡Métemela por el culo, Carlos!". Mi madre apoyó su cabeza sobre el colchón para que su culo quedara bien levantado. Carlos se colocó de pie encima de ella y le abrió bien el culo con las manos. Vi como le escupía un par de veces dentro del agujero del culo. Entonces empezó a bajar poco a poco, metiendole toda la polla dentro del culo hasta que la tuvo toda dentro. Entonces empezó a darla por culo al mismo ritmo al que se la había estado follando antes. Mi madre seguía a cuatro patas y Carlos estaba casi encima de ella, apoyándose con los brazos tambien en la cama mientras movía sus caderas arriba y abajo, arriba y abajo metiendole la polla dentro del culo. Mi madre gritaba como una posesa. Parecía no importarle que los vecinos pudieran oirla. "¡Toma, puta, toma! le gritaba Carlos. Entonces el pegó un grito más prolongado y se dejó caer totalmente sobre ella metiendole su polla toda hasta el fondo del culo del culo y clavándola sobre la cama. Cuando Carlos se levantó sacandole la polla del culo vi que le goteaba. Se había corrido dentro del culo de mi madre.

Luego se echó sobre la cama. Mi madre le abrazó y le besó.

Yo me retiré silenciosamente a mi escondite en el garaje y rato después oí como Carlos se marchaba. Aquella misma tarde quedé con Carlos para tomar unas cervezas. estaba superemocionado. Nada mas sentarnos me dijo: "¡Joder, tío! ¡Qué polvo! ¡Que polvo! ¡Tenías razón, menuda cacho guarra que está echa tu madre! ¡Menudo putón! ¡Si hasta me pidió que se la metiera por el culo! ¡Y no veas como gritaba la muy zorra!" Y entonces paso a contarme con pelos y señales todo lo que había pasado ignorando por completo que yo ya lo sabía porque lo había visto. Yo me hacía el tonto y le tiraba de la lengua: "¡Y le dolió mucho cuando se la metiste por el culo?", le pregunté. "¡Que va! -me dijo él riéndose- No veas lo bien que le entraba. La muy puta tiene el culo más abierto que la boca del metro, ja , ja, anda que no lo tiene trabajado ni nada! ¡Y lo bien que la chupa! En eso no me había equivocado, tiene boca de chupapollas!". Brindamos a la salud de las habilidades folladoras de mi madre y seguimos asi toda la tarde hablando de la follada.

No le dije que los había estado espiando. Poco después fue cuando tuve que irme a trabajar al extranjero pero se que mi madre ha seguido follando con Carlos todo este tiempo. Bueno, ¿qué te ha parecido? ya ves que mi madre sigue siendo más puta que las gallinas, pero no tanto como la tuya, jajajaja.

Un fuerte abrazo, amigo, y disculpame por las faltas de ortografia, pero es que tenia tantas ganas de contarte mi vida que no he reparado en ellas. Sigue contandome sobre tu madre y de lo bien que se lo pasa con cualquier rabo, ya sea de hombre o de perro.

Ricardo