Otra loca historia de espías (capitulo 2 y 3)

Helena comienza a conocer a Ada y las cosas se complican un poco.

En vista de que les gusto parte de la introduccion, me estoy pensando seriamente el incluir dos capitulos en la misma entrega porque viendolos vien, si estan cortitos. Sin mas, disfruten y gracias por leer.

CAPITULO SEGUNDO

PARECE QUE TE DIVIERTE LA MENTIRA

Cinco minutos después ya estaba afuera de la librería observando la tarjeta como una estúpida, como si el dichoso papel tuviera las respuestas a todas esas pregunta existenciales que rondaba mi cabeza y no me dejaban

dejaron

, disfrutar de mi

almuerzo tempranero

vida. Entro a la librería de la mujer

de mi vida.

La bendita puerta hace el característico sonidito al cerrarse y me hace sentir desnuda. No se observaba a nadie ni se escuchaba ruido alguno. Camino hasta el mostrador para encontrarme con una hermosa mujer de espaldas a mí. Pensé muchísimas cosas al verla ataviada con esos ajustadísimos pantalones negros de cuero que dejaban poco a la imaginación junto con esos tacones altísimos que decían a gritos “quiero pisarte hasta destrozarte la espalda

o lo que sea que quieras que te destroce

”.

-          P-perdón, busco a Ada Wolffburg…

La mujer voltea y me dirige una de esas miradas que causan escalofríos. Me miro de una manera tan voraz que me hizo sentir pequeña e insignificante en este vasto universo.

-          Ya te esperaba.

-          Genial. ¿para que me quieres?

Un tipo enorme, rubio y bien parecido hace una intempestiva aparición para besarla apasionadamente en los labios a penas y se cruza en su camino. De ser posible, mi mandíbula habría caído hasta el suelo de forma caricaturesca al ver semejante escena. Así como llego, se fue ignorándome completamente gracias a mi don de pasar desapercibida.

-          ¿Creíste que era soltera? – reía como una

puta

hiena.

-          Has logrado que mi habilidad de sorpresa se vaya por el desagüe. Me confundes demasiado.

-          Algún día sabrás lo que realmente pasa.

-          ¿Por qué no ahora?

-          Todo a su tiempo

Permanecimos en un silencio incomodo pero reconfortante. Me gustaba el silencio entando junto a ella.

-          Entonces, ¿Qué son?

-          ¿Celos? – ahora sonreía de lado lo mas cínicamente posible – huelo a celos; estas sudando celos.

No te burles ni te confundas, no

-          son celos y por favor responde a lo que te pregunto.

-          Es mi novio. También trabaja con nosotros, ¿entiendes?

-          Eso creo.

-          Que cómica. Pasa y espérame en la habitación de allá.

CAPITULO 2.1

LA AGENCIA.

La Agencia. La maldita o bendita agencia dependiendo del lado donde te encuentres; es una organización altamente secreta

aunque disfrazada de otras pequeñas empresas

de servicios privados como investigación personal e inversión en la bolsa. La maneja el hombre más enigmático del mundo gracias a la colaboración de las de 40 países con sus respectivas policías y servicios secretos. Manejamos todo tipo de servicios desde la defensa de intereses, protección personal, desvió de fondos, hacking en sus miles de variantes, obtención de información, investigación en general, asesinatos  a sueldo, espionaje tanto político como corporativo, usurpación de identidad y todas aquellas cosas en las que nadie quiere meter mano

directamente

para obtener beneficios. Debajo del director general están los gestores que son diez hombres más en las sedes principales, veinte capitanes y 40 supervisores. Yo trabajo con el supervisor Maxwell Sheridan. A este peculiar personaje solo he tenido la dicha de verlo de frente cuatro veces en mi vida: cuando me reclutaron, incidente uno, incidente dos y cambio de planes después de una operación fallida.

En fin, por ahora solo me han dado instrucciones para seguirle la pista. A los pocos minutos de cerrar la puerta, toma asiento a mi lado y coloca su mano derecha en mi muslo izquierdo. Volteo un poco desconcertada. Se acerca un poco a mi oreja y susurra.

-          Te conozco completamente. Se quien eres, para quien trabajas, quien es Sheridan, donde vives maldita escocesa, el paso a paso de tu vida y un poquito de tu historia.

-          ¿Para que te sirve esa información? Trabajamos juntas.

-          Te tengo en mis manos. Por ahora necesito que estemos lo más cerca posible la una de la otra.

En ese momento, de había acercado tanto a mi rostro que nuestras narices y frentes se tocaban.

-          ¿Qué dices?

-          No me queda más que aceptar, Ada.

-          Vale, comencemos de una buena vez

Y me beso. Duramos mucho rato besándonos hasta que el ruido de la puerta principal abriéndose nos saco de trance. Pronto aparece su

falso

novio.

-          Hola Sam, no esperaba que regresaras tan pronto.

-          Yo tampoco pero así paso. Y usted – por primera vez noto que estaba ahí, con ellos, compartiendo espacio en la misma habitación - ¿un cliente?

Ada volteo y me lanzo un dejo de “si dices la verdad te arranco la cabeza con mis propias manos y lanzo tu cadáver putrefacto al rio Tweed y tu cabeza la cuelgo en la plaza principal de Edimburgo.” Así que preferí  mentir.

-          Algo así. Soy Helena… Hay. Mucho gusto.

Estrechamos nuestras manos o más bien, mi mano y su garra. Tenia manos grandes y toscas como buen escoces aunque dudaba que lo fuera.

-          Samuel Mason. ¿en que puedo ayudarle?

-          Podemos – interrumpió Ada – según me comento la señorita Hay, busca algo innovador en el terreno erótico para practicar con su pareja de hace años. La pasión se ha ido y quieren revivirla.

-          ¡¡Exacto!! – replique - ¿Qué me ofrece, buen hombre?

Pensó un poco y se encamino hacia una estantería empolvada. Tomo un libro bastante viejo encuadernado en autentica piel. Me percate al tomarlo entre mis manos que el ejemplar era bastante viejo. Llevaba por titulo “Los placeres de una jovencita"

-          Es uno de nuestros favoritos – Ada reía agraciada – relata la historia de una joven voyerista con un jardinero. Explicito y exótico. Autor anónimo.

-          Me parece interesantísimo – exclame – me lo llevo ahora mismo.

Sam se ofreció a terminar la venta pero Ada en todo momento de interpuso para que esto sucediera.

-          Acompáñeme a la caja, señorita Hay.

-          Llámame Helena.

Llegamos rápidamente a la caja, hace la remisión, pago el libro y me lo entrega en una bolsa de papel.

-          Casi nos atrapa, ¿No se te ha hecho emocionante?

-          ¿Emocionante? ¿Que carajos ocurre contigo? Me estoy comenzando a cansar de todo esto. Dime lo que buscas realmente.

-          Dame media hora y te mando las instrucciones. Toma el libro y vete como si nada hubiera pasado pero no te olvides de la 94.

-          No lo hare.

Tome la bolsa y me fui al departamento que tengo cerca del rio. Justamente al entrar, mi computadora hace el característico sonido de cuando recibe correo nuevo y la impresora comienza a escupir papel. Archivos con datos en clave e instrucciones para realizar un trabajo junto con Ada. Resumiendo todo, debo cambiar mi identidad y aspecto físico para tomar el papel de un magnate de los químicos para una reunión con supuestos inversionistas que ocultan una red de tráfico de armas biológicas y experimentos con humanos en diversas regiones del este del continente. Suena mi móvil con una llamada encriptada.

-          Hola.

-          Soy Ada. Tenemos el vuelo programado para mañana temprano.

-          ¿Volaremos juntas?

-          Emocionante, ¿No? ¿Que haremos durante el vuelo?

CAPITULO 3

LA PAREJA FELIZ

Ahora resulta que compartiría el vuelo con la causa y motivo de mis fantasías mas alocadas durante estos últimos tres meses. Dejo claro que pasara por ella puntualmente a las ocho y colgó.

Me quedaba solo matar el tiempo por el resto de la tarde. Pedí comida a domicilio y me puse a hojear el libro que compre por

obligación

a Ada. Me quede dormida después de una botella completa de vino tinto y el libro a medio leer. Me despertó el ruido de mi celular. Verifico la pantalla y al ver “numero encriptado” supuse que era  la susodicha.

-          ¿Que pasa?

-          ¿Dónde te encuentras? Ya son las ocho y vienes tarde.

-          ¡¡ ¿Qué?!! Dame diez minutos y llego.

Se carajea como hiena en celo.

-          Una pequeña broma. Son las 6:45. Llamo para que no se te haga tarde.

-          Que te jodan, Wolffburg.

Cuelgo mientras continuo escuchando su risa al otro lado de la línea. Me moría de sueño pero de igual manera pensaba dormir durante el vuelo.

A las 7:45 ya estaba afuera de la tienda-departamento esperándola.

-          No creí que fueras tan puntual.

-          Como digas. ¿Nos vamos?

-          Conduce y te diré más o menos por donde tomaremos el vuelo.

Terminamos en un pequeño hangar privado de la agencia. Despegamos a las diez y yo estaba casi dormida. No tardo mucho en convertirme en su aeromoza privada.

-          Oye, ¿Puedes traerme un poco de té?

-          Claro, ¿Qué más quiere? Hoy tenemos masaje con final feliz.

-          Limítate al té – Me dijo de manera déspota.

Me levante y le lleve un té de limón,

-          Ahora, déjame dormir y despiértame cuando lleguemos.

-          No. Tenemos cosas más importantes que hacer.

-          ¿Cómo que?

-          Como esto

Se sienta en mi regazo y me besa de una manera suave y sutil. Pasa sus brazos detrás de mi cabeza y convierte el frio beso en algo sumamente pasional y sexual: lento y profundo. Siguió comiéndome los labios por un buen rato. La cosa se calentaba cada vez más pero no quería caer en su juego. Tomó mi mano y la metió entre sus pantalones, dejándome tocar completamente su intimidad.

-          Tócame como solo tú sabes.

-          Pero no eres lesbiana, ¿verdad?

-          Cállate.

Me cubrió la boca con una mano para después meter tres de sus dedos y jalar fuertemente mi mandíbula. Sus caderas se movían rápidamente y los jadeos no se hicieron esperar.

La chica continuaba masturbándose frenéticamente con mi mano y sin mi maldita autorización. No digo que me moleste, es más, me encanta pero este no es el momento ni el lugar y ella misma había dicho que yo no era precisamente de su tipo. Comenzaba a cansarme de sus jueguitos y seria hora de enfrentarla pero obviamente, después de dormir un poco.

Llego tan ruidosamente al clímax que el copiloto tuvo que venir a revisar lo que sucedía. Le asegure que no pasaba absolutamente nada y que la culpa era de Ada por ser una mujer tan ruidosa. Ella se quejo tachando de indecente al pobre hombre por llegar tan intempestivamente. El tipo se disculpo y nos dejo solas de nuevo.

-          Fue estupendo.

-          Pero si tú hiciste todo – le reproche.

-          Tus dedos mágicos – ahora ignoraba mis palabras.

-          ¿Me dejas dormir?

-          Claro, duerme un rato y cuando estemos a punto de llegar, te despierto.

Caí en un profundo sueño reparador hasta que sentí como jalaban mi cabello y desperté algo molesta. Lo primero que observo al abrir los ojos es el rostro sonriente de mi acompañante a menos de una nariz de distancia. Tenía una expresión como de niña pequeña que se divierte molestando a los demás.

-          ¿Ya llegamos? – atine a preguntar con pereza – Que no dormí bien por tu culpa y ahora pago las consecuencias.

Pensé en decirle algo como “por tu culpa ya no duermo” pero sonaría muy soso.

-          Aun falta un rato para llegar pero me aburro ya que no tengo a nadie con quien habar. Platícame algo.

Me levante y acomode en mi asiento reflexionando sobre que podría decirle.

-          ¿Qué tengo para decirte si sabes absolutamente todo de mí?

-          Tienes razón – afirmaba algo pensativa –mejor hablemos de otra cosa.

-          Créeme que no tengo muchas ganas de hablar y me sobran las de dormir.

-          Lastima… pensaba contarte todo.

¿Contarme todo? Lleva diciendo eso desde que la conozco y empiezo a temer que nunca cumpla su promesa o que intente chantajearme con los datos.

-          Me interesa solo una cosa. ¿Por qué me diste un número de página al salir de tu tienda?

-          ¿Acaso hojeaste el libro?

-          Si pero no llegue hasta ahí.

-          ¿Traes el libro?

-          Esta en la maleta pero…

-          Se supone que tenías que leer la nota que te deje en esa página.

Se notaba un poco molesta pero no le tome mucha importancia por lo que procedí inmediatamente a disculparme para calmar las aguas.

-          Perdón por no hacerlo. Ahora, cuéntame que haremos.

-          Te vamos a cambiar completamente de aspecto durante lo que resta del vuelo y ya que solo dormiste veinte minutos, tenemos unas dos horas. Te pondré al día.

Durante el proceso de maquillaje, peinado y cambio completo me relato que tomaríamos el papel de una pareja de empresarios. Yo seria el recién descubierto magnate de los negocios Rudolf Hunk; empresario de ventas de productos químicos y probable socio en el trafico de blancas y experimentos con humanos y animales. Ella seria mi joven y

ardiente

esposa, Emily Hunk. Las dos chicas y el técnico que nos acompañaban en la otra parte del avión, se encararon de cambiarnos completamente hasta la voz. Cortaron un poco mi cabello pero no tanto dándome un look joven pero serio, se coloco el artefacto para cambiar la voz, hicieron mis facciones mas toscas y masculinas, me hicieron mas ancha y colocaron vello facial escaso. Al verme en el espejo no fui capaz de reconocerme. Mi cabello dejo de ser pelirrojo y ahora era negro profundo, mi mentón lucia poderoso, mis ojos mas profundos y ahora eran color miel (los míos son verdes).

Entre a ese avión como una chica y salí como todo un caballero joven y bien vestido. Quien realmente se llevo el premio fue ella. Salió con un precioso vestido rojo mas corto que mi paciencia y tan ajustado como el presupuesto de país tercermundista; tacones mas altos que su ego y cabello largo negro azabache.

-          Te ves tan guapo, Blackwood. ¿Y si nos olvidamos de la misión para ir a hacer cositas mas interesantes? – Me propuso con una sonrisa picara.

Solo atine a sonrojarme y bajar la mirada.

-          Quien me sorprende eres tú, te ves preciosa.

Segunda sorpresa al escuchar mi nueva voz. Sonaba tan grave como la de locutor de los 60´s.

-          No me hables al odio porque no respondo – Seguía bromeando conmigo y poniéndome aun más roja de lo que ya estaba – me mojas.

-          ¿Qué clase de expresiones estas acostumbrada a utilizar? Creí que los ingleses eran más recatados.

-          ¿Quién te dijo que soy inglesa?

El capitán aviso que era momento de aterrizar por lo que nos sentamos y abrochamos cinturones.

Cualquier duda o sugerencia la pueden mandar a los comentarios y veremos que se puede hacer al respecto.