Otra loca historia de espías (capitulo 12)

Las cosas no siempre son lo que parecen. Aplica también con las personas.

CAPITULO DOCE.

DE VUELTA AL NIDO.

Viajamos escasos cinco minutos en auto y diez a pie para infiltrarnos en la propiedad. Brincamos un muro bajo y ya estábamos dentro del lugar. Todo aparentaba estar en calma (eran las 02:00 a.m.) y estaba en completo silencio. Vimos un par de guardias dormidos en sus puestos durante el lento recorrido por toda la zona para instalar los dispositivos. En menos de quince minutos ya teníamos el lugar completamente “barrido” y dentro de los mapas digitales.

Tomamos un poco de ventaja al subir al tejado del lugar donde Dean se había ubicado por un ligero cambio de planes del que no se molestaron en avisarnos. Cargaron los mapas internos  a nuestros aparatos, tomamos posiciones y comenzó la segunda etapa de la operación. Supervisamos el paso a paso de la invasión de Ada a la habitación de Alonso Cantú.

Estaba tan inmersa en la misión que me sobresalte cuando Dean tocó mi hombro.

-          ¿Qué quieres? Me asustas, mujer – le respondí en voz baja.

-          ¿Hay algo entre Wolffburg y tú? – pregunto con inocencia.

-          ¿Qué? – me saco horriblemente de orbita - nada.

-          Tenia entendido que Mason y Wolffburg estaban casados pero después de la primera misión que hiciste con ella, se divorciaron y ahora el te odia. No se necesita der un genio para adivinar la razón.

-          No sabía que eran esposos. ¿Quién te dijo semejante cosa?

-          Hay ojos y oídos por todos lados, lesbianas – concluyo con una suave risa.

-          Ahora que lo mencionas… - sonaba el radio - ¿si? – era la señal de Ada - ¿Qué pasa?

-          El señor Cantú no esta en su habitación. Procedo a reunirme con ustedes.

Corto.

-          Esto comienza a olerme muy mal.

-          ¿Ya te das una idea de lo que pasa?

-          ¿Y tú que sabes? – le dije. Esta chica sabía más de lo que me decía.

Sonó de nuevo el radio pero en esta ocasión era Sam.

-          Cambio de planes. El objetivo esta fuera y lo he localizado. Se acerca a la ubicación del rescate. Vayan al patio central y pasen la puerta doble que tienen al este. Al frente tendrán escaleras, bájenlas y den vuelta a la derecha. El objetivo prioritario esta en la última habitación.

Llego Ada y en menos de tres minutos ya estábamos frente a las puertas. Abrimos un poco pero el lugar estaba repleto de hombres armados hasta los dientes. Alguien logro vernos y se desplegaron rodeándonos. No teníamos permiso para accionar las armas por lo que escuche el corte de la comunicación lo cual significaba una cosa: fallamos la misión y ahora estábamos por nuestra cuenta. Soltamos las armas, levantamos las manos y caímos de rodillas. La luz se volvió oscuridad luego de un fuerte golpe en mi cabeza y no supe más. Desperté sin absolutamente nada más que la ropa básica del traje y con las dos mujeres a mi lado.

-          Al fin te dignas a despertar – al parecer Ada no estaba de buen humor. ¿Quién lo estaría en una situación así?

-          Ahórrate tus comentarios. Como odio cuando haces eso – me queje.

-          ¿Ah si? Al menos yo no soy la que confía en todo mundo – ahora ella me reclamaba.

-          ¿Confiar? En nadie. Ni siquiera en ti.

-          Algo malo debías de tener, estúpida campesina escocesa.

-          ¿Campesina? ¿Qué diablos pasa contigo? Seré una puta campesina pero no una zorra.

-          ¿A quien llamas zorra?

-          A ti – me burle – a penas y cruce tres palabras contigo y ya estábamos en la cama. No sabia tu nombre y menos que eras casada.

-          Esto fue de ambas y …

-          ¡¡¡Basta!!! – irrumpió Dean – en vez de pelear, deberíamos ver como escapamos de aquí. La Agencia nos abandono. ¿pueden dejar de pelear por una tontería y madurar un poco? ¿Qué rayos pasa entre ustedes?

-          Aparentemente nada – respondí con enojo – la mujer aquí presente…

-          Cállate antes de que digas algo de lo que puedas arrepentirte el resto de tu vida.

De la nada, entran dos hombres, toman a Ada por la cintura y la sacan de la habitación. Trato de intervenir pero me dejan sin aire de un puñetazo.

-          Mejor tranquilízate y pensemos en lo que debemos hacer para escapar.

-          Como no se han llevado al amor de tu vida – renegué aun sin mucho aire.

-          Pero si hace un momento discutían y se odiaban… ahhh, no las entiendo – se quejaba con las manos.

Se abre la puerta de nuevo y ahora se llevan a Dean. Mucho tiempo después entra conmigo un hombre bajito, moreno, ojos verdes, cabello corto y castaño enfundado en unos pantalones café y una camisa blanca con los puños doblados hacia arriba.

-          ¿Hablas español?

-          Tu que crees – le dije con mi mejor español.

Entra otro hombre mucho más alto que el primero. Se cargaba una cara de pocos amigos una actitud puramente agresiva. De un color de piel mas claro que su compañero, cabello largo sujeto en una coleta y vestido de la misma manera.

-          Dale una lección a Fede, para que aprenda a no meter a nariz donde no le llaman.

Esa golpiza si que fue brutal.

-          ¿Quién te envió? – preguntaba entre golpes y patadas.

-          Ya deben de saberlos.

Jala mi cabello y me golpea fuertemente en el rostro.

-          ¿Para quien trabajas?

-          Les repito que ya lo saben – ralamente era fácil hacerme hablar pero no de manera concreta.

-          No te preguntaría si ya supiera la respuesta. Se que fuiste tu quien mato a mi hermano, ¿o me equivoco?

-          Dímelo tú.

-          ¿Fuiste tú? ¡¡maldita sea!!

Otras dos patadas.

-          Contéstame.

-          Jódete.

Me lanzan al suelo para posteriormente levantarme y atarme a una silla.

-          No te muevas. Promételo – me dijo Federico en tono de burla.

Abren la puerta y meten a la habitación a Ada en las mismas condiciones pero menos golpeada. Saca una semi automática y le apunta a mi compañera en la cabeza.

-          Dime lo que quiero saber.

-          No les digas nada – suplicaba la mujer.

-          Cállate puta – le dio tremendo cachazo en el rostro.

-          ¡¡Basta ya!!

-          ¿Quién las envía?

Ahora si ya no tenía nada que perder pero tampoco nada que ganar a cambio de quedarme callada. A mis 26 años ya tenía todo lo que necesitaba, una carrera formidable, un intelecto superior al promedio y muchos traumas. No necesitaba arriesgar mis últimos momentos de vida por unos infelices que me lo quitaron todo en un segundo. Tampoco estaba dispuesta a arriesgar la vida de la mujer que amo por un hombre que apenas y conozco en persona.

-          Podemos negociar pero déjenla en paz – propuse.

-          ¿Quién te envía?

-          La Agencia. Se supone que estamos en una misión de rescate.

Se abre la puerta y aparece Max sin un solo rasguño.

-          ¿ Que sucede aquí? No estabas secuestrado, ¿verdad?

-          ¿Crees que seria tan estúpido como para que me secuestrasen? Novatos. Que poco me conoces, Helena. Para mi desgracia, el nerdo de Mason descubrió mi ubicación gracias al rastreador que al parecer no desactive correctamente así que se me hizo fácil inventar todo esto del secuestro pero lo que mas me sorprende es la facilidad con la que te pueden sacar información. No diste un solo dato cuando paso lo de tu padre, ¡¡y eso que era tu padre!! Pero viniste a hacerlo por esta mujer. Eres débil.

-          ¿Por qué hiciste esto?

-          Es fácil. Analiza. Te mando a eliminar gente del negocio de venta de armas y traficante.

-          Estas eliminando competencia, ¿verdad?

-          “¡cachin!” repuesta correcta. Veo que no has perdido tu capacidad de deducción. Solo era cuestión de eliminar a los últimos, fingir un asesinato o secuestro, llevarte conmigo y dedicarnos de nueva cuenta al negocio. Le entregue casi toda mi vida a la maldita Agencia a cambio de nada así que era hora de cobrar mis regalías.

-          Solo fui tu títere. No pienso seguirte a ningún lado.

-          No tenía porque ensuciarme las manos si tengo quien lo haga por mí.

-          Creí en ti. Confié en ti y me jodiste.

-          Te jodiste sola por confiar en quien no debías.

-           Desde que me diste la misión de controlar a esta mujer, comencé a sospechar que algo no iba bien.

-          Deberías comenzar a escuchar tus corazonadas. Ahora ya no son útiles para mi y su Agencia las abandono. Tampoco puedo dejar que se vayan porque saben demasiado.

-          No, no lo creo. Dime tu verdadero nombre.

-          No es como que si te digo mi verdadero nombre vayan a ir corriendo a denunciarme ni nada pero tengo planes más jugosos. Que comience el circo.

Sale por donde entro junto a sus dos socios y todos los guardias menos dos que nos desatan y sacan de a habitación, cubren nuestras cabezas con sacos pequeños. Ahí fue donde perdí el control. Tenía un miedo irracional a que me cubrieran la cabeza con algo. Comencé a patalear y gritar mientras recordaba el incidente con mi hermano y mi padre, el peor episodio de mi vida.