Otra hija de Marta

-Sos un potro Sergio, me hiciste acabar un montón de veces. Y sos generoso, te cogés a mi madre y a mi hermana, y ahora a mí. Pero decime que soy la mejor. Entre una pendeja inexperta y una vieja no hay mucho que pensar para decidir.

OTRA HIJA DE MARTA

(Para mejor ilustración del lector recomiendo leer mis relatos anteriores relacionados con Marta y su familia. Todas las mujeres de esa familia son muy calientes. En buscar autores busquen Mango, allí están todos.)

Retomo el hilo de esta saga familiar: las mujeres que conocí a través de la relación con mi amante Marta.

La segunda hija de Marta se llama Concepción, y no le dicen Concha porque estamos en Argentina, le llaman Cony. Es Contadora Pública Nacional, trabaja con un buen cargo en una dependencia del gobierno, y vive sola en un departamento céntrico. Pero no siempre duerme sola, sé por su madre que ha tenido varios amantes a pesar de que no pasa los treinta años.

Es una mujer alta, rellenita, de buen cuerpo en el que destacan sus tetas, ojos claros y pelo color fuego (pagado al contado).

Conmigo era fría y distante, casi pienso que yo no le caía bien.

Cony viisitaba a su madre todos los domingos por la tarde, y cuando coincidíamos teníamos muy breves diálogos, más bien me ignoraba.

En uno de esos domingos comentó que tenía que hacer una instalación eléctrica en su casa; una pavada tender un cable para acercar un tomacorriente a su cama. Marta no dudó en ofrecer mis servicios de electricista aficionado.

Y así fue que al día siguiente cerca de las tres de la tarde yo llegaba al departamento de Cony provisto de destornillador, pinzas y cinta aisladora, ella ya había comprado el cable y el toma.

Me recibió en ropa de calle porque recién había vuelto de su trabajo. Mientras tomaba las medidas y ubicaba el sitio para colocar el toma me dijo que se iba a bañar. Le respondí que fuera tranquila., que le avisaría cuando debiera cortar la corriente para hacer la conexión, y me dispuse a la tarea.

Estaba absorto en mi trabajo cuando Cony apareció envuelta en una bata de baño, y con una toalla a modo de turbante sobre su cabeza.

Me extrañó esa muestra de confianza ante el trato hosco que siempre me dispensaba; al moverse la bata se entreabría permitiéndome la visión de sus piernas blancas como la leche. Recogió algo de ropa y volvió al baño.

Regresó vistiendo un camisón a la rodilla; el camisón era medio transparente, por lo que pude apreciar que debajo no llevaba nada más. Se sentó en la cama dejándome ver sus muslos rellenos y tentadores. Observaba mi trabajo mientras se frotaba crema por todos lados. A poco empezó a hablar:

Me contó Lu lo que ustedes hacen, no creo que a mi madre le resulte grato saberlo.

¿No se lo irás a contar vos?

No, pero tendrás que hacerme lo mismo que a Lu.

No es un castigo lo que me exigís, lo voy a hacer con todo gusto.

Me senté en la cama a su lado y la besé en la boca, tenía una lengua hábil y movediza que se movía dentro de mi boca jugando con la mía. La recosté en la cama de plaza y media y me apoderé de sus tetas, eran firmes y con los pezones muy duros.

Lentamente le fui quitando el camisón, ella estaba desnuda y yo completamente vestido, situación injusta si las hay. De modo que procedí a desnudarme totalmente.

¡Sergio, qué pija! no me engañó Lu, es grande y linda. Con razón mi madre está tan feliz, la tiene cuando quiere.

Se arrodilló en la cama e inició una mamada muy profesional ¡al fin no debía andar enseñando técnicas!, evidentemente Cony era diplomada en chupar vergas. Se la ponía entera en la boca, la acariciaba con su lengua, la sacaba un poco para dedicarse a la cabecita, me apretaba el glande con sus labios en O. Se metía uno a uno mis huevos en la boca masajeándolos con la lengua. Y luego otra vez la verga hasta sus amígdalas.

Me pidió mi leche, y no me pude negar; le inundé la boca. Saboreó el semen y se lo tragó sin desperdiciar nada, lo poco que quedó alrededor de mi verga lo fue limpiando con delectación, mientras ponía una de las mejores caras de puta que he visto.

Se levantó desnuda dejándome apreciar su culo, grande y firme, los muslos, parecidos a los de Marta...¡ENLOQUECEDORES!. Volvió con dos vasos de whisky on the rocks, y se tendió a mi lado.

Me encantó chuparte la verga. Espero que me lo retribuyas. Y la quiero tener en la concha, nunca tuve una de ese tamaño. Me vas a hacer doler, pero también me vas a hacer gozar como nunca.

Perdé cuidado Cony, te la voy a poner hasta que digas BASTA. Y enseguida te vas a acostumbrar al tamaño.

EY, ya se te está parando otra vez, sos un titán.

Es que me calentás demasiado.

Dejé el vaso para tocarle los muslos y el culo, le chupé las tetas sintiendo la dureza de sus pezones. Bajé con mi lengua, pasé por su ombligo, me fui a sus rodillas para luego bajar por sus muslos lamiendo, mordiendo suavemente y besando. Ya en su concha apenas depilada, me dediqué a abrir sus labios con la lengua. Cuando descubrí su clítoris lo desenfundé con los dedos, era grande y estaba duro, lo besé, lo acaricié con la lengua, lo chupé con fruición. Cony gemía muy fuerte, con un poco más de trabajo le arranqué el primer orgasmo, fue estridente, ruidoso. Todo su cuerpo vibraba; alternativamente sus músculos se tensaban y se aflojaban.

Le di un tiempo para reponerse mientras fumábamos un cigarrillo.

Nunca nadie me hizo gozar tanto con una comida de concha.

Tal vez es porque siempre has estado con machos poco expertos.

Tenés razón, nunca estuve con un ginecólogo que conoce todos los puntos del placer femenino.

No los conozco por ginecólogo, los aprendí cogiendo.

¿A Mamá le hacés todo esto?

A tu mamá le hago esto y mucho más. Ella me fascina.

¿Por qué, si es más bien fea?

Ya vas a aprender que la belleza no es lo más importante en el sexo. Fijate cómo has gozado conmigo que para vos soy un viejo, puedo ser tu padre.

Ay papito, sigamos con el incesto.

Me dio el pié para seguir. Mi verga ya estaba otra vez enhiesta. Exploré su cachucha con los dedos, no era estrecha, era más bien grande y dilatada; pero estaba mojada como si le hubieran echado aceite.

Me puse de espaldas y la invité a montarse. Se colocó en posición, con la punta de mi poronga apuntando a la entrada de su concha. Se fue dejando caer para que la verga se le empotrara en la vagina. No era estrecha, pero sí muy caliente. Cuando la tuvo toda adentro se movió con verdadera ciencia.

De las mujeres de la familia era la que mejor sabía coger. Se reclinó sobre mí poniendo las tetas en mi boca; justo para lamer sus pezones erectos.

Antes de su primer orgasmo sentí que me apretaba la pija. Luego gritos desaforados y expresiones de placer, La seguí bombeando hasta sentir otro orgasmo.

Dale Papi llename, no te hagas problemas, tomo anticonceptivos.

Eso me liberó de preocupaciones y me fui totalmente dentro de ella. Por algunas razones que desconozco fue una acabada muy copiosa. A cada chorro de leche sentía como me apretaba los hombros con sus manos, y la pija con su concha.

Se desmontó recién cuando mi tranca había perdido su firmeza.

Sos un potro Sergio, me hiciste acabar un montón de veces. Y sos generoso, te cogés a mi madre y a mi hermana, y ahora a mí. Pero decime que soy la mejor. Entre una pendeja inexperta y una vieja no hay mucho que pensar para decidir.

Equivocada Cony, cada una tiene su encanto, y no hay dos mujeres iguales, Marta me fascina, y no por su belleza, hay algo indefinible. Y Lu tiene el encanto de la inocencia. Vos sos la experiencia, la sabiduría para coger. Y yo soy la verga dispuesta para todos los placeres.

Prometeme que nunca vas a dejar de cogerme.

Prometido, pero todavía no terminamos.

¿Me vas a coger otra vez?

Sí pero por el culo.

No soy virgen del culo, pero igual me va a doler.

Seguro que la primera vez que te lo hicieron te dolió, pero al final gozaste.

Sí, pero tratame con mucho cuidado, la tenés muy grande.

Ya animado la puse boca abajo, de mi maletín que antes estaba lleno de herramientas saqué el tubo de gel. Cony me ayudó separando sus grandes nalgas hasta que apareció su anillo, marrón y rugoso. Unté gel en los alrededores de la entrada y lo fui metiendo con los dedos, un dedo entró bien, dos igual; no hacía falta más. Con dos dedos adentro los abrí y los giré. El ano se dilataba bien, no era ninguna primicia. Al cabo de un rato de maniobras le coloqué una almohada bajo su vientre. Cony, experta, paró su culo y abrió sus nalgas.

Apunté la verga hacia el tesoro y la apoyé apenas. Me pidió que fuera suave.

Con sumo cuidado empujé un tanto, se resistía; algo más de presión y mi glande se insinuó dentro de su culo. Escuché algún gemido de dolor y me detuve un instante. Volví a presionar y entró la cabecita entre gritos de dolor. Pero ya estaba superada la barrera más importante. De allí en más fue coser y cantar, le iba entrando como un cuchillo caliente en un pan de manteca.

Mi glande sensible percibía las rugosidades de su recto, y el calor intenso. Todo el tronco se sentía apretado por la estrechez de ese culo fabuloso. Mi leche pugnaba por derramarse allí dentro. Control mental me dije; a este culo hay que disfrutarlo mucho rato.

Mi mano izquierda se apoderó de una teta; y la derecha fue hacia su clítoris. Con los dos estímulos combinados Cony empezó a moverse, que era lo que yo esperaba. Meneaba su cuerpo para todos lados, me hacía sentir que me estaba culeando a una mujer muy viva.

Fueron más de diez minutos disfrutando ese culo, en ese tiempo percibí sus orgasmos, a repetición como la madre y la hermana, con el último de ella vino el mío, algo menos de leche, que al fin no soy una industria láctea. Y gritamos los dos, como locos.

Me dijo que cuando quisiera repetir la experiencia no había más que avisarle.

Desde entonces siempre le he hecho un lugar en mi agenda..

Si alguien me enseña como agregar fotos a los relatos tengo algunas de Cony.

Espero comentario y sugerencias.

Sergio.

glupglup71@yahoo.com