Otra forma de vivir el sexo (nuestro primer trio)
El sexo en nuestra relación se había convertido en algo rutinario y aburrido. Esta aventurilla añadió el picante que necesitabamos para avivarlo de nuevo, ahora lo disfrutamos mucho más.
Aunque los nombres que encontraras en este relato han sido cambiados, la historia que les paso a contar, es totalmente real.
La noche que mi mujer y yo decidimos dar este paso y hacer realidad esta fantasía mil veces imaginada por nosotros en nuestras relaciones sexuales, cambió nuestra forma de practicar el sexo, hemos pasado de la monotonía habitual en un matrimonio de más de 25 años de casados, a las ganas y el ímpetu de nuestro primer día.
Desde ese momento, decidimos no cerrarnos a la posibilidad de seguir probando y disfrutando otro tipo de aventuras que en el sexo se nos pueda presentar, siempre y cuando sean de nuestro total agrado.
Nuestros nombres son Iván y Rocío y aunque carece de importancia los pondré para que podáis imaginarnos.
Desde hacía unos días, ya sabíamos que nuestro amigo y vecino Mario, se encontraba solo, ya que su mujer había tenido desplazarse para atender a su madre, esta iba a ser operada y le tocaría a ella tener que atenderla.
Como todos los viernes por la noche y para empezar a disfrutar el fin de semana, habíamos planeado salir a tomar unos vinos, lo habitual era salir con nuestros amigos Mario y Alicia, pero como ya dije Mario se encontraba solo, y no sabíamos si le apetecería acompañarnos o por el contrario preferiría quedarse en casa solo.
Solo hizo falta una campanada del teléfono, al momento sonó su voz, parecía como si estuviera esperando nuestra llamada para invitarle a salir.
Quedamos en vernos en el garaje en unos treinta minutos y así darnos algo de tiempo para terminar de arreglarnos, Mario me comentó a modo de broma que con solo 10 minutos a él ya le sobraban, pues hacía rato que esperaba nuestra llamada.
Yo estaba prácticamente listo, pero a mi mujer aún le quedaba, se estaba terminando de arreglar el pelo y aún le faltaba vestirse, así que me senté al filo de la cama y me dediqué a observarla.
Se fue subiendo las bragas tangas hasta en medio de los cachetes de su culo, a continuación empezó a colocarse el sujetador y aunque ella no anda mal de talla pues usa una 95, era de los que tienen relleno por dentro levantando el pecho, por un momento parecía que sus tetas se les querían salir, el juego era de color negro con unas pintitas en rojo, muy sexi que me provocaba tal calentón que solo pensaba en follarmela en ese momento.
Después de ponerse las medias, tenía que decidir que tacones se ponía a juego, que espectáculo verla así vestida, solo con lencería y probándose tacones de más de 12 centímetros, uffffffffff mi polla solo pedía follar, pero tenía que esperar, ese era el postre para cuando regresáramos a casa con ese puntito que te da el tomarte unas copitas de más.
Llegamos al garaje y Mario ya estaba esperándonos, nos dimos un apretón de manos y a Rocío mirándola de arriba abajo, le planto dos besos diciéndole:
Si no os conociera y te encontrara aquí sola, no sé si podría contenerme.
La noche solo acababa de empezar, no llevábamos más de dos vinos y Mario ya se encontraba totalmente suelto, a cada momento nos hacía algún comentario sobre su mujer y que esa noche se encontraba mucho más liberado y a gusto.
Después de los vinos, nos fuimos a la zona de pubs a seguir tomándonos algo y poder bailar. Entramos en uno que parecía tener buen ambiente, aunque no había mucho público. Nos dirigimos hacia una mesa que se encontraba en una esquina, apenas si veíamos algo por lo oscuro del local, tomo asiento y observo a Mario como llevaba a Rocío cogida de la cintura, se sentaron quedando mi mujer en medio.
El efecto del alcohol ya empezaba a hacer efecto en los tres, salimos a la pista a bailar y a Rocío le dio por bailar moviendo la cintura en plan sexi, nosotros nada más verla y sin perder un segundo nos colocamos uno a cada lado de ella formando un trenecito y así movernos al compas que ella marcaba, lo estábamos pasando muy bien, nuestros vasos se vaciaban y llenaban una y otra vez.
Decidimos sentarnos y Mario dice que necesita ir al baño, que enseguida vuelve y dándose la vuelta, vuelve a plantarle otros dos besos a mi mujer a modo de despedida y esta vez a mí otros dos, nos dio la risa a los tres y entonces medio en broma nos suelta:
Espera, espera que ella se merece algo mejor que tú,
Y le plantó un beso en la boca, Rocío no supo cómo reaccionar y decidió seguirle el juego respondiéndole al beso. Yo me quedo mirándolos, y les dije:
Oye vamos dejar algo para después, que la noche es muy larga.
Aquella frase la dije sin ninguna intención, no era nada premeditado, al menos en ese momento.
Mario tardo en volver como diez minutos, mientras mi mujer y yo en nuestro rincón, nos besábamos y abrazábamos, era evidente que estábamos bastante bebidos y nos estábamos dejando llevar por lo acalorado de la situación, entonces decidí dar un paso más y preguntarle:
Yo: cómo ves a Mario, esta noche está disfrutando más que nunca, ¿le alegramos la noche?
Rocío: a que te refieres
Yo: Si luego al llegar a casa jugamos los tres.
Rocío: tú estás loco.
Yo: venga mujer anímate, hagamos realidad lo que tantas veces hemos deseado.
Rocío: pero es el marido de nuestra mejor amiga.
Yo: bueno tú déjate llevar hasta donde quieras, el límite lo pones tú.
Rocío: de verdad que deseas ver cómo nuestro amigo se folla a tu mujer, que pedazo de cabrón que este hecho.
Esas palabras sonaron como campanadas en mi cabeza, joder estaba pidiéndole a mi mujer que otro se la follara.
Nos marchamos en dirección al coche, y los tres caminábamos abrazados, era evidente que estábamos muy pasados en alcohol y decidimos no tocar el coche y volver a casa en un taxi. Nos sentamos en la parte de atrás, seguíamos agarrados y entonces veo como la mano izquierda de Mario que abrazaba a Rocío junto a mí, comienza a acariciarle el pecho, y su mano derecha la coloca encima de su pierna, justo donde acababa el filo de la falda. Empecé a notar mi polla crecer dentro del pantalón, la situación me resultaba de lo mas morbosa.
Al llegar decidimos entrar por la planta de garaje y así evitar que con nuestras risas y comentarios, algún vecino pudiese vernos.
Nada más entrar en el ascensor, atraigo a Rocío hacia mí y comienzo a comerle la boca, la cojo de sus muslos y la aprieto contra mi polla que ya la tenía a reventar. Mario solo miraba, permanecía apartado en un rincón del ascensor, que por cierto aún no se había movido del sitio. Aparto la cintura de mi mujer y cogiéndole una mano, la coloco encima de mi polla. Rocío empezó a sobarla por encima del pantalón, mientras yo comienzo a desabrocharle los botones de la blusa, mi idea era dejárselas fuera para que Mario disfrutara viendo cómo se las comía.
En un acto de locura, cogí la otra mano de Rocío y se la coloque encima del bulto de la polla de Mario, me la tenía que jugar, era un sí o un no y no podía esperar tener otro momento mejor para intentarlo.
Ese fue el punto de partida para que Mario se lanzara, comenzamos a meterle mano cada uno por nuestro lado y así estuvimos como dos minutos hasta que llegamos a nuestra planta y entramos en casa.
Pasamos directamente al dormitorio, Rocío se agacho y cogiéndome del pantalón, empezó a desabrocharlo, mi polla salto al poder salir de la presión del bóxer, la tenía dura, a reventar, y llevándosela a la boca, comenzó a chupármela. Mario no quiso perder ni un segundo, se soltó los pantalones y bajándoselos hasta la rodilla dejó su polla fuera esperando a recibir también su ración.
Veía a mi mujer como me la chupaba, y a la vez estiraba el brazo queriendo alcanzar la polla de nuestro invitado, se la cogió y comenzó a pajeársela y atrayéndola hacia ella, se saco la mía de la boca y ahora empezó con la de Mario, así estuvimos unos cinco minutos, alternándolas en su boca. Ahora nos tocaba jugar a los hombres, la dejamos en pelota completamente solo con las medias y la tumbamos en la cama boca arriba, le separé las piernas y comencé a gozar de su fantástico coño, que olor a sexo tenía, estaba empapado, tanto que sus fluidos mojaban sus muslos. Con mi lengua le recorría toda su vagina, de arriba abajo y de un lado a otro, notaba como disfrutaba apretaba sus muslos contra mi cabeza no queriendo que parara nunca.
Mario se había colocado a la altura de su cabeza, con su mano le pellizcaba los pezones y con la polla le estaba follando la boca, apenas si podía gemir, notaba como se ahogaba con esa polla dentro, pero pude contarle como tubo dos orgasmos casi seguidos, hasta que relajó las piernas dejándolas caer una a cada lado mío encima de la cama.
La levante un poco, colocándola en el filo de la cama a cuatro patas, me agarre la polla y se la puse en la entrada del coño. Se la empecé a meter poco a poco, podía habérsela hecho de un solo golpe por lo mojado que tenía su coño, pero quería disfrutar de la situación, deseaba verla gozar, la sentía más puta y salida que nunca, era lo que tantas veces habíamos soñado, ella disfrutando en medio de dos pollas y ahora lo estábamos haciendo realidad.
Comencé un vaivén lento, se la metía hasta el final pero dándole un ritmo lento, casi pausado. Ella empujaba sus caderas hacia atrás, quería tenerla toda dentro y apretaba su cuerpo contra el mío. Mario mientras seguía a lo suyo, gozando de la gran mamada que le estaba dando Rocío. Y con un gesto de su cuerpo, le saca la polla y comienza a meneársela apuntado hacia ella, dos meneos y comienza a correrse echando toda la leche sobre las tetas y cara de mi mujer, Rocío casi sin poder hablar y notando como le caía la corrida por todo su cuerpo gritándome me dice:
Follame duro cabrón y párteme el coño, no pares hasta que notes como me corro encima de tu polla.
Yo no podía aguantar más, comencé a descargar leche dentro de su coño y a cada empuje notaba como cada vez lo tenía más lleno de mi corrida, seguí así hasta quedar completamente extasiado. Cuando se la saque, pude ver la cara de mi amigo, el sin duda también lo estaba disfrutando, tanto que en tan solo un par de minutos, otra vez su polla volvía a pedir pidiendo guerra.
Mi mujer tumbada boca arriba y aún con restos de leche en su coño, comenzó a masturbarse restregándosela por el clítoris. Se nos queda mirándonos y nos dijo:
Vamos por favor no iréis a dejarme así, necesito que sigáis follándome.
Mi mujer estaba fuera de sí, era increíble verla de esa manera tan tremendamente puta, como estábamos disfrutando.
Mario no fue tan delicado como yo, cogiéndole las piernas se las puso sobre los hombros, apunto su polla a la entrada del coño (ahora más abierto que nunca) y se la metió de un solo empujón, mi mujer solo decía follame fóllame no pares follame , yo empecé a tocarme la polla, notaba como empezaba a crecer de nuevo, el espectáculo era increíble, de lo más morboso. Cambiaron de postura y ahora era Mario el que se tumbo, mi mujer subiéndose encima suya se la introdujo y comenzó a cabalgarlo.
Yo le arrimé mi polla a la cara y comencé a pasársela por sus labios y cara para que me la chupara, mientras con mis dedos comencé a jugar con su culo, no suelo follárselo con mucha frecuencia, pero de vez en cuando me gusta disfrutar de él y ahora deseaba poder realizar otra de mis fantasías.
Cogí un bote de lubricante de la mesita de noche y comencé a jugar con los dedos en su culo. Al ritmo de cada empuje que le daba Mario con su follada, yo le iba introduciendo un poco más mis dedos, notaba como la polla de nuestro amigo rozaba en su interior con mis dedos. Cuando ya lo note suficientemente abierto, me coloque a su espalda y apunte mi polla contra su culo, apretaba poco a poco, ella se quejaba pero se dejaba caer hacia detrás, también lo deseaba y con mucha paciencia note como se perdía toda dentro. La teníamos empalada, cuando una salía un poco, la otra empujaba, Rocío gritaba de gusto, perdí la cuenta de los orgasmos que tuvo, el roce de ambas pollas dentro de ella nos ponía locos y apretábamos queriendo que no quedara nada fuera de ella.
Comenzamos a corrernos Mario y yo casi a la vez, las pollas salían y entraban en Rocío con una facilidad desconocida por mí, cuando terminamos nos tumbamos en la cama, uno a cada lado de ella con una de sus pierna encima de nosotros, la estábamos acariciando, entonces ella sacándose leche de su culo y coño se la restregó por los pezones y dijo:
Ahora me vais a comer las tetas empapadas con vuestra leche, para que sepáis el sabor de vuestras corridas.
Y a la vez que se las comíamos empezó de nuevo a masturbarse, esta vez tardó un poco más, fue silencioso y lento, otra vez nos dijo:
Este es el postre que merece una buena ración de pollas como la que me he dado.
Así fue como vivimos nuestro primer trío, no hemos vuelto a tener la oportunidad de repetirlo con nuestro amigo Mario, sabemos que él desea tanto como nosotros que se vuelva a repetir, pero no se han dado las circunstancias, todo en su momento como dice Rocío. En cuanto a nuestra vida sexual, ha cambiado bastante, pero eso será parte de otro historia.