Otra forma de aprovechar el Derecho de Pernada
El Marqués hace uso de su derecho de catar a la esposa de su sirviente la misma noche de bodas, todo por estar maquinando un malvado plan para castigar a su esposa. Resubido porque no paran de borrarme relatos.
Estamos en el siglo XVIII, en un pueblo europeo, más concretamente en el feudo del Marqués de Volanges. Allí, entre hectáreas de tierras que ponen de manifiesto la gran riqueza del Marqués, se alza un palacete ostentoso que sirve de vivienda al Marqués sobretodo en temporada de verano, como ahora. Resulta irónico que estos amargos hechos ocurran en un paraje tan bucólico.
La tenue luz del sol se esconde poco a poco tras la línea del horizonte, poniendo punto final a la gran fiesta que hasta ese momento había tenido ocupados a casi todos los sirvientes de la plantación. Las doncellas se apresuran a limpiarlo todo con la ayuda de los vasallos, tienen prisa por terminar porque hoy otra pareja hará los votos matrimoniales. Son Annette y Sebastián, dos esclavos de origen africano comprados por el Marqués hace varios años. Annette está embarazada, por eso la boda se ha preparado sin demora pero con vistas.
Creo que es necesario recordarte, querido lector, que en esa época los señores feudales tenían el denominado "Derecho de Pernada", que consistía básicamente en que el señor de las tierras podía disfrutar de los placeres carnales con la novia, antes que su propio marido. Obviamente Sebastián conocía este Derecho, y por ese motivo eligió el mismo día en que su amo se casaba para contraer también él matrimonio. Supuso que el señor Marqués estaría demasiado ocupado en sus cosas como para recordar que hoy era el día de su boda. No solo es que Sebastián fuera extremadamente celoso, que lo era, sino que sabía perfectamente que se casaba con la esclava más bonita de la plantación. Annette era una fruta prohibida, una diosa de ébano de ojos color miel y labios sonrosados y carnosos. Su cuerpo se había formado, tras años de duro trabajo forzado, dando lugar a un físico perfecto… pechos grandes y firmes, caderas de mujer, cintura bien definida y hermoso trasero… solo con pensar que las sucias manos del Marqués pudiesen rozar si quiera su suave piel le llenaba de odio e ira. Pero solo era un esclavo, no podía hacer nada por evitarlo si el Marqués decidía hacer uso de su Derecho...
En una de las habitaciones del palacete una joven de belleza angelical (pelo largo y rubio, ojos azules, piel blanca, y frágil cuerpo, aunque con unos generosos pechos y un respingón culito) llora desconsoladamente, echando a perder con el maquillaje el elegante vestido de seda blanca que viste. Es la hija del Duque de Merteil, Cecil de Merteil, y está muy asustada, pues con tan solo 16 años de edad ha sido obligada a contraer matrimonio con el señor de esas tierras; hablando claro Cecil no es más que una moneda de cambio, el Marqués se agencia una esposa joven, bonita y educada de la que puede abusar siempre que quiera, y los Duques de Merteil se agencian un buen sustento económico y un buen nombre, que en esa sociedad falsa en la que viven es más importante que cuidar por el bienestar de su hijita.
Ya solo nos falta hablar del personaje central del relato, el propio Marqués de Volanges. Ahora mismo se encuentra en sus aposentos, sentado en un sillón forrado de pieles, bebiendo el mejor coñac en una copa exquisitamente tallada. Está cansado de los lloros de Melle de Merteil, demasiado joven e inexperta para aceptar lo que viene tras la boda. El hecho de que el Marqués le triplique la edad no ayuda, ni tampoco su enorme barriga cervecera, ni sus brutos modales. Legalmente la chica le pertenece. Como su marido es su amo, y le puede obligar a abrirse de piernas a su voluntad. Pero su conducta ha sido tan infantil durante toda la jornada que el Marqués ha decidido darle un castigo ejemplar, para que no se le ocurra tener una pataleta nunca más. Esta noche hará de ella una mujer completa, una mujer que deseará comerle la polla cada mañana al despertar, ser enculada antes de cada comida y beberse su leche calentita antes de ir a dormir. En una sola noche tenía planeado convertir a la dulce Cecile en una zorra viciosa... lo conseguirá?
Otro trago de coñac. El Marqués mira fijamente las llamas que arden en la chimenea, le ayuda a concentrarse. Ya casi tiene pensado todo el plan. Y va a necesitar ayuda. Mira el reloj, ya casi es la hora, se levanta, se cubre con una ligera chaqueta y sale hacia una de las chabolas de los esclavos, no sin darle antes una orden a su fiel sirviente Leopold, el único esclavo de la plantación que vive en la comodidad, pues a pesar de ser esclavo, Leopold es considerado por el Marqués lo más parecido a un amigo, no por su agradable conversación, sino porque carece de sentimientos y casi se podría decir que comparte el mismo espíritu sádico que el Marqués. Es hora de poner en marcha su magistral plan.
En la chabola, Annette y Sebastián retozan en el lecho, dándose calor el uno al otro. De repente la puerta se abre y el Marqués entra en la pequeña habitación. Comedor, cocina y dormitorio están en el mismo cuarto, así que al entrar el Marqués tiene frente a sí el majestuoso cuerpo, desnudo y sudoroso, de la bella Annette. Rápidamente Sebastián cubre con el harapo que hace de manta sus oscuros cuerpos, pero al Marqués ya le ha dado tiempo de ver también el monstruoso miembro que su vasallo poseía. Así que las habladurías eran ciertas.. A Sebastián lo apodaban "el Roble", y no es de extrañar, ya que su miembro debía medir unos 25cm de largo, y más de 6cm de ancho. Un pollón como Dios manda. Eso acabó de decidir al Marqués a seguir adelante con su plan.
- "No os cubráis, huid del pudor!"- dice el Marqués, que disfruta modificando los mandatos divinos a su conveniencia y disfrute – "todos somos hijos del mismo Dios, así que no importa cómo sea el recipiente carnal que tenemos, sino cuan bondadosa es el alma que en su interior reside."
Dicho esto el Marqués deja caer al suelo la liviana chaqueta, quedándose completamente desnudo en medio de la habitación. Annette, con los ojos abiertos como platos, no puede apartar la vista del grotesco ser que tiene en cueros frente a sí. El Marqués es conocido principalmente por la inmensa cantidad de tierras, efectos y efectivo que posee, y precisamente por ser el hombre más rico en kilómetros a la redonda es también el más influyente y poderoso señor de la comarca, por lo que en esta sociedad donde lo que importa es la ostentación, el Marqués tiene vía libre para comportarse fuera de los límites impuestos sin que nadie le pueda poner freno a sus fechorías.
Si tuviese que describir al Marqués en 5 palabras diría que es violento, impertinente, beodo, sarcástico y sumamente sádico. Solo le importa su propio placer y bienestar, y según su opinión, el resto de mortales solo estamos en este mundo para que él pueda conseguir sus propósitos, y si no le servimos para eso no servimos para nada más. Y su físico concuerda perfectamente con su personalidad. Tez de rasgos muy marcados, de piel prematuramente envejecida por tantos excesos vividos, ojos negros y hundidos tras enormes bolsas de oscuras ojeras. Barba espesa y negra, salpicada de canas, como el poco pelo de su cabeza, que deja crecer más de un lado para poderse tapar (sin mucho éxito) la incipiente calva que asoma en su coronilla. Dos pellejos son sus pechos, y le sigue una prominente barriga de piel lechosa. Bajo estos kilos de cebo se alza, vigoroso, su también orondo miembro, que si bien no es muy largo, lo compensa con una anchura de casi 10cm de tronco y unos pocos más de capullo. Ahora ponedle una espesa capa de vello negro por todo el cuerpo y el haber estado una semana sin acercarse al agua y ya tenéis frente a vosotros la misma imagen que ha dejado a Annette paralizada, el dantesco Marqués de Volanges tal y como (por desgracia) su madre lo trajo al mundo.
Sebastián aprieta los dientes y desliza la manta a un lado, quedando ambos cuerpos desnudos frente al Marqués. Annette tiembla presa del pánico.. Estaba tan segura de que ese monstruo no iba a aparecer!
El Marqués se acerca a la destartalada mesilla y cogiendo una de las sillas le indica a Sebastián que se siente en ella:
- "Ven aquí, querido amigo, tengo un trato que ofrecerte"
Sebastián se levanta y cumple con la orden, mientras el Marqués, sin prisas, se acerca a la cama donde aun yace Annette desnuda y temblorosa, incapaz de reaccionar. Se sienta junto a ella y acariciándole una pierna le dice a su esclavo:
- "Ya sabes que hoy he contraído matrimonio con Cecil de Merteil, y debes haber notado también que ella no estaba muy ilusionada con susodicha unión".
Sebastián sigue con la mirada las descaradas caricias que el Marqués hace a su amada Annette, le hierve la sangre, piensa en atacar al Marqués, y huir de ese infierno, pero con un vistazo rápido a la puerta ve que allí espera Leopold, siempre atento a la seguridad de su amo, y siempre armado.
- "Así que he pensado en darle una lección para que no olvide nunca cual es su papel en la vida, y necesito tu ayuda. Tengo un trato que proponerte y que creo encontrarás justo"
Mientras habla, el Marqués aparta la mano de la suave pierna azabache y la coloca en la nuca de la desdichada esclava, que siente como le presiona para que acerque su cara a ese repugnante miembro. Lágrimas de odio caen por sus mejillas.
- "También te tengo que enseñar a ti como complacer a un hombre? O serás lo suficientemente lista como para evitarte el castigo? Venga, preciosa, deja que mi miembro se deslice en tu boca, quiero sentir el calor de tus labios rodeándolo"
Sin más el Marqués con la otra mano coge la mandíbula de la chica y la abre, de un golpe la joven ya tiene más de la mitad de la polla en la boca. Con la mano va marcando el ritmo de la mamada para ajustarlo a su gusto.
- "Como te decía, querido amigo"- dice dirigiéndose ahora a Sebastián, que rebosa de odio hacia su amo- "tienes una posibilidad de salvar el honor de tu damita de ébano. Puedo olvidar que hoy es el día de vuestra unión. Pero a cambio quiero que violes a mi mujer hasta hartarte. Quiero que la revientes por dentro, quiero que le queden tan abiertos todos sus agujeros que a partir de esta noche me suplique que se los llene con mi leche a diario. Entiendes lo que te pido, querido Sebastián?"
Pero el esclavo no ha escuchado nada de lo que le ha dicho el Marqués. Sus ojos siguen fijos en Annette, en su cara de repulsión, en la forzada apertura de sus labios, en el hilillo de baba que le resbala por la comisura.. Ha dicho violación? reacciona Sebastián. Mira con asombro al Marqués, que asiente satisfecho.
- "Si, querido amigo. Te ofrezco la oportunidad de descargar tu odio hacia mí en mi amantísima esposa, y además con esto salvarás a la tuya de pasar por mi lecho."
No hace falta decir que Sebastián no ha tardado ni un segundo en aceptar esa extraña proposición del amo. No confía en él, pero no va a desaprovechar la ocasión de hacerle pagar a esa niñita de tirabuzones de oro por todas las penurias por las que había tenido que pasar en su vida por haber nacido con la piel de otro color.
Una vez terminada la conversación, el Marqués se centro en el asunto que tenía entre las piernas. Acelera el ritmo de la mamada con la mano con la que tiene cogida a Annette, por la nuca, y la aumenta o disminuye a placer. Durante más de 20 minutos Sebastián tiene que soportar la visión de su esposa chupando y sorbiendo aquel pollón. El Marqués tiene alma de exhibicionista, pero lo que le mueve a protagonizar esa escena es únicamente cabrear a su esclavo. Cuanta más ira acumule Sebastián, mayor será desprecio con el que tratará a su mujer, y eso le hace retardar el momento del orgasmo lo máximo posible, hasta que no puede aguantar más y escupe en la garganta de Annette toda su espesa y amarga leche. Mantiene la boca de la chica pegada a sus pelotas hasta que se descarga del todo. Entonces le tira del pelo hacia atrás bruscamente, dejando sus caras tan cerca que casi se rozan.
-"Ahora déjamela reluciente, maldita calienta pollas"
Primero la obliga a besarle, si se le puede llamar beso cuando ella mantiene la boca entreabierta y él usurpa el interior con su lengua, recorriendo todo el espacio. La vuelve a apartar con un tirón de pelo, y la tira al suelo de rodillas, para que acabe el trabajo que tan bien ha realizado. Mientras Annette limpia asqueada los restos de semen y babas de ese pollón, ahora flácido y rechoncho, el Marqués pone punto final a la conversación:
-"Te felicito, querido amigo, te has agenciado con una hembra muy virtuosa comiendo pollas. Ja ja ja".