Otra fiesta con los profesores
-Quiero mucho a mi mujer- -Y yo quiero que me folles ahora-
-Hola Paula- (me dijo Pedro un buen día que me encontraba hablando con Carmen en la puerta de la autoescuela)
-Vaya, hola. ¿Cómo vas?-
-Muy bien. Oye, este fin de semana hacemos la cena de navidad de la autoescuela. ¿Vendrás verdad?-
-Pues no lo sé, últimamente no tengo muchas ganas de salir la verdad-
-Vamos, una fiesta sin ti no es una fiesta Paula-
-No lo sé, según como me vea el viernes. Si salgo ya te veré por allí- (sonreí)
Pasó la semana, y yo no sabía que hacer. No estaba muy bien con Paco, ni nos hablábamos, pasaba de hacerle ilusiones a Pedro y después de todo, Paco les había contado a todos lo del lío. ¡Era una locura presentarme allí como si no pasara nada!.
Una amiga me convenció. Me pidió que fuésemos ya que el chico que estaba de rollo con ella saldría por allí y quería que yo le acompañase con él y sus amigos.
Me puse un vestido totalmente diminuto, unos zapatos de tacón bajitos y un abrigo más largo que el vestido (que no era muy difícil). Mi amiga se puso una falda corta con leotardos, unas botas altas y una chaquetita con escote.
Cogimos el coche y nos encaminamos a cenar en un restaurante las dos, empezamos con la cervecita, continuamos con los chupitos y para rematar: un par de cubatas para cada una. Salimos de allí ya un poco tibias y fuimos a buscar a su conductor de autobuses favorito (el que está liado con ella, contaré su experiencia en otro relato).
Llegamos al bar donde estaban todos los conductores tomando algo, nos sentamos con ellos y bebimos algo más, entre risas y algún comentario obsceno que nos decían. (No creo que estén acostumbrados los cuarentones a tomar copas con chicas de nuestra edad).
Decidimos que yo me llevaría a dos de ellos en mi coche y Davinia se iría con su querido conductor. Subimos hacia la discoteca, aparcó el chico su coche y subieron los dos en el mío. Nos fuimos hacia un polígono más alejado a hacer botellón.
Aparqué en un lugar donde no había nadie, encendí la radio del coche a toda caña y abrí el maletero para preparar unos cubatas. Mientras Davinia se comía a besos al pureta, me puse a tontear con los otros dos como una auténtica ninfómana.
Les cogí de las manos y me puse a bailar con ellos, pasé por debajo de sus brazos imitando el baile de la conga, pero sin dejar de mirarles como una perra y procurando que mis pechos rozasen sus dedos con descaro. Me daban de beber de sus vasos apoyándose contra mi cuerpo, y yo me cercioraba de apretar más contra ellos para obtener algo de placer por el roce con mi clítoris.
Me estaba poniendo a mil con esos dos desconocidos, estaba en un estado de total humedad vaginal. Con lo cual, me senté en el asiento del copiloto con la puerta abierta y abrí mis piernas para que pudiesen contemplar mi inundado tesoro. No me inmuté si quiera en cerrarlas un poco, no quería disimular lo puta que soy y lo zorra que me iba a comportar durante toda la noche.
-Yo opto por que vayamos a mi casa todos- (dijo uno de los dos mirando mi entre pierna)
Davinia y su amigo reían al verme así y yo les sonreía con malicia, de forma que mi amiga entendía que esto no era el plato fuerte todavía.
-Yo promuevo que vayamos para la discoteca, porque me quiero comer ¿el mundo?- (reí)
-Joder, está niña me está poniendo malo-
Subí al coche y les invité a todos a acompañarme, así lo hicimos y llegamos al parking de la discoteca. Aparqué por el final y salimos riendo del coche los cinco. Me cogí de las manos de los dos tipos y Davinia de su acompañante.
De camino hacia la puerta nos encontramos lo inesperado, cuatro coches de autoescuela con sus respectivos carteles y todos los profesores de cubateo en el parking. Miré a Pedro y sonreí maliciosamente sin soltar a éstos dos
-Hola Pedro-
-Hola Paulita- (me guiñó un ojo)
Paco miró hacia mí, a los tipos de arriba abajo, y sin venir a cuento, rió a carcajada como que le había sentado mal. Era una risa bastante falsa, como comprometida por algo. Cosa que no entendí y continué con mi camino sonriendo a todos y moviendo mi mano a modo de saludo.
Todos me miraron y de repente
Unos chicos que habían en un coche cercano bebiendo me bombardearon a comentarios, creo recordar algo así como (Con esa falda te metía de todo menos miedo), (si te engancho no lo cuentas), en fin, cosas así.
Nuestro camino prosiguió y reí todos los comentarios de los niñatos. Como siempre, saludé al portero, me dio la vuelta a modo de desfile y azotándome una pequeña palmada en el trasero nos dejó pasar sin pagar un duro. Tras nosotros venían todos los profesores directos a entrar, pararon a Antonio que iba el primero y les hicieron pasar por taquilla uno tras otro. (Que risa me entró al ver la mirada de Paco hacia el portero).
Me coloqué en una barra muy cercana al podio y los profesores que se habían quedado en la parte de la entrada, fueron viniendo uno a uno a saludarme a donde yo estaba con los conductores, todos excepto Paco.
Estuve bailando en mi línea, sin mirar hacia ningún lugar, ni buscar a Paco con la mirada. Lo estaba pasando muy bien, Antonio, Agustín y Pedro no paraban de sobarme intencionadamente, aunque yo los paraba un poco.
Antonio me lanzaba comentarios sobre Paco que no venían a cuento, me preguntaba por él, me decía si le había visto, que donde estaba Y yo que sé, joder.
Fue transcurriendo la noche, Davinia se bajó a casa con su compañero de juegos sexuales, uno de los otros conductores se fue andando porque tenía demasiado cargado el cuerpo de alcohol y el otro se quedó conmigo y con los profesores.
Bailé con Agustín más que con nadie, me rozaba con él exageradamente hasta que noté ese bulto que tanta falta me hacía, mi camino hacia la gloria. Agustín pegó su cuerpo contra el mío fuertemente y en una de nuestras miradas en el baile medio-erótico, se cruzaron mis ojos con los de Paco, que le divisé a escasos metros de nosotros contemplándome.
Procuré frenarme, pero no podía, mi cuerpo quería y Paco no es mi novio, sin contemplaciones seguí con el movimiento y fui pegándome cada vez más a su compañero ante sus deliciosos ojos marrones.
Paco se acercó con alegría a una chica que estaba justo detrás de mí hablando con Pedro, se acercaba a su oído contándole algo y se sonreían con cara de cerdos. Parecía una prueba hacia a mí, todo era surreal.
Cogí a Pedro de la mano sonriéndole, ya que Paco le había arrebatado a su interlocutora y bailé con los dos perdiéndome entre la multitud. Fui acercándome a la puerta con malas intenciones, hasta que los saqué a la calle. Allí se pararon porque un montón de ex alumnas les saludaron y comentaron con ellos historias de la autoescuela.
Me quedé un poco apartada con Agustín mientras Pedro hablaba con una chica, le pedí que me mantuviese el cubata para abrocharme la chaqueta y su mirada era intensa y caliente.
-Paula, llévame a casa, voy demasiado borracho- (me sugirió Agustín)
Cuando Pedro terminó de hablar con la chica fuimos los tres hacia mi coche, Agustín subió delante conmigo y Pedro en el asiento trasero. Los ojos de los dos se clavaban en mis piernas como puñales, yo con algo de disimulo me eché un poco hacia abajo para que la falda se me subiese y pudiesen contemplar mi tanga empapado.
Agustín, sin preámbulos, colocó su mano en mi pierna y subió lentamente hasta llegar a mi zona más íntima.
-Llévanos a un descampado Paula- (se soltó)
-Vaya, vaya. ¿Para qué?-
-Vamos, llévanos, haz lo que quieras con nosotros, pero no nos hagas esto-
Miré a Pedro por el retrovisor por unos segundos y vi como sus ojos se le salían de las órbitas mirando la mano de Agustín que me acariciaba con delicadeza. Saqué el coche del parking a toda caña y les llevé hasta un lugar tranquilo a las afueras del pueblo.
Agustín en cuanto paré el vehículo metió su mano hasta coger mi tanga con el puño cerrado, le miré con cara de niña mala y se me escapó un
-¡Hazlo ya!-
Estiró fuerte arrancándolo y dos de sus dedos penetraron mi agujero totalmente chorreante. Pedro no decía nada, solo miraba lo que hacíamos y parecía estar muy intrigado con la escena.
Agustín bombeaba fuerte y yo posé mis manos cada una en su lugar, una en el paquete de Pedro que parecía tener un fuerte hinchazón testicular y la otra en el de Agustín, que tenía otro hinchazón pero bastante menos notable. Les acaricié a la par suavemente y en el momento que más me apetecía bajarles los pantalones y lamer a la vez esas dos pollas, me sonó el teléfono móvil.
Como era una de mis mejores amigas y las horas que eran, pensé que sería importante y les pedí que parasen un momento. Cogí el teléfono y Mari me dijo muy asustada que mi hermano se había quedado tirado en un pueblo del interior y que como solo se sabía su número de memoria la había llamado a ella. Mi hermano no tenía batería en el móvil, solo había encontrado una cabina.
Les dije a los profesores que era una urgencia, si querían acompañarme bien y sino, que me iría yo. A Agustín no pareció gustarle el plan, imagino que pensaría que sería un excusa tonta para no acostarme con él, pero todo lo contrario, yo estaba preocupada por mi hermano, pero lo que más me apetecía era follarme a esos dos sin compasión.
Pedro, como es tan buena persona y le quiero tantísimo, me dijo que me acompañaría él, con o sin su compañero. Agustín decidió no creer la historia y me pidió que lo llevase a su coche. Dejé a Agustín en el parking, se encontró con Carmen allí y se quedaron hablando. Pedro y yo cogimos carretera hablando con normalidad, como sin nada hubiese ocurrido.
Yo seguía cachonda y mucho, iba muy borracha para ser sincera y una de mis manos se acercaba al cuerpo de Pedro una vez sí y otra también. Cambiaba de marcha rozándole el muslo sin parar, es como una necesidad. A todos nos ha pasado alguna vez, esa necesidad de sentir las caricias de la persona que tenemos al lado en un lugar mágico para aportarnos placer, ¿o no?.
Pues yo tenía ganas de follar y muchas, cogí un dedo de Pedro y comencé a acariciarlo lentamente, lo metí entre mis dedos y le hice un croquis dactilar de lo que queria que me hiciese: PENETRARME. Continué y Pedro me miraba a los ojos con atención, se estaba poniendo cardíaco, su cara quería abalanzarse a mí violentamente pero teníamos que hacer algo importante antes y después ya veríamos.
-Como sigas así no llegamos a por tu hermano Paula- (dijo suspirando)
-Vale, vamos a calmarnos un poco-
Fue decir eso y tuve que parar, no me aguantaba, paré en el arcén y le besé salvajemente buscando la humedad de su lengua. Pedro acarició mi clítoris bruscamente, quería que me incorporase encima de él
-Vayámonos, luego tendremos tiempo-
Le di un suave beso en los labios y continué con el camino, las miradas eran constantes, los roces increíbles, como querer y no poder.
Al llegar al pueblo encontramos a mi hermano sentado en un banco con cara de preocupación, le recogimos y le llevamos a casa procurando disimular nuestro calentón. Creo que lo disimulamos mal (ya que mi hermano me comentó algo sobre eso días después). Le dejamos en casa y Pedro y yo nos fuimos a dar rienda suelta a nuestro deseo reprimido durante tantas horas.
Paramos y comenzamos a comernos, mi lengua buscaba entrelazar la suya con insistencia. Pedro acarició mis pechos levantándome el vestido y sin más dilación me puse encima de él.
-Paula esto esta mal, estoy casado. Hacía veinte años que no me pasaba una cosa así con una chica joven-
-Claro, desde que eras joven. Y no con una joven, sino con cualquier mujer-
-Pues si, tienes razón-
Me agaché y comencé a chuparle el glande, no me importaba su sentimiento de culpabilidad hacia su mujer, ni tampoco me importaba ser joven. Yo estaba cachonda y quería follar, no había ninguna explicación, solo era sexo y punto.
Al meterme su glande en la boca parecía callarse, succioné una y otra vez su gordísimo miembro con vaivén arriba y abajo y gemí en múltiples ocasiones para darle a entender que me encantaba estar haciéndole esa mamada.
Acarició mi pelo, mis pechos con locura y bajó sus manos a buscar mi rajita de una vez por todas. Perdió su mano dentro de mí, me provocaba placer, y que placer, mmm.
-Estoy casado. Mi mujer. No puede ser-
-Pedro esto es solo sexo, cállate y disfruta. Nunca más volveré a intentarlo-
-Si no estuviese casado te cogería y te follaría como a una puta perra- (su tono se iba haciendo cada vez más autoritario)
-¿Sí?, mmm, ¿y qué más?-
-Te pondría a cuatro patas y te la clavaría toda hasta el fondo, hasta que me pidieses por favor que parase porque no puedes correrte más veces y ya te duele-
-Ohh, me gusta-
-¿Tu me entiendes verdad?-
-chss, solo es sexo. No pienses-
-No me la quito de la cabeza. Mi mujer la quiero mucho Paula-
-Me parece perfecto, el sexo y el amor no creo que vayan unidos. ¡Fóllame!-
-No puedo-
-Lo estás deseando-
-Ya lo sé-
-¡Por favor Pedro, fóllame!-
Cogió mi pelo entre sus dedos con fuerza y abriendo la puerta del copiloto me tiró contra el asiento. Puso mis piernas en sus hombros y me penetró muy fuerte hasta el fondo. Con mi pelo entre sus manos haciendo fuerza lo movía al mismo ritmo de la penetración.
-¿Es esto lo que quieres?, ¿Querías que te follase verdad?. Aquí lo tienes zorra-
Estaba aturdida, parecía increíble, Pedro no es así.
-Pues sí, te voy a follar y te vas a correr sin parar. Te voy a follar tan bien, que aunque no puedas volver a quedar conmigo vas a estar deseándome cada noche-
-mmm-
-Eres una zorrita, ¿lo sabías?-
-Sí-
-¿Por qué no me follaste en la otra cena que yo estaba tan decidido?¿Creías que Paco te iba a proporcionar esto y por eso te fuiste con él?-
-No-
-¿No tienes más argumentos?-
-¡Oh!, ¡sí!, ¡joder!, ¡ah!. Me estás poniendo muy cachonda Pedro. Me voy a correr, no me aguanto-
Mi cuerpo se estremecía, Pedro era muy bueno y no se corría ni a tiros. Era fantástico. El placer era tremendo y mi cuerpo iba a explotar en unos segundos. Exploté, me contraje, me revolví, no aguantaba más. Mis fluidos resbalaban por el tronco de la polla de Pedro y sonrió. Continuó hasta que me corrí otra vez más y luego salió de inmediato y me llenó todo el ombligo con su semen.
-¡mmm!, que bien Pedro. Me ha encantado-
Me eché hacia un lado y se tumbó en el asiento.
-Joder y a mí-
Mi cuerpo seguía jadeante, ardiente, había sido fantástico.
-Paula, esto no está bien. Mi mujer, yo la quiero mucho de verdad-
-Ya lo sé Pedro, relájate-
-¿Tu me entiendes verdad?-
-Que sí, que ya te he dicho antes que sí-
-Será nuestro secreto-
-Claro, nunca lo olvidaré ni volveré a intentarlo- (afirmé)
Nos fundimos en cientos de besos recorriendo nuestros rostros sudorosos por el alucinante sexo que acabábamos de tener. Pedro se había portado como un campeón y ese sería nuestro secreto para siempre. Le dejé en casa y le dije que ya nos veríamos por ahí, pero que no quería que cambiase nada entre nosotros y de momento no ha cambiado, es todo un caballero.
Al día siguiente
Al medio día mi amiga me dijo de quedar para tomar algo, quedé con ella y fuimos al primer bar que encontramos abierto. Era bastante cutre pero en esas fechas para encontrar algo abierto iba a ser difícil.
Nada más entrar por la puerta pudimos observar un grupo de siete hombres cincuentones que nos piropeó y miró con atención. Cuando me percaté de que uno de ellos era Paco, que ni si quiera me saludó. Davinia compró tabaco y le pedí que nos fuésemos.
Salí nerviosa y a las dos horas me llegó un sms del susodicho.
¿Tu con Pedro en Mazarrón por qué?
No le contesté, no creí que fuese asunto suyo. Ya a la semana siguiente fue cuando sin esperar nada me llegó su sms suyo, quedamos y ya lo hablamos todo. Ese día lo conté en mi último relato: "Prácticas de conducción hacia la depravación".
Un saludo a todos, valorarme y comentarme por Dios bendito. Besos.