Otra de tantas

Uno de ellos se colocó encima de mí, pude sentir su peso y me obligaba a separar más las piernas, sintiendo en mi vagina la proximidad de su sexo, estaba húmedo y se sentía caliente. Sin mirarme a los ojos, me dijo –te vamos a follar niña, te la vamos a meter hasta adentro porque eres una pequeña putita caliente- eso me puso casi al máximo de la excitación, y mientras trataba de cerrar las piernas repetía y repetía -no me viole señor, por favor, no me meta su pene por favor

OTRA DE TANTAS

Como los juegos con mis amigos tenían que cambiar, inventamos otro para no aburrirnos. Éste juego consistía en que yo tenía que caminar con una falda algo corta mientras colgaba la ropa.

Mientras yo caminaba agachándome, mostrándoles a mis amigos mis calzones, ellos estaban en el suelo sentados, mirando como yo me movía de un lado a otro, observándome las nalgas, dejando que me moviera como una mariposa en el aire, separando las piernas de vez en vez para que ellos pudieran admirarme, mientras se pajeaban en el suelo lentamente.

Después de un rato, ya que estaban excitados, uno de ellos se levantaba y me tomaba por detrás, juntando su cuerpo al mío, haciéndome sentir su pene, subiendo sus manos por mi cintura, llevándolas hasta mis senos, pasando por mi vagina, acariciándome sobre la ropa, besando mi oreja y mi cuello, y yo le decía en voz baja –no señor, déjeme por favor- y él no hacía caso, sólo seguía manoseando mi cuerpo sobre la ropa, haciendo movimientos de atrás hacía adelante con su cadera, dejándome sentir su pene erecto entre mis nalgas.

Si había otro de mis amigos en ese momento, llegaba hasta nosotros y decía –señorita, ¿este joven la está molestando?- y yo respondía rápidamente –me está haciendo cosas y yo no lo conozco- y se colocaba delante de nosotros y comenzaba a preguntarme -¿qué cosas le hace señorita?- mientras ponía sus manos en mis senos debajo de la blusa, -¿le está haciendo esto?- mientras me sobaba los senos de forma brusca, jalando mis pezones, apretándolos y subiendo y bajando a lo largo de ellos.

Mientras el otro a mis espaldas, seguía frotando frenéticamente su cosa, que ponía debajo de mi falda, hasta que de un movimiento muy brusco, me colocaban de espaldas a la pared, subiendo mi blusa hasta donde podían y mi falda también, dejando mis nalgas a su disposición, tocándolas, manoseando mi cuerpo, mientras que les repetía varias veces -déjenme por favor, me duele, no me hagan nada- pero eso los hacía excitarse más, imaginado todos que en verdad estaban abusando de mi cuerpo, metiendo sus dedos por debajo de mi calzón, tratando de introducir sus dedos en mi vagina, recorriendo salvajemente mis labios vaginales, apretando mis senos, mis nalgas, pellizcando mis pezones, besándome fieramente, sin nada de ternura, todo muy rápido y brusco. Eso me excita demasiado.

Más tarde, me obligaban a tocar sus penes erectos, sintiendo mis nalgas húmedas por el líquido viscoso de él que estuvo detrás de mí, y dejando que ellos manejaran mis manos mientras se masturbaban con ellas, mientras me decía que era una gran chica pajera, muy tonta y pajera. Yo no los miraba a la cara, prefería imaginar que en verdad eran unos desconocidos los que me forzaban, dejando que mi cuerpo sintiera esas hermosas sensaciones, esas caricias bruscas, esos besos sucios en mi boca.

Nadie había dicho nada de besarme los senos hasta que uno de mis amigos se agachó y tomo con sus dientes uno de mis pezones, lo que hizo que casi saltara de la emoción, y por la sorpresa de mi boca salio un pequeño quejido, mientras sentía como mi amigo casi devoraba mis senos tratando de meterlos en su boca, sin dejar de apretarlos y morder mis pezones.

Fue el momento más caliente de mi vida en ese momento y no pude pensar en nada más que en dejarme llevar por lo que me hacían mis amigos, y en mi imaginación eran unos desconocidos.

Me bajaron los calzones y me obligaron a recostarme en el piso, separando mis piernas y estaba muy excitada, sudorosa, cansada de tanto magreo pero con una gran felicidad en mi cuerpo.

Uno de ellos se colocó encima de mí, pude sentir su peso y me obligaba a separar más las piernas, sintiendo en mi vagina la proximidad de su sexo, estaba húmedo y se sentía caliente. Sin mirarme a los ojos, me dijo –te vamos a follar niña, te la vamos a meter hasta adentro porque eres una pequeña putita caliente- eso me puso casi al máximo de la excitación, y mientras trataba de cerrar las piernas repetía y repetía -no me viole señor, por favor, no me meta su pene por favor, está muy grande- pero sólo se movía rozando su pene con mi vagina, sin llegar a penetrarme, furiosamente y sin dejar que me moviera hasta que sentí ese líquido espeso que llegó encima de mi vagina. En ese momento creo que tuve un orgasmo por primera vez con ellos.

Cuando su pene perdió su erección, mientras descansaba su cuerpo encima del mío, pude ver que mi otro amigo se había masturbado y se limpiaba su cosa. Nos levantamos y estaba tan roja como un tomate, cansada y con una gran felicidad y excitación que no me cabía en mi cuerpo.

Me limpie mis ropas, las acomode, recogí mis cosas y baje de la azotea. Todo hubiera seguido siendo perfecto, sólo que no tomamos en cuenta que algún día alguien nos podía descubrir. Y así sucedió.

Si quieren que les siga contando mis cosas, espero sus comentarios. Besos a todas y a todos.