Osvaldo 6
Osvaldo continua haciendo de las suyas
OSVALDO 6
Venía caminando tranquilamente por las calles cercanas al convento. Recordaba las palabras del director, "Tenes que ir a ayudar a solucionar unos problemitas que tiene el sacerdote con la luz y no sé que más y llevar está crema a una capilla, aquí nomás a unas cuadras". Así fue que Osvaldo a las nueve de la mañana tomo su caja de herramientas como siempre lo hacía , el frasco de crema y salió a cumplir con el mandado.
Llegó a la capilla, dos árboles enormes le daban sombra, el sol a esa hora pegaba fuerte en el frente. Las puertas altas y marrones estaban cerradas. Vio el pasillo al costado y avanzó por allí. La capilla estaba rodeada por una reja, el la cerró como estaba, antes de llegar a una pieza. Tocó a la puerta. Una voz desde adentro le ordenó que pasara. Así lo hizo.
El sacerdote estaba recostado en la cama, más bien grande, no llegando a ser de dos plazas.
__Tu debes ser Osvaldo__ dijo el hombre
__Sí padre
__Lucio, mi nombre es Lucio.
__Me enviaron con esta crema, que es para usted.__dijo Osvaldo alargando la mano.
__Sí, cuando uno llega a viejo, empiezan los achaques. Está crema dicen que hace bien para los dolores de todo el cuerpo, no sé.
__Pero usted no se ve tan mal
__¿Te parece? Tengo 65 años, ya es algo
__Sí, son unos años pero de todas formas se ve bien
__Sos muy amable Osvaldo ¿Quieres tomar algo?
__Bueno, pero no se moleste
__¿Qué quieres?, tampoco hay mucho
__Un vaso de agua esta bien, pero dígame lo busco yo
__Ves en esa mesada, allí están los vasos y en la heladera el agua__ Osvaldo se movió hacia los lugares indicados y allí encontró las cosas
__¿Hace mucho que estás en el convento?
__Y ya hace un tiempo
__¿Y como te tratan mis hermanos
__No puedo quejarme, diría que demasiado bien
__Me alegra, sé que ellos está conformes, muy conformes contigo
__¿Sí? Es bueno saberlo
__Osvaldo, ¿puedo pedirte un favor?
__Si padre para eso estoy aquí
__Puedes pasarme está crema.
__Como no__ dijo Osvaldo y se acercó a la cama. El padre Lucio corrió la sabana que lo cubría y apareció un pijama de color verde oscuro.
__Mira esto se coloca un poco y luego hay que frotar hasta que desaparezca. ¿Puedes?
__Sí, si__ dijo Osvaldo y abrió el pote con la poción. Colocó una cantidad en sus dedos y preguntó__¿por donde?__
__Aquí, aquí__ dijo el padre señalando la zona del vientre. El sacerdote ya se había abierto la camisa del pijama y Osvaldo colocó la crema en la zona del ombligo. Era una buena cantidad y la fue estirando, y estirando. Frotaba suavemente y noto que la respiración del cura cambiaba de ritmo.
__¿Así está bien?__ preguntó
__¡Oh! Si claro, claro.
En un momento Osvaldo comenzó a bajar la mano.
__Voy a bajar un poco el pijama ¿Está bien?__ preguntó
__Adelante, está bien
Osvaldo fue entonces hacia abajo. Siempre frotando. Abriendo la mano rozó algunos vellos del y los toco fuerte como al descuido. Vio que el cura cerraba los ojos y suspiraba.
__Vamos a correr un poco más el pijama. Necesito que se levante un poco__ dicho esto bajo el pantalón hasta las rodillas. Allí pareció el calzoncillo que se levantaba con un pene completamente duro. Osvaldo lo acarició por encima de la tela.
__¡Ah! Muchacho, sigue así, ¡Ah! Tengo 65 años, creí que no me volvería a pasar__dijo el cura
__ ¿A pasar qué?__ preguntó Osvaldo
__Que se pusiera dura otra vez como hace tiempo.
Osvaldo apretó la pija del sacerdote y lo movió despacio de abajo a arriba y viceversa, escuchó los quejidos del hombre y apretó suave en la zona de los testículos. Bajo el calzoncillo y rozo con los dedos el pedazo inflamado. Las caricias eran calientes el cura estaba prácticamente inmóvil y dejaba hacer a Osvaldo a su antojo. La mano de Osvaldo acariciaba y apretaba la poronga y con los dedos dibujaba círculos con los vellos grises del hombre.
__¡Ah! ¡Que placer!__ murmuraba el cura Lucio
Osvaldo lentamente acercó su boca a la herramienta. Pasó la lengua en su recorrido. Solo lamió, tocando apenas el pedazo brioso. Alcanzó en el recorrido los huevos hinchados y arrugados del hombre que gemía y lanzaba improperios al aire. Ya en un total descontrol.
__Estoy condenado al infierno pero no pares, muchacho.
La lanza del cura fue deglutida por completo. Los labios de Osvaldo se cerraron alrededor de la verga y succionaron volcando la saliva sobre el instrumento que chorreaba como un helado de crema a punto de derretirse.
El sacerdote Lucio amasaba las sábanas que se iban mojando en sudor y fluidos. Las arrancaba del lugar como un poseído, mientras que su pija iba siendo comida por Osvaldo, quien de a poco se había ido quitando la ropa y solo permanecía con el calzoncillo puesto.
Coloco en su agujero un poco de la crema que había estado usando en el masaje y se colocó sobre el cura abriendo las piernas, lo montó. Corrió un poco la tela del calzoncillo y tomando la pija apuntó a su entrada caliente. Lentamente la verga fue perdiéndose en las profundidades de Osvaldo que suspiraba gimiendo y moviéndose despacio, disfrutando y haciendo que Lucio sintiera un placer que jamás había experimentado.
__¡Ay! Muchacho, muchacho, nunca había estado con un hombre, pero ¡Ah! Me has devuelto a la vida, sigue ¡Ahhh!
El cura al abrir los ojos vio que por sobre el elástico de la prenda de Osvaldo aparecía un trozo de vara.
__¡Oh! Tienes algo realmente grande
__Es todo para ti__ dijo Osvaldo apurando la cogida.
__Es demasiado grande ¡Ah!
El hombre rozó con su mano el pedazo rocoso de Osvaldo. Fue a la cabeza y la acarició con la yema de los dedos. Bajó la prenda un poco más y el muñeco de Osvaldo relució gigante y venoso, hinchado. Ahora si lo recorrió con la mano y en breves sacudidas la verga de Osvaldo se engrosaba de una forma verdaderamente extraordinaria
__¡Ah! Muchacho realmente es muy grande, es preciosa, pero tan grande, temo que no me entré nunca, ¡Oh! Pero déjame acariciarla, ¡Ahhh!
La vara de Osvaldo relucía en las manos del sacerdote, mientras el, cabalgaba al cura sin detenerse.
__Es la primera vez que estoy con un hombre, no pensé que gozaría así y a mi edad, ¡Ah1 creo que voy alargar mi leche, ¡Ahhhhh!__ el cura se convulsionó, se incorporó como un muñeco que cobraba vida, mientras que Osvaldo sentía los escupitajos de semen en su cola fogosa y ardiente, Lucio le aferraba la pija con fuera incontenible, mientras vaciaba sus huevos y gemía perdido en el mar de los deseos.
El sacerdote quedó como desfallecido, aunque agarrado a la vara de Osvaldo como si fuera una tabla de salvación. Cuando recupero el aliento fue acomodándose de tal forma que pudo con su boca atrapar al garrote de Osvaldo que se retorció en la cama. Termino de sacar el calzoncillo de este y apresó como pudo la pija. Con una mano envolvió los huevos viriles del hombre y succionó con fuerza, alocadamente. Con furia y pasión. La soltaba, la lamía y una vez más engullía con devoción, en tanto Osvaldo gemía y gozaba.
Llegaba a los huevos y recorría las pelotas a lenguetazo limpio. Esto hacía que Osvaldo suspirara y acariciara el cabello del sacerdote que lo estaba llevando al goce.
__Se bueno, ¡Ahhhh! Dame de beber ¡Hazlo!__ rogaba el cura fuera de si. Y la vara de Osvaldo era sacudida sin piedad por el hombre. El líquido finalmente comenzó a fluir y la boca de Lucio se vio desbordada del blanco licor, corría como un río por las mejillas y el cuello y rociaba el pecho peludo del hombre.
__¡Ahhhhhh! ¡Esto es el fin!
Trago y chupo todo el blanco néctar. Se relamió. Sin dejar de mover la verga de Osvaldo que poco a poco empezó a desinflarse, no del todo, pero como una rama cayendo sin final, quedaron pegados y entrelazados por manos y sexos. Una breve doriezuela los fue ganando y las respiraciones fueron cada vez mas ligeras, relajadas quedando al fin de cuentas dormidos uno al lado del otro.
Cuando Osvaldo abrió los ojos, no había nadie a su lado. No sabía que hora era. Buscó un reloj y encontró que eran las doce del mediodía. Se incorporó de la cama buscando a Lucio. Escuchó y se dio cuenta que el hombre estaba en el baño. Hacia allá fue.
Golpeó y entró. El sacerdote estaba terminando de afeitarse y se miraba en el espejo.
__Dormis lindo
__Cai desmayado, no te molesta si orino.
__Adelante, yo ya termino de afeitarme.__ Osvaldo procedió a terminar con su asunto, tiró la cadena y el agua surgió brutal y se llevó todo. Osvaldo giro y vio el culo del hombre. Paso su mano por las nalgas, todavía bien formadas.
__Estan fuertes
__Nunca me dijeron nada__ luego se acerco a la espalda del cura y la acarició con infinita pasión, paso con su lengua suavemente rozando la piel. En tanto con una mano abría las nalgas del sacerdote que dio un suspiro. Mordisqueó el hombro y continuó, ahora, con los dedos acariciando el agujero.
__¡Ah! Soy virgen__ dijo el cura.
__Ya lo sé__ le retruco el otro mientras se abría paso lentamente en el ano. Vio el frasco de jabón líquido. Apretó y saltó un chorro, el fresco líquido llenó los dedos de Osvaldo. Volvió a meterse con un dedo profundo y el cura se tiro hacia atrás ensartándolo aún más y gimiendo, mientras sentía que su pija cobraba vida.
__No lo puedo creer, me estas calentando otra vez ¡Ahhhhh!__gimoteo el hombre.
La tranca de Osvaldo también se iba consolidando en el monumento que era y chocaba con las nalgas del cura, que iba y venía ensartado ahora en dos dedos del hombre que lo cogía.
__¡Ay Osvaldo, mi muchacho, me vas a romper el culo, ¡Ay, que placer!
La verga del cura se convirtió en una roca, el placer era inquietante e infinito. Osvaldo sacó sus dedos y los volvió a cargar con el perfumado jabón y otra vez empujo abriendo el canal del cura que se tiraba hacia atrás, ayudando ahora a la clavada. Entraron tres dedos, y Osvaldo pasó entre las piernas del sacerdote la vergota y se encontró con la verga del cura. Con la otra mano las atrapó a las dos y las junto, las apresó, haciendo movimientos que enloquecían al cura Lucio.
__No doy más, no aguanto, voy a acabar__ repetía, cuando Osvaldo se detuvo un instante y agarrando una mano del cura la llevó hacia las pijas y dejó que el siguiera con el movimiento, Osvaldo mordía los hombros de Lucio y sin demasiadas vueltas, el sacerdote comenzó a bañar la vergota de semen, gritando, acabando, gozando con los dedos de Osvaldo que lo estaban cogiendo sin descanso.
Agarrado a las vergas el cura detuvo su movimiento. Parecía ahogado.
__¿Estas bien?__ preguntó Osvaldo.
__Nunca estuve mejor. En 65 años nunca había tenido un día de sexo, como este.
__¿Bueno?
__Una gloria __ dijo el cura, dio un giro, y quedando frente a Osvaldo, tomo a este de la cara y acercó su boca y la pego en un furioso beso, donde la saliva y las lenguas estallaron en las bocas respectivas. Haciendo esto el cura atrapo la herramienta de Osvaldo y lo masturbaba, mientras las fogosas bocas continuaban con la danza feroz de lengua, músculo y saliva.
Entre besos y franeleos Osvaldo llevó a al cura hasta la cama. Lo acostó con el vientre sobre el borde de la cama, con las rodillas apoyadas en el piso. Apretando las carnosas nalgas del sacerdote hundió su boca en la blanca hendidura, allí encontró el hueco salado y poso su lengua en el, Lucio, el cura, arrancó un alarido fatal del fondo de su garganta. Se retorció como un animal herido, en tanto, Osvaldo hincaba su filoso estilete en el agujero. Allí se quedó prolongando el placer, moviendo la lengua, penetrando, notando que el agujero se iba abriendo, se ensanchaba, ardía en deseos.
Tomo el pote de crema y lo bañó, entrando hasta tres dedos dentro del cura que gemía fuera de si. Estuvo unos momentos así dele entrar con los dedos en la humanidad del sacerdote. Pasado un tiempo apoyo la enorme cabezota de su serpiente en la entrada, Lucio se movió hacia atrás diciendo __Ahora, cogeme, hazlo de una vez ¡Ahhhh!__ y la cabeza fue abriéndose paso por el culo virgen de toda pija. El dolor fue tremendo, aún así el cura soportaba y seguía clavándose la estaca en su agujero, dilatado
Y caliente en extremo, a esto se fue sumando el gemido creciente de Osvaldo, que sentía su pija apretada en el culo del cura, que ya se movía sintiendo más placer que dolor. De su garganta brotaban estertores mas que gritos, más aún cuando Osvaldo empezó a largar su blanca espuma dentro del ano florecido y rojo, abierto, chorreante, quedaron abrazados, como dos animales abotonados. La verga de Osvaldo no disminuía en su poder y el cura decía caliente__déjala, no la saques, déjala adentro, así, así__
Finalmente la tranca entró en reposo y los amantes se recostaron en la cama, agotados. El sacerdote aún se sentía un poco adolorido, pero no se arrepentía de haber gozado de ese tremendo pedazo que le ofreció Osvaldo. Se besaron profundamente hasta que se quedaron dormidos otra vez.