Ositas en Duelo - Capítulo 15

Dos mujeres de huesos grandes rivalizan por el deseo y la pasión de una argentina morena.

Julia quedó mirando el techo por unos segundos mientras Cynthia se sentaba en su rostro, victoriosa y orgullosa y se frotaba contra su boca, mientras la española la devoraba, obediente y respetuosa de los códigos entre rivales, al tiempo que le retorcía los pezones rosados con ambas manos.

No pasaron muchos segundos cuando se vino en su cara, para retocerse de placer entre gemidos y temblores y quedó acostada al lado de su némesis. Ambas mirando hacia el techo, con las respiraciones aceleradas, hombro con hombro, mirando de reojo cómo los pechos rivales subían y bajaban al compás de sus agitadas respiraciones.}

Ninguna hablaba, devastadas por los increíbles orgasmos que se habían producido, e intentaban recuperar el aliento. Se miraron de reojo y cuando sus ojos coincidieron, ninguna pudo reprimir una sonrisa nerviosa. Todavía quedaba mucho por recorrer en el arduo combate.

La primera en reaccionar fue Cynthia, quien posó su palma en la húmeda raja enemiga y le robó un gemido. La española respondió de igual manera y ambas se miraron a los ojos a modo de desafío y amenaza.

La argentina se relamió los labios y comenzó a deslizar su dedo corazón por la parte superior de los labios, lo que provocó que la española comenzara a contonearse y adoptar su ritmo mientras le devolvía las atenciones.

Así, una y otra buscaron excitar nuevamente a su oponente mientras mantenían el duelo de miradas y mezclaban sus alientos, acercándose, mientras se lamían los labios con ansias, y se acariciaban con las narices, con las respiraciones que se iban acelerando.

_Te voy a dejar seca, gorda puta. _Siseó la dueña de casa.

_Cuando acabe contigo... no te quedará coño para presumir..._Replicó con un susurro.

_Me voy a coger a Juli delante tuya, hija de puta. _Susurró y rozó sus labios con los de su rival, mientras los dedos comenzaban a jugar con la labia, abriendo y cerrándola para atrapar el delicado botoncillo de placer.

_Sigue soñando, puta sudaca. Julieta es mmmm....

Julia no pudo terminar su frase, porque una hambrienta Cynthia le comió la boca con desesperación y fruición en un apasionado y colérico beso francés, que las hizo gemir por igual, mientras las lenguas se enredaban juntas y se empujaban de una boca hacia la otra y sus dedos hurgaban en el sexo rival.

Los minutos parecieron esfumarse en un pestañeo mientras las dos robustas adversarias se dedeaban sin dejar de devorarse boca a boca, con los ojos abiertos, como si intentaran intimidarse mutuamente y ocultar la excitación que estaban teniendo.

Pero fue Cynthia quien rompió la paridad al agarrar un mechón de la mata de la española y tironear con todas sus fuerzas para forzarla a interrumpir el beso y aullar de dolor con una violenta sacudida.

_¡Hija de puta! _Gruñó y le devolvió el tirón.

Ahora fue la argentina quien chilló y ninguna claudicó en repetir la agresión con un nuevo tirón. El ardor pareció traspasar sus vientres y las lágrimas enturbiaron sus ojos mientras ambas se insultaban gruesamente.

Cuando la española enredó sus dedos en la mata rival dispuesta a arrancarle otro mechón, los ojos de su contrincante se abrieron desmesuradamente y abrió la boca para protestar, pero el dolor pareció traspasarla y con un aullido de placer devolvió la agresión, mientras mordía el labio inferior de su odiada enemiga, quien gruñó de dolor y sintió cómo la sangre parecía deslizarse en su boca, por lo que contraatacó mordiéndole el labio superior y ambas, como si lo hubieran coreografiado metieron dos dedos en el húmedo y ardiente coño rival para reiniciar las frenéticas caricias.

Ardiendo por dentro y por fuera, las enardecidas combatientes dedicaron los siguientes minutos a atacar sus palpitantes sexos y pasaron de los mordiscos al enésimo duelo de besos lascivos, húmedos y viciosos, donde las lenguas se enredaban juntas y los labios parecían querer succionarse mutuamente.

Los jadeos de ambas parecían sincronizarse, al igual que los temblores en sus cuerpos y el vaivén pélvico contra la mano invasora. Estaban agotadas, pero no querían dar el brazo a torcer y entonces una nueva explosión recorrió el cuerpo de una de ellas, que no pudo contenerse y comenzó a desbordarse en la mano de su rival, sellando sus labios vigorosamente, mientras metía la lengua en su boca tanto como podía en un intento por silenciar sus gemidos y, a la vez, excitarla para igualar el marcador.