Ositas en Duelo - Capítulo 11

Dos mujeres de huesos grandes rivalizan por el deseo y la pasión de una argentina morena.

Cynthia se creyó perdida, pero al advertir el manantial de jugos brotando de la caliente entrepierna española, abrió los ojos desmesuradamente, clavando su mirada en los humillados ojos rivales, empujándole la lengua con la suya, de regreso, apretándole una nalga y aumentando los movimientos de su dedo corazón.

Julia se dejó caer contra la pared, abrazándola fuertemente por la cintura, sintiendo sus ombligos fundiéndose y sus pechos aplastados por los de la argentina, sin dejar combatir con las lenguas en el interior de sus bocas.

Exhultante con su victoria, Cynthia dio un paso hacia atrás, abriendo las piernas para mantener el equilibrio y se recostó contra la pared opuesta, mirándola con expresión altanera y burlona.

Las bellas facciones de la española eran regadas por silenciosas lágrimas a mitad de camino entre el placer y la humillación.

La argentina se abrió los labios, mostrándole el interior de su palpitante y húmedo sexo, invitándola, relamiéndose, sintiendo que el corazón le latía acompasadamente.

Julia la miró, con llamaradas de odio saliendo de sus ojos y cuando sus ojos se encontraron, asintió silenciosa, sabiendo lo que venía.

Cynthia le dio una bofetada y siseó.

-Chupame la argolla, gorda tortillera.

La española no respondió y se arrodilló ante ella con pesadez.

La argentina descansó el peso de su cuerpo contra la pared, abriendo las piernas y tomándole los negros cabellos con ambas manos, comenzó a empujarla hacia su sexo.

Julia se humedeció los labios y sintió una mezcla de asco y hambre cuando el penetrante aroma de su enemiga inundó sus fosas nasales.

La presión en su cabeza la forzó a humedecer su nariz en la raja rival, que se erguía victoriosa y ardiente.

-Chupame la argolla, yegua... Como hacías con Juli. -Susurró con la voz enronquecida por la excitación, arqueándose para apurar el contacto, sintiendo la urgente presión en su interior.

La mención hacia su amiga la enfureció y, sabiendo que no tendría otra opción, sacó su lengua tanto como pudo y comenzó el asedio hacia arriba y abajo del coño argentino, buscando terminar su humillación cuanto antes.

Cynthia temblaba como una hoja, muy cerca de su propio orgasmo, apretándole la cabeza, empujándola más y más hacia ella, jadeando quedamente.

-Mmmm. Sí....Chupámela.... Disfrutá de mi conchita victoriosa.... Juli-puta...

La burla y desafío fueron el impulso que terminó por dar energías a la española, quien le abrió la vulva con los pulgares, tomándola por los muslos, recorriendo cada pliegue con la lengua, con velocidad creciente.

Cynthia se retorcía de placer, mordiéndose el labio inferior, intentando reprimir los quejidos, moviéndose rítmicamente al vaivén de la intrusión de su enemiga, recorriéndola por dentro.

Sus jugos habían bañado por completo la nariz y labios de Julia, quien le lamía el clítoris sin clemencia, con fruición.

Las rodillas de la argentina se debilitaron aún más cuando la punta de la lengua invasora comenzó a deslizarse por su delicado botoncillo de placer, y sintió cómo sus labios vaginales eran besados y succionados por su odiada némesis.

Su cuerpo comenzó a estremecerse, ya sin poder controlarse más y presionando el rostro español contra su ardiente y palpitante coño, descargó un urgente y desesperado torrente de placer y liberación, sacudiéndose como una hoja en el viento.

Julia succionó con avidez, lamiéndola, intentando devastarla y mermar su sensación de triunfo, apretándola por las nalgas para afirmarla contra su rostro.

-¡Mmmmm síiiii, hija de puta! -siseó extasiada, disfrutando de su victorioso orgasmo.

Con las piernas incapaces de sostener su cuerpo, la argentina se dejó caer sobre el inodoro, sonriendo y temblando de placer. Julia se puso de pie y, recostada contra una de las paredes, deslizó su vestido hacia abajo, recomponiéndose, al tiempo que lamía sus labios, intentando limpiarse los restos del agridulce sabor de su rival.

Durante casi un minuto ambas guerreras se quedaron en silencio, contemplándose con aire desafiante y odio, recuperando el aliento. Sin embargo, Cynthia fue la que se levantó, acomodándose el vestido y tomándola del cabello, empujó sus pechos sobre los de Julia, aplastándola y robándole un beso de pico, susurró.

-Ahora estamos igualadas, yegua... Y nuestra Julieta ahora es mía.... No lo olvides, gorda hija de puta.

La española abrió la boca para responder y recibió una escupida, que limpió con su lengua y cuando esperaba algo más, su rival retrocedió y abrió la puerta, retirándose y dejándola sola con su derrota.