Ositas en Duelo - Capítulo 10
Dos mujeres de huesos grandes rivalizan por el deseo y la pasión de una argentina morena.
El fragor de la batalla y las urgencias, así como la eterna espera que ambas sufrieron desde aquel primer duelo, aceleraron sus pulsaciones y ambas abrieron las bocas, sellándolas en un vicioso y lascivo beso, furioso, frotándose, amasándose los grandes pechos, aplastándose mutuamente, ahogando sus areolas, mientras las manos se estrujaban en sus espaldas, estrechando el férreo abrazo.
Las lenguas se enredaron alocadamente, compartiendo la saliva, yendo hacia una boca, reptando y arrancando los gemidos de su propietaria, para ser empujada de regreso y sufrir los embates en carne propia, enviándoles descargas de odio, sensualidad, lujuria y placer.
Tanto Julia como Cynthia habían cerrado los ojos para concentrarse en tan íntimo y decisivo duelo, odiándose a sí mismas por estar tan excitadas y receptivas ante los ataques enemigos.
Cuando una tambaleaba y perdía terreno, inmediatamente contraatacaba con más ardor en sus labios y lengua, recuperando la posición y manteniendo la paridad.
Las uñas de Cynthia se clavaron en las redondas nalgas de la española, empujándola y metiéndole la lengua tan profundo como si quisiera encontrarle las amígdalas. Julia sintió que su cuerpo se estremecía y tardó un segundo en devolver el magreo, clavándole las uñas en respuesta, atrapándole el rosado apéndice y succionándolo, con fruición.
La argentina jadeó, abriendo la boca desmesuradamente, con su lengua sometida a tan inclemente felación, mientras ella desesperada, magreaba las nalgas enemigas, frotándose pecho contra pecho, pezón contra pezón y ombligo contra ombligo.
Las entrepiernas de ambas estaban mojándose más y más con cada nuevo beso, gemido y caricia y los gemidos ganaban en intensidad cuando los pezones de una doblaban los de la otra, o cuando se clavaban en las areolas rivales.
Con la saliva cayendo por la comisura de sus labios, pero sin suspender el asalto en la lengua argentina, Julia abrió los ojos para encontrarse con una mirada lasciva y pletórica de odio.
Cynthia logró liberar su lengua y atrapó el labio superior de la española, succionándolo con un sonoro chasquido, haciéndola gemir y retroceder, lo cual aprovechó para apoyarle la palma de la mano derecha en su húmeda y ardiente entrepierna, comenzando a masajearla.
La española abrió la boca, jadeando, arqueándose para presionar la palma invasora con su monte, mientras temblorosa, buscaba devolver el ataque.
La yema del dedo corazón de la mujer de cabellos castaños se deslizó con suavidad por su raja, haciéndose lugar entre la velluda mata, sin dejar de morderle el labio inferior, tironeando sensualmente, acompañando los suaves besos con lujurioso gemidos, sin dejar de mirarse a los ojos.
Julia pudo sentir la humedad en la vulva de su rival y comenzó a buscar su delicado botoncillo con la yema de su dedo corazón, al igual que estaba sufriéndolo.
A estas alturas, ambas combatientes estaban cruzando el punto sin regreso, acariciándose lascivamente con la yema de los dedos, mientras sus dientes mordían sensualmente los suculentos y carnosos labios, robándose gemidos la una a la otra. Sus ojos lanzaban destellos de odio, rivalidad y deseo y cuando Cynthia le lamía la boca, Julia respondía succionándole la lengua, lo que era contrarrestado con un mordisco, que recibía su inmediata respuesta, provocándoles devastadores escalofríos.
La argentina estaba dispuesta a ir a por todas, sabiendo que si perdía nuevamente, probablemente no tendría derecho a una revancha. Julia, por su parte, ardía por dentro y por fuera y sentía que su sexo latía aceleradamente, al igual que su corazón, amenazando con escapar de su pecho.
-Dame tus juguitos, lesbiana...-la mordió Cynthia, jadeando y apoyándose sobre ella, para aliviar sus debilitadas piernas.
-Estás chorreando, tortillera...-Julia le devolvió el mordisco en el labio inferior, dejándose caer contra ella, tambaleando ambas, como si estuvieran danzando ardiente y volcánicamente, debatiéndose en denodada lid.
-¡Ni se te ocurra detenerte, yegua hija de puta! -le espetó la argentina escupiéndole, dominada por el deseo, desafiándola, intentando desesperadamente ocultar su urgencia por acabar.
-¡Dame con todo lo que tengas, sudaca comecoños! -susurró lamiéndose la escupida y devolviéndosela para gruñir con los labios pegados, temblando de pies a cabeza, sintiendo que el dolor en sus areolas y la presión en el interior de su sexo alcanzaban su punto álgido.
-Conchuda. -suspiró lamiéndole la lengua y aplastándosela, ambas hacia abajo, fuera de sus sensuales y empapadas bocas.
-Caracoño.-jadeó la española fundiéndose lengua a lengua, con sus labios superiores tocándose, sintiendo que el hábil dedo de su rival la estaba enloqueciendo.
-Te odio, Julia....
-Yo te odio más, Cynthia...
-No.... pares.... torti...-la argentina ya no podía sostenerse en pie y dejó que su cuerpo reposara contra el de su odiada némesis, sin que ninguna cejara en los ataques digitales.
-Sigue... sigue... bollera...-Julia jadeaba y sintió que su cuerpo comenzaba a traicionarla, enviándole espasmos y violentos estertores, presionando su entrepierna contra la palma agresora, fundiendo sus labios, para amortiguar sus gemidos de placer y derrota, abrazándola fuertemente por la cintura, para mantener el equilibrio.
Los labios se volvieron a fundir en un dramático beso francés que amortiguó los jadeos desbordantes, mientras una de ellas se corría a mares en la mano rival.