Ositas en Duelo - Capítulo 09
Dos mujeres de huesos grandes rivalizan por el deseo y la pasión de una argentina morena.
Los endurecidos pezones argentinos se clavaban en las areolas de la española, que contraatacaba doblándolos, mientras ambas se estrujaban una nalga y se tironeaban del cabello, tratando de reprimir los quejidos.
Cynthia sentía que se estaba mojando, y a juzgar por los temblores de Julia, a ella también le estaba ocurriendo otro tando. Se respiraban pesadamente con los labios rozándose, sin dejar de susurrarse gruesos insultos, mientras amasaban sus cuatro grandes pechos juntos con sus ojos posándose alternativamente entre sus pechos y sus sensuales labios, lamiéndose, expectantes.
-Gorda tortillera..-jadeó la argentina.
-Bollera sudaca -respondió la española.
-¡Te odio! -gruñeron al unísono, entrecerrando los ojos, jadeando por las oleadas de placer y dolor que les enviaban sus sensitivas areolas, lastimadas por los embates de sus enhiestos pezones.
La mujer de cabellos castaños estaba ardiendo, temblorosa y, temiendo una nueva derrota, intentó tomar la iniciativa, escupiéndole en los labios y limpiándoselo con una viciosa lamida. El ataque tuvo su efecto porque su rival se estremeció levemente lanzando un suspiro jadeante.
-Tortillera miedosa... Dijimos entre nuestros.mmmmnnnn pechos...-protestó Julia, sorprendida, intentando controlar su hambre interior.
-¿Qué pasa? ¿Te excito tanto que no podés mmmmm soportarlo, gallega? -se mofó Cynthia, con un gemido y sacando la lengua tanto como pudo, desafiante.
Julia no esperó una segunda oportunidad y, abriendo bien grande la boca, sacó su serpiente rosada, dispuesta a enredarse con la de su odiada enemiga, mientras la abrazaba por la cintura, en un furioso abrazo de oso. Cynthia respondió de igual manera y ambas lenguas se encontraron, sin que sus labios lo hicieran, librando una deliciosa esgrima, con las narices pegadas y los ojos clavados fijamente entre sí.
La española ladeó levemente la cabeza y empaló la húmeda lengua argentina, haciéndola gemir y tambalear levemente, lo cual fue aprovechado para estrujarla, arrancándole un gruñido .
Cynthia se arqueó, interrumpiendo el asalto, y apretó la cintura de su oponente con todas sus fuerzas haciéndola gruñir, sintiendo escalofríos por la forma en que sus desnudos ombligos se succionaban.
El contraataque dio resultado. Julia retrocedió y fue su oportunidad de recuperar el terreno perdido, lamiéndole los carnosos labios para ir descendiendo a fuerza de suaves besos, mordiscos y lametones, hacia su cuello, sintiendo cómo la española temblaba y jadeaba de placer, intentando contraatacar, resistiendo y clavándole los pezones. Sentía sus pechos a punto de estallar y rogaba porque su rival estuviera experimentando el mismo dolor.
El aroma a hembra inundaba el cubículo, mientras ambas besaban viciosamente el cuello enemigo, estrujándose en mortal e implacable abrazo, gimiendo quedamente, moviéndose en unísono, rítmicamente, disfrutando del sucio e íntimo contacto entre sus cuerpos.
Cynthia succionó con fruición, decidida a dejar un vistoso chupón en el sensual cuello de su odiada rival, pero lamentó hacerlo, porque sintió la succión en el propio, que la hizo tambalear, con las rodillas doblándose para ser empujada contra la pared, sin que ninguna de las dos aflojara su presa, como si dos vampiras estuvieran disputando el reino.