Ositas en Duelo - Capítulo 06
Dos mujeres de huesos grandes rivalizan por el deseo y la pasión de una argentina morena.
Por espacio de un eterno minuto, vencedora y derrotada, se quedaron como petrificadas, con las bocas fundidas, presionándose las palmas contra el sexo enemigo, como si quisieran impregnárselas.
Ambas permanecían con los ojos cerrados, jadeando, incapaces de interrumpir el contacto entre sus carnosos y suaves labios, con la saliva mezclándose en sus bocas.
Española y argentina fueron recuperando el aliento, abriendo los ojos lentamente, encontrándose con odio y desprecio, pero también con lujuria y hambre.
Julia la tomó del cabello a la altura de la nuca y, arquéandola hacia atrás, le escupió en la boca, empujándola con la nariz y espetándole, exhultante:
-Te he vencido, zorra. ¿Quién es la mejor?
Por toda respuesta, Cynthia le devolvió la escupida, manteniéndole la mirada cargada de rabia. La española, eufórica, levantó su otra mano y le arreó una bofetada que la hizo gruñir y repitió la pregunta.
-¡Basta, hija de puta! ¡Esta vez fuiste vos! ¿Estás contenta? - protestó, humillada, sintiendo una leve presión de angustia en la garganta.
-Así me gusta, puta sudaca... que entiendas cuál es tu lugar. - Julia continuó disfrutando de su momento y le volvió a escupir, para darle un nuevo tirón de pelo.
-¡Basta, conchuda! ¡Ya te dije que ganaste! ¿Qué más querés? - Cynthia apenas podía contener las lágrimas, pero no pudo evitar lamerse los labios limpiándose la saliva de la española.
-Primero, me comerás el coño, como habíamos pautado. Y luego... dejarás de ver a Julieta. ¿Estamos de acuerdo? - la amonestó, con una severa mirada cargada de odio.
La argentina asintió en silencio y, lentamente, se arrodilló en el suelo, abriéndole las piernas, relamiéndose y disfrutando del aroma del coño de su rival. Julia la tomó del cabello con ambas manos, intentando atraerla hacia sí, temblando de antelación.
Cynthia no perdió tiempo y deslizó su lengua por los pliegues de la labia española, mientras ésta le tiraba del cabello presionándola contra sí, jadeando y arqueando su pelvis para aumentar el contacto.
-mmm Así, puta sudaca. Cómemelo, como lo hacen las putas de tu país. - jadeaba Julia, retorciéndose de placer, aún caliente por su encuentro de minutos atrás.
Si bien no era la primera vez que le hacía sexo oral a otra mujer, Cynthia sentía la humillación de la derrota y, aunque estaba disfrutando de los jugos de su rival, quería hacerla correrse lo más rápido posible y para ello, subía y bajaba con su lengua, ya no con la punta, sino con todo lo ancho y largo que podía, pincelándola.
Julia se mordía el labio inferior, sintiéndose devorada por su rival, mojándose más y más, sintiendo cómo su sexo palpitante ansiaba una liberación.
Entre sacudidas y espasmos, presionaba su mata y su raja contra la cara de la argentina, que succionaba y lamía desesperadamente, saboreando, muy a su pesar, las mieles españolas, odiándose por haber gozado tanto.
Las uñas de la derrotada recorrieron los opulentos muslos de Julia y subieron hasta posarse en sus nalgas, apretándola aún más contra su rostro, devorándola con fruición, como si la vida le fuera en ello.
-Mmmm sí, bollera. ¡Qué bien que lo haces! ¡Tu novia debe estar orgullosa! - se retorcía jadeando de placer, sin dejar de tirarle del cabello, arqueándose para frotarse contra la boca enemiga.
Cynthia no disminuía la intensidad, al contrario, parecía crecer con cada nueva lamida y su lengua encontró el inflamado clit rival, lamiéndolo, de arriba hacia abajo, ida y vuelta, disfrutando de los espasmos que ocasionaba en su vencedora, que seguía tirándole del cabello y moviéndose contra ella.
Sus uñas estrujaron las nalgas rivales y su lengua se posó impiadosamente sobre el delicado botoncillo de su oponente, que ya no hablaba, limitada solamente a jadear y gemir, acercándose a un devastador orgasmo.
Apretaba los dientes, intentando resistir y prolongar la humillación, mientras la argentina lamía frenéticamente su entrepierna, empapada y ardiente, aguijoneando sin tregua su hinchado y palpitante botoncillo. Ya casi no podía controlarse y, mordiéndose el labio inferior arqueó la cabeza hacia atrás, empujándole el rostro aún más contra ella, sacudiéndose espasmódicamente, presionando su vientre contra la boca de Cynthia, como saltándole, dejándose llevar por un devastador orgasmo, enviando mares de placer directo a los labios de su odiada enemiga, que succionaba como si la vida le fuera en ello, apretándole las nalgas, bebiendo de ella tanto como podía, planeando una pronta venganza.
-¡Mmmmm! ¡Síiiii, hija de puta! ¡Qué bien que lo comen las putas sudacas! - aullaba de placer, retorciéndose locamente, disfrutando por partida doble, tanto de la victoria y humillación como de un delicioso orgasmo.
Un par de minutos más tarde, cuando los estertores se calmaron y Julia recuperó el aliento, Cynthia la miró, con la cabeza aún entre sus piernas, y la española la tomó del cabello, tironeando levemente, para atraerla hacia su boca, poniéndose nariz contra nariz, mirándola directo a los ojos y susurrando.
-Espero que hayas aprendido la lección, puta sudaca. ¿Quién es la mejor?
Cynthia intentó negar con la cabeza, pero un furioso tirón de cabello la hizo susurrar el nombre de la vencedora.
Una bofetada por parte de Julia le arrancó un gruñido.
-¡Más fuerte, hija de puta! ¿Quién es la mejor?
-¡Vos! ¡Ya te dije que vos, la concha de tu madre! - protestó Cynthia, intentando controlar las lágrimas y correr el rostro, ya que el aliento caliente de Julia en su rostro le estaba molestando.
Julia volvió a escupirle en los labios y la empujó, haciéndola caer sentada y se recostó contra el espaldar del sofá, extendiendo los brazos en inequívoco gesto de triunfo.
Cynthia, controlando las lágrimas a duras penas, se levantó y corrió a encerrarse en el baño dejándola exhultante sobre el sofá. Julia recostó su cabeza sobre el respaldo y cerró los ojos por unos momentos, disfrutando de las sensaciones.
Las dos rivales se habían arreglado y tenían los vestidos nuevamente, mirándose con odio y desafío, pero sin emitir palabra. Con un movimiento de cabeza, Julia le indicó la puerta y Cynthia se apresuró a ir hacia allí, esperando a que la dueña de casa le abriera.