Ositas en Duelo - Capítulo 04

Dos mujeres de huesos grandes rivalizan por el deseo y la pasión de una argentina morena.

Ninguna quería ceder en este duelo de besos, ronroneando, acariciándose y frotándose, pezón contra pezón y labio contra labio. Las dos se miraban fijamente a los ojos, sin dejar de devorarse boca a boca, de una manera extremadamente sensual, capaz de derretir un iceberg. Si Julieta hubiera entrado en ese momento, se hubiera puesto celosa, porque estaban tan fundidas y compenetradas entre sí, que no parecían estar en duelo, pero tanto Cynthia como Julia querían imponerse a como diera lugar.

-Transás bien, -chuick - gorda - susurró Cynthia, atrapando un labio rival.

-Tu también besas - muack - bien, cerda - replicó Julia, devolviéndole el beso y empujándola con suavidad en dirección al sofá.

-Obvio que beso -chuick - bien. Por eso-muack- Juli me prefiere - chuick - a mí, gallega trola. - Susurró Cynthia con la voz enronquecida por la excitación.

-Eso -muack - es lo que te -chuick-decía, furcia. - replicó la dueña de casa posando sus manos en las nalgas argentinas, sintiendo cómo sus matas velludas comenzaban a tocarse.

El vaivén de sus cuerpos en duelo ardiente, con los labios excitándolas las llevó hacia el sofá, donde se sentaron, casi sin despegar las bocas, para abrazarse por el hombro.

Relamiéndose, Cynthia le agarró el pecho derecho, y Julia lo hizo con el izquierdo, mientras se sentaban muy juntas.

-Te odio! A vos y a tus tetas de vaca! - La argentina espetó, escupiéndole los pechos, provocándole un escalofrío. Julia se sentía sucia y caliente y le devolvió la escupida.

-¡Cerda sudaca! ¡NO puedes estar sin escupir, hija de puta! - Replicó Julia tirándole del cabello, con la mano que la abrazaba.

Cynthia respondió en el acto y tras un par de tirones, se clavaron las uñas en los pezones, buscando herirse, recordándose que estaban en guerra.

La española apretó los dientes y continuó con su ataque en los rosados pezones rivales, soportando estoicamente, los ataques en los morenos propios. Durante un eterno minuto, ambas amargas rivales, no dejaron de estrujarse y retorcerse mutuamente los pezones, sintiendo que les iban a estallar, mientras gruñían con los labios pegados, insultándose en susurros.

Cynthia sintió que estaba perdiendo el duelo y le tiró del pelo, arqueándole la cabeza para escupir en sus labios. Julia tomó esto como una pequeña victoria y abrió la boca, desafiante, para ronronear saboreando la saliva de su rival.

  • ¿Qué pasa, sudaca? ¿Mis tetas son mucho para tus ubres?

  • No te la creas tanto, cerda. - espetó dolida y, sin poder controlarse, buscó entrelazar los dedos de las manos lbres para evitar nuevos ataques.

Julia aceptó el desafío de buena manera. Las lágrimas asomaban a los ojos de ambas y con un rápido vistazo notaron las marcas que les habían quedado donde estuvieron sus uñas.

  • Boca a boca, tortillera. Vamos a ver quién se transa a quién, hija de puta. - espetó Cynthia rozándole los labios con los propios, sintiendo escalofríos y notando cómo el aroma a sexo de ambas comenzaba a inundar la habitación.

  • Trae esa lengua, caracoño. Te voy a devorar, hija de puta. - replicó Julia, temblorosa de excitación, lanzando un respingo cuando uno de sus pechos se encontró con uno de sus rivales y ambas apretaron fuerte las manos que tenían unidas, abrazándose fuertemente por el hombro con la otra.

El odio que sentían las hacía hervir, pero también estaban excitadas por la paridad del enfrentamiento y el rumbo que había tomado el duelo.

Sus labios parecían incapaces de separarse entre besos, lamidas, mordiscos y susurros, insultándose, amenazándose, escupiéndose, tratando de demostrarse confiadas, aunque tanto la argentina como la española tenían serias dudas al respecto.

  • Soltame, gorda hija de puta. - Escupió Cymthia, quien recibíó otra escupida en el acto. Las dos intercambiaron saliva con los labios casi pegados, con un hilo plateado colgando entre sus carnosas bocas.

  • Tú eres la que me agarra, zorra. ¿Tienes miedo? - la provocó Julia lamiéndole el labio superior, disfrutando del leve escalofrío que sintió recorrerla.

Sintiéndose insultada, la soltó y su mano se posó en las abultadas caderas rivales. La española la imitó y ambas estrecharon el abrazo, sintiendo cómo sus pezones se clavaban en las areolas enemigas, con un gemido escapando de sus bocas.

Se miraron a los ojos en silencio, lamiéndose los labios, nariz contra nariz y pezón contra pezón, acariciándose la cintura, buscando imponer su erotismo ante la rival.

  • Espero que estés disfrutando los labios que vuelven loca a Julieta, gorda puta. - Siseó Cynthia lamiéndole el labio inferior, con lascivia.

  • Mmmm no te la creas tanto, guarra. Julieta ama esta boca, bollera. - replicó la anfitriona atacando su lengua con la propia.

Estrecharon su abrazo, acercándose aún más sobre el sofá y se lamieron y relamieron labios y encías, en una deliciosa esgrima con las lenguas fuera de sus bocas, sin dejar de mirarse a los ojos con una mezcla de odio, rivalidad y deseo.

Como si obedecieran a una señal, se volvieron a escupir mutuamente antes de sellar sus labios, succionando sus propias escupidas en la boca rival, abrazadas, acariciándose las caderas, sintiendo cómo sus respiracones y pulsos se aceleraban, gimiendo en la boca ajena, abriendo sus bocas suavemente, sin apuro, mordiéndose de tanto en tanto para luego, abrirse mutuamente y enredar las lenguas en una boca y luego en la otra, alternando, mientras la saliva escapaba por la comisura de sus labios.. El movimiento de sus cuerpos hacía que el contacto entre sus pezones fuera a la vez doloroso y placentero.

Las lenguas libraron su propio duelo, sin que ellas dejaran de mirarse y jadear, con las bocas fundidas, disfrutando del volcánico duelo, intentando demostrar quién era la que mejor besaba. De las bofetadas y tirones habían comenzado un peligroso juego de seducción y erotismo, rivalizando sus armas y destreza.

Cynthia se odió a sí misma por lo excitada que estaba. Podía entender por qué Julieta no se decidía por ella y dejaba de ver a la española. Los ardientes y lascivos besos que estaba recibiendo estaban mermando su resistencia. La odiaba con todo su ser, y sin embargo no podía dejar de buscar el íntimo contacto con ella.

Julia, por su parte, también se encontraba sumida en un mar de confusión. Detestaba a esa vaca sudaca que intentaba robarle a Julieta, pero por otra parte, el contacto entre sus pechos, sus pezones durísimos y la increíble manera de besar que tenía, la estaban volviendo loca. No queria tener que renunciar a Julieta, pero se estaba mojando y volviendo loca, sintiendo que su sexo latía, exigiendo atención.

Tras varios minutos atacándose con labios y lenguas, sintiendo la saliva rival mezclándose con la propia, sin dejar de mirarse con odio, ambas amargas rivales separaron sus labios jadeando, sintiéndolos hinchados y los rostros enrojecidos, con los corazones latiendo pesadamente.

  • Vaca lésbica! Se nota que tenés experiencia con las minas, por como transás! - jadéo Cynthia, relamiéndose la saliva de ambas.

  • Eres tú la gorda bollera que no paraba de gemir con la lengua en mi boca. - se defendió Julia, imitándola, saboreando la saliva de ambas.

  • No era la única jadeando, gorda. ¿Qué pasa? ¿Te gustó mi boquita argentina? - la provocó lamiéndose lascivamente.

  • No más de lo que te gustaron mis besos, foca. - la imitó Julia, dándole un achuchón.

  • Espero que no estés cansada gorda trola, porque quiero transarte hasta que veas que soy la mejor. - susurró Cynthia acercándole el rostro.

  • De eso nada, tortillera. Voy a comerte la boca hasta que aúlles mi nombre y dejes a Julieta. - replicó de igual manera y ambas continuaron susurrándose insultos y provocaciones, acariciándose con las narices y dándose pequeños besos entre palabra y palabra.

Los labios volvieron a unirse y las lenguas no perdieron tiempo en enredarse juntas, yendo de una boca a otra y volviendo, mientras ellas jadeaban, moviéndose al unísono, saboreándose, mordiéndose con suavidad, tratando de imponerse. Cynthia succionaba el labio superior de Julia y ésta le mordía el inferior, tironeando suavemente. Ambas temblaban de excitación y se mojaban aún más, acariciándose.

Ahora fue Julia, quien sintió que estaba perdiendo el duelo y deslizó su mano hacie la entrepierna enemiga. Cynthia sonrió y la imitó, y ambas se acariciaron la raja con la yema de los dedos, sintiendo la humedad y calor en el sexo rival.

  • ¿Qué pasa, torta? ¿Mis labios son mucho para los tuyos? - se mofó la argentina para morderse el labio inferior cuando la yema de los dedos de la española se deslizaban por su sexo.