OSF. Orgasmos sin fronteras.

LA fundación.

Ella tenía veintitantos largos, había hablado conmigo varias veces, y a pesar de surfrir su ortografía, decidí quedar con ella y tratar de saciar todas sus dudas sobre el bdsm delante de un café, con mi sumisa, para que pudiera hablar sin tapujos y preguntar lo que desease, siempre es mejor cara a cara.

Ya peino canas, y aun a pesar de que sabía que aquello no iba a llegar a nada hice de tripas corazón y después de decidir qué ropa se debía poner mi sumisa, fuimos a la cafetería donde habíamos quedado con ella. Como no queríamos amedrentar a nadie, fuimos bastante discretos, con ropa casual, nada indicaba que pertenecíamos al mundo del bdsm, ni siquiera el collar de ella llamaba la atención, gracias a la moda de los collares que se ven hoy por todos lados, de hecho, era bastante mas discreto que algunos que se venden en tiendas de primera marca.

Nos sentamos y la esperamos tomando un té, ella avisó que salía de trabajar y llegaba unos minutos tarde, disculpándose, y yo pensando si al final nos daría plantón... no sería la primera vez, asi que por lo menos disfrutaríamos del momento en la cafetería. Al cabo de un rato, apareció. Nerviosa, expectante, y sorprendida de encontrarse a "gente normal", se presentó y lo soltó, así, sin más... a lo que le respondí: hija, qué crees, que vamos vestidos de cuero y látex a tomar un café o qué jajaja! Sirvió para cortar el hielo.

Ella era bajita, risueña, con la cara algo cargada de alguna cicatriz emocional reciente, pero aun conservaba mucha felicidad tras esos ojos miel. Su pelo, tremendamente rizado y largo, parecía que envolviese su cabeza en una corona, o una melena de leona inocente. Era una chica joven, con curvas generosas, piel dorada y sonrisa amplia. Venía en vaqueros y una blusa, con una bufanda, tratando de disimular su tremendo pecho, cosa que hacía veladamente, era imposible tapar tanta enormidad. Aun así, como tantas y tantas mujeres, parecía tener complejo y no enseñar ni disfrutar de su cuerpo, una lástima, vaya.

Nos contó que acababa de salir de una relación formal, a punto de casarse, y que el sexo había sido siempre un trámite, algo que debía hacer por ser novia de alguien, pero que realmente nunca lo había disfrutado. Que lo hacía... por obligación.

Tuve que interrumpirla en ese momento, : "espera, espera... qué quieres decir con eso de que nunca has disfrutado del sexo... No has tenido un orgasmo ... nunca?"

-"Bueno, sí... eso creo, no?" - respondió, entre nerviosa y azorada.

-"o es que sí o es que no, no lo sabes?" Reiteré estupefacto.

-"Pues ...la verdad no lo sé!" Respondió entre la espada y la pared.

-"eso es que no, no lo has tenido, pero a ver, chiquilla... tú te masturbarás, no?" Indagué, preocupado.

-"No" Respondió seria.

-"NUNCA?" preguntó mi sumisa

-"no, no me he tocado nunca ahí, ni lo he visto ni nada de nada". Respondió otra vez azorada y cada vez mas nerviosa, mordiéndose el labio.

-"Pues tienes que conocerte a ti misma, todas lo hemos hecho, es sano hasta mirarse con un espejito y ver lo que tienes, no lo sabías?" Dijo mi sumisa.

-" ay... pues no sé!!! cambiemos de tema, jo..." Dijo ella ya un poco violenta.

-"Bueno, no te preocupes, solo nos ha sorprendido eso con la edad que tienes, ya has pasado los 25 años, cuando ahora lo normal es que con 22 sean ya personas sexualmente muy experimentadas... no te molestes, perdona, háblanos de cómo te interesaste por el bdsm, mejor, sí?" Dije, para desviar la atención.

Así, en parte por desviar la atención de ese tema, en parte porque le hacía falta hablar, nos contó que desde que acabó la relación se había empezado a interesar por el bdsm, por servir, por complacer... por cómo sería sentirse así... Por si así se sentiría mas completa, mas ella, mas feliz.

Cuando divagaba sobre el ser sumisa, sobre si lo era, su cara se iluminaba de ilusión, como una niña pequeña en la feria. Sabía que le atraían las ataduras, las restricciones, le había mandado varios videos de shibari y sé que le gustaron e incluso le apetecía probar. Y ella sabía que yo hago bondage, me miraba con ojos de deseo de cuando en cuando en la conversación.

Hablamos bastante, como dos horas, de sexo, de nuestra experiencia, de sus dudas... una charla amena y que creo que le vino estupendamente. Y, de repente, miró la hora en su móvil y dijo... UY!!! perdonad que tengo que ir a un cita que se me ha pasado el tiempo volando!!

"no pasa nada, ve, ha sido un placer conocerte y charlar contigo" Dijimos.

"gracias de verdad, no sabéis lo bien que me ha venido esto" Dijo despidiéndose.

Se fue corriendo, meneando su trasero voluptuoso dentro de sus vaqueros azules, medio correteando con esa melena de leona meneándose al caminar. Y nosotros nos quedamos pensando en cómo podía una chica así no haberse tocado hasta el orgasmo nunca hoy día. En fin, nos tomamos otro te y dijimos de ir a cenar a un restaurante cercano.

Mientras cenábamos, a la luz de las velas en un restaurante cercano, que encontramos de casualidad, me llegó un mensaje de ella, preguntándome si era mucha molestia poder vernos después de cenar en un sitio más íntimo, para "probar" ciertas cosas de las que habíamos hablado en el café. Me reí tan fuerte que tuve que contárle a mi sumisa el motivo, y ahí empezamos a instigar qué haría con ella... y a ser posible, solucionar su falta de conocimiento de sí misma.

Eran las once de la noche. Llamó a la puerta. Mi sumisa abrió, yo estaba sentado en el salón, aun vestido, pero con los zapatos ya quitados. La hizo pasar y se quedó delante mía parada, sin saber qué hacer, si sentarse... si quedarse de pie. Mi sumisa la miraba con una sonrisa en la cara detrás de ella, sé que pensaba "ay bonita... yo también estuve así"

Después de hacerla esperar unos segundos, bajé el volumen del televisor y sentado, la miré y dije...

"bueno.. y qué es lo que quieres probar?"

"Pues .. no sé.. err... el cómo se sie.." Mientras lo decía me levanté, la cogí de la nuca y apliqué cierta presión, y así, ella sola se calló y acabó postrada, rendida a mis pies.

"Estaba deseando ponerse a sus pies, amo" Me dijo mi sumisa. "se le veía en la cara". Sonrió.

Ese instante fue... delicioso, y eterno para ella. Aunque fuero solo unos segundos.

La levanté, y le dije,"si hay algo que no quieras hacer, solo di "para". Y pararemos. Has entendido?" - "Sí" dijo ella.

"Sí, qué" dije, levantando un poco la voz.

"sí... señor?" respondió con un hilo de voz.

"Quítale la ropa y llévala al dormitorio" Le dije a mi sumisa, voy a preparar ciertas cosas.

En la cama, estaba en ropa interior, de pie, esperando al lado de mi sumisa.

Le vendé los ojos nada más empezar, quería que se abstrajera de todo.

Luego, cogí una cuerda y le até las manos al cabecero de la cama. Le pedí que pusiera el culo en pompa.

Así, en ropa interior, temblando de vergüenza, excitación, casi sorprendida consigo misma por verse capaz de estar en esa situación... fue cuando sintió el primer golpe con el flogger, o látigo de nueve colas en su trasero.

Ese trasero en pompa era digno de un marco. Amplio, frondoso, impoluto, ofrecido... Y solo tapado por un tanga. Y un tanga sudado de todo el día... cuánto tenía que aprender esta chica que los detalles son importantes.

El primer golpe le pilló de sorpresa, tembló al recibirlo, no sabía cómo reaccionar. No supo si era dolor, placer, o mas bien sorpresa. Mientras lo decidía, sintió el segundo. Se le escapó un gemido involuntario.

"del 1 al 10, cuánto" Sonó mi voz en sus oídos. No contestó.

"Cariño, que del 1 al 10, cuánto te ha dolido, dice el amo" Explicó mi sumisa.

"errr... 4" Dijo ella

FLAPPPP! Sonó el flogger otra vez en su trasero, algo más fuerte.

"4, qué" Dije, mas alto.

"4, ... señoor" Respondió.

"bien, que no se te olvide" Dije, divertido.

"Abre las piernas y mantén el culo en pompa" Ordené.

Era difícil, y lo sabía. Las manos al cabecero, ese culo que empezaba a colorearse en pompa y las piernas abiertas. Mantener el equilibrio sin ver nada y FLOOOPPP!!! Seguí haciendo uso del flogger, con más intensidad, sin pasarme, sabía que era su primera vez, como con tantas otras cosas.

De repende paré. Algo había llamado mi atención.

"Vaya vaya... qué es eso que huelo?" "Me temo que te está gustando... o eso o al abrir las piernas todos tus jugos desprenden aroma de otra cosa... no?jajajaj" Me gusta provocar vergüenza, disfruto mucho.

Ella no respondió, aunque se mordió el labio, humillada. Efectivamente olía. Olía mucho.  A perra en celo.

Dejé el flogger, y le ordené ponerse boca arriba.

Le ordené a mi sumisa quitarle el tanga, que, además...estaba hecho un asquito, empapado y sudado a mas no poder.

así, boca arriba en la cama, desnuda, con el sujetador puesto, las manos atadas al cabecero, los ojos vendados y el coño chorreando de perra en celo... Le dije, "todo bien, quieres que pare?"

"no, por favor" Respondió..." Lo único.. por favor... No me follen." Suplicó.

Me reí interiormente... como si follar fuera lo único que se puede esperar en este mundillo.

"no te preocupes, nada que no quieras hacer, se hará". Respondí.

Le até cada pierna al cabecero, quedando totalmente expuesta. Le desabroché como pude el sujetador, y lo subí dejando que esos melones se desparramaran libres. Tenía unos pezones oscuros, y estaban tremendamente erizados.

Mi sumisa me dijo, "amo, puedo yo, por favor?" Pidiéndome permiso con el hitachi en la mano. Me sorprendió esa súplica de ella, es tremendamente hetero, y, por ello, le di mi permiso, sorprendido.

Ella bajó a su sexo, hitachi en mano, y lo enchufó directamente al clítoris.

"oh...dios" Murmuró.

Yo saqué unas pinzas, y me entretuve torturando sus pezones.

"Me gusta controlar los orgasmos de mis perras, pero tú... ni eres mía.. ni sabes lo que es, así que... simplemente disfruta y déjate ir."

"perra, ya que me has pedido permiso... esmérate, o tendrás castigo. Y si lo consigues... quizá me plantee premiarte".

Dicho lo cual, mi sumisa mantuvo el hitachi en el clítoris, pero empezó a juguetar con dos dedos en ella, penetrando su coño encharcado, y buscando su punto g por dentro.

Ella cada vez gemía más, empezaba a menear las caderas inconscientemente. Tenía puestas mis pinzas en los pezones, y yo las movía, azotaba y pellizcaba a mi antojo.

Era una situación tremendamente excitante. En ese momento podía haber hecho con ella lo que me viniera en gana.

Me coloqué detrás de mi sumisa...  y la enculé. De una vez.  A fondo. "dios amo... sus huevos en mi coño...uffffff" "puedo correrme, amo?"

"No, perra, si ella se corre... podrás. Si no se corre... no puedes"

Dicho lo cual se lanzó como una fiera desatada a comerle el coño. Creo que no ha tenido tanto hambre de hembra en su vida. Así de necesitada estaba de correrse.

LA situación era demasiado para mi, y acabé diciendo a la par que me vaciaba "dios perra haz que se corra ya porque yo te voy a preñar el culo aHoraaaaaAAAAAA"

Ella gimió y se convulsionó. Los dedos de los pies se crisparon, y llenó de jugos la boca de mi perra. Yo llené sus intestinos de mi fluido vital, y a la par mi perra convulsionaba, bufaba y se corrió a chorros en el suelo haciendo un charco de squirt y mojándome los pies.

Me retiré, y le dije a mi perra: "limpia"

Me lamió polla, huevos, y pies. LUego limpió el suelo mientras yo la destaba.

Y así nació Orgasmos Sin Fronteras. Que no quede nadie sin saber lo que es un Orgasmo... aunque sea para saber qué se pierden.

PD: desde entonces, ella se masturba. Qué cosas, eh?