Oscuros deseos
Aquellos humildes desconocidos nos descubrieron los aspectos más oscuros de nuestra sexualidad a personas sofisticadas y snobs como nosotros
CLAUDIA
Aquel día estaba radiante. Disfrutaba con mi pareja de un lugar maravilloso y todo fluía, era como si el universo hubiera conspirado para nuestra felicidad.
Además nos habían invitado a una de las fiestas más celebradas de la isla a la que yo deseaba asistir más que nada, no podía pedir más.
Pensaba que por fin la vida nos había sonreído y estaba desbordante de alegría poco podía imaginar en aquel momento lo que posteriormente iba a suceder y que iba a marcar nuestra existencia para siempre.
Cuando llegamos el ambiente era fantástico y noté que todas las miradas se posaban sobre mí y eso me encantaba.
La tenue luz, la suave música , la elegancia del lugar, el servicio y la comida, todo había sido inmejorable y esto hizo que me sintiera relajada y a gusto.
A medida que la noche iba avanzando, fui tomando trago tras trago, sin caer en la cuenta de la cantidad de alcohol que iba ingiriendo y consecuentemente mi desinhibición fue en aumento.
Cuando sonó el ritmo que yo adoraba bailar, me sentí en las estrellas y necesitaba canalizar toda esta euforia que me invadía de algún modo.
Intenté arrastrar a David pero no hubo manera de convencerle o sea que decidí ir sola, la verdad no me importó mucho porque yo ya estaba en otro mundo.
Sentía que el sonido invadía todo mi cuerpo y yo me fundía con ella a través de mis rítmicos contoneos de los que no era muy consciente. Imagino que aquellos movimientos atrajeron la atención de algunos hombres y pronto me vi rodeada por ellos.
Pude ver el deseo en sus ojos. No me molestó al contrario me encantaba sentirme deseada, miré a David y me hizo una seña de complicidad pues la verdad era que a los dos nos encantaban estos juegos de seducción.
Por eso cuando aquel mestizo avanzó hacia mí y me agarró decididamente por la cintura, no me sorprendió, era alto, fuerte, bien parecido, muy masculino y bailaba de un modo que me hacía volar, era como si mi cuerpo no pesara y se deslizara sobre el suelo sin ningún esfuerzo.
David por su parte estaba muy entretenido hablando animadamente con otros invitados, eso me tranquilizó y me entregué totalmente al ritmo de la música.
Sin darme cuenta aquel hombre fue seduciéndome poco a poco, haciéndome perder el sentido de la realidad, como si nada más que el baile existiera, puede que fuera su forma de moverse, su gracioso descaro, su cuerpo fuerte y algo tosco pero muy varonil, su olor, la rítmica música, los tragos…….. posiblemente la combinación de todos estos factores fue lo que me decidió a acompañarle cuando me propuso ir a contemplar una vista única de la isla.
Realmente la vista era de una belleza excepcional, pensé para mí, mostraba en su plenitud la luna llena que se reflejaba sobre el mar, creando la sensación de que un rio de plata se deslizaba por la superficie del mismo, acompañada de una suave y cálida brisa, una tenue luz y los ecos de esa rítmica música que se oía a lo lejos, todo ello creaba una sensación mágica donde todo parecía posible por eso cuando el paso su brazo por encima de mi hombro lejos de apartarme recosté mi cabeza sobre el suyo.
Con su cálida y grave voz me preguntó, si estaba a gusto. Yo le respondí que si, que mucho. La verdad era que mis pensamientos estaban concentrados en aquel momento único y por eso cuando él deslizó delicadamente su mano por mi espalda desnuda que dejaba al descubierto, el vaporoso vestido que me había puesto para aquella ocasión, una extraña sensación recorrió mi espina dorsal al contacto de la misma.
Creo que él percibió mi ligero temblor y eso le animó a progresar con sus caricias, pasando a posar su otra mano en mi cadera y a atraerme hacia él y sin darme cuenta me vi envuelta en un mar de sensaciones que hicieron que me dejara llevar hasta lo que sucedió después.
El apretó mi pecho contra el suyo en un sensual abrazo, sus carnosos labios se abrieron y se posaron sobre los míos y me dieron un largo y húmedo beso que yo correspondí, nuestras lenguas se encontraron y aquello despertó mi deseo.
Al mismo tiempo él continuó deslizando su tosca mano hasta la parte baja de mi espalda, acercándose lentamente a mis glúteos que apretó con fuerza rítmicamente, separando mis nalgas y sentí como el agujero de mi ano se abría como una flor y una corriente eléctrica alcanzó mi clítoris haciendo fluir mis jugos vaginales que inundaron toda la zona.
No sabía que me ocurría, parecía como si yo hubiese perdido el control sobre mi cuerpo y mi mente bajo el influjo de un encantamiento que me estremecía y me daba miedo a la vez y que sometía mi voluntad a los deseos de aquel desconocido.
Yo quería a David con toda mi alma pero en aquellas circunstancias no podía pensar en otra cosa que no fuera que aquel rudo mestizo me sometiera y me hiciera suya. Sus manos siguieron recorriendo mi cuerpo cada centímetro de mi piel, bajaron a mis piernas y sentí su calor entre ellas, tocaban mi piel sutilmente, arriba y abajo, mientras su lengua jugueteaba en el interior de mis orejas para seguir con mi cuello y continuar bajando lentamente hasta mis pechos que ya habían sido liberados de la cárcel de mi vestido, lamiéndolos y mordisqueándolos con fruición, hasta mis erectos pezones que parecía que iban a estallar.
Cuando su mano alcanzó mi pubis sentí que se me iba la cabeza y de un modo instintivo mi mano bajo hacia su pantalón hasta alcanzar su miembro que adiviné a través de su pantalón debía ser muy grande, estaba duro como una roca, palpitaba y entonces deseé tenerlo en mi boca pero el siguió recorriendo mi cuerpo, de mis tetas a mi abdomen hasta alcanzar mi pubis, rodeándolo con su húmeda lengua sin tocar mi excitado clítoris lo cuál no hacía más que incrementar mi deseo hasta enloquecer, le pedí, no, le suplique que lo besara sin éxito siguió su particular recorrido, deteniéndose en la entrada de mi vagina que besó sin llegar a introducirla durante unos interminables minutos.
Yo estaba literalmente ardiendo pero él sin inmutarse siguió acariciando con sus manos mis piernas, mis tetas y con su lengua continuó su recorrido hasta la entrada de mi ano que besó cuidadosamente, llevándome al paraíso cuando la introdujo en su interior y sentí su caricia húmeda y caliente.
Notaba su lengua retorciéndose en el interior de mi culito mientras que al mismo tiempo sus grandes dedos apretaban con fuerza mis pezones lo que me provocó una intensa sensación de placer. De la vagina seguían emanando mis fluidos de vida como roca fundida de un volcán.
Yo no podía más necesitaba sentir su verga dentro de mí así que me arrodillé frente a él y saque su miembro, erecto, brillante, duro y mucho más grande de lo que yo había intuido. Lo acaricié delicadamente y sentí su pulsación entre mis dedos. Acerque mi boca a aquella maravilla y me lo introduje, no sin cierta dificultad dado el tamaño del mismo. Saboree con deleite el néctar que fluía por el orificio de su pene.
Sentí como crecía aún más dentro de mi boca como respuesta a mi succión y me lo introduje hasta el fondo de mi garganta tanto como fui capaz, veía en su cara el intenso placer que él estaba sintiendo y eso me animaba más.
Pero ahora necesitaba con urgencia que me penetrara hasta lo más profundo de mi vagina y por fortuna, el lo comprendió, con mucha seguridad y delicadeza me recostó y me cabalgó, noté su pene erecto rozando mi clítoris y la presión del glande en la entrada de mi vagina que estaba próxima a su punto de fusión, sentí como iba entrando poco a poco pero firmemente, yo estaba en éxtasis con su delicioso y rítmico bombeo.
Perdí la noción del tiempo estaba en otra dimensión, solo sabía que quería que aquello no acabara nunca por eso cuando me volteó para penetrarme por detrás no opuse ninguna resistencia. Me encantaba su seguridad y su descaro cuando volví a sentirle dentro de mi, el mundo dejó de existir.
Sus embestidas eran ahora mucho más profundas y fuertes, sentía que su glande urgaba el fondo de mi vagina y el roce con mi punto g me enloquecía hasta casi hacerme perder el sentido.
Pasados unos minutos retiró su polla de mi vagina y concentró su atención en mi ano salivándolo y penetrándolo con su lengua, arriba y abajo, notaba como el agujero iba dilatándose por el placer, nunca antes me habían hecho algo así y era una sensación desconocida para mi, de repente note la punta de su glande restregándose contra mi culito presionando mi agujerito para entrar, sentí como iba entrando lentamente, fue una sensación de dolor pero un dolor gozoso que me encantaba sentir, y deseaba aquella magnífica verga en lo más profundo de mis entrañas. De pronto aparecieron tres hombres negros, rudos, altos y fuertes, los reconocí al instante, eran los mismos que me acechaban cuando bailaba.
Sin mediar palabra sacaron sus penes que estaban erectos, duros y palpitantes y uno a uno me los metieron en la boca, mientras me obligaban a masturbar a los restantes, al mismo tiempo me manoseaban sin ninguna delicadeza, las tetas, apretaban mis pezones, mi clítoris, mi vagina, restregaban sus vergas contra mis pechos, la verdad estaba siendo manoseada por todas partes Yo era una mujer sin voluntad , totalmente sometida por el placer que me daba la polla del mestizo en mi culito y por esa razón no opuse ni la más mínima resistencia.
Por otra parte debo reconocer que el hecho de ser sometida por aquellos desconocidos de aquel modo no hacía sino que incrementar mi excitación por el morbo de la situación.
El siguió bombeándome, yo le rogaba que no parara que me penetrara más fuerte pero de repente sentí que su badajo crecía aún más, explotó y derramó todo su abundante semen en mi interior y yo tuve una oleada de orgasmos tan intensos que creí morir.
El mestizo sacó su polla de mi culito pero no había tregua ya que casi inmediatamente uno de los negros penetró mi vagina y el otro mi culito mientras el tercero continuaba follándome la boca hasta que noté un sabor agridulce algo amargo de su semen inundándome y que no dudé en tragarme. Los otros dos seguían follando mis agujeros, debo reconocer que tenían unos falos extraordinarios, grandes y hermosos que me proporcionaban un placer estratosférico y siguieron así hasta que se vinieron dentro de mi e hicieron que sintiera el orgasmo más intenso de mi vida.
Estaba actuando como una auténtica puta que disfrutaba como nunca, yo la mujer inalcanzable para los hombres ahí estaba totalmente entregada, gritando y suplicando que la follaran más duro. No me reconocía.
Cuando apareció David de entre el follaje, quede totalmente confundida y cuando el mestizo le dijo que era una puta a la que habían llenado de semen y le ordeno limpiarme con su lengua, me dejó perpleja de que él accediera sin mostrar ningún signo de contrariedad. Comenzó por besarme la boca, continuó por mi vagina y mi culito de los que extrajo todo el semen del mestizo y los negros, saboreándolo y tragándoselo a continuación.
Comprendí todo cuando me di cuenta de su estado de excitación, con la polla tan dura que parecía que iba a reventar.
A pesar de la rabia e impotencia que hubiese podido sentir al verme entregada, follada y abusada por aquellos hombres y que yo hubiese correspondido como una cualquiera, el estado de excitación que le había producido ver mi placer en tales circunstancias, superaba con creces su indignación y se dejó llevar por su deseo.
Era una emoción totalmente desconocida para él y el verme poseída por otros hombres en su presencia hizo explotar su libido, sin duda aquella noche íbamos a descubrir muchos aspectos de nuestra sexualidad que ni nosotros mismo conocíamos y que marcarían el devenir de nuestra vida.
Me penetró con su miembro con una fuerza y fiereza inusitadas. Al poco me di cuenta de que el mestizo se había colocado detrás de David y empezó a acariciar su culito a fin de dilatarlo lo suficiente para penetrárselo . Mi sorpresa fue oír que sus gritos inicialmente de dolor fueron sustituidos por fuertes gemidos de placer cuando el badajo del mestizo entraba y salía de su culo, tal como le había dicho el mestizo, parecía que era lo que buscaba y mientras él se sometía a la polla del mestizo yo notaba su polla en mi vagina más dura que nunca antes, tanto que tuve que morderme la mano para no lanzar un grito espantoso.
Los negros quisieron participar, uno empezó a follarme el culo y los otros dos nos obligaron a David y a mi a besarles la polla, comerles los huevos y hasta lamer su culo, fue algo muy humillante vernos sometidos de aquel modo, ambos enculados por sendas pollas duras como el acero y a la vez vernos obligados a pasar nuestras lenguas por las partes íntimas de los negros y como éstos empujaban nuestras cabezas para forzarnos a enterrar nuestras lenguas en sus culos pero a la vez era tan morboso que no pudimos evitar removerlas por su interior con fruición lo que parecía provocarles un placer increíble.
Por mi parte yo me sentía totalmente embargada por el placer y el morbo, me excitaban las salvajes embestidas de David en mi vagina y las acometidas de la enorme polla del negro en mi culito, el morbo de ver como David se retorcía al ritmo del placer que le proporcionaba la polla el mestizo en su culito y sus gemidos y gritos diciendo, más duro, más duro hasta que el mestizo se vino dentro de sus entrañas y el enorme orgasmo que le propinó y la humillación a la que estábamos siendo sometidos ambos, lamiendo aquellos oscuros culos de sabor algo salado pero muy sabrosos, me provocó un orgasmo tan extremo que hizo que todos se vinieran.
Exhausta, en el suelo, llena de semen vi con que facilidad uno de los negros enculó de nuevo a David con su falo gigantesco y su absoluta pérdida de control, como si nada más le importara que sentir aquel monstruo duro de carne moviéndose dentro suyo, dando alaridos y suplicando más y más fuerte como si no quisiera que nunca terminara,, consiguió que sintiera otro orgasmo aún más intenso.
David casi en un estado de semi inconsciencia no se dio mucha cuenta que los otros dos negros le encularon de nuevo viniéndose en su intestino. El solo repetía de un modo suplicante, más, más……..
Al alba los cuatro hombres se fueron por el mismo camino por donde habían venido y David y yo exhaustos, en el suelo, con nuestra carne trémula y todos nuestros agujeros palpitantes por el deseo complacido por aquellas pollas nos abrazamos de un modo cálido y amoroso como nunca antes pues ahora compartíamos una experiencia de vida única.
Aquellos cuatro humildes desconocidos nos había permitido descubrir aspectos de nosotros mismos que desconocíamos…………………….