Oscuras relaciones (2)

Me rodeo con ambos brazos en un apretado abrazo, sus latidos atronaban mis oidos, oh dios aquel olor era más rico e intenso en su pecho, vainilla, coco y algo de pimienta al final. Quise deslizar mis brazos por su cintura y apretarlo más contra mí, hasta que no quedara nada de espacio entre nosotros

-Silencio-

Susurro tan cerca de mi oído que su aliento fresco me hiso cosquillas en la piel. Hacia menos de veinticuatro horas había sido agredida sexualmente y ahora otro maniático me tenía contra la pared con una mano en la boca. Trate de rogarle con los ojos que no me hiciera daño

  • no te hare daño si colaboras-

Su voz era suave, melodiosa, te invitaba a cerrar los ojos y dejarte llevar pero luche contra ese impulso

-Ahora entraremos y te quedaras calladita-

Asentí o al menos lo intente, todo su cuerpo me presionaba contra la pared y me dejaba poca movilidad. Tomo mis llaves y abrió la puerta sin soltarme. Con su cuerpo me fue empujando dentro del departamento. Cerró la puerta y observo el lugar, yo no podía ver nada porque las luces estaban apagadas, aunque para el eso no parecía ser un problema.

-Te voy a sentar en el sofá- miro en dirección al mueble- y te voy a soltar, no harás ningún ruido, no gritaras ni trataras de huir, ¿entendiste?-daba las instrucciones como si le hablara a una niña pequeña y boba.

Moví la cabeza y el sonrió ampliamente. Tenía los caninos más desarrollados de lo normal, parecían una especie de colmillos, bien podían ser falsos, cualquier dentista puede poner prótesis, y desde el fenómeno de Crepúsculo habían aparecido muchos freaks.

Me llevo tomada de la cintura cubriéndome la boca. Alargo una mano y prendió la lamparita. Di un respingo por la impresión. Su rostro era como una máscara, pero no en el mal sentido si no todo lo contrario, era demasiado perfecto, demasiado irreal, la piel blanca y suave, como si fuera de porcelana, los ojos negros pero aureolados con un extraño color azulado, los labios carnosos y rojos, ¿estaría usando labial?, los rasgos afilados, le daban la apariencia de un felino demasiado listo, un depredador, sus movimientos parecían calculados al milímetro.

-Te voy a soltar-

Me previno regalándome otra de sus deslumbrantes sonrisas. Por un instante permanecí en la posición que me había dejado pero contrario a lo que le había prometido me levante de un salto y corrí a la puerta, tome la manija lista para lanzarme fuera y correr, pero él estaba apoyado contra la puerta, relajado y sonriente. Retrocedí dos pasos sin aliento, alucinada por su rapidez. Esta vez ya no fue tan amable y me levanto en vilo, un instante estábamos en la puerta y al siguiente cinco metros más allá nuevamente en el sillón.

-¿Pero?... ¿como?-

Balbuceé agitada mirando la puerta

-Eres una niña muy mala-

Dijo negando con un dedo cerca a mi rostro

-me has desobedecido, cosas malas pasan cuando la gente me desobedece-

Me encogí contra los cojines asustada

-¿Que quieres?-

Le pregunte con hilo de voz casi inaudible

-No te voy hacer daño…”por ahora”…solo quiero que me respondas unas preguntas-

El “por ahora” lo recalco curvando los labios y mostrando los dientes.No entendía que podía saber yo que a él le pudiera servir, trague saliva y me encogí más en el sillón sin apartar la vista del hombre.

-¿Dónde se esconde el Caído?-

¿El caído?, pero de qué demonios hablaba este tipo

-No…no…no se dé que me habla-

Una nueva sonrisa se dibujo en su rostro, pero esta me causo escalofríos, no había nada divertido en la manera que sonreía.

-Niña, ya te advertí que no me gusta que me desobedezcan, así que dime donde se encuentra el caído-

El Permanecía tranquilo, totalmente relajado, como si fuéramos dos viejos conocidos manteniendo una charla ordinaria en lugar de un maniaco interrogando a una pobre mujer. Era frio hasta la medula.

-No sé de qué me habla-

-¡NO ME HAGAS PERDER LA PACIENCIA!-

Los ojos del hombre emitieron un brillo rojizo, su voz suave cambio a un gruñido gutural y siniestro. Por todos los santos que era eso.

Yo retrocedí todo lo que permitía el viejo sillón, aterrada y temblando

El tipo se calmo casi al instante, dio un fuerte suspiro como si odiara perder el control y se acomodo algunos cabellos que le habían caído por el rostro.

-Te advertí que no me desobedecieras-

Su voz era nuevamente melodiosa y calma. Pero no me engaño, había tenido un vistazo de cómo era realmente, un loco desquiciado.

-Te juro por dios…

Una de sus manos voló a mis labios y me apretó con fuerza contra el sillón haciéndolo crujir

-Niña no menciones ese nombre en mi presencia-

Me fue soltando despacio. Su cuerpo delgado se fue encogiendo hasta quedar en cuclillas frente a mí

-No sé de quién me habla-

Le dije entre Lagrimas

-No llores-

Me pidió dulcificando la voz y cambiando el gesto de la cara por uno de completa simpatía. Sus dedos recogieron un par de lagrimas, las observo unos segundos, parecía como si se maravillara por la manera como la luz se filtraba en aquellas pequeñas gotas de agua.

-Los humanos me parecen fascinantes-

Dijo como si hablara más para sí mismo que conmigo.Que había querido decir con eso de “humanos”, ¿que se consideraba él?, ¿un marciano?. Movió la cabeza y se volvió a concentrar en mí.

-Siento el arrebato-

Se disculpo acariciándome el rostro y apartando cabellos húmedos de mis mejillas

-¿El nombre Gabriel te refresca la memoria?-

Me puse tensa, y él lo noto, una sonrisa de satisfacción absoluta se dibujo en su perfecto rostro de alabastro

-Ah sido mi culpa me disculpo una vez más, quizás no estás familiarizada con el término “caído”-

En realidad no estaba familiarizada con nada de lo que estuviera ocurriendo en este momento

-No conozco a ningún Gabriel-

Puse mi mejor cara de póker, no era un delatora, y si aquel tipo quería algo con el hombre que me había salvado la noche pasada de unos violadores, no sería yo quien le de la pista

-Tiffani no me hagas perder nuevamente la paciencia, detesto ponerme así-

Como sabia mi nombre

-¿Cómo sabes mi nombre?-

-Eso no importa, lo importante es que me digas donde lo encuentro, y créeme que obtendré esa información por las buenas o por las malas-

Le creí. Entonces que podía hacer, opte por la verdad, bueno la verdad a medias.

-Conozco a un tal Gabriel, me salvo de unos delincuentes anoche-

-y…

El hombre se había acercado hasta estar a centímetros de mi cuerpo, Expedia un extraño calor, y su olor fresco como a mentas me empezaba a marear

-Y eso es todo, no sé donde vive-

Eso si era verdad, claro que tenía una ligera sospecha de donde.

-Tiff, te creo-

Poso su delicada mano sobre mi hombro y una oleada de calor nada placentera se concentro donde me tocaba

-Ahora-dijo soltándome y caminando hacia la puerta-te daré una misión, deberás encontrar su escondite-se acomodo el pelo y abrió la puerta del departamento-vendré por esa información mañana a las…-cerro los ojos y pensó unos segundos- a las cuatro de la mañana, y será mejor que tengas buenas noticias, o…

Y dejando las suposiciones volar en el aire salió del departamento, no tenia que preguntar a que se refería con él “o”, estaba implícito a que se refería, cosas malas, dolorosas también cruzaron por mi mente.

Como me había metido en tal lio no estaba segura, pero la clave era aquel tipo Gabriel, lo buscaría y le daría el recadito de ese tipo maligno. Porque lo era, malo hasta el centro de su ser, y esa demostración a lo exorcista, la manera como se había desfigurado su cara en algo, que no podía explicar, aun me ponía la piel de gallina.


Estaba nerviosa y ansiosa, miraba el reloj cada cinco minutos, y a pesar que deseara con todas mis fuerzas que el reloj fuera más lento, no iba a suceder, mi turno terminaba a los dos, pero no aguantaría tanto

-Franklin-

El me observo desde atrás de la barra, con ojos llenos de recelo.

-Dime bombón-

-No sé si podría irme una hora antes-

El me dio una de sus largas miradas como tratando de adivinar que ocurría.

-Y se puede saber el motivo-

No, no se podía

-Tengo calambres en el vientre ya sabes, todos los meses…

Pero el corto mi cháchara con un movimiento de cabeza, siempre funcionaba desviar la atención con problemas de mujeres que a ningún hombre le gusta saber o entrar en detalles

-OK, ve y…ponte mejor-

Me fui llena de sonrisas hasta la parte trasera donde me cambiaba, ya sola los nervios volvieron a mi encuentro, abrí el locker, saque la chaqueta y el bolso, John entro en ese preciso momento, todo dulzura y calma

-¿Qué hay John?-

Lo salude, pero el muchacho me observaba de una manera distinta, curioso era la palabra, sus ojos se entrecerraron como si quisieran ver una imagen difusa atraves de un cristal sucio.

-¿John?-

Dio dos pasos hasta casi tocar mi cuerpo con el suyo, levanto la mano derecha y la movió en un círculo grande frente a mi rostro.

-¿JHON?-

Dije mas fuerte sacándolo de su ensoñación, trance, rezos o lo que fuera que estaba haciendo

-Lo siento-

Se disculpo mirando al suelo

-Está bien…no te preocupes-

Me puse la chaqueta aturdida por aquel espectáculo, preferí no preguntar que había sido todo eso, cada quien tenía sus manías, lo rodee pero antes de salir le palmee el hombro como signo de “todo está bien no me importa que seas un loquito”.

-Tiff-

Llamo. Apreté los ojos y respondí

-mmm-

-Ten cuidado, ten mucho cuidado-

Valeeeee, eso sí que no había sido para nada raro

-Siempre lo tengo-

Le dije con voz cantarina

Salí a toda prisa antes que me llamara otra vez. Jamás lo había visto tan extraño, pero bueno, como dicen, uno jamás termina de conocer a las personas.


En tiempo record estaba en mi casa dejando el bolso y cambiándome de ropa, unos jeans, zapatillas y algo más grueso encima y estaba lista para ir un par cuadras a la iglesia abandonada.

El portón principal estaba ligeramente fuera de eje, una de las bisagras había desaparecido haciéndolo inestable y difícil de mover, pero luego de empujar, parar para mirar a los alrededores y comprobar que ningún policía pasaba logre entrar.

Adentro todo estaba como la vez anterior, polvo, basura amontonada, santos caídos, paredes rotas, unos movimientos entre las bancas que aun quedaban de pie me asustaron, prendí la linterna que había llevado e ilumine el lugar buscando la fuente del sonido. Una rata del tamaño de un gato pequeño salió corriendo, salte hacia atrás y maldije mi suerte. Porque no podía ocultarse en un bonito hotel libre de plagas rastreras.

-¡Gabriel!-

Llame, y mi voz se distorsiono y multiplico por todas las paredes. Nada.

-¡Gabriel!-

-¿Qué haces aquí?-

Grite retrocediendo hasta chocar con una banca que freno mi huida. Levante la linterna e ilumine al frente. Gabriel me miraba iracundo apretando los puños hasta que los nudillos se pusieron blancos.

-¿QUE HACES AQUÍ?-

Su pecho subía y bajaba, las fosas nasales temblaban, los labios apretados en una fina línea, la venas del cuello se le marcaban por el esfuerzo de contenerse.

-Yo…yo-

Tartamudee sin valor, si el tipo de anoche me había parecido aterrador, Gabriel era un demonio furioso

-Espero que tengas una buena razón para venir aquí niña-

Sus largas y fuertes piernas acortaron el espacio que nos separaba con rapidez, trate de retroceder pero la banca bien podía pesar el doble que yo y no se movió manteniéndome en la mira del toro.

-RESPONDE-

Rugió. El eco multiplico el sonido al punto que me tape los oídos y me encogí para cubrirme.

-Ahhhh, mierda, mierda, mierda…yo…yo…carajo-

Gabriel se paseo como un león enjaulado pateando papeles y restos de yeso

-Mierda…lo siento-

Se disculpo quedándose muy quieto como para demostrar que sería buen niño. Despacio me levante inhalando sonoramente y exhalando un suspiro.

-Si tuviera otra opción créeme que no habría venido-

Ahora la molesta era yo, por su culpa había sido visitada por un loco y encima el que se molestaba era él, era el colmo de los colmos.

-Gabriel- no espere su respuesta y proseguí caminando directo a él sin bajar la vista de sus penetrantes ojos verdes-anoche fui visitada por un amigo tuyo, y me dio un mensaje, bueno en realidad una misión-gruñí por la frustración pero continúe-tengo que decirle para las cuatro de la mañana ósea- mire mi muñeca a un reloj que no usaba-dentro de dos horas, donde vives, o me prometió que cosas malas me pasarían-

-¿Gabriel?-

El no respondió, se quedo congelado en su lugar, sin pestañear. Trate de acercarme y tocarle el pecho para ver si le latía el corazón pero sus manos volaron a mis brazos, me sostuvo con fuerza y me sacudió haciendo crujir mi cuello.

-¿COMO SE LLAMA, COMO SE LLAMA, RESPONDE?-

Dejo de sacudirme. La cabeza me daba vueltas, trate de respirar pero me resulto difícil

-CARAJOOO…

Grito soltándome, caí arrodillada tosiendo y tratando de enfocar la mirada

-Mierda lo siento pero es importante que me digas quien era-

Levante la cabeza negando lentamente. Un estallido me hiso gritar y encogerme contra mis rodillas, uno de los ventanales había estallado en miles de pedazos, Gabriel me cubrió con su enorme cuerpo.

-Gaby, Gaby, Gaby-

Esa horrible voz era de aquel maniaco. Gabriel y yo giramos a ver el ventanal y recostado contra el marco vacio con las piernas cruzadas por los tobillos estaba el.

-Gaby que te parece si sales a jugar un rato-

Lo reto el hombre desde la ventana divertido

-Por qué mejor no entras tu demonio-

Ladro Gabriel poniéndose de pie y moviéndome hasta ponerse de escudo entre el tipo y yo

-Mejor nos encontramos en la puerta ok…y antes que pienses en la salida de atrás ya la tengo cubierta-

El hombre desapareció de la ventana. Gabriel apretó los puños y volteo a mirarme.

-¿Estas bien?-

Yo asentí temblando

-Espérame aquí-

-Noooo…

Le rogué pegándome a su cuerpo, tenía miedo de aquel enorme lugar a oscuras a pesar de ser una iglesia.

-Estarás más segura acá-

-NO-

Le plante cara y fui tajante con mi respuesta, el pareció darse cuenta que igual lo seguiría

-Eres un dolor en el culo-

-Y tu un imbécil-

Ya de acuerdo en lo que cada uno pensaba del otro me tomo de la mano y me saco a volandas del lugar.

-Te quedaras acá y no pondrás un pie fuera del umbral entendiste…yo estaré a dos metros y me podrás ver-

Asentí como una niñita malcriada aferrándome a mi linterna.

-Gaby cuanto tiempo-

El tipo lo recibió sonriente y con los brazos abiertos listo para un abrazo. Gabriel avanzó unos pasos hasta quedar fuera de la iglesia.

-¿Qué mierda quieres Bastiel?-

-Que frio recibimiento mi viejo amigo, y yo que pensé que te alegrarías de verme-

Larga pausa. Ambos se medían a las distancia. Estudiándose.

Bastiel reía mostrando sus caninos y Gabriel respiraba tan fuerte que parecía un toro a punto de atacar.

-¿Vas a decirme que quieres o te vas a quedar ahí parado?-

Dijo Gabriel rompiendo el silencio

-Solo quiero hablar viejo amigo solo eso, pero creo que aquí no es muy apropiado-

-¿Dónde?-

Escupió Gabriel

-Mi bar-

La voz de Bastiel tenía un filo extraño, como si retara a Gabriel

-No juegues conmigo… ¿Dónde?-

-Está bien, está bien…que te parece en neutralandia-

Bastiel se acomodo el cabello echándolo todo para atrás. Me pillo mirándolo y me lanzo un beso seguido por un guiño, tuve la tentación de salir y escupirle en su perfecta cara

-Mañana a esta hora-

Gabriel dio media vuelta pero Bastiel se aclaro la garganta

-Trae a la niña-

La rapidez con la que se giro Gabriel me dejo sin aire y con el corazón latiendo a mil

-Ella no tiene nada que ver en esto-

-Lo sé, pero me parece mona, así que tráela-

-No me presiones Bastiel-

Lo amenazo. Un poder concentrado se alzo desde el suelo donde estaba parado Gabriel, las pequeñas rocas del suelo temblaron.

-Si no la llevas la buscare en su adorable casa-

Haciendo una venia el tipo desapareció en la nada, un segundo estaba todo sonrisas y al siguiente nada, se había desmaterializado o algo así.

Estaba a punto de salir pero Gabriel me detuvo con la mano, escudriño la noche y olfateo el aire.

-Sal-

Dijo Convencido de que no había peligro. Obedecí avanzando despacio y verificando que estábamos solos.

-¿Qué fue eso?-

Le pregunte afónica

-Eso, fue Bastiel-pausa, gruñido y un mierda después prosiguió-vamos a tu casa-


El cielo estaba aclarando con los primeros colores de la mañana. Me sentía cansada y confundida. Trate de procesar todos los acontecimientos de la noche, pero nada tenía sentido.

Abrí la puerta de mi pequeño departamento y me di media vuelta ante el enorme hombre de casi dos metros que me seguía tan silencio y taciturno como la misma noche.

-Bueno gracias por acompañarme-

Intente cerrar la puerta pero la detuvo poniendo un pie dentro

-¿Qué haces?-

Le pregunte mirando su enorme corpulencia entrar a mi departamento que se empequeñeció a penas entro.

-Voy a pasar la noche contigo-

Aquel tipo debía estar bromeando, definitivamente era una broma

-Mira Gabriel ya casi esta por amanecer y no tengo ganas de bromas así que por favor vete-

Sostuve la puerta abierta para que saliera pero al contrario de lo que esperaba, que era que se largara, entro como si el lugar le perteneciera.

-Ey no me has escuchado-

-Si-

Respondió seco y sentándose en el pequeño sofá que crujía bajo su peso

-Entonces…

Puse ambas manos en las caderas sin mucha paciencia, pero el solo dejo vagar sus ojos por el lugar

-Entonces me quedo ya lo dije-

Como odiaba ese tonito mandón

-¿Y se puede saber por qué?-

-Protección-

Me acerqué a el de brazos cruzados pero sin cerrar la puerta de la calle.

-¿Protección de qué?-

-Ya escuchaste a Bastiel, por alguna razón que no entiendo- me miro de pies a cabeza como si fuera un bicho ordinario y particularmente pestilente- el está interesado en ti

Valla esto era el colmo, un maniaco estaba tras de mí por su culpa y tenía el descaro de verme como si sufriera de alguna enfermedad contagiosa.

-Muchas gracias Gabriel- le dije en tono irónico y amargo- pero no hace falta que me cuides, prefiero probar suerte sola y enfrentarme a ese lunático a tener que estar a tu lado cinco minutos mas-

Gabriel me observo unos instantes y una ligera sonrisa malévola curvo la comisura de sus labios.

-Tal parece pequeña humana que aun no entiendes la magnitud del problema-

Otra vez con la distinción de humana, ¿es que había entrado a una dimensión desconocida y todos eran marcianos?

-No sé de qué planeta serás tú, y la verdad no me importa. Pero lo que yo veo es que hay un maniático que no se qué demonios quiere conmigo y es por tu culpa- lo señale con el dedo corazón-y lo que hare será llamar a la policía-

Avance furiosa al teléfono pero en un abrir y cerrar de ojos la cara de Gabriel estaba a centímetros de mi. Tomo el teléfono y lo arranco de la pared

-Eyyy…

Gabriel tomo el aparato y se volvió a sentar plácidamente en el mueble.

-No sé qué te has creído miserable pero esta es mi casa y vas a respetarla-

Me acerqué con todas las intenciones de darle la cachetada de su vida, pero sus dedos tomaron mi muñeca firmemente, trate de zafarme pero fue inútil, yo intentaba con todas mis fuerzas y el solo me observaba con esa malévola sonrisa y una ceja arqueada.

-Sera mejor que te controles humana, no quiero perder la paciencia contigo-

Me soltó y regreso a su comodidad, esta vez alzando los pies al mueble.

-¿Qué eres?, aparte de un completo imbécil claro-

A estas alturas ya me había dado cuenta que algo muy extraño estaba pasando, y que eso de humana, era por algo en especial, y definitivamente el maniaco de Bastiel tenia de humano lo que yo de elefante.

-Mientras menos sepas mejor-

-Gabriel, ese hombre Bastiel definitivamente es algo “extraño”, y tu- con un movimiento de la mano lo señale de pies a cabeza- también eres algo mas, lo supe desde el día que me salvaste…lo que no entiendo es por qué no me dices lo que pasa, ya que estoy metida en esto hasta las narices-

Gabriel apretó la mandíbula y cerró los ojos dando un largooooo suspiro, se veía que no estaba en su naturaleza hablar y explicar las cosas como una persona racional.

-No debí salvarte-

Lo soltó tan de sopetón que por unos segundos pensé que había dicho otra cosa

-¿Perdón?-

-Que no debí salvarte, está prohibido que interfiramos con los humanos de esa manera-

-¿Está prohibido? ¿Quién lo prohíbe?, y porque sigues refiriéndote a mí como humana, ¿Qué es lo que eres tú?-

Gabriel tomo aire hasta que su enorme pecho se expandió por completo

-Bastiel es un demonio-

-Haber déjame ver si entendí, me estas queriendo decir que Bastiel es demonio, ¿como los que hay en el infierno?-

Gabriel asintió aun con la mandíbula apretada, hablar no era su fuerte estaba comprobadísimo

-¿Y esperas que te crea?-

-Puedes elegir creerme o no, ese es tu problema-

El se encogió de hombros despreocupado.

Preferí dejar para luego esa explicación ahora me importaba saber más otra cosa

-Ahora explícame cómo es eso que no debiste salvarme y que no está permitido interferir-

Gabriel me miro con esos ojos de un verde solido impenetrable, la mirada a pesar del color claro se volvió lúgubre y oscura, la incomodidad de lo que iba a decir se reflejo en todo su tenso cuerpo

-Soy un Caído, un ángel para que lo comprendas mejor, no tenemos permitido interferir de manera tan directa en las vidas humanas, pues como has visto se corre el riesgo de que ambos mundos choquen y suceda lo que está sucediendo contigo-

Demonios, ángeles, solo faltaban marcianos y podíamos montar una estupenda fiesta, este hombre estaba más loco que una cabra si pensaba que le iba a creer.

-Gabriel- pronuncie su nombre recalcando cada letra- no sé qué jueguito te traes tu y ese loco de Bastiel quizás sean de una pandilla o una nueva banda de chicos no lo se, pero si piensas que te voy a…

Gabriel se había parado mientras yo hablaba, y un cambio se producía en él, el aire a su alrededor se deformo como una especie de espejismo, algo asomaba por su espalda creciendo, desenroscándose, retrocedí agarrándome la boca, hasta que lo que emergía se convirtieron en alas, grandes alas como de paloma solo que estas eran negras, iridiscentes, como las de un cuervo, bueno le sentaban bien, eran negras como su alma.

-Pero que mier…

Retrocedí hasta llegar a la puerta de salida que aun estaba abierta. La cerré de prisa temerosa de que algún vecino pasara y viera el espectáculo. El permanecía quieto con las alas desplegadas, aunque no del todo, ya que su envergadura era mayor que la del pequeño espacio donde estábamos, Gabriel tenia la mirada fija hacia un lado, como si le diera vergüenza mostrar su verdadero yo.

Me acerqué despacio consiente de cada paso que daba, consiente de todo a mi alrededor, me detuve cuando estuve a su lado. Las alas a pesar de ser negras resplandecían con un color tornasolado bellísimo, quise tocarlas pero Gabriel retrocedió como un animal herido al ver lo que me proponía, al instante volvieron a ocultarse en su piel.

-¿Como es posible?-

Me senté despacio al borde del sillón sin apartar los ojos de el

-En el mundo hay muchas cosas aparte de lo obvio-

Necesite unos minutos para procesar lo que había visto y la información que recibía

-Tienes cerveza-

La voz neutra y huraña de Gabriel me regreso al presente. Espera, es que había pedido ¿cerveza?

-¿Los ángeles pueden beber?-

Gabriel puso los ojos en blanco y sin responder entro a la cocina. El sonido de la puerta siendo abierta y luego cerrada y acto seguido una botella siendo destapada me indico que el ángel había encontrado su cerveza.

Gabriel retorno a la sala bebiendo con grandes tragos el líquido.

-¿Por qué me salvaste si no debías hacerlo?-

El ángel se paralizo con el codo empinado y la bebida pasando por su garganta, después de tragar me miro como si evaluara que contarme y que no

-Simplemente fue un impulso-

Había algo más, algo que no me quería decir.

-Ósea que ahora estoy metida en esto por tu error-

Me abrase a misma al tratar de comprender en el mundo que me estaba sumergiendo sin haberlo pedido.

Gabriel dio un gruñido bajo muy parecido al de un león furioso

-Hubieras preferido que te violen-

Escupió las palabras sin nada de delicadeza, temblé al recordar aquella noche, víctima de aquellos hombres, de no haber sido por su intervención probablemente estaría muerta, no creía que me hubieran dejado viva luego de haberles visto las caras.

-¿Qué voy hacer?-

Le pregunte con un hilo de voz y terror en los ojos. El pareció compadecerse de mí y un extraño brillo apareció en sus ojos pero al instante se recompuso.

-Por ahora solo queda hacer lo que Bastiel quiere, iremos mañana al Neutral y veremos qué pasa-

Eso no me tranquilizaba pero no tenía más alternativa que hacer lo que me decía.

Afuera el cielo estaba despejado, di un gran bostezó sorprendida de como la vida seguía su ritmo, y el sueño y el hambre seguían siendo cosas normales, aunque ya nada parecía normal ni natural.

-Me voy a dormir-

Dije poniéndome de pie.

-¿Quieres algo para cubrirte?-

Le pregunte desde la puerta de mi habitación. El negó con un movimiento de cabeza y se recostó en el mueble cruzando brazos y piernas.


No había podido pegar un ojo, imágenes de Bastiel con alas de murciélago y dientes ensangrentados se filtraban en mi cerebro cada vez que cerraba los ojos.

Cuando mire la hora era ya muy entrada la mañana, sin haber podido dormir y tan nerviosa como me encontraba sería inútil ir a trabajar.

Llame a Franklin para avisarle que hoy no iría por los “problemas femeninos” y estuvo de acuerdo, ya tenía la noche libre y podría ir sin problemas aquel lugar.

Me quede sentada al borde de la cama tratando de escuchar algo proveniente de la sala, Gabriel ¿seguiría ahí o se habría ido?. Agucé el oído y un ronquido como de locomotora vieja fue la señal que dormía plácidamente en mi sillón. ¿Cómo podía dormir con todo lo que estaba pasando?, bueno siendo él lo que era probablemente no era la primera vez que tenia esta clase de problema.

Suspire resignada por mi mala suerte y camine al baño, una buena ducha caliente podía hacer milagros.

El agua caliente empañaba las baldosas y el espejo, entre y un escalofrió placentero recorrió mi cuerpo, ahhh, el agua caliente, que delicia, tome el jabón y lo deslice con cuidado por mi piel, primero una pierna, luego otra, el abdomen, los pechos, los brazos, me tome mi tiempo disfrutando de la sensación de paz y quietud. Me eche shampoo en el cabello y lo masajee hasta que una gran capa de jabón lo cubrió, un poco callo por mi rostro dejándome momentáneamente ciega, levante la cara a la ducha y deje que el agua recorriera mi cuerpo llevándose el jabón.

-TIFFANI-

Una fuerte mano abrió la cortina de la ducha. Nos miramos por unos cinco interminables segundos, sus ojos vagaron por toda mi anatomía. Cuando por fin Salí del shock tome la cortina y la cerré con calma.

-¿Es que no puedo tomar un baño tranquila?-

Le espete con voz osca y malhumorada

No recibí respuesta, por un momento pensé que se abría salido, me asome por la cortina y Gabriel se aferraba con fuerza al lavabo, parecía a punto de desmayarse.

-Por dios Gabriel-

Tome la toalla más próxima y me la envolví con rapidez saliendo de la ducha. Me acerqué a el dispuesta a ayudarlo pero cuando estaba a punto de tocarlo retrocedió, sus mejillas estaba encendidas, los ojos vidriosos y abiertos de par en par, como si hubiera visto una fantasma o algo que lo aterrorizara.

-¿Qué pasa?-

Le pregunte preocupada y tratando de acercarme a él otra vez. El retrocedió con torpeza y resbaló cayendo de espaldas.

-Gabriel que sucede ¿estás enfermo?-

Me arrodillé a su lado, mis rodillas rozaron su fuerte brazo pero él se retiro de golpe.

-Vístete mujer-

Logro articular con esfuerzo

-¿Estás bien?-

Le dije poniéndome de pie

-Pensé que te habías ido del departamento y entre a verificarlo-

Me hablaba dándome la espalda, como si no me pudiera ver

-Solo quería una ducha-

-Hoy no vas a trabajar-

Me ordeno, su cuerpo estaba más tenso de lo normal. Las venas de sus brazos resaltaban al igual que las del cuello.

-No hace falta que me ordenes, además ya llame para decirles que no iba-

Me voltee indignada por su autoritarismo, como odiaba que me diera ordenes, entre al baño y de un portazo cerré la puerta.

Termine de bañarme y Salí solo cubierta con la toalla, el cabello húmedo caía en suaves risos por mi espalda.

Sin dirigirle ni una mirada pase frente del sillón donde estaba sentado leyendo algo, fui a la cocina y haciendo más ruido del necesario, saque una sartén y lo necesario de la refrigeradora para prepararme un buen desayuno, aunque por la hora que era bien podría ser almuerzo. Me decidí por una tortilla de huevos, tome lo necesario y empecé con la preparación. No le podía dejar de hambre así que sin muchas ganas le prepare una también a el

Un olor delicioso entre vainilla y coco llego a mi nariz, olfatee extasiada por la dulzura, no era lo que yo estaba cocinando, seguí a mi nariz hasta que me llevo a la sala, abrí la puerta y olor me golpeo como una ráfaga cálida. Gabriel al verme entrar cerró los ojos y apretó la mandíbula.

-¿Hueles eso?-

Le pregunte moviendo la cabeza a todos lados

-No-

Respondió entre dientes y sin abrir los ojos

-Como no puedes olerlo es…es…riquísimo-

Le dije finalmente acercándome a él, con cada paso que daba en su dirección el olor se hacía mucho más intenso, ahora tenía un dejo de picante, casi lo podía saborear con la lengua. Ya estaba solo a un metro de el inconsciente de cuanto me había acercado era como si estuviera hipnotizada por aquel aroma.

-VISTETE-

Estallo de repente poniéndose de pie y saliendo de la habitación, luego de unos segundos escuche la puerta del baño ser cerrada con fuerza.

El olor ceso de pronto dejándome mareada y boqueando, con un calor intenso que me recorría.

¿Qué había sido eso?, y por qué se comportaba así. Bueno solo había una explicación yo le parecía repugnante. Claro las mujeres de su especie o raza o de lo que sea que eran debían ser hermosas y perfectas y yo una simple humana debía parecerle insignificante. Sintiéndome ofendida camine a mi dormitorio, el único baño de la casa estaba ahí, y lo podía escuchar respirar con fuerza. Que se joda, tome una bata larga y me la puse sobre la toalla, que se conformara con esto.

-Si quieres comer sales si no…-estuve tentada a decirle jodete pero me contuve-si no, no comas-

Regrese a la cocina y termine de cocinar, serví ambos platos y jugo de naranja.

El no salió del baño hasta dos horas después. Ni siquiera me dio una mirada al salir del baño e ir a la cocina.

-Loco-

Murmure peinándome el cabello.


El día entero me la había pasado en mi habitación mirando televisión o leyendo y Gabriel atrincherado en la sala sin dirigirme la palabra. Solo quería que llegara la noche y verme fuera de todo esto de una vez por todas, librarme de Gabriel, Bastiel y toda la mierda que les rodeaba. Retomaría mi vida como si todo hubiera sido una horrible pesadilla.

Me había quedado dormida sobre la cama cuando Gabriel entro y con su acostumbrado tono de voz me levanto.

-Es hora-

Dijo saliendo de mi habitación. Otra vez aquel olor delicioso impregnaba todo el lugar.

Me cambie poniéndome una falda botas y una chaqueta. El me esperaba mirando por la ventana, la escasa luz que entraba de la calle le iluminaba el poderoso perfil, la nariz larga y algo hinchada no era perfecta pero no dejaba de ser hermosa, los labios delineados estaban ligeramente abiertos, la mandíbula cuadrada destacaba dándole una apariencia varonil, su cuerpo corpulento definitivamente estaba muy bien constituido, los músculos tensos se marcaban bajo sus ropas. Contuve la respiración unos segundos, ese hombre era increíble, fuerte, varonil. Por alguna extraña razón sentí que así se callera el cielo a su lado no me pasaría nada.

-Estas lista-

Atontada asentí y Salí del departamento.

El me seguía unos pasos mas atrás, llegue a la esquina y pare, no sabía donde era aquel lugar.

-¿Dónde?-

-Está lejos para ir caminando-

-Bueno me lo hubieras dicho y sacaba dinero para el taxi-

Estaba por retroceder hacia mi departamento pero su mano me tomo por el brazo.

-Viajaremos a mi manera-

Me quede esperando que me explicara a que se refería con “a mi manera”

-Acércate-

Me ordeno, sus ojos refulgían, el verde impenetrable parecía haberse fundido hasta volverse líquido.

-¿Que me acerqué?-

Le pregunte dudosa

-Acércate maldita sea-

-Si me vas hablar así olvi…

Pero mis reclamos fueron cortados por su cuerpo, me rodeo con ambos brazos en un apretado abrazo, sus latidos atronaban mi oídos, oh dios aquel olor era más rico e intenso en su pecho, vainilla, coco y algo de pimienta al final. Quise deslizar mis brazos por su cintura y apretarlo más contra mí, hasta que no quedara nada de espacio entre nosotros solo nuestra piel.

Sus enormes alas se desplegaron y me rodearon como un par mas de brazos, alcé el rostro para verlo, sus ojos estaban cerrados con fuerza, las mandíbulas apretadas casi crujían por el chocar de los dientes, y sus músculos tan tensos que la ligera camisa de franela peligraba.

De pronto tomo impulso y nos vimos lanzados a la noche, sus alas se batían una y otra vez, con velocidad nos alejábamos del suelo. Maravillada mire hacia las diminutas figuras bajo nosotros.

-¿No nos pueden ver?-

Le pregunte temiendo que algunos peatones levantaran la cabeza.

-No-

-¿Como es posible?-

-Magia-

Respondió irónico

El paseo duro muy poco, cuando aterrizamos y me soltó, sentí un vacio en el pecho, como si sus brazos llenaran un espacio que hasta ahora no sabía que tenía.

Estaba más relajado ahora que ya no me sostenía, se alejo unos buenos diez pasos, valla sí que mi presencia le fastidiaba.

-Es por acá-

Me indico caminando.

Un aviso de neón en letras góticas decía NEUTRAL. En la puerta había un mastodonte, esa es la única palabra para describirlo, Un hombre de piel oscura con la cara llena de cicatrices, de la misma altura de Gabriel pero dos veces más ancho, nos miro sorprendido.

-Mucho tiempo sin verte caído-

Saludo riendo. El movimiento de su enorme pecho hiso que una cadena que le cruzaba el pecho tintineara. Mirando bien al tipo me percate que solo vestía unos pantalones de cuero y el torso desnudo, la cadena colgaba suspendida entre cada tetilla perforada.

Gabriel asintió a manera de saludo

-Y eso-

Dijo el tipo señalándome

Quise gritarle en su grotesca cara que “esto” tenía un nombre, Gabriel avanzó un par de pasos hasta cubrirme con su humanidad.

-Es mía-

Lo dijo sin darle mucha importancia a todo el significado de esas dos palabras.

Yo abrí la boca con estupor, ¿es mía había dicho?

-Claro-

Dijo el tipo riendo aun más fuerte.

-Ya sabes las reglas-

Le previno el hombresote.

-Si-

-Entonces, bienvenidos a NEUTRAL-

El tipo se hiso a un lado y abrió la puerta. Unas oscuras escaleras descendían a una especie de sótano.

-Vamos-

Gabriel me tomo de la mano y me interno en la oscuridad total.

Continuara…