Oscura pasion inmortal

Relato erotico, con toques de romanticismo gótico.

Ya estaba; lo había conseguido. Todas sus plegarias habían sido escuchadas y el ángel de las alas encostradas había acudido a su llamada.  Tenia una deuda con el, le había conseguido aquello que tanto anhelaba a cambio de su alma.

Su sueño se había cumplido. Aquella noche había sido la mas esperada desde hacia tiempo.  Se sentía amada y deseada; incluso a veces bonita y atractiva.

Desnuda ante el se sintio vulnerable y cayo desplomada sobre la alfombra negra aterciopelada.  Aquel tacto suave del terciopelo izo mella en su piel erizándola al extremo.   Sintió morir al notar sus manos acariciando su pelo largo y lacio, que tapaba parte de su rostro lánguido y enfermizo.

Aquel hombre, apartando aquellos finos cabellos, clavo su mirada en sus oscuras pupilas y la beso con una sutil violencia, mordiendo su lengua con firmeza.

Un quejido de satisfacción recorrió su garganta a la vez que un escalofrió, recorría cada hueco de su mas profunda anatomía.

La sangre se helo en sus venas, dando paso a un intenso hormigueo es sus partes mas intimas.  Los pezones antes pálidos, se mostraban ahora de un color alegre y vivo.

El, al que tanto había deseado en sueños, se encontraba ahora recorriendo su cuello lentamente con los labios; descendiendo cada vez, hacia lo mas bajo y oscuro de su ser.   Sentía sus pequeños senos mas vivos que nunca, cuando el los lamía y succionaba sus pezones.

El escalofrió inicial se torno en un volcán de sensaciones ocultas hasta el momento.  Algo en su interior estallo, hasta salpicar levemente la cara interna de sus muslos.   Aquel hombre joven, con sus grandes manos acaricio su sexo hasta entonces muerto y desolado.   Sus dedos se abrieron paso hasta el interior de su vajina, notando el calor lascivo del averno.

Durante largo rato, aquellos fornidos dedos juguetearon en su interior, a la vez, que ella fijaba su mirada en los oscuros ojos de aquel amor imposible.

Si; ella lo sabia, era consciente de que aquello pasaría una única vez; por eso había recurrido a las artes oscuras:"mejor poder amarlo solo una vez, a no hacerlo nunca"

Sus lenguas se entrelazaron y se fundieron en una.   Ella, hasta el entonces dócil, aparto aquella mano de su entrepierna y chupo sus dedos.  Bruscamente cogio la cabeza de su amante y la deslizo entre sus piernas.

El hundió su boca en aquella húmeda y calida fuente de pasión.  Bebió hasta saciarse, mientras ella acariciaba suavemente su cabeza y su cuello.

Ella lo deseaba mas que el aire que respiraba y quería que el pene de aquel hombre se clavase en su interior, como una estaca incandescente; de forma violenta, lo echo a un lado y se subió a horcajadas sobre el, clavando aquella estaca en lo mas profundo de su cuerpo.

Comenzó entonces a moverse espasmódicamente, de alante hacia atrás.  Sintió el roce de su miembro carcomiendo su interior.  Un calor asfixiante atravesó todo su cuerpo, convirtiendo aquel exquisito infierno en el más intenso de los placeres.

Un profundo e intenso estallido, lleno todo su vientre, llegando a  empapar sus muslos.  Sintió como se perdía toda la fuerza de su amante entre sus piernas.

Exhausta se dejo caer sobre el fuerte pecho de su hombre amado.

El tacto, a veces frió de su piel, no la había perturbado en ningún momento; pero ahora se daba cuenta del efecto sobrenatural que ejercía sobre ella.   Se sentía totalmente enganchada a el, como si de una droga dura se tratase.

El con su mano, acaricio su cuerpo. Retiro su pelo largo que descansaba sedoso sobre su hombro, dejando al descubierto su cuello pálido, donde se marcaba con precisión una vena palpitante de color azulado.

El, suavemente rozo con sus húmedos labios el lóbulo de su oreja y recorrió el resto de su cuello con la lengua hasta llegar a aquella palpitante vena llena de vida.

Su boca se abrió levemente, dejando asomar dos colmillos, tan afilados como sables. Clavo con suavidad sus punzantes dientes sobre la vena latente, dejando escapar de entre sus labios, un leve hilillo de sangre.

Ella sintió que aquellas punzadas eran las definitivas que le aseguraban una vida eterna junto a el.

Abrazados los dos se fundieron en uno y cruzaron el oscuro umbral de la inmortalidad.

El ángel de las alas encostradas dio por pagada la deuda de aquella joven, arrastrando su alma a la más dulce y oscura de las profundidades.