Oscura historia de amor (3)

Esta es mi historia de amor con mi padre, una historia que debería haber sido imposible...

Sus manos restregaron su calzoncillo en mi cara. Se había convertido en un chulo, había decidido liberar sus instintos más primarios y quería saciarlos conmigo. Yo me había decidido a hacerle gozar todo lo que pudiera y me dejé arrastrar por todas las sensaciones que nos rodeaban y el ambiente en el que estábamos sumergidos. El aire era caliente y espeso, como su respiración, y mis gemidos ligeros y provocativos, como la suave paja que me estaba haciendo para él. Una ofrenda para mi padre de la que ahora sería su puta.

Se que lo que aquí estoy contando es duro; pero desde el mismo momento en que le froté su piel bajo la ducha, con la suciedad, el agua se llevó también los prejuicios que habitan en la racionalidad humana y ya en nuestros cuerpos solo cupo el deseo.

Yo seguía recostado, con las piernas apoyadas en mis pies para mantener mi culo separado del colchón, dejándole al cabrón de mi padre todo mi ano. Sus gruesos dedos acariciaban mis nalgas con dedicación, mientras el estaba atento a cada gesto que mi cara le revelaba para comprobar como disfrutaba de su dedicación. Cuando su dedo corazón hizo incapié en mi ano, jadeé verdaderamente como la puta que era. Mi padre sonrió con satisfacción, sacó sus manos de mi raja y quitandome su calzoncillo de la boca me dio a chupar el mismo dedo que quería meterme. Yo lo chupé con avaricia y dejándoselo bien húmedo volvió a enterrarlo entre mis nalgas y me penetró con cuidado. Entró con una facilidad pasmosa.

Así guarrilla, disfruta.

El morbo se había hecho con la habitación. Me estaba follando con su dedo corazón el tío que me parecía que estaba más tremendo del mundo, mi padre.

Mis caricias sobre mi polla aumentaron la velocidad, sincronizándose con el mete y saca del dedo de mi padre. Mi culo se alzaba más y más y se movía acompasado a todo el movimiento que se estaba produciendo. Mis jadeos eran cada vez más fuertes y cada menos tiempo. Y entonces otro salivazo lanzado y otra vez hacia mis huevos, y aproximándose despacio para que se me hiciera terriblemente largo el momento, su cara se acercó a mis cojones y con su lengua restregó su saliva. Y me corrí como nunca en mi vida. Jadeando como una perra, con su lengua lamiendo mi escroto y con un solo dedo follandome el culo. La lefa que desterré de mi polla me salpicó la cara. Mi padre me miró y sonrió.

  • Cometela toda. Cómete tu leche.

Y con su mano que quedaba libre fue rebañando la leche y me la iba dando en la boca. Sacaba la lengua como un perrito hambriento, y le pedía más.

¿Quieres mas perra? Te voy a dar tu merienda putita. Y no va a pasar un minuto sin que estés deseando mamar del biberón de papá. ¿A que sí guarra?

¡Sí! ¡Dámela toda! ¡Quiero comértela hasta dejarte seco cabrón!

Y mi padre que ya se había incorporado y puesto de pie a mi lado, se bajó los pantalones deportivos hasta las rodillas y me mostró toda su polla morcillona y jugosa esperándome. Cuando acerqué mi boca lo que hizo fue pegarme con su pollón por la cara, y yo sacaba la lengua con desesperación para poder lamer algo de su polla. Esa polla que quería que fuese mía para siempre, y darle un hogar en mi boca, de la que nunca saliera.

Disfrutaba jugueteando así conmigo, hasta que en un descuido me la metió toda en la boca.

  • ¡Chupa verga perra, chupa! ¿Quieres mi leche, eh? Como la chupas zorra.

Me follaba la boca mientras me decía guarradas. Me llamaba su puta, su perra, guarrilla viciosa, perrita en celo... y eso le ponía aún mas burro. Su polla saciaba mi hambre de verga. Paró me mover su cuerpo hacia mi boca y entonces me dejó hacer a mí. Le recorría con la lengua toda la polla, le chupaba sus grandes cojones y le lamía sus peludas ingles mientras con la mano le pajeaba. Era una sensación fuertísima sentir su gorda polla entre mis dedos para que se corriera. Y entonces por su boca volvieron a salir órdenes. Me pedía que le comiera los huevos y que le chupara solo el capullo. Y entonces volvió a lanzar un salivazo como cuando me follaba con su dedo corazón, esta vez a su glande, y me dijo que lo restregase por la verga con la lengua. Mi padre era un puto vicioso... Y a mi me molaba porque podía ser igual que él si no más.

Y al poco de volver a follarme la boca se corrió generosamente, y volvió a ayudarme a acabar con toda la lefa.

Nos quedamos mirando una vez acabada la sesión de mamadas. Su rostro era serio, pero en la comisura de su boca veía una muestra de una sonrisa de satisfacción que no puedo esconder. Y allí comenzó la siguiente conversación, él con los pantalones y los calzones aún bajados, y yo completamente desnudo, sentado en el borde de mi cama y con su polla morcillona ladeándose a un lado.

Adrián, lo que hemos hecho, no se si....

Papá, desde que empecé a pajearme lo hacía pensando en tu polla, en tu cuerpo restregándose contra el mío. Montándome como a una potra y gritando de placer hasta decir basta.

Miré hacia mi polla, que ya se había puesto dura solo con decirle la verdad.

Pero esto no debería de gustarnos. Eres mi hijo.

Pensaba que era tu perra.

Y le miré con deseo y sumisión.

Que era tu puta. Tu guarra viciosa. Que no se va a separar del biberón de su papa. Que va a pedir leche a todas horas.

Yo ya estaba lanzado. Me levante y le acaricie la polla mientras le miraba a la cara y le seguía poniendo a cien.

Que quiere que le folles sin parar. Que te pediré más. Y que saciará tu sexo.

En ese momento ordeñé una última gota de su lefa, y recogiéndola con un dedo la dirigía hacia mi boca y saqué la lengua para chuparlo.

No me digas que lo hago mal, papá.

No, Adrián, si lo haces de puta madre. ¿Dónde y cómo lo has aprendido?

Eres la primera polla que mamo. Aunque antes que tus dedos, han ido los míos. Pero siempre quise que fuera tu polla la primera en follarme la boca. Y la primera en destrozarme el culo.

Me agarró de la nalga izquierda y me acercó con violencia hacia él. Me besó con dureza, y su fuerte lengua se hizo un nudo con la mía. Tras el beso me escupió a la boca.

Todo lo que te lance a la boca lo vas a comer puta.

Saqué mi lengua y relamí su salivazo mientras gemía.

Date la vuelta perra y apóyate en la cama.

Él me dirigió el cuerpo para ponerlo como quería. De pie, con la espalda doblada hacia la cama y apoyándome con las manos. Sentía como se agachaba hacia mis nalgas por su respiración a escasos centímetros de mi piel. Y como las acariciaba, me daba algún cachete, y me inspeccionaba como si fuera una yegua que estuviera en venta.

Te voy a afeitar el culo. Los culos peludos son los de los machos, y aquí solo veo el culo de una perrita cachonda y sucia.

Yo asentí pudorosamente. Mi padre me ya me había comprado y acababa de decidir marcarme como suyo. Mi polla volvía a estar a cien. La suya también.

Continuará...