Oscar, mi mejor amigo III

De como dos amigos desatendidos por sus esposas acaban follando nuevamente.

Este relato no consta como publicado aunque lo hice en su día

Para una mejor comprensión de la relato, sugiero a los lectores la lectura de las dos entregas anteriores.

Por motivos laborales, mi mejor amigo Oscar, y yo, nos desplazamos a Londres. Fueron dos jornadas de reuniones agotadoras y comidas con clientes muy productivas, cerrando contratos con varios grupos inversores.

En el taxi de vuelta al hotel meditaba sobre mi relación con Oscar, cara al exterior y sobre todo frente a nuestras esposas seguíamos siendo los buenos amigos de siempre, pero en nuestros encuentros había descubierto la faceta de macho alfa dominante de mi mejor amigo, por mi parte me excitaba ser sumiso someterme a su voluntad y deseos, ser su putito como le gustaba llamarme en la intimidad.

Llegamos al hotel y subimos a la habitación, Oscar no se anduvo con rodeos, quiero ver lo guapo que está mi putito ordenó. Sabía a lo que se refería mi amigo, me quité la corbata y la camisa, me descalcé y, lenta muy lentamente, bajé mis pantalones.

Miré a mi hombre, por la mañana antes de acudir a las reuniones y siguiendo las instrucciones de Oscar, tuve que ponerme unas preciosas medias negras con liguero hasta medio muslo y un diminuto tanga del mismo color a juego que a duras penas tapaba mi pequeña pollita. Todo el día me había sentido como una perra en celo.

Me ví reflejado en el espejo, el fino hilo dental se escondía entre mis nalgas. Eres un cabrón pervertido dije a mi amigo que se había sentado en nuestra cama, me has tenido todo el día mojado, si algún cliente hubiese descubierto que uno de sus ejecutivos llevaba puesta ropa íntima de mujer no se que hubiese pasado.

-Seguro que te hubiese follado allí mismo contestó Oscar.

-¿Le hubieses dejado que lo hiciese?, pregunté mimosamente.

-Sí puto, te hubiésemos follado los dos como a una perra para llenar todos tus agujeros de leche caliente, dijo mi amigo.

Ponte a cuatro patas cabrón y ven aquí a desnudarme ordenó Oscar. Sumisamente me acerqué y le saqué los zapatos y los calcetines. Ya sabes lo que tienes que hacer puto continuó mi amigo, muy lentamente empecé a besar y lamer los pies de mi macho alfa, mi lengua lamía la planta de sus pies introduciendo sus dedos en mi boca para chuparlos con glotonería, sus pies desprendían un aroma muy fuerte a sudor pero ese olor incrementó aún más mi excitación.

Me incorporé y le quité su corbata y la camisa, pasé mi cabeza por debajo de su brazo y lamí sus axilas como una buena perrita mientras mi mejor amigo comenzaba a jadear.

Tumbé a Oscar sobre la cama, mi boca buscó sus labios y nos morreamos, su lengua buscó la mía y se entrelazaron, fue un beso sucio, obsceno. Las manos de mi amigo descendieron por mi espalda hasta llegar a mis desnudas nalgas cubiertas por el fino hilo dental de mi tanga, me dío un par de fuertes nalgadas y con un movimiento brusco mi hombre tiró de ellas con fuerza hacia arriba incrustándose, mi prenda íntima en mi ano y mis huevos.

Mi lengua bajo por el torso de Oscar hasta llega a sus tetillas, mi lengua jugó durante un buen rato con sus duros y tiesos pezones. Que bien chupas maldita zorra como me gustaría que tu esposa viese lo puto que eres me humilló Oscar.

Mis manos descendieron hasta su pantalón, desabroché el cinturón y tirando de la prenda se la quité dejando a mi macho en boxer. Su prenda íntima apenas podía ocultar la tremenda erección de mi amigo, tiré de ella con mis dientes hasta sacársela por los pies y me la llevé a la cara. El boxer desprendía un fuerte olor a sudor y estaba empapado del líquido preseminal de mi amigo, lo chupé y lamí con verdadera devoción.

-Duchaté puto ordenó Oscar.

-Por favor, no puedes dejarme así supliqué.

-Que te duches repitió dándome una fuerte nalgada.

Sumisamente me retiré y accioné la ducha dejando la puerta del baño abierta con el deseo de que mi macho entrase a follarme. Me quité mis preciosas medias y el tanga y me sumergí en el agua. Al poco rato la cortinilla se abrió, voy a enjabonarte puto dijo mi amigo metiéndose en la ducha. Al sentir sus manos sobre mi cuerpo mi pequeña pollita volvió a empalmarse, de espaldas a Oscar sentí como su enorme verga se incrustaba en la raja de mi culo, sus manos ya sin jabón, se deslizaron por debajo de mis axilas pellizcando mis pezones con mucha fuerza hasta hacerme daño. Empecé a jadear quería que mi hombre supiese que su perra estaba disfrutando.

Pasado un rato, Oscar me inclinó, mis manos se apoyaron en la pared sacando mi culo hacia fuera en posición de L, las manos del macho descendieron por mi espalda y por mi torso hasta llegar a mi pequeña pollita ya en erección y mis nalgas.

La nalgada que me dió Oscar fue tremenda, grité de dolor. Cállate puto ordenó mi amigo dándome una segunda nalgada. El dolor se fue sustituyendo por oleadas de placer, mi hombre me masturbaba mientras me daba de nalgadas a su entero antojo, Oscar alternaba sus nalgadas con pequeños apretones en mis testículos lo que incrementaba mi placer y mi entrega como una buena perra.

-Maldita zorra en celo quiero que me avises cuando vayas a correrte dijo mi amigo.

Después de una formidable nalgada, Oscar sin ningún miramiento introdujo dos de sus dedos en mi ano. En ese instante tuve un tremendo orgasmo, Oscar al percatarse de ello cogió un vaso del lavabo y meneando mi pollita hizo que me corriese dentro.

Te has corrido como una buena perra maldito, es hora que me devuelvas parte del placer que te he dado dijo mi macho sentándose en el borde de la bañera abriendo las piernas. Me arrodillé e introduje mi cabeza entre sus muslos, los besé subiendo hasta que mi cara estuvo a la altura de sus tremendos cojones, los acaricié y me los introduje alternativamente en mi boca, chupando y succionando con glotonería. Oscar puso sus manos sobre mi cabeza apretando mi cara contra sus huevos y empezó a gemir.

Mi lengua subió por el talle de su durísima verga, la cogí con mis manos y empecé a restregarme el pollón de Oscar por mi cara, su líquido preseminal me manchó.

-Sin manos cabrón, cómete la verga de tu hombre sin usar tus manos ordenó Oscar.

Me puse las manos a la espalda, me costó un poco pero finalmente pude tragarme primero el glande y luego todo el pollón de mi amigo. Oscar puso sus dos manos sobre mi cabeza y empezó a follarme la boca con desesperación. Su enorme miembro entraba hasta lo más profundo de mi garganta causándome nauseas, enormes lagrimones corrían por mi mejillas. Mira a la cara de tu macho mientras le comes la polla ordenó mi amigo. Humildemente le mire a los ojos, su cara tenía una mueca enfermiza de gusto y placer mientras continuaba con su felación. Me gustaría que tu esposa supiese que eres una maricona experta mamadora de pollas gritó Oscar poniendo sus piernas encima de mis hombros en señal de victoria y total sumisión por mi parte.

Voy a correrme gritó mi amigo, trae el vaso imbécil. Acerqué el vaso donde anteriormente había dejado mi leche, Oscar meneándosela como un mono se corrió entre grandes jadeos y espasmos, seis chorros de su esperma caliente se fundieron con el mío dentro de ese vaso. Ordeñé los tremendos cojones de mi macho para descargar toda su leche.

La verga de Oscar reposaba flácida sobre su vientre, la cogí y con mi boca la limpié con esmero, en ese instante mi macho comenzó a orinar. Su meada impactó contra mi rostro y tumbándome en la bañera dejé que mi hombre orinase todo mi cuerpo mientras se reía con grandes carcajadas.

-Putito, ¿sabes que vas a hacer con este vaso de leche caliente?, me humilló Oscar.

Mi amigo cogió mi cepillo de dientes, revolvió el contenido del vaso y me lo introdujo en la boca. Oscar me hizo lavarme los dientes con nuestras corridas mientras me decía lo perra y puta que soy.

Oscar salió del baño y volví a ducharme. Al salir mi amigo estaba tumbado en la cama, me acosté con él y puse mi cabeza sobre su pecho. Durante buen un rato estuvimos en silencio recuperándonos de lo acontecido en el baño.

-Oscar, ¿Cuál es tu fantasía sexual más íntima?, le pregunté a mi amigo.

-Me gustaría hacer un trío, follar con dos mujeres, que te coman la polla dos bocas a la vez tiene que ser estupendo contestó, y ¿la tuya?.

-A parte de follar con un verdadero macho que ya le he conseguido, me excita la idea de ver a mi esposa follando con otro hombre, contesté.

-¿Un trío? dijo mi amigo.

-No exactamente, continué, me gustaría ser un cornudo, entregar a mi esposa a otro hombre, desnudarla para él, ver como la soba y mete mano para acabar follándosela mientras yo veo la escena y me masturbo.

-Uffff comentó mi amigo.

-Muchas veces me masturbo imaginando como después de que se hayan follado a mi esposa me como la leche que sale de su coño mientras su amante me humilla diciéndome lo poco hombre que soy, mi fantasía es la de ser un cornudo mamporrero.

En ese instante Oscar cogió su móvil, quiero enseñarte una cosa me dijo. Tecleó y apareció un vídeo. Duraba doce minutos aproximadamente, visioné mi dormitorio, Oscar estaba follando con una mujer, me temí lo peor, pude ver la cara de gusto y placer de mi esposa, accionó el audio y pude escuchar sus jadeos y gemidos. Oscar, mi mejor amigo, se estaba follando a mi esposa en nuestra cama matrimonial. Intercambiaron varias posturas, misionero, a cuatro patas, cabalgando mi esposa a mi mejor amigo. Mi mujer tuvo varios orgasmos hasta que Oscar se corrió dentro de élla, el vídeo finalizó.

Me quedé perplejo con lo visto, mi esposa me había puesto unos señores cuernos con mi mejor amigo, lo siento dijo Oscar. ¿Cuándo ocurrió?, pregunté. Hace cosa de dos meses fuiste a Amberes, me encontré con Alba cuando venía de hacer la compra, la ayudé a subir las cosas a vuestra casa, me invitó a tomar algo y no se como sucedió dijo mi amigo.

No sabía como reaccionar, parece que te ha gustado el vídeo dijo Oscar señalando mi pollita. Era cierto, estaba empalmado como nunca antes lo había estado, me había excitado viendo como otro hombre se follaba a mi esposa. La mano de mi amigo acarició mis testículos para posarse en mi verga y comenzar a masturbarme.

-¿Te excita saber que eres un cornudo?, preguntó. Ese día tu esposa gozó como nunca lo había hecho, tuvo tres orgasmos, su coño es muy estrecho porque nunca la había follado un verdadero hombre solo el marica de su marido.

Cerré lo ojos, mientras Oscar me pajeaba y humillaba contándome como se había follado a mi esposa, como la sedujo y como hizo con élla lo que quiso, al poco rato alcancé el orgasmo más intenso de mi vida.

Maldito puto cornudo de mierda, mira como tengo la polla por tu culpa, cómete el rabo que se ha follado a tu querida mujercita Me incliné ante mi mejor amigo, su enorme y gruesa verga estaba totalmente empalmada a escasos centímetros de mi rostro chorreando líquido precoital.

-Abre la boca cornudo y cómetela, ordenó.

Sumisamente abrí la boca dispuesto a darle el máximo placer a mi amigo. Oscar cogió su polla y empezó a darme vergazos en la cara mientras intentaba meterme su pollón en mi boca. Traga puto, ordenó mientras golpeaba mi cara a pollazos.

Con una de mis manos conseguí finalmente atrapar la verga que había profanado el coño de mi esposa, abrí mi boca y sacando la lengua procedí a lamer el glande de mi macho tragando todo su líquido preseminal. Lamí todo el tronco hasta sus huevos, los cuales me metí alternativamente en la boca para succionarlos con deseo.

-Que bien me las estás comiendo, eres toda una zorra mamadora de pollas, la mamas mejor que tu esposa cabrón, pónmela bien dura para que pueda darte por el culo como al puto cornudo que eres.

Oscar agarró con fuerza mi cabeza y empezó a follarme con su poderoso miembro la boca, mientras ponía sus dos piernas encima de mis hombros en señal de victoria y total dominio sobre mí. Continué ordeñando con mi boca la polla de mi mejor amigo, pasado un rato recliné a Oscar, lamí sus testículos y entrepierna hasta finalmente llegar a la raja de su culo. Abrí sus nalgas y lamí toda su raja de arriba hacia abajo hasta introducir mi lengua dentro de su ano. Oscar dio un respingo y con un rugido de placer gritó: que bien lo haces puto cabrón que gusto me das, continúa puta.Follé el culo de mi mejor amigo con mi lengua, transcurridos unos minutos Oscar al borde del éxtasis me agarró de los hombros, me hizo ponerme de pie y me ordenó:

-Siéntate encima de mi verga perra, tu misma vas a ser quien te folles.

Me puse a la altura de su cara, abrí mis nalgas y muy despacio me fui dejando caer. El glande de Oscar se introdujo en mi esfínter mientras yo daba un grito de dolor y placer. La verga entraba poco a poco en mi culo, me hacía un poco de daño, hasta que Oscar tiró hacia abajo de mí y de un fuerte empujón me empaló hasta el fondo. Por unos instantes dejé que la enorme y gruesa verga de mi amigo se acomodase en lo más profundo de mi intimidad, y comencé a mover mis caderas follándome yo mismo. Me agarré a los hombros de mi mejor amigo y empujé con fuerza hacia abajo para sentir el pedazo de carne que tanto placer nos había dado a mi esposa y a mí. Los poderosos huevos de Oscar chocaban contra mi culo una y otra vez mientras gemíamos como perras.

Una de las manos de Oscar se apoderó de mis huevos, apretándolos con mucha fuerza, mientras que la otra agarró mi polla pajeándome de forma brutal, por mi parte con golpes de cadera me ensartaba cada vez más y más, hasta lo más íntimo y profundo de mí, el enorme pollón de mi mejor amigo. La mano de Oscar que apretaba mis testículos paso a mis nalgas, primero apretándolas con mucha fuerza y luego sin ningún tipo de miramiento comenzó a darme fuertes palmadas provocándome un gran orgasmo.

Me corrí como un animal entre jadeos y gemidos de placer manchando el vientre de mi mejor amigo, por mi parte continuaba empalado por Oscar moviendo mis cadera follándome como una perra, sintiendo los huevos de mi amigo en mis nalgas.

Oscar magreó mi culo ahora con sus dos manos, dándome fuertes pellizcos y nalgadas que incrementaban mi lujuria, pasado un rato mi amigo se arqueó me dio un último pollazo y gritando: me corro dentro de tu culo puto cornudo, y borbotones de leche inundaron mi ano mientras continuaba humillándome, con mi mano derecha ordeñé los testículos de Oscar para que se vaciase dentro de lo más hondo de mi intimidad.

En el avión de vuelta a casa mi móvil vibró. Era un mensaje de Oscar, lo abrí, era el vídeo en el que se follaba a mi querida esposa, le miré a la cara y sonriendo le dije: discúlpame, tengo que ir al baño. Vete a pajearte puto cornudo me contestó en voz baja, entre risas. Gracias Oscar por ser mi mejor amigo.