Orient express 5

Una fantástica noche en la opera y con emocionante final

La llegada al hotel les alivio mucho, ambos amigos fueron a su habitación y allí se dieron un baño, para limpiarse. Samuel se había tomado la libertad de cómprala un vestido color violeta,  de amplio escote  y de tirantes, en un hombro poseía una rosa roja de adorno, su larga falda hasta la mitad de las pantorrillas, dejaría ver las medias y sus botines negros,  la  seda del vestido era fresca y esa noche podría hacer frio, así que otro complemento era un chal a juego del vestido, Alicia  vio el vestido y los complemento y beso al joven apasionadamente. Para después ir a limpiarse, una vez término de asearse se tumbó en la cama y allí se durmió profundamente. Samuel hizo lo mismo y se tumbó junto a Alicia , la fragancia de Alicia  era de jazmín y naranjas, una fragancia suave y fresca y entraba en la nariz del joven y le relajaba mientras ambos de durmieron.  Al despertarse primero Samuel miro su reloj de bolsillo vio que quedaban dos horas para la función, despertó a Alicia  con unos subes y tiernos besos en sus labios, esta reaccionó entreabriendo los ojos y continuando su beso, después de eso los dos se vistieron. Antes de abandonar la habitación Samuel le dio un estuche de madera, al abrirlo vio otro regalo de joyería, eran unos pendientes color amatista, a juego con el vestido, constaba de unos pendientes, una gargantilla y una pulsera de oro engarzada con estas piedras preciosas. Salieron camino del hall del hotel donde les esperaba un carruaje para ir a la ópera.

Diseñado por Miklos Ybl, el teatro en forma de herradura fue abierto en 1884 en presencia del Emperador Francisco José ​y albergó una capacidad para 2400 espectadores, en su momento rivalizó con la Wiener Staatsoper (Ópera de Viena).  El compositor y director Gustav Mahler era  director artístico del teatro desde  1887. Una vez allí entraron, subieron desde el hall a la segunda planta donde un amable joven, les indico cuál era su palco.  Se  sentaron mientras en una mesa a su espalda tenía una mesa con una bandeja, una jarra de agua y dos vasos.  Samul se sento al lado de Alicia , los dos  se agarraron de la mano, y hablaron de lo bonito que estaba siendo ese viaje, de lo agradable que era compartirlo con el otro. Las luces de apagaron y empezó la reprentacion

Acto I

Cuadro I : En las Tierras Rocosas

Papageno .

El príncipe Tamino llega hasta tierras rocosas perseguido por una serpiente gigante. Ha perdido su arma y ruega por su vida hasta que se desmaya («Zu Hilfe! Zu Hilfe!», en español: «¡Ayuda! ¡Ayuda!»). Pero enseguida es salvado por las Tres Damas (Die Drei Damen), que matan al monstruo. Al ver al joven se enamoran de él, pero le abandonan con la promesa de volver de nuevo.

El príncipe Tamino se despierta, aturdido, junto a la serpiente muerta, cuando oye un silbar. Es Papageno, un hombre mitad pájaro y mitad humano, que llega tocando una flauta mágica con una gran jaula a sus espaldas, se le acerca cantando («Der Vogelfänger bin ich ja», «El pajarero yo soy»). Cuando el príncipe Tamino habla con él le pregunta quién es. Es el pajarero de la Reina de la Noche (Die Königin der Nacht), quien le da comida a cambio de los pájaros por vía de sus cortesanas, las Tres Damas. Hablando, el príncipe Tamino es inducido a creer que Papageno mató a la serpiente gigante y lo salvó. En este momento se oye la voz de las Tres Damas que, tras ver que Papageno ha mentido, le dan agua y piedras en vez de comida y le cierran la boca con un candado de oro. Al dirigirse a Tamino, le entregan un retrato de una bella joven y viendo que él no permanece indiferente, le dicen que su destino será entonces fama, honor y felicidad.

En la intimidad, el príncipe Tamino muestra con su canto cuánto le gusta ella («Dies Bildnis ist bezaubernd schön», «Este retrato es encantadoramente bello»). No sabe quién es la retratada, pero sabe que le enamora. Las Tres Damas aparecen ante Tamino y le dicen que la Reina escuchó su canto y ha querido que sea él quien rescate a la princesa Pamina, su propia hija. Es la princesa Pamina, la hija de la Reina de la Noche, y está secuestrada por un demonio llamado Sarastro, que vive en un castillo muy bien vigilado. Entonces, decidido, el príncipe Tamino se propone salvar y liberar a la princesa Pamina, la hija de la Reina de la Noche.

De repente se oye un trueno y cae la noche. Las montañas se abren dando paso a la Reina de la Noche, que viene sentada sobre un trono de estrellas, haciéndose la oscuridad detrás de ella. En su delicada y completa aria de tres tiempos distintos («Oh zittre nicht, mein lieber Sohn!», «¡Oh, no tiembles, querido hijo mío!») con la que muestra su gran aflicción por el secuestro de su hija por un hombre al que no ama, por lo que persuade a Tamino para que la rescate y, a cambio, dejará que se quede con ella para siempre. Después de esto, la Reina se retira entre las montañas y el día se hace de nuevo.

El príncipe Tamino, pensando en soledad si lo que ha visto es cierto, se encuentra con Papageno en el camino, que no puede hablar por el castigo («Hm, hm, hm») pero él tampoco logra liberarlo. Entonces llegan las Tres Damas y liberan a Papageno de su castigo por gracia de la reina, pero éste no debe mentir nunca más: «¡Que este candado te sirva de advertencia!» A Tamino le entregan un regalo de parte de la princesa: una flauta mágica de oro, que modifica el estado de ánimo de aquel que la escuche, hace más feliz a los hombres, al triste le vuelve alegre y al soltero enamorado. También por comando de la princesa Pamina, Papageno debe acompañar a Tamino, pero éste tiene miedo de Sarastro; abandonaría al príncipe Tamino por no ir. Las Damas, para evitarlo, le regalan unas campanillas de plata mágicas que le protegerán con su sonido. Se despiden de ellos diciéndoles antes que, para guiarse y encontrar el castillo, han de seguir a tres muchachos jóvenes, bellos, nobles y sabios.

Cuadro II: En la Habitación con Jeroglíficos del Palacio de Sarastro

Unos esclavos y Monostatos, siervos de Sarastro, entran con Pamina, la sujetan y la atan. Esta intenta evitar a Monostatos, quien la acosa y la desea. Él se acerca a ella («Du feines Täubchen, nur herein!», «¡Entra, pichoncita, entra!»), quien lo rechaza aunque le cueste la vida. En ese momento entra Papageno, que encuentra a la princesa Pamina junto al negro Monostatos. Ambos se asustan por la extraña apariencia del otro, y escapan, pero Papageno reflexiona y entiende que, si los pájaros pueden ser negros, los hombres también. Regresa ante la princesa Pamina para presentarse y, como solo se conocían de oídas, él comprueba que ella es la del retrato. Le cuenta que lo recibió de un príncipe enamorado de ella que va a rescatarla por encargo de su madre la Reina, cautivandole al darle el retrato para que pudiera cumplir la misión. Antes de salir, cantan un dúo sobre la necesidad que sienten de amor en las vidas («Bei Männern, welche Liebe fühlen», «A los hombres que sienten el amor»).

Cuadro III : En el Bosque ante el Palacio de Sarastro

El príncipe Tamino es conducido por los tres muchachos hasta el palacio de Sarastro («Zum Ziele hin führt dich diese Bahn», «Esta senda te conduce a la meta»), quienes le dicen que sea firme, paciente y callado. Encuentra un templo con tres puertas: en el medio, la puerta de la Sabiduría, a la derecha, la de la Razón, y a la izquierda, la de la Naturaleza. Entra por la puerta de la Sabiduría porque las otras le impiden pasar («Zurück!», «¡Atrás!»). Se presenta ante él un Orador que le pregunta por sus intenciones diciéndole que está ofuscado por el engaño de una mujer, quienes hablan mucho y hacen poco. El Orador le crea mucha confusión al admitir que Sarastro secuestró a la princesa Pamina pero que no es malvado. Tamino pregunta si fue sacrificada el Orador dice que un juramento le impide responder mientras no entre de mano de la amistad; y se va.

Un coro de «Invisibles» informan al príncipe Tamino que ella vive y él empieza a tocar su flauta con agradecimiento. El sonido atrae a los animales del bosque. Al tocar la flauta se oye la melodía que siempre toca Papageno («Wie stark ist nicht dein Zauberton», «¡Qué poderosa es la magia de tu sonido!»).

La princesa Pamina y Papageno buscan también a Tamino y oyen su flauta mágica. Monostatos, al oír a Papageno, aparece e intenta atraparles. Llama a sus esclavos, que vienen con cadenas, pero Papageno utiliza el regalo de las Tres Damas y con sus campanillas les detiene y les hace bailar y cantar («Schnelle Füße, rascher Mut», «Pies rápidos y coraje protegen» y «Das klinget so herrlich!», «¡Qué sonido más hermoso!»).

Después se oyen trombones y Sarastro es anunciado por un coro invisible («Es lebe Sarastro, Sarastro lebe!», «¡Larga vida a Sarastro, viva Sarastro!»). Entra de forma triunfal, con sus sacerdotes y montado en un carro tirado por seis leones. Pamina le implora que le perdone su huida; ella quería escapar de Monostatos, quien le estaba acosando. Sarastro ya sabía todo esto y que está enamorada de otro, y aunque la perdona y dice no desear obligarla a amarle añade que no la soltará. Cuando ella apela al amor materno-filial, Sarastro responde que perdería su felicidad junto a su madre, y añade que es orgullosa y que un hombre debe guiar los pasos de las mujeres para que no sobrepasan la esfera que les corresponde.

El príncipe Tamino entra sujetado por Monostatos y los dos jóvenes se reconocen y pronto se abrazan fuertemente, lo que provoca la furia de Monostatos, que los separa inmediatamente y ruega a su señor que los castigue. Sarastro, imparcial, sentencia un castigo de setenta y siete azotes, pero sobre Monostatos, al cual se lo llevan sus sacerdotes. Para terminar, ordena que acompañen a Papageno y al príncipe Tamino al templo de las pruebas, con las cabezas cubiertas con sacos, para ser iniciados.

Llego el descanso de la obra, ambos jóvenes estaban  ilusionados, le había gustado mucho la primera parte de esta,  Alicia  se levantó y sirvió un par de vasos de agua, Samuel se levantó al poco de ella, asi que los dos bebieron  del agua mientras  esperaban el segundo acto

En el descanso,  los dos jóvenes salieron a estirar los pies, al salir al pasillo unos camareros con bandejas y copas de champán,  a la espera que la burguesía alta saliera de sus palcos a refrescar sus  gargantas con el burbujeante y fresco licor. Ellos dos hablaban del primer acto, esperando con ansia mientras los actores cambiaban el escenario. Alicia  se acercó a Samuel, y poniendo sus labios cerca del oído de Samuel, le beso con una ternura que hizo que el bello de él se erizara por la sensación. Poco después recibieron la notificación de que el segundo acto  empezaría en breve

Acto II

Cuadro I:

Un bosque con palmeras

Sarastro y sus sacerdotes, en procesión solemne, se reúnen en su templo («Ihr Eingeweihten der Goetter Isis und Osiris»). Debaten la posibilidad de acoger a Papageno y a Tamino e iniciarlos en sus prácticas. Todos aceptan la propuesta, pero deberán ser virtuosos y superar una serie de pruebas. En este momento canta Sarastro el aria con coro («O, Isis und Osiris») rogando a los dioses que los fortalezcan con virtudes y los acojan en caso de que deban morir.

Cuadro II : En una sala, de noche, con tormenta

Tres sacerdotes conducen a Tamino y a Papageno hasta la sala donde se harán las pruebas, y les quitan los sacos. Tamino y Papageno entablan una conversación en la que suenan unos truenos que atemorizan a Papageno. Después entran unos sacerdotes con antorchas, con los cuales Tamino sentencia que estaría dispuesto a dar su vida por la amistad y el amor y someterse a pruebas por ello. Sobre esto Papageno no está muy de acuerdo. Él es un hombre primitivo («Ich bin so ein Naturmensch») y hasta que no le aseguran una mujer joven y bella, a Papagena, no acepta. Pero debe prometer no hablar con ella si la ve. Tienen que permanecer en silencio, y no hablar con ninguna mujer. En este dúo se detallan las principales motivaciones de la prueba («Bewahret euch vor Weibertuecken»).

Los tres sacerdotes abandonan la sala y les dejan en la oscuridad. En ese momento aparecen Las Tres Damas del suelo y cantan el quinteto («Wie? Wie? Wie?»), que los intentan convencer de que ese no es un buen lugar. Papageno no para de preguntar a Tamino si lo que dicen es verdad, pero Tamino, que es fuerte, no piensa en lo que puedan decir. Ellas insisten en que la Reina de la Noche se dirige hacia el templo, mientras que Papageno se desmaya. Pero se oye a los sacerdotes, que las expulsan hasta que desaparecen en el suelo. Entran estos y se llevan a Tamino. A Papageno le hacen levantarse para poder seguir guiándolo.

Cuadro III : Un jardín

Tamino y Pamina, acuarela de Max Slevogt.

La princesa Pamina duerme en una cama bajo la luz de la luna. Entonces entra Monostatos y canta su aria sin que nadie lo vea («Alles fühlt der Liebe Freuden»), en la que se lamenta de su posición comprometida. No puede amar a un ser tan hermoso como la luna porque lo negro es feo. Se acerca a la princesa Pamina, pero la madre de la princesa Pamina, la Reina de la Noche, surge del suelo. Pamina se despierta y Monostatos se esconde. La Reina de la Noche se enfurece al ver que el príncipe Tamino se ha puesto del lado de Sarastro, y pide venganza por ello. En el aria más famosa de la ópera («Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen») expresa que se siente engañada y obliga a la princesa Pamina, su propia hija, que mate a Sarastro, amenazándola con abandonarla para siempre. Le da el cuchillo a su hija para que asesine a Sarastro y se marcha enfurecida. Monostatos sale de su escondite y decide vengar a Sarastro pidiendo que se case con él, pero la princesa Pamina se niega. Llega Sarastro para consolar a Pamina y tomar justicia, a la manera que se tiene dentro de esos muros, que no conocen venganza («In diesen heil'gen Hallen»).

Cuadro IV : En la sala de las pruebas

Mientras, el príncipe Tamino y Papageno siguen superando las distintas pruebas impuestas. En este momento se enfrentan a la prueba del silencio, pero Papageno no calla. Surge del suelo una mujer vieja y fea que ofrece agua a Papageno, que no para de hablar con ella y descubre que tiene 18 años y dos minutos, y además tiene un amante, el mismo Papageno. Cuando va a preguntar el nombre de la anciana, un trueno suena y la vieja desaparece. Los muchachos llegan para traerles comida y sus instrumentos. Entregan a Tamino su flauta y a Papageno sus campanillas, y desaparecen. Tamino toca la flauta mientras Papageno come y bebe. Aparece Pamina al sonido de la flauta, que, al no obtener respuesta alguna por parte de Tamino, piensa que no le quiere y, muy herida, canta su bellísima aria («Ach, ich fühl's, es ist verschwunden»). Es el momento más solemne de toda la obra.

Cuadro V : Una gran sala abovedada, en el interior de una pirámide

Sarastro, junto con el coro de los sacerdotes, inician un ritual («O, Isis und Osiris, welche Wonne»). Se trata de uno de los pasajes corales más representativos de la época. Tamino, frente al gran sacerdote, escucha sus palabras. Entonces entra Pamina con un saco en la cabeza acompañada por los sacerdotes junto a Tamino. Sarastro le quita el saco. No cesa de preguntar por Tamino, que está a su lado, pero Tamino no habla con ella. En este trío se relata la historia ("Soll ich dich, Treuer, nicht mehr sehn?"). Han de separarse y los dos lo aceptan porque les prometen que volverán a encontrarse.

Cuadro VI : Jardín pequeño

Papageno está solo y perdido en la sala donde se realizan las pruebas. No encuentra la salida, siempre le dicen Atrás! (Zurück!). Al acercarse a un sacerdote, éste le reprocha que su comportamiento merece un castigo, pero los dioses, benignos, lo perdonan. A cambio nunca sentirá las alegrías de los iniciados. Papageno se conforma con un vaso de vino, que le es concedido, y con una muchacha («Ein Mädchen oder Weibchen wünscht Papageno sich!») que le haga caso y le quiera. Cantando, encuentra a su mujer, pero es la misma anciana que le pide su eternidad. Él accede con desgana porque, si no, vivirá encarcelado sin una amiga y sin vivir en el mundo que tanto le gusta. En ese momento, ella se convierte en una hermosa joven, Papagena, pero la pierde porque se acerca un sacerdote; aún no es digno de ella, le dice. Papageno se hunde en la tierra porque no quiere hacer caso al sacerdote.

Cuadro VII : Un jardín

Los tres muchachos anuncian la llegada de la mañana y hablan de Pamina («Bald prangt, den Morgen zu verkuenden!»). Pamina, al creerse rechazada por Tamino, decide suicidarse. A punto está, pero los jóvenes genios la salvan a tiempo y le piden que tenga paciencia («Ha, Unglückliche, halt ein!»).

Cuadro VIII : Dos montañas, una arroja fuego y la otra agua

Dos hombres con armadura traen a Tamino para que supere las pruebas de agua y fuego. Antes de la prueba, Pamina aparece dispuesta a verle («Der, welcher wandert diese Strasse voll Beschwerden»). Deciden que, como Pamina no teme a la muerte, es digna de ser iniciada. Ambos se dan la mano. Tamino toca la flauta para poder atravesar la columna de fuego. Entran y salen de ésta. Tamino vuelve a tocar la flauta y se dirigen a la montaña, que arroja agua. Entran y salen de ésta. Aparece después la entrada a un templo muy iluminado, dentro del cual se oyen gritos de triunfo y alegría por la pareja («Tamino mein! O welch ein Glück» y «Wir wandelten durch Feuergluten»).

Cuadro IX : Pequeño jardín

Papageno, al ver que ha perdido a Papagena, la busca desesperadamente cantando y tocando su silbato («Papagena, Papagena! Weibchen! Täubchen!»). Decide ahorcarse. Con una cuerda, se acerca a un árbol. Pide que se apiaden, pero no se oye nada. Resignado, se dispone a colgarse. Los tres muchachos le detienen y le aconsejan que toque sus campanillas. Es el famoso dúo donde se encuentra con su amada Papagena, con la que decide tener muchos hijos Papagenos («Pa-Pa-Pa-Papagena!»).

Cuadro X : Subterráneos del templo

La Reina de la Noche, junto con Monostatos y sus tres damas, quien se le ha unido, surgen del suelo y en silencio («Nur stille, stille, stille, stille!») intentan atacar el poder de los sacerdotes y de Sarastro entrando en el templo. La Reina de la Noche le ha prometido a Monostatos su propia hija, la princesa Pamina, y este le enseña el camino. Se oyen ruidos. Son los sacerdotes, que los vencen con truenos y rayos. La Reina de la Noche, sus tres damas y Monostatos son expulsados y se los traga la tierra. Sarastro convoca el reino de la luz y el reino de la verdad. En el coro final («Die Strahlen der Sonne vertreiben die Nacht») se canta a la belleza y a la sabiduría que han sido coronadas para siempre en aquel bello lugar.

Después de eso, los dos salen del teatro, la obra fue sublime y ambos van recorriendo las calles mientras la comentan, Alicia  va abrazada a la cintura de Samuel, mientras el posa discretamente en la noche su mano en la nalga derecha de la joven, a esas horas solo los candiles de las farolas están en las calles, paseando por las calle, hasta llegar a un parque que empezaron a atravesar, Samuel se detuvo y beso los labios de Alicia , sus labios replicaban la jugada entre sus  lenguas. Sin saber cómo había llegado la situación Samuel empezó a notar como su polla forcejeaba, luchaba infructuosamente por librarse de su prisión de tela, saltar al aire fresco de la noche y poseer el precioso cuerpo de Alicia . Continuaron el camino por el parque, a la altura de la entrada de frondoso  pasaje que la maleza ocultaba, Samuel levanto la falda de Alicia  por su parte posterior, y acaricio la piel desnuda del culo de la chica, lentamente fue abriendo paso entre sus dos nalgas, dejando su esfínter al tacto de la yema de su dedo, según descendía noto como el coño de Alicia  estaba lubricado, dolorido, pero con ansias de ser penetrado.  Pero según esa yema se mojaba con sus flujos, la joven no pudo evitar gemir de satisfacción.  La mano de Samuel recorría cada centímetro de sus labios, estos húmedos de sus flujos dejaba un hilo según las yemas de este se retiraba de la entrada de la vagina, para llegar hasta su perineo, allí una suave presión cedía en su empeño de profanar su culo, la yema del dedo ya se había adaptado a su esfínter dilatándolo sin dolor, está ya dentro, se acomodaba para acostumbrar al culo de Alicia  su nuevo  invitado. Alicia   fue presa absoluta de la lujuria. Estaba caliente y su coño algo escocido por todo el sexo de las veladas anteriores, al sentir como el dedo de Samuel se encontraba alojado  por completo en su culo, su oscura y perversa excitación la hacía presa de un ansia de sexo que necesitaba ser saciado. Y cuando Samuel le paso la polla por su conejito escocido, un escalofrió la recorrió su cuerpo, la anhelaba, quería sentirla dentro, pero era un parque de una ciudad ajena y el que los pudieran ver en esa situación solo la convenció mas de su deseo de ser penetrada, aquella polla tiesa pasaba entre sus labios vaginales, y en una de esas su glande se colocó en su esfínter, entonces la penetro de una vez como había hecho otras veces antes con el coño. la llenó, emitiendo un gemido de dolor, de sufrimiento al sentir como esa polla se abría paso por su culo sin terminar de dilatarlo, una expresión mezcla de dolor y placer la recorría la cara,  una exclamación de júbilo le salía de sus labios, mientras sus ojos miraban hacia atrás viendo como su amante le agarraba las nalgas y movía con delicadeza su polla dentro de ella, la sacaba y metía con sumo cuidado y el escozor inicial dejaba paso a una sensación más placentera con cada lenta y suave acometida de su polla que le había conquistado su esfínter, su culo y su corazón.  Sus músculos anales se  aferraban con fuerza según la polla de Samuel entraba apretándolo, su amo antes indómito, ya había sido domado por él, ahora con irrupciones más rápidas pero con la misma ternura,  Alicia  no se percató de que el joven  le había sacado un pecho de su habitad, y que su lengua recorría su pezón caprichoso, ambicionaba el trato que le daba  su lengua, que mordía sus tetas como si no hubiera un mañana. Él la cogió en peso y empezó a follarla de pie. La penetración era tremendamente profunda. Alicia  ya no pensaba, sólo se movía al compás de su amante, y le besaba como podia como nunca había besado a otro hombre en su vida, los otros eran solo chicos, hombres de una noche, este hombre, ese amante, Samuel  era su dios de sus más profundas fantasías.  Esta noto como la polla dentro de su culo entraba por completo, como la desbordaba y  reacciono enseguida dando gritos y gemidos de placer y retorciéndose de puro placer. Samuel  que tenía toda su polla dentro del ano de Alicia , apoyó sus manos en las caderas de la mucha y empezó un movimiento de meter saca, dentro y fuera,  delante y atrás pero sin sacar totalmente su polla del ano.   El ritmo de las penetraciones cada vez era más fuerte y salvaje, a lo que Alicia  solo pudo reaccionar gimiendo.

-        AAAAHHHH, AAAAHHHH, joder que gozada, que placer más grande me estás dando, sigue penetrando  mi ano,  AAAAHHHH, AAAAHHHH. suplico Alicia  entre gemidos con cada penetración  de la polla del joven en su culo.

Unos ruidos les interrumpió, unos jóvenes se acercaban por la salida del puente, Samuel se la saco a Alicia  de su precioso culo, precioso y dilatado agujero que seguía así según avanzaba acomodándose como podía las ropas mientras Samuel se subía los pantalones y la bragueta. Según avanzaban se toparon con la pareja y después de eso se fueron  andando camino a su hotel. Durante el trascurso de este los dos amantes iban agarrados, él la tocaba el culo indiscretamente mientras ella disfrutaba del contacto de la mano en su culo, su excitación iba en aumento, su dilatado ano la pedía más placer,  esa sensación en su cuerpo la había excitado mucho y su coño manaba flujos de su excitación, sabedora de que Samuel estaba en la misma situación, miro su entrepierna y vio como  una abultacion se dejaba ver a la escasa luz de los candiles de las farolas del parque.

-        Joder, como la anhelo ahora mismo dentro de mí. Dijo Alicia  mirando la dura polla que hasta hacia muy poco la estaba danto tanto placer.

Samuel más desvergonzado le apretó la nalga con su mano, la oscuridad del parque les amparaba pero los ojos de las personas que se topaban con ellos no, Samuel paso a la acción según avanzaban, la poco gente que regentaban las calles, les ignoraba, lentamente fueron avanzando por la acera pasando desapercibidos, este más osado,  presiono un dedo donde se encontraba la entrada del ano de Alicia , a pesar de la tela de entremedias, el dedo se introdujo sin problemas en el orificio, la dilatación de este aún era plausible y facilito el acercamiento. Cuando se toparon con la fachada del hotel, este retiró su mano y posándosela en la espalda,  haciendo una reverencia la indico que pasara ella primeo,  al llegar al hall de este subieron las escaleras hasta el primer piso,  Alicia  antes de llegar a la puerta de la habitación noto como su falda se había subido, y un placentero intruso se metía dentro de su vagina bordeando su cintura.  El primer dedo espero dentro de ella, hasta que otros osados le acompañaron, y empezó a hundirse en su interior explorando su cueva,  giro sus dedos, curvándolos hacia arriba y pasándolos por una zona rugosa.  Alicia  continuaba caminado hasta llegar a la puerta de la habitación, deseosa de entrar para darle la sorpresa a Samuel, pero sus mejillas enrojecidas por la vergüenza y la excitación de ser descubierta por alguien mientras su amante la practicaba un magnifico dedo, de su boca fluyó una retahíla imparable de gemidos y su interior se estremecía y vibraba con la excitación que recorría su cuerpo.

-        ¡Más, máas, máááás!, gemía  mientras los dedos de Samuel  entraban y salían con más rapidez.

La chica jadeaba, sintiendo como su interior crepitaba con las llamas de la ardiente pasión que consumían su característica impasibilidad.

-        ¡Tú polla, lo que necesi...to...es...aaaaah...tuu...polla!. exclamó ella, arqueando la espalda.

Samuel, puso a Alicia  contra la puerta de su habitación, subió su vestido más, dejando ver su dilatado orificio anal, y sin hacerse rogar, puso la punta de su polla contra este,  Alicia  incapaz de contenerse, se volteo presa del deseo y arrodillándose se metió la polla del joven en su boca,  empezó a lamerla despacito primero solo el capullo, hasta que empezó a meterse toda la polla y hacía el movimiento atrás y adelante. Después de eso ella se levantó y mirándole fijamente apoyo su espalda contra la puerta y al hacer el gesto de abrirla el,  la detuvo, se acercó,  antes de que el abriera la puerta le empotro contra esta y le beso.  Los dos jóvenes cruzaban sus lenguas en el aire a escasos centímetros de sus labios. Al despegar sus labios esta le miro, abrió la puerta  dejándole a él pasar primero. La imagen era excepcional, encima de la cama se encontraba  Hiriko, desnuda, con su preciosa piel blanca, sus finos y sensuales rasgos asiáticos y sus pezones erectos, la joven se había quedado dormida en la cama esperando a la joven pareja, Alicia  mostro decepción al ver que la joven seguramente fatigada por el trabajo se había dormido esperándoles, pero con las ganas que venía eso no la importo, cerró la puerta a su paso y aferrándose a la espalda de Samuel.

-        Lo siento tenía pensado una velada muy especial para esta noche, y así devolverte el favor del masaje. Le dijo susurrando a su oído mientras su mano derecha se había introducido por su cintura y se encontraba acariciando la polla del joven.

-        No te preocupes, mi deseo, mi pasión mañana tendremos tiempo de todo, hoy descansa que mañana quiero ese conejito en plena forma. Le dijo Samuel acariciando los labios del coño de Alicia   suavemente

-        Mmmmm, me gusta tu idea, ¿pero qué hacemos con ella? Le dijo mientras señalaba a Hiriko.

-        Tu descansa, date un baño, lee un rato el resto déjalo para mañana y para mi

Alicia  se fue bajando lentamente, según desabrochaba los botones de la camisa de Samuel, lentamente llego hasta su polla que la tenía fuera, erecta, y desafiante delante de la boca de la joven. Alicia  se la metió en la boca, hasta la base de los testículos. Se la sacao y según lo hacia sus incisivos rosaban la piel del miembro del joven, hasta llegar al glande en el cual apretó un poco más.

-        aaaaaaahhhh. El tenue gemido  se escapó de sus labios mientras continuaba sumido en el más profundo placer que Alicia  le estaba dando.

Alicia  prosiguió comiéndose la polla, Samuel tenia los huevos doloridos de esa noche, el parque le había dejado muy excitado, y aparto a Alicia  sacándose su  polla de la boca de esta, Alicia  incrédula le miraba de rodillas extrañada por el acto del joven, este le puso un dedo en los labios, mientras la rodeaba se bajaba los pantalones, Alicia  le miraba según avanzaba y poniéndose de rodillas a su espalda, puso su lubricado glande en el casi inexistente dilatado esfínter de Alicia , esta noto la presión de este en  la entrada de su culo y sintiendo como se abría paso las manos de Samuel aferraban las teas y jugaban con sus pezones, Alicia  disfruto de esa primera penetración anal pues ya lo teñí bastante preparado y  deseaba  esa polla por su orificio anal. Lentamente la polla de Samuel fue entrando en su cuerpo, lenta pero sin pausa,.

-        Aaahh, Aaaaahhh, Aaaaaaaaahhh! Ya… ya me la has metido entera

así es que empezó a bombear con energía. Seguía embistiéndome sin compasión  sacando su polla entera y volviéndola a meterla entera en cada bombeo. Alicia  creyó perder el conocimiento del placer, pues su mano estimulaba su clítoris al ritmo de las penetraciones, su placer la hicieron sentir más y más las penetraciones, su culo la ardía con cada embestida, una sensación de ardor y placer, su coño no tardó en responder a sus caricias y empezaba a segregar una gran cantidad de flujo , siguió bombeando en u interior, perforando las desvirgadas entrañas oye por suerte,  no sangrar, a pesar el dolor inicial eso la hizo sentir  algo muy débil al principio, que fue creciendo y creciendo como una marea enorme. Sintiendo un ardor de placer en su coño envidioso del placer que le daba la polla de Samuel

-        AAAAAHH  SAMUEL, SI NO PARES DIOSSS

-        TANQUILA YA FALTA POCO ALICIA

Mientras sus dedos masturbaban ferozmente toda su vagina. Su lengua se relamía los labios,  sus pechos botaban de adelante atrás con cada embestida, según entraba la polla estos se acercaban a la boca de Alicia , mientras a la vez que se la sacaban, estos se retiraban, el movimiento de vaivén de las penetraciones era igual al de las tetas de Alicia  que sin las manos de Samuel en ellas se movían a su antojo, Samuel tenía sus manos en las caderas de Alicia  para ayudarle en la irrupciones anales de su polla.  Estaba en la gloria. Los atléticos brazos la agarraban por la cintura mientras a la vez que sus  caderas bombeaban con firmeza y a un buen ritmo.   La voz se le ahogaba al notarse llena por entero, Samuel pegado el vientre a las nalgas de Alicia  cada vez que su polla se introducía por completo, el cual  se mantenía inmóvil y tranquilo pese a la tremenda presión. Los movimientos ahora lentos saliendo de ella y entrando centímetro a centímetro con poco disgusto por su parte. Gimiendo  y llenando la habitación de cálidos suspiros que animaban a seguir con la penetración anal. Era evidente que le gustaba pese a lo duro que le resultaba.

-        Diossssssssss sigue, métemela... métemela todaaaaa.

-        ¡Rómpeme el culo quieres!

Cogida de la cintura, clavando una y otra vez, despacio y tomando velocidad a cada nuevo plañido que pronunciaba. Sodomizando aquel orificio, haciéndola suya, Alicia  disfrutaba de la polla de Samuel descansando el coño, sabedora que el día siguiente seria movido.  Hacía ya varios minutos que la polla de Samuel entraba sin esfuerzos por el culo de Alicia  que disfrutaba al máximo de la follada, mirando de costado la cara y expresiones que su amante ponía mientras la follaba el culo. Gimoteando, abriéndose bajo el empuje que se le brindaba, sodomizándola sin prisas bajo el poder que la posición daba. Quedando quieto, con la polla a mitad de camino le brindó la oportunidad de que fuera Alicia  la que llevara la voz cantante, ella empezó a mover sus caderas de adelante a tras  haciéndose traspasar por aquella polla que sentía golpearla hasta lo más hondo.

-        ¿Esperabas algo así? Le pregunto Samuel mientras ellas proseguía metiéndosela y el aprovechaba para sobarles las tetas

-        No… mucho mejor de lo que pensaba. Respondió Alicia  mordiéndose el labio inferior de manera lasciva

-        ¿Te gusta?

-        Síiii  claro que sí amorrrr. Concluyo llegándola un orgasmo que nunca había sentido

-        Ummmmmmmmmmmmmmm.

-         Ummmmmmmmmmmmmm sí sigue, sigue… me vas a hacer correr. dijo Alicia  mientras sus  ojos en blanco al  mirar hacia arriba  y sentir como uno de sus pezones era apretado con fuerza y su clítoris recibía caricias de la otra mano del joven

A su vez Alicia , apretaba su esfínter rítmicamente, apresando la polla  cada vez que esta le llegaba hasta lo más profundo que podía, como no queriendo que saliera nunca de allí.

-        Me corro… me co… rroooooo… dios qué bueno, ¿dónde aprendiste a hacerlo así?

-        Mmmmmmmmm cariño, continúa con eso… no sabes lo cachonda que me tienes.

Alcanzó el orgasmo, empujando su trasero contra Samuel, queriendo que esa enorme y hermosa polla, Samuel sabía que no aguantaría mucho más y aminoro el tempo de las embestidas que Alicia  se auto hacía para aguantar más.

-        No, quiero tu semen ya, corete, no aguanto más así. Le dijo Alicia  con voz destrozada, cansada y placentera.

Así que poso sus manos en sus  nalgas y separándolas un poco para facilitar las penetraciones que le daba creciendo el placer de ella para alargar el clímax mientras Alicia  se autosatisfacía sin  percatarse que de su boca, un hilo de saliva se le escapaba de la comisura de los labios.  Su espalda  curvada que Samuel llenaba de  besos, las manos corriéndole los costados, retorciéndose ella bajo el  peso cubriéndola por entero. Sacándosela entera del culo, mirando su dilatado orificio, el cual dejaba ver su interior, los músculos del esfínter se contraían y ofreciéndole un mínimo descanso, pasando nuevamente el glande por un agujero  antaño inexpugnable, ahora abierto al placer más oscuro de la religión. Entrando una vez más deslizo su polla entre las paredes estrechas, arrancando de la joven  un gritito satisfecho. Unos segundos más de movimiento acompasado, acoplada otra vez a Alicia , el  ritmo pausado que le impuso en principio, aguantando el aliento alterado por la angustia de la fricción. La mano apoderándose de uno de sus pechos, caí encima cubriéndole de besos cada uno de los poros de la parte alta de la espalda para luego hacer lo mismo con el hombro. Ella se deja caer de costado, tumbándose, el aprovecha y de ese modo se besan, besos profundos y llenos de pasión con los que hacen crecer el deseo mutuo.  El con la mano libre recorre sus curvas, sus peculiaridades femeninas, de forma sinuosa, bajando al muslo y acariciando luego la nalga que tanto le gustaba. Para cuando sus bocas se separaron por un suspiro de aprobación, Samuel aprovecho y empezó a lamer uno de los pezones, eso le encantaba, degustar ese trozo de carne que se endurecía en el interior de su boca al contacto con sus caricias, y que tanto placer le provocaba a Alicia  cada vez que este lo lamia, mordía o pellizcaba con los dedos.  Lamiéndole el pezón entre los ardientes suspiros de la mujer agradecida por tan esperada turbia caricia. Levantando la pierna para permitir la entrada fácil,  una mujer como aquella no se podía desperdiciar ni hacerle ascos. En cada entrada  en ella según la polla entraba le arrancaba un suspiro como mínimo, e incluso algún gemido ahogad,  dentro de aquel estrecho pero ya bien abierto canal la polla de Samuel entraba  haciéndola sentir ya cómoda con cada penetración. empujando con golpes secos y dejándose penetrar con ya facilidad, eso no impedía que la doliera pese al placer, la follada anal era tremente, la polla entraba hasta el fondo donde los huevos rebotaban en una de sus nalgas, dando el gong de la sacada de la misma para volver a repetirse, la expresión de placer de Samuel demarcaba que no tardaría mucho en inundar de semen el conducto anal de Alicia , esta le veía como sus cuerpo se tensaba, ella sabía que el cuerpo de ese desconocido días antes le hacía perder la compostura y la razón, pero también había descubierto algo que hacía tiempo no recordaba y era el sentirse deseada por un hombre, el cumplir esas fantasías que en su mente cada noche la atormentaban, y que en los tiempos que corrían eran pecado que una mujer pudiera tener deseos sexuales, y con Samuel, su amante los estaba saciando y aprovechando cada momento para saber cómo disfrutar de ellos y no reprimirlos, así esa noche Alicia  sabedora de su escozor anal disfrutaba de la follada que la polla de Samuel,  le daba disfrutando de cada acometida de ese instrumento de carne que la había desgarrado de placer el coño días antes y ahora le hacía lo mismo en su ano, esperando sentir el semen caliente en su recto Alicia  apretaba con fuerza su esfínter y sus músculos dificultando la entrada de la polla.

-        Ohhhhhhhhhhh, empuja cariño, empuja con fuerza. le decía alentaba con sus palabras entrecortadas y llenas de vicio creciente.

Robándole escalofríos con sus en  el cuello lo que la hacía temblar de pura emoción. Apartándole el cabello a un lado para llenarle la nuca con un sinfín de besos y llegarle a la orejilla, allí el lóbulo fue presa de los incisivos de él y de unas rudas caricias de manera entusiasta. La morena  gimoteó distraída con la última de mis caricias, recorriéndole la suavidad del cuello descuidado. Sodomizada sin descanso, hecho el agujerillo al grosor de del miembro inflamado, la habitación volvió a llenarse de lamentos y sollozos trastornados, bramando Samuel con la fuerza masculina mientras la Alicia   se dejaba dominar por el continuo percutir. Moviendo cada vez más deprisa ambos, disfrutaban a su manera del estrecho  agujero que tanto place les estaba otorgando esa noche

-        Deprisa, correte yo no agunato mas y quiero que lo hagamos juntos, dame con fuerza… métemela, métemela.

-        Ohhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhhh

-        Clávamela… vamos clá… vamela, rómpeme el culo… la quiero toda, todaaaaaaaaaaaa.

La mujer aullaba dolorida pero deseosa de notar el néctar que escupiría la polla de Samuel dentro de ella,  a notar la polla de más adentro no podía hacer sino que gemir de puro placer.

-        Joder que gusto, AHHHH, que placer, AHHHH parece que estoy en el cielo, sigue así, follame más fuerte y rápido, AHHHH, AHHHH. dijo Alicia  apurando antes de correrse.

-        AHHHH, AHHHH, me corro, me corro, AHHHH, AHHHH,

Al rato de que Harry subiera la intensidad y la fuerza de sus penetraciones.

-        Me corro Alicia , me corro sarrraayyy, AAAHHH- dijo Samuel.

soltó toda su abundante corrida dentro del culo de Alicia , allí los chorros fueron sucediéndose en golpear las paredes anales de Alicia , después de creer que había terminado de correrse, saco su polla y justo en eso un último chorro salió disparado al muslo de Alicia , esta se levantó y besando a Samuel le agarro la mano y ambos fueron al baño para asearse, allí ella abrió el grifo del agua y lavó la polla sucia de restos de su culo y del semen, después de eso, fue a la bañera y puso a llenarse dicha para asearse entera ella. Mientras se llenaba Samuel fue echando unas sales y esencias al agua, mientras Alicia  fue a su maleta y cogió un ejemplar del libro de Drácula,  y se metió en la bañera, allí dentó Alicia  profundizó en la lectura del ejemplar

Poco antes de las doce, los tres, Arthur, Quincey Morris y yo, fuimos a ver al profesor. Era extraño el notar que, como de común acuerdo, nos habíamos vestido todos de negro. Por supuesto, Arthur iba de negro debido a que llevaba luto riguroso; pero los demás nos vestimos así por instinto. Fuimos al cementerio de la iglesia hacia la una y media, y nos introdujimos en el camposanto, permaneciendo en donde no nos pudieran ver, de tal modo que, cuando los sepultureros hubieron concluido su trabajo, y el sacristán, creyendo que no quedaba nadie en el cementerio, cerró el portón, nos quedamos tranquilos en el interior. Van Helsing, en vez de su portafolios negro, llevaba una funda larga de cuero que parecía contener un bastón de criquet; era obvio que pesaba bastante. Cuando nos encontramos solos, después de oír los últimos pasos perderse calle arriba, en silencio y como de común acuerdo, seguimos al profesor hacia la cripta. Van Helsing abrió la puerta y entramos, cerrando a nuestras espaldas. Entonces el anciano sacó la linterna, la encendió y también dos velas de cera que, dejando caer unas gotitas, colocó sobre otros féretros, de tal modo que difundían un resplandor que permitía trabajar. Cuando volvió a retirar la tapa del féretro de Lucy, todos miramos, Arthur temblando violentamente, y vimos el cadáver acostado, con toda su belleza póstuma. Pero no sentía amor en absoluto, solamente repugnancia por el espantoso objeto que había tomado la forma de Lucy, sin su alma. Vi que incluso el rostro de Arthur se endurecía, al observar el cuerpo muerto. En aquel momento, le preguntó a van Helsing: —¿Es realmente el cuerpo de Lucy, o solamente un demonio que ha tomado su forma? —Es su cuerpo, y al mismo tiempo no lo es. Pero, espere un poco y volverá a verla como era y es. El cadáver parecía Lucy vista en medio de una pesadilla, con sus colmillos afilados y la boca voluptuosa manchada de sangre, que lo hacía a uno estremecerse a su sola vista. Tenía un aspecto carnal y vulgar, que parecía una caricatura diabólica de la dulce pereza de Lucy. Van Helsing, con sus movimientos metódicos acostumbrados, comenzó a sacar todos los objetos que contenía la funda de cuero y fue colocándolos a su alrededor, preparados para ser utilizados. Primeramente, sacó un cautín de soldar y una barrita de estaño, y luego, una lamparita de aceite que, al ser encendida en un rincón de la cripta, dejó escapar un gas que ardía, produciendo un calor extremadamente fuerte; luego, sus bisturíes, que colocó cerca de su mano, y después una estaca redonda de madera, de unos seis u ocho centímetros de diámetro y unos noventa centímetros de longitud. Uno de sus extremos había sido endurecido, metiéndolo en el fuego, y la punta había sido afilada cuidadosamente. Junto a la estaca había un martillito, semejante a los que hay en las carboneras, para romper los pedazos demasiado gruesos del mineral. Para mí, las preparaciones llevadas a cabo por un médico para llevar a cabo cualquier tipo de trabajo eran estimulantes y me tranquilizaban; pero todas aquellas manipulaciones llenaron a Quincey y a Arthur de consternación. Sin embargo, ambos lograron controlarse y permanecieron inmóviles y en silencio. Cuando todo estuvo preparado, van Helsing dijo: —Antes de hacer nada, déjenme explicarles algo que procede de la sabiduría y la experiencia de los antiguos y de todos cuantos han estudiado los poderes de los "muertos vivos". Cuando se convierten en muertos vivos, el cambio implica la inmortalidad; no pueden morir y deben seguir a través de los tiempos cobrando nuevas víctimas y haciendo aumentar todo lo malo de este mundo; puesto que todos los que mueren a causa de los ataques de los "muertos vivos" se convierten ellos mismos en esos horribles monstruos y, a su vez, atacan a sus semejantes. Así, el círculo se amplía, como las ondas provocadas por una piedra al caer al agua. Amigo Arthur, si hubiera aceptado usted el beso aquel antes de que la pobre Lucy muriera, o anoche, cuando abrió los brazos para recibirla, con el tiempo, al morir, se convertiría en un nosferatu, como los llaman en Europa Oriental, y seguiría produciendo cada vez más "muertos vivos", como el que nos ha horrorizado. La carrera de esta desgraciada dama acaba apenas de comenzar. Esos niños cuya sangre succiona no son todavía lo peor que puede suceder; pero si sigue viviendo, como "muerta viva", pierden cada vez más sangre, y a causa de su poder sobre ellos, vendrán a buscarla; así, les chupará la sangre con esa horrenda boca. Pero si muere verdaderamente, entonces todo cesa; los orificios de las gargantas desaparecen, y los niños pueden continuar con sus juegos, sin acordarse siquiera de lo que les ha estado sucediendo. Pero lo mejor de todo es que cuando hagamos que este cadáver que ahora está "muerto vivo" muera realmente, el alma de la pobre dama que todos nosotros amamos, volverá a estar libre. En lugar de llevar a cabo sus horrendos crímenes por las noches y pasarse los días digiriendo su espantoso condumio, ocupará su lugar entre los demás ángeles, De modo que, amigo mío, será una mano bendita por ella la que dará el golpe que la liberará. Me siento dispuesto a hacerlo, pero, ¿no hay alguien entre nosotros que tiene mayor derecho de hacerlo? ¿No será una alegría el pensar, en el silencio de la noche, cuando el sueño se niega a envolverlo: "Fue mi mano la que la envió al cielo; fue la mano de quien más la quería; la mano que ella hubiera escogido de entre todas, en el caso de que hubiera podido hacerlo."? Díganme, ¿hay alguien así entre nosotros? Todos miramos a Arthur. Comprendió, lo mismo que todos nosotros, la infinita gentileza que sugería que debía ser la suya la mano que nos devolvería a Lucy como un recuerdo sagrado, no ya infernal; avanzó de un paso y dijo valientemente, aun cuando sus manos le temblaban y su rostro estaba tan pálido como si fuera de nieve: —Mi querido amigo, se lo agradezco desde el fondo de mi corazón destrozado. ¡Dígame qué tengo que hacer y no fallaré! Van Helsing le puso una mano en el hombro, y dijo: —¡Bravo! Un momento de valor y todo habrá concluido. Debe traspasar su cuerpo con esta estaca. Será una prueba terrible, no piense otra cosa; pero sólo durará un instante, y a continuación, la alegría que sentirá será mucho mayor que el dolor que esa acción le produzca; de esta triste cripta saldrá usted como si volara en el aire. Pero no debe fallar una vez que ha comenzado a hacerlo. Piense solamente en que todos nosotros, sus mejores amigos, estaremos a su alrededor, sin cesar de orar por usted. Tome esa estaca en la mano izquierda, listo para colocarle la punta al cadáver sobre el corazón, y el martillo en la mano derecha. Luego, cuando iniciemos la oración de los difuntos..., yo voy a leerla. Tengo aquí el libro y los demás recitarán conmigo. Entonces, golpee en nombre de Dios, puesto que así todo irá bien para el alma de la que amamos y la "muerta viva" morirá. Arthur tomó la estaca y el martillo, y, puesto que su mente estaba ocupada en algo preciso, sus manos ya no le temblaban en absoluto. Van Helsing abrió su misal y comenzó a leer, y Quincey y yo repetimos lo que decía del mejor modo posible. Arthur colocó la punta de la estaca sobre el corazón del cadáver y, al mirar, pude ver la depresión en la carne blanca. Luego, golpeó con todas sus fuerzas. El objeto que se encontraba en el féretro se retorció y un grito espeluznante y horrible salió de entre los labios rojos entreabiertos. El cuerpo se sacudió, se estremeció y se retorció, con movimientos salvajes; los agudos dientes blancos se cerraron hasta que los labios se abrieron y la boca se llenó de espuma escarlata. Pero Arthur no vaciló un momento. Parecía una representación del dios escandinavo Thor, mientras su brazo firme subía y bajaba sin descanso, haciendo que penetrara cada vez más la piadosa estaca, al tiempo que la sangre del corazón destrozado salía con fuerza y se esparcía en torno a la herida. Su rostro estaba descompuesto y endurecido a causa de lo que creía un deber; el verlo nos infundió valor y nuestras voces resonaron claras en el interior de la pequeña cripta. Paulatinamente, fue disminuyendo el temblor y también los movimientos bruscos del cuerpo, los dientes parecieron morder y el rostro temblaba. Finalmente, el cadáver permaneció inmóvil. La terrible obra había concluido. El martillo se le cayó a Arthur de las manos. Giró sobre sus talones, y se hubiera caído al suelo si no lo hubiéramos sostenido. Gruesas gotas de sudor aparecieron en su frente y respiraba con dificultad. En realidad, había estado sujeto a una tensión tremenda, y de no verse obligado a hacerlo por consideraciones más importantes que todo lo humano, nunca hubiera podido llevar a feliz término aquella horrible tarea. Durante unos minutos estuvimos tan ensimismados con él que ni miramos al féretro en absoluto. Cuando lo hicimos, sin embargo, un murmullo de asombro salió de todas nuestras bocas. Teníamos un aspecto tan extraño que Arthur se incorporó, puesto que había estado sentado en el suelo, y se acercó también para mirar; entonces, una expresión llena de alegría, con un brillo extraño, apareció en su rostro, reemplazando al horror que estaba impreso hasta entonces en sus facciones. Allí, en el ataúd, no reposaba ya la cosa espantosa que habíamos odiado tanto, de la que considerábamos como un privilegio su destrucción y que se la confiamos a la persona más apta para ello, sino Lucy, tal y como la habíamos conocido en vida, con su rostro de inigualable dulzura y pureza. Es cierto que sus facciones reflejaban el dolor y la preocupación que todos ha habíamos  visto en vida; pero eso nos pareció agradable, debido a que eran realmente parte integrante de la verdadera Lucy. Sentimos todos que la calma que resplandecía como la luz del sol sobre el rostro y el cuerpo de la muerta, era sólo un símbolo terrenal de la tranquilidad de que disfrutaría durante toda la eternidad. Van Helsing se acercó, colocó su mano sobre el hombro de Arthur, y le dijo: —Y ahora, Arthur, mi querido amigo, ¿no me ha perdonado? La reacción a la terrible tensión se produjo cuando tomó entre las suyas la mano del anciano, la levantó hasta sus labios, la apretó contra ellos y dijo: —¿Perdonarlo? ¡Que Dios lo bendiga por haber devuelto su alma a mi bienamada y a mí la paz! Colocó sus manos sobre el hombro del profesor y, apoyando la cabeza en su pecho, lloró en silencio, mientras nosotros permanecíamos inmóviles. Cuando volvió a levantar la cabeza, van Helsing le dijo: —Ahora, amigo mío, puede usted besarla, Bésele los labios muertos si lo desea, como ella lo desearía si pudiera escoger. Puesto que ya no es una diablesa sonriente..., un objeto maldito para toda la eternidad. Ya no es la diabólica "muerta viva". ¡Es una muerta que pertenece a Dios y su alma esta con Él!. Arthur se inclinó y la besó. Luego, enviamos a Arthur y a Quincey fuera de la cripta. El profesor y yo cortamos la parte superior de la estaca, dejando la punta dentro del cuerpo. Luego, le cortamos la cabeza y le llenamos la boca de ajo. Soldamos cuidadosamente la caja de plomo, colocamos en su sitio la cubierta del féretro, apretando los tornillos, y luego de recoger todo cuanto nos pertenecía, salimos de la cripta.

Lentamente  sus parpados se fueron abriendo, dejando ver que se durmió,  el libro a un lado de la bañera. Los primeros rayos del sol entraban por las ventanas despertando a Alicia  de su letargo, miro el reloj y solo había pasado una hora desde que entro en la bañera, así que salió, se secó y recogiendo el libro del suelo salió del baño desnuda, viendo que la joven asiática aun dormía en la cama, e Samuel en un sofá con el libro abierto en su pecho, se acercó a él, le beso una mejilla con una ternura de una esposa, tapando con una sábana el cuerpo desnudo de su joven amante femenina,  se tumbó y hizo lo mismo, así se quedó dormida plácidamente rememorando lo sucedido esa noche y como aun su esfínter dilatado la molestaba.