Orgulloso de mi madre (19)

Mucho trabajo de lengua que hace que yo acabe degustando a mi madre por detrás.

ORGULLOSO DE MI MADRE (Cap. 19)

Degustando a mi madre por detrás.

En el capítulo anterior yo había sido testigo oculto de la tremenda orgía que se había celebrado en el piso de Alberto con este y sus amigos disfrutando de mi madre. Pero no había acabado todo aquella tarde; casi sin pensarlo Alberto, mi madre y yo iniciamos otra serie de actividades que nos llevaron a experimentar placeres desconocidos en aquella tarde de vicio y desenfreno sexual.

Una vez Julián, Miguel y Armando se hubieron ido yo salí de la cocina, sin pantalones pues estaba sin ellos desde que mi madre me había hecho la mamada en el intermedio anterior, y tras darle un beso en la boca a mi madre completamente excitado, la felicité por lo putona que había demostrado ser.

-Has estado soberbia y me siento muy orgulloso de ti, mamá. Sólo ha faltado que te dieran por el culo, cacho zorra –le dije.

-Pues eso, andando el tiempo, habrá que probarlo, ¿no, Matilde? –Dijo Alberto-. Que es una pena no probar ese culazo con lo buenísimo que lo tienes...

-Bueno, yo no digo nada. Desde luego de entrada no digo que no y si me da gusto... Reconozco que el asunto tiene su morbillo, como decís vosotros, y sobre todo viendo lo que os gusta mi culito… dan ganas de que me hagáis en él lo que os dé la gana. Todavía recuerdo la lamidita de culo que me distéis precisamente vosotros dos el otro día. Creo que ha sido de lo más guarro y excitante que me han hecho en la vida así que no voy a mostrarme contraria a nada que vosotros me pidáis con respecto a mi culo. Pero eso de la penetración tengo entendido que duele bastante, ¿no?

-Depende del cariño con se haga, mamá. –Intervine yo dándole de paso un buen magreo en una nalga y deslizando uno de mis dedos por la raja que divide sus amplias esferas de carne hasta tocar su ano-. Tú lo que tienes que hacer, si te quieren dar por el culo, es exigir que primero te lo rechupeteen bien. El que te quiera encular primero que te coma el ojete, que te lo deje bien ablandadito y listo y verás como, si sabe hacerlo, igual hasta te hace unas cosquillitas muy ricas al follarte por el culo y disfrutas con ello.

-¡Ay, qué guarradas, qué guarradas! Pero ya, la verdad es que a estas alturas hasta me pone caliente pensar en una marranada así. ¡En menuda puta me he convertido en poco tiempo!

-Pues no es a ti sola a la que todo ese asunto le pone caliente; -intervino Alberto-. Verás, una de mis fantasías es, no ya sólo disfrutar de tu culazo comiéndotelo y penetrándotelo sino, precisamente… Bueno, te lo digo lisa y llanamente y ya está, que estas cosas mejor alto y claro. Verás, Matilde, me gustaría que tú me chupes a mí el culo. Y perdona por la franqueza; ya se que igual te parece demasiada guarrada pero bueno, por lo menos te lo digo. Ya que hoy estamos en un plan tan desmelenado... –Y añadió dirigiéndose a mí:- ¿Tú que opinas? ¿No te gustaría que te chupara el culo tu madre?

A mí la propuesta me pilló de sopetón pero me causó un inmediato e intenso morbo.

-La verdad es que me encantaría, lo encuentro tremendamente morboso. Como sabéis los dos me encanta y me hace sentirme muy orgulloso de ella todo lo puta, lo viciosa y lo guarra que mi madre está siendo, y eso me parecería una deliciosa demostración de puterío por su parte. Claro que la cuestión ahí es que a ella le parezca no sólo bien sino interesante y morboso también, claro. En estos asuntos si algo no interesa de verdad a alguno de los participantes es mejor olvidarlo.

-Completamente de acuerdo, por supuesto. –Afirmó Alberto.

-También tengo que insistir –volví a hablar yo- en que a mí también me gusta y me apetece una barbaridad chupárselo a ella. ¡Y es que tiene un culazo mi madre… que está para comérselo de verdad!

-¡Qué cerdos, pero qué cerdos sois! –Decía mi madre con una sonrisa de lo más significativa-. ¡Y cómo me gusta que seáis así de marranazos conmigo, cabrones! Si es que se me moja todo el higo de sólo oíros hablar de hacer esas cerdadas conmigo.

-Entonces, mamá, si te parece bien para empezar pon el culo en pompa que te lo voy a lamer bien lamido.

-Bueno, pues venga, que a mi todo esto del culo y de chupeteo por aquí y rechupeteo por allí me está poniendo cada vez más cachonda, y mira que hoy llevo ya bastante gozada encima ¿eh? Si me lo quieres chupar, hijo, adelante, que me pone muy caliente que mi hijo me lama todo el culazo. Y ya puestos, Alberto, para darte gusto a ti tal como deseas, yo también te lo voy a chupar a ti; no te vayas a quedar con las ganas. Me parece una guarrada tremenda pero creo que precisamente por eso me está gustando la idea cada vez más.

-Venga, pues vamos a hacer una ronda de lamida de culo. –Dije yo para que todo aquello se pusiera en marcha-. Tú ponte a chupárselo a Alberto y sitúate en una posición de modo que yo te lo pueda comer a ti, mamá, que ya verás hasta dónde te voy a meter la lengua, marranaza.

Así lo hicimos. Alberto se puso de rodillas sobre el sofá apoyado en el respaldo y con el culo hacia afuera y mi madre, apoyándose con las manos en los asientos del sofá empezó a chuparle el ano a su amigo haciendo que éste soltara unos increíbles suspiros de placer desde el primer momento en que la lengua de mi madre entró en contacto con su ojete. A su vez mi madre quedó inclinada hacia delante y con todo su gordo culo en pompa. Yo entonces me situé detrás de ella para chuparle el ano agarrándole sus enormes nalgazas. La imagen de su generoso y blanco culazo contrastaba con las medias negras que llevaba y lo hacían aún más atractivo. A eso hay que añadir el sugerente y morbosísimo aspecto de su agujerito marrón, que quedó perfectamente expuesto cuando yo separé sus nalgazas con mis manos. Su pequeño, oscuro y arrugado orificio era toda una invitación para lamérselo.

Nada más pasar mi lengua por toda la raja del culo de mi madre, ésta soltó un gemido que se hizo más profundo cuando mi lengua se posó sobre su ano chupando su agujero marrón. A su vez ella seguía lamiendo con ganas el ojete de Alberto y éste no dejaba de suspirar de placer a la vez que le decía:

-Así, guarra, así. Cómeme el culo, cerda, que eres la tía más marrana que hay en el mundo. ¡Qué vicio! ¡Qué cojonudo es esto, golfona!

De vez en cuando mi madre dejaba de chupar el culo de Alberto y me decía:

-¡Hijo, qué gusto más grande me estás dando! Esto de que me chupes el culo es maravilloso. Cómo estoy disfrutando.

-Te gusta, ¿eh, marranota? –le decía yo.

-Ya lo creo. Méteme la lengua más adentro, cariño; hazle sentir tu lengüita bien dentro del culo de mamá. ¡Ummmm…! Me parece que hoy me voy a terminar dejando encular por alguno...

A su vez, mientras le chupaba el culo a Alberto, mi madre le iba cascando a la vez una paja haciendo resbalar toda su mano sobre el húmedo capullo del hombre haciendo que éste se pusiera al borde del delirio. Yo por mi parte estaba con la polla a reventar y eso que era el único que no estaba recibiendo placer sino sólo dándolo.

Tras un buen rato en este plan los manoseos de mi madre en la polla de Alberto, por supuesto unidos a la comida de culo que le estaba haciendo, llevaron a éste al orgasmo y soltó un buen par de andanadas de blanca lefa mientras prorrumpía en un sonoro bufido de placer. Una vez repuesto de su intenso orgasmo, Alberto dijo que había sido la mejor corrida de su vida mientras mi madre le frotaba todo el semen por el paquete y el culo de él metiéndole incluso un dedo manchado de su propia lefa en el culo, cosa que Alberto pareció agradarle especialmente a juzgar por los gemidos que soltaba. Tras un rato en el que mi madre estuvo follando el culo de Alberto con su dedo embadurnado de semen, éste se sentó a continuación en el sofá y mi madre continuó inclinada sobre el mismo para seguir recibiendo mi caricia bucal en su ano. Al rato yo me incorporé y le empecé a pasar la polla por el culo a modo de caricia y sin mayor intención. Mi madre gemía y para mi sorpresa y la de Alberto, cuando mi capullo todo humedecido de líquidos preseminales estaba rozando su agujero marrón, que estaba más bien rosa por efecto de mi larga mamada, ella me dijo:

-Aprieta, cariño, goza de mi culo que te lo has ganado con el gustito que me has dado en él con la lengua. Empuja con tu rica pilila en el culo de mamá. Estoy muy cachonda; tanto que no me importaría probarla por el culo y quiero que seas tú el que estrene mi ojete, mi amor. Quiero que sea mi propio hijo el primero al que dé gusto con mi culo.

-¿De verdad, mamá?

-Sé que te gusta mucho el culito de mamá, cariño, y yo quiero que goces con él. Me apetece muchísimo que mi hijo se de gustito con el culazo de la guarra de su madre. Venga, mi amor, hazme lo que quieras en mi panderazo, fóllame por el culo, reviéntame el ojete y disfruta con el culazo de mamá. Es lo menos que puedo hacer, mi amor, que has sido tú el que me ha convertido en el putón que soy y es a ti al que tengo que agradecerte todo lo que estoy disfrutando con el coño y con todo mi cuerpo de hembra cachonda. Adelante, hijo; dale por el culo a la zorra de tu madre, que yo me lo merezco y tú te lo tienes bien ganado.

Entonces comencé a apretar y su culo cedió un poquito aunque la resistencia de su ano a la penetración era más que evidente. Entonces mi madre me dijo:

-Espera, cariño, que mamá va a colaborar lo mejor que pueda para que ese cipotón tuyo entre en mi culito y puedas gozar con mi ojete.

Y entonces mi madre se dio la vuelta y arrodillándose delante de mí, se metió mi polla en la boca y me la empezó a chupar depositando en mi glande enormes cantidades de espesa saliva. No contenta con esto, después se situó a mi espalda y tras pedirme que me inclinara abrió con sus dedos mis nalgas y entonces sentí la punta de su húmeda lengua acariciándome el ano. Yo respingué de placer y le dije:

-¡Mamá, me estás chupando el culo, qué maravilla! ¡Cómo me gusta que seas así de marranaza!

A lo que ella contestó:

-Es parte de mi contribución para que tu polla esté en plena forma para estrenar el culito de mamá. –Y añadió con coqueta malicia-: ¿Te la pone durita mamá siendo tan zorra, cariño?

Y razón tenía porque con aquella caricia de la lengua de mi madre en mi ano, mi polla adquirió, si es que era posible, una dureza aún mayor. Con aquel tratamiento unido a la espesa saliva que antes había depositado ella misma en mi glande, mi polla estaba más que preparada para abordar la penetración en el fabuloso culazo de mi madre. Entonces le hice incorporarse, le indiqué que se diera la vuelta y se apoyara en el sofá dejando expuesto su tremendo pandero y comencé a pasarle la polla por la raja del culo hasta que mi cipote quedó perfectamente orientado contra su ojete. Comencé a apretar y noté como el ano de mi madre cedía un poco mientras ella gemía completamente excitada. Fue algo apenas perceptible pero era evidente que mi polla se abría camino en el culo de mi madre. Yo seguí apretando pero con extrema delicadeza y milímetro a milímetro, de manera bastante más lenta que la que explico aquí. Fui enculando a mi madre paso a paso y segundo a segundo, muy lentamente haciendo que ella gimiera de gusto mientras yo disfrutaba de un momento tan especial lleno de excitación. Estaba desvirgando el ano de mi madre y la emoción y el placer no podían ser mayores. Además era ella misma la que me animaba a que continuara con la penetración anal.

-Sigue, mi amor –decía ella-. Dale polla por el culo a la zorra de mamá. Méteme entera esa tranca en el ojete, cariño. Hazme sentir mujer también por el culo. ¡Aaahhh…! ¡Ummmm….! ¡Cómo me gusta que mi propio hijo me dé por el culo; qué puta más viciosa soy! ¡Ummm…!

-¿Disfrutas, mamá?

-Ya lo creo, hijo. Mira por donde me van a desvirgar el culo teniendo ya más de 50 años pero nunca es tarde para gozar con todos los agujeritos. ¡Dale, mi amor, dale, métemela toda por detrás! Así, así, suavito pero sin sacarla ni un milímetro. ¡Uooo…! ¡Cómo me llena, cómo la siento de gordaaaaa…!

Estaba jodiéndome nada menos que el maravilloso, el grandioso y deseadísimo culazo de mi madre. Era un momento excitantísimo y fabuloso. Mientras se la metía avanzando milímetro a milímetro, mi madre, entre gemidos de placer, me decía:

-No es como por el chocho pero son unas cosquillitas muy ricas. Sigue, hijo, sigue que me está gustando mucho. Lléname el culo de polla, mi amor. Hazle a tu madre sentirse la puta más zorra del mundo con el culo bien relleno de la polla de su hijo. ¡Ummmm, cuánto vicio!

La penetración completa llevó bastante tiempo pues yo quise que mi madre disfrutara sin que le doliera lo más mínimo de forma que se la fui metiendo muy poco a poco. Al cabo de un rato, por fin, mis huevos chocaron con sus amplias y blanquísimas nalgas. Finalmente logramos un acople perfecto y total. Yo todo el rato había ido con extrema delicadeza y a mi madre no le dolió en absoluto su primera penetración anal. Entonces, cuando comencé a experimentar el calorcito y deliciosa estrechez del ano de mi madre, empecé a follarla por el culo poco a poco y con mucha suavidad mientras ella no dejaba de gemir.

-¡Ummm, cómo me pone que mi propio hijo me esté dando por el culo, aahh, y qué gustito! Nos os podéis imaginar lo excitante que es que mi propio hijo goce con mi culo y que sea él el que me esté estrenando el ojete. Dame mi amor, dame polla por detrás; dale por el culo a la puta de tu madre. ¡Ummmm…! –Decía ella gozando visiblemente.

Mi calentura era tanta que apenas unos bombeos después de habérsela metido por completo ya no pude aguantar más y estallé en un tremendo orgasmo depositando toda mi carga de semen en su recto. Ella sintió mi descarga y el calor de mi semen sin duda le agradó porque dijo:

-¡Qué rico, que corridita más rica me ha echado mi hijo en el culo! Ummm… qué calorcito. ¿Te ha gustado follarte el culito de mamá, cariño?

-¡No sabes cuánto, mamá, no sabes cuanto! –Le contesté yo mientras notaba poco a poco como mi polla iba recobrando su tamaño de reposo y dejaba de llenar por completo el culo de mi madre.

Cuando mi polla abandonó finalmente el culo de mi cachonda madre los tres caímos rendidos en el sofá y estuvimos un rato descansando y comentando todo lo que habíamos hecho aquella tarde, especialmente el capítulo de la enculada de mi madre.

-Bueno, sí que se nos ha hecho tarde –apuntó Alberto-. Yo también me apunto, si no tienes inconveniente, Matilde, a gozar con tus soberbio traserazo pero tendrá que ser otro día.

-Cuando quieras, cariño –le respondió mi madre dándole un beso en la boca-. Mi culito estará a tu disposición siempre que quieras. Y ahora que ya lo tengo estrenadito ya no tienes ni que pedir permiso para entrar, ja, ja, ja

-Gracias, Matilde; eres fabulosa –le respondió mientras le pasaba la mano por el peludo conejo a mi madre-. Pero ahora será mejor que nos duchemos rápido porque Fina, la mujer de la limpieza, debe estar apunto de llegar y bastante mal debe pensar ya de mi por tener este picadero y después de que nos viera aquí el otro día a medio vestir para que encima nos encuentre otra vez en pelotas a los tres.

Nos metimos los tres en la ducha y allí aprovechamos para frotarnos los unos a los otros entre risas y comentarios casi soeces que a mi madre le hacían especial gracia. Mi madre nos lavó a conciencia los genitales y nosotros a ella el culo, el chocho y las tetas, claro.

Continuará

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