Orgulloso de mi madre (18)

Mi madre deja satisfechos a cuatro hombres y nos demuestra a todos lo eficiente que es en su labor de chacha especial.

ORGULLOSO DE MI MADRE (Cap. 18)

Mi madre deja satisfechos a cuatro hombres en su labor de chacha.

En el capítulo anterior mi madre había representado a la perfección su papel de chacha ante los amigos de Alberto. Su atuendo, como era de esperar, había propiciado que la situación cobrara un evidente tono erótico y la cosa había evolucionado de manera que tanto mi madre como Alberto y sus amigos habían acabado completamente desnudos. Mi madre además le había hecho la primera mamada de la tarde a Julián, uno de los amigos de Alberto, y éste, tras dejarle la cara y las tetas embadurnadas de lefa, había elogiado enormemente la habilidad de mi madre en el arte de la felación.

Tras la corrida de Julián a consecuencia de la mamada que le había hecho mi madre, todos estaban ansiosos por disfrutar con la caliente jamona y más tras los elogiosos comentarios de Julián sobre lo bien que mi madre mamaba pollas.

-Pues Matilde, querida, -intervino entonces Armando, el más mayor de todos– ya que al parecer eres tan eficiente en esta labor ¿te importaría dedicarme ahora a mí tus atenciones?

-Con mucho gusto, pero si me permitís voy al baño a limpiarme un poco... No es que a mi me importe estar manchada de... bueno... de esto –y todos rieron mientras mi madre se recogía con los dedos parte de la lefa que Julián había lanzado contra sus tetas– pero así no les mancho a ustedes.

Entonces mi madre se dirigió al baño, que quedaba fuera del alcance visual desde la sala y al lado de la cocina. Al pasar por delante de la cocina yo, aprovechando que la charla en voz alta que Alberto y sus amigos estaban teniendo en el salón impedía que me oyeran, le susurré lleno de excitación:

-Así, así, golfona, que se enteren estos de lo putona que eres... Oye, y qué bien te sienta la leche de macho en las tetas.

-¡Que me sienta bien la leche de macho en las tetas, dice! ¿A ti te parece que está bonito que un hijo le diga esas cosas a su madre? –Respondió ella con humor y también en voz baja.

-Ya lo creo que está bien; igual de bien que está que una madre se pasee con las tetas llenas de lefa delante de su hijo y que le haya estado comiendo el rabo a un tío con el culo en pompa también mientras su hijo la veía portarse como una puta. ¡Ya lo creo que está bien, mamá! –Le repliqué yo haciendo que ella riera.

-¿Qué te parece cómo va todo, hijo? –Me preguntó ella.

-Mejor se lo preguntas a mi polla, cacho zorra, que me la has puesto más dura de lo que la he tenido nunca.

-Pues no te hagas ninguna paja, ¿eh, cariño? Que luego se ocupará mamá de ella.

Mi madre entró ya en el baño y se limpió y se arregló un poco para volver inmediatamente a donde estaban los cuatro hombres. Cuando llegó donde ellos se situó entre las piernas de Armando, que permanecía sentado en el sofá, e inclinándose sobre él cachondo sesentón empezó a darle suaves lamiditas en la polla y en los huevos haciendo que el hombre alucinara.

-¡Pero qué bien lo haces, zorra, que eres una fulana calentona! Me has puesto más cachondo de lo que lo he estado en los últimos 20 años. Eres la puta perfecta: una señora decente que en realidad, en cuanto la calientan un poco es una buena zorra dispuesta a dar gusto en la polla a los hombres, ya sea a uno o a media docena. Me encantas, Matilde, y lo que me estás haciendo ni te cuento.

Entonces Miguel se levantó y situándose por detrás de la jamona madura le empezó a bajar el tanga a mi madre hasta quitárselo por completo.

-Ya te estábamos viendo el culo tan bueno que tienes porque estas braguitas no te tapan mucho estas nalgas tan gordas que luces, pero así estás mejor, con todo al aire ¿eh, no os parece, chicos?

Todos aplaudieron la idea de Miguel y mi madre colaboró levantando los pies para que Miguel le quitara las braguitas por completo. Inmediatamente Miguel volvió a tocarle el gordo culo a mi madre sobando las gruesas nalgas de la mujer y pasándole los dedos por la raja mientras ésta seguía mamándole la polla a Armando con entusiasmo.

-Sigue, puerca, sigue, que la mamas de vicio, cacho puta –le decía éste olvidando sus caballerosas maneras de antes-. Chúpame los huevos también, guarra, que es lo que eres, una buena guarrona. ¡Qué bien la mamas, cerda! Come polla, come y dame gusto en el cipote, so puta.

Mientras mi madre le chupaba la polla y él la iba animando con todas esas obscenidades, el maduro hombre la agarraba de los pezones ya que, dada la postura de mi madre, sus tetas quedaban colgando y con los pezones apuntando al suelo.

Tampoco tardó mucho Armando en correrse y este lo hizo en la boca de mi madre porque el muy cabrón para asegurarse de que ésta recibía su descarga de lefa en la boca, en el momento de correrse, tiró aún con más fuerza hacia abajo de los pezones de mi madre para evitar que ésta se separara de su polla mientras el soltaba su carga de grumosa lefa. A mi madre no pareció importarle este tratamiento pues de hecho me pareció oírla gemir de placer mientras chupaba con entusiasmo la verga del viejo en el momento en que éste se corría estirándole salvajemente de los pezones.

-Traga, marrana, traga –le decía él en el paroxismo del placer mientras seguía tirando con ganas de los pezones de mi madre.- ¡Uuuummm, esta es la mejor corrida de mi vida, marranaza! Trágatelo todo, putorra. ¡Qué bien me la has mamado, cerda! Se nota que te gustan las pollas, ¿eh, guarra? Pues traga mi leche, puta, trágatela toda.

Ella recibió la lechada en la boca pero al parecer no se la tragó o al menos no toda, de modo que cuando se apartó del hombre buena parte de la corrida resbaló por las comisuras de sus labios cayendo de nuevo sobre su cuello y tetas mientras todos aplaudían entusiasmados.

-Ahora me toca a mí –dijo entonces Miguel.

Mi madre se arrodilló entonces entre las piernas del joven, que se había sentado en una butaca, y empezó a chupársela a éste. Mientras lo hacía, el chico también le estrujaba las tetas y Julián se acercó para darle unas palmadas en el abundante trasero a ella.

-Guarra, cómo me has puesto, cacho cerda. Nunca hubiera pensado que una cincuentona como tú me iba a poner tan cachondo. –Le decía el joven-. Chupa, chupa, cerda, que lo haces de miedo. Tienen razón estos dos; eres soberbia mamándola. Me pone muy cachondo ver a una señora aparentemente tan normal portándose como una auténtica guarra.

-¿Te gusta como te la mamo, cariño? –Le contestó entonces mi madre con coquetería y voz mimosa haciendo un alto en su labor.

-Me encanta; lo haces fenomenal, pero lo mejor de todo, lo que más caliente me pone es que eres una mujer completamente normal. Si fueras una puta a la que Alberto hubiera contratado seguramente ni te metería mano porque esas mujeres no me interesan lo más mínimo pero lo bueno es que no eres una profesional sino una mujer como cualquiera. Podrías ser una vecina mía, podrías ser mi tía e incluso podrías ser mi madre. Eso es lo que más me calienta, que eres una mujer completamente normal y que a la vez eres una zorrona de cuidado a la que no le importa mamársela nada menos que a cuatro tíos. ¡Eres cojonuda, Matilde!

Mi madre continuó chupándosela un rato y como el joven estaba muy caliente no tardó en correrse. En el momento de hacerlo mi madre también se separó de él de modo que toda la leche del joven impactó en los labios y barbilla de mi madre, de donde fue resbalando camino de sus pechos. Para entonces mi madre ya tenía la suficiente lechada sobre las tetas como para resultar absolutamente evidente que varios tíos se habían corrido sobre ella.

-Ahora cómemela a mi –dijo Alberto-. Pero no hace falta que te limpies, Matilde; me gusta así, que se vea que eres una putona comepollas toda llena de lefa.

-Con mucho gusto. –Respondió mi madre con desparpajo mientras se encaminaba hacia la brillante y humedísima polla de Alberto-. Y a ver dónde me la echas tú, que sobre las tetas ya no me cabe más, ja, ja...

Se repitió la operación y tras una no muy larga mamada, pues sin duda Alberto estaba también muy cachondo, éste se corrió y su semen también fue a impactar en la cara y cuello de mi madre al separarse ésta en el momento de la eyaculación.

Después de haber echo correrse a todos los hombres, mi madre les dijo que mientras ellos reposaban y se recuperaban, le dieran unos minutos pues iba a limpiarse, pero antes de entrar en el baño lo hizo en la cocina, donde yo estaba y estuvimos hablando brevemente y en voz baja. La felicité por su puterío y ella me dijo que le había encantado darles placer a aquellos cuatro hombres con la boca y que era fantástico tener cuatro pollas a su disposición. También me dijo que estaba excitadísima y disfrutando muchísimo de aquella situación tan morbosa. Yo le dije en tono de broma que no se olvidara de que tenía una quinta polla completamente empinada a su disposición. Entonces, bajándome los pantalones me hizo sentar en uno de los altos taburetes de la cocina y se puso a chupármela también casi sorprendiéndome con su actitud pues no me esperaba que me fuera a dedicar a mí en aquel momento sus atenciones bucales. Fue electrizante sentir la calidez de la boca y la lengua de mi madre en mi cipote, máxime después del espectáculo que acababa de contemplar con ella de protagonista mamadora. Mi madre me la chupaba con glotonería y me acariciaba a la vez los huevos con sus manos. No tuvo que hacer grandes esfuerzos para que la operación fuera rápida porque mi calentura era extrema tras haber estado contemplando a mi madre con aquellos cuatro hombres portándose como una furcia. Me la chupó durante un minuto más o menos hasta que me corrí en su boca con enorme placer. Tras acabar la mamada mi madre, en un gesto tremendamente morboso, abrió su boca y sacó la lengua ante mí mostrándome todo el cuajarón blanco y espeso que yo acababa de depositar en su boca de mamona. Luego dejó que la lefa resbalara hacia fuera yendo a juntarse con el resto de goterones de leche de los otros hombres que tenía sobre su cuello y tetas y ya incluso sobre su tripita, que aparecía ya adornada con algún que otro brillante reguero de lefa. Yo entonces, también llevado por el tremendo morbo de la situación y de la pinta de verdadera guarrona de mi madre, le puse las manos sobre las tetas y le extendí y froté aquella mezcla del semen de los cinco hombres a los que nos la acababa de chupar, por todo su cuerpo, especialmente por sus tetas y su tripita. Hacerlo me resultó enormemente morboso y a ella seguramente también pues sonreía con un indudable brillo de vicio en los ojos.

-¿De verdad te gusta ver a mamá así, echa una golfa y llena de leche de macho por todos lados, cariño? –Me dijo ella con voz coqueta y maliciosa a la vez mientras sonreía con picardía.

-Puedes estar segura de que sí, mamá. Verte así, habiéndoles sacado la leche a cuatro tíos y además a mí, me hace estar muy, pero que muy orgulloso de ti.

Para acabar, antes de ir al baño a limpiarse y en un nuevo gesto de extremo morbo, me dio un piquito en la boca con sus labios aún pegajosos de semen. Y al hacerlo la polla se me puso de nuevo como el acero, claro.

Después ella se adecentó un tanto en el baño y cuando salió y se dirigió de nuevo a la sala todos los hombres tenían sus cipotes preparados para follarse a la caliente madura y así se lo dijeron mientras ella asentía con una sonrisa dando por buena la propuesta de aquel grupo de salidos viciosos. El primero fue Julián. Tras besarla y sobarla un rato le dijo llana y directamente que la iba a joder y ella aceptó la proposición sonriendo con picardía. Entonces mi madre se apoyó en el sofá dejando su culo en pompa y le dijo al amigo de Alberto:

-¿Quieres metérmela así, como a una perrita?

El hombre por toda respuesta soltó un bufido de excitación y agarrándose a las amplias caderas de mi madre se la empezó a meter por detrás mientras el resto de machos le jaleaban diciéndole:

-Jódete a esta cachonda, Julián, que es la hembra más puta que te vas a tirar en tu vida.

-Sí, y déjale el chocho bien preparadito que luego vamos nosotros...

Julián entonces empezó a penetrar a mi madre por detrás si cabe con mayor ímpetu haciendo que ésta lanzara un suspiro y al tiempo que le decía:

-Con el permiso del cornudo de tu marido... maciza.

Mi madre respondió riendo

-Uy, mejor sin su permiso, que no creo que me lo fuera a dar si se enterara de lo que estoy haciendo hoy...

Mi madre, que sin duda también estaba excitadísima, acusaba el placer que le daba el continuo frote en el interior de su coño del cipote de Julián. Gemía y suspiraba de gusto y pronto tuvo un tremendo y sonoro orgasmo. Instantes después fue Julián el que se corrió en su chocho. Su lugar fue casi inmediatamente ocupado por Miguel, el más joven del grupo, que se la folló tumbándola en el sofá y poniéndose encima de ella en la posición tradicional del misionero pero recogiendo las piernas de mi madre de tal manera que las pantorrillas de ella se apoyaban en los hombros del chico. Mientras la jodía no dejaba de morderle y chuparle las tetas. Mi madre no tardó mucho en volver a sentir un intenso orgasmo que festejó diciendo:

-¡Qué gustazo me estáis dando, cabrones! No sabía que pudiera ser tan puta como para llegar a joder a la vez con cuatro tíos pero me encanta… ¡Me encanta ser una zorra! ¡Ummmm… qué gustazoooooo….! Sigue, sigue; dame gusto en el chichi, cariño; dale gusto en la castaña a esta zorra caliente.

Quizá espoleado por las palabras de mi madre, Miguel también alcanzó su orgasmo con rapidez y pronto le estaba dando a mi madre unos tremendos empellones que culminaron con la corrida del joven en el peludo chocho de mi madre mientras le decía:

-Toma mi engrudo, zorra; toma toda mi leche en el coño, putorra. ¡Qué caliente, qué viciosa y qué puta eres, Matilde! ¡Eres la mejor hembra que me he tirado, putaaaaaaaa…!

Después del polvo que le echó Miguel fue el turno de Armando, el mayor del grupo para jodérsela. El caballero sesentón se acomodó en el sofá y le indicó a mi madre que se sentara sobre él metiéndose la polla en el chocho y quedando frente a él. Mi madre así lo hizo; le agarró el badajo al vicioso señor y le llevó a su agujero con un brillo especial de lujuria en la mirada. En cuanto estuvo acoplada y con la polla de Armando bien encajada en su chocho, mi madre empezó a moverse sobre la polla del maduro caballero mientras éste le sobaba y apretaba las tetas o el culo alternativamente. También la besaba dándole la lengua a lo que mi madre respondía sacando la suya y lamiéndose así entre los dos en unos morreos llenos de vicio. Mi madre, sin duda muy excitada por follar con un hombre maduro tan cachondo, que no paraba de insultarla todo el rato llamándola "putona", "cerda", "zorra", "viciosa", "golfa" y cosas así, tuvo un orgasmo enseguida y aún tuvo tiempo de alcanzar un segundo antes de que el viejo dejara toda la leche en su chocho mientras prefería unos sonoros bufidos de placer y declaraba que mi madre era la hembra a la que más le había gustado follarse en toda su vida de jodedor. Cuando mi madre se levantó sacándose la polla, ya morcillona, del señor Armando del conejo, gruesos grumos de lefa resbalaron por sus muslos y algún goterón calló a la moqueta dejando cumplida prueba de la orgía que allí se estaba celebrando con mi madre como única protagonista femenina. MI madre tuvo entonces otro gesto de supremo vicio y zorrerío y fue que, mientras todos la piropeaban por su cachonda actitud, ella se metió dos dedos en el chocho y recogiendo parte de la lechada que allí le había dejado el señor Armando, se los llevó a la boca chupándolos con delectación para éxtasis de todos los que la contemplaban mientras exhibía semejantes cualidades de zorra. Yo, observándola desde la cocina, reconozco que estuve a punto de correrme sin tan siquiera tocarme la polla, y es que ver a mi madre portándose de aquella manera era como enervar al más insensible de los hombres.

Finalmente, y poniéndola a cuatro patas sobre la alfombra, fue el turno de Alberto. Este enseguida se amarró a las anchas caderas de mi madre y se la coló en el chichi de un golpe que hizo que ella suspirara con fuerza de tal manera que yo pensé que ya sólo con eso había tenido un nuevo orgasmo. Mientras jodían, los otros tres hombres le tocaban las tetas y la sobaban y Armando hasta le pasaba su gruesa y morcillona polla por la cara. Finalmente Alberto se corrió también en el chocho de mi madre coincidiendo con un nuevo y estruendoso orgasmo de ella quedando ambos derrengados sobre la alfombra que cubría el suelo. Y con este acto se dio por concluida la tremenda sesión sexual que habían vivido los cinco.

Luego estuvieron un rato charlando y comentando lo bien que se lo habían pasado todos llegando a la conclusión de que había sido la sesión de sexo más excitante en la que habían participado. Tras un rato de conversación distendida y picante en la que no faltaron toqueteos y comentarios subidos de tono sobre las prestaciones sexuales de mi madre, ya los amigos de Alberto se vistieron y se fueron bien satisfechos no sin antes darse unos muerdos con mi madre en una caliente ronda de lascivo besuqueo en la que ella ofreció su lengua a todos los hombres.

Continuará

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