Orgulloso de mi madre (12)

Mi madre se decide a darme placer delante de mi tía y sus amigos.

ORGULLOSO DE MI MADRE (Cap. 12)

Mi madre se decide a darme placer delante de mi tía y sus amigos.

En el capítulo anterior había continuado la fabulosa orgía de mi madre y mi tía con sus amigos Alberto y Alfredo y conmigo mismo. Yo me había follado a mi tía Rosa y mi madre lo había hecho con Alberto. También Alfredo se había jodido a mi tía pero yo aún ni siquiera me había corrido, aunque mi madre parecía querer ocuparse de eso.

Mi madre estaba sentada en un butacón y yo a su lado sobre el brazo de la propia butaca elogiaba sus tetas. Tras decirme que no debía preocuparme por no haberme corrido y que ella se iba a ocupar de eso si a mí me parecía bien, mi madre se reclinó un poco sobre mi hasta coger mi polla con una mano y metérsela en la boca.

-¡Ya lo creo que me parece bien, mamá! –dije yo gratamente sorprendido por su actitud al sentir el calor de su boca sobre mi capullo. Era realmente excitante en grado sumo sentir la boca y la lengua de mi madre jugueteando con mi polla. Creo que faltó muy poco para que me corriera en aquel mismo instante, pero quería disfrutar y prolongar tanto aquel momento que de alguna manera logré controlarme y sentir con enorme excitación pero con pausa el extraordinario morbo y placer de aquel momento. Mi madre, nada más y nada menos que mi madre, me estaba chupando la polla. Al principio me dio unos lametazos en el glande y luego empezó a chupar más decididamente. Yo disfrutaba como un loco y entonces ella, sacándose mi polla de la boca dijo:

-Siéntate tú en el butacón y yo me pongo de rodillas delante de tí, que así estaremos los dos más cómodos y me podré ocupar de mejor manera de darte gustito en la pilila esta tan gorda que tienes, cariño.

Así lo hicimos y de hecho aquella pausa para recolocarnos fue clave para que yo pudiera aguantar un poco más porque de no haber sido por ese breve intermedio seguramente me hubiera corrido sin remisión en aquel mismo instante. La parada por tanto me vino muy bien y así, tras sentarme cómodamente en la butaca, pronto tuve a mi madre de nuevo entre mis piernas haciéndome la mejor mamada de mi vida. La muy cachonda sabía lo que hacía y mientras me chupaba me acariciaba también los huevos. Puede que, como ella me había dicho, no hubiera chupado muchas pollas ni muy a menudo en su vida, pero desde luego su instinto y su morbo suplían sobradamente esa ausencia de experiencia. Yo, de vez en cuando, también me incorporaba un poco y le tocaba las tetas y hasta me inclinaba sobre su espalda para acariciársela llegando hasta su soberbio culo, cosa que a ella parecía hacerle especial gracia pues gemía y sonreía mirándome a los ojos un poco sin sacarse mi polla de la boca. Mi madre, además de chuparme con gran habilidad la polla, me estaba embadurnando literalmente con saliva los bajos y esa sensación de enorme y cálida humedad en mi polla y huevos también me gustaba enormemente.

Desde la postura que yo ocupaba reparé entonces en que el culazo de mi madre, y de hecho toda la escena de la mamada que me estaba haciendo, se reflejaba en un espejo que adornaba una de las paredes de la sala. Ver a mi madre reflejada en el espejo chupándomela, con todo su enorme culazo en pompa y con sus rollizos muslos enfundados en sus medias transparentes, me hizo poner aún mucho más cachondo.

-¡Menuda marranaza! –Le decía riendo mi tía a mi madre.– No dejas una sola sin catar, ¿eh, zorrona? Has visto lo dura que la tiene tu hijo y no la ibas a dejar así… ¿eh?

-Bueno, no pasa nada porque le de unos besitos a mi hijo… -interrumpió mi madre la mamada sonriendo con ironía.

-Sí, sí. ¡Menudos besitos! Ja, ja, ja… ¡En menudo sitio y con bien de lengua!

-Bueno, –intervino Alberto, con la voz más bien ronca debido a la excitación que la escena entre madre e hijo sin duda le causaba- él antes también le dio unos besitos con lengua a ella en las tetas.

Todos reímos, salvo mi madre que, ocupada como estaba, siguió chupándome la polla aunque me dirigió una mirada pícara y sonriente mientras lo hacía.

Tras unos minutos disfrutando de aquella extraordinaria caricia se me ocurrió que la cosa podría ser aún mejor. Entonces les dije a Alberto y a Alfredo:

-¡Eh, chicos! No me digáis que tenéis un extraordinario culazo aquí, a vuestra disposición, bien en pompa y os vais a quedar tan tranquilos.

-Eso mismo estaba pensando yo –dijo Alfredo.– El traserazo de tu madre se merece mayor atención.

Y diciendo esto Alfredo se levantó y acercándose a mi madre le empezó a acariciar las nalgas y los muslos y a darle algunos suaves besitos en las blanquísimas carnes del trasero de mi madre.

-La verdad, Matilde, es que estás cojonuda. ¡Qué cincuenta años más bien llevados! Y me pone a cien verte ahí con todo el culo en pompa y chupándosela a tu hijo, rameraza. Me están dando unas ganas enormes de joderte así por detrás.

-Pues venga, -le animé yo dominado por la lujuria que me provocaba la idea de que mi madre me la estuviera chupando mientras otro hombre se la follaba.– Seguro que esta calentorra no va a decir que no. Hay que disfrutar a tope de los cuerpos de estas zorras y darles bien de gusto en esos chochos, que seguro que llevan muchos años desaprovechados.

A mi comentario siguió una nueva mirada de mi madre sonriente y cargada de lujuria y complicidad.

Alfredo entonces se agachó para chuparle un poco el conejo a mi madre como prolegómeno de la follada y ella, a la vez que separaba las rodillas para darle más facilidades al hombre franqueando el acceso a su coño, dio varios suspiros de placer intercalados con sus hábiles lamidas en mi polla. Instantes después Alfredo, arrodillado detrás de la maciza hembra, se aferraba a sus anchas caderas y le colaba su polla en el chocho para empezar a follarla. La penetraba muy suavemente, deslizando lentamente por el coño de mi madre todo el largo de su polla para que el polvo no afectara a la mamada que mi madre me estaba haciendo.

-Te voy a follar suavecito para que puedas tragar polla en condiciones por los dos agujeros, golfona. –Le decía él.

-Esto es divino, hijo –me dijo ella instantes después haciendo un descanso en la mamada.– Y tú Alfredo, sigue así, suavito, suavito, cariño, que me encanta que me folles de esa manera mientras se la como a mi hijo. Esto si que me hace sentirme toda una marrana y una buena zorra, pero que rico es ¿verdad?

-Claro, mamá. Así nos lo pasamos todos estupendamente. Y ya sabes que yo estoy orgullosísimo de que mi madre sea una perfecta zorra y de que disfrute a tope de su chichi. Además de por ser uno de los interesados, te puedo asegurar que estoy disfrutando muchísimo de verte manejándote con dos pollas a la vez.

-Eso será demasiada polla para esta zorra –intervino entonces mi tía riendo.– Anda, venga, que te voy a ayudar a lamerle bien la polla a tu hijo, que tú con otra en la castaña no se si se la estarás comiendo como debe ser.

-Sí, ven, Rosa. Mira que dura la tiene y qué rica está. ¿Cómo iba a dejar esta sin probar? Sería una tontería estado en el plan que estamos y bastante tontas hemos sido perdiendo oportunidades de pasarlo bien a lo largo de nuestra vida, ¿no te parece, Rosa?.

-Ya lo creo, Matilde. ¡Cuánta razón tienes!

-Total, a estas alturas mi hijo no va a pensar que soy más zorra por chupársela a él también ¿no? –Dijo mi madre haciendo que sus palabras casi me hicieran eyacular de golpe.

-Sí que lo pienso, mamá. –Le dije entonces-. Pero me encanta que lo seas. ¡Cuánto más zorra y puta seas mejor! Más me gustas y más orgulloso estoy de que seas mi madre y de que te portes así, como toda una puta. ¡Cuánto más zorra eres más estupenda me pareces y más me gustas!

Todos reímos y mi tía entonces se puso al lado de mi madre, también de rodillas y empezó a chuparme los huevos mientras mi madre me comía la polla. Cuando ésta última se la sacaba de la boca y se centraba en disfrutar de la que tenía en el chocho, mi tía tomaba su lugar y entonces era la caliente boca de mi sesentona tía la que me daba gusto en el capullo. Instantes después mi madre volvía a chuparme, esta vez los cojones, y así se iban turnando las dos calientes maduritas mientras mi polla y mis huevos estaban cada vez más empapados por las densas salivas de las dos cachondas mujeres.

Estuvimos un rato así gozando mientras yo hacía denodados esfuerzos por no correrme pues quería seguir disfrutando de aquel calentísimo numerito que se había montado con mi madre de rodillas entre mis piernas, con las tetas colgando, con el culo en pompa, chupándome la polla y siendo a la vez follada por Alfredo y mi tía a su lado, también con sus enormes tetas colgando, cuyos pezones casi rozaban el suelo en aquella postura, y ayudándole a mi madre en sus labores de mamona.

En un momento dado Alberto, cuya polla volvía a presentar un aspecto interesante para las mujeres, dijo:

-Está bien que estás dos zorras compartan la misma polla, pero entonces nosotros tendremos que compartir también esos chochos, ¿eh, Alfredo?

-Claro que sí. Venga, Alberto. Ven para acá, que aquí hay mucha carne aprovechable y hay que gozarla entera– le dijo su amigo.

-Vete eligiendo, Alberto, y no dejéis un chocho desocupado, que seguro que estas viciosas no nos lo perdonarían – Dije yo.

-Sí, ven. –Le animó también Alfredo– Que llevo viendo un rato el culazo de Rosa y su chocho desocupado y me estoy poniendo malo.

-Pues permíteme, Alfredo, que sea yo el que ocupe el conejazo de esta cachonda señora mientras tú sigues cepillándote a la guarra de Matilde. Luego cambiamos si te parece.

-Sí, podéis establecer turnos de modo que cada vez que ellas cambian entre mi polla y mis huevos vosotros cambies de chocho. ¿Qué os parece? –les propuse yo.

-Excelente idea; estas cosas hay que hacerlas organizadamente. –Rió Alberto mientras le colaba de un empujón toda la tranca en el chocho a mi tía.

En aquel momento era mi tía la que me estaba lamiendo la polla, pero al sentir el cipote de Alberto llenar su coño se la sacó de la boca mientras exhalaba un intenso suspiro de placer, momento que aprovechó mi madre para ser ella la que se tragara mi rabo dejando a la vez resbalar desde su boca y por todo mi cipote un buen montón de cálida y densa saliva. Entonces Alberto y Alfredo cambiaron de hembra y ahora fue Alberto el que penetró a mi madre y Alfredo el que se la clavó a mi tía. La rueda de metidas y sacadas, aunque ralentizaba la acción, era tremendamente excitante y aumentaba el ardor y la lujuria de todos nosotros.

Con tanto cambio otro de los efectos que se producía era que se retrasaba el orgasmo de todos así que se prolongaba el placer y la excitación. Estuvimos así un buen rato, con continuos cambios y comentarios divertidos cada vez que se producía un nuevo acople entre los dos amigos y mi madre o mi tía y cada vez que ellas se turnaban para compartir mi polla. Hubo un momento particularmente excitante cuando en una ocasión, al dejar de mamarme mi madre la polla para que fuera mi tía la que ocupara su lugar con su caliente boca, ellas dos se miraron un instante, se sonrieron y acto seguido, para mi sorpresa, se dieron un piquito en los labios primero y seguidamente se dieron las lenguas chupándoselas la una a la otra en un morreo a la vista tremendamente excitante.

-¡Zorra! –Le dijo riendo mi madre a mi tía.

-¡Puta! –Le contestó mi tía a mi madre de la misma manera para a continuación volver a darse las lenguas con tremendo vicio aportando la nota lésbica a la acción que todos estábamos llevando a cabo.

-Chicas, me parece genial que os beséis, pero no os olvidéis de mi polla, que está a puntito de soltar su cremita… -Les dije yo unos instantes después instándolas a que reanudaran la excitante mamada que me estaban haciendo a dúo.

Mientras me la chupaban, y en medio del tremendo goce, yo pensaba que el mayor placer de todo aquello me lo estaba proporcionando no ya tanto la mamada en sí misma, que era alucinante, sino el hecho de que fueran precisamente mi madre y mi tía las que me estaban comiendo la polla de aquella manera; eso sí que resultaba morboso y tremendamente excitante. Yo me debatía entre un tremendo goce sexual y la permanente situación de estar al borde del orgasmo. No sólo por la doble mamada que estaba recibiendo sino también por el numerito montado entre los cinco.

-¿Qué, mamá? ¿Disfrutas? –Le dije yo en un momento dado recreándome en la imagen de la boca de mi madre succionando mi polla.

-No lo sabes bien, hijo –contestó ella provocando a la vez un nuevo cambio de polla en su chocho pues al hablar soltó mi polla de su boca y fue mi tía la que, una vez más, la reemplazó en la mamada–. Es como ser follada por dos pollas a la vez y al mismo tiempo estar mamando otra polla riquísima. Me siento calentorra perdida, hijo, me siento una perra, una verdadera putorra y estoy gozando como una guarra. Nunca hubiera pensado que iba a llegar a estar en una situación así. ¡Me encanta!

-Pues sigue, mamá, sigue gozando, que a mí me lo estás haciendo pasar de miedo también.

-No sabes cuánto me alegro, hijo.

Tras otro corto periodo de continuos cambios, tanto de polla en sus chochos como de boca en mi polla, yo ya no pude aguantar más y solté toda mi descarga de leche justo cuando mi madre se sacaba mi polla de la boca. Por este motivo la primera andanada fue a parar a los labios de mi madre, la segunda hizo impacto en una de las mejillas de mi tía Rosa, que la recibió con un grito de alegría, y la tercera fue a depositarse sobre la barbilla de mi madre, de donde resbaló por su cuello. Lo que ocurrió entonces, de nuevo para sorpresa al menos mía, es que mi madre acercó su lengua a la mejilla de su cuñada y le lamió el semen que yo había depositado involuntariamente allí, pero no contentas con eso entonces mi tía le hizo lo mismo a mi madre recogiendo con su lengua los goterones de lefa que ésta tenía sobre sus labios y sobre su barbilla y entonces, además, como habían hecho unos minutos antes, se volvieron a dar la lengua en un vicioso beso entre mujeres compartiendo mi lefa. Ver la lengua de mi madre en contacto con la de mi tía y ambas embadurnadas en mi propia lechada hizo que mi polla no bajara ni un ápice a pesar de la recientísima corrida y que, más bien al contrario, me invadiera una creciente excitación. ¡Qué morbo tan intenso ver a mi madre en aquella situación, ella que hasta apenas unas semanas antes siempre le había sido absolutamente fiel a mi padre!

Las dos mujeres estaban alborozadas disfrutando al compartir con sus besos mi corrida y justo en ese momento mi madre alcanzó un tremendo orgasmo ya que durante todo su numerito lésbico con mi lefa de por medio, ésta había estado siendo follada por Alfredo. Este a su vez, casi simultáneamente, eyaculo sobre el culazo de mi madre dejándole las nalgas completamente bañadas de semen.

Apenas unos segundos más tarde mi tía, que tras finalizar el morreo con mi madre cuando ésta experimentaba aquel nuevo orgasmo, se había metido de nuevo mi polla en la boca para limpiármela de semen tras mi corrida, se separó de mi cipote y se arqueó hacia atrás para sentir el tremendo orgasmo que la invadió gracias a los empellones que Alberto le estaba propinando en su encharcadísimo chocho. Instantes después Alberto también orgasmaba y al hacerlo también se sacó la polla del coño de mi tía para echarle toda su espesa crema sobre el culo y espalda de la caliente sesentona.

-¡Uff! –Suspiró Alberto–. Vaya corridón y vaya polvazo a cinco. Esto si que no lo había probado nunca. Ha sido apoteósico.

-¿Y te ha gustado, eh? –preguntó mi madre con picardía incorporándose y apretándose contra él de manera lasciva y refrotando sus tetas contra el torso del hombre.

-No sabes tú cuanto, marranaza.

-No os lo hemos hecho pasar mal a pesar de ser unas viejas, ¿eh? –Le dijo mi madre riendo mientras, arrodillados los dos frente a mí, que seguía sentado en el butacón, insistía en apretarse provocadoramente sus tetas contra el pecho del hombre para acabar dándose un intenso beso con lengua.

-Sois las hembras con las que mejor me lo he pasado en la vida, os lo aseguro. Si ya decía yo que vale más una hembra madura que todas esas niñatas que andan por ahí.

Estuvimos unos minutos hablando de las excelencias sexuales de las hembras maduras regalándoles los oídos a mi madre y a mi tía, claro. También las piropeamos y les dijimos que estaban muy bien con semen esparcido por todo su cuerpo tras lo cual Alberto les indicó a las dos mujeres que podían ducharse en el baño del pisito.

-Que si no vais a ir a casa empapadas de semen y no sé qué van a decir vuestros maridos.

Las dos mujeres entonces, mientras reían nuestros atrevidos comentarios, se quitaron las medias y los zapatos, que por cierto, habían conservado durante toda la caliente sesión, y se dirigieron al baño mientras nosotros nos quedábamos sentados descansando y comentado lo bien que lo habíamos pasado.

-¿Te ha parecido bien todo lo que hemos hecho con tu madre? –me preguntó entonces Alberto

-La respuesta a esa pregunta es obvia; me ha parecido excelente. Y lo más estupendo, desde luego, es que a ella le ha parecido aún mejor. Yo he disfrutado también mucho, no sólo con la mamada que me ha hecho la muy guarra, sino también viendo cómo vosotros os la cepillábais y os la comía y bueno, todo lo que ha hecho y vosotros habéis hecho con ella. Para mí ha sido la sesión de sexo más fascinante de mi vida.

-¡Vaya putorra que está hecha tu madre, chico! Ya podía ser así la mía –siguió Alberto.– Lo que yo daría por ver a mi madre como hoy has visto tú a la tuya: follando como una cerda, chupando pollas como una guarra y toda bañada en semen como una fulanorra.

-Pues es cuestión de no perder la esperanza, amigo. Y de intentar todo lo que se pueda y de aprovechar las oportunidades que se presenten. Yo hace unos meses ni hubiera imaginado ni en el más calenturiento de mis sueños que mi madre podía estar chupándomela mientras otros dos tíos se la follaban a cuatro patas, y ya ves. A partir de ir a la discoteca esa pues ya veis a dónde hemos llegado. Y como os habréis imaginado ya a estas alturas estoy encantado de que así sea. Me parece estupendo que mi madre sea una buena zorra y que le parezca bien que yo esté al tanto de ello.

-Sois unos viciosos –intervino Alfredo,- pero tengo que reconocer que a mí también me da un morbo especial pensar en mi madre en plan guarro. Nunca antes lo había pensado pero… Plantearte hacer cochinadas con quien nunca hubieras imaginado hacerlas resulta muy morboso, desde luego, y una vez que te das cuenta sin hipocresías ni falsos tabúes, de que tu madre es una mujer con un chocho y unas tetas tan deseables como las demás resulta de lo más excitante la idea de joder con ella, desde luego.

Alfredo me dijo entonces que ya había tenido una charla con Alberto días atrás en la que habían hablado precisamente de madres a raíz de la presencia de la mía en su vida sexual. Alberto le había puesto al corriente de sus deseos para con su propia madre y a Alfredo no le había escandalizado en absoluto, todo lo contrario.

-No lo quería reconocer –siguió hablando Alfredo,- y menos contárselo a nadie pero después de ver lo puta que es Matilde delante de su hijo e incluso haciendo cosas con él mismo, la verdad es que a mi tampoco me importaría verle el culo a mi madre, ya me entendéis. Cuando hace unos días Alberto me insinuó lo de que le gustaría ver a su madre en el mismo plan que a este par de zorras y en especial como a Matilde, no quise decirle nada entonces claramente pero yo también pensé en lo que me gustaría verle las tetas a la zorra de mi madre.

-Pues nada, chicos. Hay que buscar oportunidades para que las golfas de vuestras madres gocen de las pollas de sus hijos… y de las de los amigos de sus hijos ¿eh?.

Los tres reímos alegremente y Alberto continuó:

-Oye, a pesar de que ya te la ha chupado y tú le has metido mano y sobado y chupado las tetas, tú no te has tirado a tu madre. ¿No te gustaría hacerlo?

-Pues hombre, la verdad, y aquí puedo decíroslo, la verdad, decía, es que no es una idea que me disguste precisamente. Mi madre me pone supercaliente, y claro, la idea de follarla no me desagrada en absoluto; me causa un morbo tremendo. Lo que pasa es que a pesar de todo lo sucedido se me hace un poco cuesta arriba decirle a mi madre que quiero clavársela en su raja de zorra. No se si me entendéis… Si ella insinuara algo favorable… Pero bueno, como en todo este asunto en general, creo que lo que no hay que hacer es precipitar las cosas; es mejor que sean ellas las que vayan viendo todo lo que pueden hacer y lo que les gustaría hacer con unos y con otros.

-Bueno, viendo como te la chupaba antes no creo que a tu madre le desagrade meterse tu rabo en la almeja ¿eh? Pero ya te entiendo, ya… -dijo Alfredo.

-Tenemos que quedar un día los tres para hablar a fondo de este tema y ver qué hacemos. Yo ya no puedo aguantar más sin comerle el higo a mi madre y más después de haber conocido a Matilde, una mujer de lo más normal, como mi madre, y hay que ver lo puta que es hasta con su propio hijo. ¡Es súper excitante!

En ese momento apareció ya en la sala, completamente desnuda y recién duchadita, mi madre. Mi tía, al parecer, seguía en el baño pues en primer lugar se había duchado mi madre y ahora era mi tía la que estaba bajo el agua de la ducha.

Continuará