Orgullos de mi madre

Un hijo orgulloso de la hembra que tiene por madre su carácter sumiso y una promesa de nuevo relato

Siempre me he sentido muy orgulloso de mi madre. Una ama de casa de las de toda la vida, una mujer que siempre ha sido consciente de todas sus limitaciones y que siempre ha sabido estar en el lugar que le tocaba y ejerciendo el papel que le correspondía en cada momento de la mejor forma posible.

Se llama Adela en la actualidad acaba de cumplir los 52 años. Si tuviese que describir a mi madre con una sola palabra, sería Hembra.  Sí, sin lugar a dudas mi madre es una hembra de pies a cabeza. Una mujerona alta, de formas contundentes, voluptuosa, de ese tipo de mujeres que si bien no son las que ahora  están de moda, son las que nunca dejan de estarlo.

De pelo oscuro casi negro y ojos grandes marrón verdoso en casa suele llevarlo recogido en una cola o un moño, pero cuando se lo suelta aquella mata densa cae por su cuello hasta cubrir sus hombros anchos y fuertes. Unos labios gruesos, carnosos sensuales perpetuamente húmedos conforman una boca grande  y apetecible.

Ancha de caderas y muslos largos gruesos y duros es poseedora de un culo grande de nalgas redondeadas y excesivas para los cánones de hoy pero que hubiesen hecho las delicias de Rubens. Es una mujer madura, ha vivido lo suyo puesto que fue madre siendo prácticamente una adolescente ( a mí me tuvo con 20 años ) y ha pasado por un parto a una edad avanzada para la mayoría ya que  volvió a ser madre a los 45 años, una sorpresa que ya no esperaba y que le dejó ya para siempre una preciosa tripa que no hace sino acentuar su sensualidad. Una sensualidad que tiene su punto culminante en sus pechos. Son desde luego su rasgo más distintivo. Grandes y naturales, de forma redonda, pesados y con la elegante y natural caída que da la edad y el peso, son de ese tipo de pechos que desbordan hacia fuera por los lados y que en el interior se tocan para formar un canalillo precioso y excitante. Sin lugar a dudas los pechos de mi madre son un reclamo de la hembra en celo que busca al macho alfa para que la insemine. Todo su cuerpo, su rostro, sus actitudes la convierten en ello, aun sin que ella haga nada para provocarlos. Puedo decir con todo el orgullo que mi madre tiene un aura especial un aroma que incita a los machos que la tienen cerca de forma instintiva, animal,  la busquen, sientan la necesidad salvaje de aparearse con esa hembra cachonda que es mi madre. Creedme he visto muchas veces esa reacción y la he experimentado yo mismo desde que tengo conocimiento sexual.

Me gustaría haber podido acercarme un poco a describir la bomba erótica y deseable que es mi madre, pero sé que por mucho que e esfuerce mis palabras serán un pálido reflejo de la realidad. No tengo como poder haceros llegar el aroma que desprende su cuerpo cuando en verano, sudada y fatigada de las labores de ama de casa que le corresponden , levanta los brazos para arreglarse el pelo y sus sobacos desprenden su fragancia a mujer , ni sé como describir adecuadamente el brillo de la piel del interior de sus muslos grandes cuando toma el sol en la terraza o la esencia que impregna todo el baño cuando al abrir la cesta de la ropa sucia descubres unas de sus bragas sucias , manchadas del flujo de su maravilloso coño de madre madura.

Ahora me viene a la mente el recuerdo de mi infancia , cuando ella me solía llevar los sábados por la mañana a la playa y tras darse un chapuzón volvía a secarse a la toalla y yo me quedaba en la orilla , jugando , cuando en realidad lo que hacía era deleitarme con la raja de aquel fantástico coño que se marcaba en el bañador húmedo como si fuese una capa de piel sin dejar apenas nada a la imaginación. A pesar de mi niñez y mi desconocimiento, algo me hacía quedarme hipnotizado como si de alguna forma ya intuyese que aquel maravilloso sexo, mojado, de labios bien marcados que se intuían gruesos, separados y aquellos rebeldes vellos que salían de la goma del traje de baño dejando claro la enorme mata de vello negro que lo recubría debía ser el objetivo de mi vida. El mismo coño que me había parido, aquel que un día mi cabeza dilató hasta el extremo haciéndola gritar de dolor y de éxtasis, un día debía encharcarse y dilatarse por el placer de mi polla. Ese al menos siempre fue mi deseo, desde mi pubertad.

Me gustaría poder deciros en este punto que Adela, mi madre, es una mujer sin tabús, y sin remordimientos, de esas que estamos acostumbrados a leer en los relatos los que tenemos esta tendencia innata hacia el incesto. Por desgracia no es así. Nunca me sorprendió masturbándose y cayo rendía al deseo a mis pies, ni sucumbió a mis embates cuando por sorpresa arrimaba mi miembro erecto en sus imperiales posaderas mientras sobaba sus pechazos de diosa sexual. Lamento decepcionaros, no es así.

Para mi desgracia mi madre no siente ese instinto, por otra parte creo yo, tan primitivamente humano de aparearse con su propio hijo. Nadie es perfecto, ya veis, pero eso no significa que se pueda educar. Para aprender nunca es tarde.

Factores en contra… Los hay sin duda, el principal mi padre. Un ser repugnante que le ha puesto mil cuernos a mi madre y que la ha tratado como un trapo toda su vida. Nunca le perdonó el que mi abuelo le obligase a casarse con ella al dejarla embarazada a los 18 años. Él un hombre de más de 30 y de posición acomodada aspiraba a algo más que a la hija del pescadero del barrio, eso lo frustró y aumentó su ya de por sí natural carácter violento. Y ojo, quiero dejar claro que yo no me meto en el tipo de relación que establecieron ellos dos , supongo que se conocían el uno al otro y yo no le reprocho a mi padre que de vez en cuando le haya soltado un par de bofetadas a mamá, a veces se las ha buscado por salirse de su rol y , a modo de confidencia os diré, que es una imagen deliciosa , esta preciosa cuando le acaban de cruzar la cara bien fuerte, porque le resplandece la cara  y hace relucir su tendencia  no solo a la sumisión sino que hace surgir su necesidad masoquista. Lo que yo le reprocho a ese cabronazo es el no saber disfrutar del pedazo de mujer que tiene a su lado y no apartarse para irse a retozar con sus fulanas jovencitas.

Sí, sin lugar a dudas m madre tiene esa inclinación hacia el placer a través del dolor. Adela no es una mujer sofisticada, nada que ver con los estereotipos de plástico que tan de moda puso Grey , ni por asomo. Mamá se acerca más a Carmen Maura en una película de barrio de Almodóvar. Una sufridora resignada y que desde cría fue  conducida por ese camino. La violencia y la dominación masculina, la aceptación del orden natural de las cosas y que ella aceptaba con grado.  ¿Siente dolor? Sin duda. Pero lo que deberíamos saber es si en la balanza pesa más ese sufrimiento o el placer que le produce.  Yo sinceramente creo tener la respuesta, y a riesgo de parecer prepotente, me veo en la capacidad de sacarle todo el jugo a esa fruta madura que es Adela, mi madre.  Sin duda, el momento ha llegado. Mamá va a ser mía.  Ha sonado la hora en que sus grandes pechos  vuelvan a sentir el placer de los labios de su hijo succionando sus pezones  hasta arrancarle gritos de placer , de sentir que ese coño que me dio a luz , pertenece solo a su hijo y que es a mí, a su hijo a quien debe sumisión y placer .

Hoy , mi padre  se marcha a uno de sus viajes de “trabajo” por dos semanas. Quizás cuando regrese se encuentre con las cosas cambiadas, quizás  su esposa sea para entonces mi madre y mi hembra… Os lo contaré , sin duda.