Orgullo Y Humillación

Cansada de las andadas de su esposo, Isabel hará polvo su orgullo.

Saludos, lectores de TR. Por primera vez escribiré algo sobre lo que leerán en las siguientes líneas, encogimiento de polla y el agua salada (playa). Este va con dedicatoria especial para mi querida rosameler12, quien literalmente pasó todo un día diciéndome, hazlo, hazlo, hazlo; hasta que me convenció y pude escribir este relato jejeje, espero que lo disfrutéis.

El bullicio y los gritos y risas de críos corriendo como pollos sin cabeza resonaban alrededor y en la piscina. Una pareja estaba sentada en un par de sillas, separados por una mesita y en la sombra de un paraguas mientras miraban distraídamente a su alrededor, esperando a otra persona. La mujer, llamada Isabel; tenía 37 años, cabello castaño largo que caía por su espalda, bronceada, ojos color miel, labios finos y sensuales, senos medianos y piernas largas. Siempre atraía las miradas por su elegancia, además de su trasero.

Frente a ella, con una mirada algo arrogante y de superioridad, estaba su esposo Adrián, de 37 años también; cabello corto rubio oscuro, ojos azules, tez clara y cuerpo trabajado por el gimnasio. Su mirada estaba recorriendo cada rincón del lugar, tratando de hallar a cualquier bella mujer que observar, sin importarle que su esposa estuviese frente a él. Isabel, que ya le conocía perfectamente; sabía lo que él estaba haciendo y no podía hacer nada para evitarlo.

Pero ella le conoció de esa manera, y es que Adrián siempre había sido un mujeriego empedernido, además de insaciable mirón. Por ello, a pesar de que aún estaban juntos, ya su intimidad era poca o nula, pues Isabel estaba harta de los constantes rumores de sus amigas o familiares sobre las andadas de su cachondo e infiel esposo.

Además de eso, Adrián estaba orgulloso, demasiado; de lo que le colgaba entre las piernas. Y no era para menos, un par de huevos que casi parecían pelotas de tenis y un rabo de unos 21 cms. Desde su juventud, tenía la “convicción” de que debía exhibir y compartir su polla con cualquier “dama necesitada” y a pesar de moderarse un poco tras casarse con Isabel, no perdía la oportunidad de exhibir sus atributos a cualquier mujer que se cruzase en su rango de visión.

Mientras seguían esperando, un grupo de mamás pasó frente a ellos. Isabel, tras mirarlas por un segundo, desvió la mirada, no así Adrián; que comenzó a sobarse el paquete por encima de su bañador y una de las mujeres pilló su gesto y algo escandalizada, se alejó con sus amigas, provocando que el hombre se riese. Su esposa, que sabía lo que había hecho, trató de pillarle con la guardia baja.

“Que mirabais?” preguntó con aparente indiferencia.

“Nada, nada, querida…” respondió Adrián sin mirar a su mujer, que resopló enojada.

Siguieron esperando por varios minutos hasta que un chico de unos 18 años, y otra chica de su misma edad que caminaba a su lado se aproximaron a la mesa. El muchacho, de tez clara y de cabello rubio y la chica de cabello negro, más baja pero sus exuberantes curvas en ese bikini atraían las miradas, la de Adrián incluida.

“Por fin, pensé que no vendríais,” dijo Isabel.

“Lo siento mamá, es que estábamos…” empezó a decir el chico pero su novia completó la frase.

“Buscando un lugar. El parking esta hasta el culo, verdad?” dijo la chica apresuradamente, mirando de reojo a su novio.

“Si… si, lo está.”

Adrián saludó a Fernando y a Daniela, y no tardó en intuir la verdadera razón de su tardanza. La chica parecía algo ruborizada y respiraba algo agitada, además de que la aureola y el pezón izquierdo estaban parcialmente expuestos y no pudo evitar sonreír y mirarla con algo de lascivia. La chica se percató de ello y disimuladamente se acomodó, Adrián no podía evitar contemplarla, su hijo tenía suerte de estar con una chica como ella, y de no ser porque se trataba de su novia, no dudaría un segundo en ir a por ella.

“Si, imagino que debe estar atestado de muchos coches, y con este calor además…” dijo Adrián sin dejar de mirar a Daniela y sobándose el paquete.

“Lo importante…” comentó su esposa con una mirada iracunda al pillar lo que hacía, “Es que ya están aquí, y podemos conversar en familia ,” añadió con evidente énfasis mientras su hijo y Daniela se sentaban.

Carraspeando un poco, Adrián apartó lentamente la mano de su entrepierna e Isabel hablaba con su hijo sobre cómo le gustaría celebrar su cumpleaños 19. Después de varias sugerencias, todas rechazadas por Fernando, que solo tenía una idea en mente, si bien era influenciado por su querida novia.

“Nosot… digo, yo pensaba en algo más… no sé, informal…” dijo Fernando algo vacilante.

“Que quieres decir con informal?” preguntó su madre.

“Siempre he querido ir a una playa nudista…” comentó con rapidez y ante la mirada de desaprobación de su madre añadió, “Hay algunas que no son tan concurridas.”

“Pero estáis loco? Como se os puede ocurrir semejante barbaridad!?” exclamó indignada, pero mirando a Daniela, la verdadera mente maestra de aquella idea.

“Déjalo, mujer. Si nuestro hijo quiere una fiesta en una playa nudista… pues así será,” aseguró Adrián, encantado con la idea.

A pesar de sus objeciones, al final Isabel tuvo que ceder por el decisivo apoyo de su esposo a su hijo, pero sabía que él estaba incluso más encantado por la idea. No obstante, no tiraría la toalla y no ocultó su inconformidad, poniendo condiciones además.

“Solo invitaras a tu círculo íntimo, nada de desconocidos,” dijo Isabel.

“Vale madre, no os pongáis tan quisquillosa,” respondió Fernando.

“Y también invitaras a Olivia,” agregó su madre.

“Joder no…” se quejó el chico.

“No es una sugerencia, y cuidad vuestra lengua…” amenazó Isabel.

Girándose en la silla, Adrián se pasó la mano por la cara; claramente fastidiado. Olivia era la mejor amiga de su esposa desde la universidad, y literalmente; fue un dolor en el culo al inicio de su relación. Siempre que podía, Olivia informaba a Isabel de sus andadas y (casi) siempre le metía en un marrón serio.

“Oye, no creo que debas invitarla. Es una reunión de familia y amistades cercanas,” dijo Adrián.

“Entonces puedes quedarte en casa, querido; si no quieres ver a Olivia…” contestó con tranquilidad su mujer y de mala gana cedió.

Después de acordar un mínimo de invitados, los cuatro se marcharon del lugar y un par de horas después; Isabel fue a visitar a su vieja amiga. Olivia abrió la puerta de su casa con rostro somnoliento.

“Que hacéis aquí? Es muy temprano…” murmuró Olivia.

“Son las 7. Mejor no me digas porque aun duermes,” contestó Isabel impaciente después de entrar.

Arreglándose un poco, Olivia regresó 10 minutos después. La mujer, de 36 años; era un poco más alta que su amiga y su largo cabello negro estaba recogido en una cola de caballo. De ojos verdes, su piel era algo bronceada y pues era una tia promedio, sin grandes atributos pero tenía lo suyo: un par de tetas medianas y un culo decente.

“Y ahora que ha hecho el degenerado de Adrián?” preguntó ella al rato, después de servirse un trago y ofrecer agua a su amiga.

“Lo de siempre… pero al menos no he escuchado de una escapada fortuita,” dijo Isabel.

“De eso no podéis estar segura. Culo veo, culo quiero, así es tu adorable esposo,” respondió Olivia tratando de contener la risa.

“No me lo recuerdes. Ya tengo bastante sin tener que estar atenta a sus salidas.”

“O sus ojos lujuriosos.”

“Si, si, ya no sigáis…” volvió a repetir Isabel con voz cansada.

Charlaron un poco e Isabel contó a Olivia sobre la peculiar idea de su hijo para celebrar su cumpleaños. Al igual que ella, compartía sus inquietudes pero lo que no podía negar era que había un claro beneficiado en todo ello.

“Tu querido esposo no va a parpadear todo el día,” comentó Olivia en broma, su amiga seguía con expresión lúgubre.

“Dame ánimos, que parece que estas de su lado!” le reprochó Isabel.

“No quería decir esto, pero te lo dije. Cientos de veces, te dije que no era el tio indicado, pero el amor y vuestro coño pudieron más,” dijo Olivia.

“Venga, por eso estáis soltera. Espantáis a cualquier tio con buenas intenciones.”

“Mejor hablemos de cosas más importantes,” contestó Olivia evasiva, “Tienes algo en mente? Porque con todas esas amigas de Fernando, alguna va a pillar desprevenida,” aseguró ella.

“Porque siempre pensáis mal? Ya sé que será difícil que no mire, pero exageráis todo,” dijo Isabel en defensa de Adrián.

“Te gustaría jugarle una pequeña broma?”

“Qué clase de broma?” quiso saber Isabel, consciente de que su amiga, en ese aspecto; era de mucho cuidado.

“Ya te lo explicare todo. Sera divertidísimo…” aseguró Olivia.

Un mes después.

En una playa solitaria, varios coches aparcaron cerca y de ellos, varias personas se bajaron; en su mayoría jóvenes. Isabel venía con cara de preocupación y sin muchos ánimos de hablar, en cambio su esposo Adrián estaba radiante de alegría, y a la vez intentaba no empalmarse de inmediato de solo pensar lo que disfrutarían sus ojos. Su hijo había invitado a varios de sus amigos y todas las chicas eran muy hermosas.

Un par de familiares fueron con ellos, Alberto; hermano de Adrián, y su esposa Verónica. Tras instalarse y colocar sombrillas, mesas y sillas, surgió la primera incógnita. Y es que Daniela, sugirió que las mujeres se descubriesen los pechos y los hombres no usasen bañador, aquello escandalizó un poco a Verónica, poco dada a esas inmoralidades. Adrián le apoyó obviamente, al igual que sus amigos, pero no contaban con un voto inesperado.

“Tienes un punto, yo digo que es lo justo, no?” habló Olivia.

“Pues no se discute más,” dijo Adrián, que si bien no le agradaba Olivia en lo más mínimo, al menos no intentaba joder el momento.

La callada aprobación de Isabel fue otro tanto y pronto los hombres andaban en pelotas, tratando de evitar duras erecciones, y las chicas sin sujetador. Olivia fue un poco más lejos, y se desnudó por completo, vitoreada por los amigos de Fernando y Daniela. Adrián no dejaba de mirar a una de las amigas de su hijo, rubia, de grandes senos y generosas curvas, con solo mirarla su enorme amigo despertó de su letargo, generando las reacciones de todos al mirar sus grandes atributos, su polla y los colgantes huevos.

“Vaya, pero eso sí que es una polla!” exclamó una de las chicas. Otras reacciones similares no se hicieron esperar, que hincharon aún más el ego y orgullo de Adrián, además de su paquete, si eso era posible.

Las bebidas circularon, y los chicos añadieron algo de música; si bien los mayores no se unieron a ellos, a excepción de Adrián, quien consiguió su objetivo de bailar con Ariana, la chica rubia. Sin ningún disimulo, apoyó su rabo contra la espalda de la muchacha ante la mirada de su esposa y Olivia, que conversaban en voz baja y no le quitaban los ojos de encima.

Habría podido convencer a la chica de echar un polvo rápido lejos de allí, de no haber sido por Isabel, que se acercó con un trago.

“Me lo prestas un segundo?” dijo Isabel a la muchacha, que se alejó de ellos sin dejar de mirar el cipote de Adrián con deseo.

“Amor, solo bailábamos…” se excusó Adrián, creyendo que estaba en aprietos.

“Lo sé, no hay rollo. Vayamos al agua un rato.”

Siguiendo a su esposa, se hundieron hasta la cintura en el mar. El agua estaba algo fría y lentamente, su erección comenzó a aplacarse gracias al agua. Mientras bebía, hablaban tranquilamente sobre ellos y pronto Isabel, al notar que el vaso de Adrián estaba vacío, se inquietó un poco.

“Ocurre algo malo? Te veo preocupada,” dijo Adrián unos minutos después.

“Nada, todo está bien. Me preocupa el sol, podrías sufrir de insolación o mareo,” dijo ella a modo de excusa.

“Mareos? No seáis exagerada, me siento de maravilla aquí,” contestó Adrián, si bien no era por celebrar el cumpleaños de su hijo.

A pesar de eso, podía notar que su esposa estaba algo incomoda y le miraba siempre, en especial a su entrepierna.

“Pensáis lo mismo?” insinuó Adrián con voz baja y una mirada cachonda.

“Yo dudo que podáis hacer algo con esa cosilla,” dijo una voz a su espalda.

Dándose vuelta rápidamente, Olivia se había acercado a ellos en silencio. Isabel evitó por un segundo mirar a su esposo pero ante la llegada de su amiga, cambió de parecer.

“No notaste nada extraño en vuestra bebida?” preguntó su esposa con la misma sonrisa que Olivia.

“Q-que… me hiciste?” balbuceó Adrián, asustado.

“Yo responderé esa pregunta,” replicó Olivia, “No sientes nada extraño en vuestra entrepierna, no se… algo… diferente?” cuestionó ella y Adrián miró su regazo.

Descontando el agua, su polla y sus huevos estaban un poco más pequeños que lo habitual. Lo podía sentir, e intentó en vano empalmarse; incluso apretando los senos de Isabel pero nada, parecía como muerto y lo peor, sentía que con el pasar de los minutos, su tamaño seguía disminuyendo.

“Pero que me habéis hecho!?” exclamó lleno de miedo.

“No os pongáis histérico, te lo explicare. En la bebida, Isabel añadió tres gotas del compuesto ESRN-2, es una formula experimental usada para castrar químicamente a los animales,” explicó Olivia tranquilamente.

“Me habéis castrado!?” chilló Adrián indignado.

“Nada de eso, no tiene gracia. Es una formula experimental, sus efectos son temporales en dosis bajas. En tu caso, solo te encogerá el rabo y los huevos un rato… unas 12 horas creo.”

“Porque me haces esto? Soy tu esposo, joder!” se quejó Adrián con Isabel. Sus atributos ya eran más pequeños que los de un niño de 5 años para ese momento. Parecía que con el agua se aceleraban los efectos.

“Porque? Serás tan caradura para preguntarme, al menos por una vez sentirás toda la humillación que me has hecho pasar en nuestro matrimonio,” repuso Isabel con algo de rencor.

“Lo que me recuerda… hay personas que desean admirar tu virilidad,” dijo Olivia y, con gran esfuerzo, logró jalar a Adrián del brazo y sacarlo del agua.

Isabel les seguía a poca distancia, y Adrián atinaba a cubrir con una de sus manos sus partes, lo cual era muy sencillo a esas alturas. Fernando, su novia y todos los presentes miraban la extraña escena con curiosidad, algunos se preguntaban porque Adrián se tapaba lo que antes exhibía con orgullo y sin ninguna vergüenza. Pronto tendrían la respuesta.

“Venga, dejad de cubrir vuestro orgullo,” le dijo Olivia en voz baja mientras se paraban frente a todos, con Isabel a su lado.

Intento oponer resistencia, pero entre Olivia y su esposa lograron que apartase la mano, descubriendo ante todos su tierno micropene. Un estallido general de risas y burlas entre los más jóvenes se dejó oír, solo Fernando estaba en silencio, mirando a su padre; que en ese instante solo quería que la tierra se lo tragase para detener esa humillación.

“Contemplad, la octava maravilla del mundo!” proclamó Olivia con ironía y las risas fueron en aumento.

“Joder, pero que le sucedió?” preguntó uno de los amigos de Fernando.

“Esa cosita es más pequeña y delgada que mi pulgar,” dijo Ariana, la chica rubia con la que Adrián había bailado momentos antes.

“Creo que el bebe de mi prima la debe tener más grande,” comentó otra chica y las burlas no cesaban.

“Chicas, si deseáis mirar de cerca o tocar, tenéis el permiso de su esposa,” anunció Olivia.

Sin dudar, todas las chicas se acercaron y de rodillas, tocaban con la punta de sus dedos el pequeño trozo de carne entre las piernas de Adrián, quien suplicó a su vengativa esposa. Isabel se mostró intransigente y su amiga fue hasta una de las mesas y de su bolso sacó una correa de perro y se la puso al pobre Adrián.

“Por favor… parad… no me hagáis esto, cambiare!” siguió suplicando a Isabel.

“Vamos perrito, a cuatro patas,” le ordenó Olivia e Isabel asintió, dando su consentimiento.

Un par de pellizcos en sus tetillas le hicieron obedecer y todas las chicas tuvieron su oportunidad de pasear a Adrián por la playa. Usando los móviles, cada una grababa el espectáculo y los otros chicos miraban de lejos. Adrián recibió pellizcos, nalgadas y palmadas en su zona noble, que por el efecto del componente no sintió las palmas que golpeaban sus huevecillos y lo que parecía una polla, además de las burlas constantes. Isabel le obligó a que le comiese el coño frente a todas, y por la vergüenza a duras penas pudo complacer a su esposa, que le echó en cara su pobre desempeño, humillándole aún más.

Tras más de dos horas de humillación, Isabel indicó que había tenido suficiente y le dejaron en paz. Aunque no le dejaron usar bañador o taparse con la mano, lo que llevo a más comentarios sobre sus cositas. Solamente su hijo le brindó algo de consuelo pero Adrián se rehusó a ser consolado, ya nada volvería a ser igual.

Antes de irse, Olivia se acercó junto a Isabel y le hicieron una advertencia solemne.

“Si vuelvo a oír de mi amiga que le ponéis los cuernos o si ella nota que miras a otra mujer, entonces si va a ser permanente, ha quedado claro?” preguntó Olivia y Adrián asintió, completamente derrotado, “Bien. Me parece que tu esposo aprendió una valiosa lección hoy, no te parece?” comentó Olivia a su amiga.

“Si, me parece que sí. Además, se ve tan tierno con esa cosilla entre las piernas, pero sé que te portaras bien ahora, no es así?”

“Lo hare, lo juro…” respondió Adrián en voz baja.