Orgía Familiar II (03)

Pasó lo que tenía que pasar, Kika halló, en su propio padre, a un nuevo esposo que atender, y yo a un nuevo hombre con quien debía compartir a mi esposo. No sé si este relato sea de amor filial o transexuales, la verdad...

Orgía Familiar II (03)

Tito y yo nos pusimos de pié, caminando despacio hasta donde provenían aquellos sonoros gemidos. Eran del cuarto de juegos de Javier, una amplia habitación con mesa de billar, un muy bien surtido bar, un congelador lleno de todo tipo de carne, una alacena llena de boquitas y hasta una mesa de futito.

Apenas nos asomamos por la puerta, allí estaba Kika, en 4 patas, lamiéndole ávidamente el sexo a Bianca, que estaba sentada sobre un cómodo sillón, con las piernas abiertas y puestas sobre los brazales. Detrás, Javier le lamía el culo a mi esposo/esposa mientras le apretaba la verga, Rafa veía masturbándose desde un sillón.

Igual de caliente como la nana… – dijo Tito en un susurro para si.

El rostro de Bianca expresaba un enorme placer, la boca y lengua de mi amado son muy hábiles. Cuando nos vieron entrar, se detuvieron, Kika se sentó sobre el suelo, sonriente, con el maquillaje todo corrido, algo roja por mi clara mirada de enojo.

Kika, mi amor… creo que tenemos que platicarrrrrr… – cuando alargo el sonido de la R, como un gruñido, es porque de verdad estoy gruñendo y Kika lo sabe bien.

Sin rechistar se puso de pié y salimos de la habitación, dirigiéndonos hacia el baño. Ambas entramos en el.

¡Bueno Kika, ¿qué putas está pasando aquí?!

Pues… pues… bueno… ya te lo dije

Si, si, pero obviamente no me dijiste el resto.

¿Qué resto? – mi mirada de "¡hablá ya cabrón!" era muy, muy clara – Bueno Lala, mirá… le conté a papá de mi relación con Javier, de que soy su mujer más o menos un fin de semana completo al mes. Y pues

quiere que seás su mujer también… – le dije cerrando los ojos en una expresión de "¡puta madre!".

Pues si, eso es… me dijo que el te lo iba a decir, pero veo que no se atrevió.

¡¡POR SU PUESTO QUE NO SE ATREVIÓ PENDEJA!!… ¡¡¿TE ESTARÍA PREGUNTANDO ESTO SI EL ME LO HUBIERA COMENTADO ANTES?!!

No, no, yo sé que no

¡¡¡ENTONCES NO HAGÁS COMENTARIO TAN ESTÚPIDOS AHORITA!!! – no debo explicar que me salían chispas, rayos, sapos y lagartijas de la boca y que estaba más que furiosa.

¡Perdón!… ¡Perdón!

Kika… – dije ya un poco más calmada, con una voz muy suave.

¿Si Lalita?

¿Dónde quedo yo?

Empecé a llorar, no podía evitar sentirme desplazada y herida. Pero bueno, cuando acepté el hecho de que a mi esposo le gustaran los hombres, desde el momento en que decidí que si quería llevar esa relación tan liberal y, principalmente, desde que acepté a Kika, como el alter ego de mi Kike y una gran puta, ya no podía preguntarme "¿por qué?". La respuesta era sencilla en realidad, porque yo así lo quise

Salimos juntos de baño, yo ya estaba más calmada, mi rostro aun estaba un poquitín enrojecido e inflamado, no tanto. Tito ya se imaginaba la conversación que habíamos tenido, pero cuando vio a Kika sonriéndole, feliz, radiante… despampanante, comprendió que eran buenas noticias para el. Kika no le tuvo ni que decir que yo había aceptado, pues en menos de un minuto ya estaban besándose y acariciándose. Las manos del padre jugaban con el redondo y durito culito de su hijo/hija, levantándole la falda y metiéndolos entre su delgada tanga celeste pálido.

Por mi parte me senté en un sillón, inmediatamente llegó Bianca a abrazarme, sabía perfectamente lo que había hecho y lo mucho que me había costado. Pero no hizo nada para calentarme o participar en la acción, solo me quería mimar y consolar.

Por su parte, Javier se sonrió, no si algo de celos en su mirada, y salió afuera con Rafael. Sabía que aquello era únicamente entre padre e hijo… o hija, lo que fuera, y que el, por muy celoso que se pusiera, debía guardar distancia y resignarse a que Kika no sería únicamente de el.

Tito y Kika, tomados de la mano, se dirigieron hacia una de la habitaciones de la casa, la que yo había ocupado aquella noche infame en que mi Kike le dio las nalgas, por primera vez en su vida, a otro hombre. Ya allí, ella le desabrochó el cinturón y le bajó el pantalón con todo y calzoncillos, dejando aquella enorme verga saltar afuera, casi le da en la cara. La tomó con ambas manos y se puso a frotarla, mientras se besaba apasionadamente con el viejo.

Poco a poco fueron cayendo sobre la cama, al mismo tiempo, Tito despojaba a su hija de su ropa. Muy despacio le bajó el cierre al vestido, e igualmente despacio se lo fue quitando, dejando a Kika únicamente con sostén. Ella se agachó un poco y atrapó el glande estrecho de su padre con sus labios, pintados de rojo carmín. Así, mientras el padre le seguía quitando el vestido a la hija, quedó sentado sobre la cama con su enorme pepino rojo, palpitante y venoso apuntando al techo.

El vestido quedó en el suelo y Kika, ya solo con ropa interior, quedó arrodillada entre las piernas del hombre que le dio la vida, adorando aquel enorme mástil de carne, del que, desde ese día, quedó irremediablemente prendada. Por más que trataba, no podía meterse más de un 4º de ese pene dentro de su boca, era demasiado largo y grueso, y abrirla más le causaría dolor. Al mismo tiempo acariciaba con suavidad las 2 bolas peludas que colgaban debajo, grandes como dos pelotas de tenis.

Simultáneamente, tito estaba hurgando dentro del ano de ella, metiéndole hasta 3 dedos al mismo tiempo, ayudado por una suave y perfumada vaselina. Untaba abundantemente aquel hoyo con dicho lubricante, preparándolo para recibirlo adentro, no le quería hacer daño, después de todo seguía siendo su nene consentido… bueno, desde ese día su nena consentida.

Fuera de si, Kika se bajó su diminuta tanga y se despojó del sostén, trepándose rápidamente sobre su padre y sentándose sobre sus piernas, con las suyas rodeándolo por la cintura. Besándolo en la boca se puso en posición, Tito tomó su verga y la apuntó contra su agujero, lo comenzó a penetrar lentamente, haciéndola gemir por cada centímetro de su ser que era invadido.

Lo testículos de Tito toparon con el traserito de su hija, se quedaron quietos por un breve momento, su herramienta latía dentro de ella, y ella esperando que su ano se amoldara al cuerpo de semejante conquistador. Kika se sentía más que abierta, casi partida a la mitad, aquel grueso y duro pedazo de carne era más de lo que hubiese deseado o soñado en el pasado, nunca se imaginó capaz de contener un guerrero de esas dimensiones. La sola sensación de ese pene bien adentro de su culito, estaba a punto de provocarle un orgasmo.

Casi no hubo dolor, en parte por la delicadeza de Tito, en parte por la vaselina, en parte por la extensa experiencia del ano tragón de Kika. Lo que si había, y en cantidades abundantes, era el placer de sentirse totalmente empalada.

En cuanto se sintió lista, ella empezó a subir y bajar, pasándose todo ese mástil caliente y venoso a través de sus entrañas hasta casi sacárselo, para volver a bajar después. Al principio lo hacía muy pausadamente, pero rápidamente la velocidad fue aumentando. Las manos del añejo semental la tomaron por la cadera, ayudándola levantarse, pero dejando que ella marcara el ritmo. La excitación de Kika fue creciendo tan precipitadamente que aquel gran salchichón entraba y salía como un pistón de su ya totalmente dilatado culo. Aquella sensación de estar totalmente clavada por ese garrote la hicieron estallar en un clímax intenso. De su hinchadísimo pene salieron borbotones de blanco semen que se estrellaron contra el pecho peludo de su padre y se derramaron hacia abajo, llegando a su vientre. Ella, por la locura de sus sube y baja, se embadurnó toda de su leche.

Kika ya no podía controlar nada, se convirtió en solo una hembra hecha para dar placer y le cedió a su padre el domino de toda la situación, que hiciera con ella lo que se le diera la gana. Ya sus delicadas manos se limitaban a colgarse de su nuca, acercándose a su rostro para besarlo, le gustaba mucho como la barba y bigote de su progenitor le picaba el cutis.

¡¡¡¡AAAAHHHHGGGGG!!!!… ¡¡¡¡PAPÁ!!!! ¡¡¡¡PAPÁ!!!! ¡¡¡¡PAPÁ!!!!… ¡¡¡¡PAPÁAAAAAA!!!! – sus gritos de placer retumbaban por toda la casa, el mundo de Kika se limitaba tan solo a lo que su padre deseara de ella.

Tito también iba aumentando en excitación y placer, a medida que más se acercaba al final, más fuertes eran sus embestidas. Poco a poco se fue poniendo de pié, Kika lo apretó con más fuerza con las piernas para no caer al suelo. Y justo antes de llegar al cenit, Tito tenía en el aire a su hija, sosteniéndola de las nalgas y barrenándola con un ritmo infernal. Ella echaba la cabeza hacia atrás y gritaba y gritaba como una desesperada, pidiéndole más y diciéndole lo mucho que lo quería.

¡¡¡¡ASÍ!!!! ¡¡¡¡ASÍ!!!! ¡¡¡¡MÁS DURO, DAME MÁS!!!!… ¡¡¡¡AAAAAAUUUUUUGGGHHH!!!!… ¡¡¡¡SÍ!!!! ¡¡¡¡SÍ!!!!… ¡¡¡¡SÍ PAPA, AGARRAME ASÍ!!!!… ¡¡¡¡SOY TUYA!!!! ¡¡¡¡SOY TU PERRAA!!!! ¡¡¡¡TU PEEEEERRRRRAAAAAA!!!!… ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!!

¡¡¡¡KIKAAAAAAA!!!!… ¡¡¡¡MIAAAAAAMOOOOORORRRR!!!! – y acabó por fin el viejo.

Kika sintió el característico calor del semen derramándose adentro de su cuerpo. Ella misma aceleró las embestidas, al mismo tiempo que apretaba lo más que podía su esfínter anal para ordeñarle a su padre todo el contenido de sus testículos.

Tito se dejó caer de espaldas sobre la cama, derrumbándose como una imponente secoya gigante. Kika permaneció abrazada a el, ambos extenuados, sus cuerpos pegados el uno al otro y el sexo de el aun tragado dentro del culo de ella. Con algo de trabajo, se la sacó de su interior y se fue bajando por el tórax de su viejo, lamiendo golosamente toda la leche que minutos antes derramó sobre este. Llegó a su pene, todavía duro, y se puso a limpiarlo esmerada y prolijamente, mientras Tito le decía con voz entrecortada "te amo… mijita linda".

Pues bien, así fue como Kika se convirtió en la segunda esposa de don Tito, su propio padre. Ahora ya no era un solo fin de semana el que pasaba Kike fuera de casa, ahora eran 2, uno con Javier, otro con su papá. Lo compensó dedicándome a mi el resto de días, estando a mi entera disposición. Lo malo era que el tenía que atender nuestra finca también, era nuestro negocio, del que subsistíamos.

Pero eso quedó resuelto, le alquiló la mitad a Javier y le dio parte de nuestro ganado para que lo cuidara. Pronto me di cuenta de que ese señor era escrupulosamente justo, nos devolvía hasta el último centavo. La otra mitad de la finca se la dio a su padre para que el la administrara, labora para la cual era muy diestro. Así, Kike y yo terminamos viviendo de nuestras rentas, no teniendo nada más que hacer que ir a cobrar.

Por supuesto que esa vida no me iba a gustar demasiado. Es cierto, al principio nos fue muy cómoda, no tener que trabajar, que otros nos mantuvieran. Pero eso va cansando, recuerden que el trabajo edifica a la persona, la dignifica y le da un sentido de importancia y de pertenencia a la saciedad. Terminamos poniendo una ferretería cerca de nuestro domicilio, que con el tiempo prosperó bastante y tuvimos que contratar dependientes.

Así fue como logré hacer que Kike se mantuviera en la casa, por lo menos 2 semanas seguidas al mes, pues el resto lo dividía entre sus 2 amantes, con quienes era una esposa en todo lo largo de la palabra. Les cocinaba, hacía todos los quehaceres domésticos y, por las noches (o a cualquier hora, total, Kika siempre es materia dispuesta para el sexo) satisfacía su apetito sexual.

No me queda ahora nada más que agradecerles su presencia y atención, además los invito a enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, o tan solo para platicar conmigo. Se cuidan un montón, besos y abrazos para todos.

Fin.

Garganta de Cuero.