Orgía Familiar (01)

Una reunión familiar que resulta en una deliciosa orgía, hoy, Kike es partido por la mitad... cada día las cosas van mejores en mi familia!

Orgía Familiar 01

Hola, ¿cómo están? Espero que se encuentren bien, aquí les saluda nuevamente su amiga Garganta de Cuero desde mi bello y paradisíaco país de Guatemala. Les quiero agradecer por toda la atención que les han puesto a mis relatos, me da mucho gusto recibir todos sus comentarios.

Me parece que ya habrán leído mis últimos relatos, "Fin es Comenzar Otra Vez", en los que cuento la peor crisis que hemos pasado, mi esposo y yo. Casi nos separamos definitivamente, y todo por no haber sido capaces de controlar nuestros insaciables instintos sexuales. Si no fuera por la oportuna intervención de mi hermano Juan Carlos, quién sabe qué tipo de puta sería yo ahora y mi Kike continuaría siendo el amante de Javier, como su alter ego, la sensual Kika.

Pues de eso mismo les quiero hablar en esta oportunidad. Se imaginarán la inmensa sorpresa que sentía cuando Kike llegó a mi casa acompañado de mi hermano mayor. Y más aun cuando nos contaron lo que había pasado, Juanca había llegado a la casa de Javier, en donde se estaba llevando a cabo una inmensa orgía (con Kika como protagonista), para sumarse a esta. Sin embargo mi hermano llegó también vestido como mujer, como Felicia, pues tenía que pagarle una apuesta a su amigo y amante Rafael.

Luego de que ambas fueran cogidas monumentalmente (Kika y Felicia), fueron al baño a higienizarse y a retocarse. Allí descubrieron las 2 sus verdaderas identidades, Kike y Juan Carlos. Kike le contó todo lo que estaba pasando y mi hermano, en un gesto que de verdad no esperaba, lo sacó de allí casi por al fuerza y se lo llevó hasta Cobán, donde estaba yo viviendo con mi hermana y su esposo. Allí tuvimos esa tan largamente pospuesta conversación.

Ni mi hermana Lucía ni yo nos imaginábamos que nuestro hermanito fuera gay, ni tan siquiera pensábamos que el pudiera ser capaz de llevar una vida desordenada en algún modo. El, que siempre fue tan ordenado, frío y metódico, nos sorprendió con esa desconocida faceta de su vida. Pero bueno, supongo que el también se sorprendió a su vez de nosotros.

Ese día no ahondamos mucho en ese tema, Kike y yo debíamos resolver lo nuestro y esa era la prioridad, por lo que Juanca decidió retirarse y regresar a la capital. Fue más o menos 2 meses después que Lucía decidió invitarlo para platicar, Kike y yo seguíamos en el lento proceso de volver a nuestra vida anterior, feliz y armoniosa.

Lucy lo invitó a almorzar a su casa, la primer invitación que ella le hacía a el, personalmente, para irla a ver, ambos no se llevaban nada bien. A estas alturas ustedes ya saben la mala relación familiar que manteníamos todos, por la que culpo a mi padre. El siempre nos educó de una forma muy machista, enseñándonos que el lugar de una mujer era en la casa y bajo la tutela de su esposo. Que el marido de una nos podía hacer prácticamente lo que se le diera la gana, algo que el siempre hizo con mamá, aun recuerdo bien todas las golpizas que le propinó.

A raíz de ese menosprecio por sus hijas, su único hijo varón, Juan Carlos, era sus 2 ojos. Todo se lo daba a el, a el siempre le daba permiso para todo y lo consentía mucho. Y claro, nosotras no pudimos más que verlo con lo ojos envidiosos y el alma herida. Y por si fuera poco, la relación de mi hermano con mamá era mejor que la de ella con sus propias hijas. Como se diría en mi país, estábamos bien jodidas.

De jovencito, Juanca nos trataba mal, supongo que era de esperarse. Pero a medida que fue creciendo, cambió los malos tratos por ignorarnos, limitándose a tratarnos con educación. No le pusimos atención a eso, mejor que nos ignorara a que nos molestara… o tal vez no… Lo cierto es que desde hacía bastante yo estaba tratando de acercarme a mis hermanos, cosa que había logrado con Lucy y con Majo, pero no con el. Lucy, por su parte, sentía muy en el fondo de su corazón la necesidad de arreglar las cosas con el de una buena vez, los 2 se habían odiado desde su adolescencia hasta bien entrados los 20.

Aquella reunión fue un éxito, Juanca y Lucy hablaron todo aquello que se habían callado. El había buscado maneras de acercarse desde hacía mucho, pero nunca se había atrevido por miedo a nuestro rechazo. Fue por eso que le pagó el tratamiento del asma a Arturito, el hijo mayor de Lucía, sin pedirle nada a cambio. Le contó que todas esas veces que la llevaba por la fuerza a su habitación mientras papá le pegaba a mamá, era para cuidarla, pues como siempre se metía, a veces ella recibía las golpizas. Le dijo que papá no había vuelto a tocar a mamá desde hacía bastantes años, pues el la convención de abandonarlo si el lo volvía hacer.

En resumen, aquella reunión fue un éxito, nuestra relación familiar mejoró notablemente. Con el acercamiento a nuestro hermano, jalar después a Vero, la menor, no nos fue tan difícil, aunque ella siguió con su carácter testarudo y muy independiente. Majo también se acercó más, y, por fin, logramos reconciliarnos con mamá. En cierto modo, a ella la culpábamos por dejar que papá nos diera la vida que nos dio.

Arreglamos los asuntos más importantes en nuestra extraña y fea relación familiar. Incluso nos sinceramos con el, y le contamos de nuestra vida sexual, que ustedes ya se deben saber de memoria, ¿verdad picarones? El nos confesó a su vez las suya, bastante agitada también. Pero no se los voy a contar yo, lo voy a convencer para que el mismo lo haga.

Así continuó nuestra vida, 6 meses después de pasado todo aquello entre Kike y yo, nuestra relación se estaba recuperando mejor de lo que esperábamos. Y además, con una grata sorpresa: volví a quedar embarazada. No cabíamos de la felicidad, les avisamos a todos rápidamente y recibimos felicitaciones a granel.

Bajo ese clima fue que conocí mucho más a fondo a mi hermano, les voy a contar

Lucía, Juan Carlos y yo nos metimos a un negocio, no sé de donde, pero el tenía contactos comerciales en el extranjero, que, unidos a los que Arturo, mi cuñado, tenía mediante su profesión paralela de sexoservidor, contactamos con fabricantes franceses e italianos de lencería fina y cosméticos y comenzamos a importarlos. Al principio era una distribución limitada solo para nuestras conocidas, pero gracias a Dios nos ha ido bien y el negocio creció. Con el tiempo nuestras otras 2 hermanas también se metieron.

Aquel día estábamos en nuestra vieja casa familiar, ya habían pasado unos 3 meses desde que anunciamos lo de mi nuevo embarazo, andaba por los 4. Estábamos en la mesa, revisando cuentas y haciendo planes, Arturo nos estaba explicando las ventajas de poner una boutique y de organizar un grupo de ventas por catálogo (el es administrador de empresas). Hasta ese momento, tan solo distribuíamos la mercadería a compradores directos y a tiendas del ramo. Precisamente ese día había una buena cantidad de producto que entregar.

Bueno, ¿estas son todas las cajas? – preguntó Kike.

Si amor. Son bastantes… – le respondí.

Bien, me voy a dejarlas entonces

¿Te acompaño? – preguntó Arturo con los ojos brillándole, los de mi Kike empezaron a brillar también, presagiando una buena cogida.

¡No! – dijo mi hermana – Usted, señor mío, tiene que quedarse aquí ayudándonos a planificar todo lo del siguiente mes. – a su pesar, Arturo tuvo que quedarse.

¡Tan mala! – dijo nuestro hermanito defendiendo a sus concuños – Dejá que acompañe a Kike, son bastantes cajas.

¿Y vos por qué no lo vas a ayudar a repartirlas? – pregunté maliciosamente, el ya estaba al tanto de todas nuestras correrías, pero nunca había participado.

Yo tengo trabajo que hacer aquí… – nos dijo, con un vejo de rubor en sus mejillas.

¡Además no son tantas! – agregó Lucía.

Bueno, no importa, a la noche nos juntamos y salimos por unas cervezas. – agregó Kike.

Que conste… – agregó Arturo presintiendo una rica cogida.

Yo voy también… – dijo mi hermano con gesto socarrón.

Bueno, pero que no se les vayan a pasar la mano. - dije yo, y Kike se fue.

Pasada una hora y media, Juan Carlos se paró y se puso a buscar unas cajas que estaban junto a la puerta, pero no las encontró.

¿Y las 2 cajas que estaban aquí?

Kike se las llevó junto con todo lo demás. – dijo Lucía.

¿Se las llevó para repartirlas?

Si, como todo lo demás… ¿por qué?

¡Es que esas las tenía que llevar yo!

Bueno, aquel te quitó el problema

¡No, es que… no!

¿No qué? – preguntó Lucía muy curiosa.

No… por nada… – dijo Juanca, pero sin quitar ese gesto preocupado que agarró.

Tomó el teléfono y llamó a alguna parte. Cuando contestó, trató de hablar algo, pero parecía que no le oían, así que colgó, con una cara como diciendo "¡mierda!". Nosotros tan solo lo veíamos. Para todo eso, ya eran como las 7 de la noche.

¿Quieren saber qué estaba pasando con mi Kike?

Kike había agarró las llaves de su pick up y había partido a repartir los pedidos mientras los demás nos quedábamos planificando asuntos concernientes a nuestro floreciente negocio. Era bastante lo que tenía que repartir, como ya les dije, el negocio iba muy bien, pues era un producto importado de gran calidad que no había en el país.

Estuvo recorriendo distintas zonas de la capital, repartiendo en diversas tiendas distribuidoras, hasta que llegó a un condominio de departamentos bastante elegante. Se acercó a la garita de seguridad, se identificó, dijo para que iba y lo dejaron entrar, rápidamente llegó hasta la casa interesada y tocó allí. Una señora madura lo atendió, lo hizo pasar con mucha amabilidad. "Ahorita le llamo a la señora" le dijo a mi esposo. Kike se quedó sentado en la sala, en medio de un amplísimo sofá, sin atreverse a tocar nada, pues todo se veía fino y costoso. En eso, la señora regresó y le dijo:

Puede pasar, la señora lo espera en su recámara

Kike e puso de pié y se dirigió al lugar, adentro, se encontró con una elegante dama, de veintitantos, cabello negro, piel blanca y un par hermoso de ojos miel. Vestía una elegante chaqueta verde menta pálido, con una falda similar que le llegaba por arriba de los muslos, bastante corta, no llevaba medias. A mi maridito se le pusieron los ojos cuadrados cuando la vio. Es cierto que le encantan los hombres, mucho más que las mujeres, pero había algo en ella que le llamó la atención, aunque al principio no era excitación sexual, sino una gran impresión. Pronto descubrió un cuerpo deslumbrante en cuánto la vio entera, fuerte, firme, como trabajado en un gimnasio, con tetas de medianas a grandes, cintura marcada y un sólido y enorme trasero, era como esculpida en mármol.

Buenas tardes, – le dijo ella – Carla Montenegro para servirle. – el "para servirle" lo dijo arrastrando las palabras.

Enrique Estrada a sus órdenes. – ¿no sabían que el "Kike" es solo un diminutivo cariñoso de su nombre real? – Le traigo su pedido

¿Kike? – preguntó la mujer – Kike, Kike, Kike… me suena… ¿nos conocemos de algún lado?

No… no lo creo, yo no olvido a las personas.

Yo tampoco… ¡Ah, si! usted por casualidad es el cuñado de Juan Carlos Ovalle?

Si, estoy casado con su hermana

¡Laura… si, si, ahora doy! Muchísimo gusto, yo soy amiga de Juanca.

Mucho gusto de conocerla…l – dijo Kike lleno de dudas, ¿qué tanto le habría contado Juanca de el?

Carla se acercó y saludó a Kike con un fuerte abrazo, en el que aprovechó para clavarle sus duras y bien formadas tetas en el pecho y darle un beso que casi rozaba sus labios. Mi esposo se sintió incómodo, después de todo era un hombre casado y no le gustaba que las mujeres se le insinuaran muy descaradamente. Además, habíamos llegado a un acuerdo el y yo, ninguno de los 2 tendríamos sexo con otra persona si antes el otro no lo aprobaba.

¡Qué fineza de tu parte traerme las cosas!… te puedo tutear, ¿verdad?

Si, claro

¡Vamos a verlas!

Se agachó despacio para sacar el primer conjunto, asegurándose de que mi marido tuviera una visión perfecta de sus atributos, a través del escote que su traje formaba. Luego hizo algo que lo dejó mudo, se bajó de un solo la falda de espaldas a mi marido, dejándole una perfecta visión de su hermoso trasero redondo con una fina tanga puesta. Kike no pudo evitar seguir con la mirada el camino que esa tirita verde botella llevaba hasta perderse en medio de sus cachetes.

¿Podrías ayudarme con el brasier rojo que está sobre la cama lindo? – le dijo comenzando a quitarse la chaqueta.

¡Disculpe señorita pero yo soy casado!… creo que mejor me voy ya… – le respondió con todo el aplomo que la ocasión ameritaba.

¡Bueno, bueno, no es para tanto! – le respondió ella dejando la sensualidad por un lado… y también la chaqueta.

Carla no llevaba nada debajo de esa chaqueta, tan solo un muy bonito y bien formado par de senos, con un abdomen plano y duro, la verdad, la mujer estaba muy bien hecha. Pero cuando volteó y se dirigió hacia su cómoda, Kike vio algo que definitivamente le llamó la atención con mucha más fuerza: por entre la delgada tira del frente de la tanga, se le salía un pedazo de verga a la mujer. Ella, mujer… mejor dicho, chico/chica, versada en las artes de la seducción, se dio cuenta de ello, y no desaprovechó la oportunidad.

¿Te pasa algo Kikín?

¡¿Qué?!… ¡¿Perdón?!

¿Te pasa algo? ¿Tengo algo malo amor?

¡¿Qué?!… ¡¿Cómo?!… ¡No, perdón!… ¡Es que… yo!

Parece que algo te dejó sin habla amorcito. – le dijo ella, casi saboreando la victoria entre sus labios… ¡desgraciada!

¡Nada, nada!… ¡Todo está bien!… ¡De verdad!… – balbuceaba Kike, mientras ella, como una gata en celo, se le iba acercando poco a poco sin que el pudiera sacar la mirada de su entrepierna.

Se le plantó enfrente, "¿Qué pasó, te comieron la lengua los ratones?" le dijo, con toda la seguridad de tenerlo en sus manos. De un rápido movimiento se bajó la tanguita, mostrando, ahora si, claramente, un bonito falo, todavía no erecto, pero ya en proceso de despertarse. Aun así era grande, como de unos 16 cm.

¿Te gusta amor? – le preguntó melosamente.

-… – Kike no sabía que responderle, los transexuales lo atraen con tanta fuerza que se quedó sin voz.

Bueno, si no me respondés, yo asumiré que si te gusta… ¿te parece muy grande?, ¿no? ¿Cuanto mide el tuyo? – silencio – ¡Decime algo nene! – más silencio, Kike había quedado hipnotizado por ese apetitoso pedazo de carne, que sabía que lo quería en medio de su ano.

Ella comenzó a tocarse la verga, acariciándosela lentamente mientras continuaba acercándose despacio a mi marido. Este comenzó a retroceder, hasta que no tuvo a donde más ir porque topó con la puerta. Entonces, en un breve momento de lucidez, recordó que estaba casado.

¡No!… ¡Soy casado!… ¡Tu"… ¡Yo!… ¡Nosotros!

No importa, yo no soy celosa… – y antes de que Kike pudiera decir nada más, lo atrapó de la cabeza y lo besó.

El beso fue largo y profundo, Kike trató de rechazarlo al principio, pero pronto terminó dejándose llevar por esa hermosa transexual. Ella, muy hábilmente, desabrochó sus pantalones de lona y se los dejó caer al suelo, pudiendo ver ese pene que adoro, con sus 16 cm de longitud ya dura, Kike lo tiene de un tamaño y grosor normales. Carla le sonrió y se lo agarró con las manos, lo movió en círculos un poco, se agachó y se lo metió todo en la boca, como una verdadera experta. Jugó un poco con el y lo chupó un ratito, luego se paró riéndose.

Me gusta tu pipi amorcito… ¿me querés agarrar el mío?… no te hagás de rogar nene, yo sé que te gusta… se te nota en los ojos, te lo querés comer, sentirlo bien adentro de ti.

Bueno, esas alturas del partido el ya no tenía porqué seguir fingiendo, le gustan los penes, le encantan y los necesita constantemente. Le agarró ese pedazo de carne y lo empezó a masajear, frotándolo suave pero firmemente. Kike casi se puso a babear, esa verga crecía y crecía en su mano… ¡llegó a los 30 cm! ¡Dios mío, 30 cm, 12 pulgadas! ¡Ni siquiera mi esposo, con toda su experiencia, había manejado jamás verga semejante!

Esa visión lo excitó demasiado y, luego de una rápida mirada a ese falo, se agachó y se lo llevó a la boca dispuesto a entregarle el culo y cuanto le pidiera. Lo besaba y mamaba tan bien como podía, dibujaba círculos en su ancho glande en forma de hongo. No le cabía todo adentro por lo que se conformaba con chuparlo y lamerlo como a un helado. Lo levantaba y se iba las bolas grandes y rosadas, Carla estaba completamente depilada. Le dio unas largas y fuertes lamidas y luego regresó al pene.

La hermosa titánida se cansó de la mamada, así que agarró a mi esposo de las caderas y lo puso sobre su cama, de espaldas y boca abajo, apoyado sobre sus rodillas y codos, dejando su precioso y carnoso culo rosado en pompa. Kike estiró las manos y se aferró del los bordes mientras sentía como ese tremendo falo se le restregaba en la raya. Luego ella empujó, el dolor que mi esposo sintió cuando ese enorme falo entraba fue atroz, pero por su extraño instinto masoquista logró disfrutarlo. Al fin sintió como ella lo clavaba pulgada a pulgada hasta que ya no le cupo más, le metió casi 3 cuartas partes. A pesar de que le dolió un montón, no ofreció resistencia, a mi esposo le encanta sentirse dominado.

Bueno perrita, ya veo que te gusta

¡Uuuggghhhssssiiiiiiii!

pues entonces, esto te encantará

¡Rompeme todo! – le gritaba yo el – ¡Haceme pedazos! – sus deseos fueron complacidos.

Lo agarró de las caderas y del cabello y se lo cogió furiosamente, cuando de repente, sonó el teléfono.

¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!… ¿aló?

¿Carla? ¿Cómo estás? – era Juan Carlos el que hablaba del otro lado de la línea.

Bien… bien

Mirá nena, Kike, mi cuñado te va a llevar las cajas con las piezas de lencería que habías pedido, no sé si ya estará en camino… pero te pido, por favor, que no vayás a hacer nada. Ya hablaremos de esto y te digo porqué, pero por favor, no quiero que pase nada más, quiero que mi relación con ellos sea de lo más normal… como una familia normal… ¿Carla?… ¿Me estás oyendo?

-

¿Carla? – tan solo se escuchaban sus jadeos, que ella intentaba acallar… y los estrepitosos gritos de mi esposo, que gemía y gemía como un loco mientras era barrenado por el inmenso e imponente falo de mi cuñada - ¿Carla?… ¿Carla?… ¡Carlaaaaaa! – pero nada, aquello ya no se podía detener.

Carla le colgó y continuó con la frenética cogida, que duró como por 45 minutos, m Kike enterraba la cara entre las sábanas, gritando como un loco. Carla lo puso en diversas posiciones, como se le dio la gana, lo trataba como a un muñeco de trapo. Kike gritaba y gritaba, cubierto en sudor, con el rostro completamente enrojecido y el ceño tensado. Tuvo 3 orgasmos que derramó sobre las sábanas hasta que ella sintió que su clímax se acercaba.

Se la sacó del culo y lo tiró de rodillas al pié de su cama. Frotándose vigorosamente su tremendísimo pene con las manos, se lo dio a mi marido en la boca para que rematara la faena. El, como un manso y sumiso putito, lo agarró a lametones largos y fuertes mientras succionaba con potencia. Así logró hacer que el placer rebalsara la resistencia de esa poderosa valkiria.

¡¡¡¡AAAAGGGGHHHH!!!!… ¡¡¡¡QUE BOQUITA TAAAAN DIVIIIIIIINAAAAAAAA!!!!

Carla estalló y le hecho todo sobre la cara a mi marido, eran tremendas cantidades de semen que se derramaban por borbotones sobre su boca abierta y que el no alcanzó a capturar todo con la boca, estaba muy impresionado. Después de limpiarle la verga, se le quedó mirando con esos ojitos celestes que me encantan, eran ojos sumisos, suplicantes.

¿Te gustó nene?… si, te encantó, se ve que te gusta que te hagan pedazos… te juro que esto se va a repetir… ¡yo me tengo que comer ese culo otra vez! ¡Te voy a partir en 2 en cuanto me recupere!

Lucía y yo éramos ajenas a lo que estaba pasando con Kike y Carla. Pero si creen que nosotras no íbamos a gozar, están equivocados.

Continuará

Garganta de Cuero.