Orgía en la Sala (02)

La orgía termina, luego de que, entre Beto y yo, pulverizáramos a Silvia mamá. Las cosas cambian, y cada día la señora siente más atracción por mi persona.

Orgía en la Sala 02

¡Qué orgía, era sencillamente increíble! Como recordarán, Beto y yo nos enfrascamos en un duelo de resistencia sin proponérnoslo, ver quien era el mejor garañón. Y para tal competencia teníamos a 3 mujeres hermosísimas y hambrientas de sexo a nuestra disposición.

Me quedé quieto por unos momentos, dejando que la señora se recuperase de su tremendo orgasmo. Entreabrió los ojos y me miró, me clavó su bellísimo par de estrellas celestes, brillaban tanto, eran muy bellos. Respiraba con agitación, profundamente, su pecho se inflaba y desinflaba, meciendo suavemente sus hermosas chiches, Silvia debía tener más de 110 de pecho.

Tito… – me dijo casi sin voz – Tito

¿Si? – le pregunté con suavidad.

Tito

Dígame Silvia… ¿quiere que pare?, podemos descansar un rato si lo desea

Rómpame… – me dijo en un susurro – rómpame la vagina, pártame en 2… hágame su mujer para siempre… – ¿para siempre?

Asumí que la excitación y el cansancio de la cogida y de su orgasmo la hicieron decir cosas sin sentido. Entonces comenzó a empujar con las caderas contra mí, metiéndose y sacándose mi falo de sus entrañas, empezando a culear cada vez más fuerte. Me sorprendí al constatar que la mujer todavía no había recibido suficiente y que quería más. Y a petición popular, pues

Con fuerza logré que sus piernas soltara la tenaza que tenían en mis caderas y me las puse en los hombros, luego la agarré de los senos y volví a arremeter contra su hambriento sexo. Aprovechando la abundancia de lubricación que aun tenía le empecé a dar duro, hasta el fondo y sin detenerme.

Por su lado, ahora Alberto se cogía a sus mujeres, Silvia hija y Lalita, sobre la alfombra de la sala, una frente a la otra y de costado, con una pierna de cada una sobre sus hombros y turnándose para perforar ambos sexos. Le daba 2 fuertes empellones a una y luego se la sacaba y se iba con la otra, y así sucesivamente. Ambas mujeres se besaban y lamían sus cuellos y senos, se estrujaban los pechos y se manoseaban los sexos, metiéndose varios dedos dentro de la empapada vagina de la otra. El sudor cubría sus cuerpos, era sumamente erótico ver el contraste entre sus pieles, la de Laura morena, y la de Silvia Blanca y sonrosada.

Alberto y yo coincidimos en nuestras miradas, sus profundos ojos grises y clavaron en los míos, verdes brillantes, nos sonreímos mutuamente satisfechos.

¿Estás disfrutando a mi madre Tito? – me preguntó.

¿Y cómo no hacerlo? – le respondí – Lo malo es que después de esto me voy a hacer aficionado a ella

No hay problemas… no creo que a ella le importe, ja, ja, ja… – y claro que a la señora no le iba a importar, se encontraba gimiendo como una loca en mis brazos, sintiendo como la taladraba con fuerza, gozando como una demente.

Nos las cogimos en todas las posiciones, el se intercambiaba a Laura y a Silvia hija cuando quería. Se las cogió a las 2 en 4, primero Laurita y luego su hermana, siempre haciendo ellas un 69 para que, mientras le hincara furibundamente el rabo a una, la otra se lo lamiera cuando lo sacaba y le lamiera el sexo a su compañera. Luego boca arriba, con las piernas de una de ellas sobre sus hombros y la otra sentada sobre su cara, las 2 gozaban siempre por igual.

Por mi parte me cogí a doña Silvia todo el rato, nunca cambié de hembra. Me la cogí sobre el sillón, después de su segundo orgasmo la puse en 4 sobre el suelo y la sujeté del pelo como si fuesen riendas, dándole como queriendo partirla a la mitad hasta que alcanzó su tercer orgasmo. Luego la cargué en vilo y de pié (alardeando acerca de mi fuerza y vitalidad, claro está) me la cogí salvajemente, elevándola en el aire y dejándola caer justo cuando mi viga se estrellaba contra su suave, enrojecida e inflamada vagina. ¡Era increíble como gritaba y me pedía más!

Al final, Laura quedó tirada sobre el suelo, casi inconsciente, 7 orgasmos la habían dejado completamente acabada. Su cuñada Silvia nos veía coger, sentada en el suelo y apoyada sobre el sillón, mientras Alberto y yo dábamos cuenta juntos de Silvia madre. Yo estaba sentado sobre el sofá grande de la sala, doña Silvia montada sobre mi pene, exhausta, su hijo cogiéndosela salvajemente por el culo y agarrándola con firmeza del pelo. Sus caderas se estrellaban ruidosamente contra el culote de su progenitora, mientras mi pelvis se levantaba como volcán en erupción para clavársela hasta el alma. Ella gemía y gritaba, ya había perdido la cuenta de la cantidad de orgasmo que tuvo.

¡¡¡¡¡AAAAGGGGHHHHH!!!!! ¡¡¡¡¡ME VAN A MATAAARRRRGGGGHHHHH!!!!! ¡¡¡AAYY!!! ¡¡¡AAYY!!! ¡¡¡AAYY!!! ¡¡¡¡¡AAAAYYYYYYGGGGHHHHHH!!!!! – gemía pero sin pedir piedad, incluso nos pedía más.

De reojo vi que Silvia hija estaba inclinada sobre Lalita, quien le decía algo al oído. Momentos después supe de lo que hablaban, sentí una lengua cálida hurgando entre mis nalgas, lamiéndome el culo muy placenteramente. Sabrán lo sensible que lo tengo, y que con estimulación anal el orgasmo se me viene como una cascada imparable. Y así fue, en menos de un minuto estaba gimiendo como un loco acabando a chorros dentro del sexo de la señora Silvia.

¡¡¡¡OOOOOOGGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡¡¿QUIEN ME ESTÁ CHUPANDO EL CULOOOOUUUGGGHHH!!!!! – bramé al sentir los primero chorro ir a dar dentro de la vagina de doña Silvia - ¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!!… ¡¡¡¡¡¡AAAAARRRRRRGGGGGGHHHHHHHH!!!!!! – grité finalmente como un loco.

Como no dejé de rebotar contra ella mi semen salían rebalsado de su interior, mientras esa lengua mojada me seguía enloqueciendo. Cuando terminé sentí como cambiaba de blanco y se ponía a lamer toda mi acabada, Alberto se la había sacado ya mientras yo me corría. Era Silvia hija la que me había hecho acabar, perdiendo así mi duelo con el muchacho (¡condenada juventud!), lo supe porque Laura seguía tirada en la misma posición y me veía burlona.

Silvia hija limpió a su madre y a mi de mi esperma, la señora parecía estar inconsciente sobre mi, aun ensartada en mi pene. Vi entonces que Alberto tomó a su hermana de las greñas y le encajó su gran macana en la boca, comenzando a cogérsela por allí. Ella no hacía más que dejarse, aunque en ningún momento le desagradaba ese trato de su parte.

Después de medio minuto Beto acabó dentro de la boca de su hermanita a chorros, gimiendo y bramando como un toro.

¡¡¡¡MMMMMM!!!! ¡¡¡¡MMMMMM!!!! ¡¡¡¡MMMMMM!!!!… ¡¡¡¡¡¡AAAOOOUUUGGGGHHH!!!!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!!… ¡¡¡¡¡¡UUUUUUUUMNMMMMMRRRRGGGGGGHHHHHH!!!!!!

El semen se le salía a Silvia por la comisura de sus labios, mientras su hermano se la cogía con fuerza y frenesí, para luego acabar cayendo como un costal pesado sobre un pequeño sofá de mimbre, que crujió con su peso.

Así acabó aquella extraordinaria orgía. Recuerdo que antes de quedarme dormido vi por última vez a Lala, despatarrada en el piso, con Silvia hija a un metro de ella, de rodillas y jadeando, como tratando de recuperar sus fuerzas mientras jugaba con el semen de su hermano y señor en su boca. Caí dormido por varios minutos, al abrir los ojos de nuevo, doña Silvia continuaba sobre mi cuerpo, mi pene aun se hallaba incrustado dentro de su vagina, aun repleta de esperma. Estábamos empapados en sudor, como Laura y Silvia hija, su cabello rubio y entrecano, mojado, se mezclaba con el mío; mi barba le hacía cosquillas en una mejía, su cabeza estaba apoyada en mi hombro. Podía sentir la suavidad de sus monumentales senos sobre mi pecho peludo y sus suaves manitas acariciando mis brazos. Sus ojos celestes me miraban con una extraña mezcla entre cariño, excitación y asombro, sus labios suaves besaban mi cuello y mi rostro… ¡que rico es despertar así!

Sentí nostalgia, así era como despertaba a diario en los brazos de mi esposa. Supongo que si no me dolió tanto, es que lo estaba superando. Y mientras reflexionaba así, me di cuenta que Alberto y las otras 2 ya no estaban… se había ido a su habitación mientras dormíamos.

No lo sabía, pero ese fue el inicio de muchas cosas en mi vida, pues poco después de estos extraordinarios acontecimientos, las cosas comenzaron a tomar un rumbo que no me esperaba y que no alcanzaba a comprender del todo bien y muy rápido. Alberto cada día se portaba más amable y atento conmigo, platicábamos de todo tipo de cosas, intercambiábamos información sobre nuestras fincas y métodos de producción y cosas por el estilo. Parecíamos incluso padre e hijo a veces.

Comencé a tener más trato con la señora, ella pasaba cada vez más tiempo en casa de Lala y me llegaba a visitar a menudo, hasta llegar al punto de recibir visitas casi diarias de su parte siempre que andaba yo por la capital. De eso a volver a tener sexo con ella fue solo cuestión de tiempo. Lo volvimos a hacer como un mes después de la orgía, ella me llegó a buscar con la excusa de necesitar una información para su hija pequeña, fruto de sus amores con su propio hijo. Naturalmente que la ayudé, tengo un conexión de Internet por en mi departamento bastante rápida, así que no le fue difícil conseguir lo que quería. Lo que aun no comprendo es como fue que terminamos revisando páginas pornográficas, viendo fotos y videos. Y como era de esperarse, el morbo creció en nosotros, así como nuestra necesidad de sexo, Silvia terminó arrodillada bajo el escritorio de la computadora, mamándomela como una desesperada.

De verdad que yo no se lo pedí ni me lo esperaba, ella se bajó despacio, mirándome con ojos de niña traviesa, abrió despacio mi bragueta y me sacó la verga, ya dura y tiesa tan solo por la emoción de una inminente cogida. Mis 30 cm., enrojecidos y rígidos de carne palpitante, empezaron a ser acariciados por su lengua, experta aunque algo tímida al principio, pero que poco a poco fue tomando confianza hasta convertirse en fuertes y largos lametones. Podía ver sus ojitos brillantes bajo la mesa, brillaban con ese fuerte destello azul que pronto descubrí en ella, un destello de lujuria y libido encendida hasta más no poder. Y mientras me la mamaba, seguro instruida por Laura o por su hija, empezó a acariciarme el ano, a lamerlo, a meterme dedos y a dilatármelo, eso fue demasiado para mi.

¡¡DIOS MÍO SILVIA!!… ¡¡¡¡VOY A ACABAAAAARRRRRRR!!!!

Alcancé el orgasmo poco después que ella me empezara a chuparme el glande como si fuese un helado, gritando como un animal salvaje. Desde el fondo de mis entrañas, cual volcán en erupción, salieron de mi enorme pene largos y gruesos chorros de esperma que se estrellaron contra el paladar y garganta de la señora. Ella no se los esperaba y la tomó por sorpresa, tosió y sintió arcadas por lo que se lo sacó de su interior. Pero yo seguía eyaculando, estrellando los siguientes chorros contra su rostro, cegándola, luego salpicaron su cuello y hasta sus enormes tetas, Silvia quedó hecha un charco de semen… ¡Debieron ver cómo gozó y saboreó ese semen!

Y así continuó la cosa, lo mismo pasó otras veces, su afición por mi leche crecía muy rápidamente y pronto casi se le volvió una adicción similar a la que sentía Laurita. Se me volvió habitual recibir las visitas de ambas para ser amamantadas al mismo tiempo, terminando en calentísimos tríos.

Siempre cerrábamos esas sesiones con alguna de ellas debajo de mi y chupándole el sexo a la otra, generalmente sentada sobre su cabeza. Y al final quedaban como a ellas más les gusta, cubiertas… no, ¡empapadas en sudor!, con las vulvas abiertas como flores y las vaginas irritadas, repletas de esperma. Golosas como son, llevaban sus manitas a sus mojadísimas grutas y embadurnaban sus deditos con esa dulce mezcla de fluidos fisiológicos, para luego llevárselos a sus bocas.

Silvia parecía loca por intentar cosas nuevas, Laura me contó que decidió renovar sus guardarropas y modernizar sus prendas favoritas. No es que vistiera conservadoramente, claro que no, siempre le ha gustado gozar de su cuerpo y de su belleza natural, pero comenzó a utilizar prendas más llamativas, más alegres, sin caer en la vulgaridad ni en lo corriente, después de todo, y a pesar de lo puta que se pudiera volver, seguía siendo una señora decente, una dama… casada con su hijo y que cogía con otro viejo, pero dama al final.

Empezó a visitarme embutida en faldas cortas, a medio muslo la mayoría, blusas pegadas (aunque cualquier blusa le queda apretada dado el tamaño de sus pechos de casi 1.10 cm.). Escotes más pronunciados, zapatos coquetos, colores más llamativos, maquillaje algo más juvenil. Total, su imagen comenzó a ser encantadoramente sexy, sin llegar a ser en ningún momento vulgar, tan solo bastante más coqueta que antes.

Y así, hasta que nuestras ardientes sesiones de sexo fueron girando hacia el lado se la dominación, nunca pensé que a Silvia le gustara tanto ser dominada. Pero bueno, ese es tema de otro relato, que más adelante les contaré. Por ahora quiero terminar esta breve serie invitándolos para escribirle a mi nuera a su correo electrónico y darle su opinión sobre mis relatos.

También quiero aprovechar para disculparme si a algunos les pueden parecer largos y tediosos, no es mi intención escribirlos de esa forma y voy a tratar de hacerlos más breves, pero tampoco para satisfacer a unos cuantos tontos que le han mandado muladas a mi nuera. Siempre he pensado que si a alguien no le gusta algo y puede dejar de ver ese algo, que lo haga, punto. Gracias por su atención.

Fin.

Tito (Garganta de Cuero).

P.D.: Les mando otra foto de Silvia, que le tomé mientras cogía con un amigo mío, eso también se los cuento en otra ocasión, hasta pronto.